97
Adam volvía en sí a escasos ratos, y solo decía el nombre de Beatrice con desesperación. Set tuvo que tragarse las lágrimas y decidir mover el cuerpo de su hermana y de Jack fuera de la calle. Los colocó en la acera con sus espaldas recargadas sobre la pared y sorbió por la nariz.
Y estaba a punto de girarse para hablar con Keren cuando una camioneta negra, similar a la de Steve, irrumpió por la esquina y a toda velocidad aparcó en la entrada de la casa.
Keren y Set se levantaron con la vista fija en los hombres que bajaron precipitadamente del vehículo y entraban rápidamente a la casa.
-No vayas-dijo Set, agarrandole la mano-ellos no matarán a nadie. Solo vienen por esa rata asquerosa de Blake.
-¡No podemos dejar que se lo lleven! ¡Tenemos que matarlo!
-Créeme que eso deseo, pero en este momento no tengo fuerzas para pelear y no quiero perderte también a ti si hay un enfrentamiento-la agarró con suavidad de las mejillas y la besó delicadamente.
Unos minutos después, vieron como entre tres hombres subían a Blake a la camioneta y detrás de ellos Roch trató de forcejar pero recibió un disparo en el pecho, que lo tiró al suelo mientras la camioneta echaba reversa y se deslizaba junto a ellos para doblar en la misma esquina de donde habían venido.
Y Set memorizó la matrícula.
-¡Hirieron a Roch!-gritó Keren.
El sonido de las ambulancias les llenó de esperanzas y alzaron los brazos para indicarles el camino.
Y todo sucedió en cámara lenta.
Una ambulancia se llevó a Egon, Gabriel, Adam y a Roch. Y la otra a los cadáveres de Beatrice y de Jack, prometiendo volver por los otros cuerpos pero Set les dijo que podían quedarse pudriéndose ahí, ya que no eran importantes.
-Nos iremos en el Jeep. Vamos-le susurró a Keren y esta asintió con la mirada vacía.
De pronto, escucharon unos pasos apresurados doblar la esquina contraria y se cruzaron con Henry, Carla y Allen, que estaban muy golpeados pero en buen estado. Los dos estaban totalmente sorprendidos, el niño estaba "dormido"en los brazos de Henry.
-¿Qué pasó? Esos malditos nos golpearon y nos lanzaron a un lote baldío muy lejos de aquí-dijo Henry con preocupación.
A Keren le temblaron los labios al querer responder pero fue Set quién les informó lo que había pasado y tanto Carla y Henry se asustaron.
Carla rompió a llorar casi al instante. Keren tragó saliva y sintió la mano de Set sobre la suya.
-Iremos al hospital en el Jeep-dijo, mirando a Henry.
-Ojalá papá esté bien-dijo Henry, ayudando a Carla a caminar.
-Yo llevo a Allen-se ofreció Keren.
-Estoy bien, no te preocupes-le sonrió débilmente y los cinco se dirigieron al Jeep.
Set condujo con la mirada perdida hasta el hospital, y Keren pensó que en cualquier momento se desmayaría. Él tenía los ojos tristes pero su expresión era neutra. La tristeza que sentía la había lanzado al rincón más alejado de su pecho para poder resistir. Pero tarde o temprano iba a romperse si no lo dejaba sacar. Ya había llorado, pero aun necesitaba sacar más lágrimas y desahogarse. Keren quería seguir abrazandolo, besandolo y decirle que todo estaba bien; pero sabía que él se negaría, puesto que ya lo había visto en su estado más débil en dos ocasiones. Además, no estaban solos, Henry y Carla se hallaban con ellos y con Allen.
La pesadilla en la que se habían enfrascado era espeluznante. La muerte los iba siguiendo muy de cerca, esperando el momento perfecto para actuar y Keren no estaba dispuesta a continuar permitiendolo.
Estaba aterrada de que su padre y tío murieran a causa de Blake; pero más le preocupaba el chico que tenía a su lado, quién parecía estar bien, pero dentro de él había algo rompiéndose poco a poco.
Y con cautela, desplazó una de sus manos hacia su pierna y le dio un breve apretón. Set la miró de reojo y continuó conduciendo, pero sus labios apretados se habían aflojado un poco y Keren suspiró con alivio. ¡Ansiaba estar a solas con él para reconfortarlo como la última vez!
Pero su alivio no duró mucho, ya que en los asientos traseros, Carla comenzó a llorar de nuevo y volteó a verla, confundida.
No entendía por qué esa chica lloraba si nadie de su familia había muerto y temerosa, se atrevió a preguntarle.
-¿Por qué lloras?
Henry le sonrió y se dedicó a ver por la ventana, acariciandole la espalda a Allen, mientras que la chica morena trataba inútilmente de parar de llorar.
-Por Jack-murmuró con voz entre cortada.
-¿Jack? ¿Quién es Jack?-Keren se mostró perpleja.
-Era mi amigo-contestó Set de repente-y fue un antiguo amor de Carla.
-¿Y por qué lloras?-insistió Keren.
-Cariño, el chico pelirrojo que estaba muerto al lado de mi hermana era Jack. Él vino conmigo a rescatarte-repuso Set con voz ronca.
-Oh, lo siento mucho-el rubor tiñó su rostro y se hundió en el asiento sin tener la menor intención de seguir hablando.
-Iba a regresar con él si salíamos vivos de esta-carraspeó Carla-pero lo asesinaron de la manera más vil y cruel... yo...
-Lo que debiste hacer fue tratarlo como se merecía-intervino Set con los ojos fijos en ella a través del espejo retrovisor-él intentó acercarse a ti en estos días y tú no hiciste nada más que ignorarlo. Así que no sientas pena ni dolor porque te lo mereces.
Las palabras de Set provocaron que más lágrimas fluyeran por las mejillas de la chica.
-¿También mereces que haya muerto tu hermana?-replicó ella cuando logró encontrar su voz-porque la tratabas muy mal.
Él asintió, apretando las mandíbulas y estrechando los ojos.
Keren quería suavizar las cosas pero al parecer, las había empeorado considerablemente.
Tiempo después, llegaron al hospital. Los paramédicos les indicaron la dirección y Set se ubicó bastante bien.
Salieron del Jeep con aire fúnebre y se desplazaron por el área de urgencias.
Era un hospital muy extraño y elegante. Y Keren se preguntó si estaban en el correcto.
Set la agarró de la mano y juntos avanzaron por el pasillo en dirección a la señora que estaba detrás de una computadora y un escritorio de cristal.
Henry y Carla los siguieron de cerca. Allen continuaba dormido.
-Somos familiares de cuatro sujetos que fueron atendidos aquí hace media hora más o menos-dijo Set. Su voz era amable y sencilla. Keren nunca pensó que alguna vez él se dirigiría a alguien con tal educación.
-Nombre de los pacientes, por favor-pidió la mujer, tecleando algo en la pantalla.
-Adam Peitz, Roch Tyler, Gabriel McCall y Eg...
-Y Allen Landon-lo interrumpió Keren y él frunció el ceño, pero no dijo nada. Henry también tenía una expresión confusa pero tampoco añadió nada.
-En efecto, aquí están. Tres de ellos entraron a quirófano de urgencia, y el otro está en una habitación descansando-les informó-es Adam Peitz.
-¿Podemos pasar a verlo?-preguntó Keren-soy su hermana gemela.
-Y yo su hermano mayor-replicó Henry-y este niño que tengo en los brazos es nuestro primo.
-Nosotros esperaremos nuestro turno-dijo Set de inmediato y señaló a Carla-ellos deben pasar primero.
-Todos ustedes deben pasar a revisión. Están sumamente golpeados-masculló la mujer, presionando un botón.
-No-espetó Set-ellos van a pasar a ver a su familia. Nadie de nosotros es tan importante. Estamos bien.
-Vamos a hacer esto-siseó la mujer con ojos desafiantes-si no pasan a revisión, no podrán entrar a ver al paciente.
Y minutos más tarde, los cinco estaban siendo examinados por varios médicos. Allen había despertado y se comportó como un niño grande cuando le vendaron la muñeca y le pusieron un bandita en la mejilla para cubrir la breve herida.
Henry fue sometido a una manada de enfermeras que lucharon para ponerle vendas en los brazos, y en las dos manos, donde solo sus dedos sobresalían. La nariz y los labios fueron curados y cubiertos con banditas también. Se sintió violado porque tuvieron que quitarle la ropa.
Keren, por su parte, solamente le limpiaron el rostro con agua oxigenada y le untaron crema para desinfectar y desinflamar.
A Carla le quitaron el yeso de la pierna y se la vendaron para que pudiera andar más libremente con sus muletas. Pero fuera de todo estaba bien.
Sin embargo, Set tenía un fuerte golpe en la cabeza del que no se había quejado hasta ese momento.
Las enfermeras y el médico que le asignaron se horrorizaron por la magnitud del golpe.
Lo tendieron sobre la camilla boca abajo y le raparon un poco de cabello en la parte baja de la cabeza para dejar expuesta la herida.
Keren se acercó para echar un vistazo y entornó los ojos con terror.
Set tenía una bola enorme con sangre de color entre morada y verde.
Él cerró los ojos y suspiro.
-¿Por qué no me dijiste que te dolía la cabeza? ¿cómo fue que te golpearon?-chilló ella.
-Ni si quiera yo lo sé. No me había dado cuenta de este golpe hasta ahora-musitó.
Y las enfermeras la empujaron lejos de Set para que comenzaran a curarlo.
Alrededor de quince minutos, Set ya estaba recostado en la camilla con la cara vuelta al techo. Tenía toda la cabeza vendada y los ojos cerrados. Respiraba tranquilamente y no daba indicios de despertar.
-¿Está sedado?-preguntó Keren a una enfermera.
-Sí. Ese golpe que le dieron pudo haberle causado una contusión y es preferible que descanse para luego practicarle unos estudios.
A Keren no le gustó lo último que le dijo y asintió.
-La única que podrá pasar a ver a su familiar eres tú-le avisó la enfermera con amabilidad-sigueme.
Y mirando con desdén a los demás, siguió a la joven enfemera de vuelta al aérea de urgencias. La dirigió por un largo pasillo donde habían muchas personas de aquí para allá o simplemente sentadas con la mirada vacía en espera de noticias.
La enfermera se adelantó a abrir la puerta de una habitación y le instó a pasar.
-Procura no hacerle hablar mucho porque se pone histérico.
-¿Por qué?
-No sabemos. Grita mucho el nombre de "Beatrice", suponemos que eres tú.
-No. Beatrice era su novia, y la asesinaron hace unas horas-contestó con frialdad y la enfermera parpadeó.
Keren le cerró casi la puerta en el cara y entró.
Su hermanito estaba en la camilla con varias banditas en la cara y la cabeza vendada, pero no del todo, solo en la frente.
Se sentó en la silla de al lado y le agarró una mano.
Él abrió los ojos de repente y barrió la habitación hasta mirarla.
Enseguida se le cristalizó la mirada y dejó escapar un sollozo doloroso frente a su hermana.
Keren no fue tan fuerte y también comenzó a llorar con su gemelo.
Su dolor era también el suyo.
-Lo lamento mucho, Adam-dijo en un hilo de voz. Él cerró los ojos con fuerza y dos lágrimas gruesas se deslizaron por sus mejillas.
-Yo debí morir, no ella.
-No digas tonterías-dijo su hermana-nadie merece morir a manos de esos despreciables hombres que solo sirven para destruir familias por la sed de venganza.
-No entiendes, Keren-masculló su hermano con la voz congestionada por el llanto-yo la amaba, la amo todavía aunque ya no esté conmigo.
-Por supuesto que te entiendo. Se que te duele, es como si una trituradora te despedazara por dentro lenta y dolorosamente sin que puedas hacer nada.
Y eso hizo que su hermano se mordiera los labios lastimados y se negara a continuar llorando.
-Ni si quiera le dije cuando la amaba. Yo tenía en mente casarme con ella muy pronto, pero mira que maldita vida me tocó. Todo lo que amo se muere o me abandona.
-Yo jamás te dejaría.
-Ni yo tampoco te dejaría morir o abandonarme.
-Siempre estaremos juntos, Adam, todos pueden irse pero yo soy tu hermana, tu gemela y siempre estaré contigo pase lo que pase.
-Lo sé-Adam le apretó la mano-y quiero que después de todo esto del funeral de Beatrice y del otro chico, nos vayamos muy lejos. A otro país si es necesario.
-Eh...
-Sí, Keren. Set también puede venir. Él demostró ser valiente y confiable, al igual que Henry.
-Sí.
-Papá, Henry, Set, tú y yo nos lagaremos, ya lo decidí.
-¿Qué hay de Carla? Esa chica está destrozada por la muerte de ese chico, Jack.
El rostro de su hermano se ensombreció.
-Carla se irá con Kevin Black, por supuesto.
-Steve irá por ellos. No podemos dejarlos solos.
-¡No quiero tener a esos dos cerca de nosotros!-gritó, enfurecido y le soltó la mano a Keren.
-Al menos a Carla sí, ella...
-¡No!-exclamó con veneno-no quiero verle la cara a esa chica.
-¿Por qué no? Actuas como un loco-espetó su hermana.
-La detesto.
Keren ladeó la cabeza sin comprender.
-¿Por qué la detestas?
Pero él se negó a mirarla y cerró de nuevo los ojos.
-Hice algo muy grave y estúpido por su culpa, por eso la odio. Fin del asunto.
-¿Qué hiciste? Cuéntame-insistió la chica con el ceño fruncido.
Entonces él abrió los ojos lentamente y suspiró.
-La besé.
-¿Qué?-Keren se quedó estupefacta.
-La besé antes de venir a rescatarte. Cuando nos secuestraron y yo logré escapar, terminé muy lastimado, y creo que aun lo estoy, y estuve en el hospital como ahora-explicó-entonces ella me hizo una visita y me besó. Dijo que yo le gustaba, así que le devolví el beso, a sabiendas que Beatrice estaba por ahí.
-¡Eres un maldito! ¿lo sabías?
-Sí. Créeme que lo he sabido desde siempre-agregó con tristeza.
-Beth murió pensando que eras el mejor chico del mundo y...
-Cállate, ¿sí? No me haces sentir mejor.
-Pero si no estoy tratando de hacerte sentir mejor, idiota-graznó su hermana-quisiera darte una paliza pero con la que tienes es más que suficiente.
El rostro de su hermano demostró enfado cuando la encaró.
-Pues yo debí darte una paliza también cuando te besuqueaste con Black en mis narices, sabiendo de antemano que aun querías a Set.
A ella se le tiñeron las mejillas de escarlata.
-Bien, pues Set ya lo sabe y me perdonó. Beatrice jamás se enteró de lo que hiciste, lo cual es, prácticamente peor.
-¿Podrías retirarte, por favor? No me siento nada bien.
Ella se mordió el interior de las mejillas y se levantó de la silla. Se acercó a su hermano y se inclinó para besarle la mejilla.
-De nada sirve lamentarse cuando las cosas han sucedido. Ya es demasiado tarde ahora.
Adam la ignoró por completo y ella optó por salir de la habitación con los labios temblorosos y con demasiadas ganas de llorar. Pero al momento que salía al pasillo, se encontró con Carla frente a frente y la miró con los ojos estrechados.
-Ya sé lo que hubo entre mi hermano y tú-le dijo de manera cortante.
Carla bajó la mirada y asintió.
-Yo solo vengo a despedirme de él.
-¿A dónde irás?-Keren no pudo ocultar la sorpresa en su voz.
-Me iré con Kevin-contestó la chica morena-nos iremos lejos de aquí para no hacerle daño a nadie más.
A pesar de que Keren amaba con extremada locura a Set, no podía dejar de sentir una extraña atracción por Kevin y un cariño inexplicable por él. Y escuchar los planes de Carla en el que Kevin estaba, le hirvió la sangre.
-¿No te bastó con inmiscuirte en la vida amorosa de mi hermano?-le soltó de sopetón.
-Estoy arrepentida de haber besado a Adam-sentenció Carla con irritación-¿qué no entiendes?
-¿Por qué no mejor te largas tú sola y dejas a Kevin en paz? Él nos tiene a nosotros-carraspeó con rabia-me tiene a mí. Y no tiene necesidad de fugarse contigo.
-Vaya-exclamó la morena con suspicacia y evaluó a Keren de pies a cabeza-la zorra en este lugar eres tú, no yo. Porque teniendo a tu novio a unas habitaciones de distancia, has tenido el descaro de decir que Kevin te interesa, ¡wow! Eres una chica patética.
-Set ya está al tanto de todo-le espetó con amargura.
-No me importa tu vida, la verdad-replicó Carla-ahora déjame pasar a ver a Adam.
-Tú vas a poner un pie en esa habitación cuando yo me muera-gruñó Keren Peitz con los ojos encendidos en llamas. Ella casi nunca revelaba su mal humor tan abiertamente, pero por los acontecimientos que había pasado, era más que obvio que su temperamento saliera tal y como era, sin nada que pudiera impedirselo.
-Por favor, sal de mi camino-insistió Carla, mirándola con desprecio.
-Te lo advierto, no entrarás a esa habitación mientras yo respire.
-Oh, vamos, hablo en serio Keren-la agarró de los hombros y la empujó a un lado, pero la chica no se movió. En sus ojos, una extraña locura los había abrazado y la mirada que le envió a la morena la hizo titubear.
-¡Vete! No quiero volver a ver tu maldita cara de estúpida en toda mi vida y si vuelves, te juro que te mataré. No me conoces en lo absoluto-le gritó encolerizada, captando la atención de las personas.
La expresión de Carla fue de absoluta sorpresa y más el hecho de que la puerta de la habitación se abrió y salió Adam con el rostro rígido. Y en cuanto la miró, agarró a su hermana de los hombros y la echó hacia atrás con delicadeza, con el fin de estar frente a Carla sin ningún obstáculo de por medio.
-¿No oiste lo que ha dicho mi hermana, Carla? ¿o acaso estás sorda?-preguntó él con voz suave y tediosa, como si le hablase a una persona con retraso mental.
La boca de Carla se abrió y se cerró repetidas veces sin saber que añadir y al final se quedó callada, mirando sus pies.
-He oído todo lo que decían las dos-dijo Adam, mirando a su hermana y a Carla con incertidumbre-ninguna de las dos son santas y menos yo. Pero todo esto se ha ido a la mierda y quiero que cada quién se largue a donde mejor le convenga. Han muerto personas por nuestra maldita culpa y me niego a seguir con esto.
-Adam, yo...
-Escucha-le cortó él a Carla-no me interesa lo que quieras decirme. Solo vete, y no vuelvas más. Nosotros somos una familia a la que tú no perteneces y lamento tanto haberte besado; mi corazón le pertenece a Beatrice y siempre será de ella, aunque ya no esté.
-Yo...
-Vete, por favor-insistió Adam de mal humor. Sus ojos tenían aquel destello de locura como los de su hermana.
-¡Déjame terminar de hablar, maldita sea!-espetó la morena y él alzó las cejas.
-Hazlo rápido-siseó Keren detrás de su hermano.
-¿Podemos hablar a solas, Adam?-preguntó la morena con los ojos puestos en Keren.
-No-repuso él-di lo que tengas que decir ahora, mi hermana puede escuchar todo lo que quiera.
Carla soltó un suspiro de resignación y se cruzó de brazos. Miró de soslayo a ambos hermanos y se humedeció los labios para comenzar a hablar.
-Solamente quería despedirme de ti como es debido y disculparme por haberte besado y perdir perdón.
-Disculpa aceptada-dijo él, al cabo de un segundo con una leve sonrisa genuina.
-Por desgracia, no puedo conseguir el perdón de Beatrice pero espero que me perdones en nombre de ella.
-Beth ya no está aquí, pero vete tranquila. Si prometes no volver, te aseguro que no te odiaré-le prometió Adam con calma.
Ella no esperaba más de él; así que con la frente en alto, asintió y se alejó por el largo pasillo con una sola muleta bajo el brazo.
La vieron alejarse lo suficiente y al mismo tiempo, suspiraron.
-Creo que sus disculpas fueron sinceras-le oyó decir a Adam. Keren simplemente hizo una mueca y volteó a verlo.
-Deberías continuar descansando. Iré a ver si ya puedo ver a papá y a tío Gabbe.
-¿Dónde está Set, Henry y Allen?
-Estaban en el área de revisión. Set sufrió un fuerte golpe en la cabeza y lo sedaron. Pero fuera de todo están bien.
-Desearía ir a verlos.
-Primero descansa y luego vamos juntos.
Hubo un largo silencio de por medio sin que ninguno hablara o susurrara algo al respecto. Se quedaron mirando el pasillo por varios minutos hasta que Keren notó la mirada de su hermano sobre ella. Él sonreía como tonto.
-¿Qué? ¿a qué se debe esa sonrisita tonta?-inquirió con desconfianza.
-Definitivamente eres la más fuerte de los dos, Keren-dijo él, risueño-siempre pensé que yo era el más fuerte y me he equivocado. Sigues en pie a pesar de todo y yo no puedo soportar nada.
-¡Eres muy fuerte!-repuso ella a la defensiva, no le gustaba ser modesta.
-Físicamente-añadió Adam-pero mental y psicológicamente eres Hulk. Logras asimilar mejor las cosas que yo y afrontar la realidad de frente.
-No digas tonterías-se ruborizó. Adam siempre la elogiaba pero aquellas palabras si la hicieron estremecer.
-Soy un tonto, cariño. Mi deber es decir tonterías-sonrió de oreja a oreja y bostezó-y creo que dormiré un poco.
-Vendré a buscarte si sé algo de papá y de tio Gabbe.
-Sí. Ahora ve y sé lista, como sueles ser siempre-alardeó su hermano, ruborizandola otra vez.
-Adam, cállate-rio y se volvió a él para abrazarlo-te quiero mucho, hermanito.
-Yo te quiero más, pequeña-le acarició la espalda y suspiró sobre su cabello.
Estuvieron un momento abrazados hasta que una enfermera se acercó a ellos con el ceño fruncido.
-Los pacientes deben estar descansando-vociferó con enfado.
-Ya me voy-masculló Keren y soltó a su hermano-¿tienes de casualidad el número de teléfono de tío Austin o de Dylan?
-Creo que tengo anotados sus números en mi billetera-Adam había comenzado a palparse la ropa y recordó que andaba con una patética bata de hospital-soy un imbécil. Mi ropa está en alguna parte. Ahí debe estar mi billetera.
La enfermera los fulminaba con la mirada al ver que Keren no daba indicios de irse y Adam se volvió hacia la mezquina mujer con una leve sonrisa.
-¿Podría ayudarle a mi hermana a buscar mi ropa? Necesitamos mi billetera, es un asunto delicado.
-Si la ayudo a encontrar lo que necesita, ¿podrá volver a esa cama hasta que los médicos le den de alta?-le siseó con vehemencia. Adam asintió sin borrar la sonrisa de su rostro. Y de mala gana, la enferma le indicó con la cabeza a Keren que la siguiera-por aquí, señorita.
Antes de seguir a la mujer, Keren volteó a ver a su hermano y notó que detrás de esa sonrisa, se escondía más dolor del que pudiera imaginar.
Cuando doblaron el pasillo, Keren anexó a un cubículo con la enfermera, donde había un sinfín de ropa en varias mesas metálicas y estaban etiquetadas con nombres.
-Busca rápido el nombre, toma lo que necesites y sal-le ordenó la enfermera de mala gana y se situó a un extremo del lugar con la vista fija ella.
Keren recorrió varias hileras de ropa en busca de la de Adam y encontró la de su padre y el tío Gabbe.
Más adelante, halló lo que buscaba y comenzó a registrarlo. Sacó la billetera y le hizo señas a la mujer de que todo estaba listo.
-¿Hay algún teléfono aquí?-preguntó a la enfermera mientras salían de ahí.
-Hay uno en el área de un urgencias, en la sala de espera para ser exactos.
-Gracias.
La mujer se limitó a asentir y se alejó por el pasillo, mirándola con ojos lacerantes.
Buscó frenéticamente en la billetera de su hermano un papel donde estuviera anotado el número y vio un trozo de envoltura de algún chocolate y notó que ahí estaba anotado el número del tío Austin.
Sacó unas monedas de ahí mismo y se dispuso a hablar por el teléfono público.
Marcó los dígitos con rapidez y pegó el teléfono en su oreja, esperanzada.
La costumbre que tenía era mordisquear el dedo pulgar mientras esperaba con ansias cualquier cosa y en ese momento no fue la excepción.
-¿Hola?-una voz masculina del otro lado de la línea la hizo saltar del susto, puesto que su mente estaba muy centrada en los problemas.
-Hola, tío Austin, soy Keren-se aclaró la garganta-y ha pasado algo terrible.
-¿Keren?-su tío se escandalizó-¡Estás bien! Dios... pero, ¿Qué ha pasado? Cuéntame por favor.
-A papá y al tío Gabbe les impactó una bala-le informó-justo ahora continúan en cirugía.
-¿Pero nadie más está grave?
A Keren se le formó otro nudo más en la garganta e inspiró hondo.
-Beatrice ha muerto y otro chico que no conozco.
-Santo Dios-dijo horrorizado-lo siento tanto...
-Gracias tío, tenía que pasar lo que el destino quería.
-Dios, esto se salió de control.
-Lo sé...
-Pero dime, ¿dónde están exactamente?
-En el hospital central de Los Ángeles-murmuró.
-Bien, estaré ahí lo antes posible y por favor mantenme informado de todo.
-De acuerdo. ¿Y Dylan y el tío Thomas?
-Ellos se han ido a casa.
-¿Qué?-Keren no podía creer que ellos los habían abandonado y estaba segura que su tío Austin pensaba hacer lo mismo antes de recibir la llamada.
-Escucha, hija, tuvimos unas diferencias con tu padre y Gabriel, y lo que menos queríamos eran problemas...
-Entonces decidieron marcharse y dejarnos solos con todo esto-repuso ella con mal humor.
-La forma en la qué lo dices haces que suene más terrible de lo que es.
-¿Y qué demonios quieres que diga? Mi padre se está muriendo. Mi familia, literal, se está esfumando y yo no sé que hacer. Me siento sola en todo esto y me molesta tanto que nadie se de cuenta de eso. Tengo veinte malditos años, y creen que soy de hielo, que no siento nada y que tengo la fuerza suficiente para resistir toda una vida de mierda. ¡Pero ya me harté!
-Cálmate, hija, por favor...
-¡No me llames hija! No eres digno de llamarte a tío-masculló, apunto de hacer una rabieta.
Varias personas se habían detenido a verla con sorpresa, ya que su voz había aumentado a medida que fue hablando.
-Ellos nos llamaron a Thomas y a mí maricones-espetó Austin-¿esperabas que nos quedaríamos de brazos cruzados y felices?
-¿Y acaso no son homosexuales?-graznó.
-Sí, lo somos. Pero "maricones" es un insulto a lo que somos realmente.
-Pues me parece un insulto peor el haberse enojado por esas tonterías. Nuestras vidas estuvieron en peligro y ustedes, que dicen ser los grandes amigos de papá, ¡no estaban para ayudarnos!
-Keren, ya no somos jóvenes como antes. Ahora es diferente.
-Ya sé que están viejos-bufó y Austin carraspeó del otro lado-pero eso no justifica que nos abandonaran en un momento crucial. Estoy muy molesta con ustedes.
-Con Dylan no te enojes, él quería venir pero se lo prohibimos.
-Tengo náuseas. Hablamos después o quizá nunca, "tío"Austin-añadió con amargura y colgó.
Guardó la billetera de Adam en su pantalón y se quedó sentada en la sala de espera con la mirada perdida y vacía. No dejaba de darle vueltas a la cirugía de su padre y a la de su tío.
¿Y si todo salía mal?
Se estremeció. Ni si quiera tenía a Set consigo, él estaba siendo atendido de emergencia y Henry probablemente estaba con Allen, distrayendolo.
Media hora después, se hallaba con las rodillas pegadas al pecho y la cabeza hundida en ellas con aire ausente. Se había hecho bolita en las sillas incómodas de la sala de espera y le estaba agarrando el sueño.
-Hemos estado buscandote.
La voz de Henry le hizo abrir los ojos y alzó la cabeza para verlo. Tenía a Allen en sus brazos. El chiquillo se revolvió y Henry lo bajó.
-¡Keren!-dijo el niño y le echó los brazos encima del cuello. Keren sonrió y lo sentó en su regazo. La carita de Allen estaba muy rosada e hinchada, pero se miraba bien.
Henry tenía aspecto cansado pero aun sonreía. Se sentó junto a ella y suspiró.
-¿No han dado noticias de ellos?-preguntó Keren a su hermano en un susurro.
Allen miraba anonadado como otro niño comía unas galletas de chocolate, así que no podía escuchar lo que ellos cotilleaban.
-Negativo. He preguntado como seis veces y con fastidio me dicen que todavía no hay noticias porque siguen en cirugía; al parecer perdieron mucha sangre-respondió él con pesar y se inclinó a ella para susurrarle al oído-en especial tu tío Gabriel.
Keren tragó saliva y decidió mirar a su primo, quién miraba con más insistencia al otro niño que tragaba sus galletas.
-¿Tienes hambre?-le preguntó. Allen asintió con el labio inferior bajo sus dientes; mostrando el agujero de su dentadura-bien, déjame sacar dinero de la billetera de Adam y podrás comprar lo que quieras.
La chica sacó unos cuántos dólares y se dispuso a levantarse pero Henry le quitó el dinero de las manos.
-Dejamelo a mí. Tú sigue reposando.
-Puedo hacerlo. No estoy herida-protestó.
-Insisto. No tarderemos ni diez minutos, ¿no es así, Allen?
-¡Sí! ¡Quiero galletas y leche!-canturreó el chiquillo sin parar de saltar sin moverse de su sitio.
Alrededor de una hora exactamente, Keren, Allen y Henry yacían dormidos sobre las sillas de plástico de la sala de espera, sorprendiendo e incomodando a las personas.
Como todavía no había noticias, optaron por dormir incomodamenre.
-Ejem.
Keren arrugó la nariz, pero no despertó. Aquel extraño ruido lejano la mantuvo sin cuidado durante unos segundos.
-¡Ejem!
No obstante, ese ruidito irritante le hizo abrir los ojos de golpe y mirar a su alrededor con aire taciturno.
Frente a ella se hallaba una enfermera con expresión ceñuda, mirándolos con desdén.
-¿Qué quiere?
-¿Son familiares del señor Allen Landon?
Keren hubiese vuelto a recostarse, ignorandola, pero al escuchar el nombre de su padre, se levantó de un salto y pateó por accidente a Henry, quién despertó bruscamente. Tenía los ojos enrojecidos y somnolientos.
-Somos sus hijos-contestó Keren, titubeante.
Y en ese momento Henry reaccionó.
-La cirugía fue un éxito.
Ambos hermanos sonrieron aliviados pero la expresión de la enfermera se tornó sombría.
-Pero Gabriel McCall-checó unas hojas con el ceño muy fruncido-está en terapia intesiva.
-Pero... pero, ¿se va a poner bien?-preguntó Keren con la voz aguda.
-Eso lo dirá el tiempo. Solo el paciente consta de la fuerza necesaria para salir adelante.
-¿Y para qué están ustedes?-masculló Henry. La mujer alzó ambas cejas con sorpresa-se supone que les pagan para ayudar a los pacientes a vivir; y nosotros los familiares depositamos la confianza en ustedes.
-Henry, tranquilo...-murmuró Keren pero él estaba muy molesto e irritado.
-No. Nada de tranquilo-espetó y miró con repugnancia a la mujer-y usted, vaya y dígale a los médicos que salven a Gabriel McCall. Y que los hijos de Allen Landon-miró a Keren y esta asintió-vamos a verlo ahora.
-Tus palabras son muy admirables, jovencito, pero en este hospital hay reglas. Yo no las hice pero las obedezco. Y si no te agrada, manda una queja al buzón que hay allí-señaló con el dedo una caja metálica oxidada en el rincón del pasillo-y serás ignorado con éxito.
Y así sin más, se marchó a grandes zancadas, dejando a Henry más enfadado que al principio.
El sueño los había dejado frustrados y desolados.
Keren no podía pensar claramente. Su tío Gabbe no podía morir, eso ya sería el colmo; pero él era fuerte. Y por otro lado, estaba tranquila porque su padre ya estaba fuera de peligro.
Y su estómago emitía gruñidos furiosos a causa del vacío que tenía. No había probado bocado en horas y sentía que todo le daba vueltas.
-¿Te sientes bien?-le preguntó Henry con preocupación. Sus ojos oscuros continuaban cansados.
-Solo necesito descansar y comer algo-contestó y se sentó junto a Allen, que apenas se estaba despertando.
-Voy a traerte algo. Me sobró algo de dinero del que me diste ese esto-repuso su hermano.
-Iré yo...-trató de levantarse pero sus piernas flaquearon y volvió a sentarse-bien, pero regresa pronto.
Como tenía hambre y sus fuerzas para estar de pie eran nulas, continuó sentada mientras miraba a su hermano escabullirse por algo de comer al final del pasillo.
-¿Y papá?-oyó la vocecita de Allen junto a su oreja. Volteó a verlo y le envió una sonrisa tranquilizadora.
-Está recuperándose-le mintió y le acarició la cabeza.
Minutos después, un médico llegó hasta ellos y de sentó con mucha elegancia a un lado. En sus manos llevaba un folder color manila y un bolígrafo.
-¿Usted es familiar de los difuntos Beatrice Rex y Jack Sky?-preguntó.
Los ojos de Allen se entornaron y Keren apretó los puños. El niño estaba a punto de hablar cuando ella lo interrumpió.
-¿Podríamos hablar en privado? Mi primo no está preparado para escuchar estas cosas-le dijo al médico entre dientes.
-De acuerdo-el hombre de bata blanca se levantó y se fue al otro extremo del pasillo con la mirada distraída. Para él era un día más en su trabajo, donde todos morían y lo miraba normal.
-Voy a hablar un segundo con ese médico, ¿okey? Espera a Henry-le ordenó.
-Pero yo quiero saber que pasa, ¡Oí claramente que dijo algo sobre Beatrice!-chilló el pequeño con inquietud-¡Ella no murió! ¡ella está viva!
-¡Cálmate, Allen!-siseó Keren con desesperación.
-¡No me voy a calmar!-gritó el niño, haciendo una rabieta-¡Me estoy volviendo loco! ¡Tengo cinco años y he vivido lo de una persona de treinta! ¡Quiero ir a casa! ¡Quiero a mi mami, quiero a mi papi! ¡Y a ti no te importa lo que yo siento porque tienes a tu papá y a tu hermano y novio que te dan ánimos! Yo necesito a mis papás, ¡sólo a ellos! ¡no a ti, a ellos!
El corazón de Keren se rompió en mil pedazos al ver el rostro de su primo de cinco años curtido en llanto por el dolor de no tener a sus padres consigo. Porque después de todo, él tenía razón, era solo un niño...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro