88
A la mañana siguiente, Egon logró ponerse de pie sin que el suelo se moviera y las paredes dieran vueltas. Tanto él, Gabriel y Adam fueron dados de alta con éxito.
Kevin Black se quedó internado en compañía de Carla, quién les dio el pésame a todos por la muerte de Caroline y se disculpó de no acompañarlos al funeral porque no quería dejar solo a su "tío".
-No te preocupes. Nos veremos más al rato-le dijo Dylan con una sonrisa triste y se despidió de ella dándole un beso en la mejilla.
Adam carraspeó y con una mueca de dolor salió de la habitación con Beatrice, tomados de la mano.
Austin y Thomas ya se habían adelantado y los esperaban en la funeraria con Caroline. No querían estar en el mismo lugar que Gabriel y Egon, pero tendrían que aguantarse al momento del entierro. Ellos habían sido los que se dispusieron a arreglar todo lo fundamental para que Caroline tuviera una sepultura digna de ella.
Afuera del hospital, Egon y Gabriel se hallaban esperándolos con impaciencia, ya que todavía tenían que irse a duchar y a cambiar para el funeral.
Y al momento de subirse al taxi que llamaron, se dirigieron a toda prisa a la casa de Gabriel. Iban apretados entre sí pero eso no impidió su marcha.
Cuando llegaron; Beatrice ayudó a bajar a Adam y Dylan a Egon y a Gabriel.
Y cayeron en cuenta que la maldita casa aun estaba en muy mal estado y que las típicas cintas de "Prohibido el paso" estaban por doquier.
-Demonios-bramó Egon con molestia y le dolió un poco la cabeza. Le agradeció al doctor al haberle quitado la venda de encima.
-¿Por qué no vamos a la casa de Shelby?-objetó Gabriel.
Egon volteó a verlo.
-Yo tengo una copia de la llave de la casa-repuso Adam.
-Pero, ¿y nuestra ropa?-inquirió Egon con impaciencia.
-Quédense aquí. Voy a entrar por el patio trasero y buscaré lo apropiado para ustedes-se ofreció Dylan.
-Voy contigo-terció Beatrice y ambos corrieron rumbo a la casa.
El chofer del taxi lanzó gruñidos de impaciencia y Egon lo fulminó con la mirada.
Esperaron alrededor de diez minutos cuando vieron salir dos siluetas por detrás de la casa.
Beatrice sonreía y Dylan venía detrás de ella con el mismo semblante.
A pesar de que a Adam le molestó un poco la camaradería entre ambos, no añadió nada, sino que le arrebató de las manos a Beatrice su ropa y esta se quedó perpleja. Ella abrazó su ropa y entró sin esperar a Adam al taxi.
Dylan les entregó ropa oscura a Egon y a Gabriel y apretujó la suya en sus brazos.
-¿Ya todos tienen su ropa?-cuestionó Egon.
-Sí-respondieron los tres chicos al unísono.
Gabriel le indicó la dirección al taxista y este arrancó rumbo a la anterior casa de Shelby, donde miles de recuerdos quedaron sepultados en esas paredes hacía más de veinte años.
A pesar de que Egon nunca pensó volver a poner un pie en aquella casa donde comenzó todo, le albergaba una nostalgia extrema dentro del pecho.
Disimuló bastante bien al no mostrar ninguna expresión en su rostro cuando Adam hizo la sugerencia de ir.
De tanto pensar en los buenos recuerdos con Shelby, no se percató que ya habían llegado. Y su corazón le dio un vuelco cuando sus ojos se postraron en aquella casa.
Seguía tal y como la recordaba, solo que muy deteriorada y sin vida. Aquella casa dejó de tener vida al momento que Shelby se fue de su lado.
Beatrice miró con ojos expectantes la hermosa casa que tenía enfrente. Bajaron del taxi y se quedaron de pie, sin atreverse a dar un paso.
Adam suspiró y abrazó a su padre cariñosamente.
-Y pensar que aquí vivía mamá-dijo.
-Sí...
-Y Caroline-terció Gabriel con ganas de llorar.
-Es una hermosa casa-añadió Dylan, rompiendo el encanto del momento.
Gabriel apartó las lágrimas y echó a andar rumbo al porche. Adam lo siguió sin esperar a Beatrice y Egon se quedó hasta atrás, armandose de valor.
Una vez que Adam abrió la puerta, un débil eco resonó en las paredes a pesar de que la casa todavía conservaba los muebles.
Egon entró a los pocos segundos y pensó que iba a desmayarse.
Todo seguía tal y como recordaba. Los sillones, el comedor, la televisión, los retratos...
Se abrió paso entre los demás y cogió una fotografía de Shelby, donde estaba junto a Caroline sonriendo con mucha emoción y detrás de ellas estaban sus padres: Tixie y Charlie.
Por más que se contuvo, le fue imposible no sentirse sentimental y la fotografía se le fue arrebata por Gabriel.
-Esta foto tiene que estar en la casa-dijo con voz ronca.
Más tarde, Adam y Dylan se turnaban para sacar agua de la cisterna que había quedado acumulada desde hacía tiempo. El agua estaba helada pero limpia y cristalina. Y tardaron media hora en subirla.
El primero en ducharse en el baño de Shelby fue Adam. Y se cambió de inmediato, se puso su pantalón negro de vestir, sus zapatos y una camisa a juego el pantalón.
Dylan le había dado desodorante y perfume antes de ducharse y quedó completamente limpio y guapo. Pese que tenía algunos moretones en el rostro, estaba muy atractivo.
Luego de él, llegó el turno de Beatrice.
La pelirroja entró justo cuando él estaba a punto de salir de la habitación de su madre y se miraron a los ojos.
-Has estado evitandome desde que venimos de tu casa-dijo ella, colocando ambas manos en su cintura.
-Claro que no-reiteró él con el ceño fruncido y trató de pasar por la puerta pero ella le impidió pasar.
-¿Lo ves? Algo te ocurre, Adam.
-He dicho que no, Beth, ahora apartate porque no tengo tiempo-pasó a su lado, dejándola con la boca abierta.
Todos se fueron duchando y vistiendo. El último fue Egon, quién se tomó su tiempo para asearse, puesto que entrar a la habitación de Shelby lo remontó al pasado donde ambos compartieron la cama la primera noche.
Sonrió ante el recuerdo en el que ninguno quería dormir en la cama o cuando ella le mostró sus recortes favoritos de homicidios.
Esos momentos fueron los más valiosos de su existencia y no lo supo hasta que ella fue asesinada a sangre fría para protegerlo.
El recuerdo le provocó náuseas y se obligó a no pensar en ello.
Una hora exactamente después, todos partieron rumbo a la funeraria donde Austin y Thomas los esperaban.
Cuando llegaron; los vieron de pie con expresión sombría. Ambos llevaban puestos pantalones negros y camisas negras con una corbata blanca y tomados de la mano.
Ninguno de ellos le dirigió la palabra a Egon y a Gabriel, y viceversa.
Dylan se reunió casi a rastras con ellos cuando Gabriel se encargó de entrar a la funeraria para ver a su amada en compañía de Egon y Adam. Beatrice optó por quedarse con Dylan.
A Gabriel le hubiera gustado pagarle una misa pero no disponían del tiempo necesario, puesto que tenían que buscar a sus sobrinos y a su hijo. Intercambió unas palabras con el encargado de la funeraria y postró su eléctrica mirada en el ataúd de caoba color café que tenía a unos pasos de distancia.
La devastadora escena en la que Gabriel se vio enfrascado fue dolorosa ante los ojos de los demás, en especial en Adam, quién se mantuvo fuerte sin derramar una sola lágrima frente a su padre pero sintiendo un grave vacío en el interior de su pecho. Su tío abrazaba con fuerza el ataúd y lloraba silenciosamente, sus hombros temblaban y sollozaba entre hipidos.
-¿Ustedes son familiares de la señora McCall?-preguntó una voz serena y muy amable con un dejo de tristeza.
Gabriel, quién no daba indicios de querer alzar la mirada hacia esa persona, asintió mecánicamente.
-Yo soy el sacerdote que le dará el último adiós a la difunta-se presentó.
Egon asintió con la mandíbula apretada y Adam se encargó de darle la mano al anciano sacerdote que sostenía una biblia en su mano y un rosario en la otra.
Dolorosamente transportaron a Caroline entre Adam, Gabriel, Dylan y Austin hasta la carroza fúnebre que los esperaba en la calle.
Beatrice se mordió los labios para no volver a romper a llorar y notó la mirada de Adam sobre ella al darse cuenta que Dylan la abrazó en cuanto subieron a Caroline al coche.
Trató de seguirlo pero Adam se adelantó a subir al taxi que los esperaba para seguir la carroza.
El entierro de Caroline fue de lo más deprimente, incluso el ambiente se tornó sombrío y fúnebre. El sol se ocultó detrás de una cortina de nubes grises que amenazaban con dejar fluir una tormenta.
El rostro de todos, ensombrecidos por el dolor, miraban fijamente el agujero en la tierra en donde en pocos minutos estaría Caroline, justamente al lado de Shelby.
Egon se obligó a no leer el nombre de ella en la lápida para no quebrarse frente a su amigo que tanto lo necesitaba. Miró de reojo a su hijo y notó que tenía los puños apretados a sus costados y se mordía los labios con fuerza.
El anciano sacerdote recitó unas palabras de aliento, y diciendo muchas cosas buenas de Caroline a pesar de que no la conocía y Egon cayó en cuenta que Austin o Thomas le habían dado un papel para que lo leyera y así fue.
"La tierra ha perdido a una mujer digna de ser amada y fuerte para todo aquel que la conocía perfectamente y el cielo se ha ganado un ángel de luz que cuidará con sus alas a sus seres queridos que tuvo que abandonar en esta tierra... "
Al término de sus palabras, ocurrió lo que tenía que pasar. Egon sostuvo a su amigo con fuerza al momento que cubrieron el agujero con Caroline en el interior con la tierra.
Beatrice sollozó sobre el hombro de Dylan y este le palmeó la espalda con cariño, llorando silenciosamente.
Y de pronto, Adam emitió un ronco sollozo y se alejó unos pasos de los demás.
La pelirroja volvió el rostro a él y sonriendole a Dylan, caminó en dirección a Adam.
Él se había colocado debajo de un árbol de escasas hojas y el aire salvaje le alborotaba el cabello en diferentes direcciones al igual que ella. Había tres metros de distancia de donde se hallaban los demás.
Beth alargó una mano hacia él, la cual temblaba demasiado hasta que le acarició la espalda. Adam se dio la vuelta con brusquedad y se encontró con su mirada enrojecida por el llanto.
-Lo siento mucho-murmuró ella.
-¿Por qué a las personas buenas les suceden cosas malas?-le preguntó con enfado.
-Porque son tan buenas que la maldad prefiere acabar con ellas antes de las personas malas.
Adam no dijo nada y se quedó mirando el tallo del árbol con tristeza.
Su tristeza era tan grande, que hasta el cielo sintió su agonía, puesto que se aclaró con un relámpago gigantesco, seguido de un rayo que cortó el aire.
Y sin más, una densa cortina de lluvia cayó sobre sus cabezas. Las gotas heladas golpearon la cara de Adam y de Beatrice, quiénes se habían mirando detenidamente una milésima de segundo antes de abrazarse bajo el agua.
Besó a Beatrice en el cuello donde le escurría agua y luego en los labios. Fue como si en ese preciso instante, nadie más que ellos estuviera ahí.
-Vámonos amigo, debemos marcharnos de aquí-la voz de Egon sonó muy lejana pero no se apartaron.
Y de no ser por el precipitado relámpago, Adam y Beatrice no se hubieran separado. Sin embargo, aquel embrollo de idiotez por parte de él se había esfumado, ya que afianzó su mano con la de ella y echaron a correr hacia la salida del cementerio, atrás de los demás.
Se apiñaron debajo de una capilla cerca de la salida y esperaron a que la lluvia concluyera entre jadeos y sollozos por parte de Gabriel.
-Al menos Shelby y Caroline tuvieron una sepultura digna de ellas-dijo Austin en voz muy alta para que se escuchara por encima de la lluvia-y no como mi hermana Aubrey.
Dylan tragó saliva, dándose cuenta que aquellas palabras no tenían ningún otro tipo de propósito más que comenzar otra disputa entre ambas familias y se estremeció.
Egon se aclaró la garganta y volteó a verlo con desprecio.
-Si no mal recuerdo, tanto tu gemela y tú anhelaban ser unos fabulosos criminales sabiendo lo que conllevaba serlo: El peligro, dolor y sufrimiento. Sin embargo, la única que lo tuvo en cuenta fue Aubrey. Ella se sacrificó por todos nosotros-dijo y vio que Austin temblaba de rabia-a mí me hubiera gustado que ella fuese sepultada como Dios manda, pero estábamos en peligro. Sí no huía con Shelby, nos iban a encarcelar a todos y matar.
-Eso no justifica nada. No le di el maldito adiós a mi hermana y me molesta tanto que digas eso de "si no huía... "-masculló-ya que te largaste de lo más feliz con Shelby mientras que yo sufría por mi hermana. Estabas de lo mejor con ella sin importarte mi dolor.
Egon gruñó.
-Oh, claro-siseó con ironía y rodó los ojos, luego postró su oscura mirada en Thomas, quien lo miraba con cólera-pues Thomas se quedó contigo en ese momento porque le gustabas y poco a poco saliste adelante por él, ¿o no? Te diste cuenta que podías llegar a amarlo sin importar que fuese un chico como tú. Quise estar contigo pero Martha me dijo que lo mejor era alejarme y evitar más muertes por mi culpa. Así que no digas que no me preocupé.
A Austin comenzó a temblarle el labio inferior y negó con la cabeza. Thomas lo miró y lo abrazó.
Un rayo volvió a cortar el silencio y todos retuvieron el aliento por un momento.
Adam no podía salir del asombro ante aquella pelea e información que probablemente jamás en su vida imaginaba oírla.
Dylan ni si quiera se inmutó pero su rostro mojado demostró desasosiego.
Beatrice no retiró su frente del pecho de Adam todo el rato.
Estaban empapados de pies a cabeza esperando a que la lluvia terminara para poder irse y de pronto el teléfono de la pelirroja comenzó a sonar débilmente en su bolsillo trasero de su pantalón.
Lo sacó con manos temblorosas y parpadeó al ver el nombre de su hermano, anunciando una llamada suya. El móvil tenía poca batería, así que contestó con rapidez.
-¿Sí?-se alejó unos pasos de Adam, sintiendo su mirada en la espalda.
-¿Dónde estás? Ya estoy aquí en Nueva York.
Le dio la dirección del cementerio y se estremeció.
No podía evitar sentirse aliviada y nerviosa ante la llegada de su hermano.
-Bien. Estaré ahí lo más rápido que pueda. El maldito taxi apenas me entendió-bufó con molestia-así que ya voy. Por cierto, ¿por qué estás en un cementerio? ¿murió tu noviecito?-rio con sorna y Beatrice le susurró una grosería en alemán.
-Murió la tía de Adam.
-Uhmm... ya veo. La verdad es que me parece algo imbécil estar ocupados con eso.
-¿Cómo puedes ser tan idiota?
-¡Keren está secuestrada, maldita sea! Ella es más importante-y colgó con rabia.
Guardó de nuevo el teléfono y se dispuso a darse la vuelta para estar con Adam pero se sorprendió verlo detrás de ella con las cejas alzadas.
-¿Era Set?-le preguntó en un susurro.
Ella palideció y sacudió la cabeza en negación. Pero él sonrió.
Y la lluvia se incrementó.
-N-No. ¿Por qué lo dices?-trató de sonreír.
-Amor, tranquila-susurró y se inclinó a besarla en los labios ligeramente. Ella cerró los ojos y lo abrazó-hemos hecho las paces. No tienes por qué preocuparte. Él me dijo que vendría y nos ayudaría.
-¿Cuándo hablaste con él?-preguntó con los labios pegados a su cuello para que nadie los escuchara o notara algo raro.
-Cuando dejaste tu teléfono en la habitación del hospital. Él llamó y yo contesté. Hablamos unos minutos.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-¿Era importante? De todos modos él planeaba venir.
-Pues ya está aquí y viene en camino.
Adam se tensó pero le acarició la espalda con ternura.
-Mi papá querrá matarlo. Tengo que estar con él para evitar que se le vaya encima-le besó la coronilla y suspiró.
-¿Esta maldita lluvia no piensa parar?-espetó Egon junto a la verja de la capilla. Miraba con recelo el cielo y las furiosas gotas que caían al suelo y formaban charcos de lodo.
-Tal parece que no-dijo Adam detrás de él y se situó a su lado.
-Ay, hijo-resopló con agobio-al menos te tengo a ti en este momento.
-Te juro que vamos a encontrar a mis hermanos y a Allen.
A Egon le sorprendió que Adam se dirigiera a Henry como su hermano y se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Lo que más odio en el mundo es ponerme sentimental porque me vuelvo vulnerable y propenso a ser herido-murmuró, limpiandose la cara.
Adam lo abrazó y le dio palmadas en la espalda.
-Llorar no es malo de vez en cuando-le aclaró con una sonrisa-a veces tenemos tantos sentimientos dentro que no exite otra manera de sacarlos más que con lágrimas.
Alrededor de quince minutos, la lluvia comenzó a disminuir.
Austin, Thomas y Dylan fueron los primeros en salir de la capilla con expresión huraña.
Le siguió Gabriel y después Egon.
Adam agarró a Beatrice y caminaron detrás de su padre con los ojos muy alerta por si acaso Set se aparecía.
-No veo a tu hermano por ningún lado-susurró Adam en la oreja de ella.
-Probablemente se ha perdido...
Adam y Beatrice chocaron con la espalda de Egon y de Gabriel cuando ellos se detuvieron precipitadamente.
Ambos estiraron el cuello al ver como Austin y Thomas gruñían y echaban para atrás a Dylan.
-Buenos días-dijo una voz masculina y muy gruesa para el gusto de todos.
Beatrice tiró de Adam y ambos se pusieron a los costados de Egon, quién tenía la mandíbula apretada y los ojos estrechados.
-Oh, hola hermanita-saludó a Beatrice.
Y ella vio a su hermano de pie frente a ellos en compañía de un chico pelirrojo que miraba receloso a los presentes.
-Hola, Set.
-Hola-agregó Adam con calma.
-Hola, Adam. Estaba ansioso de verte-añadió Set con una sonrisa maliciosa y todas las cabezas giraron hacia Adam.
-¿Qué significa esto? ¿Qué hace este idiota fuera de la cárcel?-esperó Egon.
-¡Habla!-le ordenó Gabriel con los ojos en llamas.
Entonces Set comenzó a avanzar hacia a Adam con su acompañante pisandole los talones.
Se situó justamente enfrente de Adam y depositó una de sus pálidas manos en su hombro.
-Estoy aquí porque voy a recuperar a mi novia de ese imbécil que la ha raptado-sentenció con frialdad-y Adam está de acuerdo con eso, ¿no es así, amigo?
-Sí.
-¿Qué? ¿Pero cómo supiste lo de Keren?-quiso saber Gabriel sin poder creerlo.
-Yo le avisé-repuso Beatrice.
Thomas y Austin la miraron con repugnancia.
Dylan ladeó la cabeza, tratando de entender.
-Entonces eso quiere decir que estabas en contacto con él todo este tiempo-graznó Egon, ofendido.
Ella asintió, ruborizada.
-Es mi hermano-replicó-y él tenía que saber lo que estaba pasando.
-¿Y crees que va a encontrarla?-siseó Egon con rudeza. Adam lo agarró del brazo evitando que se acercara a Set, quién miraba con cierta rigidez a los demás.
-Escuchen-interpuso Set, aburrido por la situación. Las miradas volvieron a caer sobre él-no quiero problemas ahora. Lo que yo tengo en mente es recuperar a Keren.
-¿Por qué?-interrogó Gabriel con rabia-¡Trataste de matarla, estúpido!
-Me dejé llevar por impulsos, yo no sabía lo que hacía-titubeó.
-No me has dicho por qué quieres rescatarla, niño idiota-gruñó Gabriel.
-¿No es obvio?-inquirió con impaciencia.
-Iluminanos-espetó Egon, conteniendo la rabia en sus palabras.
-La amo-soltó Set de sopetón-amo a su hija-miró Egon con desdén-nunca en mi vida he amado a alguien como la amo a ella. Y no espero que vuelva conmigo luego de rescatarla pero me doy por satisfecho saber que estará a salvo con ustedes. Y después me marcharé. Tengo un amigo ahora que me acompañará a todas partes-señaló al pelirrojo y este asintió con firmeza.
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