PRÓLOGO
TORRE DE LOS VENGADORES, NEW YORK.
MARIA HILL OBSERVABA desde lo más alto de la torre de los Vengadores, se sentía privilegiada de poder gozar esa vista que muchas personas deseaba observar. Pudo oír como detrás de ella llegaba su viejo amigo, su mentor y su jefe. Por el rabillo del ojo pudo observar como él también disfrutaba de la vista.
New York, la gran ciudad.
—Están muertos —dijo sin siquiera mirar a su compañero.
—Eso pude oír, la muchacha presenta alteraciones... HYDRA está detrás de ella.
Sólo bajó la mirada, no sabía cómo sentirse, ¿enojada? ¿cansada? ¿frustrada tal vez?
—Tiene dones... —dudó durante un momento. No sabía cómo definirlos —, diferentes.
—Diferentes, exacto —concordó él —. ¿Qué harás?
¿Qué haría? Ni ella lo sabía. No había visto a la niña desde que era pequeña, apenas un bebé, ahora ya tenía veintidós años. Sokovia no era un lugar perfecto para alguien como ella, no cuando HYDRA la estaba buscando por todos lados.
—Salvarla —respondió volteándose. Nick Fury la miraba detenidamente, buscando algún rastro de duda en su rostro o tal vez de miedo, pero ella sabía muy bien que no lo demostraría, por lo menos no en público.
— ¿Tal como trataste de hacer con tu hermana? —preguntó. Su cuerpo se tensó durante un momento.
—Ella no acepto mi ayuda, se fue sin más. Ahora está muerta y su hija está siendo seguida por las mismas personas que alguna vez llamó familia —respondió con fastidio.
—Se llama Brianna, Brianna Fraser —Fury se acercó dejando una carpeta en sus manos.
La carpeta estaba llena de documentos, desde cosas del día del nacimiento de la niña hasta la última vez que habían sabido de ella, hace dos meses. Era pelirroja tal como era su hermana pero unos brillantes ojos azules adornaban su rostro, era preciosa. Con razón era la joya de HYDRA. Leyó las habilidades que poseía: telequinesis, control sobre los cuatro elementos, distorsión de la realidad, entre otras cosas. La carpeta era adornada por el título de «misión #1003»
—Está en peligro —dijo aun mirando la fotografía. Inconscientemente la acarició como si eso de alguna manera la pusiera más cerca de ella —. Debería estar junto a ella.
—Te matarían antes de poner un pie sobre Sokovia —Nick rió mirándola —. Ella ya no se encuentra ahí.
— ¿Cómo lo sabes?
—El Soldado del Invierno está detrás de ella, María —respondió —. Cualquier persona en su sano juicio se iría volando, desaparecería del mapa si él está detrás.
— ¿Cómo sabes todo eso? —preguntó extrañada.
—Romanoff —respondió con simpleza —. Está dispuesta a ayudarnos.
— ¿Ayudarnos? —alzó una ceja al observarlo. Fury rió y se acercó dejando una mano sobre su hombro.
—Ella no tiene la culpa de las decisiones de sus padres. ¡Oh vamos Hill! Si tú eres capaz de poner tu vida en riesgo por mí ¿crees que yo no lo haría por ti? Recuperaremos a Brianna.
Ella asintió agradecida. Volvió a observar la foto de la pelirroja.
La encontraría y la ayudaría, aún si eso era lo último que hiciera.
[. . .]
BREMEN, ALEMANIA.
Aun sentía como alguien la seguía, o bueno esa sensación estaba presente desde que sus padres habían muerto tiempo atrás ¿semanas? ¿meses? No sabía realmente, comenzó a perder la cuenta luego de una semana.
Había pasado por Rusia, España, Italia y ahora finalmente se encontraba en Alemania, no había podido dormir bien desde hace tiempo. Por más que buscaba todas las medidas de precaución necesaria. Si HYDRA había puesto su objetivo en ella, no se cansarían hasta tenerla encerrada en una celda y usando sus habilidades. Aun recordaba como tuvo que torturar a un hombre, no podía olvidar como él gritó hasta desmayarse del dolor que le producía su mente. Negó mientras escondía su cabeza entre sus manos, no lloraría, no otra vez.
Aún estaba tratando de recuperarse desde la última pelea que tuvo con el Soldado, al fin y al cabo era humano, con ciertas habilidades pero finalmente humano. La había encontrado en un pequeño pueblo al norte de Italia, pelearon. No podía ocupar sus habilidades a diestra y siniestra, no había comido mucho desde que había huido de Sokovia y se sentía débil, ocuparlos sólo le afectaría.
— ¿Qué hice para merecer esto? —preguntó al aire como si este fuera capaz de responderle.
Miró la estrellada noche, por un momento no se sintió tan sola, las estrellas estaban ahí para ella.
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