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Capítulo 1.

Aquella tarde en Omahio dos de sus príncipes estaban reunidos en la taberna, el ambiente estaba relajado, acompañado de una suave música, tocada por un joven que se encontraba sentado junto a una pequeña hoguera, la cual ardía en la pequeña chimenea a la derecha de la barra.

La sala estaba iluminada por velas en las mesas y lámparas de aceite colgadas de las cuatro columnas, que se encontraban situadas formando un pasillo frente a la entrada, dos a cada lado. 

El posadero limpiaba calmadamente la barra, mientras algunos ancestrales solitarios, tomaban de sus copas sentados en taburetes frente a esta, y, en las mesas, un par de grupos de soldados conversaban tranquilamente, unos situados en una mesa entre dos de las columnas, frente a la barra y el otro, frente al juglar. 

Tairon, de pelo azul y profundos ojos verdes, estaba sentado junto a su hermano Borin, de pelo marrón y ojos igualmente verdes, en la mesa junto a la entrada, al fondo observaban de vez en cuando como el chico tocaba con pasión su laúd.

Se centraron más en su conversación, ahora hablaban de cuál era la facción más poderosa, si la de magia, la de arqueria o la de combate cuerpo a cuerpo.

Borin, el menor de ambos defendía que, cualquier guerrero, que dominara la hechicería, podría vencer a otro que no. 

A lo que Tairon respondió que, para lanzar los hechizos, hacía falta el tiempo para formular las palabras y la concentración para canalizar la energía, por lo cual un guerrero ágil y diestro con su arma, podría rebanarle el cuello antes de salir herido.

Ellos continuaron inmersos en aquella discusión durante un rato más, hasta que se oyeron las trompetas sonar. Mala señal, si las trompetas estaban sonando...

Tairon se levantó inmediatamente de aquel banco, la tensión se notaba en cada músculo de su cuerpo, inmediatamente instó a Borin a seguirlo e ir a prepararse.

Salieron por la puerta que estaba justo a su izquierda, ya que miraban en dirección al juglar y su mesa estaba situada justo antes de la primera columna. 

Tairon apoyó sus manos apretando la valla que rodeaba el mirador que había justo al salir de la taberna.

Observaron como a lo lejos muchos soldados se movilizaban, al igual que los que hacía unos momentos estaban sentados tranquilamente, salían rápidamente en dirección a las escaleras que llevaban hacia los pasillos del castillo, que se encontraban al bajar de la cima del no tan alto acantilado.

—¿Qué creéis que ocurre hermano? —preguntó Borin delatando preocupación en su gruesa voz a sus espaldas.

—No lo sé Bor, pero ese sonido... solo ha aparecido en situaciones de extrema urgencia durante los últimos 250 años —respondió Tairon retomando rápidamente su camino hasta el equipamiento de combate que se encontraba en su habitación.

Borin se separó de su hermano al llegar al patio de armas tras seguirlo en su camino y, minutos después, ambos salían con sus respectivas armaduras puestas.

Los colores dorados y rojos representaban el escudo de su tierra y hacía fácil distinguir a los suyos de los enemigos en el campo de batalla.

Borin llevaba su báculo, cada hechicero debía dar forma al artefacto de su elección a partir de la madera de un árbol mágico, creando así, un vínculo por el cual podían canalizar la magia de este y materializar los conjuros.

También llevaba una pequeña daga al cinto, solo para ocasiones de emergencia.

Tairon, por su lado, llevaba su espada de combate, cuya empuñadura estaba hecha del árbol mágico.

Como príncipes era su obligación dominar, al menos, dos de las facciones de su ejército.

En el caso del hermano mayor, dominaba hechicería y el combate cuerpo a cuerpo, mientras que el arco no era su punto fuerte.

Borin, por otro lado, dominaba a la perfección la hechicería y el arco, mientras que el combate cuerpo a cuerpo aún se le resistía un poco.

Prácticamente corrieron a la torre más alta, situada en el centro de la segunda muralla que protegía el valle situado entre montañas.

Observaron la situación a su alrededor, el sol comenzaba a ponerse por su izquierda mientras se desarrollaban los acontecimientos.

Allí se encontraban los altos cargos del ejército, y los soldados de confianza, esperando órdenes y listos para darlas. 

Los arqueros se habían apostado en los muros de la muralla exterior, preparados para defender el fuerte en el momento preciso.

Tras los arqueros, los hechiceros estaban listos y vestidos con túnicas de cuero de los mismos colores que la armadura, mientras que sus guerreros se agrupaban, en su mayoría tras las puertas, entre la primera y la segunda muralla, por si lograban atravesar estas en algún momento.

También había unos cuantos en la muralla para ayudar al resto de las facciones.

Algunos de ellos portaban escudos de escamas de dragón, de los cuales quedaban unos cientos, pues este animal se había extinguido tiempo atrás.

Al fondo podía distinguirse un número bastante grande de guerreros enemigos, con grandes arietes, catapultas y unas cuantas torres móviles para poder llegar a lo alto de las murallas estando protegidos.

—Vienen muy bien preparados hermano, deberíamos detenerlos antes de que logren atravesar las murallas —comentó Borin pensativo.

—¿Qué es lo que proponéis entonces? —interrogó Tairon con el ceño fruncido.

—Confíad en mí, yo me encargo de ellos, esto habrá terminado antes de que os deis cuenta —le respondió Borin girándose para salir de allí.

—¡Esperad! Si vais a hacer algo no podeis ir solo. ¡Carri! —llamó el mayor a uno de los hombres que se encontraba allí, el rubio se acercó inmediatamente—. Acompáñadlo y aseguraos de que no quede ningún niño o adulto que no combata fuera del refugio.

—Por supuesto Tai —Carri salió tras Borin a toda prisa.

Borin era el encargado de la facción de hechicería. El entrenaba y decidía que puestos ocupaban los hechiceros, por lo que para llevar a cabo la primera parte de su plan se dirigieron a la torre de hechicería.

Subieron las escaleras en espiral hasta el salón principal de la torre, donde se encontraban los que no estaban en los muros, a la espera de órdenes.

Carri y el príncipe menor habían ido asegurándose por el camino de que todo aquel que se había quedado atrás, creyendo que era una falsa alarma, se dirigiera al refugio.

—Muy bien, debéis seguirme ahora, es muy importante que actuemos con rapidez, si queremos que todo salga bien, debemos permanecer unidos —dijo Borin, tras explicar el plan a los hechiceros presentes.

—¡Si señor! —respondieron todos los hechiceros a la vez.

Carri no estaba muy de acuerdo con el plan, pero debía permanecer al lado de su primo, tal y como le había pedido su mejor amigo.

Se dirigieron por las escaleras, bajando hasta las profundidades de la torre, allí Borin recitó un pequeño hechizo, haciendo aparecer una puerta secreta en el muro.

Esta se abrió, los ladrillos se movieron hacia adelante y a continuación se hicieron a un lado, dejando a la vista un túnel oscuro.

—Genial, ahora que estamos aquí... —dijo Borin, dibujando una sonrisa siniestra mientras estaba de espaldas a todos— Carri, ya no es necesario que continueis con nosotros, chicos, ¡encargaos de él!

Carri, sorprendido ante esta revelación, no supo reaccionar lo suficientemente rápido para detener lo que ocurrió a continuación, los hechiceros aprovecharon su sorpresa para lanzar un hechizo adormecedor.

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Mientras esto ocurría, Tairon dio órdenes de reforzar la segunda muralla y, a continuación, se dirigió a la sala del consejo, donde sus actuales siete miembros discutían sobre la situación actual, que, por otro lado, era completamente inesperada.

Había siete sillas dispuestas en semicírculo en el fondo de la sala, una alfombra azul decoraba el camino desde la puerta hasta el centro del semicírculo.

Había cuencos con aceite, distribuidos de manera que el fuego, que ardía en ellos, iluminaba la sala con fulgor.

Los guardias que había ahí apostados estaban atentos a cualquier situación que se pudiera presentar, en una postura recta y sujetando lanzas que apoyaban en el suelo frente a ellos.

Se notaba lo alterados que estaban los miembros del consejo, era completamente incomprensible que los humanos los atacarán tan repentinamente, no había habido problema alguno entre sus pueblos desde hacía décadas...

Cuando Tairon entró por la puerta, haciendo que esta sonara muy fuerte al golpear la pared, todos quedaron en silencio.

—Creí que los asuntos de estado iban bien. ¡Si no me informáis de los problemas, no podemos estar preparados ante este tipo de amenazas!! —les grito Tairon con gran enfado en su voz, una postura decidida se denotaba a lo largo de sus, casi, dos metros de estatura.

—Antes que nada, "señor", no había ningún indicio de que esto pasara, las últimas informaciones eran positivas y de total unión política —explicó a la defensiva uno de los siete.

—¿Y se puede saber a quién pusisteis a cargo de las reuniones diplomáticas con ellos? Porque está claro que ha hecho un pésimo trabajo —Tairon se paseaba nervioso por la sala, observando a cada uno de los siete.

—Deberíais saberlo, ya que es vuestro hermano a quien enviamos, insistió mucho en ello a decir verdad... —informó otro de ellos.

—Pero... Eso no es posible, mi padre dejó claro que no debíamos llevar a cabo ese tipo de encuentros, pues es algo que incumbe a los asuntos de estado... —Tairon no entendía nada de lo que estaba pasando, su hermano, al que vio crecer y en quien confiaba plenamente...

—El rey humano solicitó una reunión, dijo que deseaba hablar con él, por supuesto se lo comunicamos, al igual que nuestra inquietud por infringir la ley, pero Cereon insistió tanto, que, de otra forma, cualquier tipo de negociación comercial se habría roto y vuestro hermano nos convenció de enviarlo. En ese momento vos estabais visitando el continente de nuestros ancestros, pero el aseguró que os lo comunicaría —Le explicó un tercero interrumpiendo sus pensamientos.

—Ahora mismo no sé qué pensar sobre todo esto...

De pronto se escuchó un gran estruendo y el suelo tembló.

Al cabo de unos minutos de tensión, un soldado entró a la sala cayendo al suelo, su cuerpo emanaba sangre a borbotones, pero aún tuvo fuerzas para decir una última cosa.

—Ha... han en... en... trado —dijo con su último suspiro.

Todos se quedaron estupefactos, Tairon se acercó rápidamente al soldado, confirmando que ya no respiraba.

Apretó fuertemente el puño y, desenfundando la espada, salió por la puerta, dirigiéndose a toda prisa hacia las puertas de la segunda muralla.

Cuando salió al patio que precedía las grandes puertas de la primera muralla, ya era noche cerrada y estas estaban abiertas, dejando una escena de intensa batalla, donde caían flechas ardiendo, un muro estaba medio derribado y la sangre se encontraba cubriendo gran parte del suelo.

Los guerreros combatían contra los que intentaban entrar, por lo que el ruido de espadas entrechocando y los gritos dando indicaciones se oían desde todas direcciones.

Había un rastro de cadáveres desde el interior del castillo, lo cual hacía pensar a Tairon que alguien había atacado desde dentro.

—Tairon, ¿se puede saber qué demonios ha pasado? —una guerrera pelirroja lo interroga mientras permanece con el arma en alto y atenta a cualquier posible ataque.

—No lo sé Irvina, explicadmelo vos, ¿por qué las puertas están abiertas? —devolvió el de pelo azul la pregunta, observando la mirada azulada de la chica pasearse por el campo de batalla.

—Empezaron un ataque frontal y de pronto han salido soldados humanos desde el interior del castillo, muchos de los nuestros estaban distraídos deteniendo el primer ataque, no pudimos detener a todos y alguno habrá abierto... —dijo Irvina mientras esquivaba el ataque de un enemigo y a continuación hundía la espada en su costado, provocando un reguero de tripas al rajar su abdomen para desenterrarla.

—¡Demonios...! —Exclamó Tairon al ver la rapidez de sus movimientos y la sangrienta escena —¿Quiénes han sobrevivido hasta ahora?— debían comprobar lo ocurrido y para eso era mejor ir con gente preparada.

—Susaní estaba por aquí cerca, Taylor nos cubría las espaldas hasta hace nada y sé que Blad hacía de las suyas más cerca de las puertas.

—Reunidlos a todos, hay que averiguar qué ha pasado, ¿no habéis visto a Carri?

—No en toda la batalla —respondió Irvina yendo a buscar a los demás.

—¡Por cierto, os habeis vuelto aún más rápida con los años! —le gritó el de pelo azul, mientras la pelirroja se alejaba y él se quedaba combatiendo con los enemigos que se acercaban.

Una vez se reunieron, Tairon explicó que quería averiguar lo ocurrido, así que siguieron el camino que habían dejado los cadáveres, por los pasillos del edificio de las facciones.

Esto los guio hasta la torre de hechicería, lo cual dejó pensativo a Tairon, no había querido dudar de su hermano, pero...

Teniendo en cuenta su contacto con el rey Cereon, que él era el jefe de los hechiceros y que llevaba sin verlo desde que todo empezó...

Todo indicaba que tenía algo que ver con esto.

Y entonces es cuando vieron a Carri tirado a un lado, entre cajas y sacos, no tenía heridas a primera vista y al comprobar si respiraba la respuesta fue afirmativa.

Lo sentaron apoyado contra la pared y le acercaron unas algas, cuyo olor era tan penetrante, que te sacaría de cualquier sueño, por profundo que fuese.

Carri despertó sobresaltado y su primera reacción fue intentar coger su espada, pero punto número uno, se la habían quitado y punto número dos, esos no eran los hechiceros.

Los miró a todos de uno en uno y volvió a sentarse para tranquilizarse, pasando una mano por su pelo, ante la extrañada mirada de todos.

—¿¡Qué diantres ha pasado!? ¿¡Dónde está Borin!? —preguntó Tairon ya casi seguro de la respuesta, de ahí su expresado enfado.

—Vereis... Vuestro hermano, tan noble que parecía, abrió una puerta secreta, habiéndome hecho creer que saldríamos para provocar una distracción y acabar con la mayor cantidad posible.... Pero eso cambió al llegar aquí, no sé por qué me ha dejado con vida, pero sus hechiceros me durmieron con una palabra suya y me temo, por vuestro estado alterado, que ha hecho todo lo contrario de lo que me dijo —explicó Carri cabizbajo, mientras apoyaba los antebrazos en sus rodillas.

—¿Estais diciendo que los hechiceros nos han traicionado? —preguntó Taylor con el semblante intrigado, mientras cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra y permaneciendo de brazos cruzados.

—Bueno, eso explicaría por qué no hicieron nada al entrar los humanos y.... que desaparecieran poco después —dedujo Blad mientras se llevaba una mano a la barbilla pensativo.

—Vamos al refugio —dijo Tairon de pronto—, hay que comprobar que la gente está bien, y si están en peligro no habrá casi nadie con ellos —continuó al ver el interrogante en la cara de sus compañeros -.

Irvina asintió sin más en acuerdo, Susaní se apoyó la espada en el hombro, moviendo su cabellera rubia y mostrando una sonrisa chulesca.

Carri se levantó con decisión, Taylor empezó a caminar y Blad se encogió de hombros siguiendo la dirección tomada por el resto.

Caminaron rápido atravesando los largos pasillos y mirando bien al girar en las esquinas, evitando cualquier encontronazo sorpresa.

Carri aprovechó para recoger una espada de un soldado caído en cuanto tuvo la oportunidad, no se sentía muy seguro sin algo con lo que defenderse.

Cuando iban a medio camino escucharon gritos de alarma y auxilio. Corrieron en dirección del sonido, dispuestos a detener al enemigo.

Al llegar a la puerta, tras la que se escuchaba el alboroto, Tairon abrió esta de una patada en plena carrera, haciendo que el pequeño grupo se encontrara ante Borin y unos cuantos soldados humanos. 

El menor de los príncipes sujetaba a uno de los miembros del consejo por el cuello, mientras que lo mantenía en el aire.

Los ojos de la víctima estaban desorbitados y, las venas de su frente y sienes se marcaban ante la presión ejercida sobre su cuello.

Mientras que los otros seis yacían inertes en el suelo, al igual que los guardias de la sala, en una escena grotesca de tripas y sangre.

Borin sonrió con malicia al verlos allí y, en lugar de reducir la presión ejercida, la aumentó, dejando escuchar un chasquido cuando las vértebras del cuello cedieron sin remedio, matando al último de los siete en el acto.

—Pero ¿qué demonios...? —dijo Taylor sin comprender lo que ocurría .

—¡Borin! ¿¡Por qué haceis esto!? Habeis crecido con esta gente, ¿sabeis cuantos de los que os ayudaron a aprender lo que sabeis han caído? —preguntó Carri, enfadado por haberlo dejado inconsciente y por la escena que estaba presenciando.

—¿Por qué respiramos? —preguntó Borin haciendo una pequeña pausa, mientras lanzaba el cuerpo que sostenía junto al resto y dejaba a todos desconcertados, preguntándose si se le habían caído aún más tornillos de lo que parecía—. Es muy simple... Es necesario... Ellos interferían en mis planes, cosa que espero... Vosotros no hagáis.

Carri sujetó fuertemente la espada y se lanzó a por el príncipe, este reaccionó rápidamente y detuvo su ataque.

Primero esquivó con gracia el tajo que lanzó el rubio Carri desde arriba, a continuación, le dio un golpe en la parte trasera de las rodillas con su bastón, tirándolo al suelo.

Borin dio un paso atrás y vio como Tairon se disponía a enfrentarse a él, con un movimiento de cabeza los soldados que lo acompañaban fueron a enfrentarse con el grupo.

Mientras que el resto se enfrentaba a los soldados, Tairon, esquivo a uno de los humanos, dejándolo K.O. con un golpe de la empuñadura en la sien.

Carri se empezó a levantar para continuar con lo que había empezado, pero antes de poder hacerlo acabó estrellado contra la pared.

Borin había lanzado un hechizo haciéndolo salir disparado por un golpe de energía. La fuerza con la que su cabeza se golpeó contra la pared fue suficiente para dejarlo atontado un rato.

—¡Borin! Deteneos ya, acabais de matar gente inocente, ¿que se supone que pretendéis lograr con esta traición? Deshonráis a nuestro pueblo y deshonráis a nuestro padre —intentó persuadirlo Tairon.

Esta afirmación provocó la risa de Borin, que lanzó una mirada incrédula a su hermano.
Tairon por su lado estaba desconcertado, no sólo ante su reacción, si no, ante la situación en general.

—Nuestro padre... —Borin miró a Tairon enfurecido—. Nuestro padre es quien me mandó aquí, apartandome de mi hogar los últimos 200 años, ni si quiera he podido volver una vez, por su absurda prohibición... No me importa deshonrarlo, por mi puede pudrirse mientras lo devoran los gusanos.

—Nos dejó a cargo de la colonia, no es un destierro...

—¡No lo es para vos! Así que dejémonos de juegos, ¿os unís a mí u os enfrentáis a mí? —interrumpió Borin bruscamente.

—Si unirme a vos significa... Destruir vidas y actuar movido por... No sé qué... Mi respuesta es no —Tairon respondió muy serio y preparando su arma.

—Esperaba que dijerais otra cosa... —Borin habló con decepción, pero al instante siguiente, su ya conocida sonrisa volvió a aparecer.

El menor intentó llevar a cabo el mismo ataque que había realizado antes contra Carri.

Tairon lo vio venir y, haciendo un movimiento de su espada, combinado con algo de poder mágico, cortó la energía concentrada por Borin en su contra.

—Yo os adiestre, sabéis que tendréis que hacerlo mejor si queréis vencerme —lo provocó Tairon.

Tras esto, se lanzó contra su hermano con intención de derribarlo, pero cuando su espada debía atravesarlo... Su objetivo se desvaneció en el aire.

Tairon miró a su alrededor desconcertado, tanto Borin como el resto había desaparecido...

—vos también podríais hacerlo mejor, al fin y al cabo, como habéis dicho, aprendí de vos —respondió el hechicero reapareciendo ante su hermano.

Por un momento Tairon se perdió en el recuerdo de aquellos días, cuando practicaban largas horas con varios tipos de armas, hasta que, repentinamente, Borin le pegó un bastonazo en la cara.

El golpe lo tumbó en el suelo, dejándolo unos segundos con la cabeza en otra parte.

Cuando reunió fuerzas para levantarse, el menor había vuelto a desvanecerse.

Cuando la gran lámpara de aceite que colgaba del techo, al igual que los cuencos, dejaron de iluminar la sala, Tairon se preguntó a qué se debía esto.

Se escuchó un pequeño chasquido metálico y, en menos de lo que se parpadea, la lámpara cayó a pocos centímetros de él. El guerrero maldijo en alto por el susto y la risa de su hermano menor se escuchó en toda la sala.

—¿¡Cuando os enseñé a ser un cobarde que se esconde en las sombras!? Dejaos de juegos y da la ca... Mierda... —Tairon se percató de que había cometido un error, debió darse cuenta cuando todos desaparecieron, se dio una bofetada mental en ese instante por ello.

Borin volvió a aparecer a su izquierda, Tairon lo miró enfadado y dio un paso atrás. Bajó el arma y esperó unos segundos para comprobar como actuaba su hermano.

—Ya veo que os habeis dado cuenta, debí suponer que no tardaríais mucho, en fin... Ha sido divertido —Borin chasqueo sus dedos haciendo que todo se iluminara.

Ahora sus amigos volvían a estar en la sala, pero se encontraban atados y, al mirar sus propias manos, comprobó que su situación no era mejor.

Borin hablaba con los soldados, parecía darles indicaciones, en cuanto terminó su conversación se giró hacia Tairon.

—Bueno, parece que he logrado distraeros el tiempo suficiente —dijo satisfecho tras acercarse—. Tranquilo, no moriréis hoy, dado que sois mi hermano he decidido ser generoso y entregaros, tanto a ti como a ellos, a Cereon.

—¿Qué significa eso? —preguntó Tairon entre dientes, esto debido a la fuerza con la que presionaba su mandíbula.

—Hablo de esclavitud tonto, no puedo mataros, a pesar de todo tengo algo de cariño por vos, así que pienso, que mejor compartis el destino del resto.

Tairon no entendía de que hablaba Borin... ¿Qué era eso de "a pesar de todo"? No recordaba haber hecho, nunca, nada que pudiera herir a su hermano. Nada como para provocar una ira como la que veía en sus ojos.

—¿¡Y ya está!? Cientos de años luchando codo a codo, ¿¡para que ahora me vendáis!? ¿Igual que al resto del pueblo? —Tairon gritaba dolido y enfurecido a la vez, hasta que Borin lo interrumpió.

—Tranquilo, el pueblo está a salvo, solo estaba interesado en recuperar el poder que, por derecho, me pertenece.... Y el trono por supuesto —Borin se dirigió hacia las puertas de la sala, no sin añadir algo antes de marcharse—. Disfrutad de vuestra nueva vida y olvidáos de que tenéis un hermano, habeis tomado vuestra decisión. 

Si has llegado hasta aquí, gracias por leer. Si te está gustando, ya sabes, comenta, comparte, likea lo que tu prefieras, espero tus letras en el siguiente capítulo. Dejemos que la aventura continúe y que crezca este proyecto. Un beso a todos mis lectores 😘

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