Capítulo 9
En algún punto indeterminado de aquel laberinto, alguien observaba cada movimiento de todos los viajeros. Sentado en un asiento de piedra y con una copa en su mano, sonreía de forma malévola, pensando en cuanta diversión podría tener torturando un poco más a los intrusos.
Sentía cómo el miedo y la confusión lo alimentaban, mientras el provocaba todos esos daños, sin haberse movido de su refugio. Mirando a través de su espejo mágico, llegó a la conclusión de que, al menos uno de los intrusos, podría resultarle de interés.
Sumido en estos pensamientos y, buscando la forma más eficaz de llegar a comunicarse, para lograr lo que su mente comenzaba a maquinar, apareció una de sus harpías, acercándose a él de forma sumisa.
—Amo, he cumplido con lo que me pidió... —comenzó a decir la harpía.
—He podido observar que así ha sido —la interrumpió de forma brusca—, ahora continuemos con lo planeado. Espero que me sigas siendo útil o te haré desaparecer como a esos míseros humanos —terminó aquel ser, lanzando la copa que sostenía contra su sierva.
—Si amo, haré lo que ordenéis —respondió, cubriéndose con sus brazos alados, para no recibir el impacto en la cara y echando a volar de inmediato.
El oscuro ser, de aspecto demoníaco juntó sus manos, manteniendo los codos pegados a los reposabrazos, y empezó a imaginar todo lo que podría lograr si conseguía poner de su lado a su objetivo.
Realmente, le parecía increíble que alguien con tanto poder ni siquiera fuera consciente de poseerlo y, al parecer, tampoco conocía sus orígenes, pero a él le bastó con observar un rato, para darse cuenta de sus cualidades y su mezcla de razas.
Definitivamente, no había visto nada igual de interesante en siglos, y no podía perder la oportunidad de salir de esa rutina aburrida, que lo mantenía aislado del exterior.
Se levantó repentinamente dejando notar su desmedida altura, su sonrisa diabólica, dejaba ver unos dientes afilados y colmillos más largos de lo habitual. Su pelo, largo y desaliñado, junto con su enredada barba, le daban un aspecto descuidado y los cuernos, que destacaban a ambos lados de su frente, lo hacían lucir aún más intimidante.
Aquel ser se perdió en la penumbra, llevándose consigo el aura de oscuridad y maldad que inundaba la estancia.
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El grupo que no había quedado atrapado por el derrumbamiento continuó su camino. Cuando el hechicero les dijo quienes se habían quedado del otro lado, pero que no estaba seguro de si habían salido con vida, a Taylor le dio un vuelco el corazón.
Sintió un tremendo arrepentimiento por no haber aclarado las cosas y vivir, lo que quizás fueron sus últimos momentos, distanciados. Tras el shock inicial, salió corriendo en dirección al montón derrumbado de piedras en un intento desesperado por moverlas.
No logró su objetivo, lo que la desesperó más y acabó con la cara empapada en lágrimas, mientras continuaba sin fuerzas su intento vano por abrirse camino.
La pelirroja y la rubia la siguieron con una expresión preocupada y una mirada cómplice, con la que se decían el sufrimiento que les supondría pasar por lo mismo.
Ambas la rodearon con sus brazos, tranquilizándola e intentando hacerla entrar en razón, no había forma de hacer nada en ese instante, ni sabían la situación tras las rocas, por lo que lo más sensato era continuar y llegar a su destino.
La morena finalmente cedió ante su petición, pero anduvo todo el camino restante en silencio y pensativa.
Había pasado un largo rato de travesía desde entonces, el aire comenzaba a notarse más ligero y fresco, lo que era buena señal, pues probablemente se aproximaban a la salida.
Susaní también iba bastante callada desde hacía un rato, lo que tenía a Irvina inquieta, pues notaba en ella una gran preocupación.
—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó, teniendo un gesto cariñoso con ella—. Te noto distraída y pareces preocupada.
La rubia guardó silencio refugiándose en aquel gesto, y depositando un breve beso sobre los labios de su interlocutora. Finalmente, masajeándose las sienes, en un intento por aliviar el dolor de cabeza producido por la intensidad de la situación, contestó:
—Solo no tengo un buen presentimiento —dijo escuetamente, soltando un suspiro a continuación—. Aunque también estoy agotada, por lo que no sabría decirte si el cansancio me está jugando una mala pasada.
La pelirroja se puso delante de ella, colocando ambas manos sobre sus hombros, y deteniendo su marcha. Mirándola a los ojos, tomó su barbilla y observó su rostro, vio las ojeras que cubrían sus ojos, tan oscuras como la noche y una palidez inusual en su piel.
Definitivamente necesitaba descanso, en cuanto salieran se asentarían, al menos, hasta el día siguiente y no habría discusión posible.
—Necesitas descansar, claramente estás completamente agotada —tras lo cual, tomó su mano y reanudó la marcha—. ¡La salida está próxima, así que vamos a acelerar el paso!
Sin Tairon ahí, ella estaba al mando y todos la respetaban, así que nadie cuestionó su orden.
Taylor caminaba cabizbaja, sumida en sus pensamientos. «Maldito orgullo», se decía a sí misma, pues era a lo que echaba la culpa de no haber resuelto las cosas antes.
De pronto se detuvo, un susurro comenzó a sonar a su alrededor, pero no sabía de dónde provenía. No era ninguno de los ancestrales y, poco a poco, los susurros tomaron forma y se volvieron palabras comprensibles a sus oídos.
«¿Por qué esa cara tan larga hermosura?» Taylor no comprendía nada, intentó contestar, pero estaba completamente paralizada. «No te esfuerces, era una pregunta retórica». Continuó aquella voz.
Cuit, que caminaba junto a la guerrera, ya se había percatado de que algo no iba bien y estaba observándola con preocupación.
«Me parece increíble, que tanto talento esté desperdiciado de esta manera, podrías ser toda una eminencia y, sin embargo, aquí estás siendo solo una fugitiva».
La morena estaba luchando contra esa sensación de parálisis que la invadía, no comprendía nada, ni por qué no era capaz de moverse, ni lo que esa voz pretendía decirle con sus palabras.
«Si te resistes solo vas a hacerte daño, nadie es más poderoso que yo, aunque debo admitir que tienes potencial. Déjame que me presente, mi nombre es Enlil y sé, que si te unes a mí lograrás grandes cosas. Solo debes olvidar todo lo que ha quedado tras esos escombros, ninguno volverá».
Esta afirmación, logró hacer que hubiera una pequeña reacción en los gestos faciales de Taylor y la rabia que sintió, junto a la comprensión de que no había sido un accidente, desencadenó en ella una fuerza, que no sabía que poseía.
El hechicero, que intentaba que la guerrera volviera en sí y estaba a punto de pedir ayuda, de pronto, salió despedido en dirección opuesta a la guerrera, chocando contra la pared y quedando dolorido por el impacto.
Todos quedaron asombrados, ante la escena que ocurría frente a ellos, una fuerte corriente de aire elevó a Taylor, formando un remolino a su alrededor y su garganta emitió un fuerte grito, lleno de frustración en el proceso.
Esto duró unos segundos más, impidiendo que nadie pudiera acercarse a ella, y entonces, cayó repentinamente inconsciente y rebotando levemente en el suelo, tras el duro impacto.
Cuit se recompuso como pudo, levantándose lentamente se acercó a ella, llegando a la vez que Irvina y Susaní. Vieron que, de su nariz, brotaba un líquido azul, sangre, la temperatura de su cuerpo se había elevado y ninguno comprendía lo que estaba ocurriendo.
—¿Qué es lo que ha pasado? ¿Os encontráis bien Cuit? —preguntó la pelirroja en medio de tanta confusión.
—Repentinamente se ha quedado quieta, con la mirada perdida, como si su cuerpo estuviera presente, pero su mente no —respondió el hechicero haciendo una breve pausa—. Cuando he querido ayudar... no lo sé, es algo que no comprendo... como si hubiera salido magia de ella...
—Eso no es posible, ella ni siquiera ha estudiado nunca la magia -interrumpió Susaní-, debe haber una explicación a lo ocurrido...
—Yo solo digo lo que vi —dijo Cuit dejando notar, la molestia por el escepticismo en su tono y, cruzándose de brazos, continuó—. Estoy bien, gracias por preguntar Irvina.
—Me alegro de que no hayáis salido dañado -le dijo poniendo una mano reconfortante sobre su hombro—. Aclararemos la situación cuando despierte y podamos preguntarle —zanjó la conversación la pelirroja.
Se agachó y, tomándola en brazos, continuaron su camino. Tras algunos minutos llegaron a una apertura entre las rocas, por la cual entraba una tenue luz.
Parecía que esa era la salida, sin embargo, el hueco era muy estrecho para caber por él. Rápidamente comenzaron a quitar rocas, que estaban amontonadas frente a éste, para abrirse paso.
Les llevó más de lo deseado, pero finalmente, pudieron salir de ahí encontrándose un enorme valle, lleno de riachuelos que fluían desde las cascadas, provenientes de las montañas que acababan de abandonar, y árboles altos, que parecían poder tocar el cielo.
El sol brillaba con fuerza, mientras anunciaba un nuevo amanecer, deslumbrándolos con el repentino brillo, seguramente habrían pasado un día completo ahí dentro, si no más.
Muchos se arrodillaron en la hierba, que crecía por todos lados, agradeciendo al fin haber podido escapar y deseando poder descansar. Otros corrieron al riachuelo más cercano a refrescarse y beber de esa agua transparente, que fluía majestuosa.
Los caballos, pastaban agradecidos por poder ingerir algo de comida y relinchando de felicidad, por hallarse en un sitio distinto a aquel, oscuro y tenebroso, lugar.
Irvina, Susaní y Cuit, se encontraban alrededor de Taylor, limpiando la sangre que había manado de su nariz y refrescando su cuerpo con telas húmedas.
La pelirroja dio instrucciones a Susaní con respecto a su inconsciente amiga, tras lo que partió en busca de Ensalomeun, una planta con propiedades curativas, que aliviaría la fiebre y era capaz de quitar cualquier dolor.
Sabía, que aquella planta de color azul, con hojas moradas y alargadas, crecía en lugares húmedos cerca de rocas, normalmente situadas a los alrededores de riachuelos, dónde los árboles daban sombra.
Era una planta muy rara, difícil de encontrar, pero tenía la esperanza de que, en ese lugar, con suelo fértil y las condiciones adecuadas, crecería de forma natural.
A medida que se adentraba en el bosque, siguiendo el riachuelo, sentía todo cada vez más familiar, fue entonces, cuando le vino a la mente el recuerdo de su madre diciéndole:
—A veces, un gran poder, aparece cuando más necesario es, cuando ese día llegue, lo sabrás, sentirás el cambio dentro de ti.
Se quedó un momento quieta, mirando frente a sí, ahí estaba lo que había ido a buscar, por lo que corrió a tomar la planta, para regresar lo antes posible.
Al agacharse a cortarla, encontró algo más y algo en ella le decía que, por absurdo que fuera, debía llevarlo consigo.
Finalmente tomó la planta y también una roca, con forma ovalada, pequeña como un huevo de codorniz, y corrió de regreso donde se encontraban los demás.
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El ruido de niños jugando, correteando y riendo a su alrededor, la despertó haciendo que abriera los ojos. Pudo ver un bosque extenso, rodeando el lugar en el que estaba, era un día nublado y parecía que pronto llovería.
Uno de esos niños se le acercó con una gran sonrisa, tirando de su mano intentó levantarla para que lo siguiera. Cuando se levantó del suelo, cediendo ante el deseo del desconocido, se dio cuenta que su altura no superaba la de aquel muchacho, fue entonces que también se percató, de que realmente no sabía quién era, ni dónde estaba.
Siguió sin resistencia el camino que le marcaba su guía, por alguna razón no sentía ninguna desconfianza. Finalmente, llegaron ante una enorme estatua de mujer, con orejas alargadas y puntiagudas, por su boca asomaban los colmillos, alargados y, por lo que parecía, afilados.
En su nariz, tenía un pendiente, que se unía a la oreja mediante una fina cadena. Siguió bajando la mirada y se percató que sujetaba un hacha enorme en su mano derecha, parecía incomprensible que no lo hubiera notado antes...
De pronto la estatua cobró vida, señalándola con su mano libre. El muchacho salió corriendo entre risas y se perdió en el bosque, dejándola completamente desconcertada y sola.
—¿Has venido a afrontar tu destino niña? —comenzó a hablar repentinamente la estatua, que ahora parecía de carne y hueso.
—No os comprendo, ni siquiera puedo recordar quien soy, o qué hago aquí —la muchacha se esforzaba por entender la situación, pero solo sentía una gran impotencia—. Por favor, ayudadme a comprender...
—Yo no puedo ayudarte si no sabes quién eres —interrumpió seriamente aquella gigante—, pero quizás puedas averiguarlo, solo siéntate y medita conmigo.
—¿Cómo va a ayudarme eso? —preguntó, la cada vez más confusa muchacha, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.
—Esa respuesta está en tu interior, haz lo que quieras, yo me sentaré aquí y haré lo dicho -se sentó en silencio y cerró los ojos, dejando a la muchacha enfadada.
Tras largos minutos de indignación y algunos pataleos, que fueron ignorados por la gigante, finalmente cedió y se sentó a su lado. Imitando la posición, se cruzó de piernas y posó sus manos boca arriba sobre sus rodillas, inhalando y exhalando lentamente.
De pronto, comenzó a ver lo que parecían recuerdos, pero ¿era posible que esos recuerdos le pertenecieran? Solo podía ver unas pequeñas manos que se movían juguetonas, parecía que exploraban el aire.
—Mi pequeña niña, algún día tu nombre se conocerá por todo Dasaurey, estás destinada, por tu linaje, a producir un gran cambio —la mujer la cogió en brazos, comprendió así que era solo un bebé—. Espero vivir lo suficiente para explicarte quien es tu padre, pero ahora mi querida Taylor, debes guardar silencio.
Ahora ya sabía su nombre, pero no comprendía quien realmente era. Las imágenes cambiaron y ahora parecía un poco mayor, al menos lo bastante para mantenerse en pie por sí misma.
Un hombre sostenía una pala, mientras lloraba desconsoladamente frente a un montón de tierra. Sin dejar de derramar lágrimas, movió su mano generando fuego y sellando aquel montón de tierra, que ahora se había convertido en cristal, dejando ver un cuerpo de mujer, el cuerpo de su madre....
—Descansa en paz amada mía, protegeré a nuestra hija cueste lo que cueste, así no pueda volver a verla nunca más —decía aquel hombre, mientras Taylor se acercaba lentamente.
—Papá, ¿por qué está ahí mamá? —se oyó preguntando con una angustia y confusión profundas.
El padre se giró y dándole un cálido y fuerte abrazo le dijo:
—Mamá está en un lugar mejor, pero papá debe marcharse...
—¡No! Papá no puede, mamá no está, ¿quién me va a cuidar? —la pequeña Taylor se puso a llorar fuertemente.
—No llores pequeña, gente buena se va a hacer cargo de ti, amigos de mamá y papá —hizo una pausa, limpiando sus lágrimas—. Vamos con ellos, verás que te gustan.
La niña se negaba rotundamente a seguirlo y a tomar la mano que le ofrecía, finalmente el hombre suspiró y se agachó junto a ella, puso una mano en su frente, formulando unas palabras que no llegó a comprender y todo se volvió negro.
Taylor abrió los ojos de forma repentina, encontrándose nuevamente junto a la gigante, ahora su cuerpo volvía a ser el de una adulta y recordaba todo lo ocurrido a partir de ese día.
Finalmente, comprendió que los ancestrales que ella había creído sus padres toda la vida, no lo eran y, pudo entender, que no era puramente de esa especie.
Su padre no había usado ningún canalizador para generar aquel fuego, había sido magia pura, canalizada a través de su propio cuerpo. Recordó, también, que de pequeña no se había percatado de esa peculiaridad, pues vivían los tres solos en medio de la nada y solo sabía que su madre era una ancestral.
Nadie le había explicado sobre los orígenes de su padre, no sabía si también era de una especie longeva, o quizás ya estaba muerto a causa de la vejez, todo esto solo le dio más preguntas que respuestas.
—¿Quién sois vos? —Taylor dirigió esa pregunta a la gigante a su lado.
La gigante se giró hacia ella con una mirada calma, recogiendo el hacha que había dejado a su lado al sentarse, se levantó y avanzó un par de pasos, dándole la espalda.
—Soy solo una ilusión, implantada en tu mente por tu padre. Esas palabras que te dijo, al final de tu recuerdo, te hicieron olvidar todo de tu vida anterior —la gigante hizo una pausa, ordenando sus ideas-. Fue un método para mantenerte a salvo, también se aseguró de eliminar tu curiosidad por la magia, para que así no descubrieras tus orígenes antes de tiempo, y me creó a mí, para que te guiara cuando la inevitable verdad te alcanzara.
—Está claro que mi padre no era ancestral, no usaba canalizador, ¿a qué especie pertenecía? —demandó Taylor apretando los puños, se sentía desconcertada, algo enfadada incluso, toda su vida había sido una mentira.
—Era un ser de luz, por eso vivíais en aquel lugar, tus padres querían proteger la naturaleza de las amenazas del hombre, pero los humanos consiguieron ayuda de un ser de la oscuridad, tu padre pudo desterrarlo, pero no pudo evitar que antes asesinara a tu madre —le contó resumidamente la gigante.
—¿Cómo se llamaban mis padres? —Taylor, con todas sus dudas y la rabia que sentía, solo comprendió que cada vez tenía más motivos para despreciar a los humanos, pero también le parecía importante averiguar sus verdaderos orígenes.
—El nombre de tu madre era Edme, poseía una gran fortaleza y una valentía desmedida —la gigante dijo esto con tristeza, lo que confundió un poco a Taylor, pues era una ilusión, creía que no podría sentir aflicción—. Tu padre se llamaba Leif, siempre trataba de hacer las cosas de forma justa, hacer el bien para los seres vivos en general.
—Necesito saber más, necesito saber quién acabó con mi madre...
—Tu tiempo ha acabado, debes volver al mundo real —interrumpió la gigante bruscamente—, quizás algún día puedas volver a encontrarme en tu interior, pero de momento debes concentrarte en aprender a controlar tu poder, antes de que hagas daño a alguien que quieres....
Todo se desvaneció a su alrededor, dejándola en una oscuridad tan profunda, que no parecía tener fin.
N/A:
La cosa se va poniendo interesante, ahora resulta que toda una vida está patas arriba, ¿qué más averiguará nuestra morena sobre su pasado?
Dato curioso, Edme es un nombre escocés de la época medieval y significa guerrera y Leif, que proviene del nórdico antiguo, significa amado.
¿Os gusta que los nombres tengan significado? ¿Queréis que siga usando nombres así cuando aparezca un personaje nuevo?
Un gran abrazo, nos leemos pronto,
con cariño Dani High Writer.
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