Capitulo 31
Dizzy.
Corrí a mi hogar lo más rápido que pude y entré a mi habitación por la ventana, suspiré hondo mientras no podía dejar de llorar.
Algo se había roto en mi interior al oír aquellas malditas palabras que no podía ni repetir.
Se terminó la Dizzy que todos conocían, se terminó.
Corrí a mi armario para buscar aquella ropa negra de cuero que usaba antes, cuando lo único que deseaba hacer era vengarme de los hijos de villanos por haberme dejado sola cuando más lo necesitaba y me quité la que llevaba puesta para ahora colocarme la vieja.
Aunque salga el sol, dentro de mí todo es gris, pensé mientras me desataba el cabello.
Me miré al espejo y respiré hondo, me quité las lágrimas con brusquedad y me obligué a mí misma a serenarme, entonces me apresuré a quitarme el maquillaje de tonos cálidos que solía usar; decidida a cambiarlos por unos oscuros.
Ya basta de miradas que mienten bondad, porque en mis tiernos ojos solo hay oscuridad, pensé mientras empezaba a delinearme los ojos.
Era verdad que no tenía la mejor relación con Danielle, la mayoría del tiempo nos la habíamos pasado discutiendo porque ella jamás había tenido buenas intenciones, pero a pesar de eso... Era mi familia.
Ya no hay claroscuro, solo oscuridad.
Me pinté los labios con un labial oscuro y observé mi reflejo en el espejo, sonreí.
— ¿Qué hay de malo en ser mala cuando el mundo está mal? —Susurré al finalizar con mi cambio de look, tomé mi bolso y salí por la ventana de mi cuarto, decidida a vengarme.
Esa chica que solía temerle al más allá, a todo lo relacionado con lo vudú, ya no está más, pensé, ahora Ariana va a ver por qué nadie se mete con una Tremaine.
[...]
Entré al castillo de Ben y Mal por la ventana, pero maldije al darme cuenta de que me había equivocado de cuarto ya que había entrado en la sala y yo necesitaba desesperadamente encontrar a esa Perdida para matarla, era más que obvio que ella no pasearía por los rincones vestida como la reina de Auradon porque había logrado convencer a todos de que la chica de cabello morado estaba muerta.
Me volteé para marcharme pero antes de que pudiera hacerlo, oí una voz demasiado familiar.
— ¿Dizzy? ¿Qué estás haciendo aquí? —Inquirió Audrey, cerré los ojos con fuerza y me crucé de brazos, ignorándola. — ¿Por qué estás vestida así? Tú ya no usas esta ropa, a menos que... te cambies de bando.
No dije ni una sola palabra, simplemente me quedé allí parada.
— ¿No me vas a decir nada? —Dudó ella, oí el sonido de sus tacones acercándose a mí, no pude evitar ponerme a llorar nuevamente porque toda esta situación era insoportable; así que me volteé lentamente. —Mi amor, ¿por qué estás llorando? —Susurró al verme así, quiso tocarme pero golpeé su mano antes de que pudiera colocarme un solo dedo encima.
— ¡No me toques! —Gruñí, ella era la última persona con la que esperaba encontrarme.
— ¿Qué te pasa? ¿Por qué me tratas así? —La castaña parecía realmente desconcertada, mientras sentía como el maquillaje se me corría a medida que las lágrimas descendían por mis mejillas.
— ¿Acaso no te enteraste? —Mencioné, mirándola con odio, aunque estaba segura de que ella lo sabía. —La maldita con la que estas aliada asesinó a mi hermana.
— ¿De qué estas hablando? —Inquirió la hija de Aurora.
— ¡No te hagas la desentendida! ¡No me mientas más! ¡Lo sé todo! —Confesé, ya harta de ser engañada por la persona que amaba pero que había roto mi corazón. —No me interesa nada de lo que me digas, ninguna excusa servirá, no puedes negar que me fallaste otra vez.
—Mi amor tu sa... —Empezó ella, pero no tenía ganas de oírla.
— ¡Cállate! —La interrumpí, dolida. —No quiero escucharte, confié en ti por segunda vez y me usaste de nuevo. ¿¡Cuánto pensaste que iba a durar esta farsa!? ¡No puedo creer que arruinaste todo lo que teníamos solo para conseguir un nuevo título! Debí haberlo sabido, debiste haberlo sabido, debimos haber sabido que amarte tuvo consecuencias... —Le recriminé.
—Mi pequeña malvadita, yo te juro que no quise... —Insistió Audrey, negué con la cabeza.
— ¡Silencio!, no quiero oírte, no quiero casarme contigo; lo único que quiero de ti es que me digas dónde demonios está esa perra para poder vengarme de una vez por todas, le voy a enseñar que se metió con la familia equivocada. —Mencioné con rencor para luego quitarme el anillo de compromiso, se lo di para acto seguido secarme las lágrimas. — ¡Dímelo de una maldita vez! No tengo todo el día, por una vez en tu vida sé sincera conmigo.
—No, Dizzy, no puedes ir; te lastimará. —Murmuró, observando el anillo que acababa de entregarle, entonces me miró. —No me dejes, te necesito, no quiero perderte.
— ¿Perderme? —Repetí, alzando una ceja. Esta chica jamás dejaba de sorprenderme, no se cansaba de decepcionarme. — ¡Debiste haberlo pensado mejor antes de engañarme por años!
— No puedes abandonarme, necesito que me salves de mis demonios...—Suplicó la castaña.
— ¡Eres una perra egoísta! ¡Ni siquiera te preocupas por mí, lo único que te interesa es que te rescate pero no lo haré porque no te lo mereces! —Exclamé harta, entonces le di una bofetada, que definitivamente se la merecía. —No me vuelvas a buscar, no quiero volver a saber nada de ti, lo nuestro se terminó para siempre. —Afirmé, me di la vuelta y me marché, tenía que regresar a mi hogar para contarle a mi tía y a mis primos lo que había sucedido con Danielle.
Jane.
Suspiré hondo mientras pasaba mis manos por mi rostro, caminando de un lado a otro por el Páramo, me ponía nerviosa que la reina de Auradon estuviera perdiendo la cordura.
—El dragón es autodestrucción, el dragón es autodestrucción, el dragón es autodestrucción, el dragón es autodestrucción...—Era lo único que repetía Mal desde hace tres horas, ella estaba sentada en posición fetal, temblando; con los ojos llorosos.
Y la verdad es que me inquietaba verla así –no había dejado de repetir aquella frase desde que había llegado para cuidarla y ella estaba en una especie de shock, sentada en la misma posición en la que estaba ahora, a unos metros del cuerpo sin vida de la hija malvada de Drizella–; lo único que pude lograr fue que ingresara nuevamente al Páramo, en donde estaba protegida por el hechizo que había hecho con Uma hace un tiempo.
—Solo espero que Dizzy llegue pronto, esta chica me está asustando...—Murmuré, mirando de reojo a la ojiverde que estaba sentada en el suelo. —En este preciso momento, desearía poder traer a Evie, Jay y Carlos, de seguro ellos sabrán que hacer...
— ¡No, no, no! —Me sobresalté al oír la voz de Mal, que acababa de reaccionar, me miró con miedo. —No... Eso es muy peligroso, ella volverá... regresará para deshacerse de mí. —Susurró, observando a su alrededor con desconfianza.
—Mírame. —Supliqué, sentándome a su lado y tomando su mentón con delicadeza para que me observara. —Yo no voy a dejar que nada te pase, ¿si? Estas a salvo aquí, ella no puede entrar y cualquier hechizo que haga, no te afectará si te quedas aquí. Ya no estás sola, ¿si, M? —Murmuré, tomando su mano y entrelazando nuestros dedos, entonces la descendiente de Stefan empezó a llorar; la abracé con fuerza y ella me correspondió, unos segundos más tarde se separó.
—Todo esto es por mí, debí haberme muerto en esa maldita dimensión, al menos así ustedes estarían a salvo...—Sollozó la reina, se me partió el alma al verla tan rota, sin duda alguna no merecía haber pasado por tanto sufrimiento.
—Si no te ha asesinado antes, es porque aún te necesita para algo... —Intenté consolarla.
—Sí, para acabar con Auradon... —Replicó Mal, sequé sus lágrimas lentamente.
— ¿Es por eso que estuviste diciendo "el dragón es autodestrucción" sin parar desde hace tres horas? —Cuestioné, realmente quería hacerla entender que estaba dando todo de mí para comprenderla, la vi asentir con la cabeza.
—Tengo miedo de que ella te lastime si es que vuelve, o a Alex... —Admitió la ojiverde, bajando la mirada. —No, no, no; mi princesita no puede venir, me dolerá no tener contacto con ella por unos días pero será lo mejor para ambas...—Murmuró, negando con la cabeza.
—No me va a hacer nada porque no creo que se atreva a regresar, no te preocupes por tu hija porque me encargaré de hacerle entender que ya no debe venir hasta que todo se calme. —Dije entonces, me incorporé para tomar una botella de agua de las miles de bolsas de suministros que habían traído Doug y Evie hace tiempo para que su mejor amiga pudiera sobrevivir aquí sin problemas y se la pasé, ella la abrió y bebió un sorbo.
—He estado sola por doce años, puedo soportar unos días más... ¿no? —Mal me observó, haciendo pucheros.
—Tú puedes soportar todo, vas a salir de esta, por algo eres la mejor reina que Auradon ha tenido... —Dije, logrando sacarle una sonrisa. —Ah, casi lo olvido, te tengo una sorpresa para que no te aburras mientras yo no esté y para que estés un poquito más feliz. —Añadí.
— ¿Me trajiste fresas? —Sugirió, noté como se le iluminaron los ojos por la emoción y me pareció lo más tierno del mundo.
—Eh no... —Hice una mueca, la chica de cabello morado me miró con decepción y eso solo me dio ganas de cumplir todos sus deseos. —Pero eso se puede arreglar, aunque yo me refería a otra sorpresa. —Añadí rápidamente, saqué mi varita y la agité, entonces se materializó un recipiente llenas de fresas.
—Extraño poder hacer magia, no puedo ni concentrarme lo suficiente para lograr cambiarme de ropa con magia, ¡y eso solía ser tan simple para mí! Agh, soy una deshonra... —La ojiverde hizo una mueca antes de tomar una fresa y llevarla a su boca, me miró cuando terminó de comerla. — ¿Cuál es la otra sorpresa? —Inquirió, curiosa.
—Tu hermana vendrá a cuidarte...—Anuncié feliz.
— ¿¡Qué!? ¿¡Veré a Aurora!? —Alzó la voz, sorprendida. —Eres la mejor, gracias, te adoro; en serio, gracias, no sabes lo mucho que significa para mí que me dejes verla...—Habló rápidamente antes de rodearme con sus brazos, cuyo gesto correspondí, se separó sin dejar de sonreír.
—No tienes nada que agradecer, sé que pasar todo el día aquí encerrada puede ser agobiante, por eso necesitas compañía ya que Dizzy y yo no podemos estar todo el día contigo...—Comenté, acomodé mi cabello. —Extrañaba verte tan feliz...—Admití al verla tan contenta.
— ¿Cuándo vendrá? —Preguntó Mal, tomando dos fresas más y llevándoselas a la boca.
—No lo sé aún, supongo que Evie, Jay y Carlos quieren venir también pero se la pasan discutiendo para saber quién vendrá primero así que decidí que sería mejor que viniera Aurora...—Respondí simplemente, encogiéndome de hombros.
—Esos tres siempre están peleando últimamente, ¿no? —La tía de Audrey me observó alzando una ceja.
—Lamentablemente sí, supongo que es porque los estresa no poder verte... Pero puedo hacer algo para solucionar eso si quieres. —Sugerí.
— ¡No, no, no! —Ella negó con la cabeza rápidamente. —No quiero que me vean así, estoy tan desarreglada, tan perdida; no quiero darles una mala impresión. Será mejor esperar a que me sienta completamente bien, yo te avisare cuando esté lista. —Explicó entonces, sus palabras tenían sentido.
—Ay pero si Carlos ya te vio cuando estabas peor...—Repliqué, jugando con un mechón de mi cabello.
— ¿¡Qué!? —La verdadera reina de Auradon me miró, sorprendida ante esta noticia inesperada.
—Ups... —Arrugué la nariz, sabiendo que había hablado demasiado. —Te juro que yo no sabía que estaba aquí, me enteré más tarde. —Me apresuré a aclarar.
— ¿Por qué él no hizo nada más que mirarme? ¿Por qué no se acercó a abrazarme, a alentarme? —Cuestionó, su tono de voz denotaba inseguridad. — ¿Acaso ya no le importo tanto como antes?
—No, no, nada de eso; él estaba mirando desde afuera, no se atrevió a entrar porque Uma estaba aquí y sabía que ella lo regañaría por desobedecerla. El amor de mi vida vino a verte el día en que te sacamos de esa maldita dimensión. —Comenté, tomando su mano y apretándola para darle la confianza que era más que obvio que había perdido.
— ¿Me estás diciendo que mis mejores amigos se rebajaron a seguir las órdenes de Camaroncito? —Musitó, incrédula. — ¿¡De qué mierda me perdí!?
—Tienes que entender que de no ser por ella, seguirías en el Upside Down. —La miré, esperando a que la ojiverde comprendiera que la hija de Úrsula ya no era la misma.
—No, Dizzy insistió en sacarme. —Replicó la descendiente de Maléfica.
—No M, así no fueron las cosas. —Negué con la cabeza. —Uma siempre supo la verdad y fue ella quien tomó la iniciativa, quiso advertirnos hace años pero no la escuchamos porque estábamos hechizados, hasta se fue a la isla para conseguir los planos para hacer la máquina que te trajo aquí y nos despertó a todos. La única manera de que regresaras era haciendo todo lo que la chica de cabello turquesa nos pedía.
— ¿Ah sí? —Me observó, alzando una ceja. —Pues de haber sido así, me lo habría reprochado en cada oportunidad que tuviera.
—De seguro lo hizo...—Afirmé, tomé una fresa y me la comí, recibiendo una mirada desaprobatoria de parte de la reina.
—Claro que... —Empezó, pero luego bufó. —Ay, mierda, no debí haberle dicho que seguía siendo mi enemiga ni todas esas cosas horrendas que le dije. Que tonta fui, tengo que pedirle disculpas...—Admitió, sonaba bastante arrepentida.
—Creo que eso no va a ser posible...—Mascullé, arrugando la nariz.
— ¿Por qué no? —La chica de cabello morado lucía bastante desconcertada.
—Dizzy me dijo que Uma le contó que después de la pelea que tuvo contigo, ella y Dylan decidieron que se irán junto con su hija unos días porque Ariana la amenazó con que secuestraría a Azul si no le decía donde estabas tú...—Aclaré entonces.
— ¿Dylan? ¿El hijo de Ariel y Eric, el mismo chico que ella salvó? —Preguntó, asentí con la cabeza. —Sabía que terminarían juntos.
—Sí, pero mantuvieron en secreto su relación por un tiempo... Nos enteramos en... Bah, no importa dónde. —Comenté, restándole importancia a lo último con un gesto de mi mano.
— ¿Quién sabe cuántos secretos más nos está ocultando? —Susurró Mal, frunció su ceño. —Espera, ¿Uma no me delató? Eso es difícil de creer...
—Pues créelo porque es verdad. —Sentencié, seria.
— ¿Estas segura de que volverá pronto? —Inquirió, curiosa.
—Supongo que si, solo necesita estar a solas durante un tiempo, rodeada por sus seres queridos... —Me encogí de hombros. —Está molesta contigo y tus amigos porque no la valoran como deberían.
—Es que todo es tan distinto, aún así sé que eso no me da el derecho de tratarla como lo hice... —Mal sonaba realmente arrepentida. — ¿Y si la llamas? No creo que pueda esperar a que ella regrese para disculparme. —Dicho esto, se comió la última fresa.
—Uma no quiere ser encontrada, de lo contrario, nos habría dicho a donde se iría. Regresará cuando menos lo esperemos, así es ella. —Le guiñé el ojo.
— ¿No te preocupa saber que Ariana la empezará a buscar tarde o temprano? —Dudó la ojiverde.
—M, te preocupas mucho, la hija de Úrsula sabe cuidarse sola. —Aseguré, jamás habría imaginado que la mismísima descendiente de la emperatriz del mal se preocuparía por su archienemiga... O mejor dicho, ex archienemiga.
—Lo sé pero no quiero que ella pase por el mismo infierno que yo, solo es eso. —La reina de Auradon suspiró hondo.
—Ya no pienses en esas cosas, mejor descansa un poco, mañana te distraerás con tu hermana; ¿si? —Sugerí, ella asintió con la cabeza y besé su frente.
Mañana será otro día, pensé, cada vez estamos más cerca de que toda esta pesadilla termine de una vez por todas.
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