024.
STEVE SE ENCONTRABA MIRANDO LAS CÁMARAS DE SEGURIDAD con las que contaba el complejo. Sam, que se encontraba a mi lado, acarició mi mano para darme algún tipo de consuelo. Alcé la mirada y él me regaló una sonrisa algo torcida.
—Todo estará bien —murmuró.
—Eso espero —respondí.
—Oye, ¿quieres ver algo genial? Saqué algo de los archivos de mi padre —dijo Tony dirigiéndose a Steve —. Parece el momento justo.
Rogers suspiró y se sentó a nuestro lado, dejándome al medio de ambos.
—Roosevelt firmó el proyecto de Préstamo y Arriendo con estas en 1941 —acotó Stark.
— ¡Aburrido! —canturreé. Tony me regaló una sonrisa falsa.
—Brindando ayuda a los Aliados cuando más lo necesitaban —prosiguió y abrió las plumas.
—Algunos dirían que eso acercó más a nuestro país a la guerra —respondió Steve con burla.
— ¿Ves? Si fuera por estas, tú no estarías aquí.
Rodé los ojos ante la aburrida conversación.
»Estoy tratando de... ¿Cómo lo llamas? —preguntó Tony —. Es una rama de olivo.
— ¿Qué? —pregunté confundida.
— ¿Así la llamas? —me ignoró Stark.
— ¿Está Pepper aquí? No la vi —señaló Rogers.
Tony se removió incómodo.
—Estamos un poco... bueno, un poco...
— ¿Embarazados?
—Ya no están juntos ¿no es así? —dije volteándome. Stark lo confirmo con una sonrisa incomoda.
—No. Para nada —respondió Tony a Steve —. Sí, nos tomamos un tiempo —confirmó observándome.
—Siento escuchar eso —respondí.
—Lo siento mucho, Tony. No sabía —concordó Steve.
—Hace unos años, casi la pierdo, así que destruí mis trajes. Entonces tuvimos que deshacernos de HYDRA... y luego de Ultrón. Fue mi culpa —dijo mirando cómo me sentaba a un lado de Steve, otra vez —. Y luego, y luego, nunca me detengo. Porque la verdad es que no quiero detenerme. No quiero perderla —él suspiró —. Pensé que con los Acuerdos podríamos partir la diferencia —se levantó y desvió la mirada —. En su defensa, soy problemático.
Él dejó sus manos dentro de sus bolsillos y volvió a mirarnos.
»Papá era insoportable. Pero él y mamá pudieron convivir.
—Me alegra que Howard se casara. Lo conocí cuando era joven y soltero.
— ¿Sí? ¿Se conocían? Él nunca lo mencionó. Sólo una mil veces, quizás —reí ante el sarcasmo de Stark.
Me levanté e ignoré a ambos al ver como Bucky era enfocado en las cámaras de seguridad. Dejé mi mano sobre el cristal que nos separaba del exterior. Tenía ganas acabar con todo esto de una manera rápida.
»Te necesitamos, Cap. A ti y a Brianna —señaló Tony —. No puede pasar nada irreversible si firman. Podemos legitimar las últimas veinticuatro horas. Barnes será transferido a un centro psicológico Americano... en lugar de una prisión Wakaniana.
—James no hizo nada malo —espeté.
—Brianna... cariño, lo ves con ojos de amor. No piensas claramente.
Reí sin gracia alguna.
—Creo que sé diferenciar ambas cosas, Tony.
Steve tomó una de las plumas y la observó, se levantó posicionándose un par de pasos más atrás de mí.
—No digo que fuera imposible, pero tendría que haber garantías.
—Claro —respondió Tony.
Miré a Steve confundida.
—Steve... no podemos permitir eso —murmuré.
—Cuando se calmen los medios, podemos modificar los documentos —agregó Stark —. Haría que tú, Brianna y Wanda sean incorporados.
— ¿Dónde está Wanda? —pregunté.
—Sí, ¿Qué hay de ella?
—Está bien. Está confinada en el complejo. Visión la acompaña.
— ¿Qué? —tanto Steve como yo preguntamos confundidos —. Eso no es correcto, Tony. Y lo sabes muy bien —dije acercándome.
—Por dios, Tony. Cada vez que creo que ves las cosas correctamente...
—Son cuarenta hectáreas con pileta. Tiene sala de proyección.
— ¡Eso no es todo! —contraataqué —. Es un ser humano, necesita libertad. No porque tenga habilidades puedes encerrarla así.
—Hay peores maneras de proteger gente —trató de razonar.
— ¿Protección? ¿Así es como lo ves? ¿Protección? —Steve rió —. Es confinamiento, Tony.
—No es ciudadana Americana —dijo.
— ¡Y yo tampoco! —grité molesta.
—No le dan visas a armas de destrucción masiva.
— ¡Es una niña! —acotó Rogers.
— ¡Denme un respiro! —gritó Stark.
Gemí molesta. No me había dado cuenta que había lanzado una silla con la mente hasta que Steve me tomó de los hombros y sentí la sangre salir de mi nariz. La corriente eléctrica que lanzó el collar hizo que me desestabilizara. Sam también se había levantado preparado para socorrerme.
—Estoy bien —murmuré alejándome de Steve. El rubio sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió la sangre —. En serio estoy bien Steve... gracias.
Él asintió. Tony guardó silencio durante unos segundos.
—Hago lo que hay que hacer. Para prevenir algo peor...
—Sigue diciéndote eso —atacó Steve con resentimiento. Él dejó el lápiz junto al otro —. Odiaría romper el juego.
Rogers tomó mi mano y Sam también se levantó. Los tres nos dirigimos a otro sector del lugar.
—Hola, Sr. Barnes. Me enviaron de la ONU para evaluarlo —dijo un hombre a través del micrófono. Todos se encontraban fuera junto a los computadores mientras que nosotros estábamos encerrados en una oficina de vidrio —. ¿Le molesta si me siento? ¿Su nombre es James?
—El recibo de su equipamiento —dijo Sharon dejando un papel junto a Sam.
— ¿«Traje de pájaro»? por favor —se quejó Wilson.
—Yo no lo escribí —se defendió la rubia.
De pronto la pantalla mostro a Bucky y nos permitió escuchar con más claridad lo que hablaban. Steve y yo nos volteamos.
—Gracias —dije sonriendo a Sharon. Ella me regaló una breve sonrisa.
—No vengo a juzgarlo. Sólo quiero hacerle unas preguntas —siguió el hombre —. ¿Sabe de donde es James? No puedo ayudarlo si no me contesta, James.
—Me llamo Bucky —respondió él. Mi corazón se apretujo al oírlo.
— ¿Por qué las Fuerzas Conjuntas publican esta foto para empezar? —pregunto Steve.
— ¿Correr la voz, involucrar a tantos testigo como sea posible? —siguió ella.
—Algo no cuadra dentro de todo esto —murmuré más para mí misma que para ellos. Volteé a mirar la pantalla.
—Es una buena manera de sacar a alguien de su escondite —señaló Rogers —. Detona una bomba y te tomarán una foto.
—Bucky fue entrenado por años, no dejaría que esto pasara por pasar —dije.
—Exacto. Tendrás siete millones de personas buscando al Soldado del Invierno —concordó mi amigo.
— ¿Dicen que alguien lo incriminó para encontrarlo? —preguntó Sharon.
—Steve, buscamos al tipo por dos años y no encontramos nada —recordó Sam.
—No pusimos una bomba en la ONU. Eso llama la atención.
—Sí, pero no garantiza que él lo incriminó la atrape —señaló ella.
Todo era una completa confusión, de pronto Sharon se acercó hacía mí. Sus manos acariciaron mi nuca y luego ya no sentí la presión que sentía hasta ahora. Ella había soltado el collar. Miré mis manos y el leve humo salió de estás. La luz se apagó y todos nos miramos.
»Subnivel cinco. Ala Este.
Los tres corrimos buscando el lugar, dos personas más se unieron a nosotros.
— ¿Qué hacen ustedes aquí? —pregunté confundida. Papá rió.
—Salvarles el trasero a mí hija y a su estúpido novio.
Cuando llegamos uno de los guardias se encontraba en el suelo, mamá se agachó para socorrerlo mientras los demás nos acercábamos. Los demás guardias también se encontraban en el suelo, inconscientes.
—Ayúdame, auxilio —dijo el hombre que la ONU había enviado. Steve se acercó y lo levantó bruscamente.
Sam y yo nos acercamos, nos agachamos en el momento justo que James intento golpearnos. Ambos comenzaron a pelear, lanzó a Sam lejos y se acercó a atacar a Steve.
—Oh diablos —me agaché a un lado de Sam y lo desperté —. Vamos, arriba.
—Oye —gritó Sam. El hombre que convirtió a James en el Soldado comenzó a correr. Papá y mamá habían ido detrás de Barnes—. Ve con Rogers, Bree.
— ¿Steve? —pregunté.
—Aquí —dijo en el ascensor. Bufé cansada y el humo llegó hasta él para impulsarlo hacia arriba. Llegó a mi lado y ambos seguimos corriendo para ir donde se encontraba James.
—Brianna, en el techo —gritó mamá ayudando a Natasha.
Steve y yo corrimos hasta el lugar, él se encontraba dentro de un helicóptero preparado para volar. Rogers corrió y saltó evitando que el helicóptero siguiera volando, moví mis manos y el humo llegó hasta las hélices, el helicóptero de desestabilizo durante un momento. Bucky movió la maquina haciendo que esta chocase contra Steve, protegí a Rogers.
—Vamos, arriba amigo —murmuré tratando de levantarlo. Una mano salió de vidrio y estrangulo el cuello de Steve. Empujé a James pero hice una mala maniobra de luego todos estábamos cayendo al agua. Nos protegí a los tres y los impulsé cuando salí a la superficie.
[. . .]
Mamá, papá, Sam y Steve se encontraban mirando a Bucky –el cual aún estaba inconsciente-.
— ¿Se encuentran bien? —pregunté tratando de romper el silencio.
—Todo bien —respondieron mamá y Sam.
—Bree, ¿por qué no lo despiertas? —sugirió papá.
Suspiré y me acerqué, moví mis dedos y pedí que despertara. Un quejido hizo sobresaltarme, Bucky tenía los ojos cerrados y cuando los abrió vio que su mano metálica se encontraba atrapada.
— ¿James...? —pregunté con cautela.
—Brianna...
Acaricié su rostro y mis ojos se llenaron de lágrimas.
—No tuvimos que haber salido de esa cama en Rumania —murmuré. Él sonrió suavemente.
—No, nunca —concordó.
— ¿Con que Bucky estoy hablando? —preguntó Steve detrás de mí.
Bucky suspiró.
—Tu madre se llamaba Sarah. Te ponías papel de diario en los zapatos —sonrió.
—Eso es lo que leíste en un museo.
—Así no más, ¿se supone que nos amigamos? —preguntó Sam sarcásticamente.
—Oh, cállate Wilson —dijo papá acercándose —. ¿Qué tal compañero? —dijo palmeando el hombro de James.
— ¿Qué hice? —preguntó Bucky. Papá y yo nos miramos.
—Unos cuantos destrozos, te convirtieron en el Soldado, James —respondió mamá —. Hiciste lo suficiente.
—Dios, sabía que pasaría esto —murmuró.
—No lo sabias —respondió papá —. Ninguno sabía que sucedería esto.
—Todo lo que metió HYDRA sigue ahí —dijo él —. Sólo tuvo que decir las malditas palabras.
— ¿Quién es él? —preguntó Steve.
—No lo sé.
—Murió gente. Las bombas, la trampa... el doctor lo hizo para tener diez minutos contigo. Necesito que digas algo más que «no sé»
—Quería saber sobre Siberia. Donde me conservaron —recordó James —. Quería saber exactamente dónde.
— ¿Por qué necesitaba saber eso? —pregunté.
Papá se levantó y miró a mamá.
—Porque no es el único Soldado del Invierno —contestó papá. Steve, Sam y yo lo miramos.
Sí, era lo único que nos faltaba.
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