Ellen... ¿Itsuka Mathers?
—Itsuka... Shidou...
—¿Ellen?
Abriendo los ojos, finalmente pudo ver a la dueña de esa voz dulce que dijo su nombre casi con suplica.
A su lado, recostada sobre su cama, y tapada únicamente con una suave sábana, se encontraba Ellen Mira Mathers. Mil pensamientos cruzaron por su mente, pero al verla a su lado con su vista fija en él, terminó por hacer algo que muy seguramente sería una sentencia de muerte en otras circunstancias.
—¡...!
Ellen, siendo testigo de su coraje, se dejó guiar por sus labios sellando así aquel beso que el joven se atrevió a darle y que, muy en el fondo, ansiaba recibir.
Pasaron los minutos y aquel beso finalmente se rompió develando así a una pareja confundida que buscaba en su mirada, una pista de algún engaño.
—¿Acaso...?
—Sí, lo hicimos... —habló Shidou, respondiendo así a la duda que se formó en la mente de Ellen—. Hicimos lo impensable...
—Ya veo.
Soltando un suspiro, Ellen se dejó caer nuevamente en la cama, dejando al descubierto sus senos y notando en ese instante lo extraña que se sentía al no dormir en su propia cama.
—Esta fue mi primera vez—dijo ella, rompiendo así cualquier silencio incómodo que intentaba formarse entre ambos—. Tu eres mi primera vez—le recalcó, sintiendo sus mejillas acaloradas por el sentimiento de vergüenza que sentía al sincerarse.
Shido, quien no conocía mucho sobre el pasado de la maga, no pudo evitar sonreír por su actitud tan sincera, reconociendo así la belleza de la maga cuando esta no intentaba matarlo.
Fue así, viendo hasta donde habían llegado, que pudo ver con claridad todo lo que surgió en su vida desde el momento en que decidió no enfrentarse a ella.
—Soy afortunado.
—Yo también.
Mirando al techo, pensando en todo lo que sucedería a partir de ahora, Shidou no pudo evitar imaginarse un futuro en compañía de la maga que yacía a su lado.
Habían muchas cosas que hacer. Tenían que lidiar no sólo con la intervención de Ike, sino también con las consecuencias que traería el haber hecho el amor en medio de una guerra en dónde ambos pertenecían al bando enemigo.
Así, viendo las cosas con más claridad, pudo ver lo que en verdad quería para el futuro. Entre su deseo estaba la libertad para los espíritus, pero al mismo tiempo, el formar una familia con la mujer que ahora estaba a su lado.
—Voy a desertar—soltó Ellen, sin importarle si era el momento adecuado—. Ya no quiero estar lejos de ti.
Tales palabras eran música para los oídos de Shidou.
Aquel futuro incierto, el cual le fue mostrado con ayuda del ángel [RASIEL], ya no existía. La línea de tiempo a la que Kurumi le tenía tanto miedo cambió para siempre.
Intentó mantener la calma, aún cuando el júbilo de su corazón intentaba explotar en ese instante.
—Entonces te ayudaré.
—Es obvio. Después de todo eres mi novio.
—El novio de la maga más poderosa.
Ellen no podía estar más orgullosa por las palabras que el joven Itsuka le dedicaba.
En medio de tanto dolor, aún sin saber si era lo que tanto anhelaba, se encontró con una felicidad que la invitó a entregar su alma. Su cuerpo, libre de toda virginidad, ya era de Itsuka Shidou y así sería hasta el final de su vida.
Ella había ganado.
—Y yo soy la novia del invencible Shidou.
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