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Capitulo 18

  Pero antes de que diera un paso más, la hija del hada madrina me tomó de los hombros y me obligó a mirarla.

—Cariño, no es ella, tranquilo, respira hondo, no es ella. —Murmuró ella, pero yo estaba demasiado alterado como para prestarle atención.

—No, no, no, no puedo perderla de nuevo, no puedo, no lo soporto —Repetí, negando con la cabeza, verla así me había destrozado y solo quería protegerla de cualquier mal.

—Ya la perdiste hace tiempo —Replicó la descendiente de Úrsula.

— ¡Uma! —La regañó Jane.

— ¿Qué? —Ella nos miró y se encogió de hombros. —La verdad duele pero hay que aceptarla.

—No puedo perderla otra vez. —Susurré tratando de salir pero la chica de ojos azules me lo impidió nuevamente.

—No es ella, Carlos, nuestra Mal está bien. —Afirmó mi hadita, pero sabía que me estaba engañando.

—No me mientas en la cara, ¡la vi por ese espejo, estaba lastimada, tiene la misma mirada perdida de hace años! ¡No está bien, así que déjame hacer algo por mi hermana!—Le recriminé, odiaba que jugaran así conmigo, me dolía más el hecho de que fuera ella quien lo hiciera. Quise alejarme de ambas pero antes de que lo hiciera, la chica de cabello turquesa me dio una bofetada. — ¡Oye! ¿Por qué hiciste eso?

—Porque era la única manera de que dejaras de decir estupideces, y siendo completamente sincera, quería hacerlo porque te lo merecías. —Admitió entonces. — Si quieres hacer algo por Mal, entonces sigamos trabajando y te prometo que pronto estará con nosotros otra vez.

—Pero mi mejor amiga…—Empecé, señalando la salida del Páramo.

— ¡Te hemos dicho mil veces que no es ella, grandísimo idiota bueno para nada, ahora deja de espiarlos y vuelve a trabajar como el maldito esclavo de tu madre que solías ser hace años! —Intervino Dizzy, ya harta.

—Alguien necesita calmarse—Murmuré entonces antes de suspirar hondo y obedecerla.

Las chicas tienen razón, pensé, ella no es la verdadera Mal, solo tengo que concentrarme en encontrar a la verdadera.

Ben.

Volví a vestirme rápidamente mientras sentía como mi corazón se rompía en mil pedazos al ver a mi chica inconsciente en el suelo.

  Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras pensaba en lo que tenía que hacer.

¿¡Qué hago!? ¿¡Qué hago!? Pensé mientras me arrodillaba al lado de la ojiverde. ¡El beso de amor verdadero! ¡Eso siempre funciona!

  Suspiré hondo antes de unir mis labios con los suyos durante unos segundos, me separé lentamente, esperando a que ella despertara, pero me decepcioné cuando no lo hizo.

— ¿¡Por qué esto no funciona!? ¡Lo que Mal y yo tenemos es amor verdadero! —Me quejé y bufé. —Agh, Evie tenía razón cuando nos dijo que teníamos que dejar de vivir en un cuento de hadas. —Hice una mueca, entonces se me ocurrió otra idea, tomé mi celular rápidamente.

— ¿Ben? ¿Qué sucede? Si llamas para saber cómo están tus hijos, quiero informarte que están dormidos en sus habitaciones…—Habló el consejero real una vez que atendió la llamada.

—Lumiere... ¿Recuerdas que te dije que Mal no se sentía bien? —Suspiré hondo y esperé unos segundos antes de continuar, acomodé mi cabello. —Bueno, se desmayó…

— ¿¡Que la reina qué!? —Cuestionó el hombre, preocupado.

—No me hagas repetirlo, tienes que ayudarme…—Supliqué mientras miraba de reojo a la bella dama inconsciente que estaba a mi lado.

—Sé aconsejar a la realeza, no soy médico, Ben. —Replicó mi fiel consejero, lo cual solo logró que me desesperara más.

—Solo dile a Jaime que nos venga a buscar, ¿sí? —Ordené serio.

—Bien, y también llamaré a un médico—Accedió él antes de que cortara la llamada.

[…]

Cuando el chofer llegó, cargué al amor de mi vida en mis brazos para subirla a la limusina y finalmente me subí al vehículo mientras pensaba.

—Es que no entiendo por qué está tan rara, o sea, debe sentirse bastante mal para no comer frutillas. —Mencioné confundido.

—Eso es extraño en ella—Admitió Jaime mientras conducía de regreso a nuestro hogar.

—Tal vez se sienta mal por unos días, es decir no está embarazada, ella me lo habría dicho. —Insistí, encogiéndome de hombros.

No sabía qué le estaba pasando a mi chica pero realmente esperaba que no sea nada grave.

[…]

Al llegar al castillo, llevé a la chica de cabello morado a nuestra habitación y dejé que el médico que Lumiere había llamado la revisara, aunque desgraciadamente él me había pedido que esperara afuera.

  Así que estaba en la sala de estar, no podía dejar de caminar de un lado a otro, Lumiere me seguía; tratando de calmarme aunque era en vano.

—Ben, no es a mí a quien necesitas ahora mismo, diga lo que te diga; nada va a tranquilizarte. —Mencionó Lumiere antes de sentarse en el sofá. — ¿Por qué no llamas al hijo de Tontín? —Sugirió.

— ¡Eso es lo que tengo que hacer! ¡Eres un genio! —Dije entonces, deteniéndome y sacando mi celular para marcar su número. — ¡Doug! ¡No sabes cuanto te necesito ahora mismo!

—Ben, son las 11 de la noche, ¿qué pasa? —Murmuró mi mejor amigo cuanto contestó, algo extrañado porque jamás lo llamaba a esta hora.

— ¿Evie está contigo? —Cuestioné, dejándome caer en el sofá, junto a mi fiel consejero.

— ¡Princesa mía, ven un segundo, por favor! ¡Esto es importante!—Lo oí llamarla y escuché como la chica de cabello azul le respondía “¿Qué es más importante que diseñar ropa con mi hija?” aún así, unos segundos después, él prosiguió—: Ya está aquí, ¿te pongo en altavoz?

—Sí...

—Ben, ¿qué pasa? Me interrumpiste cuando estaba trabajando, ¿¡sabes que la inspiración para hacer atuendos no me llega a cualquier hora!? Más te vale que sea importante. —Habló mi consejera de la isla. —Es tarde, creí que estarías en tu cita con Mal y no volverían hasta mañana.

—Ese era el plan pero ella se desmayó, me siento muy culpable porque me advirtió que se sentía mal pero aún así le dije que para despejarse lo mejor sería que saliéramos y le pasó eso, no quise escucharla. —Bajé la mirada mientras la culpa me carcomía.

— ¿¡Qué!? —Gritó la feliz pareja que vivía al lado, suspiré.

—Me dijo que se sentía débil y estaba mareada, estaba pálida y en medio de la cita perdió la consciencia, ¿creen que sea una enfermedad? —Inquirí

— ¿No estará embarazada otra vez? —Sugirió Evie, evaluando todas las posibilidades.

— ¿Por qué todos piensan eso? —Me quejé, negué con la cabeza a pesar de que sabía de que mis amigos no podían verme. —No, se lo pregunté y lo negó, pero estaba rara en la cita.

— ¿Rara? —Repitió el hijo de Tontín.

—No comió ninguna frutilla, no se rió de mis chistes de llevarla a algún lado y no me dijo nada sobre mis shorts con coronas. —Expliqué rápidamente.

—Eso sí es extraño, es como si no fuera ella. —Mencionó la chica de cabello azul.

—Ay E, no seas ridícula, sé perfectamente con quien me casé. —Repliqué entonces.

— ¿Qué hay del beso del amor verdadero? Todos sabemos que eso siempre funciona, ¿lo has intentado? —Preguntó Doug.

—Por todos los dioses de la moda, no seas tontito, eso anula hechizos, no enfermedades. Tienes que dejar de vivir en un cuento de hadas. —Habló su esposa, entonces me levanté al oír como el doctor acababa de entrar a la sala de estar, me levanté inmediatamente.

—No me están ayudando, chicos. Debo irme, el médico acaba de terminar de revisar a mi reina, los llamaré mañana. —Dije rápidamente antes de cortar la llamada. —Doctor, ¿qué le sucede a mi chica?

Evie.

Suspiré hondo cuando nuestro vecino cortó la llamada y bajé la mirada, me dolía mentirle. Odiaba que estuviera sufriendo, viviendo en una mentira, cuando yo sabía la verdad pero no podía decírsela porque era muy peligroso.

  Me volteé para regresar a la habitación en donde Sofía me esperaba para seguir haciendo la nueva ropa para la chica de cabello morado pero antes de que pudiera marcharme, mi chico me tomó del brazo suavemente y me hizo voltearme.

—Amor, ¿que está pasando? Estas rara hace días. —Murmuró él, sabía que estaba preocupado por mí y tener que engañarlo para mantenerlo a salvo me estaba destrozando.

—No puedo más, no puedo seguir mintiéndote, no lo soporto. Quise ser fuerte por ambos, por nuestra hija, pero no puedo más. —Dicho esto, no pude seguir evitando que las lágrimas cayeran por mis mejillas y en ese instante él me abrazó.

—Sabes que puedes contarme lo que sea... —Afirmó antes de llevarme hacia el sillón, en donde nos sentamos, suspiré hondo.

—Mal no es Mal.—Admití rápidamente.

— ¿Qué? ¿Cómo que no? —Dudó mi enanito especial, secó mis lágrimas lentamente.

—No lo es, reconozco a mi mejor amiga y la que vive al lado no lo es. —Exclamé seria.

— ¿Te das cuenta de que esto no tiene sentido? —Susurró unos segundos más tarde, tomé sus manos, entrelazando nuestros dedos.

— ¿Confías en mí? —Inquirí, aunque ya sabía la respuesta.

—Claro que sí. —Doug asintió con la cabeza.

—Entonces no me cuestiones. —Lo miré y relamí mis labios lentamente. —Voy a explicártelo lentamente para que entiendas así que préstame mucha atención. ¿Recuerdas la primera boda de Ben y Mal, en la que Ariana se hizo pasar por ella y luego pensamos que se la había tragado el portal?

—Sí.

—Pues no lo hizo. La que terminó en ese maldito portal fue Mal y Ariana ha estado haciéndose pasar por ella desde entonces. —Proseguí.

— ¿Por qué no nos dimos cuenta antes? ¿Cómo sabes que no es ella? ¿Acaso tienes pruebas? —Preguntó el chico de lentes, aún intentando procesar todo esto, me incorporé para ir al cuarto en donde guardaba todas las prendas de Evie’s 4 Hearts y busqué una en particular; luego regresé a la sala de estar.

—Esto es una de las pocas cosas que me quedan de ella… —Murmuré, abrazando la chaqueta que le había hecho para el desfile de inauguración de mi marca de ropa, él volvió a rodearme con sus brazos y unos segundos después nos separamos, fue entonces cuando observé como los ojos de mi chico empezaron a brillar junto con el dije que Dizzy le había dado y unos segundos más tarde aquel brillo desapareció, sonreí al darme cuenta de que él había despertado.

—La encontraremos, mi vida, tranquila. —Afirmó mirándome a los ojos, lo abracé nuevamente.

— ¿Qué pasa? —Murmuró Sofía, nos separamos y vimos a la pequeña de cabello azul recargada en el marco de la puerta. — ¿Ya no vamos a seguir haciendo la ropa para la que me pediste que te ayudara? —Inquirió, observándome.

—Nada mi amor. —Empezó mi chico. —Mamá se emocionó porque ama hacer ropa contigo, pero ya es bastante tarde para que sigan haciéndolo, mañana pueden seguir con eso. —Se excusó él.

—Claro y por eso lloran los dos a media noche, acabo de confirmar que tengo la familia más rara del mundo. —Dijo ella, no pude evitar reír levemente.

—Vete a dormir ya, princesita. —Exclamé entonces.

—Es que estaba esperando que tú me dieras el beso de las buenas noches y papá me lea un cuento. —Se excusó, haciendo pucheros. Con tan solo 11 años, era demasiado tierna y madura para su edad.

—Estás grande para eso pero nunca crezcas, la vida se complica cuando creces.—Habló Doug antes de levantarse del sillón, lo imité para entonces tomar la mano de nuestra pequeña y subir las escaleras para dirigirnos hacia su habitación.

A pesar de todo, sé que siempre puedo contar con mi familia para subirme el ánimo, no sé que seria de mi si les pasara algo.

[…]

  Lo único que veía a mi alrededor eran miles de espejos, en sus reflejos estaba Mal, vestida con su ropa de la isla –no llevaba su chaqueta por alguna razón–; temblando de frío, herida, ya no era la persona valiente que una vez había conocido.

— ¿Mal? ¿Puedes oírme? —Murmuré, acercándome hacia uno de los espejos, apoyé la mano sobre el vidrio e inmediatamente este se rompió en mil pedazos y la imagen de la hija de Maléfica desapareció.

Me acerqué hacia otro y suspiré, me desesperaba que ella no contestara, solo podía oír su llanto.

—M, tranquila, ¿sí? Respira hondo, te juro que no estarás allí por mucho tiempo más. Te salvaremos, ¿ok? Resiste…—Supliqué, me destrozaba verla así. —I know you gotta find your place…

—But this is not the end… —Prosiguió la ojiverde, levantando la mirada, sus ojos estaban rojos por haber llorado tanto.

—No…—Susurré negando con la cabeza, notaba su dolor y lo supe: se había perdido a sí misma, había perdido la esperanza y ya no tenía nada a que aferrarse. Se estaba rindiendo y no podía evitarlo.

—You’re part of who I am…—Murmuró la chica de cabello morado con la voz quebrada.

—Even if we're worlds apart, you're still in my heart, It will always be you and me, yeah! —Proseguimos las dos mientras tocábamos el vidrio, tratando de tomar nuestras manos, pero a pesar de que los espejos eran mágicos, no podíamos tocarnos.

—You can find me in the space between…—Afirmé mientras veía como el vidrio empezaba a quebrarse poco a poco, pero a pesar de ello aún podía ver a mi alma gemela.

—Where two worlds come to meet…—Cantó la hermana de Aurora mientras sus ojos empezaban a brillar por un par de segundos pero inmediatamente ese brillo desapareció y cayó de rodillas, bajando la mirada mientras no paraba de llorar.

No entendía qué le estaba ocurriendo pero algo me decía que no era bueno.

—M, estoy contigo, Mal, mírame. —Ordené, golpeando el vidrio con delicadeza para no cortarme con sus pedazos. — I'll never be out of reach…

—I'll never be out of reach.—Repitió levantando la mirada, sus ojos brillaron por unos segundos y luego ese brillo volvió a desaparecer. —E, no puedo soportarlo más.

—No…—Insistí, entonces lo comprendí: estaba perdiendo su magia. —Resiste, aguanta un poco más M, iremos por ti.

—Cause you're a part of me, so you can find me in the space between…—Susurramos ambas.

—You'll never be alone. —Le recordé, necesitaba abrazarla pero no podía atravesar el espejo.

—No matter where you go—Continuó la descendiente de Maléfica, que no dejaba de temblar ni sollozar.

—We can meet in the space between…—Finalizamos ambas, entonces el espejo se rompió y retrocedí antes de que los vidrios me lastimaran, lo atravesé y corrí a abrazarla con fuerza, dándome cuenta de que la verdadera reina de Auradon estaba atrapada en un lugar en donde el reino estaba completamente destruido.

—Sh, sh, no llores, estas a salvo, estoy aquí contigo, no me iré. No volveré a dejarte, tranquilízate…—Afirmé, acariciando su cabello lentamente.

—No es verdad, no lo estoy, tú tampoco. Nadie lo está. —Ella negó con la cabeza, sabía que estaba muy asustada. —E, creí que no volvería a verte, te adoro y siempre lo haré; eres mi hermana. Por eso tienes que entenderme, ya estoy demasiado herida, el dolor que siento es insoportable. Si no los despiertas ahora… será muy tarde. —Dijo antes de desmayarse en mis brazos, toqué su muñeca buscando su pulso pero no había nada, mis ojos se llenaron de lágrimas cuando comprendí que el tiempo se había terminado, que acababa de perderla.

  Y entonces desperté sobresaltada y asustada, pero de algo estaba segura: No podía seguir guardando este secreto, esto me estaba matando lentamente. Haría cualquier cosa para evitar que algo peor le sucediera a mi hermana.

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