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Chapter One

XXV años atrás.

El velo de la noche caía sobre el reino, y el fuego intenso de las brasas corrompía las calles del pueblo. Hoy era un día de fiesta, hoy se celebraba unas de las tradiciones más memorables de la ley elemental de cada uno de los cuatro reinos. Hoy, en el palacio se daba inicio a la coronación del rey y la reina de los hijos del fuego. Todo el pueblo a la espera ansiada de la mujer que pasaría de ser la princesa a la reina de este reino, todos esperaban lo mejor de ella, reposando sus mayores anhelos en sus manos, seguros de que esta sería una nueva y mejor Era para los hijos del fuego. Pero lo que ellos nunca pensarían que pasaría, estaba pasando, y a tan solo metros bajo tierra, en los túneles secretos del palacio, la princesa huía de su destino.

Y esa princesa, era yo.

Podía sentir como los latidos de mi corazón rebotaban en las paredes. La respiración atascándose en mi garganta me obligo a detenerme en medio de soledad y penumbras. El eco de la fiesta en el palacio persiguiendome sobre mi cabeza, la ansiedad era inminente. Mire hacia atrás por precaución, nadie venía y nadie se escuchaba por lo que claramente y para mi suerte nadie venía por mí. Seguí corriendo, sujetando mi vestido para no caerme en el polvoriento suelo del túnel. A lo lejos podía divisar la tenue luz de la luna iluminando mi camino a la libertad, y es que había ansiado tanto este momento y oportunidad para ser libre, que al solo tenerlo a unos pocos metros de distancia, me parecía algo completamente irreal.

Un sueño y nada más.
Pero estaba pasando ahora. Mi corazón se convirtió en un manojo de indistintas emociones, cuando mis ojos vieron la silueta de la persona más importante para mí. Aquél maravilloso hombre esperaba en el final de toda esta tortura, de la agonia de no poder vivir tan libres como quisieramos. Su sonrisa nunca desapareció de su delicado rostro, ignorando las dificultades que nos rodeaba, apreciando solo el ahora.

Había defraudado la leyes que nos mantenían a salvo. Me había enamorado de un hijo del invierno y seguí con ello.

Entonces llegó el momento que sus brazos me envolvieron por completo, su cálida respiración rozando la piel de mi cuello, su mano izquierda acariciando mis cabellos cobrizos, ambos sumergidos en una burbuja de amor y adoración. Fue casi inevitable que una sonrisa no saliera de mis labios, mis manos yendo hacia sus sedosos cabellos, tan suaves como una bola de algodón entre mis dedos, su dulce aroma colándose por mis fosas nasales.

"Esta aquí.." fueron sus palabras "Moría de la angustia por saber como iban las cosas allá arriba" disfruté unos minutos más ese tacto en nuestros cuerpos, antes de que él rompiera esa hermosa conexión "¿Trae todo lo necesario, princesa?" con una sonrisa me separé unos centímetros de su lado y le enseñé mi pequeño bolso.

"Lo justo y necesario" le sonreí con emoción, una de mis manos yendo hacía sus mejillas pálidas y frías "Por fin seremos libres amor mío, tendremos la libertad de amarnos y de adorarnos como siempre lo hemos deseado, sin ataduras"

"Es lo que más deseo, querida mía" tomo mis manos y alejo de sus mejillas para acercarlas a sus delgados y finos labios, besando cada dorso, tan delicadamente "Y es por eso que debemos irnos en este instante antes de que los reyes caigan en cuenta de su ausencia, no permitiré que la vuelvan a alejar de mi lado, a ninguno de los dos ¿Me oye bien?" sonreí con amor. Su palma completa se había extendido sobre mi vientre levemente abultado. Ahí era en donde crecía nuestro primer hijo, nuestro adorado primogénito crecía tan fuerte y sano. Y a escondidas de todo el mundo.

"Nadie nos alejará de usted, mi amado" 

Me sonrió y luego besó mi mejilla, cerré mis ojos ante la sensación reconfortante de sus labios, ante el revuelo de infinitas emociones y sentimientos que surgían de lo más recóndito de mi alma y ser. Pero no todo permanecería para siempre en las vidas de uno, todo maravilloso sueño se acabaría en algún momento, los anhelos plantados en aquella oportunidad, nuestra nueva vida viéndose arrebatada frente a nuestro ojos, todo por lo que habríamos luchado esfumándose sin más con la dura e impredecible presencia de quién sería mi futuro esposo y rey de los hijos del fuego. Sus hombres a cada lado, nosotros en medio de todos, siendo el centro de la atención, el hombre de mi vida poniendo su cuerpo frente al mío, dándome refugio.

"La estuve buscando por todo el palacio.." murmuró el futuro rey. Su voz sonando más tranquila de lo que pensaría que sería "Todos están esperando arriba para dar inicio a la ceremonia, pero veo que tiene usted otros planes en mente. Dígame, princesa, ¿Quién es este hombre con el cual pensaba irse del palacio real?" sus ojos chocaron con los míos. Los suyos tan oscuros como la noche, tan profundos como un mar infinito en el mundo "¡Le exijo una respuesta Ahn Sook!" mi cuerpo entero tembló ante la imponente figura de el hombre que gritaba a los cuatro vientos "¡Contésteme inmediatamente Ahn Sook!"

"No le vuelva a gritar de esa manera" se interpuso el amor de mi vida. En ese instante todas mis malas emociones las tenía a flor de piel. Temiendo ya lo peor.

"Respóndame usted entonces, hijo del invierno, ¿Cuál es su nombre?" sus rostros se habían acercado unos centímetros más "Deme el nombre de quién ha osado robar a la prometida del futuro rey, hable ahora si no quiere terminar en los calabozos por el resto de sus desgraciados dias con vida.."

"No..Dae-hyun por favor.." pedí en súplica.

"Cállese" se dirigió a mí "¿Entonces?.."

"Mi nombre es Jung Dak-ho, príncipe del reino del invierno" respondió firmemente, su voz nunca doblegándose ante la voz imponente de Dae-hyun frente a nosotros.

"¡Que sorpresa, así que es el príncipe!" me desconcertó bastante su reacción "Los reyes no estarán para nada contentos con esta sorpresa suya Dak-ho.." sonrió "Sería una verdadera lástima que ellos supieran que esta con una hija del fuego.. ¿O no?"

Escapé del refugio que me brindaba Dak-ho y me puse frente a Dae-hyun. Sus ojos dirigiéndose a los míos, esa sonrisa nunca desapareciendo de sus labios.

"No se atreva a siquiera pensarlo Dae-hyun" dije con mi voz al borde de un colapsó, mis ojos ardían a causa de las lágrimas que había intentado retener por mucho tiempo, llegando el momento de liberarlas finalmente "N-no lo haga. Se lo suplico.."

"¿Me lo impedirá usted, Sook-ssi?" carcajeo bajito "Por favor, no esta en posición de exigirme nada, querida mía. Estaba a punto de traicionar a su reino por un hijo del invierno, es usted una verdadera vergüenza para nuestra nación Ahn Sook" mis ojos se llenaron de lágrimas al momento de escuchar esas crudas palabras de Dae. Su mano se dirigió al escote de mi vestido y me tiró hacia su cuerpo, su respiración rozando mi mentón, sus ojos viéndome en todo momento "Es usted la mujer más hermosa de todo este pueblo, pero lamentablemente carece de ingenió amada mía, tengo la certeza de que podría haber escapado, sin lugar a dudas lo hubiera logrado, pero tristemente eso no pasó, y yo fui más rápido que usted" un nudo se estancó en mi garganta. Una de sus manos apretaban mis delgados y pálidos brazos.

Quise huir.

"Déjela a ella, desquítese conmigo" pedía Dak-ho en súplicas. El agarre en sus manos se volvió más agresivo, casi podía sentir como sus uñas se incrustaban bajó la piel de mis brazos, solté un sollozo de mis labios "¡Por favor, no le haga daño!"

"Da-dak-ho no.. por favor no diga nada.." solloce "Por favor Dae-hyun no haga las cosas más complicadas para todos y deténgase.." su mirada fue de Dak-ho hasta la mía, su mano pasando de estar en el escote de mi vestido a posicionarse en mi mandíbula, obligándome a alzar la mirada "S-sea el buen hombre que alguna vez tuve la dicha de conocer y s-suélteme en este mismo instante, antes de que le diga a los reyes lo que está a punto de hacer con su futura esposa y reina" una lágrima resbaló por mis mejillas. Atenta a una respuesta.

Vaciló por un momento.
Su agarre soltandose de pronto, haciéndose más suave con cada minuto que transcurría, dándome esperanzas.

Pero no..

"No antes de que yo les diga lo que estaba a punto de hacer usted, con este hijo del invierno, querida mía" sonrió con descaro "¡Guardias! ¡Lleven al príncipe a Calabozo! ¡Y denle aviso al reino de los hijos del invierno, ahora!" en ese momento me desplome en los suelos arenosos. Siendo sostenida por uno de los guardias, mientras que los demás tomaban a Dak-ho de ambos brazos, incitándole a que caminará.

"¡No! ¡Dae-hyun déjelo libre!" me solté del agarre del guardia y me arrastre por el polvoriento lugar hasta llegar a las piernas de Dae-hyun, abrazándome a ellas "Por favor no lo haga, haré lo que me pida.."

Pero en cambio recibí un fuerte empujón de su parte. Mi cuerpo impactando contra una roca que se encontraba de por medio. 

"¡Esta embarazada! ¡Es a mi hijo quien carga en su vientre Min Dae-hyun!" todo lo demás se había vuelto ajeno a mí, todo pasando a ser parte de un segundo plano. El silencio en ese instante se había vuelto en mi peor enemigo, un dolor punzante había nacido a un costado de mi vientre "Sook respóndame" su dulce voz se oía lejana, como si se hubiera alejado metros de distancia de mi lado. Quise creer que todo no era nada más que un mal sueño.

Que para cuando abriera mis ojos, todo esto no sería nada más que un simple mal sabor de boca. Quería aferrarme a ese hermoso y maravilloso pensamiento de que todo estaría bien para después, que por fin y los dioses habían escuchado nuestras múltiples plegarias, que por fin podríamos ser felices y disfrutar de un amor prohibido en nuestras realidades.

Pero en cambio, cuando mis ojos se abrieron con lentitud, humedecidos por las lágrimas recientes, todo un mundo gris me esperaba de este lado, el fuego arrasando con todo a nuestro alrededor. El sentimiento de impotencia apoderándose de cada partícula que me componía. Las infinitas ganas de arrastrar a Dae-hyun a un abismo infernal era lo que más quería, pero para cuando tomé la iniciativa de darle batalla en vez de echarme a morir, entendí que toda posibilidad se me había quitado.

Su risa resonó dentro en mi mente.

"¿D-de dónde saco esto..?"

"¿Creyó que no traería una de esas cosas Sook-ssi? La conozco mas de lo que quisiera sinceramente, sabía que reaccionaría así y es por eso que me tomé el atrevimiento de encajarlo en su delicada muñeca, princesa. Este estúpido jueguito se acabó, no van a reirse de mí" reprimí un sollozo. Viendo con detenimiento aquel grueso brazalete, creía que ya no habían de estas cosas, dejaron de hacerse desde que se proclamó al primer rey de los hijos del fuego "¡Llévenselo a los calabozos! Nos comunicaremos con el reino de los hijos del invierno y le daremos aviso de esto a sus padres como ordené anteriormente" los soldados acataron la órdenes de su futuro rey, y se llevaron por los túneles al joven que fue el gran amor de toda mi existencia.

Y entendí que lo había perdido por siempre.

"¡Volveré por usted, Sook-ah! ¡Saldré de aquí y vendré por nuestro hijo, se lo prometo!" gritaba una y otra vez Jung Dak-ho. Y yo lo único que pude hacer fue verlo con las lágrimas en los ojos mientras era llevado a los calabozos del palacio real "¡No me iré de aquí sin ustedes!"

"Dak-ho.." musite con dolor "Perdóneme"

"Ahora usted, regresará conmigo y hará de cuentas como que nada pasó" susurró en mi oído, sosteniéndome del brazo "El pueblo esta a la espera de nuestra llegada a la ceremonia y no les faltaremos, la haré mi esposa y gobernaremos este reino, será mía lo quiera o no, y se por amor a los dioses que lo hará sin rechistar, esta misma noche daremos la noticia de que esta encinta, esperando un hijo mío..."

Su agarre se aflojo, y su mirada se suavizo.
La duda reinaba en mis ojos, en mi ceño levemente fruncido, mi mente convirtiendo todo en un caos interno, mi corazón dolió y mi pecho se sintió apretado. Intente ver más allá de aquellos ojos oscuros, tanto como el cielo nocturno sobre nosotros, y no supe si esa acción de su parte había sido un favor para mi, o me había encadenado a una vida que no deseaba, obligándome a aparentar una felicidad que no sentía frente a los demás, solo por ocultar la verdad.

Y aun con esa duda en mi cabeza, tome su mano y me resigne a ser parte de la farsa.


Próximamente.

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