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022.


TORRE DE LOS VENGADORES

ME SENTÉ EN UNA DE LAS SILLAS DISPONIBLES, quedando entre Steve y Natasha. Rhodey, Sam, Visión, Wanda y Tony también se encontraban ahí.

—Hace cinco años, tuve un ataqué al corazón —él ya se encontraba hablando cuando nosotros llegamos. Steve me miró y yo me encogí de hombros sin entender la situación. El secretario hizo un movimiento como si jugara golf —. Resultó ser la mejor sesión mi vida, porque luego de trece horas de cirugía y un triple bypass, aprendí algo que no me enseñó el ejército en los cuarenta años que estuve. Perspectiva.

Suspiré harta del relato.

—Sin ofender su relato —dije llevándome la atención de todos —. ¿Por qué hicieron que nos reuniéramos?

Él sonrió con algo de cinismo.

—El mundo tiene una deuda impagable con los Vengadores. Han peleado por nosotros... no han protegido arriesgando sus vidas, pero mientras mucha gente los ve como héroes... hay otros que prefieren la palabra «justicieros»

— ¿Qué palabra usaría usted, Sr. Secretario? —preguntó Nat.

— ¿Qué le parece «peligrosos»? —respondió.

— ¿Qué? —lo miré molesta. Steve dejó una mano en mi hombro.

—No ahora Bree —susurró.

— ¿Cómo llamaría a un grupo de seres mejorados con base en EE.UU que a diario ignoran fronteras e imponen su voluntad donde ellos quieran y que en verdad, parece no importarles lo que dejen atrás? —señaló él mirándome específicamente.

Miré a Sam y él sonrió brevemente. El Secretario se movió unos centímetros para que una pantalla pudiera visualizarse.

»Nueva York, Washington DC —mi garganta se apretó al recordar lo que había sucedido años atrás —, Sokovia, Lagos... —nombró a todos los lugares que habíamos asistido a misiones, a un lado salía las vidas perdidas y los heridos en el proceso. Miré a Wanda y pude notar como se aguantaba las ganas de llorar.

—Bien, creo que entendimos —dije.

—Es suficiente —Steve concordó.

—Los últimos cuatro años operaron con poder ilimitado —siguió hablando, la pantalla desapareció y él nuevamente se posicionó al medio —, sin supervisión. Eso es algo que los gobiernos del mundo no pueden tolerar más. Pero creo que tenemos una solución.

Su ayudante le pasó un libro y él lo dejó sobre la mesa para que todos pudiéramos leerlo.

»Los acuerdos de Sokovia. Aprobados por ciento diecisiete países, dicen que los Vengadores no pueden ser más una organización privada. Sino que operaran bajo la supervisión de un grupo de las Naciones Unidas —todos comenzamos a mirarnos confundidos —, que dirán si es necesario que actúen y cuando.

—Los Vengadores fueron creados para hacer más seguro al mundo —señaló Steve —. Creo que logramos eso.

—Dígame. Capitán, ¿sabe usted donde están ahora Thor y Banner? —preguntó el Secretario.

Lo miré.

— ¿Lo sabe usted Sr. Secretario? —pregunté.

Él me ignoró y volvió a mirar a Steve.

—Si perdí dos misiles de treinta megatones, puede estar seguro de que habrá consecuencias —él siguió caminando —. Mutuo acuerdo. Reconfirmación. Así funciona el mundo. Créanme este es el punto medio —dijo señalando el libro.

—Así que hay contingencias —dijo Rhodey.

—Dentro de tres días, la ONU se reúne en el Complejo de Las Naciones Unidas... para ratificar los Acuerdos.

— ¿Y no llegamos a un acuerdo? —preguntó Nat.

—Entonces se retirarán.

Miré a Steve y él asintió para que ingresara a su mente.

«Estamos de acuerdo que no firmaremos esos papeles ¿verdad?» —pregunté.

«No, no lo haremos» —confirmó.

Los demás comenzaron a hablar sobre el tema. Rhodey y Sam se habían levantado de sus asientos para poder debatir. Me levanté de mi asiento al notar que mi teléfono estaba vibrando, era una llamada de mamá. Me alejé cuando todos comenzaron a ponerle atención a la ecuación de Vis.

— ¿Sí? —murmuré.

—Brianna, supimos de los acuerdos —respondió ella.

— ¿Cómo es que siempre saben todo? —pregunté.

—Contactos, pero eso no importa ahora. ¿Los firmaras?

— ¿Qué? No, claro que no.

Ella suspiró, se notaba nerviosa.

»No me llamaste por eso ¿Qué sucede?

Tony se levantó y mostró la imagen de un muchacho. Era un muchacho que había muerto en Sokovia cuando un edificio se cayó sobre él. Mi garganta se apretó.

—Nada, no sucedió nada. Es sólo qué... no nada.

— ¿Él está bien? —pregunté preocupada por James.

—Sí —respondió.

— ¿Et pater mi? —pregunté en Latín. (¿Y papá?)

—Ipse denique est —respondió ella. (Él está bien)

Steve comenzó a debatir con Tony sobre no aceptar los acuerdos. Natasha concordó con Tony y tanto Steve, Sam y yo la miramos sorprendidos.

— ¿De qué hablas? —pregunté. Todos se voltearon a verme —. Nat perderemos el hecho de elegir que queremos hacer y qué no.

—Cometimos unos errores muy públicos Bree, necesitamos volver a ganar su confianza.

—Eso es estúpido —negué.

Tony se apoyó en una silla y miró a la Nat sorprendido.

—Me tengo que ir —Steve dijo mirando su teléfono. Sam y yo nos miramos, él hizo un ademan para que siguiera a Steve.

—Ego autem vadam. Nos post mom loqui tecum —murmuré hacía mamá mientras comenzaba a caminar. (Me tengo que ir. Hablamos después mamá)

Bajé las escaleras encontrándome a Steve mirando su teléfono apoyado en la baranda.

»Lo siento —murmuré al oír como él releía el mensaje. Peggy había muerto mientras dormía en Londres.

Él me miró y yo bajé las escaleras que quedaban. Lo abracé con fuerza y él escondió su rostro en el espacio de mi cuello y hombro.

[. . .]

LONDRES.

La suave voz de los niños cantando una canción de la iglesia fue lo que sonó cuando Steve y unos hombres más entraron con el ataúd que llevaba el cuerpo de Peggy. Sam, Steve y yo estábamos sentados en la segunda fila oyendo lo que el reverendo decía, él invitó a la sobrina de Peggy, Sharon a decir unas palabras. Sam me empujó levemente y yo levanté la mirada encontrándome con la misma mujer que años atrás había ayudado a Steve, empujé a mí amigo y él repitió la misma acción que yo había hecho. La sorpresa en su rostro fue épica.

El funeral fue algo rápido, Sam decidió salir a tomar un poco de aire quedando sólo Steve y yo en la iglesia, unos tacones hizo que ambos nos volteáramos. Natasha venía entrando vestida de negro y con una sonrisa algo tímida.

—Luego de descongelarme, pensé que todos mis conocidos estaban muertos. Luego supe que ella estaba viva. Fue una suerte tenerla —dijo mirando a Nat. Ella era la única que desconocía sobre la importancia de Peggy en la vida de Steve. Me alejé un momento para que ambos pudieran tener un momento a solas pero la mano de Nat me lo impidió.

—Ella también te tenía a ti.

— ¿Quién más firma? —preguntó Steve.

—Tony, Rhodey, Visión.

— ¿Clint? —pregunté.

—Dijo que se retira.

— ¿Wanda? —Steve preguntó.

—A determinar. Voy al Complejo de las Naciones Unidas para la firma de los Acuerdos. Hay mucho lugar en el jet —dijo mirándonos. Negué —. Sólo porque sea la decisión más fácil, no significa que sea la equivocada. Permanecer juntos es más importante que cómo permanecemos juntos.

— ¿A qué renunciamos al hacerlo? —dijo Rogers —. Lo siento, Nat. No podemos firmar —acotó mirándome. Miré a mi amiga y ella bajó la mirada.

—Lo siento —murmuré. Ella formó una leve sonrisa.

—Lo sé

— ¿Entonces qué haces aquí? —pregunté.

—No quería que Steve estuviera solo —dijo mirando al rubio. Sonreí. Natasha se acercó y lo abrazó, luego de unos segundos ella se separó para que los tres nos abrazáramos.

[. . .]

—Sam... —lo llamé al ver las noticias que estaban dando en el hotel. Él miró y tomó mi mano.

—Hay que decirle a Steve —dijo.

—Ve —murmuré.

¿Era por eso que mamá estaba tan nerviosa? Bucky estaba en la noticias siendo el culpable del atentado que había afectado al Complejo de las Naciones Unidas.

Miré el alrededor y no me importó nada, moví mis manos y me concentré en aparecer en Bucarest. El departamento se encontraba vacío y no había rastros de que se hubiera ido hace mucho. Tomé mi teléfono y llamé a mamá.

— ¿Me puedes decir qué diablos sucede? —pregunté.

—Robaron el cuaderno que activaba al Soldado —dijo papá al contestar.

Comencé a caminar por el alrededor del departamento.

—Eso no me tranquiliza, papá.

—Estoy seguro que él no fue el culpable —respondió. Guarde silencio —. Brianna ¿estás en el departamento?

—Sí.

—Brianna te atraparan —dijo algo desesperado —. Sal de ahí.

—Necesito saber si él está bien —respondí. Sentí unos pasos y me volteé encontrándome con Steve vestido como el Capitán, su escudo cayó al suelo —. Tengo que colgar —murmuré.

— ¡Brianna no te atrevas a cortarme! —gritó papá. Corté el teléfono y lo tiré al suelo, un destello negro lo hizo polvo.

— ¿Lo supiste todo este tiempo? —preguntó con rencor.

Miré detrás de él encontrándome con Bucky. Ignoré a Steve y corrí hasta James para abrazarlo, él me correspondió el abrazo y beso mis labios de manera rápida.

—Yo no lo hice —murmuró.

—Lo sé —respondí tomando su mano.

— ¿Me reconoces? —preguntó Steve. Bucky apretó su agarre.

—Eres Steve. Leí sobre ti en un museo y... y Brianna me ha hablado sobre ti.

Steve me miró y dejó el cuaderno que tenía James para escribir todo lo que recordaba sobre el mueble de cocina.

—Steve, yo... —traté de explicar pero él negó molesto.

—Viste como Sam y yo lo buscamos, te incluimos a nuestras búsquedas ¿y así es como me pagas? Eso no es amistad Brianna. Supiste todo este tiempo donde estaba Bucky y no me los dijiste.

Quería llorar y también quería correr a abrazarlo y pedirles disculpas. Pero lo único que hice fue mirar a Bucky para luego volver a mirar a Steve.

—Lo siento Steve, lo siento tanto —respondí con la voz rota.

—Lo tuviste que pensar antes de romper nuestra amistad —dijo molesto.

Bucky se molestó.

—No es necesario ser tan cruel. Yo no quería que me encontraras —señaló. Steve lo miró.

Podía sentir las mentes de miles de personas, mi corazón se comenzó a acelerar.

—Ellos están viniendo —murmuré.

Ambos me miraron para luego mirarse entre ellos.

Esto recién estaba comenzando. 

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