Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Veintiocho

(Escuchen la canción en multimedia cuando vean esto: )


⠑⠥⟢—✽⟡✽—⟣⠬⠊

ENTRE CONFESIONES Y DESTINOS

⠑⠥⟢—✽⟡✽—⟣⠬⠊







                    —Que entre el testigo —ordenaron.

          Michael, Nya y Newt estaban sentados, atentos a la audiencia penal. Frente a ellos, Esmour Dunham, el acusado, se mantenía rígido en su asiento, mientras una mujer esquelética, de piel enfermiza y cabello rubio que le llegaba hasta las caderas, ingresaba al tribunal. Su apariencia era desgastada y desaliñada, y Nya se preguntó cómo aquella mujer lograba mantenerse en pie, dado su evidente agotamiento y desnutrición.

          Nya VanderWaal había regresado al Reino Unido acompañada por ambos magos hacía apenas una semana. Aún se sentía descolocada en ese entorno. Mentiría si dijera que no temió volver a Europa, pero ahora las cosas eran distintas. Ya no era la huérfana asustada por lo que era o por lo que podía hacer. Ahora, comenzaba a encontrar su lugar en el Mundo Mágico, y esa seguridad le proporcionaba un destello de esperanza que no había sentido antes.

          Cuando bajó del barco junto a Michael, por un breve instante pensó que Newt podría distanciarse de ella, y el solo hecho de imaginarlo le provocó un nudo en el pecho. Sin embargo, el magizoólogo siguió siendo su apoyo incondicional durante esos días. A veces deseaba tomar su rostro pecoso entre las manos y besarlo, pero la vergüenza la contenía, temiendo su reacción. No estaba lista para enfrentar un rechazo, especialmente uno tan amable como el que de seguro vendría de Newt.

          No sabía lo que él sentía por ella, pero tenía claros sus propios sentimientos. Sin embargo, no quería arriesgar lo que habían construido por un impulso nacido de su corazón. Con una media sonrisa, lo miró de reojo. Todavía no se acostumbraba a cómo su corazón parecía latir con más fuerza cada vez que sus ojos se posaban sobre él.

          —Por favor, describa la situación —habló una mujer de semblante severo, vestida con túnicas oscuras.

          La voz de la oficial llamó la atención de Nya, obligándola a concentrarse. Ese no era un día cualquiera; en esa audiencia se decidiría la condena de Esmour por sus crímenes contra el Mundo Mágico. Nya ya había dado su testimonio, aunque, por consejo de Michael, omitió ciertos detalles. No había garantías de que el Ministerio de Magia reaccionara bien ante las habilidades poco comunes de Nya. Podrían considerarla una metamorfomaga, pero sus poderes iban mucho más allá, y ella ya había visto de primera mano cómo lo desconocido podía despertar temores y prejuicios.

          La mujer recién ingresada al tribunal suspiró, moviéndose inquieta en el asiento que ahora ocupaba en el centro de la sala, el mismo lugar donde Nya había dado su testimonio. Todas las miradas se concentraron en ella, lo que hizo que la escocesa sintiera una punzada de compasión. Hacía falta mucho coraje para estar en esa posición.

          —Mi nombre es Alana Northwode —comenzó, con una voz sorprendentemente firme para su aspecto debilitado—. Desde 1916 he estado prisionera en el sótano de la Posada de Tasmennul, administrada por la muggle Beatrix Harte. Esmour Dunham —miró al acusado con fijeza, con un brillo de odio en los ojos—, tenía conocimiento de mi cautiverio.

          Esmour soltó un bufido despectivo, pero fue silenciado de inmediato.

          —Cuéntenos cómo llegó a esa situación —pidió la mujer de túnica oscura.

          Nya se removió incómoda en su asiento, sintiendo un mal presentimiento en el estómago. Todo esto la hacía sentirse como una intrusa. Aunque pertenecía a ese mundo, aún le era desconocido en muchos aspectos. No estaba segura de estar preparada para escuchar lo que Alana Northwode revelaría. La profundidad de los eventos que habían conducido a esa audiencia seguía siendo un misterio para ella. Nya había sufrido a manos de Beatrix y Esmour solo por unas horas, pero Alana había soportado una década.

          —Mi esposo, Robert Northwode, se involucró con ella —confesó Alana, inclinando la cabeza, como avergonzada por lo que estaba a punto de revelar.

          —Explique el tipo de relación que el señor Northwode tenía con Beatrix Harte —pidió la mujer del tribunal.

          Alana suspiró con pesadez, como si el simple acto de hablar le resultara doloroso.

►          —Una relación extramarital —dijo, bajando la voz, pero logró hallar fuerzas suficientes para enderezarse en su asiento enseguida, con la mirada fija al frente, decidida.

          —No justifico nada de lo que hizo. Me fue infiel, pero no solo me mintió a mí, también a ella —aclaró—. Le prometió a Beatrix que dejaría atrás todo lo relacionado con el Mundo Mágico, incluida a su propia esposa, para estar con ella. Su codicia y su ambición por el poder lo llevaron a intentar vivir una doble vida. Creía que podía engañarnos a ambas, convencido de que su astucia y elocuencia serían suficientes. Yo fui víctima de sus mentiras durante demasiado tiempo.

          Mientras Alana narraba la pesadilla en la que se había convertido su vida, Nya sintió cómo sus ojos se humedecían. Nadie debería pasar por algo así, y mucho menos alguien inocente, atrapado en el bando equivocado de una historia. No podía comprender cómo el egoísmo podía dominar a una persona, moldear sus acciones en beneficio propio, solo para terminar en su propia destrucción.

          La ruina de Robert Northwode fue Beatrix Harte. Sin embargo, Alana pagó el precio de la venganza de la isleña, siendo encarcelada y utilizada. Ese suceso fatídico marcó el inicio de lo que hoy se conocía como El Tráfico de Magia. Quizás los eventos no estuvieran directamente conectados, pero los errores del pasado siempre traen consecuencias. Algunas más desastrosas que otras, pero esta era terrible.

          A medida que el testimonio de la viuda liberada se extendía, doloroso y revelador, el impulso de llorar en Nya se hacía cada vez más fuerte. Sentía que no podía seguir ahí, atrapada entre esas paredes. Su respiración se aceleró, y sus manos comenzaron a temblar. Incapaz de permanecer sentada por más tiempo, se levantó de golpe y, sin mirar a nadie, salió de la sala. Su cuerpo clamaba por aire, por espacio, por algo que calmara el torbellino de emociones que la abrumaba.

          Sin prestar atención a quienes se cruzaban en su camino, empujó a más de una persona mientras atravesaba los pasillos laberínticos del Ministerio de Magia, buscando la salida que recordaba haber visto.

          Finalmente, llegó a un espacio amplio, dominado por una estatua gigantesca en medio de una fuente. Magos y brujas se movían de un lado a otro, ocupados en sus asuntos. La cotidianidad y el bullicio del lugar no hacían más que exacerbar los nervios de la escocesa.

          Se detuvo, confusa, sin saber a dónde ir o qué hacer. Estaba furiosa, triste y desorientada casi que por completo.

           ¿Cómo era posible que existieran personas como Esmour Dunham o Beatrix Harte? ¿Quién podía tener un corazón tan oscuro como para cometer semejantes atrocidades?

          ¿Quién?

          ¡¿Quién?!

          Si ella pensó que había vivido su propio infierno, Alana Northwode había soportado algo mucho peor. Su marido no solo la engañó y le mintió, sino que terminó asesinado en un ataque de locura por Beatrix, quien luego esclavizó a Alana, obligándola a usar su magia en su beneficio. La isleña se aprovechó del dolor y la traición que sentía la viuda, con la ayuda de Esmour.

          Incluso Nya se sentía sucia al recordar que, en un principio, había encontrado atractivo a un hombre como Esmour: encantador por fuera, pero podrido por dentro.

          —Nya.

          Ante aquella voz familiar, la aludida se giró de inmediato, casi con un salto. No esperaba ver a Newt en ese momento, mirándola con una mezcla de preocupación y fascinación, junto con otras emociones que aún no se atrevía a reconocer, temerosa de equivocarse.

          —¿Cómo me encontraste en medio de tanta gente? —preguntó, desviando la mirada. Todavía estaba demasiado alterada por lo que había escuchado en el juicio. Incluso la valentía que siempre la acompañaba parecía haber desaparecido sin dejar rastro.

          —Jamás... —Newt se detuvo, buscando las palabras adecuadas—. Siempre te encontraré.

          Las palabras resonaron en Nya, quien levantó la vista y se encontró con los ojos claros del magizoólogo. Cuando sus miradas se cruzaron, algo dentro de ella cambió, como si se hubiese quitado una venda que antes le impedía ver con claridad. Sus ojos, café y verde azulino, se encontraron como el otoño y la primavera, como la tierra y el mar, dos fuerzas complementarias que no podían existir la una sin la otra.

          Y aunque Nya sabía que podría vivir sin Newt Scamander, no era algo que realmente quisiera o pudiera imaginar como una opción.

          Soltando un largo suspiro, Nya avanzó de repente hasta quedar frente a él. Solo medio paso separaba sus cuerpos, pero la cercanía era suficiente para sentir la esencia y la energía del otro, una ola cálida y reconfortante que no solo envolvía sus cuerpos, sino también sus corazones.

          —No quiero pensar demasiado en lo que estoy sintiendo —dijo Nya, con la voz temblorosa—, pero si hay alguna posibilidad de que tú sientas lo mismo que yo...

          Newt la interrumpió con suavidad: —¿Algo como estar enamorado de ti?

          Nya debió haberse desmayado. Eso era. Tenía que haber perdido el sentido en algún momento, porque no podía comprender cómo había pasado de sufrir un ataque de pánico a sentir una inmensa felicidad, algo que jamás había experimentado antes. Si estaba desmayada o no, daba igual; lo que acababa de escuchar era lo mejor que sus oídos habían captado en toda una eternidad.

          —Sí —susurró, con la voz apenas audible, temblándole un poco.

          Newt, inquieto pero decidido, no apartaba sus ojos de los de la escocesa. No necesitaba un espejo para saber que estaba sonrojado, pero tampoco cambiaría lo que sentía en ese momento por nada en el mundo. Había vivido una gran aventura, y estaba seguro de que también había encontrado a la persona con la que quería compartir todo su tiempo.

          Siguiendo tanto a su mente como a su corazón, ahora alineados como nunca antes, Newt levantó una mano y, con el dorso, acarició las pecosas mejillas de Nya. Luego apartó un mechón de su cabello oscuro, colocándolo con delicadeza detrás de su oreja, sin romper esa caricia inocente que los conectaba.

          —A veces queremos más de lo que sabemos; a veces experimentamos muchas más emociones que las que sentimos —dijo Newt, con una calma sorprendente—. Pero lo que sí sé con certeza, es que te quiero, Nya.

          Ambos se dejaron llevar por el anhelo de sus almas, acercando aún más sus cuerpos entre sí, hasta que sus respiraciones se mezclaron en un mismo compás. Con sus rostros tan cerca, ninguno sintió nervios; al contrario, la certeza de que el momento era el adecuado y de que no había sentimiento más puro que el que compartían los envolvió.

          Y entonces, sus labios se encontraron en un beso que los unió en un abrazo profundo, cerrando finalmente la distancia que había parecido eterna al principio.

          El beso fue suave, tierno, una danza entre dos corazones que latían al unísono. No había prisa ni urgencia, solo paciencia, cariño y emoción. Había sido una espera larga, pero ese momento la justificaba por completo; no había lugar para dudas ni miedos.

          Cuando sus labios se separaron, sus manos se negaron a soltarse, como si no quisieran perder el contacto que tanto habían anhelado.

          Nya suspiró, satisfecha, y le sonrió a Newt, incapaz de apartar la mirada de él, quien le devolvía la misma devoción y amor que ella sentía en su propio corazón.

          —No quiero dejar de sentirme así —confesó Nya en voz baja, aunque Newt, aún envuelto en el abrazo, la escuchó con claridad.

          Sin embargo, un carraspeo cercano rompió la ensoñación. Ambos giraron hacia la fuente del sonido y se encontraron con Michael Wysman, quien los observaba con una ceja alzada y una ligera sonrisa en los labios.

          —Ya han dictado la sentencia —anunció, como si no hubiera interrumpido un momento tan íntimo.

          Nya fue la primera en apartarse, dando un paso atrás para crear una distancia más apropiada. Al ver a su tío, no sintió vergüenza, pero al recordar dónde se encontraba, bajó la mirada. Quizá el Ministerio de Magia no era el lugar más idóneo para una confesión así, pero no lo cambiaría por nada.

          La joven se aclaró la garganta.

          —¿Qué harán con Esmour? —preguntó, sintiendo de nuevo la inquietud que había intentado dejar atrás.

          Newt, notando el nerviosismo que emanaba de ella, no dudó en entrelazar sus dedos con los de Nya. Aunque para él aún era nuevo iniciar cualquier tipo de contacto, con ella resultaba casi natural.

          —Le borrarán la memoria y vivirá una vida normal entre los muggles —informó Michael—. Pero —añadió al ver la expresión de descontento de Nya—, estará bajo vigilancia.

          —Es lógico —intervino Newt—. Si es un Squib, tarde o temprano alguno de sus descendientes será mago o bruja, y deberán estar preparados.

          —¿Cómo pueden permitirlo? —protestó Nya—. ¡Apuñaló a Isabel! Ha hecho cosas imperdonables.

          —Pero no hay pruebas que respalden eso, Nya. No en el mundo muggle —trató de explicar Michael—. Isabel ya no lo recuerda.

          —No me hables de eso, por favor —murmuró Nya con tristeza.

          El recuerdo de Isabel seguía siendo uno de los más dulces y dolorosos que poseía. Una contradicción que siempre le pesaría.

          Sintiendo el apretón de Newt en su mano, Nya volvió la mirada hacia él y, con una sonrisa, le agradeció en silencio por su constante apoyo. Sabía que también estaría allí para él, en todo lo que necesitara.

          —Ahora debemos ocuparnos de lo otro por lo que vinimos al Ministerio —interrumpió Michael, atrayendo de nuevo la atención de la pareja.

          Aquello arrancó una sonrisa tanto de Newt como de Nya. La otra razón importante por la que estaban allí ese día era hacer oficial la vida de Nya VanderWaal en el Mundo Mágico. Se estaba registrando como metamorfomaga, una bruja con la habilidad innata de cambiar su apariencia a voluntad. Esto, además, la acercaba al inicio de la búsqueda de sus orígenes, una aventura que, con el apoyo de dos personas más importantes en su vida, la ayudaría a comprender su verdadera naturaleza.

          —Por cierto —continuó Michael con una sonrisa traviesa—. Estoy contento por ustedes dos. Ya me tenían cansado con esos ojitos de enamorados que se lanzaban todo el tiempo. —Hizo una pausa y luego agregó con tono juguetón—. Pero no quiero que el señor Scamander olvide que soy auror. ¿Seguimos?




Bueno, no tengo palabras... ScamWaal me da vida y amor, así que no necesito nada más en el mundo.

¡No puedo creer que me haya tardado 28 capítulo para que esos dos por fin se besaran y confesaran lo obvio!
Espero que tanta espera haya valido la pena y les haya gustado el capítulo ^^
Dejemos a las basuritas de Esmour y Beatrix en el pasado, mis condolencias a Alana y mi declaración como madrina para la boda ScamWaal, junto con Michael, que estuvo shippeándolos en silencio toda la semana jajajaja

¡Feliz lectura!

a-andromeda

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro