Capítulo 16 - Desaparición y renuncia (PARTE II).
Hola mis Darklings, este capitulo es la continuación del capitulo 1 del libro si no lo recuerdan pues les sugiero que le den una leída a la primera parte nada mas y luego regresan aquí, sino pues continúen como siempre.
Maraton 7/7
Ubicación: Base militar desconocida.
Fecha: 13 de Noviembre de 1988
Hora: 5:00 am
El joven científico se encontraba sentado en el frio suelo de concreto mirando la pared de enfrente, el dolor en su mandíbula y cuerpo eran insoportables. Nunca en su vida había experimentado dolores tan insoportables como a los que se había sometido aquella noche.
En ese momento descubrió que ser americano era una mierda, que ser un genio no servía de nada si no tenías poder y conexiones y aun así seguía siendo una mierda porque siempre había alguien por encima de ti con más poder. En este caso el general Corvin ese hombre nunca le gusto y ahora entendía porque.
Pensando en la Dra. Stevens suspiro, era una mujer increíble y aun mejor científico de lo que cualquiera de los que había conocido en ese lugar, tanto ella como el Dr. Stevens eran grandes seres humanos de los cuales había aprendido muchísimo y no solo en el ámbito científico sino también en lo personal y de alguna manera se sentía en deuda con ellos.
Mitch esperaba que hubiesen podido escapar y llegar a Canadá como habían planeado hacer antes de irse de la base, deseaba de verdad que el pequeño Ratko estuviese a salvo y los tres pudieran encontrar la organización Monarca y hacer una nueva vida. Temía por ellos y por el destino que les esperaba si eran encontrados por el ejército o el general Corvin, el mismo destino que corrieron sus colegas y que posiblemente correría el mismo.
En ese momento la puerta de la pequeña habitación en la que se encontraba meditado en todo esto, fue abierta y su peor pesadilla se enfrentó a él. El general Corvin lo miraba desde toda su altura, esos ojos oscuros cargados de superioridad y un aire malévolo, una sonrisa maliciosa dibujada en sus labios.
— ¿Canadá? — soltó en tono burlón haciendo que el chico se tensara por completo al escuchar el nombre del país.
Era imposible como lo habría adivinado, pero ante todo, trato de mantenerse tranquilo.
— Tus colegas fueron encontrados cerca de la frontera con el país vecino, pero solo dieron con ellos — hizo una pausa para andar un par de pasos hacia el joven científico.
Los músculos de su cuerpo tensándose ante la inminente amenaza que representaba el general.
— LOS MALDITOS EXPERIMENTOS SIGUEN DESAPARECIDOS Y EL BASTARDO QUE TUVIERON IGUAL...— grito llenando el espacio con su atronadora voz.
El pecho se le estrujo ante la noticia habían dado con ellos, pero no con Ratko, no sabía que pensar sobre aquello, porque estaba seguro que Jara jamás abandonaría al pequeño y su padre haría lo que fuera por mantenerlos a salvo a ambos. Daba por hecho la suerte de ambos, sabía que los padres del niño estaban muertos para esas alturas.
— Ya le dije que no se nada...— arrastro las palabras, confiando en que si mantenía su farsa hasta el final al menos el niño lo lograría.
— Y una mierda...— murmuro el general después de algunos segundos en silencio escrutando su expresión — eres un joven inteligente pero no lo suficiente — aseguro el general para luego girarse hacia la puerta — nos moveremos de base, vendrás con nosotros...— le comento con una nota divertida en la voz.
Luego sin más salió de la pequeña habitación dejando solo al científico, que estaba cada vez más ansioso y nervioso por su destino. No tenía idea porque no lo habían matado, porque no habían terminado con su vida. Tenía la vaga sospecha que seguía con vida porque el general asumía que tenía conocimiento sobre lo que habían hecho y pues a fin de cuentas necesitaban al menos a alguien del equipo para explicar y hacer más soldados de ser necesario.
Ubicación: Base militar secreta (Norte de Montana, límite con la frontera canadiense).
Fecha: 22 de Noviembre de 1988
Hora: 4:30 am
El frio era una reverenda mierda en ese lugar, ese frio que se te cuela en el cuerpo, alcanza tus huesos y te congela de adentro hacia afuera. La sensación de hormigueo en las extremidades del joven científico aumentaba conforme las horas pasaban en aquella habitación. De alguna forma seguía con vida, no sabía aun el propósito de aquello pero resistiría todo lo que pudiera.
Para el no había mucha diferencia entre el día y la noche porque la habitación en la que estaba permanecía iluminada las 24 horas del día con un foco de luz blanca que le imposibilitaba saber en qué momento del día o la noche se encontraba, además la habitación era completa y absolutamente hecha de concreto, la única ventana existente era la de la puerta de metal que lo separaba del mundo exterior y que para completar también permanecía cerrada.
Sentía que había vivido un siglo allí dentro y que peor aún moriría allí, sin volver a ver la luz del sol o sentir el aire fresco golpear su rostro. Tenía días sin ver al general o al teniente Corvin ambos hombres se habían enfocado en hacerle la vida aún más miserable. Ese momento abrazando sus rodillas acurrucado en una esquina de la pequeña sala pensaba nuevamente en el paradero del pequeño Ratko.
Estaba convirtiéndose en una especie de obsesión para él, las últimas palabras que Jara le dijo habían marcado algo en su cabeza. Ese niño debía vivir, simple y llanamente porque era la prueba viviente de la cura para muchas cosas. Cosas que sin lugar a dudas harían del mundo un lugar mejor. Cerró sus ojos y concentro su cerebro en los latidos de su corazón y no en los constantes temblores que invadían su cuerpo.
En ese momento la ventana de la puerta se corrió y el abrió los ojos de golpe, sus dientes castañeteando por el frio. Observo esos ojos que habían estado ausente durante algunos días y pues se tensó, porque sabía que su sufrimiento incrementaría. La puerta se abrió y el teniente Corvin entro con expresión exhausta, ojeras negras marcaban los contornos de sus ojos y se notaba varios kilos más delgado.
— Los encontramos...— murmuro con voz cansada.
Los ojos de Mitch se abrieron como platos y se tensó, sabía que se refería a los 150 niños.
— El general quiere que los veas...— continuo — necesitan un chequeo médico y no hay nadie mejor para hacerlo que tu...— revelo, para luego pasar una de sus manos sobre su rostro.
— No soy médico...— explico el joven científico.
— Me importa una mierda tienes un puto título que dice que eres doctor...
— Tengo un doctorado en genética no en medicina...— le explico el chico abriendo aún más sus ojos y sus labios temblando.
— ¿Qué necesitas para revisarlos? — pregunto con una nota de frustración el teniente sin si quiera mirarlo.
— Un médico es lo que necesitan, uno de verdad...— murmuro después de algunos segundos.
El teniente Corvin permaneció en silencio, tenso mirando a la nada. Algo no iba bien con él, ya que no se notaba como solía. Ese aire insolente, prepotente y arrogante había desaparecido y ahora la angustia se filtraba en su mirada, algo definitivamente no iba bien con él. El científico lo noto y tratando de aprovecharse de eso hizo una pregunta que lo coloco en una posición complicada pero que le revelo lo que necesitaba saber.
— ¿Las cosas no salieron bien para el general no es así? — el teniente tenso cada uno de los músculos faciales de su rostro y corto el aire con un movimiento rápido de su cuello para clavar sus ojos en el joven.
— Cierra la boca...— siseo entre dientes.
No se necesitó más la confirmación. Las cosas habían salido mal y el joven estaba tratando de resolverlo. ¿Pero que había salido mal? Era algo que el joven científico averiguaría poco después.
Ubicación: Base militar secreta (Norte de Montana, límite con la frontera canadiense).
Fecha: 31 de Diciembre de 1988
Hora: 11:30 pm
¿Qué pensar cuando tienes la dura decisión ante ti de dejar la vida que deseabas y construir una nueva? ¿Qué pasa cuando tienes la opción de quedarte y reconstruir lo que otros destruyeron por el deseo de poder absoluto y el egoísmo? ¿Qué posibilidades tienes de ser feliz con algo de lo que solías tener si ahora tienes una perspectiva muy, pero muy distinta de la vida?
Todas estas preguntas rondaban la cabeza del joven científico cuando la puerta de la oficina del general Franklin se abrió y le dio paso, hacía poco más de dos meses que se había desatado el caos en su vida con la noticia que sus amigos y colegas le habían dado sobre huir con los niños y darles la vida que se merecían. Un plan que se fue completamente al caño y termino con la vida de todos y cada uno de los involucrados a excepción de sí mismo y el pequeño Ratko Stevens, aun desaparecido para él.
De alguna forma se descubrió el plan del General Corvin y se hizo un gran escándalo dentro del ejército, gracias a ello todo lo que habían idea hacer con los niños se perdió y se acusó al general de conspiración y traición a la patria. Fue condenado a cadena perpetua y justo ahora el único involucrado vivo que quedaba de dicha conspiración, se encontraba a punto de salir en libertad.
— ¿Pensó en lo que haría? — pregunto el general Franklin con expresión seria.
— Si señor...— respondió Mitch decidido.
— ¿Se quedara trabajando para el ejército? — indago con interés el hombre de edad avanzada que se encontraba sentado frente a él.
— Es una propuesta muy interesante, pero he tenido suficiente del ejército...— murmuro.
— Entiendo, entonces si es su respuesta definitiva
— Lo es señor...— aseguro el joven mirándolo seriamente.
— Pues bien, debe firmar una serie de documentos de confidencialidad y adquirir una nueva identidad, por su propia seguridad, aún no sabemos que tantos implicados haya en esto, pero de momento tenemos a los líderes...— hace ua pausa y suspira — todos mis años en el ejército y sabía que se hacían experimentos importantes, pero llegar a esto me parece demasiado — murmuro.
— ¿Tengo que quedarme en el país señor? — indago incomodo el científico.
— Preferiría que lo hiciera pero si tiene otros planes lo escucho, me gustaría mantenerme al tanto de sus movimientos...— el chico asintió y sonrió con pesar.
— El general Corvin se encargó de destruir todo lo que tenía aquí, mis padres fueron asesinados para hacerme hablar de cosas que no sabía — mintió una vez más en pro de sus propios planes — no quiero quedarme en un lugar donde no tengo nada — el general asintió y suspiro con pesar.
— ¿A dónde pretende ir?
— Canadá me parece un buen lugar para empezar de nuevo...— murmuro mirando por la ventana.
— Me parece un buen lugar...— respondió el general.
— Si, es un lugar para iniciar de cero...
— Está bien, pronto le daremos su nueva identidad y le daremos todo lo que necesita para compensar los daños...— el joven rio con amargura y observo al general.
— Ni por que me den millones de dólares compensaran lo que me arrebataron...— el General suspiro.
— Gracias por todo Mitch...— comento el general con un ligero asentimiento de su cabeza — Feliz año nuevo y espero que su nueva vida compense todo lo que ha pasado — el joven asintió y luego de unos minutos le indico con un gesto de su cabeza podía retirarse.
Mitch salió de la oficina con la emoción corriendo por sus venas, pronto seria libre una vez más y haría todo lo que estaba a su alcance por conseguir al pequeño Ratko y ayudarlo como le fuera posible.
Ubicación: Alberta del Norte, Canadá.
Fecha: 05 de Marzo de 1989
Hora: 11:00 am
El lugar era frio pero acogedor, la nieve reposaba en cada espacio tiñendo todo de blanco en el exterior. Los niños en la sala tomaban chocolate caliente junto a otras personas que lucían muy tranquilas, el pequeño Ratko era observado en la distancia por un joven que lo conocía bastante bien. Había sido duro dar con él, pero finalmente después de algunos meses lo había conseguido.
Lo duro y difícil fue hallar Monarca, esa organización de la que le había hablado Jara antes de huir. Pero una vez dio con ellos, encontrar al pequeño fue muchísimo más fácil. El destino después de todo no estaba siendo tan hijo de puta con él y el pequeño. Sonrió cuando el niño tomo su taza de chocolate y dio un sorbo para beberlo, sus ojos brillaron y sonrió.
— ¿Te gusta? — le pregunto una mujer a su lado.
El niño asintió y desvió sus ojos con cierto nerviosismo. Para luego mirar a su alrededor como si esperara que algo malo pasara en cualquier momento.
— ¿Qué pasara con él? — indago Mitch en un murmuro.
— Sera enviado a un orfelinato, se le mezclara en el sistema y le daremos la oportunidad de tener una vida normal...— explica el hombre a cargo de la organización de sobrevivientes y victimas de experimentación.
— ¿No puede quedarse aquí? — pregunto el joven científico con la esperanza de obtener un si como respuesta.
— No es un buen ambiente para un pequeño...— murmuro nuevamente con voz grave — aquí hay algunos niños que llegaron hace poco pero pronto serán enviados a distintos lugares, Monarca se encarga de reasignarlos y reubicarlos brindándoles la oportunidad de una nueva vida al menos cuando son tan chicos...— explico.
— El no debería parar en un orfelinato...— susurro con cierta frustración.
— ¿Por qué no?
— Es especial...— comento encogiéndose de hombros, sin dar mayor explicación.
— Todos aquí lo son señor Mitch...— le aseguro el hombre a su lado — pero la mitad de esta gente añora una vida normal y es lo que haremos...— Mitch asintió sin más.
— ¿Dónde lo encontraron? — pregunto finalmente después de algunos minutos en silencio.
— Estuvo perdido quizás quince días en el bosque cerca de la frontera, cuando sus padres no llegaron al punto de reunión desplegamos un equipo para su búsqueda para asegurarnos que no se habían perdido o si les había pasado algo...— el hombre suspiro y poso sus ojos blancos sobre el científico — no entendemos como sobrevivió solo, pero lo cierto es que apenas y había bajado algunos kilos de peso, pero no tenía recuerdo de absolutamente nada de lo que le había pasado, sabíamos que era el chico que vendría con la pareja de científicos porque cubría con la descripción física y además porque nos enteramos del asesinato de sus padres.
Mitch se tensó ante esas palabras aun le pesaba todo aquello, porque esos dos no merecían morir y Ratko no merecía quedarse huérfano. Suspiro y asintió conforme con la información.
— ¿Te quedaras con nosotros? — indago el hombre a su lado y el joven científico suspiro.
— Quiero cuidar de el...— respondió muy seguro.
— No puedes hacer eso...— murmuro — pero si puedes seguir sus pasos...— el ceño del joven se frunció.
— ¿Qué quieres decir? — el hombre sonrió y suspiro.
— Monarca esta en todos lados y siempre dejamos personas preparadas para asegurarse que nuestra gente logre vivir una vida saludable y al menos llevadera...— comenta — se parte de la organización y podrás cuidar del chico — le explico.
Sus ojos se abrieron como platos y volvió a posar sus ojos sobre el pequeño Ratko que jugaba solo sobre la mesa con un camión.
— De acuerdo... estoy dentro...— respondió con claridad.
— Maravilloso, te has convertido en un ángel guardián para el chico...— comento con una sonrisa el hombre y Mitch después de mucho tiempo sonrió con felicidad.
Nota del autor: espero hayan terminado de entender parte de pasado de nuestro Dark. Ahora les leo, quien es Mitch y que fue de su vida, de la organización Monarca y que paso luego con ellos? Mas adelante sabremos que paso con el general Corvin, porque no la historia no termina allí. Espero hayan disfrutado de este capitulo, un beso enorme, gracias infinitas y pues el próximo capitulo lo narran Zarek, Nisha y Mel. Besos
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