
83
-¡No estás pensando bien las cosas, Set!-exclamó Jack, impidiendo que el rubio se le fuera encima a Marybelle con un bate de béisbol. Ella y su hermana se hallaban en la sala y ellos en las habitaciones del piso superior.
-¿Cómo que no estoy pensando bien las cosas? ¡Han secuestrado a mi novia! Y para que yo la encuentre, debo matar primero a estas cerdas raquíticas.
-Ni si quiera tenemos un plan-le recordó, sin moverse ni un centímetro de la puerta-a menos que tengas un buen plan, te dejaré hacerlo e incluso te ayudaré.
-Claro que tengo un plan-repuso con amargura-mataré a esas idiotas y me largaré a Nueva York.
-Oh vamos, que plan tan estúpido.
-Bueno, ¿y a ti qué te importa?-le espetó con furia y sus ojos aqua parecían ser negros completamente-es mi problema si resulta como quiero o no.
-¿Y si todo sale mal? ¿Qué vas a hacer? Tu cara está, probablemente en todos lados y no podrás escapar tan fácilmente.
-Hace unas horas eras tú el que quería ayudarme a matar a esas estúpidas rubias.
-Hay que idear un plan perfecto para salir beneficiados-argumentó-vamos a pensarlo, por favor.
Set se alejó unos pasos del pelirrojo y dejó el bate sobre la pared. Estaba de pésimo humor como para perder tiempo en pensar, pero por otro lado, Jack tenía razón: No podían ejecutar una misión suicida e idiota.
Le dolía la cabeza y se sentía impotente en ese momento.
¿Quién demonios había raptado a Keren? ¿Qué querían de ella?
-Tengo una idea-susurró Jack-pero no sé si te guste.
-Habla-le ordenó con los nervios a flor de piel.
Media hora después, Set se hallaba bajando la escalera con decisión. Tenía los puños apretados dentro de sus bolsillos y una sonrisa maliciosa en los labios.
La idea de Jack era tan buena o probablemente muy estúpida; pero valía la pena correr el riesgo.
-¿Eres tú, Set?-oyó la voz de Marybelle en el salón.
-Sí, hermosa, soy yo-contestó lo más dulce que su cuerdas vocales le dejaron.
-¿Por qué no vienes a hacerme compañía?
-A eso voy-bajó los últimos escalones y se dirigió a donde ella estaba.
Entró al salón y la encontró sentada con las piernas cruzadas sobre un sillón negro de piel frente a una enorme televisión que abarcaba gran parte de la pared.
No había rastro de Meredith.
-Vamos, siéntate conmigo-lo animó ella al verlo llegar.
Set tenía que reconocer que Marybelle se miraba muy guapa esa noche.
Y con una sonrisa forzada, Set atravesó el salón a grandes zancadas. Aun llevaba puesto el pants deportivo pero se había quitado la playera y andaba desnudo de la cintura para arriba; donde su bien ejercitado cuerpo y su tatuaje saltaban a la vista.
Se deslizó junto a ella y dejó que le tocara el brazo.
-Mi hermana tiene planes esta noche, así que quedaremos los dos solos, ¿te parece?-susurró Marybelle en su oreja y le mordió el lóbulo de esta, provocándole un temblor interno.
-¿A dónde irá?-preguntó él como quien no quiere la cosa y comenzó a acariciarle las piernas mientras ella se acomodaba sobre su regazo sin dejar de besarle el cuello y lamerle la mandíbula.
-¿Acaso importa? Mejor para nosotros-dijo, absorta en la mandíbula del rubio.
Entonces Set la agarró de los antebrazos y la empujó de espaldas en el sillón. Ella jadeó y atacó sus labios con los suyis.
Set la besó deliberadamente pero con los ojos bien abiertos y puestos en la puerta donde Jack miraba anonadado la escena. Movió los ojos con desesperación y el pelirrojo captó la señal. Se deslizó a hurtadillas a la cocina y desapareció por ahí.
-Bésame más-gimió ella y el rubio le hizo el gusto de mala gana.
Entonces, a través del rabillo del ojo percibió de nuevo la presencia del pelirrojo y se apresuró a manosear a la rubia, excitandola.
Una vez que Jack subió sigilosamente la escalera, Set la soltó y fingió toser.
-¿Qué pasa?-bufó la chica con el ceño fruncido.
-No me siento bien, cariño. Lo mejor será que duerma un poco y más tarde continuamos.
-Debes estar tomándome el pelo, Rex-le ladró enfadada.
-White-le corrigió en un siseo y se levantó del sillón con rotundidad.
-No puedes solo... dejarme así, no te lo permitiré-se levantó también y se enfrentó a él. Pero lo curioso era que Set era mucho más alto que ella y la chica apenas le llegaba a la altura de la barbilla.
-¿Qué vas a hacer? ¿Golpearme?-se burló de ella y la empujó. Marybelle cayó sentada en el sillón y le envió una mirada fría.
-No, algo mucho menor-replicó con voz trémula y Set volteó a verla.
Y observó con la pequeña rubia se inclinaba en el sillón y sacaba una pistola casi diminuta color ocre y que bajo la luz del salón alcanzaba a brillar diamentes del tamaño de hormigas en el mango de este.
-O me complaces o te meto un tiro en medio de esos ojos tan hermosos que tienes-le advirtió con voz desdeñosa.
-¿Qué te parece si vemos quién gana?-repuso él con una sonrisa maquiavélica y le arrebató el arma de sus femeninas manos.
Marybelle entornó sus ojos azules con desdén y tragó saliva.
-Estaba jugando, dame eso-trató de quitárselo pero Set le quitó el seguro con docilidad y sonrió.
-Yo creo que no-aspiró una bocanada de aire con la boca y cuadró los hombros aun con el arma en sus manos-ahora harás lo que yo te diga, ¿okey, preciosa?
-¿De qué estás hablando?-lo miró confundida.
-Vas a decirle a uno de tus amigos que haga dos identificaciones falsas. Una para mí y otra para Jack.
-¿Para qué?
-Si te digo para qué, te tendría que matar después, ¿acaso quieres que eso ocurra, cariño?
Ella negó con la cabeza.
-Entonces sé buena chica y vamos-con la mano libre, la agarró del brazo y tiró de ella rumbo a la escalera.
La condujo hasta su habitación donde Jack los esperaba con el bate de béisbol listo para atacar por si ella se ponía violenta.
-Llamale-le ordenó Set con rudeza y la empujó al suelo, cerca de su propio teléfono.
Marybelle gateó a un rincón con el aparato en sus manos y los ojos fijos en la pistola de Set, que le apuntaba directamente en medio de los ojos.
-¿A quién?-espetó, furiosa.
-Al sujeto que hace identificaciones-le contestó Set.
-¿Fernán?-inquirió con sorna-él ya no hace los trabajos. Lo mandaron a matar por ser un imbécil.
-Entonces debes conocer a alguien más, porque no dejaré de apuntarte a la maldita cabeza hasta tener una nueva identidad para largarme del estúpido país-exclamó Set con cólera y le tembló la mano que empuñaba el arma. Estaba completamente rojo de ira y rabia, tanto su rostro como su torso, incluso el brazo donde tenía el tatuaje de Dragón estaba al rojo vivo y parecía tener vida propia.
-¿Por qué quieres irte? Te he dado todo, maldita sea-le gritó ella desde el suelo.
-¡Porque no me puedes mantener atado a ti!
-Dime la verdadera razón, maldito idiota-le exigió.
-De acuerdo-asintió con una sonrisa demencial-mi novia está en peligro y realmente no pienso continuar haciéndome idiota aquí contigo. Yo no pertenezco a tu lado.
Los ojos azules de Marybelle centellaron de odio.
-Pensaba ayudarte pero no lo haré. Matame si quieres-le gritó con rabia.
-No me sirves muerta-le aclaró.
-Ni tampoco viva-le siseó con desprecio y Jack alzó las cejas en su dirección.
-¿Por qué no cooperas?
-Cállate, zanahoria podrida-Marybelle le escupió cerca de los pies.
Y Jack soltó una risita tonta.
-Que lindo apodo, patética.
-Déjense de estupideces-los cortó Set con arrogancia. Tenía el cuello y torso sudorosos al igual que sus hombros-¡Quiero una maldita identidad nueva!
-¡Pues sigue deseandola porque no te daré ni una mierda!-vociferó la rubia.
Entonces Set le entregó el arma a su amigo y este le apuntó rápidamente a Marybelle.
El rubio se le fue encima a Marybelle y la cogió de los hombros, y después la levantó del suelo con las manos cernidas sobre su débil cuello.
La chica pataleó en el aire con los ojos desorbitados, le arañó las manos e intentó patearlo pero Set simplemente se limitaba a observarla mientras se le escapaba poco a poco la vida.
Las sacudidas que Marybelle hacia, lo aburrieron y lo único que hizo fue apretar un poco más hasta que un ligero "crac" sonó desde el interior de su cuello.
La chica dejó de moverse y Set la soltó. El ruido del cuerpo al caer fue sordo.
Jack, a su lado, temblaba y contenía la respiración atascada en sus pulmones.
-Ella era nuestra única salida-dijo en un hilo de voz.
-No. Todavía queda Meredith-se apartó de la chica y salió de la habitación.
-¿A dónde vas?-Jack lo siguió con el arma metida en sus pantalones.
-Voy a cambiarme de ropa. Estoy sudado-le contestó y se encerró en la habitación continua.
A Jack no le agradaba tener que estar en el mismo lugar que un muerto, por lo que cerró la puerta de la habitación y miró por la ventana que daba a la calle. Todo estaba desierto.
Cuando Set salió, vestía un pantalón de mezclilla y una sudadera gris. En su hombro llevaba colgando una mochila.
-Larguemonos de aquí-le dijo, quitándole la ridícula arma de chica.
-¿Qué hay del cadáver?
-Algún día van a encontrarlo, así que vámonos ya-le instó y comenzó a bajar por la escalera.
-¿A dónde vamos?-replicó su amigo, mientras lo seguía escaleras abajo.
-A buscar a Meredith.
-¿Sabes dónde está?
-No, pero supongo que tú sí sabes-se detuvo al final de la escalera y lo miró expectante.
-Pues sí. Aunque probablemente ya no esté ahí.
-Pues vale la pena buscarla-Set reanudó la marcha, cogieron las llaves del auto y salieron al porche.
Jack se subió el cierre de la cazadora y vaciló un instante. Miró con amargura la casa y siguió a Set hasta el auto.
Él se sentó en el copiloto y Set detrás del volante.
-¿A dónde?-le preguntó el rubio, encendiendo el motor.
-¿Conoces el club nocturno "Benemérita"?
-Es el peor club del mundo-arrugó la nariz con asco-pero sí, lo conozco. He estado ahí un par de veces.
-Ella me dijo que iría allá con un amigo-se encogió de hombros.
-Entonces vamos a hacerle compañía-añadió Set, depositando la patética pistola de chica de Marybelle en la guantera de enfrente. Puso a andar el auto y se perdieron en la oscuridad.
En todo el camino ninguno de los dos dijo nada. Solo oían el silencio sepulcral de la noche y de sus respiraciones.
Jack parecía estar temblando en su asiento. Sus ojos negros no se despegaban de la ventana y respiraba entrecortadamente con las manos empuñadas alrededor de su boca.
-Pareces un loco. Calmate-dijo Set de repente al verlo de reojo.
-Hemos dejado el cadáver de Marybelle en su propia casa, Set-repuso el pelirrojo con voz temblorosa-pero eso no me tiene así-aclaró-sino el hecho de tener que obligar a Meredith. Ella no tan culpable de esto.
-Dijiste que la odiabas y que estabas cansado de ella-le recordó Set, tajante-y no te vas a echar para atrás. Me rogaste para que te metiera en mis planes y ahora te aguantas.
-Lo sé. Y no voy a abortar la misión, es solo que debemos ser menos agresivos con Meredith, ¿okey?
-¿Te parece mejor hablar con ella antes que yo? Para prevenirla y así coopere sin que tenga que lastimarla.
-¿Harás eso?-preguntó Jack con cierta ilusión.
-Desde luego que no-espetó Set con ironía-de ninguna manera. ¿De verdad pensaste que tengo tiempo de sobra?-se frotó el puente de la nariz con recelo-haremos esto rápido y a mí manera. Si intentas meterte, te mataré. Así de fácil.
Decepcionado, Jack asintió y miró fijamente el parabrisas.
A medida que iban acercándose, el pelirrojo comenzó a ponerse cada vez más nervioso.
-Estás a tiempo de arrepentirte-siseó Set-puedes irte ahora o quedarte, pero recuerda que si te quedas, no hay vuelta atrás.
Por un largo minuto, Jack se quedó en silencio con la mirada vidriososa. Le costaba respirar y sentía náuseas.
Y al cabo de mucho pensarlo, se volvió y miró a Set a los ojos con firmeza.
-Vamos a sacarle a esa arpía todo lo necesario para marcharnos de aquí.
Y Set esbozó una sonrisa de orgullo.
Momentáneamente, a los pocos minutos, llegaron por fin al club nocturno, el cual estaba abarrotado de adolescentes con identificaciones falsas.
Set se colocó la capucha de la sudadera y guardó la pistola con adornos de chica en el bolsillo, mientras que Jack se ruborizaba al no poder colocarse una sudadera debajo de la cazadora.
Set tuvo que ayudarlo con fastidio y por fin se acercaron al club Benemérita.
Enseguida captaron la mirada de más de uno.
En especial del sujeto que vigilaba la entrada. Tenía un pésimo aspecto y miraba con los ojos estrechados todo a su alrededor. Postró sus ojos grises específicamente a ellos y chasqueó la lengua.
-¿Qué quieren ustedes?-les preguntó con prepotencia.
Set apretó con fuerza la base de la pistola y respiró hondo antes de responder.
-No queremos problemas. Solo que estamos buscando a una chica que, tengo entendido está aquí.
-Hay una docena de chicas adentro, jovencito-frunció el ceño, tratando de verle la cara a Set debajo de la capucha-quítate la gorra.
-¿Por qué?
-Porque quiero ver tu cara.
Azorado, Set obedeció y miró fríamente al sujeto.
-¿Ya?
-No voy a dejarte a pasar-replicó el hombre con los brazos cruzados.
-¿Eres el dueño del lugar o qué?
-No. Pero me encargo de quién entra y quién se queda afuera-añadió con la barbilla salida, desafiante.
-Escucha-sentenció Set con impaciencia-necesito en verdad hablar con mi amiga. Solo será un segundo, no pretendemos quedarnos.
-¿Por qué no mejor vas y te pierdes de mi vista?-le espetó, salpicando de saliva la barbilla del rubio.
-¿Por qué no te vas a la mierda?-le gritó Set al tiempo que lo empujaba y sacaba la pistola del bolsillo-pudrete, imbécil.
Y así sin más, tiró del gatillo, reventandole la cabeza al tipo.
De inmediato los chicos que querían entrar al club ahogaron un grito y comenzaron a correr por todas partes.
El griterío alteró más a Set, quién miró con incertidumbre a Jack.
-¡Ve a buscarla, yo me encargo de esto!
Jack asintió y se deslizó al interior del club como un alma que lleva el diablo.
Agarró al sujeto con asco y lo arrastró hasta la parte más oscura del lugar, siendo presa de las miradas curiosas y aterradas de los chicos.
No quedaba nada de la cabeza del hombre y le era muy difícil llevarlo sin que los trozos de sesos quedaran adheridos al suelo.
Volteó a ver a la manada de chismosos y los fulminó con la mirada.
-Tú-señaló a uno que tenía la cámara de su teléfono encedida-dame tu teléfono.
El chico vaciló pero se lo entregó con horror.
Set tiró el aparato al suelo y de un disparo lo hizo añicos.
-Si veo que uno de ustedes me está grabando, lo buscaré hasta el fin del mundo y terminará como este imbécil, ¿de acuerdo?-los amenazó y todos asintieron-y si alguien les pregunta que pasó, digan que fueron unos vagos. A mí ni a mí amigo nos vieron aquí. No estuvimos jamás en este lugar, ¿okey?
La mirada horrorizada de los adolecentes aumentó el ego del rubio y limpiandose las manos en el pantalón, se acercó a la puerta de entrada con sigilo.
Le resultó extraño que solamente ese hombre hubiese estado a cargo del club.
-¡No! ¡Suéltame, Jack!
Oyó la voz ebria de Meredith y sacó la pistola, esperándola.
Y en cuanto notó su presencia, la chica palideció. Trató de retroceder pero Jack la tenía bien sujetada de los brazos y la obligó a salir.
-¡Jerry! ¡Jerry!-gritó alterada-¡No dejes que me lleven!
Sin embargo, nadie acudió en su ayuda.
-Tu acompañante se cae de ebrio, y le es imposible venir a auxiliarte-le cortó Jack con una sonrisa. Y la empujó hasta los pies de Set.
-Si cooperas, prometo no hacerte daño-le dijo él, pero la chica negó con la cabeza-entonces quieres hacerlo por las malas, entendido.
Set miró de soslayo a los espectadores y gruñó.
-Larguense. Esto no es un circo-vociferó y todos echaron a correr como locos.
-Hazle caso a Set-le susurró el pelirrojo-y te dejará vivir.
-¿Qué le hicieron a mi hermana?¿Dónde está?-preguntó ella con los ojos entornados y la respiración acelerada.
-¿Marybelle?-inquirió Set con las cejas elevadas. Meredith asintió-muerta, por supuesto. Y si no quieres terminar como ella, tendrás que obedecerme.
Un grito ahogado los desconcertó pero hicieron una mueca al darse cuenta que solamente se trataba de un llanto por parte de ella.
-Deja de llorar. Esa perra no era buena hermana y nadie la va a extrañar.
-¡Qué quieren de mí!-graznó entre balbuceos. Las lágrimas le habían corrido el maquillaje y parecía una demente.
-Llevala al auto-le ordenó Set a Jack y este asintió.
En lo que el pelirrojo arrastraba a la fuerza a Meredith, Set se acercó minuciosamente a la entrada del club, donde todo estaba totalmente oscuro. Alcanzaba a oír música a todo volumen en la lejanía, voces y risas histéricas.
¿Cómo era posible que no oyeran el disparo y el alboroto?
Y como vio que todo parecía estar tranquilo ahí dentro, se le ocurrió una descabellada idea.
Escrutó a su alrededor en busca de algún tipo de luz para orientarse y pensó que probablemente el sujeto mezquino al que le había disparado tendría una linterna y sí, hurgó en su uniforme y encontró una.
Se abrió paso al interior del club, el cual olía a tabaco, alcohol y sexo.
Arrugó la nariz ante semejante porquería y llegó hasta una puerta que conducía a un pequeño sitio donde había cámaras de seguridad y alguna que otra chuchería. Había una silla y condones usados en el suelo.
Encendió la luz y recorrió el lugar con más profundidad.
Sus ojos aqua se quedaron fijos en un bote de gasolina y en un encendedor.
No había suficiente gasolina pero le alcanzaba para sacar a toda esa gente del club. Esbozó una sonrisa y salió corriendo con el bote de gasolina y el encendedor.
Comenzó rociando la entrada y parte de donde empezaba la fiesta. Cerró la puerta del club y luego formó un camino hasta el exterior y bañó las paredes, vaciando el bote. Y con algunas gotas que roció en lo que se alejaba, se quedó estático con el encendedor en la mano.
-¿Qué esperamos?-le preguntó su amigo desde el auto.
-El inicio de la fiesta-dijo y encendió el encendedor-esta basura de lugar se irá al infierno.
Y sin miramientos, lanzó el encendedor y rápidamente una ráfaga de fuego se elevó por los aires, devorando el club nocturno en un santiamén.
-¡Por todos los cielos!-gritó Jack-¿Qué has hecho?
-Cállate. Tenía que hacerlo-replicó con una sonrisa maliciosa. El fuego se reflejaba en su rostro y en lo más recóndito de sus ojos.
-¡Eres un monstruo!-chilló Meredith desde el auto.
-Este monstruo va a hacerte sufrir si no te callas...
Set se quedó absorto contemplando las llamas que iban en aumento y escuchó los gritos de las personas en el interior del lugar, que trataban inútilmente de salir.
-¡Vámonos!-la mano de su amigo se cernió sobre su hombro.
No quería irse aun. Deseaba contemplar como todo se venía abajo pero tenía que apresurarse si quería recuperar a Keren; por lo que a regañadientes se vio obligado a abandonar el lugar con rapidez.
Puso en marcha el auto y aceleró a fondo por la calle.
-Al menos podrías conducir como Dios manda-le reprochó la rubia a Set-llevas personas dentro, no animales.
-Pues vamos dos personas y una zorra albina-repuso Set y Jack rio.
-Muy gracioso. Pues yo veo dos idiotas patéticos tratando de ser criminales.
Set puso los ojos en blanco y continuó conduciendo.
-¿A dónde vamos?
Aquella pregunta ya estaba hartando a Set, por lo que le envió una gélida mirada a su amigo a través del espejo retrovisor y este cerró la boca.
Y a decir verdad; Set tampoco sabía a donde ir. No podía ir a su casa de repuesto con la que había compartido los mejores momentos de su vida con Keren, porque ese sitio era íntimo. Le pertenecía a él y a Keren, nada más.
Condujo quince minutos por una carretera que se perdía de la ciudadanía y se detuvo junto a un claro donde todo estaba desierto y había uno que otro árbol seco alrededor.
Bajó del auto con brusquedad y lo rodeó hasta situarse en la puerta donde ella estaba. Abrió y la sacó a rastras del cabello.
-¡No!-gimoteó la rubia y trató de agarrarse a la puerta.
-De todas maneras vas a venir conmigo-gruñó Set y ella comenzó a llorar.
-Al menos deja que vaya por mis propios pies-gimió.
Set intercambió miradas severas con Jack y chasqueó la lengua sin soltarla del cabello.
-Vigilala, yo tengo que hacer una llamada.
Jack corrió a agarrar a Meredith y Set sacó su teléfono. El amanecer estaba a solo unos minutos y probablemente en Nueva York apenas era de noche, por lo que buscó en la agenda el número de su hermana.
Pegó el teléfono a su oreja y aspiró hondo en espera de su contestación.
-Eres un maldito imbécil y no te quiero cerca de mi familia, y mucho menos de mi hermana, ¿entiendes?
La voz tajante de Adam Peitz surgió por el auricular y Set se quedó de piedra en su sitio.
Tras recuperar el aliento ante semejante sorpresa, carraspeó.
-A ver, pedazo de animal, ¿quién te crees para contestar el teléfono de mi hermana?
-No. Aquí el que hace las preguntas soy yo-masculló con cólera-¿Por qué llamas? Me he enterado que ya estás libre y no quiero saber que métodos sádicos usaste, así que no vuelvas a llamar.
-Tu opinión me importa menos que un cacahuate-le espetó-solo pásame a mi hermana.
-No está-graznó.
-Entonces llamaré cuando vuelva y haz el favor de darle su teléfono.
-No recibo órdenes de nadie.
-A menos que no quieras volver a ver a tu hermana, siguete portando tan infantil como ahora-le gruñó, apunto de colgar.
-¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso sabes algo, bazofia?
-Si supiera algo de ella, nunca te lo diría. Pero no, no sé nada pero voy a encontrarla.
-Ajá. Teniendo en cuenta que estás del otro lado del mundo, dudo mucho que puedas ayudar en algo y menos encontrarla.
-No me subestimes...
Hubo un lapso de silencio que Set interpretó como un "momento de reflexión" por parte de Adam y esperó con impaciencia.
-¿Si de verdad amas a mi hermana, por qué la atacaste, imbécil?-le preguntó. La voz de Adam sonaba congestionada, por lo que parecía ser un llanto de chico silencioso y Set se quedó en blanco.
Cuando recuperó la compostura, se aclaró la garganta con desdén.
-Porque perdí los estribos. Ella sabe bien cuanto la... amo-le costó mucho decir esa palabra y cerró los ojos. Jamás pensó decírselo a alguien.
-No sé si creerte o no, Rex.
-White-le corrigió con desdén.
-¿Qué?
-Mi apellido es White.
-Sí, como sea. La cuestión es, que mi hermana ya te olvidó, e incluso te reemplazó por otro rubio idiota como tú-había cierta diversión en su voz-así que no creo que la ames tanto como dices después de esta noticia.
Set apretó las mandíbulas y estrechó los ojos.
-No me importa en lo absoluto lo que haya hecho Keren mientras estuvimos distanciados, ya me arreglaré con ella a su debido tiempo-siseó-lo que me interesa es hablar con mi hermana, lo digo muy en serio, Peitz.
-A ver, supongamos que te dejo hablar con Beatrice-alardeó Adam-¿Cómo piensas salvar a mi hermana?
-Técnicamente no lo sé, pero...-y de pronto se dio cuenta que le estaba dando explicaciones cuando no tenía por qué decirle nada-¿por qué demonios estoy hablando contigo como si fuésemos amigos? Vete al infierno, Peitz.
-Ya no quiero pelear, ¿okey? Quiero... quiero hacer las malditas...
-Entonces te quieres unir a mi lado, ¿no es así?-había un dejo de orgullo en su voz.
-Si eso hace que traigas de vuelta a mi hermana, entonces sí.
-Tienes la misma dicha de ser un asesino como yo, Adam-le dijo. Era la primera que lo llamaba por su nombre-nada te costaba ser buen chico.
-Mira, esto lo hago por mi hermana-gruñó.
-Me parece excelente-siseó Set-entonces iré a buscarte tan pronto vaya a Nueva York.
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