Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 34

Dizzy.

  No podía creer que finalmente había llegado el día de la coronación de Audrey, a pesar de que la princesa de Auradon había intentado retrasar este evento durante mucho tiempo, pero el momento había llegado.

 Y lo peor de todo esto era que me había jurado a mí misma que no asistiría a esta farsa, pero sin embargo había venido al castillo en el que la familia real se estaba preparando.

  Subí las escaleras hacia el segundo piso y empecé a caminar por el pasillo.

 Esta es mi última oportunidad para detener esta locura y la aprovecharé, pensé.

Audrey.

  Me miré en el espejo mientras peinaba mi cabello y sonreí, victoriosa.

 Por fin seré reina y nada ni nadie podrá evitarlo.

  Empecé a retocar mi maquillaje cuando escuché unos golpes en la puerta y suspiré hondo pero sin embargo los ignoré.

 Ver a la próxima gobernante de Auradon antes de que sea coronada es de mala suerte, pensé.

—Este es el día que he estado esperando durante toda mi vida, es el día perfecto para que comience una nueva era en el reino. —Mencioné, ignorando a la persona que seguía golpeando la puerta hasta que me alejé del espejo para ir a gritarle que se marchara, pero antes de que pudiera abrir la puerta; ella lo hizo por mí. — ¿¡Quién mierda se atreve a molestar a la reina en...!?—Alcé la voz y me quedé shockeada.

  La hija de Drizella era la última persona que esperaba que viniera a verme, y lo peor de todo era que estábamos demasiado cerca.

—Aún no eres reina por si no lo recuerdas. —Replicó la pelirroja, que lucía hermosa en ese vestido.

—Dizzy...—Susurré y no pude evitar mirar sus labios, me moría de ganas de besarla pero sabía que eso sería mostrar debilidad y no lo haría, así que retrocedí torpemente. — ¿Qué estás haciendo aquí? No esperaba tu visita, es decir, ni siquiera he terminado de prepararme. —Musité, intentando controlar mi nerviosismo, empecé a jugar con uno de mis brazaletes para disimular mis sentimientos.

—Yo tampoco planeaba venir pero debo intentar parar esta locura por última vez. —Admitió ella, lamentablemente me conocía y sabía que se había dado cuenta de lo nerviosa que me ponía, pero no pude evitar reír.

—Ay mi pequeña malvad... digo, Dizzy—Me corregí rápidamente. —Me subestimas tanto, creí que me conocías.

—Yo pensaba lo mismo, ¿sabes?—Ella alzó una ceja. —Creí que el amor que supuestamente sentías por mi era tan fuerte que podría impedir que te salgas con la tuya, pero veo que me equivoqué. —Sollozó y me sentí la peor persona del mundo por hacerla sufrir tanto.

 Me volteé y cerré los ojos con fuerza para evitar llorar, no quería mostrarle que seguía siendo débil por ella, que la seguía amando; pero el poder era más fuerte que el amor.

— ¿Ves? Ni siquiera puedes mirarme a los ojos porque sabes que tengo razón. —Me recriminó la nieta de lady Tremaine. —Eres una egoísta, solo te importa obtener ese estúpido título para hacer el mal.

  Jamás le diré que ella está en lo correcto, no ahora que estaba a punto de conseguir todo lo que siempre había querido tener.

—Sé que uno no puede elegir de quien enamorarse pero te juro que voy a luchar para arrancarme este dolor al que llamaba amor para que veas que si es posible.—Prosiguió la pelirroja, entonces suspiré hondo y abrí los ojos para girarme a observarla, acercándome un poco.

—Aunque logres dejar de amarme quiero que sepas que yo no lo haré, que a pesar de que sea egoísta de mierda como dijiste también soy una persona que nunca creyó que iba a encontrar a alguien a quien amar hasta que te encontré a ti. —Afirmé con los ojos llorosos.

— ¿Por qué quieres seguir con esto?—Cuestionó mi pequeña malvadita, estábamos bastante cerca. —Te juro que si decides parar todo esto, tal vez sea capaz de olvidar que todo esto pasó pero si no lo haces tendrás que olvidarte de mí para siempre.

—Mi propósito en la vida siempre fue ser reina y ahora que estoy a punto de conseguirlo no daré marcha atrás. —Sentencié. —Te aseguro que dejaré de amarte aunque me cueste la vida, sé que tú harás lo mismo.

—Supongo que esta es la despedida...—Murmuró Dizzy, observándome atentamente.

—Creo que sí...—Afirmé, encogiéndome de hombros, sin dejar de mirar sus labios. No pude resistirlo más y la besé dulcemente, gesto que ella correspondió por unos segundos, pero luego nos separamos y la sobrina de Anastasia se marchó sin decir ni una palabra más. Cerré la puerta para ahora recargarme sobre la misma, entonces dejé que las lágrimas descendieran por mis mejillas.

Alex.

 Suspiré hondo mientras miraba por la ventana de mi habitación, pensando en lo mucho que extrañaba a mamá, pero hoy no podía escaparme a verla porque era un día muy importante para la insoportable de mi prima –además de que Jane me había dicho que era muy peligroso ya que Ariana sabía dónde estaba escondida la reina de Auradon– y estaba lista para asistir a esa maldita ceremonia.

— ¿Otra vez estás tratando de escapar, princesa? —Me sobresalté al escuchar la voz del consejero real detrás de mí y me volteé rápidamente.

—Lumiere, no hagas eso, casi me matas del susto. —Le recriminé entonces. —No quiero que esto suceda, no apruebo que esa maldita se salga con la suya. —Me quejé, cruzándome de brazos.

— ¿Te digo un secreto? —El hombre se me acercó aún más. —Yo tampoco lo apruebo, pero huir solo empeorará las cosas.

—No veo como esto pueda ser peor...—Repliqué para luego morder mi labio inferior.

—El rey y Jace ya están listos, te están esperando abajo, el vehículo real ya ha llegado para llevarlos a la iglesia. —Informó Lumiere, asentí con la cabeza y acomodé mi cabello.

—Esto no se va a quedar así, yo voy a recuperar lo que me pertenece. —Aseguré, apretando los puños.

—Si tú lo dices... —Murmuró él, me miró. —Vamos, tu padre y tu hermano te están esperando...—Me apresuró, entonces empecé a caminar hacia la puerta de mi habitación.

—Esta familia se está desmoronando a cada segundo...—Me lamenté antes de salir de la misma y bajar las escaleras, salí de mi hogar para ahora entrar a la limusina con banderas, cerré la puerta y Jaime empezó a conducir hacia nuestro destino.

[...]

— ¿Todavía quieres hacer esto? —Susurró el pequeño príncipe.

—Si es la única manera de detener esta locura, sí. —Afirmé, seria.

—Soñé con mamá... —Admitió Jace, en ese momento el vehículo se detuvo.

—Creo que no es un buen momento para hablar de esto. —Hice una mueca antes de que Jaime nos abriera la puerta, bajé junto con mi familia y entramos a la iglesia para luego empezar a caminar hacia nuestros respectivos lugares.

—Estas hermosa, cariño...—Comentó papá mirándome, pero seguía molesta con él.

—Tus halagos no me van a convencer, no voy a perdonarte por lo que hiciste. —Mencioné rápidamente.

—Hija...—Empezó el rey de Auradon, pero no quería escuchar sus excusas.

—No quiero oírte, ya dijiste demasiado. —Lo interrumpí, entonces la música empezó a sonar e hice una mueca al oír la voz de Lumiere presentando a mi prima, las puertas se abrieron y ella empezó a avanzar hacia el frente mientras todos los demás se inclinaban ante la castaña.

—Agh, me voy a enfermar, mamá estaría tan decepcionada y furiosa. —Mascullé, haciendo una mueca.

—Alex, no empieces. —Me advirtió papá, mirándome de reojo.

—Solo digo la verdad. —Me excusé antes de dirigir mi mirada hacia los invitados, noté que los mejores amigos de mamá, sus parejas y sus hijos –a excepción de Uma, Dylan y Azul que se habían marchado y nadie sabía si iban a regresar– se encontraban en las primeras filas, completamente serios. Mis abuelos, mi tía y Felipe estaban en la primera fila, mientras que los Tremaine estaban un poco más alejados; serios.

  Esta arpía no se merece este nuevo título.

 El hada madrina se acercó hacia nosotros y miré de reojo a la varita que se encontraba en la cúpula a tan solo unos metros de mí, la mujer hizo una reverencia ante mi hermano, luego ante mí y finalmente ante papá. Se acercó hacia donde estaba la corona que le pertenecía a mamá y la tomó cuando Audrey llegó al frente y se arrodilló ante nosotros.

  Esa corona no le pertenece, pensé, larga vida a la verdadera reina de Auradon.

 Papá le entregó su artefacto mágico a la madre de Jane.

  Busqué a sus amigos con la mirada y al encontrarlos, asentí con la cabeza disimuladamente para que ellos supieran que debían prepararse. Miré de reojo a Jace y noté que él se me acercó y abrió su boca para hablarme, pero llevé un dedo a mis labios para indicarle que se callara y me siguiera. Aprovechando que todos estaban concentrados en el discurso que daba el hada madrina, logramos escabullirnos entre el público sin que nadie se diera cuenta.

— ¿Juras solemnemente gobernar el pueblo de Auradon con justicia y piedad durante todo tu reinado? —Oí aquella pregunta y me apresuré a caminar hacia las últimas filas, en donde sabía que el pequeño guerrero nos esperaba. Noté que Jaz, Lucas y Sofía estaban cada vez más cerca de mí.

—Lo juro solemnemente. —Accedió Audrey.

 Cuando los cinco llegamos al punto de encuentro, sonreímos al ver a Mike, quien tenía un arco en sus manos y un carcaj con flechas en su espalda; nos entregó nuestras armas y no pude evitar sonreír.

—Detengamos esta farsa. —Murmuré mientras tomaba una flecha y la colocaba en el arco, miré a mis amigos, esperando el momento perfecto.

—Entonces con mucho honor y mucha alegría te nombraré nuestra reina. —Anunció el hada madrina, tocándole los hombros y la cabeza con la varita, la mujer procedió a colocarle la corona pero antes de que pudiera hacerlo; le hice una señal a los demás para que me siguieran y corrí hacia el medio del pasillo para ahora disparar la flecha, que se clavó en la pared junto con la corona.

 Inmediatamente, todos nos miraron.

— ¡Yo soy Alex, soy la primogénita descendiente del rey Ben y la reina Mal, la princesa heredera al trono de Auradon; y ahora mi reino voy a defender! —Alcé la voz, tomé otra flecha para ahora dispararle a uno de los vitrales familiares que estaba en una de las ventanas de la iglesia.

— ¿¡Qué demonios significa esto, chiquita entrometida!? —Chilló mi prima, apretando los puños.

—No deberías decirle entrometida a una chica que tiene un arco...—Mencioné antes de dispararle a otra ventana que estaba cerca de ella.

—Hija...—El rey de Auradon empezó a caminar hacia mí pero lo fulminé con la mirada.

— ¡Tú no te metas! —Gruñí antes de lanzarle una flecha hacia el suelo para impedir que siguiera avanzando, lo cual funcionó porque él inmediatamente retrocedió. —Estoy cansada de fingir que todo esto es normal...

—Esto no está bien. —Escuché la voz de la chica de cabello azul, que se encontraba junto a Doug en la primera fila.

—Claro que no está bien pero estoy aquí para encargarme de que todo vuelva a ser normal. —Dije rápidamente.

—Y habla de normalidad la princesa problemática...—Comentó la castaña con un tono burlón.

— ¡Nadie se mete con nuestra mejor amiga! —Gritaron al unísono Jazmín, Lucas, Sofía y Mike –que se encontraban a mis costados para cuidarme– antes de dispararle flechas, Audrey inmediatamente empezó a gritar antes de correr a ocultarse detrás de papá para protegerse a sí misma como la perra egoísta que era. Ella sabía que no éramos capaces de lastimar al rey, a pesar de que tomara decisiones realmente estúpidas.

—Unos mocosos no van a arruinar todo lo que he conseguido. —Gruñó mi odiosa familiar.

— ¿Quieres la corona? Ve a buscarla y quédatela. —Dije, alzando una ceja. Mi prima sonrió y se volteó para buscar esa tiara. —Pero si crees que podrás reemplazar a mi madre déjame decirte que yo nunca viviría bajo el mismo techo que tú. —Añadí y en cuanto estuvo a punto de colocarse la corona, tomé una flecha, la coloqué en el arco y disparé; clavándola nuevamente a la pared junto con la corona.

— ¿En serio crees que tú sola podrás contra mí? —Audrey alzó una ceja, mirándome incrédula, para luego soltar una carcajada. —Que estupidez.

—Claro que sí, no voy a aceptar que una asesina se convierta en reina. —Exclamé, se estaba buscando que la matara y yo sabía que era capaz de hacerlo, ya que al fin y al cabo ella se lo merecía.

—Ahora sí se fue a la mierda...—Dijo Carlos, volteé a verlo frunciendo mi ceño.

—Silencio, quiero escuchar. —Fue su mejor amigo quien lo golpeó en el brazo.

—Eso ya lo sabías, idiota. —Replicó la madre de mi mejor amiga, acomodé mi cabello y me concentré en la maldita que tenía a tan solo unos metros de mí.

—En esta familia no toleramos las traiciones, así no es como nosotros funcionamos, ¿no es así, hermanito? —Dije, esperando a que el pequeño príncipe me diera la razón pero en lugar de eso él se quitó el carcaj y arrojó el arco lejos en señal de rendición. Lo miré incrédula.

—Soñé con mamá, ella me dijo que no debíamos hacer esto, que teníamos que aceptar esta nueva era y no recurrir a la violencia y...—Se excusó, negué con la cabeza.

— ¡No empieces con eso! ¡Eres una pieza más de su juego! ¡Eres mi hermano! ¡No puedes traicionarme! —Lo interrumpí, indignada. — ¡Poder del anillo! —Grité alzando mi mano.

—Eso solo funciona con tu mejor amiga, estúpida...—Me recriminó Jace.

— ¿¡Cómo te atreves a hacerme esto, enano!? ¡Tenemos que estar unidos para derrotar a esta princesita primorosa insoportable! —Mencioné, señalándola. — ¡No te conviertas en el príncipe del drama! —Dicho esto, lo empujé.

— ¡No me llames así! —Me gritó él.

— ¡Ya es suficiente! —Intervino la dueña de Evie's 4 Hearts, acercándose a nosotros junto a Jay, Carlos y Jane.

— ¡No puedo creer que se atrevieran a hacer algo como esto! —El chico de cabello blanco y negro negó con la cabeza, lucía decepcionado.

— ¡Y que no me avisaran! –Añadió el papá de Mike.

— ¡Jay! —Lo regañaron sus mejores amigos, mirándolo con desaprobación.

—Niños, estoy muy decepcionada de ustedes. —Empezó la descendiente del hada madrina. —Pero no se preocupe, su Alteza, porque no voy a dejar que ellos arruinen su gran día. Esto se termina ahora mismo. —Prosiguió para luego hacer una reverencia ante Audrey y sonreírle falsamente.

— ¿Qué quieres decir con eso? —Cuestioné confundida, la vi sacar su varita y moverla mientras que recitaba un hechizo, entonces una nube de humo celeste rodeó a Evie; Jay, Carlos, a sus descendientes y a mi hermano y a mí, cuando el mismo se dispersó pude notar que estábamos en el hogar de Sofía.

  Y por la manera en la que los tres adultos nos miraban, supe que estábamos metidos en un gran problema.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro