99
El resto del día fue igual de nauseabundo y deprimente.
Adam volvió a su habitación y Set se reunió con Keren, Henry y Allen en la sala de espera.
El ambiente que los rodeaba era enfermizo y agotador. Bastante había resistido Henry al mantener a Allen calmado y dormido, que no soportó más y se quedó completamente dormido en una posición poco cómoda en la silla.
Keren se las ingenió para quitarle al niño de sus brazos y lo sentó en su regazo.
-Ese niño cuando abra los ojos, intentará arrancarte la cabeza de tajo-le advirtió Set somnoliento.
Era de madrugada y pocas personas continuaban con ellos, esperando noticias de sus familiares.
-Me da igual-dijo ella-no tengo sueño y tampoco me dejaron pasar a ver a Roch. Así que al menos tengo que tener la cabeza ocupada.
-¿Por qué no vamos a un hotel?
-No sería apropiado.
-Por Dios, Keren-repuso Set con incertidumbre. Sus ojos estaban muy enrojecidos-no has dormido nada y no quiero perderte a ti también. Vámonos. Levantemos a Henry y busquemos un lugar donde dormir a gusto. Adam está seguro en su habitación, volveremos en unas horas.
Aquella idea sonaba muy tentadora. Keren visualizó la imagen de una cómoda cama y se estremeció.
Se mordió los labios, debatiendose y miró a su primo y hermano con desdén.
Ellos también necesitaban descansar en una superficie plana y suave.
-Tienes razón. Nos hace falta una cama pero, ¿y si pasa algo? ¿cómo vamos a enterarnos?
-Hablaré con Adam. Él podrá informarnos de lo que está pasando-contestó el rubio.
-¿Piensas que volverán a dejarlo salir a sus anchas? Casi se lo llevaron arrastrando a su habitación cuando se dieron cuenta-añadió ella, sulfurada.
-Es la única opción.
-De acuerdo. Me encargaré de despertar a mi hermano y tú ve a echarle un vistazo a Adam-sentenció, con más ánimos.
Entonces ocurrió algo que no pasaba a menudo: Set White esbozó una sonrisa genuina, de esas capaces de dejar sin aliento a cualquier persona y darle motivos para sonreír. Su sonrisa destiló ternura y calidez, dejándola estupefacta.
-Me has vuelto a robar el corazón-dijo ella, ruborizada.
Él alzó las cejas y ladeó la cabeza.
-¿Cuántos corazones tienes?-le preguntó él, riéndose y después se inclinó para besarla ligeramente en los labios.
Ella sonrió con timidez y Set se levantó del asiento.
-Ahora vengo.
Ahora que ya tenían un plan, era el turno de ella de ejecutar su parte.
Depositó a Allen en la silla donde había estado Set, y se acercó a Henry.
-¡Eh! ¡Henry!-lo movió levemente del hombro.
El chico abrió los ojos y las pupilas se le contrajeron al chocar contra la luz de la estancia. Enfocó la mirada a ella y después a sus brazos vacíos.
Estiró el cuello por encima del hombro de Keren y se tranquilizó. Ella se apartó y le sonrió.
-¿Qué ocurre?-preguntó, con pereza.
-Nos iremos a un hotel. Necesitamos dormir y recuperar fuerzas.
-¿Qué? Pero, ¿Qué hay de papá y de tu tío? Adam sigue aquí.
-Ellos estarán bien. Set piensa que...
-¡Oh, vamos!-gruñó Henry-ahora todo tiene sentido. Ese imbécil ideó un plan absurdo para que dejemos a los nuestros aquí, como él ya no tiene a nadie a quién cuidar, piensa que...
Entonces Keren le cerró la boca de una bofetada.
Por una milésima de segundo, el tiempo pareció detenerse y un agudo silencio los envolvió.
Ella reaccionó poco después cuando su hermano le dirigió una gélida mirada llena de desprecio.
-Henry, yo...
-¿Sabes qué? Váyanse a un hotel y déjenme en paz. Me quedaré aquí al pendiente de mi padre y de mi hermano. Tú estás a salvo con ese demente-gruñó y le dio la espalda en la silla. Y Keren notó que la mejilla de él estaba enrojecida en donde le había golpeado-y si se van, Allen quedará conmigo. Él parece estar más interesado en saber como está su padre que ustedes.
-Él es mi primo-masculló Keren-y se va conmigo.
Henry rio, aun de espaldas.
-Está bien. Haz lo que quieras, hermana.
Minutos posteriores, Set regresó y Keren se levantó con aire furioso.
Set sintió las malas vibras de ambos hermanos y cruzandose de brazos, elevó las cejas y preguntó con calma.
-¿Qué sucede?
-¿Por qué habría de suceder algo?-esperó Keren de mal humor-solo vámonos y ya.
Y de pronto, Set apretó los labios y miró a Henry.
-¿Qué le hiciste a Keren?-le preguntó de la manera menos brusca pero no lo logró.
Henry se encogió de hombros, sin dar indicios de darse la vuelta.
Y al no recibir respuesta del chico de ojos negros, Set miró a su novia.
-¿Qué te hizo?-le exigió saber.
Keren rodó los ojos y meneó la cabeza en negación.
-Cuando te diga que no pasó nada es porque verdaderamente no pasó nada-repitió, exasperada.
-Estás defendiendolo, ¿no? No quieres que le parta la cara.
-¡No! Solamente quiero largarme a dormir, eso es todo.
Set estrechó los ojos e hizo una mueca.
-Como sea, algún día le partiré la cara-dijo y se inclinó hacia a Allen. Lo cargó en sus brazos y le hizo señas a Keren-vamos.
-No van a llevarse al chico-intervino Henry, parandose deliberadamente de la silla. Su rostro era frío y calculador.
Set le envió una sonrisa venenosa.
-Apartate del camino.
-Obligame.
-¡Ya!-exclamó Keren.
-Mira, Keren, no metas en esto-carraspeó Henry con irritación. Tanto él y Set eran de la misma estatura y complexión-despierta al niño y que él decida si quiere ir con ustedes o quedarse aquí conmigo.
Set estrechó a Allen entre sus brazos y miró a Henry con rabia.
-El chico estará seguro con nosotros, tú no eres nada de él.
-Tú tampoco-replicó Henry.
Henry y Set se fulminaron con la mirada como perfectos idiotas durante casi un minuto y Keren resopló.
-¿Podrías bajarme, Set?
De pronto Set dio un respingo al ver a Allen despierto, mirándolo con sus petulantes ojos azul eléctrico que mejor caracterizaba. Tenía la misma mirada de antipatía que usaba Gabriel cuando se enojaba o no estaba de acuerdo.
El rubio obedeció al niño y lo situó sobre las sillas.
-He escuchado todo-repuso Allen con voz cansina.
-¿Verdad que vendrás con nosotros, Allen?-le preguntó Keren con dulzura; pero el niño negó con la cabeza y miró a Henry.
-Me quedaré aquí con Henry. Quiero ver a papá y si me voy, él se pondrá triste.
-Pero Allen, solo vamos a dormir unas horas en una cama, ¿acaso no extrañas tu cama?-cuestionó Keren, nerviosa.
-Sí la extraño pero no tanto como papá. Vete, Keren. Vete, Set. No quiero ir con ustedes y esa es mi decisión-Allen caminó sobre las sillas y le echó los brazos al cuello a Henry-adiós.
La sensación de ansiedad y desesperación volvió al cuerpo de Keren tras una breve pausa. ¿En qué momento todo había empeorado? Allen tenía que estar a su lado, no con Henry.
Su padre tenía que estar bien al igual que su tío Gabriel.
Y una punzada de dolor atravesó absolutamente toda su cabeza y se mareó. Sintió las manos de Set sujetandola de los hombros y entrecerró los ojos, mirando su atractivo rostro preocupado.
-¿Estás bien, cariño?-le oyó preguntar en forma de eco.
Su voz le sonó muy extraña, como cuando estás en una habitación vacía y alguien grita afuera de esta.
Intentó decir que no pero no brotó ningún sonido de sus labios, sino que el dolor de su cabeza se incrementó y sintió náuseas.
El techo del hospital se movió deliberadamente al igual que las paredes y vio todo negro. Era como si acabasen de apagar las luces.
Su cuerpo fue zarandeado con fuerza y la voz de Set la dejó de escuchar a los pocos segundos.
-¡Keren, por favor!
La voz de su novio hizo eco en sus oídos antes de perder el conocimiento.
Despertó con la garganta seca y con un estruendoso dolor de cabeza en la parte baja. La luz de la bombilla de la habitación le irritó los ojos e hizo el esfuerzo de acoplar la mirada bajo aquella luz.
¿Estaba internada también?
¿Qué había pasado?
Se revolvió incómoda entre las sábanas y un dolor espeluznante la hizo estremecerse. Miró a sus brazos y vio dos agujas incrustadas bajo su piel, que conectaban a dos diferentes tipos de suero.
Levantó la cabeza de la almohada y divisó una silueta sobre una silla en una posición extraña. Unos cabellos rubios sobresalían de una manta y se tranquilizó.
Se humedeció los labios, los cuales estaban agrietados y se aclaró la garganta.
-¿Set?-su voz fue aguda, como lija. Pero la persona que la acompañaba no se movió-Set-repitió.
No obstante, se levantó poco a poco y optó por echar un vistazo al resto de la habitación.
Entonces la persona se quitó la manta de encima y ella entornó los ojos con horror.
Steve Blake.
Keren abrió la boca para gritar pero no emitió ningún sonido. Estaba paralizada y miró directamente al arma que él empuñaba en la mano que no debería tener, puesto que Henry se la había cortado.
-Pronto serás mía, pequeña basura-le oyó decir con voz siniestra.
Y al fin ella pudo gritar. Cerró los ojos y gritó.
-¡Keren! ¡Keren!
Sintió a Set cerca. Él la llamaba.
-¡Por todos los cielos, cariño! ¡Despierta!
Obedeciendo a su voz, se obligó a abrir los ojos de golpe y se halló en la misma habitación en la que había estado minutos atrás pero con la diferencia de que ahora estaba Set consigo.
Los ojos de él estaban cristalizados y parecía no haber dormido en días.
Entonces Set la abrazó y ella se dejó envolver en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo junto al suyo.
-Has despertado por fin. Pensé que te perdería-murmuró en su oreja.
-¿Qué pasó?-preguntó ella con la garganta seca. Él no la soltó.
-Te desmayaste y los médicos dijeron que tu cerebro había estado bajo mucha presión y que no lo soportaste más. Tuviste suerte de no haber sucumbido a un derrame cerebral-le informó con la voz trémula.
-¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente?
-Tres días, mi amor.
A ella se le cayó el alma a los pies y él dejó de abrazarla para mirarla a los ojos.
-Tus tíos Thomas y Austin vinieron al siguiente día junto con ese tal Dylan-le explicó-también ha venido otras personas a verte, pero yo no las he dejado pasar.
-¿Qué hay de papá y tío Gabriel?-preguntó con temor.
-Ah, tu papá-sonrió-él casi se levantó de la cama para venir a verte. Pero lo sentenciaron: Si no descansaba y dejaba de intentar levantarse, lo iban a amarrar a la cama; así que desistió. Y tu tío está bien, solo que sigue delicado.
Keren sonrió aliviada.
-¿Y Roch?
-Ese sujeto ya anda caminando por si solo. Y solamente lo dejé pasar diez minutos a verte.
-¿Y Adam?
-Adam ya está bien. Estuvo aquí hace media hora-dijo Set-solo él y yo tenemos el acceso a verte. Y con respecto a tu otro hermano...-hizo una mueca-le prohibí la entrada al igual que el niño. No iba a soportar que ellos estuvieran aquí cuando fueron los causantes de lo que te pasó. Te juro que casi los mataba, de no ser por Adam.
-Debes de controlarte, por favor.
-Lo hice. Gracias a Adam y también porque estaba muy preocupado por ti.
Keren lo miró con ternura y le acarició la mano.
Y él se acercó a ella para besarla suavemente en los labios.
-Si te morías, créeme que te iría a seguir.
-No digas tonterías.
-Te amo.
-También te amo.
Set se arrodilló frente a ella y le apartó un mechón de cabello de la cara.
-¿Qué hay de... Beatrice y Jack?-preguntó ella en un hilo de voz.
Si había pasado tres días, ellos ya no podrían continuar en el hospital sin ser sepultados.
Set se mordió los labios y se sentó en la silla sin soltarle la mano. Se acomodó el cabello y sonriendo tristemente, contestó.
-Mi padre también vino a las pocas horas de tu desmayo y ese mismo día en la tarde Beatrice y Jack fueron cremados. Y ellos están con nosotros justo ahora-dijo y le señaló hacia la mesita que estaba a escasos centímetros de la cama de Keren. Había dos urnas de metal descansando. Una era de color dorada y la otra azul metálico.
En la dorada estaba el nombre de Beatrice Jane Rex Calvin.
Y en la azul decía Albert Jack Sky Parker.
Y Keren sintió un dolor en el pecho. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sollozó.
-Lo siento mucho, Set-fue lo único que pudo decir.
Él le apretó la mano.
-No pasa nada. Ellos ya están bien, además Adam lo ha tomado mejor que yo-añadió-se la ha pasado hablando con mi padre todos estos días, dándose ánimos y hablando bien de mi hermana.
-¿Los van a enterrar?
-No. Mi padre y yo nos los llevaremos a Berlín y van a estar con mi madre en la casa-volvió a sonreír.
-¿A Berlín?
-Sí. Lo decidió mi padre. Beatrice no va a estar en Norteamérica, sino en el lugar que nació.
-Ya veo-dijo ella, sin dejar de mirarlo-¿Por cuánto tiempo estarás en Berlín?
El semblante de Set se oscureció y le soltó la mano con el pretexto de acomodarse el cabello. El piercing de su ceja se contrajo cuando hizo una mueca.
-Lo hablaremos después, ¿vale? Ahora tengo que ir por el médico para que te revise y avisarle a los demás que ya has despertado.
Set salió de la habitación y ella quedó completamente sola.
Su mente trabajaba a toda velocidad ante las palabras de Set. Su reacción ante la pregunta que ella le había planteado dejó mucho de qué pensar.
La había evadido, desde luego.
Y unos minutos después, decidió dejar de pensar en eso.
La puerta se abrió de golpe y encontró a alguien que no pensaba ver tan pronto.
Kevin Black entró a la habitación con unas muletas y cerró la puerta con pestillo.
Su atractivo rostro estaba ligeramente sonrisado y alegre. Ella se sintió aliviada de verlo.
Él se sentó en la silla con dificultad, pero no sin antes besarla en la frente con cariño.
-Hola, Keren, ¿cómo estás?
-Un poco cansada pero bien.
Él la contempló como si ella fuese caído del cielo y tuviera alas divinas en su espalda.
-¿Qué haces aquí, Kevin?
-Vine en cuanto pude, me enteré de lo que pasó y al momento de entrar al hospital, te vi siendo trasladada de emergencia-parpadeó, y estiró su mano para agarrarle la de ella-pensé que te perdería, Keren.
-Por fortuna estoy bien-lo tranquilizó con una leve sonrisa.
Hubo un momento en el que ninguno dijo nada, solo se contemplaron el uno al otro.
Los ojos grises de él ardían de deseo de besarla, pero no podía.
Ella estaba con Set y de ninguna manera le correspondería, puesto que solo tenía ojos para ese rubio.
Kevin tragó saliva y le soltó la mano.
-Me alegro que estés muy bien y que solo fue un susto-dijo.
-Soy más fuerte de lo que creen.
-Y eso es algo fantástico, pequeña-se levantó de la silla y le acarició las mejillas. Ella cerró los ojos bajo su tacto-y como sé que ya no me necesitas más, me despido de ti como es debido.
Keren entornó los ojos al abrirlos y lo miró con recelo.
-¿Me vas a dejar? Pero si acabas de llegar.
-Sí, pero ya no tengo nada que hacer aquí. Solo te he causado mucho dolor y me niego a que te suceda algo por la demencia de Steve.
-Tú no tienes nada que ver con ese hombre.
-Recuerda que asesiné a la madre de tu novio frente a tus ojos.
Keren gruñó.
-Sí, lo hiciste. Pero bajo las órdenes de ese hombre. Y Set lo sabe.
-Y aunque yo me quedara, ¿Qué haré si no puedo tenerte? Amas a Set y él te ama a ti. Y yo salgo sobrando.
Su revelación la dejó muda. Sabía de antemano que Kevin sentía un gusto hacia ella pero no pensó que la quisiera muy en serio.
-Kevin, la verdad es que...
-Escucha, preciosa-dijo él. La tristeza en su voz era más que palpable-me encantó muchísimo haber estado junto a ti unos días cuando Set no estaba contigo; pero él ha vuelto a tu vida. Y yo debo continuar con la mía.
-¿A qué te refieres?
-Me iré a Madrid con Carla. Ella buscará un empleo y yo buscaré a alguien con quién estar.
Ella se sintió incómoda y un tanto molesta.
-¿Buscarás a una mujer que pase el resto de su vida contigo?
Él asintió y la contempló con ternura.
-Te deseo muy buena suerte apartir de ahora, pequeña. Y descuida, haré lo posible para matar a Blake para que jamás vuelva a hacerte daño.
-Ni se te ocurra ir a buscarlo-le advirtió.
-¿Por qué no?
-¡Porque te matará!
Kevin suspiró y volvió a sentarse con la vista fija en ella.
-Bueno, si eso llegase a pasar, nadie me echaría de menos y creo que estaría bien, es decir, me querrán más muerto que vivo.
-¡No digas estupideces, Kevin!-le ladró enfadada-¡Yo te echaría mucho de menos y no podría vivir feliz si no estás!
Kevin juntó las cejas y se frotó la barbilla con desdén.
-No debí habertelo dicho, discúlpame.
-Kevin-dijo ella lentamente-tienes que prometer que no vas a ir a buscarlo.
-No creo poder prometerlo.
-Haré lo que sea si lo prometes-dijo sobresaltada.
Él se quedó pensativo y luego de meditarlo, la miró.
-¿Harás lo que sea?-inquirió.
Ella asintió frenéticamente.
-Entonces déjame besarte por última vez.
Keren se humedeció los labios con nerviosismo.
-¿Besarme?
-Sí. Antes de que Set vuelva y trate de matarme.
-¿Estás seguro que quieres besarme? En este momento me veo tan horrible que no quiero darte asco-se ruborizó.
-Eres la chica más hermosa en este momento, y lo digo muy en serio.
Keren dejó escapar una risita tonta. Kevin siempre tenía un modo de hacerla sonreír.
¿Cómo era posible que él le dijera que se miraba muy hermosa, cuando había pasado tres días inconsciente en una cama con el rostro súper horrible?
Pero parecía que Kevin lo decía honestamente y se ruborizó. Solo él y Set eran capaces de hacerla ruborizar de esa manera.
-¿Y bien? ¿Puedo besarte ya?-Kevin le soltó de sopetón aquellas dos preguntas y ella salió abruptamente de sus pensamientos.
-Hey, tranquilo, no querrás parecer ansioso, ¿o sí?
-Pues tu novio de seguro se dirige hacia acá y no hay más tiempo-bromeó.
Ella suspiró y se incorporó un poco sobre la camilla. A pesar de que le dolía los brazos por el suero; logró sentarse.
Kevin alzó una ceja en su dirección y se acercó a ella lentamente.
La atmósfera se transformó en cómica. Ambos rompieron a reír al primer intento.
-¡Vaya!-exclamó él, riéndose-ya hemos perdido el toque.
-Tú lo has perdido yo no-le aseguró Keren.
Entonces el atractivo joven esbozó una sonrisa lobuna y se abalanzó a ella sin importarle su pierna.
Le acunó su femenino rostro entre sus manos y posó sus labios en los de ella, los cuales estaban ligeramente agrietados pero a él le supieron a gloria, más porque de pronto ella comenzó a llorar silenciosamente a mitad del beso.
Al principio el beso fue suave y tierno, pero a medida que se besaban, se tornó demandante, como si sus vidas dependieran de ello.
Kevin fue el primero en apartarse y en pegar su frente con la de ella con la respiración acelerada. Ambos respiraban agitadamente y se sonrieron.
Si aquel era el adiós, ella quería que él jamás olvidara el último beso entre ellos, para que quedara en su memoria para siempre.
-Si tan solo me hubieras conocido antes que él, tal vez todo sería diferente ahora-le susurró sobre sus labios y ella se estremeció.
-Si tan solo...-repitió la chica con melancolía. Pero ella amaba con locura a Set y de eso no estaba arrepentida, aunque sabía que con Kevin también hubiese podido ser muy feliz.
Pero aquella atmósfera de tranquilidad y de intimidad entre ellos se fue al carajo cuando alguien comenzó a forzar la puerta con desesperación.
Kevin se apartó de inmediato pero ella lo agarró de la camisa rápidamente y volvió a besarlo.
-Quizás de verdad esta sea nuestra despedida-murmuró sobre sus labios-y quiero besarte otra vez.
Repitieron el beso de nuevo pero con más insistencia y desesperación.
Y para cuando parecía que la puerta iba a ser derribada, Kevin se aproximó a abrirla y Set entró a grandes zancadas con el ceño fruncido. Sus ojos aqua viajaron de Keren a Kevin y de nuevo a ella.
-¿Me podrían explicar por qué la puerta estaba cerrada con pestillo?-preguntó pausadamente, autocontrolandose para no partirle la cara a Kevin-¿Y por qué estás tú aquí?
Sin embargo, la expresión de Kevin continuó relajada. Miró de reojo a Keren y suspiró.
-Solo me estaba despidiendo de ella-le informó con sequedad-y estaba a punto de irme justo ahora.
-Cuando te vayas, trata de llevarte también a esa tal Carla-le espetó Set con frialdad.
Kevin Black asintió y le echó un último vistazo a Keren, quién le sonrió con tristeza antes de verlo partir de la habitación.
-No quiero que me cuentes nada sobre él-añadió Set inmediatamente-Adam me contó que estuviste tonteando con él en mi ausencia pero soy del tipo de personas que manda al carajo episodios de su vida que no son importantes; así que no me interesa. Eres mía y siempre lo has sido.
-Y lo seré-le corrigió ella.
Set se sentó en la silla con aire sulfurado y la puerta se abrió.
Tres personas ingresaron a la habitación que se abalanzaron a ella sin miramientos.
-¡Prima, me alegro que estés bien!-chilló Dylan en su oído mientras la abrazaba hasta dejarla sin aire-no sabes cuanto he sufrido por lo que ha pasado, en serio. Me negué a irme a Londres para estar con ustedes-miró a Set y este le hizo un gesto de cómplice con la cabeza.
-Te pedimos disculpas, hija-le oyó decir a su tío Austin.
-Nunca pensé que esto se saldría de control-terció su tío Thomas con rubor-y estoy muy avergonzado de haberme portado como un idiota.
-Pues murió la novia de mi hermano porque se necesitó ayuda-masculló ella con recelo-y esa chica era la hermana de mi novio.
-Estamos muy arrepentidos de todo, te lo juro-murmuró su tío Thomas con desdén. Sus ojos verdes suplicaban clemencia.
Dylan, por su parte, se apartó unos pasos de ellos y se situó junto a Set. Los dos se enfrascaron en una conversación en voz baja mientras Keren discutía con sus tíos.
-¿Qué hubiera pasado si la persona que hubiese muerto fuese yo? Estar arrepentidos no soluciona nada; solo causa más dolor y coraje-espetó Keren, enfurecida. Deseaba levantarse de la maldita camilla y darles una bofetada a cada uno para que supieran que hablaba en serio.
-Creo que si hubieras muerto, al menos yo, estaría en el manicomio o sumido en una depresión grave-contestó Austin.
-Y yo probablemente muerto porque no me lo perdonaría jamás-titubeó Thomas.
-¿Ya han visto cómo está mi padre y mi tío Gabriel?-preguntó con molestia. La pareja se enderezó y dejaron de tocarla.
Set miró a la pareja con las cejas levantadas y Dylan optó por checar su teléfono. Aquel momento era demasiado incómodo como para mirar, pero al rubio le divirtió, ya que estaba esperando el momento en el que Keren mandara al carajo a ese par.
-Egon nos echó de la habitación-contestó Austin con incertidumbre.
-Nos odia-replicó Thomas y Keren sonrió.
-Bueno, ¿y qué esperan que ocurra con su inesperada visita?-interrogó la chica con autocontrol.
-No esperamos que nos perdonen, pero al menos queremos que nos dejen ayudar en lo que sea-la sinceridad de su tío Thomas la sorprendió.
¿Acaso ellos querían luchar a su lado?
-¿La culpabilidad los está matando, no? Porque mirenme, tuvieron que hospitalizarme, ya que yo sola no pude resistir. Y la persona que tiene la última palabra es mi padre. Él decidirá si quiere que estén con nosotros.
-Necesitan apoyo-intervino Austin-ya sabemos que ese rubio estúpido de Blake sigue con vida y que no descansará hasta matarlos a todos.
-Matarnos a todos-le corrigió ella y Thomas asintió.
-Efectivamente. Por eso queremos ayudar, aunque ciertamente estamos muy oxidados. Al menos yo-dijo Austin y miró a Thomas-porque Thomas jamás ha peleado a muerte.
-Pues tendrá que aprender-interrumpió Set, poniéndose en pie. Dylan cuadró los hombros y guardó su teléfono en el bolsillo.
-Yo quiero aprender a pelear-dijo Dylan determinación. Ni si quiera miró a sus padres, sino a Set, quién asintió con una sonrisa lobuna.
-También puedo darle clases a usted-dijo Set, observando rápidamente a Thomas.
Austin se mordió los labios al ver que su pareja asentía sin vacilar.
-Pero primero vayan a conseguir el perdón de mi padre-interpuso Keren.
A los pocos minutos que Dylan y sus padres se marcharon de la habitación, entró Adam con Henry. Ambos sonrieron aliviados al verla pero Keren solo se fijó en su gemelo, ignorando a su otro hermano.
-¿Cómo demonios te apellidas?-le espetó Set a Henry y este gruñó.
-Wilde.
-Bien, Wilde-repitió el rubio-lárgate de aquí. Prohibí tu entrada.
-Tengo todo el derecho de pasar a ver a mi hermana-graznó el otro chico.
Adam miró con amargura a ambos y lo ignoró. Se dirigió hacia su hermana y se sentó en la camilla junto a ella.
-Hola-dijo, sonriendole.
-Hola-dijo ella con la misma sonrisa.
Entonces los ojos mieles de Adam se llenaron de lágrimas y dejó escapar un hipido.
-Pensé que te iba a perder.
Keren le echó los brazos encima y se fundieron en un agradable abrazo. No le gustaba ver llorar a su gemelo. Aquella era una de las cosas que la dejaban desarmada; ya que se suponía que él siempre había sigo la persona que la apoyaba y le daba ánimos, no viceversa.
Y también porque cuando él se desmoronaba de esa manera, era porque realmente su fuerza se había venido abajo y estaba vulnerable.
-No te vas a deshacer de mí tan fácilmente, Adam-bromeó ella y sintió que él la abrazaba más fuerte.
-Últimamente hemos estado viviendo en un hospital y ya quiero irme-le susurró Adam en la oreja-¿Por qué no nos escapamos? Papá está bien y tío Gabbe se está recuperando. Deberíamos salir de aquí y despejarnos un poco, ¿no crees?
-¿Solo nosotros dos?
-No. Set puede venir y si te parece, también Henry y Dylan.
-Me parece una idea maravillosa.
-¿Qué tanto se secretean ustedes dos?-inquirió Set con curiosidad. Henry también los miraba pero con el ceño fruncido.
Adam dejó de abrazar a su hermana y sonrió al mismo tiempo que ella.
Al menos, por una noche, tendrían un respiro como era debido. Si tan solo Beatrice hubiese estado ahí, todo sería perfecto.
Cada vez está más cerca el final. No olviden votar y comentar.
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