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Capítulo 67 - Fantasma.



Nisha

Ubicación: Desconocida
Hora: 6:30 pm

(Tres meses después de la muerte de Dark)

Mis dedos se mueven con suavidad sobre la tela apartando cualquier rastro de imperfecciones. Deteniendo justo en el borde de los broches de la pequeña y suave tela. Suspiro mirando a un costado donde la cuna ya ha sido nuevamente armada y luego barro las paredes del lugar sintiendo extraña en la propia habitación de mi pequeño.

Mis manos viajan hasta mi abultado vientre e inevitablemente pienso en el, cierro los ojos y siento como sus manos rodean mi cintura y se apoyan en las mías.

— ¿Qué pasa? — le escucho murmurar en mi oído logrando que mi piel se erice.

— Te extraño...— susurro a la nada.

También yo...— lo siento besar mi hombro y sonrió — se ve bien lo que hiciste aquí...— continua y mis ojos se anegan de lágrimas — ¿Por qué no lo decoraste como el que estaba en la mansión? — pregunta mientras sus pulgares rosan mi pansa.

— Porque iba a ser insoportable entrar, verlo y no tenerte allí siendo parte de esto...— las lágrimas caen por mis mejillas — no quería tener que pensarte cada que entrara a la habitación pero es imposible no hacerlo cuando todo aquí grita que es parte de ti...— lo siento respirar profundo y esa cálida sensación de tenerlo junto a mí me maravilla.

Amor, siempre sin importar que, estaré aquí...— sus labios se pegan a mi frente y un escalofrió me recorre el cuerpo.

Cuando abro los ojos y no lo tengo en frente vuelvo a cerrar los ojos tratando de controlar las desesperantes ganas de llorar que me asaltan. Respiro profundo y vuelvo abrirlos. Termino de guardar la ropa en el cajón y me giro para salir pero detengo cuando veo al griego en la puerta de la bonita y cálida habitación.

Su hombro esta recostado del marco y sus brazos están cruzados sobre su pecho, su expresión seria y analítica me hace suspirar. Camino hacia él y me detengo un instante pidiendo que se aparte sin hablarle, pero no lo hace.

— Nish...

— ¿Dónde estabas? — lo corto antes que pueda decirme cualquier cosa, porque sé que me ha escuchado hablarle.

— Tenía cosas que atender...— responde tensándose.

— ¿Cómo todas las veces que has estado saliendo de la mansión y esas escapadas a media noche? — suelto entre dientes conteniendo la ira y la desconfianza.

— Nish ya hablamos de esto...

— Si, si lo sé no debo inmiscuirme en cosas que no son mi asunto...— con eso intento pasar de el pero no se mueve — ¿te quitas? — le espeto pero se mantiene en el lugar.

— Maxwell vendrá a verte hoy...— suelta en un susurro bajo, casi como si le doliera mi actitud.

— Lo se...— elevo los ojos y ese tono verde me recibe.

Me gustaría decir que siento la misma calidez que sentía hace semanas atrás, me gustaría decir que creo en el hombre que tengo frente a mí, me gustaría decir que después de todo lo que ha pasado confió en el... pero la verdad es que ya no lo hago.

— ¿Tengo que moverte? — le espeto cruzando mis brazos sobre mi pecho.

— Nish, ¿en serio vamos a seguir así? — rio sin ganas y niego con la cabeza.

— Zarek quita...— suelto en tono amenazante tomando el arma que reposa en mi muslo derecho.

El respira profundo y niega con la cabeza, la tristeza y decepción brillando en sus ojos. Cuando se aparta paso junto a él sin volver a verlo, camino por el pasillo hacia la cocina donde me encuentro a Gretta que está sentada en uno de los bancos de la cocina tejiendo. En cuanto veo el pequeño zapatito que tiene en frente sonrió.

— Hola Grett...— la saludo en un susurro.

— Hola mi niña ¿como esta? — Posa sus ojos azules en mí y me sonríe con calidez, pero su sonrisa desaparece en cuanto ve el arma en mi muslo — no deberías cargar con eso...— lo señala con un gesto de la cabeza y sonrió.

— No pienso andar desarmada por la vida...— le recuerdo lo que siempre digo, ella suspira negando y regresa su atención a lo que hacía.

Me acerco y tomo el zapatito para verlo, son unos mocasines marrones que me hace sonreír.

— Este hermoso...— murmuro.

— En la cesta están dos pares más, ve si te gustan...— comenta señalando con su cabeza una cesta que está al otro lado de la cocina sobre la mesa.

Cuando camino hacia ella y me inclino para ver el contenido mi corazón se acelera al encontrar una rosa roja sobre los zapatitos que ha estado tejiendo Gretta para él bebe. La tomo frunciendo el ceño y me giro para verla pero ella sigue de espaldas a mí.

— ¿Y esta rosa? — pregunto.

— ¿Qué rosa? — pregunta girándose cuando la ve su rostro palidece pero no dice nada.

— ¿Gretta? — ella abre la boca para responder pero no dice nada.

Después de unos segundos parpadea y sonríe.

— Cosa del griego supongo...— la miro con suspicacia sin tragarme lo que dice.

Pero lo dejo estar, dejando la rosa junto a la cesta y revisando los zapatitos. Todos son versiones clásicas de zapatos de caballeros. Sonrió y suspiro una vez más dejándolos en su lugar tomo la rosa y camino hacia la puerta que está a un costado, la deslizo y la brisa helada se cuela al interior cálido de la cocina, cierro los ojos y respiro profundo el olor a pino.

Deberías cubrirte está helando...— susurra su voz mientras sus brazos vuelven a envolverme.

— No, quiero sentir el frio...

¿Por qué? — pregunta con tono curioso.

— Porque me recuerda que estoy viva y sigo aquí, aunque sienta tan poco...— respondo.

Abro los ojos evitando oír su respuesta y salgo al exterior huyendo de la ausencia de sus brazos calentando mi piel. Desciendo los escalones que me separan del hermoso jardín que en otro momento estaría cubierto de flores silvestres pero justo ahora solo es pasto y me acomodo en centro de este posicionándome.

Cuatro troncos a distintas distancia se encuentran dispersos en el área. Tomo el arma y respiro profundo antes de disparar al primero, luego al segundo y tercero. Con el cuarto me demoro un poco más porque por el rabillo del ojo veo como alguien se acerca a mí, con rapidez me giro apunto al griego que me ve con el ceño fruncido y un abrigo abierto para mí.

Acomodo el dedo sobre el gatillo y espero. Ambos nos miramos a los ojos y el solo eleva una de sus cejas y niega con la cabeza después de unos segundos. Se gira sin impórtale una mierda que está apuntándolo con un arma cargada y deja el abrigo sobre un tronco.

— Póntela no querrás enfermarte...— me espeta y siento la molestia en su tono.

Idiota.

Me giro y continuo practicando mis tiros, cuando ya se me hace casi imposible mover mis dedos por el frio me giro y regreso al interior de la casa. Cuando entro en la cocina Gretta ríe al igual que el griego pero ambos se quedan en silencio cuando me ven. Zarek se pone en pie de inmediato y camina en mi dirección con expresión preocupada.

— Puta mierda Nish tienes que dejar de hacer esto...— me espeta abrazándome con fuerza — Gretta por favor trae una manta termina — o me muevo, mi cuerpo tensándose por su cercanía y la preocupación en su voz.

Mi interior se debate entre apartarlo y gritarle lo imbécil que es, cuando detesto que este aquí y no Dark. Pero no puedo hablar, mis labios tiemblan por el frio y mis dientes castañetean. La calidez de su cuerpo se siente como la pomada que necesito pero es el recordatorio de su ausencia.


#


— Hola pequeño...— Maxwell saluda a mi hijo en la pantalla del ordenador — vaya forma de crecer que tienes...— comenta con una sonrisa cálida — los estudios están completos y está en perfecto estado al igual que tu...— sus ojos se posan en mí y sonríe.

— ¿No necesita nada? — pregunto curiosa recordando los últimos suplementos que me inyecto.

— No, por ahora dejaremos que tu cuerpo se acople al tratamiento, el próximo mes revisaremos si hace falta algo y en base a ello lo manejaremos...— explica.

— Esta bien...

— ¿Ya sabes que nombre le pondrás? — en cuanto pregunta rio suavemente y asiento.

— Si...— coloco mis manos sobre mi vientre y suspiro — Darko...— una de sus cejas se eleva y me mira con curiosidad.

— Estuviste investigando...— murmura y sonrió.

— Si...

— ¿Sabes lo que significa Ratko, no es así? — pregunta y asiento.

— Felicidad...— el suspira y sus ojos se desvían hacia el suelo.

— Ratko fue la felicidad de sus padres, ambos Vivian en un mundo aparte y tenerlo fue como un despertar para ambos, creyeron que habían sido felices pero cuando se conocieron se dieron cuenta que no era así...— sonríe con pesar — Ratko fue la felicidad más grande de esos dos e hicieron todo lo que estuvo en sus manos por y para el hasta el último minuto...— un nudo se construye en mi garganta y suspiro.

— Darko significa regalo...— murmuro acariciando mi pansa — y es justo lo que es para ambos...— Maxwell sostiene mi mano y asiente.

— Al igual que tú para el cuándo llegaste a su vida...— se pone en pie y besa mi frente con cariño — cuídate mucho Nish y por favor no estés al aire libre sin cubrirte, no queremos resfriados...— me reprende y pongo los ojos en blanco al saber que el griego se fue de chismoso.

— Esta bien...— respondo solo para no preocuparlo y él sonríe.

Luego se va y me deja a solas en la estancia contemplando mi enorme vientre y sintiendo como Darko se mueve en mi interior.

— Te amo pequeño...— murmuro.

Cierro los ojos y sonrió una vez en cuanto sus manos se posan sobre las mías.

Me gusta el nombre...— susurra y suspiro.

— Es hermoso...

Como tú...— murmura — será un niño muy afortunado y feliz...— comenta con diversión y suspiro.

— No es divertido que digas esas cosas, si no estás ¿que tendrá de afortunado? — le espeto y el ríe suavemente.

Tendrá al gatito — se burla y rio suavemente — puede llenarlo de balas cuando este aburrido...— cometa con ese tono frio pero divertido al mismo tiempo y no puedo evitar reír — eso sería divertido y es afortunado por poder hacerlo el...— sus labios se pegan a mi cien y suspira — me habría gustado poder hacerlo yo — confiesa y sonrió.

— Lo se...— abro los ojos cuando la puerta se abre y ese par de orbes verdes me escrutan con intensidad.

— ¿Vienes? — me llama y suspiro bajando de la camilla para saber que pasa ahora.

Una vez afuera Max me sonríe y corro a ella para abrazarla. Hace semanas que no nos vemos, ahora que Claus y Dark no están, la organización está casi que en sus manos y no sé cómo esta haciendo para manejarlo porque según lo poco que me comento todo es un caos. Me gustaría tanto poder estar allí y ayudarla.

— ¿Cómo están? — pregunta liberándome.

Sus ojos siguen teniendo esa falta de brillo que poseían meses atrás.

— Bien ¿y tú? — miento y pregunto con curiosidad apartando un mechón de cabello de su rostro.

— Sobreviviendo...— murmura con pesar y me duele el pecho porque hago exactamente lo mismo que ella.

— ¿Cómo va la investigación, Jasón ya sabe quién fue? — pregunto de inmediato y sus ojos se desvían hacia el griego y lo asesino con la mirada.

— No, no tenemos idea de quien es aun...— abro la boca para protestar porque sé que están mintiéndome pero no digo nada. Permanezco en silencio y asiento.

— Entiendo...— libero sus manos y me aparto.

Odio que me oculten las cosas, le doy una mirada fría y me giro.

— Iré a dormir me duele la cabeza...— con eso dejo la sala y regreso a mi habitación.

Una vez dentro corro las cortinas y me desvisto para luego colocarme una sudadera de Dark y me meto a la cama. Cubro mi cuerpo y cierro los ojos obligándome a dormir. No sé cuánto tiempo pasa pero logro deslizarme en un intranquilo sueño, lleno de explosiones, sangre, gritos, disparos y dolor, mucho dolor.

Unas suaves manos me rodean y sonrió sintiéndome tranquila una vez más. Su aliento cálido cae sobre mi cuello y luego sus labios dejan y casto beso.

— No deberías estar molesta con Max...— murmura y suspiro girándome para verlo.

Sus hermosos ojos color miel me miran con amor y una sonrisa cálida decora sus labios. Su índice se desliza por el contorno de mi rostro y suspiro con su toque, se siente tan real que duele.

— No sé por qué me ocultan cosas...— murmuro.

— Porque les pedí que lo hicieran...— lo miro y niego con la cabeza.

— Tengo derecho a saber lo que pasa Dark...— le reprocho y el ríe negando.

Esa risa llenando mi pecho y haciéndome sentir como en esos días en que estábamos juntos y pasamos ratos como este en la cama, uno en brazos del otro.

— Lo tienes, pero lo único que quiero que ocupe tu cabeza es Darko y nadie más...— sonrió cuando escucho el nombre de nuestro pequeño en sus labios — no quiero que te preocupes por nada ni nadie más que no sea el...— sus labios se rosan con los míos y jadeo.

Se siente tan cálido, tan dulce... tan real.

— Promételo...— me pide y suspiro.

— Te lo prometo...

— Bien, ahora duerme y sueña que estamos juntos en un lugar donde nada ni nadie pueda dañarnos a ninguno de los tres...— besa mis labios una vez más y suspiro cerrando mis ojos, pegándome más a su cuerpo y sintiendo como una de sus manos se desliza a mi pansa — te amo hijo...— lo escucho murmurar y sonrió perdiéndome nuevamente en la inconsciencia.

Despierto de golpe, mirando a mi lado buscado el calor de su cuerpo, sus brazos rodeándome pero lo único que consigo es el vil vacío de ausencia. Cierro los ojos y regreso a la almohada abrazando la que solía ser suya y me echo a llorar una vez más, como cada vez que sueño que está aquí.


#


Dolor punzante.

Las contracciones cada vez son mayores, el dolor es algo que me recuerda que debe ser fuerte y padecerlo porque Dark no está aquí para vivir esto con nosotros. Gretta limpia mi frente empapada de sudor y el griego me observa desde la puerta con expresión turbia y preocupada.

— Deberías ponerte un calmante...— sugiere por octava vez en menos de una hora.

Pero solo lo asesino con la mirada.

— ¿Doc? — insiste pero Maxwell me ve serio y suspira.

— No puedo obligarla...— se acomoda para volver verme — Nish es mejor realizar una cesárea...— comenta y rio negando sin ganas.

— No...— me niego a dormirme y no saber lo que ocurre a mí alrededor.

— De acuerdo, revisare cuan dilatada estas y de estar lista pues empezaremos — me explica y asiento.

Después de revisar asiente en dirección a Gretta que se gira y le pasa algunas cosas que acomoda en la mesa. Minutos después está acomodándose entre mis piernas, me mira con calidez y sonríe.

— En cuanto sientas una contracción pujas...— asiento y me concentro en lo que está experimentando mi cuerpo.

En cuanto el dolor llega cierro mis ojos, presiono mi mandíbula con fuerza y pujo con todas mis fuerzas.

Lo estás haciendo perfecto amor...— murmura su voz en mi oído y pujo con más fuerzas — vamos tu puedes con esto y lo que sea...— me alienta y repito la acción cuando vuelve asaltarme el punzante y desesperante dolor — eso amor, aquí viene...— susurra y siento como la presión en mi pelvis aumenta.

El dolor se hace aun mayor y suelto un gruñido cuando vuelvo a pujar.

— Vamos Nisha un poco más, un par más y estará aquí...— me alienta Maxwell y justo hago eso.

Después de un par de contracciones más, el hermoso, maravilloso y perfecto llanto de mi hijo llena el espacio. Toda mi piel se eriza y abro los ojos mientras veo como Maxwell lo coloca sobre mi pecho. Está cubierto de sangre, pero es simplemente hermoso, mis manos temblorosas se mueven hasta tocarlo y sus gritos se elevan un poco más. Demostrando que tiene pulmones fuertes y poderosos.

— Hola pequeño...— murmuro con un susurro entrecortado, cerrando los ojos sintiendo su cuerpecito cálido y húmedo contra el mío.

Es perfecto, como tú, ambos lo son...— le escucho murmurar en mi oído y sonrió, asintiendo en acuerdo con él.

Porque nuestro hijo ciertamente lo es, es perfecto.

Su cabello negro y abundante decora su cabecita y sus regordetes cachetes me hacen sonreír, el sabor salado de las lágrimas cubre mi lengua y mis labios se presionan contra su frente ensuciándolos de sangre.

— Darko...— murmuro su nombre — papa estaría muy feliz de escucharte...— susurro y en cuanto escucha su nombre su llanto cesa como si entendiera.

Los parpados sobre sus ojitos tiemblan y unos segundos después los abre, su mirada se encuentra con la mía y todo absolutamente todo desaparece. El dolor, la desesperación, la angustia, el vacío. Todo se ve reducido a esa mirada de color verde que me mira con atención, rio suavemente cuando su ceño se frunce y puedo jurar que es la viva expresión de su papa.

— Te amo hijo...— murmuro enamorándome aún mas de este regalo que me dejo Dark.


#


(Meses después)

Tarareo con suavidad la melodía que Dark me canto en el avión y que de alguna forma se ha vuelto nuestra mientras meso a Darko en mi brazos que me observa como si fuera algo maravilloso y curioso de contemplar. Sonrió cuando su mano se cierra sobre mi dedo y presiona.

— Eres un pequeño muy fuerte ¿no es así? — le pregunto con dulzura a lo que él sonríe como si estuviera orgulloso de serlo.

Esa sonrisa hermosa y tan curiosa en un pequeño de su edad.

Me paseo por la habitación hasta alcanzar el estante donde reposan los muchos portarretratos que decoran su habitación. Tomo ese en que aparecen Dark y Claus el día que este último me pidió que me casara con su mejor amigo, sonrió ante la imagen y suspiro sintiendo el nudo en mi garganta.

— ¿Ves? — Giro el marco para que vea la foto — ese de allí con cara de asesino en serie es papa y este de aquí que ríe como si la vida fuera lo más fácil del mundo es Claus...— le explico como siempre hago — el tío Claus...— murmuro cuando el extiende sus brazos e intenta alcázar el marco

Beso su cabecita y lo dejo que lo tome, de inmediato ve unos instantes las imágenes como si quisiera grabarlas en su cerebro y luego se lo lleva a la boca haciéndome reír suavemente.

— No Darko no es comida...— murmuro divertida, ya que mi pequeño tiene un apetito voraz.

Aparto el marco con cuidado de no lastimar sus manitas y riendo al ver el rostro de Dark y Claus cubiertos de baba. Regreso al mismo lugar en el que estaba y regreso al sillón donde mi siento con él, lo acomodo contra mi pecho y dejo que se alimente, sus manitas se apoyan sobre él y sus ojos no se apartan de mis ojos mientras succiona con fuerza.

Darko ha sido un niño muy peculiar, es muy vivaz y tiene una gran inteligencia. Su desarrollo ha sido demasiado acelerado y para el tiempo que tiene hace ciertas cosas que no le corresponde como sonreír, justo como lo hace en este momento como si supiera lo que estoy pensando.

— ¿Qué es tan gracioso pequeño? — pregunto acariciando su mejilla en el momento en que la puerta se abre y Zarek ingresa con una sonrisa cálida en los labios al verme con Darko en brazos.

— ¿Interrumpo? — pregunta caminando hacia nosotros.

Desvió los ojos no logrando mantener la suya más de algunos segundos, ya que no tolero al griego.

— No, ¿Qué pasa? — pregunto con odiosidad.

— ¿Quieres cenar algo en particular? — Niego con la cabeza y él se agacha frete a mí con sus ojos fijos en Darko — hola campeón...— lo saluda con suavidad, llamando su atención.

Lo dicho Darko libera mi pezón y gira su rostro para ver a Zarek que le sonríe y este le devuelve el gesto y hace algunos ruidos con su boca haciéndome sonreír.

— Pequeño revoltoso...— suelta riendo cuando empieza hacer trompetillas con la saliva haciéndome reír una vez más.

Los ojos se Zarek se desvían hacia mí y su sonrisa se ensancha, su mano se eleva y apartar un mechón de mi cabello y acaricia mi mejilla con suavidad.

— Amo verte reír así...— murmura, mi cuerpo tensándose en respuesta,

Darko se remueve en mis brazos y me aparto evitando su toque, sus ojos brillan decepcionados y suspira.

— Preparare pizza para cenar...— comenta y yo simplemente asiento sin decir nada más.

Él se pone en pie y sale de la habitación dejándome sola con mi pequeño que ha regresado su atención a mi pecho y a comer. Después de algunos minutos está completamente lleno, saco sus gases y salgo de la habitación para ir con el hasta la cocina. Allí Gretta y Zarek están sacando todas las cosas para preparar la cena.

Acomodo a Darko sobre su silla de cocina y me siento en un banco junto a él, tomando una de mis 9 mm que reposa sobre la encimera, junto a ella están los paños y los líquidos con que suelo limpiarlas. Empiezo a desarmarla y acomodar todas las piezas encima de la superficie bajo la atenta mirada de mi hijo.

Después de unos minutos cada pieza está en su lugar mientras el intenta tomarlas con desesperación, rio cuando hace un puchero y sus ojitos se llenan de lágrimas al no conseguir lo que quiere.

— Oh no cariño ya te lo he dicho las armas de mami no se tocan...— me inclino sobre él y dejo un cálido beso sobre su cabellera negra — en algunos años te ensañare como usarlas mientras ten...— comento colocando uno de sus sonajeros delante de sus ojos pero estos siguen puestos en las piezas del arma.

— Estaría loco si les digo que creo que ansía más jugar con armas que con sus juguetes...— murmura Zarek mirándolo con curiosidad y rio.

— No me extrañaría siendo hijo de quien es...— murmura Gretta con una sonrisa cálida — lo lleva en su sangre — el griego pone los ojos en blanco y se centra en unir los ingredientes de la masa.

Si ciertamente de alguna manera los juguetes que tienden a llamar la atención de un bebe normal para Darko no son del todo de su agrado. Si hay alguna arma cerca de el sus ojos se van a ella como si quisiera descubrir para que sirve o simplemente como si anhelara copiarme y hacer lo mismo que yo.

Nunca me aparto de él, por lo que desde que pude levantarme y volver a mis prácticas de tiro me acompaña y desde hace una semana ríe a carcajadas cada que tomo el arma y la descargo sobre alguno de los blancos en el patio trasero. Es muy raro pero se me hace adorable.

Darko no lloro la primera vez que escucho un disparo, simplemente sonrió como si fuera parte de alguna melodía que reconocía, asumo que acostumbrado a todas las horas que pasaba disparando con él en mi vientre.

Sin duda alguna es un pequeño peculiar y curioso que se distrae con cosas atípicas pero creo que es digno hijo de su padre, después de todo esos genes de Dark están en el y esa oscuridad siempre será parte de él, parte de ambos.


Nota del autor: ay ay ay amo a Darko y ustedes? es demasiado belloooo.... como van llevando todo? estamos bien? pues sigamos...

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