001.
TORRE DE LOS VENGADORES, NEW YORK
ODIABA EL HECHO de tener que involucrar a otras personas saber sobre su vida privada, pocos tenían la oportunidad de saber sobre su familia, si los contaba no eran más de tres personas y ahora tenía que involucrar a Steve y Natasha. Ya no podía hacer nada, Nick dijo que confiaba en ellos tanto como confiaba en ella, si era así... era bastante.
— ¿Entonces? —Romanoff preguntó al notar que la mujer no hablaba. Maria se removió incomoda en su asiento.
—Es mi sobrina —dijo con simpleza.
Steve y Natasha se quedaron en silencio esperando que dijera algo más, sin embargo la ojiazul no dijo nada. Por otro lado su amigo fue el que comenzó a decir algo, se encontraba mirando por el gran ventanal que adornaba la sala.
—Es hija de dos de los mejores agentes de HYDRA, tú debes de saber quiénes son Romanoff.
—Hay bastante buenos agentes en HYDRA, Fury.
—No dije buenos, dije los mejores —respondió el moreno.
Steve miró a la pelirroja esperando que reconociera quienes eran, miró a Maria para luego mirar a Nick.
— ¿Diana y Jackson Fraser? —preguntó.
—Tenemos una respuesta ganadora —se burló Nick volteándose.
Natasha miró algo sorprendida a Maria para luego volver a mirar a Nick, Steve no conocía a los nombrados pero supuso que eran bastantes buenos para que su compañera se sorprendiera tanto.
— ¿Diana Fraser es tu hermana? Tuve la oportunidad de pelear con ella una vez, golpeó mi trasero.
—Diana Hill —corrigió Maria algo molesta. Odiaba que su hermana hubiera cambiado su apellido, para ella siempre sería Diana Hill, su hermana mayor, la que amaba correr por el patio de su casa o crear historias de dragones y grandes guerras. Desde el momento que conoció a su esposo ella simplemente cambió, ella se convirtió en Diana Fraser, la mejor agente de HYDRA, la que dañaba sin importarle qué. No, ella definitivamente no era su hermana —. Si es mi hermana, o más bien lo era.
— ¿De qué murió? —preguntó Rogers. Nick se sentó en la punta de la mesa.
—Las cosas estaban saliendo mal con los experimentos, no sabían cómo controlar a los mejorados. Decidieron explotar el lugar donde se encontraban ¡bum! —Fury simuló una explosión con sus manos —. Murieron junto a todos sus experimentos.
— ¿Qué hay de su hija? —esta vez Romanoff fue la qué preguntó. La pelirroja sólo había logrado tomar lo que Fury necesitaba, no conocía más allá la historia que el nombre de la muchacha.
—Escapó —respondió Maria —. No hay rastro de ella desde Sokovia.
—Es una de las joyas de HYDRA, y ahora se esfumó.
—Dijeron que no era una mejorada, ¿entonces sus habilidades son naturales?
—Desde el nacimiento, sí —asintió Fury —. Diana pasaba mucho tiempo expuesta a los elementos que ocupan para mejorar a las personas cuando estaba embarazada. Suponemos que eso pudo afectar al bebé. Brianna presentó siempre los dotes, claro en un principio no pudo controlarlos y ellos la guiaron como hacerlo —Nick dudó un momento mirando a Maria —, maltratando personas.
Steve frunció en entrecejo mientras que Natasha volvió la vista hacia los papeles que tenía frente a ella. María por su parte trataba en no pensar en todo lo que su hermana había hecho pasar a su sobrina, era apenas una niña ¿Cómo era capaz de aceptar eso?
— ¿Cómo lo hacía? —Steve preguntó.
—Telequinesis, control de mentes, no sabemos realmente —negó Maria —. Suponemos que hacía ver las peores pesadillas de las personas haciéndolos sufrir psicológicamente.
—Entonces, ¿la buscan para que siga torturando a las personas que captura HYDRA?
—Brianna es hija de los dos mejores agentes de HYDRA, es obvio que la quieren como su protegida. Es alguien bastante poderosa si lo desea, todo depende como quiere ocupar sus habilidades —Nick respondió al rubio.
— ¿Qué pasa si la encontramos y no quiere venir con nosotros? —Natasha recargó sus brazos sobre la mesa.
—Lo hará —confirmó Hill —. No tiene a nadie más en este mundo y si quisiera seguir junto a HYDRA lo hubiera hecho, si no, no hubiera huido.
[. . .]
HAMBURGO, ALEMANIA.
Llevaba seis noches en Alemania, primero se alojó en Bremen, luego en Múnich y ahora estaba en Hamburgo. No le gustaba mucho tener que cambiar tan rápido de ciudad, pero si no quería que la encontrarán tenía que moverse y rápido.
Extrañaba su casa, extrañaba sus amigos, extrañaba Sokovia. Vivir ahí no había sido del todo malo, conoció personas, aprendió cosas, aprendió a controlar sus poderes. Sus padres habían muerto y ni siquiera pudo despedirte correctamente de ellos, no era que ellos fueran unos padres geniales pero aun así los quería. Al fin y al cabo eran sus padres.
Volvió a mirar las fotografías que logró rescatar de su casa antes de arrancar. En una estaba ella junto a los gemelos Maximoff, los había conocido cuando ambos se ofrecieron voluntarios para ser unos mejorados, sonrió al ver como los tres reían, su padre había tomado esa fotografía; en otra estaba ella junto a sus padres, fue una de las últimas navidades que habían pasado juntos, en su casa, como familia normal; en otra estaba ella y su madre abrazadas, su padre también había tomado esa fotografía; finalmente estaba esa foto que le había carcomido la cabeza desde que la había sacado desde la habitación de su madre, en ella había una mujer, se veía menor que su madre, ambas sonreían mirando la cámara ¿Quién era y por qué su madre tenía una foto con ella? No conocía a nadie de la familia de ninguno de sus dos padres, siempre habían sido ellos tres y luego de incontables veces de preguntar por ellos y de negaciones de parte de sus padres, simplemente dejó de preguntar.
Las guardó cuando notó unas cuantas lágrimas en sus mejillas, no podía llorar o más bien no quería hacerlo.
Se levantó de su asiento y comenzó a caminar, cuando volteó en una esquina sintió como dos personas la seguían. Suspiró cuando notó que podrían tratarse de agentes de HYDRA, comenzó a caminar más rápido y las dos personas también comenzaron a hacerlo.
—Mierda, mierda —miró a su alrededor. La única solución era correr hasta perderlos de vista. ¿Dónde se encontraba el metro?
Comenzó a correr moviendo sus manos haciendo que destellos negros salieran de estás, despejó todas las cosas que obstruían su paso, no quería dañar a nadie pero si no hacía que salieran de su camino ella sería la dañada, y no precisamente para bien. Paró de caminar cuando notó que el hombre que había peleado anteriormente con ella estaba a unos escasos metros.
El Soldado del Invierno estaba ahí otra vez.
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