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No había ni una pizca de tranquilidad en los ojos de Egon Peitz, pero al ver a su hijo Henry, tan solo unos minutos hubo alivio en ellos cuando lo abrazó y se dio cuenta que estaba bien, pero al soltarlo, sus ojos recuperaron la rabia y el desasosiego como todos los demás del Jeep. Sin embargo, los que estaban más frustrados eran Egon y Set.
Gabriel bajó rápidamente a abrazar a su hijo, quién gritó de alegría al ver a su padre y se aferró a él como un koala, sin la menor intención de soltarlo.
-¿Dónde están tus hermanos?-preguntó Egon a Henry con voz dura. El chico parpadeó-por favor, ¡Respondeme! Mírate como éstas, ¡todo herido! No quiero imaginar que pasó con Adam y Keren.

Beatrice se abrazó a sí misma y se abrió paso dentro del Jeep donde Jack y Carla le hicieron espacio sin dejar de mirar a Henry en espera de su respuesta.
-¡Habla!-le gritó Set-¡Contestale!
-¿Y tú quién demonios te crees para gritarme?-le espetó Henry con cólera. Sus ojos negros brillaban de ira.
-Soy Set White, el nov...-titubeó y parte de su cuello se tiñó de rojo-soy el ex novio de Keren.
-Pues yo soy su hermano, fíjate y te partiré la cara si no te callas-le advirtió y Egon rodó los ojos.
-Ya, basta-acotó Egon y se centró en su hijo-dime, ¿dónde están?-suavizó su tono, pero en el fondo estaba desesperado.
-Siguen allá dentro con Roch-contestó Henry por fin, señalando con el pulgar hacia atrás-ese imbécil nos corrió de la casa a la pelirroja, al chico y a mí, pero no liberó a mis hermanos.

Egon cerró los ojos y apretó los puños. Meneó la cabeza en negación y comenzó a dirigirse hacia aquella majestuosa casa que se hallaba a varias calles de distancia. Era una calle privada y sin retorno.
-¡No!-exclamó Henry y lo detuvo del brazo-está armado. No pensarás entrar así como así, ¿verdad? Adam y Beatrice mataron a sus guardias pero ese hombre tiene una pistola con silenciador. Te matará en cuanto te vea.
Egon le agarró la mano y se la apartó con suavidad. Su hijo estaba muy asustado, por lo que tenía que estar diciendo la verdad, pero no podía esperar a que ese hombre dejara de estar armado porque nunca iba a pasar.
Escuchó a la brevedad como Set se unía a ellos con más determinación para atacar de una vez por todas. El chico rubio había heredado la idiotez de su padre al actuar por cuenta propia sin ayuda de nadie, pero Egon no lo iba permitir; así que extendió su mano, colocandosela sobre el pecho cuando él trató de avanzar lejos de ellos y lo hizo detenerse.
-¿Qué está haciendo?-Set se volvió hacia él con expresión salvaje. Sus ojos aqua estaban totalmente ensombrecidos.
-Impidiendo que mueras, chico.
-Puedo arreglarmelas solo. Si quiere puede quedarse a charlar con su hijo, que por cierto no sabía que tenía otro aparte de Adam, pero yo iré por Keren-replicó con aspereza-ella es mi prioridad por sobre todas las cosas. No he venido de vicio desde Berlín para quedarme de brazos cruzados, esperando a que muera a manos de ese bastardo.

Egon tuvo que reconocer que le agradó sus palabras llenas de valentía y estupidez.

-Además-continuó Set y Egon se negó a soltarlo-no fue mi culpa que Adam y Beatrice quisieran hacerse los héroes y actuar por su cuenta-le echó una mirada al Jeep donde su hermana se encogió en los asientos y volvió a mirarlo a los ojos-esto no hubiera pasado si se hubieran esperado para planear bien las cosas. Todo se ha ido a la mierda y no encuentro más remedio que ir solo a sacar a Keren de ahí, y si puedo también a Adam.

La perplejidad en el rostro de Henry se incrementó cuando vio a su padre bajar la mano y frotarse la cara con irritación.
-Al menos llévate el arma que tenía aquel policía-le dijo Egon con tranquilidad.
El rostro de Set se iluminó y corrió al Jeep.
Henry frunció el ceño.
-¿Qué fue eso?-preguntó.
-Tú vas a quedarte en el Jeep con los demás. Llama a Gabriel, nosotros tres nos haremos cargo de sacar de ahí a tus hermanos-repuso su padre con la voz trémula. Sus ojos negros estaban fijos en la espalda de Set.
-Quiero ayudarte-murmuró el chico. Y su padre lo miró.
-Ya has hecho mucho, hijo. Se suponía que tendría que cuidarte y he hecho todo lo contrario, por eso quiero que te quedes aquí y cuides de los demás-le sonrió débilmente y le acarició la cara. Entonces Henry se abalanzó a él y lo abrazó con fuerza, dejándolo sorprendido. Reaccionó poco después de que su hijo lo soltara y obedeciera en quedarse en el Jeep y llamar a Gabriel.

Pasaron cinco minutos exactos cuando Gabriel y Set se acercaron a él. Atrás se oían los lloriqueos de Allen queriendo ir detrás de su padre, así que se dieron prisa.
Egon cogió la pistola que le pertenecía al policía y Set la correspondiente. El que no llevaba pistola era Gabriel pero si llevaba un cuchillo carnicero en el bolsillo; lo había robado de la recepcionista de la posada cuando esta estuvo distraída. Pero todavía no se explicaba por qué esa señora tendría algo así ahí, pero le restó importancia.
Gabriel ya estaba de mejor humor y en su cara estaba reflejada la tranquilidad de tener a su hijo a salvo.
-Henry dijo que ese tipo, Roch, está armado y es peligroso-les informó mientras se dirigían a esa casa. A lo lejos miraban bultos oscuros esparcidos cerca de la casa y de un coche muy lujoso y Set alzó la ceja que tenía el piercing con ironía.
-Pero nosotros somos tres-replicó Gabriel-y dos de nosotros tenemos experiencia en pelear.
Set carraspeó.
-Bueno, los tres tenemos experiencia en peleas-corrigió Gabriel con los ojos en blanco sin detenerse.
Se acercaron un poco más y vieron los cadáveres frente a la casa. Estaban mutilados y manchados de sangre, como si alguien les hubiera hecho cortes graves en todo el cuerpo.
-¿Qué habrá pasado aquí?-preguntó Gabriel con curiosidad. Ninguno de los tres pareció afectado ante aquella escena sangrienta.
-Adam y Beatrice-dijo Egon con naturalidad. Gabriel y Set se quedaron atónitos por la noticia-ellos decidieron matarlos para atacar a Roch.
-Nos han ahorrado trabajo-observó Set, complacido y empunó con fuerza su arma.

Los tres desviaron la atención hacia la puerta que tenían enfrente. Todo parecía tranquilo. No había señales de lucha por ningún lado.
-¿Qué hacemos? ¿tocamos el timbre?-Gabriel tenía una sonrisa en los labios. Había recuperado su humor.
-Terminemos con esto ya-espetó Set y corrió, dispuesto a patear la puerta pero Egon se adelantó y lo agarró antes de que lo hiciera.
-Vamos a hacer esto a mi modo-sentenció con arrogancia-no vamos a armar un show para darles tiempo de matarnos.
-¿Entonces?-siseó Set.
Gabriel se acercó y escuchó con atención el plan de Egon.

Adentro, Adam y Keren vacilaban entre reír o mostrarse rudos ante la película que Roch había puesto en el tercer piso junto a su estudio. Los tres se hallaban sentados en una enorme habitación donde había sillones de piel muy agradables, máquinas de comida y golosinas, e incluso una especial de palomitas y sodas, una pantalla parecida a la de los cines y una mesa de billar.
Miraban la película de "¿Y dónde están las rubias?"
Roch estaba con ellos comiendo palomitas luego de una larga charla, a la que no llegaron a ningún acuerdo pero decidieron relajarse un poco mirando una película. La habían visto tantas veces pero seguían muriéndose de risa al verla como si fuera la primera vez.
-¡La parte en la que ellos bailan para dejar en ridículo a las anoréxicas es mi favorita!-gritó Roch, muerto de risa, puesto que tenía unos segundos que acababa de pasar esa escena.
-La mía es cuando le dicen al señor negro que es un agradable hombre de chocolate-murmuró Keren, tratando de no romper a reír.
-Pues no pueden negar que la parte donde sus colegas deciden averiguar si los dos amigos eran las rubias y entran a la habitación y uno de ellos huele la tanga que encuentra tirada-dijo Adam y Keren no resistió y rompió a reír junto con Roch.
Adam sonrió un poco y bebió un sorbo de su malteada de fresa con la vista fija en aquel tipo risueño y extraño que decía ser su tío.
-¿Qué otra película les gustaría ver cuando termine?-Roch volteó a verlos. Su rostro estaba lleno de banditas pero fuera de eso, estaba bien.
-La Isla de Nim-contestó Keren, comiendo un puñado de M&M's.
-Preferiría ver X-Men, primera generación-agregó Adam y tanto él y su hermana se miraron retadoramente-pero tú, Roch, das el veredicto.
Roch miró al techo con aire pensativo y luego sonrió.
-¿Por qué no vemos Harry Potter? A todo el mundo le gusta, y a los que no, que Dios se apiade de sus almas.

Adam se encogió de hombros y continuó bebiendo su malteada. Keren asintió frenéticamente y Roch buscó las películas en su caja de películas de DVD'S.

-¿Dónde está el baño?-preguntó Adam.
-Puede entrar al que está al final del pasillo o al que está en mi estudio-contestó Roch sin mirarlo, ya que estaba muy atento sacando las 8 películas.

Por consiguiente, Adam abandonó esa habitación y salió en busca de un baño. Todavía no le agradaba estar en aquella casa, pero por el momento optó por no desafiar más al sujeto de cabello cano y tatuajes extraordinarios. Caminó por pasillo y decidió ir al baño del estudio. Entró con sigilo y miró todo tipo de pinturas, libros y un sinfín de objetos que solo un loco maniático como Roch pudiese tener ahí.
Encontró la puerta del baño y dudó un momento al entrar, puesto que por el rabillo del ojo algo captó su atención. Se volvió hacia atrás y vio una pintura escondida detrás de una estantería que tenía unos trofeos de baloncesto y se las ingenió para sacar el lienzo sin estropearlo.
Estaba curbierto con una sábana blanca, tomó el extremo de esta y tiró de ella para dejar la pintura al descubierto.
Sus ojos mieles se abrieron como platos al contemplar aquella preciosa pintura, dónde nada más y nada menos que su madre de joven estaba inmortalizada en el lienzo. Barrió el rostro de su madre hasta que halló la firma de Roch Tyler y la fecha en la que había creado esa obra de arte. Apenas hacia dos meses que la había pintado y parpadeó.
Shelby se miraba muy viva en aquella pintura que le entraron ganas de llorar. Sonreía de oreja a oreja como si nada en el mundo pudiera contra ella. Más que una pintura, parecía una fotografía enorme.
Se limpió las lágrimas que habían comenzado a salir y se asomó de nuevo en el hueco por donde la había sacado y descubrió otra pintura.
Y con todo el cuidado del mundo, dejó la pintura de su madre sobre una silla y sacó la otra con mucha dificultad; sin embargo, eran dos, dos pinturas envueltas en una sola sábana.
Usó el mismo protocolo y dejó al descubierto ambas pinturas, que eran más pequeñas que la de su madre. Y esta vez Adam dejó escapar un grito de asombro y se cubrió la boca.
Con manos temblorosas, acercó más los lienzos a su cara para dar crédito a lo que miraba: Era una pintura de él mismo y otra de su hermana. Y ambas tenían la misma fecha que la pintura de su madre, solo que diferente día.
El Adam de la pintura estaba particularmente abrumado, tal y como era su expresión de siempre. La ropa que tenía la recordaba: su chaqueta de piel que tanto le gustaba y una playera oscura debajo.
En cambio su hermana, ella sonreía como su madre. Sus ojos estaban cerrados de tanta risa.

El corazón le palpitaba con fuerza sin saber qué hacer. Roch Tyler era un hombre demasiado raro. No entendía por qué se había tomado la molestia de pintarlos, y peor aun, ¿de dónde demonios los había pintado? ¿acaso tenía fotos de ellos?
Se le erizó la piel de solo pensar en los tipos de fotos que pudiese tener de ellos y gruñó.
Volvió a colocar todo en su lugar y entró al baño.
Cuando salió, se sintió abatido. Le había comenzado a doler la cabeza y la desesperación volvió a él.
Ansiaba salir de esa casa en ese momento, pero ni si quiera podía hacerlo sin que Roch se enterara. Estaba secuestrado y cabía la posibilidad de que nunca saliera de ahí, a menos que lo matara.
Miró una vez el hueco donde estaban las pinturas y salió del estudio, cabizbajo.
Regresó a la habitación pero antes de entrar, escuchó un ruido proveniente del piso inferior.
Pensando que probablemente se tratase de la señora que se hacía cargo de ahí, se dispuso a entrar con los demás pero entonces se quedó quieto al escuchar que esa señora estaba adentro viendo películas y los perros, a los que había sobornado con comida, ladraban levemente.
Le pareció extraño que tanto Roch y esa mujer no hubieran salido a echar un vistazo, por lo que se vio obligado a ir él mismo.
Bajó por la escalera a paso apresurado y supervisó el segundo piso. Entró a todas las habitaciones sin miramientos y cuando estaba decidido a subir de nuevo, una mano salió de alguna parte y tapandole la boca, lo arrastró dentro de uno de los dormitorios, que estaba totalmente a oscuras.
El corazón le latía con fuerza contra sus costillas y temió lo peor.
¿Acaso Adam Peitz iba a morir de una manera tan patética? No. Él iba a luchar hasta el final.
Mordió la mano de su oponente con todas sus fuerzas pero un golpe sordo en el estómago le hizo aullar de dolor y liberar aquella mano.
-¿Te has vuelto loco, idiota?-masculló Set White en la oscuridad.
Adam nunca creyó estar tan feliz de verlo en ese momento y de pronto vio a su padre y al tío Gabbe junto a él.
-Debo admitir que muerdes muy fuerte-dijo su padre y enseguida Adam lo abrazó.
-¿Qué hacen aquí? ¿cómo entraron?-balbuceó-¿dónde está Beatrice, Henry y Allen?
-Ellos están bien. Y entramos por una de las ventanas del patio trasero y estamos aquí para rescatarlos-contestó Set con ironía-ahora mueve el trasero y déjame ir por Keren...
-¿Qué? Ni se te ocurra-siseó Egon-recuerda el maldito plan, niño.
-Pues Adam echó a perder el plan-repuso el rubio con aspereza-como es su costumbre.
-Él puede ayudarnos con el plan-dijo Gabriel-además, incluso podremos salir todos rápidamente si Adam llama a Keren y nos largamos corriendo.
-Roch está loco-masculló Adam-demasiado demente.
-¿Les hizo algo, a ti y a tu hermana?-preguntó Egon con incertidumbre. Adam negó con la cabeza.
-Cuando salgamos de aquí te contaré algo que vi.

Set, que estaba vigilando la puerta, jadeó.
-Viene alguien. Lárgate de aquí, Adam-le espetó al chico y este gruñó-haz como si estás perdido.
-Sí, claro, como para ti es tan sencillo hacerse el idiota, crees que los demás lo podemos hacer-replicó Adam con cólera y Set lo miró con arrogancia-si salimos de aquí, te partiré la cara, White.
-Ya veremos.

Entonces Adam salió de la habitación muy afligido. Se quedó mirando fijamente y como un verdadero idiota una escultura de pez que había junto a la pared y escuchó unos pasos bajar apresuradamente la escalera, pero no se movió. Sentía el sudor deslizarse por su rostro hasta el cuello, en espera de algún grito.
-Joven Adam, ¿Qué hace aquí?-la voz fría de aquella mujer llamada Renny surgió de repente y él se dio la vuelta para mirarla.
-Estaba viendo la casa y me parece muy bella-contestó con vehemencia-así que volveré con mi hermana.

Pasó a su lado con descaro pero la mano tibia de la señora se cernió sobre su antebrazo y tuvo que detenerse. La miró con el ceño fruncido y se preguntó qué era lo que le pasaba por la cabeza.
Notó en sus ojos fiereza y hostilidad.
-¿Qué?-le soltó de manera tajante. Tenía los nervios a flor de piel y si se tenía que desquitar con esa vieja, lo haría. Sería la primera vez que le pegaría a una mujer y con mucha razón.
-No estabas echándole un vistazo a la casa-dijo la mujer. No fue una pregunta, sino una afirmación y no lo soltó. Sus ojos se estrecharon y minuciosamente lo liberó-no estás a gusto aquí, eso lo sé; pero no vas a salir de esta casa a menos que sean órdenes del señor Roch. Y te sugiero que no actues sospechosamente, porque un movimiento en falso que hagas, chico, te mataré.

Adam consiguió echarse a reír sin miramientos. Realmente le causó muchísima gracia aquella amenaza idiota de esa mujer e incluso aplaudió frente a su cara.
-No me conoce, señora. Más le vale no meterse conmigo-le advirtió.
-Si llego a ver que has lastimado al señor Roch de nuevo-inquirió la mujer, ahora sin ningún respeto-yo te haré el mismo daño multiplicado por dos.
-¡Uy!-dijo Adam con voz chillona-¡Cuidado, una perra anciana anda suelta y quiere atacarme sin su dentadura!
Y sin previo aviso, la mujer le volteó la cara de una cachetada provocando que brotara saliva de su boca con precipitación.

La ira se apoderó de él en un segundo. Le dirigió una mirada escalofriante, seguida por una sonrisa maquiavélica.
-Está a punto de presenciar su muerte-le dijo. La mujer juntó las cejas sin tenerle ningún miedo.
Y cuando ella pensó que Adam simplemente trataba de asustarla, él le asestó un puñetazo en la cara, tirandola al suelo con violencia. Y como si eso no fuera poco, se agachó lo suficiente para levantarla de las solapas de su blusa y la alzó por encima del suelo, y a grandes zancadas subió la escalera y llegó al estudio con brusquedad, mientras ella trataba de zafarse con los ojos desorbitados.
-¡Y se queda aquí hasta que muera!-vociferó con rabia, arrojandola al interior del estudio sin importarle nada. Cerró la puerta y le echó llave. Había sido tan ingenioso que logró quitarle todo el manojo de llaves de la ropa sin que ella se diera cuenta.
Al término de su ejecución, volvió a la habitación con su hermana y Roch, quiénes estaban demasiado enfrascados viendo Harry Potter a todo volumen como para escuchar lo que había pasado.
-Roch-dijo con voz amable. El hombre puso en pausa la película y tanto él y Keren voltearon a verlo-¿será que me dejas mostrarle a mi hermana la escultura de pez que hay abajo? Es que ella sabe de esas cosas y quiero preguntarle algo.

Keren frunció el ceño pero él apretó los labios y parpadeó muchas veces, haciéndole señales y pareció comprenderlo rápidamente.
-Oh, claro. No me pidan permiso, exploren la casa. Mientras yo sigo viendo a Harry Potter-dijo Roch con simpatía-¿o quieres que te espere, hija?-miró a Keren y ella negó con la cabeza.
-No se preocupe. Vuelvo en un minuto-se disculpó y alcanzó a su hermano fuera de la habitación.

La mirada de Adam continuaba estando encendida por la adrenalina, porque cuando su hermana salió al pasillo con él y cerró la puerta, no dudó en sujetarla de la mano y arrastrarla hacia la escalera.
-¿Qué ocurre?-quiso saber ella.
-Papá y Set están aquí-dijo Adam con excitación. Keren entornó los ojos y se mostró sorprendida-están ocultos en una de las habitaciones de abajo y me encargué de encerrar a esa vieja estúpida en el estudio de Roch. También tomé todas las llaves de la casa.

Keren apenas podía respirar por la emoción.
-Todo esto será más fácil si actuamos con cautela-murmuró su hermano-baja al piso inferior y acercate a la puerta que está al lado de una escultura de pez. Te veré ahí en un momento.
-¿Qué vas a hacer?-inquirió, nerviosa.
-Voy a encerrar a Roch y nos largaremos de aquí. ¡Corre!

Ambos hermanos se pusieron en marcha cada uno por su lado. Keren bajó la escalera tan rápido como pudo y Adam se deslizó hacia donde estaba Roch. Sacó el manojo de llaves y comenzó a probar discretamente cada una de las llaves pero ninguna coincidía con el cerrojo. Le agradeció a Dios que la televisión estaba a todo volumen para que el sonido del pomo no se escuchara y al fin logró encontrar la llave y cerró.
Se apartó de la puerta y se lanzó a la escalera con el corazón desembocado.
-¡Vámonos, haz hecho un buen trabajo!-exclamó su padre con euforia y divisó a su hermana que estaba siendo abrazada por Set.
Adam hizo una mueca y corrieron a la escalera. Llegaron a la puerta victoriosos por haber salido ilesos y Gabriel se adelantó a abrir y todos se quedaron inmóviles al cruzarse frente a frente con Steve Blake, que llevaba su muñeca vendada y detrás de él, cinco hombres armados lo escoltaban.

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