018.
SOKOVIA.
NO SABÍA COMO SENTIRME REALMENTE, HABÍA ALGO EN MI INTERIOR QUE ME pedía que saliera corriendo de ahí para seguir luchando, otra me decía que me quedara y llorara. Tenía un coctel de emociones en mi interior que se estaban debatiendo por salir.
—Oh dios... —murmuré cuando vi uno de mis estanterías repletas de libros, acaricié la portada de uno de ellos y los recuerdos llegaron.
Una pelirroja de nueve años estaba leyendo «El Gran Gatsby» estirada sobre el sofá.
—Deberías dejar de leer tanto Bree —dijo papá mientras caminaba dejando las cosas sobre los muebles —. Tú cabeza crecerá y explotará.
Bufé.
—No seas tonto, esas cosas no suceden —respondí. Él rió y se sentó a mí lado.
—Te extrañamos hoy con tú madre, nos hiciste falta —murmuró dejando un mechón de pelo detrás de mí oreja.
Dejé de tocar el libro para seguir caminando, esta se encontraba tal y como la había dejado al arrancar tiempo atrás. Suspiré y tomé una de las fotografías del suelo, era una copia de una que mi madre y yo teníamos juntas.
—Ya toma la foto Jackson —se quejó mamá mientras me abrazaba y miraba la cámara.
—Mis dos hermosas muchachas —sonrió papá —. Una es mi mayor orgullo y la otra es el amor de mi vida.
—A veces sueles ser un romántico, papá —me burlé.
Él rió y apuntó la cámara para tomarnos la foto. Mamá apretó su agarre y apoyó su cabeza sobre mi hombro.
—Te amo —murmuró contra mi oído. Sonreí y la foto fue tomada.
Dejé la fotografía sobre el mueble, sobre la mesa de centro estaba la cámara fotográfica de mi padre. Me senté en el sofá y prendí la cámara, en ella había fotos de nuestra última navidad juntos, papá no había alcanzado a imprimir todas y sólo hizo un par de copias.
—Bien, bien. Acomódense para que podamos salir los tres —dijo papá acomodando la cámara.
—Amor, la cámara en gigante —respondió mamá.
Papá apretó el temporizador y corrió para sentarse a un lado mío. En la foto yo me encontraba al medio y ambos me estaban abrazando.
Me sequé las lágrimas que habían logrado salir y me levanté dejando la cámara sobre el sofá. Caminé hasta la habitación de ellos, los muebles tenían polvo y el lugar olía a encierro. Abrí el cajón de mamá y en esta había una caja. La caja contenía cosas de su infancia, fotografías junto a papá, fotos de su familia, junto a María, entradas al cine. En el fondo había una poloraid, la volteé y me encontré que era foto mía y de Bucky. Por mi rostro y el de él supuse que fue durante el tiempo que tuve que torturarlo, la foto tenía una nota escrita sobre un papel.
«Brianna y James, Sokovia, 2010»
Acaricié la fotografía y mi cabeza dolió al recordar el momento.
—Oh vamos, es sólo una fotografía —dije mirando a James. Él dudó durante un momento.
—Pero tus padres puedes verla...
—La ocultaré, tranquilo —sonreí tratando de tranquilizarlo. Durante unos segundos se negó pero luego suspiró y asintió —. ¡Bien!
Hice que la cámara mirara directamente hacía nosotros, Bucky apoyó su cabeza en mi hombro y besó mi mejilla mientras yo sonreía. La fotografía salió segundos después.
—Me gusta —dijo mirando la fotografía —. Por un momento... pensé que éramos una pareja normal.
Solté la foto y cerré los ojos. Eran recuerdos que mis padres habían hecho borrar. Volví a mirar la caja y en ella había una flor seca, la tomé y nuevamente mi cabeza volvió a doler.
— ¿Qué sucede? —pregunté al ver como James se encontraba encerrado en sus pensamientos.
—T-Te tengo un regalo...
— ¿Regalo? Pero... ¿Cómo? —él se sonrojó.
—Fui a una misión y extrañamente era en un lugar bastante florido. Era bastante extraño entendiendo la situación. Antes de que subiera al auto tomé esto... —dijo levantando la flor que en ese momento estaba en el apogeo de su corta vida.
—Oh, James... —sonreí al tomarla.
James sonrió y besó mi mejilla.
Me alejé y salí de la habitación.
— ¿Brianna? ¿Dónde estás? —preguntó Steve por el intercomunicador.
Supuse que lo había preguntado muchas veces ya que se notaba un deje de desesperación en su voz.
—E-Estoy bien —respondí.
Seguí caminando por el pasillo que daba al salón principal, mi cabeza dolía y cosa que tocaba, un recuerdo de niñez o de mí adolescencia volvía. Me sentía algo mareada, confusa y desorientada.
—No, no lo estás —dijo Steve en medio de la sala de estar —. Wanda... ella me dijo que tal vez podrías estar aquí —murmuró acercándose.
Sonreí levemente pero de pronto mi sonrisa se volvió una mueca y comencé a llorar como una niña. Steve se acercó y me abrazó con fuerza.
—Lo siento —murmuré —. Yo no debería...
—Hey, tranquila. Todo está bien.
—Necesito salir de aquí. Cada vez que toco algo mis recuerdos vuelven y... y yo no puedo soportarlo —negué. Steve tomó mi mano con fuerza y me llevó hasta afuera.
—Escucha Bree —dijo tomando mi rostro —. Wanda, Pietro, Nat, Thor y todo el equipo te necesitan. Yo te necesito. Tenemos que seguir sacando a las personas de Sokovia, tenemos que permitirles vivir, tenemos qu-
—Oh diablos —maldije viendo como unos extraños salían de todas partes. Steve soltó mi rostro para mirar el alrededor. Moví mis manos y el humo negro llegó a seis de ellos, los acabé con un simple movimiento.
Ambos comenzamos a correr para salvar a las personas, pude ver como Wanda, Clint y Pietro acababan con otros de esos seres extraños. Steve golpeó a uno y con su escudo lo mató.
»Chicos, creo que tenemos un problema —dije al notar como el piso de la ciudad temblaba y una gran grieta se hacía presente.
—Cap, se te acercan —dijo Tony. Steve salió volando hasta un parabrisas por un robot.
—Sí, ya me di cuenta —respondió él. Rogers se levantó —. Stark, preocúpate de bajar la ciudad con cuidado.
Yo y Wanda acabamos con otros robots que nos amenazaban.
»Los demás tenemos un solo trabajo, destruir a los robots. Si los dañan, ustedes los dañan de vuelta. Si los matan, supérenlo.
—Hey, me encanta como nos motivas. Sobre todo con lo último —dije parándome a un lado de Steve. Él rió con suavidad.
—Necesitaba motivarlos.
—Sí, eres excelente en eso —respondí con sarcasmo. Dos destellos más y seis robots murieron. ¿Cómo era que se multiplicaban tan rápido?
Bien, sólo una lucha más.
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