Capitulo 44
— ¿Sigues creyendo que ellos no te están mintiendo? —Dudó la castaña, alzando una ceja.
—No...—Murmuré unos segundos después, al recordar la pesadilla que había tenido y como papá no me había dicho dónde estaba mamá cuando le pregunté por ella.
—Te voy a contar la verdad pero no debes decirle a nadie que estuviste aquí, cariño, porque si lo haces entonces no podremos estar juntos y ambos sabemos que eso no es lo que quieres; tú me necesitas. —Dijo mamá, levantándose de su asiento para acercarse a mí, retrocedí hasta chocarme contra la puerta.
— ¿Esto es otro sueño? —Sugerí, algo asustado. —Quiero despertarme...—Dije para ahora empezar a pellizcar mi brazo, pero fue en vano.
—No, no lo es, esto es la realidad. —Afirmó ella, acariciando mi cabello. —Es entendible que te sientas así, es decir, te han mentido durante toda tu vida; por eso ahora le tienes miedo a la realidad.
—La tía Aurora dijo que tú mentías, mamá, ¿por qué me hiciste creer que estabas muerta... o que Mal estaba muerta? No entiendo nada, ¿en quién puedo confiar? —La miré confundido.
—Tienes que saber que una madre nunca le mentiría a un hijo, siempre puedes confiar en tu mami, o sea en mí; hijo. —Prosiguió la castaña, entonces la abracé con fuerza, gesto que ella correspondió.
—Dime la verdad...—Supliqué entonces, mientras ella no dejaba de acariciar mi cabello. —No quiero volver a estar lejos de ti, te necesito.
—La verdad es que Mal es la mala, ella me robó todo y me quiso alejar de ti, esa desgraciada tiene a Alex y a Ben de su lado; solo puedes confiar en mí...—Confesó la mujer.
—Pero papá y mi hermana mayor solo quieren lo mejor para mí, ellos quieren cuidarme...—Dije.
—Claro que sí cariño, al igual que yo porque sabes que todo lo que he hecho ha sido para protegerte... Pero a la perra de Mal no le importas, ella solo quiere una cosa: la corona. Y ella es capaz de hacer cualquier cosa para conseguirla, cuando lo haga Mal logrará que todos se olviden de ti y te dejen completamente solo. —Replicó ella, alejándose un poco. —No seas bobito, ven con mamita. Sabia es... —Añadió.
— ¡No! —La interrumpí rápidamente, negando con la cabeza.
— ¿No? —Repitió la castaña, alzando una ceja. —Oh, ahora es así. —Musitó, sonriéndome con malicia, lo cual logró asustarme.
—Muy bien Jace, tan sabio y tan maduro. —Ella se acercó a mí rápidamente, me acarició el cabello y la mejilla. —Un príncipe muy formal... —Me miró de arriba hacia abajo para luego alejarse, caminó hacia su escritorio y abrió un cajón para acto seguido sacar algo.
—Muy bien Jace pues si estas tan seguro, dale esto y ya verás. —Exclamó la castaña, mostrándome una de las coronas de mamá.
— ¿Cómo...? —Empecé.
—Esto quiere ella, no te equivoques...—Me interrumpió rápidamente, extendiéndola hacia mí para luego arrojármela, la tomé. —Dásela y comprobarás...
— ¡Lo haré! —Hablé, seguro.
—Créeme que así va a abandonarte. —Afirmó mamá, chasqueando sus dedos y acercándose a mí, me tomó por los hombros. —Sabes que te lo advertí.
—Sabio eres Jace...— Ella me miró de reojo. — Si ella es tan adorable, ponla a prueba y sabrás. —Susurró en mi oído antes de alejarse.
—No te quejes si te miente. —Me advirtió, señalándome. — ¡Sabia es mamaaaaa!
Corrí hacia la castaña para abrazarla, la castaña empezó a acariciar mi cabello y me llamó, entonces me separé para mirarla.
—No quiero que vuelvas a desconfiar de mí, ¿oíste? —Exclamó, seria.
—Sí, madre...—Accedí, bajé la mirada. Ella tomó mi mentón para obligarme a observarla.
—Si lo haces, te castigas...—Comentó, acariciando mi mejilla y se alejó apenas unos centímetros de mí. — ¡Sabia es mamaaaa! —Dicho esto, arrojó una bomba de humo y cerré los ojos inmediatamente, al abrirlos estaba en mi habitación.
Ella tiene razón, mi mamá nunca me mentiría.
Ben.
Subí las escaleras hacia el segundo piso y empecé a caminar por el pasillo hasta que me detuve cuando vi a Mal salir de un cuarto en el que yo nunca había estado, ella me sonrió tiernamente antes de acercarse a mí.
—Bonita, ¿qué haces aquí? —Pregunté algo confundido.
—Regresé para buscar algo, además te extrañaba mucho, cariño. —Respondió ella, rodeando mi cuello con sus brazos. —Amor, ¿no te mueres de ganas de besarme?
—Te daría nuestro reino por un solo beso. —Dije sonriendo antes de unir mis labios con los suyos, la hija de Stefan me empujó contra la pared mientras acariciaba mi pecho, pero había algo diferente: no sentía lo mismo que antes. Me separé de ella lentamente. —No eres ella...—Susurré.
—Sí, volviste a besar a la reina equivocada... —La castaña que se hacía pasar por mi prometida soltó una pequeña risita malvada. —Pero tienes que admitir que lo disfrutaste al igual que yo disfruto al hacer esto. —Añadió guiñándome el ojo antes de arrancarme el corazón del pecho.
—Y es ahora cuando empiezo a preocuparme...—Murmuré, intenté recuperarlo pero ella lo alejó de mi alcance rápidamente. — ¿Por qué me haces esto? Yo siempre te di todo lo que quisiste.
—No es nada personal, pero elegiste a Mal y eso me hace odiarte más que antes, además quiero seguir arruinando su vida. Pensándolo bien, creo que sí es algo bastante personal. —Respondió con una sonrisa llena de malicia. —Ay no te pongas triste Bennyboo, ¿extrañas a tu chica? Pues será mejor que vayas a tu habitación para decirle lo mucho que la extrañas y ese tipo de cosas cursis que me dan ganas de vomitar.
—Pero... —Empecé, pero mis piernas empezaron a caminar aunque yo no quería hacerlo, la miré. — ¿¡Estoy siendo controlado por un espíritu!? ¡Esto es ilegal! ¡No creo que haya una ley que prohíba hacer este tipo de cosas pero te aseguro que la habrá muy pronto y serás condenada! —Hablé, indignado, mientras avanzaba hacia mi cuarto con más rapidez.
—Ay, sí que me casé con un imbécil... —Masculló Ariana, negando con la cabeza. —Y no vas a decirle nada a nadie sobre esto porque me perteneces ahora. —Dicho esto, abrió la puerta de mi habitación y me empujó hacia el interior de la misma para acto seguido cerrarla.
Por todas las bestias, pensé, estoy metido en un gran problema.
Ariana.
Sonreí cuando lo empujé dentro de la habitación y cerré la puerta con llave, me la guardé para luego recitar un hechizo que lo mantendría encerrado el tiempo suficiente para que mi plan funcionara.
Que empiece la segunda parte de la operación "la caída de Auradon".
Evie.
Alex me había llamado a mí y a mis mejores amigos, así que ahora nos encontrábamos en la sala de estar de su castillo.
— ¿Nos vas a explicar para qué nos llamaste? Porque no fui a comprar telas con Sofi y Doug solo porque me pediste que viniera, eh. —Dije, cruzándome de brazos.
—Los llamé porque esto es urgente. —Aclaró la princesa de Auradon.
— ¿No deberíamos esperar a Ben? —Sugirió Carlos, dejándose caer en el sofá.
—No serviría de nada contarle esto a él. —Replicó la pelirroja.
— ¿¡Pueden hablar de una vez!? —Exclamó el descendiente de Jafar, algo impaciente.
—Bueno, Jace está... —Empezó Alex.
— ¿Dónde está Mal? —Preguntó el chico de cabello blanco y negro, rascando su nuca.
— ¡Cállate De Vil, quiero saber qué tienen que contarnos! —Le recriminó su mejor amigo antes de golpearlo en el brazo para que dejara de interrumpir a la chica que vivía aquí.
—Mamá está en el centro comercial con Lonnie, supongo que se lo contaré después a menos que quieran que la esperemos...—Habló la descendiente de la reina de Auradon.
—No tienen que esperarme porque ya estoy aquí. —Mi mejor amiga bajó las escaleras y abrazó por detrás a su hija, sonreí al verla.
— ¿Tú no estabas con mi chica? —Inquirió Jay, alzando una ceja.
—Sí pero decidí volver para agarrar una cartera más grande, es que todo lo que quiero comprar no entra, pero me di cuenta de que no tengo una... Pero conozco a alguien que sí. —Respondió la chica de cabello morado, observándome mientras hacía pucheros y juntaba sus manos en forma de súplica. —De seguro tienes alguna para prestarme en tu palacio. —Añadió, asentí con la cabeza y todos nos levantamos para salir de allí.
Durante los cinco minutos que tardamos en entrar a mi hogar, me la pasé hablando entusiasmadamente de todos los atuendos nuevos que había diseñado.
— ¡Quiero probarme cada cosa que hiciste! —Habló Dizzy, sonriéndome. Entramos al comedor, en donde el chico de cabello largo tomó una manzana que estaba encima de la mesa para acto seguido empezar a comerla, al parecer tenía hambre.
—M, tengo algunos bolsos en mi habitación, pero los que vendo están en Evie's 4 Hearts y a pesar de que seas mi mejor amiga te pido que me lo pagues porque yo necesito el dinero, tengo una familia que mantener así que dame unos 300 dólares en efectivo. —Dije, extendiendo mi mano para que ella me pagara lo que me debía.
—Un momento, Mal no está...—Murmuró Carlos, observando a nuestro alrededor.
—Ella venía detrás de nosotros, que raro. —Exclamó la hija de Drizella.
—Iré a buscarla. —Se ofreció la hermana de Jace para acto seguido retirarse, unos minutos después la oímos gritar. —: ¡Chicos, la puerta está cerrada, no puedo abrirla!
Los cinco intercambiamos miradas antes de ir hacia la sala de estar, dispuestos a ayudarla, pero nada funcionó.
—Tengo otra llave en el cuarto en donde guardo todo lo que se relaciona con mi marca de ropa, ¿puedes ir a buscarla? —Recordé al observar a la chica a la que consideraba mi hermanita menor, ella asintió con la cabeza para ahora dirigirse hacia allí, mientras nosotros seguíamos intentando abrir la puerta. Dejé de hacerlo al oler aquel perfume barato, solo había una persona en el reino que lo utilizaba. —Chicos, tengo un mal presentimiento. Algo anda mal. —Murmuré.
—Bienvenidos a mi pequeño reino, a mi humilde castillo. —Al escuchar esa maldita voz, todos nos volteamos solo para ver a aquella castaña sonriéndonos victoriosamente desde las escaleras. La maldita estaba usando una de mis hermosas coronas.
—Ha perdido totalmente la cabeza...—Se burló la ojiverde.
— ¿Recién te das cuenta de eso? —Cuestionó Jay, incrédulo.
—Cállense desubicados e inclínense ante su reina. —Sentenció Audrey, inmediatamente los cinco empezamos a reír.
—Esto es lo más ridículo que escuché en toda mi vida. —Mencionó el hijo de Cruella.
—Lárgate de mi castillo, loca, y deja mi tiara en donde estaba; definitivamente no te queda bien. —Ordené con seguridad.
—Pero la puerta está cerrada...—Me recordó el esposo de Lonnie.
—Que se tire por la ventana, no quiero tenerla cerca. —Sugirió la princesa de Auradon.
— ¿Qué pasa prima? ¿Me tienes miedo? —La desafió la insoportable princesita primorosa, sin dejar de sonreír.
— ¿Miedo? ¿A una villana que se cree reina cuando ya no lo es? —Replicó Alex, logrando borrarle esa sonrisa de su rostro con exceso de maquillaje.
— ¿Qué has hecho con Mal? —Gruñó Carlos, serio. La descendiente de la Bella Durmiente empezó a reírse como una loca maniática, los cinco la miramos extrañados.
—No puedo creer que aún caigan en ese truco. —Se burló la castaña, negando con la cabeza.
— ¿A qué te refieres? —Preguntó el padre de Mike, frunciendo su ceño.
—Creo que la Mal que estaba con nosotros no era la verdadera. —Hablé entonces, haciendo una mueca, entonces Audrey empezó a aplaudir.
—Por fin dices algo inteligente. —Admitió la nieta de Stefan. —Es una lástima que no puedas salir de aquí para contarle a mi tía sobre esto.
— ¿Qué ganan esta vez encerrándonos? —Inquirió el chico de cabello blanco y negro.
—Deshacerme de ustedes de una maldita vez por todas, debí haber hecho esto con Mal hace años... —Reflexionó Audrey, haciendo una mueca. —Pero como sea, el punto es que nadie vendrá a rescatarlos, idiotas. Y me encantaría decirles que fue un placer conocerlos, pero les estaría mintiendo en la cara, no me gusta engañar a la gente que está a punto de morir... pero es lo que se merecen por todo lo que me hicieron. —Dicho esto, nos arrojó una lámpara que inmediatamente empezó a prenderse fuego. La oímos reírse como la loca psicópata que era mientras una nube de humo roja la rodeó completamente y cuando la misma se disipó, ella había desaparecido.
El fuego empezó a propagarse rápidamente, todos empezamos a toser mientras que Alex se apresuró a intentar abrir la ventana.
— ¡Nos vamos a morir y yo no he besado a Jane hoy! ¡Soy muy joven y hermoso como para morir! ¡Le temo a la muerte, no quiero irme al otro lado! ¡Ni siquiera he enorgullecido a mi madre aún! —Gritó el mejor amigo de Jay, dejándose caer de rodillas al suelo.
Qué miedoso exagerado, pensé mientras tosía, corrí a la cocina y tomé un mantel para ahora empezar a tratar de apagar las llamas con el mismo.
—No hagas eso idiota, estás avivando el fuego. —Me recriminó el descendiente de Jafar, quitándome el objeto de las manos.
— ¡Cállense y ayúdenme, no puedo abrirla! —Alzó la voz la primogénita de Ben, mientras seguía tratando de abrir la ventana, sin éxito. El ex ladrón corrió hacia ella ante su pedido.
—No te esfuerces, de todas maneras nos moriremos, ¡pero yo nunca pensé que sería tan pronto! ¡Quiero a mi mamá! —Se lamentó el padre adoptivo de Jazmín y Lucas, mientras tosía.
—Silencio, De Vil, ayúdanos. —Ordené acercándome a él, le di una cachetada para hacerlo reaccionar. —Esperen, Dizzy no ha regresado...
— ¡Carlos! ¡No te quedes ahí, haz algo, imbécil! —Insistió Jay, el pecoso se incorporó para ayudarlos.
—Tengo que ir a buscarla, ¿¡y si Audrey le hizo algo!? —Dije alterada.
—No E, no nos separemos, no te alejes. —Suplicó la ojiverde, tomándome del brazo.
— ¡Es mi hermanita, no quiero dejarla sola! ¡Si le pasa algo, jamás me lo perdonaré! ¡Tengo que salvarla! —Grité soltándome de su agarre, corrí hacia el pasillo pero antes de que pudiera cruzarlo, el mismo empezó a prenderse fuego. —Mierda, mierda, ¡Dizzy! ¿Puedes escucharme? Dame una señal, ¡Dizzy!
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