Capitulo 4
Uma.
En Auradon, tenía una vida perfecta: un esposo maravilloso, una hija hermosa, tenía amigos que me querían y me entendían; porque ellos sabían que la vida en la isla no había sido fácil.
Pero había dejado todo eso atrás, ya que en el reino tenía muchísimas más oportunidades que en mi antiguo hogar.
Ahora vivía en el castillo real de Atlántica junto con mi familia, cuidábamos la playa y el océano como si nuestra vida dependiera de ello, porque de hecho, así era.
La vida en Auradon era todo lo que siempre había soñado, pero no había dejado que la felicidad me cegara: sabía que algo extraño estaba sucediendo y no iba a permitir que eso afectara a las personas que amo, pero primero... Tengo que entender que está sucediendo y para eso debo recurrir a las únicas dos personas a las que sigo odiando con todo mi corazón.
Así que le había enviado un mensaje a mi pareja, Dylan, en el que decía que había ido a comprar ropa... Aunque eso no era verdad. Era la primera mentira que le decía en años.
Salí de mis pensamientos antes de entrar a aquel edificio y me acerqué al primer guardia que vi.
—Buen día. Quiero verlos, por favor. —Mencioné seria, esperando a que me dejara pasar pues no existía la desconfianza en este reino.
—Buen día, señorita. No puedo permitir que vea a los prisioneros, ellos deben permanecer incomunicados, son órdenes de la reina. Así que, a menos que tenga una autorización de ella, le sugiero que se retire. —Dijo el hombre.
¿Órdenes de Mal? Ella solo los había sentenciado a cadena perpetua, porque sabía que nadie vendría a visitarlos.
No hay razón para que esos dos bacalaos estén incomunicados... A menos que estén escondiendo algo.
— ¿Disculpe? ¿Acaso no sabe quién soy yo? Permítame recordárselo: soy Uma, la chica que casi se sacrifica para que Auradon no caiga y ¿sabe qué? Salvé a este reino. Además, soy la futura reina de Atlántica, actualmente soy la dama del mar y si necesita otra razón para dejarme pasar se la daré: tengo una autorización de la reina. —Me crucé de brazos y metí la mano en mi bolso para buscar aquel papel que acababa de hacer aparecer con magia –su uso seguía estando prohibido pero esta era una situación urgente y además, nadie sabía que seguía teniéndola– y que era falso, pero de todas maneras se lo mostré—. Déjame pasar, a menos que quieras tener problemas...
— ¡Lady Uma! Es un placer verla, lamento mucho el malentendido, no la reconocí. Yo mismo la escoltaré hacia las celdas, sígame por favor. —El guardia sonrió nervioso e hizo una reverencia ante mí para luego guiarme hacia la sala de celdas—. Oigan, par de locos, tienen visita.
—Uma... Ahora que te volviste buena usas coronitas y vestidos caros, me recuerdas tanto a la traidora de Mal, a la que odiabas, ¿recuerdas?—Harry sonrió con cinismo al verme allí.
—Solías decir que no usabas coronas falsas, pero ahora que esa perra se convirtió en tu mejor amiga, has olvidado todo lo que tu madre te inculcó... Qué gran decepción. —Añadió su novio desde la otra celda.
— ¿Se refieren a esta preciosa tiara? Oh, no es falsa. Me he convertido en dama del mar, así que esto me da el derecho de arrojarlos a las profundidades del océano para que se los coman los tiburones si así lo ordeno. —Expliqué, la hija de Maléfica había sido dama de la corte hace años y ahora yo debía cumplir con este cargo... Que no era tan diferente a lo que Mal hacía, ya que yo tenía más responsabilidades al cuidar de todo el mar y cada criatura que lo habitaba. —Déjame entrar. —Ordené y el guardia abrió la celda en la que se encontraba la basura de mi ex.
—No vienes a vernos hace años, ¿ya te cansaste de fingir ser una princesita primorosa con una vida perfecta? ¿Y ahora vienes a pedir que te perdonemos, arrastrándote como el Camaroncito que siempre has sido?—Masculló Gil, mirándome con odio desde la celda de al lado.
—Como se nota que no me conoces, ese apodo ya no me afecta, bacalao. Sigo siendo la misma de siempre, con una mejor vida, con un esposo que me complace más que él y una familia que me quiere, pero no soy estúpida. —Empecé, señalando al hijo del capitán Hook antes de acercarme a él. —Me doy cuenta de que todo ha cambiado y sé que ustedes saben algo sobre esto así que van a hablar... O las cosas se van a poner muy feas. —Finalicé, seria.
—Lo único que ha cambiado en este reino es que la comida es peor que la que nos daban antes pero ahora que eres una princesita primorosa eso no te importa porque vives una vida perfecta mientras nosotros nos pudrimos aquí adentro.—Gruñó Harry, mirándome con odio y rencor.
—Eso se lo merecen por ser unos hijos de puta pero yo no dejo que nadie me falte el respeto y lo sabes perfectamente...—Murmuré rápidamente, sabiendo que ambos estaban esposados por ser peligrosos así que ninguno podría hacerme daño. —Yo no quería llegar a estas circunstancias, o tal vez sí porque esto es lo que te mereces por engañarme, hijo de puta...—Dicho esto, saqué una pequeña botellita de mi bolso con una etiqueta con una pequeña calavera.
— ¿Qué es eso?—Cuestionó el descendiente de Gastón, algo nervioso.
—Al parecer, estar encerrado durante años te ha afectado, de seguro tu novio sí recuerda esto...—Sonreí con malicia, destapándola y acercándome al pirata.
— No me intimida una patética botella de veneno, yo...—Empezó mi ex, pero retrocedió cuando acordé la distancia entre nosotros, golpeándose con la pared. — ¡Gil, habla ya! No quiero morir. —Suplicó aterrado.
— ¡Pero si no sabemos nada, idiota!—Se quejó su novio, negando con la cabeza.
—No jueguen con mi paciencia, par de bacalaos, que sea buena no significa que no sea capaz de hacer esto. —Insistí entonces—. Una sola gota bastará para que cierres tus ojos para siempre, Hook, así que dime lo que sabes.
— ¡Yo no sé nada! ¡Él tampoco! ¡No tenemos idea de que estás hablando! ¡De verdad, no ha pasado nada raro en el reino!—Harry habló rápidamente, visiblemente nervioso.
— ¿Que diría tu esposo si se entera de que quieres envenenarlo?—Inquirió Gil, tratando de no desesperarse pero veía en sus ojos lo preocupado que estaba por su pareja.
—Él jamás lo sabrá pero al parecer quieres perder a este bacalao...—Contesté segura.
—Te dije que no sabemos nada, maldita loca desquiciada, déjanos en paz. —Exclamó Hook, lo miré con odio y me acerqué más. — ¡Piedad, piedad! ¡Si supiera algo ya te lo habría dicho, no me mates! ¡Piedad, piedad!—Suplicó antes de ponerse a llorar, solté una carcajada.
—Eres un pequeño bacalao, un bebito llorón. —Me burlé, tapando la botella y guardándomela en el bolso antes de alejarme de ese pirata. —Agh, ustedes no sirven de nada, solo me hacen perder mi tiempo. Sigan pudriéndose en estas celdas, idiotas. —Dije antes de que el guardia me abriera para dejarme salir, cuando lo hice acomodé mi cabello mientras me marchaba sin siquiera mirar atrás.
Algo muy raro está pasando, pensé, y no voy a detenerme hasta descubrir qué es.
Alex.
Era otro hermoso día en este reino tranquilo, en donde nada malo pasaba, pero no había olvidado las palabras de la pelirroja, teníamos mucho de que hablar… aunque no podría ser hoy porque tenía clases de etiqueta y demás, pero antes de ir debía aprovechar mi tiempo libre.
Tal y como Dizzy me lo había pedido, había ido a buscar el libro que mamá había escondido en la caja en el sótano, pero sabía que era peligroso leerlo en el castillo así que lo guardé en mi bolso para finalmente salir de mi hogar y empezar a caminar por los jardines del enorme palacio, ya que estaba segura de que allí nadie me molestaría.
Me senté debajo de un enorme árbol y estaba a punto de sacar el libro cuando escuché el ‘click’ que solo podía significar una cosa… Miré a mi alrededor para encontrarme con uno de esos molestos paparazzis, escondido entre los arbustos, por lo que me incorporé dispuesta a marcharme hacia otro lugar pero cuando quise darme cuenta de lo que sucedía me encontraba rodeada de la prensa que me sacaban miles de fotos mientras hacían miles de preguntas.
— ¡Princesa Alex, princesa Alex! Ahora que es conocida como la princesa problemática, ¿va a asesinar a su prima? —Dijo una periodista.
— ¿Qué más ha hecho? ¡No todo en la vida de la princesa es color de rosa! —Escuché de repente.
— ¡Princesa Alex! ¿Qué más secretos oculta la familia real? —Oí de repente, intenté abrirme paso entre todas las personas pero eran demasiadas.
— ¿¡Va a volver a golpear a Audrey!? ¿Le va a dar su merecido? ¿La princesa problemática va a volver a atacar? —Cuestionó una de las tantas voces a mí alrededor.
— ¿El reino no estará a salvo a menos que la princesa problemática renuncie a su corona? —Escuché de repente, intenté cubrirme el rostro para evitar soportar esos malditos flashes de las cámaras pues no dejaban de sacarme fotografías.
— ¡Princesa Alex! ¡Princesa Alex! ¡Princesa Alex! —Traté de ignorarlos, pero eran demasiados y no podía huir ya que me tenían rodeada.
— ¡Oigan, ustedes! —Levanté la mirada al oír aquella voz familiar. — ¡Consíganse una vida, déjenla en paz! ¡No tienen permitido estar aquí, deben respetar la privacidad de la realeza! —Gritó la chica antes de empujar a todas las personas y tomar mi mano, protegiéndome de las cámaras para luego empezar a correr hacia un lugar seguro, la seguí y ella finalmente cerró la puerta, se encargó de hacer lo mismo con las cortinas mientras yo caminaba nerviosa de un lado a otro por toda la sala.
— ¡Déjenme sola, no los soporto! —Chillé mientras mis ojos se llenaban de lágrimas, me senté en el sofá y finalmente empecé a llorar. — ¡Están arruinando mi vida! ¡No quiero esto, jamás lo quise!
—No llores, linda, no…—La mejor diseñadora de Auradon se sentó a mi lado para abrazarme y secarme las lágrimas. —Nadie quiere esto, lo entiendo, es difícil pero lo superarás, aprenderás a ignorarlos…
— ¡Dijeron cosas horribles de mí! ¡No me conocen, no realmente! ¿¡Cómo se atreven!? ¡No soporto esto, es demasiada presión! ¡No quiero ser perfecta todo el tiempo, es imposible! —Sollocé.
—La gente siempre hablará mal de ti por ser una figura pública, es horrendo, pero tienes que aprender a ignorar las críticas, pequeña. —Murmuró Evie en mi oído. —Tienes suerte de que te rescatara pero no tienes que esperar a que nadie te salve, una princesa no debe esperar a que nadie haga eso por ella. La vida va a enseñarte que hay batallas en las que estarás sola y si no te defiendes por tí misma... entonces perderás.
—Mamá dice que las princesas deben comportarse adecuadamente y jamás tocar una espada o insultar a alguien…—Susurré, haciendo una mueca.
— ¡Por todos los dioses de la moda! ¿¡Qué te enseña Mal hoy en día!? —Exclamó ella indignada, levantándose del sofá rápidamente, la miré confundida. —Eso no es lo que debes hacer. A tu edad, yo era una rebelde sin causa, vas a aprender a defenderte y a usar una espada... Puedes pedirle a Lonnie o a Jay que te entrenen, yo me encargo de Mal... O aún mejor, no le digamos nada. Será nuestro pequeño secreto. —Sonrió antes de guiñarme el ojo.
—Siempre pensé que ser princesa sería divertido, que solo debías preocuparte por usar vestidos bonitos y coronas hermosas, pero me equivoqué…—Admití entonces. —Ya no es divertido ser una princesa, no soporto tanta presión, todos quieren que sea perfecta y no lo soy, jamás lo seré.
—Suenas igual a tu madre, ella pasó por esto y no precisamente por exponer a Audrey en una fiesta. —Dijo mi “tía”, fruncí mi ceño.
— ¿Por qué lo dices? ¿Qué fue lo que hizo? —Inquirí, curiosa por saber más del pasado de la reina de Auradon.
—Ella perdió el control y casi ahorca a tu prima… dos veces, la segunda vez fue cuando descubrió que ella te había secuestrado —Respondió la madre de mi mejor amiga.
—Bueno, fue un placer hablar contigo, gracias por ayudarme, si me disculpas yo… Tengo algo que hacer. —Me levanté de mi asiento dispuesta a retirarme para arreglar los asuntos con la castaña pero la dueña de Evie´s 4 Heart me tomó del brazo para detenerme.
—No, te conozco perfectamente, eres igual de impulsiva que Mal y no voy a dejar que cometas los errores de tu madre, no. —Ella negó con la cabeza rápidamente. —Además, eres una princesa, tienes que dar el ejemplo.
— ¡Yo jamás quise ser una princesa! —Alcé la voz antes de soltarme de su agarre, dispuesta a retirarme de una vez por todas. —Voy a resolver las cosas a mi manera y ni tú ni nadie me va a detener.
— ¡Mal, de esto no puedes escapar! ¡Es tu maldita responsabilidad! ¡No puedes huir a la isla cada vez que las cosas se ponen difíciles! Yo…—Gritó la chica de cabello azul logrando que me volteara a mirarla, ella cubrió sus labios aunque ya era demasiado tarde porque ya lo había oído todo. —Mierda, hablé demasiado.
— ¿Por qué ella se iría a un lugar que no conoce? —Dudé, no me iría sin obtener todas las respuestas que necesitaba así que me senté en el sillón, esperando a que Evie hablara de una vez por todas.
—Sí lo conoce… Mal vivió allí durante dieciséis años hasta que vinimos al reino pero cuando la presión era demasiada ella regresaba allí porque en ese lugar no tenía responsabilidades, en la isla mi mejor amiga podía ser quien creía que estaba destinada a ser. —Dijo entonces.
— ¿Qué hay en ese lugar que está tan lejos de aquí? —Cuestioné.
—No puedo decirte eso... —Susurró unos segundos después. —Es que para mí también es difícil hablar sobre eso porque ya es parte de mi pasado.
—Agh, está bien, no me lo digas. Se lo preguntaré a Carlos o a Jay, de seguro ellos sí podrán darme una respuesta. —Suspiré hondo antes de acomodar mi cabello, entonces se me ocurrió una idea. — ¿Esa isla tiene algo que ver con la caja que mamá guarda en el sótano donde hay cosas viejas?
—Tal vez pero no le digas a Mal que yo te dije esto, me mataría porque no me incumbe contarte esto, Alex…—Exclamó la chica de cabello azul.
—Cuéntame más sobre su pasado, por favor, a mamá no le gusta que le pregunte y en serio quiero saber más—Supliqué mirándola atentamente.
—Ella solía ir a un lugar llamado el Páramo, está frente al lago encantado, iba allí cuando necesitaba estar sola sin que nadie la molestara. —Murmuró. —A Mal no le gusta mucho hablar sobre lo que pasó hace años…
—Sigo sin entender por qué, es decir, ¿qué más pasó? ¿Qué es más grave que tratar de asesinar a su sobrina dos veces? —Inquirí, realmente esperaba que ella tuviera una respuesta para darme.
—Voy a ser totalmente sincera contigo: no sé por qué a la reina no le gusta contar cosas del pasado, entiendo que no quiera decirte todas las cosas malas que hizo porque no está orgullosa de eso pero no comprendo porque no quiere contarte acerca de nuestras aventuras… —Admitió la madre de mi mejor amiga. —Supongo que quiere protegerte, linda, así que tienes que respetar su decisión. Estoy segura de que cuando esté lista ella va a contarte todo lo que le preguntes.
Mamá, ¿qué es tan terrible que no quieres hablar de ello? Pensé.
¿Cuál es el gran secreto que esconde la reina de Auradon?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro