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Capítulo 23

No supe qué me dolió más, si que me dijera que se iba a Moscú o dejarla allí tirada por culpa de mi puto orgullo.

Lo que sí sabía era que después de cerrar aquella puerta con la rabia, refulgiendo por mis candentes venas, escuché ese doloroso llanto que terminó de cavar mi propia tumba y me trajo de nuevo a la Tierra.

Estaba cabreado hasta no poder más, pero sinceramente, no lo estaba con ella.

Edine jamás ha sentido la libertad, jamás ha vivido un día que no estuviese dictado por su agenda, ni siquiera sabía lo que era ser una persona normal de su edad; ella ha sido la víctima de un juego superior controlado por sus padres.

Ella jamás tuvo que abandonar nuestra casa, no tendría que haber salido aquel día, ni siquiera tendría que haber salido de aquel taxi,... pero cuando se adentró en la mansión supe que ya no había vuelta atrás.

Recuerdo perfectamente aquella noche.

Todos estábamos agotados y dormitando en los sofás del salón con la tele encendida; apenas prestamos atención hasta que la emisión quedó interrumpida de repente y el informativo en directo en la casa de los Harford se adueñó de la pantalla.

Me puse de pie por inercia y busqué con nerviosismo el mando entre los cojines. Ethan se cayó del sofá a los pocos segundos, arrastrando a su mellizo consigo. Mi padre se hizo con el mando antes que yo y subió el volumen de la voz de la presentadora.

«Asesinato en la casa de los Harford» era el titular de aquella noticia. Detrás de la señora del vídeo en directo que no dejaba de reproducirse, miles de agentes de policía comenzaron a acordonar la zona, los paparazzis iluminaban con sus cámaras la imponente fachada de la mansión,... todo era un caos.

—Así como lo ven señores, este es el escenario con el que se han encontrado los cuerpos de policía de Londres— mis ojos permanecían fijos en la pantalla y no perdían detalle de lo que ocurría, un sudor frío me recorrió de abajo a arriba y me sacudió con una fuerte descarga—. Los vecinos han sido los que han informado a emergencias de los violentos golpes que se escuchaban en la casa y posteriormente el fuerte hedor que se desprendía de una de las habitaciones del piso de arriba.

—Papá...— fue lo único que pude articular, le miré de reojo y para mi grata sorpresa ya tenía el teléfono pegado a la oreja y el rostro serio tras su incipiente preocupación.

—Robert, quiero que movilices a las patrullas de inmediato— la serenidad con la que hablaba era envidiable, sabía que aún tenía muchas cosas que aprender de él—. Localizad a los miembros de la familia,... .

Mi corazón latía tan desbocado que incluso notaba como si quisiera salirse de mi pecho; las manos las tenía cerradas en puños y la tensión de mis hombros al cuadrarse dolió tanto que me hizo soltar de golpe el aire que había estado conteniendo en mis pulmones.

Una mano se posó en mi hombro y no me hacía falta ver de quién se trataba, Ethan siempre había sido el más espabilado de los mellizos desde que nacieron y supo todo lo que estaba pasando por mi cabeza, vio el mismísimo terror reflejado en mis ojos.

—Elliot no es ella, ¿vale?— no sabía si detrás de sus palabras se hallaba la verdad o simplemente era un espejo en el que refugiarme—. Papá ya ha mandado las unidades, van a localizarla.

—Eso no lo sabes— respondí entre dientes con tensión en mi mandíbula, y es que nadie sabía nada.

—Dom— nuestra madre apareció angustiada por la puerta del salón, su voz nos alertó a los tres de inmediato, incluso a Eric que estaba inmerso en la voz del informativo—. Edine ha entrado en el perímetro.

Aquella segunda noticia hizo que me desplomara sobre el sofá, sentía alivio tras la confirmación de que ella no era la que se encontraba en uno de esos sacos sudarios, pero eso no evitó que una nueva preocupación me asolara de lleno cuando vi su rostro enfocado por las cámaras.

Sus ojos se abrieron como platos, había empalidecido por momentos y podía asegurar con certeza que entraría en shock de un momento a otro. Sus piernas en pocos segundos se rindieron y flaquearon hasta dejarla caer sobre el pavimento mojado.

Estaba agazapada en el suelo con la mirada perdida y desorientada, los flashes de las cámaras la estaban cegando y hubo un instante en el que sentí como si sus ojos me estuvieran mirando fijamente a través de aquella pantalla de cristal que nos separaba.

Iluso de mí y cegado por completo por mis impulsos me levanté del sofá y fui directo a por las llaves de mi coche; ni siquiera me importó que estuviera vestido con un simple pantalón de pijama, agarré mi chaqueta con fuerza y me la eché al hombro.

Mis hermanos y mi madre intentaban detenerme con meras súplicas, pero hice caso omiso de todas y cada una de ellas.

—¡Elliot, ya basta!— el grito de mi padre me paró en seco a escasos metros de la puerta principal, mi error fue hacerle caso y girarme para encontrarme con la mirada curiosa de Evans.

Mi hermano pequeño yacía a mi lado, con aquellos ojos castaños idénticos a los míos, mirándome con interés y cierto miedo debido a mi impulsividad. Iba vestido con su pijama, tenía aquel perro de peluche colgando de sus manos y el cabello revuelto. Mirar la hora que era fue otro de mis errores y dejar que Evans se agarrara con saña a mi pierna fue el siguiente; apenas eran más de las once de la noche y todo parecía haberse descontrolado.

Eric apareció por la puerta del salón y me miró fijamente, descifrándome a través de esos ojos caleidoscopio.

—Vas a ponerlo todo en peligro Elliot— fue claro y me golpeé internamente por ello, el condenado de mi hermano llevaba razón.

—Ella estará en peligro si entra ahí dentro, se va a ir todo al garete— respondí sin fuerzas mientras luchaba por no sacar ese miedo que me carcomía.

—Sabemos a lo que nos enfrentamos y estamos preparados para ello— y es que era verdad, todos estábamos al tanto de las posibles consecuencias que nos traería si Edine lo descubría.

—Pero ella no lo está— sentencié con la cabeza alta y escrutando con la mirada a mi hermano.

—Las patrullas ya han llegado— dijo con la voz en grito Ethan desde el salón, aquello me alertó y me olvidé por un instante de mis ganas de coger el Bugatti del garaje e ir a por ella.

—Robert ha intentado interceptarla pero...

Deducí por mí mismo lo que había pasado, así que agarré a Evans por las axilas, despegándolo de mi pierna, y lo levanté en vilo. Él inmediatamente me rodeó con sus brazos y se acurrucó en la base del cuello, ajeno a todo lo que estaba sacudiendo mis cimientos por dentro.

Me abrí paso hasta el salón y volví a ocupar el lugar de antes, con mi hermano pequeño sentado a horcajadas y recostado en mi pecho. La emisión continuaba en su máximo apogeo al igual que el bullicio que crecía por momentos en las puertas de la mansión, vi a Robert y a su patrulla en la puerta de la entrada, alejados de los reporteros, hablando a través de sus micros.

Mi padre estaba cerca de los ventanales con teléfono en mano nuevamente y dando órdenes a diestro y siniestro, le observé atentamente. Jamás le he visto flaquear, ni siquiera dudar, en sus órdenes en ningún momento, por muy arriesgadas que estas fuesen.

Verle ahí, sumido en esa soledad magistral, me di cuenta del largo camino que aún me deparaba para llegar a convertirme en él.

—Acaban de llegar los Harford— comentó mi padre, eso volvió a ponerme en alerta al igual que a los mellizos.

No tardaron en aparecer en pantalla. Primero enfocaron el rostro tenso de Andrew sin ningún ápice de preocupación en él, esa arrogancia y prepotencia en sus ojos solo hizo cabrearme más de lo que ya estaba. Se abrió paso entre la horda de reporteros seguido de Margaret muy de cerca y con una mano cubriéndose la cara.

—Hijos de puta— soltó de repente Eric y es que no podía estar más de acuerdo con él.

—Esa boca— le regañó nuestra madre.

—Jefe esto pinta muy mal— la voz de Theo, el segundo al mando de Robert, sonó por el altavoz del móvil de mi padre—. Los Harford lo han visto todo.

Aquello me cayó como un balde de agua fría, eché la cabeza hacia atrás mientras intentaba serenarme para no dar una orden que acabara con todo esto de inmediato.

—Informe— exigió saber esta vez mi madre, y es que no me sorprendía en absoluto que ella en ciertas ocasiones tomara los mandos de la operación.

—Una chica de unos veintipocos años— comenzó a hablar esta vez Robert, su voz grave y aquel acento galés tan marcado captaron de inmediato nuestra atención.

—Ethan, llévatelo a la cama— con la cabeza señalé a un Evans dormitando sobre mí. Con delicadeza conseguí pasárselo a mi hermano y este se lo llevó de la habitación en cuanto se lo colocó en la cadera—. Prosigue.

—Presenta diversos cortes, todos ellos bastante profundos. Posible fallecimiento por pérdida de sangre, pero aún es pronto para saber con exactitud cuáles fueron los preliminares— una gota de sudor frío resbaló por mi sien, estaba acostumbrado a los informes pero nunca me habían descolocado tanto como este.

—¿Posibles sospechosos?— dije en voz alta, me armé de valor y avancé hasta el teléfono por el que la voz de Robert sonaba.

—Aún es pronto para saberlo Elliot— contestó de manera inmediata.

—Convocaremos a la cúpula lo antes posible— sentenció mi madre—. Esto ya ha llegado demasiado lejos.

—¿Novedades de los Harford?— quiso saber esta vez Eric.

—Aún no hay nada—su voz quedó extinguida de repente por la ensordecedora sirena de una ambulancia.

—Nos han llamado a arriba jefe— respondió Theo por el comunicador—, te mantendremos al tanto de lo que ocurra.

En la televisión vimos cómo un grupo de paramédicos entraban a toda prisa, junto el grupo liderado por Robert, a la casa.

Fueron varios minutos en los que mantuvimos un silencio sepulcral, con la mirada fija en aquella puerta abierta de par en par.

—Dom esto tienes que verlo— a los pocos segundos Theo rompió aquel vacío al mismo tiempo que nuestros teléfonos vibraron con la llegada de nuevos mensajes.

No me hizo falta abrir el chat para saber que cuatro fotos ocupaban mi pantalla central; tragué fuerte y me mordí el labio con desesperación, mi pulso se disparó de un momento a otro.

Nadie dijo nada. No teníamos palabras para describir lo que acabábamos de ver.

La propia escena del crimen fotografiada hace apenas unos minutos.

—¿Qué coño es eso?— Ethan irrumpió en el salón atónito ante lo que todos estábamos viendo en ese momento.

—Es la habitación de Edine— comentó Eric a su vez—, o lo que queda de ella.

Pese a los comentarios del resto de mis hermanos me acerqué a mi madre en busca de algún comentario que me hiciera afrontar aquella situación de otra manera, pero no lo tuve. Apenas prestamos atención al cadáver; en su lugar, aquel mensaje chorreante en sangre fue el responsable de nuestro desconcierto.

—Que desalojen la casa— dijo pues mi padre al cabo de unos minutos—. Peinad la zona y sacad de allí a los reporteros antes de que sea demasiado tarde.

—Hace unos minutos vimos a los Harford entrar en la casa, primero lo hizo su hija, Edine, y poco más tarde aparecieron los multimillonarios— la reportera inició su discurso—. Sin embargo, lo que no nos esperábamos era que una ambulancia irrumpiera a estas alturas de la noche.

—¡Theo necesito respuestas!— grité esta vez preso de la adrenalina que se amontonaba en mi sistema cuando me lancé a por el teléfono por el que su voz emergía.

—Se la llevan— fue lo único que dijo, tragué fuerte y me preparé mentalmente para lo que sucedería en los próximos días.

—Voy a llamar a Anthony— mi padre fue claro, y es que las cosas podían ponerse mucho peores y debíamos estar preparados.

Ya era hora de que los Hunter movieran ficha.

Como cabía esperar, no pegué ojo; ni siquiera el velo oscuro de la noche consiguió borrar de mi memoria las últimas horas que había vivido.

Estuvimos llamando a Rick durante horas sin respuesta alguna por su parte y recibíamos informes de Theo y Robert cada dos horas, poniéndonos al tanto de todos los movimientos que ejecutaban los Harford.

No paraba de dar vueltas en la cama, tenía la sábanas enrolladas en mis caderas y cada vez que cerraba los ojos no paraba de imaginarme lo que podría pasar si fuera Edine la que estuviera dentro de uno de los congeladores de la morgue.

Tendríamos mucho papeleo en los próximos días y el insomnio que me asolaba no me ayudaba en absoluto.

Me había salido a la terraza en un intento de mitigar esa presión que palpitaba dentro de mi pecho y que tan molesta se estaba volviendo. Respiraba profundamente, procurando serenar mis alocados pensamientos. Aquella brisa nocturna consiguió que por un momento me olvidase de todo lo que acababa de pasar, pero no evitó que me cuestionara mil y una preguntas.

Mi teléfono volvió a vibrar, sobresaltándome, por quinta vez; era otro de los informes de Theo, tan puntuales como un reloj. Normalmente trataban acerca de las posiciones actuales de la familia, las posibles noticias, rumores, informes de policía,... pero aquel era distinto.

Se trataba del primer documento oficial realizado por el médico forense en la autopsia del cadáver.

"Gwendolyn Gillian, de veintidós años de edad, ha sido encontrada el día de hoy asesinada en una de las habitaciones de la mansión de los Harford. Según muestran los primeros estudios, la joven presenta diversas marcas de ataduras en manos y pies, un tobillo completamente fracturado y lesiones en la cabeza y abdomen. Por otra parte, la víctima manifiesta señales de violencia y de episodios traumáticos. Sobre el cuerpo se han encontrado distintos tipos de cuchilladas de arma blanca (aún por especificar) con una hoja de dieciocho centímetros. En lo referente a las heridas mortales, se data una hora de asesinato sobre las nueve de la noche del 24 de Diciembre.

Aún pendientes de confirmar los análisis químicos."

—Tate, ¿estás despierto?— apagué el móvil y lo dejé sobre la mesita auxiliar, aquella dulce vocecita me sacó por un momento de toda esa angustiosa revelación.

Por supuesto que lo estaba, eran las cuatro de la mañana y lo único que había podido dormir habían sido veinte escasos minutos en algún momento de la noche.

—Pasa— tenía la voz ronca y seca, y cada palabra que pronunciaba me arañaba internamente; cerré la puerta corredera de la terraza y corrí las cortinas.

La puerta se abrió poco a poco y me mostró el rostro cansado de Evans, apenas llegaba al pomo sin tener que ponerse de puntillas para alcanzarlo. Llevaba el pelo revuelto y arrastraba los pies en evidencia de su agotamiento.

—No puedo dormir.

—Pues ya somos dos campeón— afirmé con una sonrisa que le invitó a entrar en la habitación y cerrar la puerta a sus espaldas.

—¿Puedo dormir contigo?— dijo con un puchero, a veces se me olvidaba que detrás de todo lo que manejábamos había simples personas.

—Ven aquí— ojalá hubiera tenido una cámara a mano para capturar ese brillo y esa sonrisa en sus ojos.

Hice a un lado las sábanas y en menos de un segundo ya se había encaramado al colchón, reptó hasta donde yo estaba y se acurrucó contra mi cuerpo.

—Te quiero Elliot— suspiró contra la base de mi cuello, sus bracitos me rodearon y yo no pude hacer otra cosa que rodearlo con los míos.

—Yo también renacuajo, yo también— besé su cabeza y juraría que sonrió, pero no lo supe porque por fin el cansancio hizo efecto en mí.

Aquello fue lo último que recuerdo de esa agotadora noche, antes de tumbarme sobre las almohadas y rendirme ante el cansancio que se acumulaba mi cuerpo sin descanso.

Lancé el móvil sobre la cama cuando recibí el último mensaje de Rick desde el hotel confirmándome que llevaría a Edine al aeródromo. Aquel mensaje solo consiguió agujerearme el pecho y reflexionar si de verdad había merecido la pena todo lo que la había estado ocultando; suspiré llevándome las manos a la cabeza, estaba agotado.

Había pasado varias semanas trabajando sin descanso en los informes que me pedía mi padre, a lo que se le sumaban los últimos acontecimientos que tuve con Edine. La tarde que entró en mi habitación entré en pánico, porque a tan solo unos metros de ella se encontraban las pruebas de la verdad que todo el mundo le había estado ocultando. Si ella hubiera encendido mi ordenador las hubiera visto, todos y cada uno de los documentos que revelarían el secreto mejor guardado de la historia.

Las cosas no serían tan complicadas si yo no perteneciera a donde realmente pertenezco.

Si fuera tan fácil decir la verdad sin herir, sin poner en peligro, sin incriminar, sin matar a nadie de por medio,... creedme que se la hubiera dicho hace mucho tiempo.

Pero siempre había obstáculos interceptando cualquier oportunidad: estaba el peligro, las amenazas, las posibles víctimas, sus padres... ese era otro de los problemas que teníamos encima constantemente, sus padres.

Estaba harto de ellos, estaba cansado de ver cómo la manejaban a cada instante como si fuera otro de sus peones, estaba enrabietado por las incesantes y absurdas reglas que le imponían,... estaba hasta los cojones de que le robaran su vida.

Habían pasado dos años desde que cogí aquel maldito avión que me alejó de ella y desde entonces no fui capaz de dejar de pensar en ella ni un solo momento.

Fui un cobarde, un iluso, un mezquino y un arrogante, lo sé. Creedme que lo sé.

Temía responder esos mensajes que frecuentaron mi teléfono durante meses hasta que cesaron, tuve miedo a coger sus persistentes llamadas, y lo peor de todo, fue que no tuve el valor suficiente para decirle la verdad la misma noche en la que probé sus labios.

Pero es que la verdad venía acompañada de dolor, miedo, terror y crueldad, y todo eso se resumía en una sola palabra.

Hunter.

Ese apellido que da sentido a mi vida y al que le debo lo que soy a día de hoy. Llevar aquel apellido suponía poder, control, maestría, elegancia, corrupción, liderazgo, dominación, peligro, adrenalina, confianza, ... . Los Hunter somos un imperio, pero ante todo, una familia.

Fueron años, ocho generaciones exactas, lo que tardaron mis ancestros en construir el Imperio que a día de hoy conocemos como nuestro. Nos hemos criado entre las paredes de un hogar construido para ser venerado, respetado y nunca derrotado, aquello fue lo primero que aprendí.

Los Hunter jugamos en una división paralela al mundo, en donde nosotros controlamos, juzgamos, decidimos, cazamos y gobernamos.

Porque no hay nada más temible que nosotros, los jefes.

Pero, ¿quién soy yo? Os preguntaréis.

Soy nada más y nada menos que el primogénito de Dominic y Nicole Hunter, hermano mayor de cuatro hermanos, nacido y criado en Londres y futuro sucesor al jefe del clan, mi padre.

Fui entrenado por los mejores, llevo preparándome desde los tres años para tener sobre mis manos el imperio más glorioso y fuerte de todos los tiempos. Asumí mi posición, sacrifiqué innumerables cosas y acepté cada uno de los riesgos que existían por pertenecer a este mundo, al igual que lo hicieron mis hermanos cuando cumplieron los catorce años.

Era consciente de todo el poder que tendría, era consciente de todos y cada uno de los peligros que acechaban por las esquinas, era consciente de tal gravedad al asumir ese rol que solo lo hacía cada vez más excitante.

Jamás fui ambicioso, no anhelaba esta vida ni mucho menos formar parte de ella, pero así ha sido y así será hasta que dé mi último aliento en este mundo.

Seré un Hunter y eso es una cosa que ni Dios iba a ser capaz de arrebatarme. Defenderíamos y lucharíamos por los nuestros hasta que el sol se apague y nos sumamos en la más fortuita oscuridad.

Y eso es lo que haríamos a partir de hoy, lucharíamos por aquello que verdaderamente nos importa.

Lucharía por la única persona que supo cómo cabrearme con sus comentarios, que supo poner mi mundo patas arriba, que supo cómo arruinarme un día de playa o hundir mi orgullo con su valiente arrogancia; lucharía por la única persona que he amado en secreto y que hasta que cerré aquella puerta el día de año nuevo no supe.

Lucharía por ella y daría todo lo que fuera por volver a tenerla entre mis brazos como aquella noche.

Coneja, solo estás a 2498 kilómetros de mí y solo han pasado cinco horas desde que vi aquel avión coger pista y perderse por entre las nubes del amanecer.

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Hola amores! Ya estoy de vuelta, espero de corazón que esta segunda parte sea de vuestro agrado os prometo que se vienen cositas bien intensas🤭❤

Esta capítulo lo narra nuestro amado Elliot, ¿les a gustado? ¿qué les ha parecido?

Os leo en comentarios ❤

Como ya sabéis todas las semanas los domingos tenemos nuevo capítulo de DECB, apunten la fecha!!

Nos leemos la próxima semana ❤

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