81
Horas más tarde, Gabriel abrió los ojos y enseguida un dolor espantoso le atravesó la cabeza, palpitandole las sienes y alojándose justo en medio de los ojos. Se incorporó del suelo y recorrió la estancia con la mirada horrorizada, recordando los sucesos de horas atrás.
Ahogó un grito al momento de acordarse de Caroline y giró sobre su propio eje en su búsqueda.
Anonadado, miró el suelo manchado de sangre y sintió vértigo. Había toda clase de señas de lucha por doquier y eso no auguraba nada bueno.
Llegó rápido al comedor y se detuvo drásticamente al ver el cuerpo de su amada bocabajo y encima de la mesa, envuelta en el propio mantel de esta.
Corrió con un nudo en la garganta y lloró silenciosamente a su lado, besandole su fría mejilla y acariciandole su hermoso cabello desaliñado.
-¿Cómo pudo suceder todo esto, amor? ¿En qué momento fue que te arrebataron de mi vida?-balbuceó, incapaz de mirarla sin sentir una opresión en el pecho. Le costaba mucho respirar y apenas era consciente de que probablemente alguien más estaba muerto además de su esposa.
Y sin previo aviso, una ira inexplicable comenzó a corromper su interior y sintió unas incontrolables ganas de matar a sangre fría a Kevin Black.
Por el rabillo de un ojo, percibió una silueta levantarse del suelo con aire titubeante. Pero se tranquilizó al ver que se trataba de Egon, el cual estaba muy golpeado y Gabriel no entendía que más había pasado.
-Ay Dios, malditos imbéciles-refunfuñó Egon con petulancia-me duele el maldito cuerpo... -las palabras quedaron oscilando en el aire al percatarse de su presencia-¡Gabriel, amigo mío!
Pero él le envió una mirada furtiva con sus ojos azul eléctrico enrojecidos y llorosos.
Egon bajó la mirada y le dio una palmada mientras examinaba el lugar.
-¿Keren? ¿Adam? ¿Henry?-preguntó en voz alta y un escalofrío helado le recorrió la columna vertebral y le congeló la sangre-¿Hijos? ¡Hijos!
Comenzó a gritar, provocando que Beth, Dylan y Kevin despertaran asustados. Y un segundo después la pareja: Austin y Thomas.
Egon recorrió toda la sala con desasosiego.
-¡Adam!-gritó a todo pulmón e intentó subir pero la voz de Kevin lo paró en seco, como si hubiese una pared inservible frente a él.
-Se los han llevado-dijo este con amargura. Se hallaba cerca del agujero donde debía estar la puerta y miraba a la calle con recelo.
Lo raro de todo es que nadie había llegado para ayudarlos.
-¡No!-exclamó Beth, poniéndose a llorar.
-¿Qué?-balbuceó Thomas, buscando a su hijo con los ojos como platos-¡¿Dylan?!
-Aquí estoy, papá-lo tranquilizó Dylan desde el otro lado de la habitación.
Austin ayudó a su amado a levantarse y sintió náuseas.
-¿Cómo que se los llevaron?-bramó Egon con los ojos desbordados de locura.
-Lo único que recuerdo fue que se los llevaron a los tres y al pequeño. Allen-resopló Kevin-¡Les dije que huyeran!
Entonces Austin corrió a él y lo levantó del suelo con dureza.
-¡Eres un maldito hijo de pe...!
-Si lo lastimas, te parto la cara-le advirtió Egon a Austin y este volteó a verlo, perplejo.
-¿Qué? Pero si Black es el culpable de todo.
-Ninguno de ustedes-inquirió Egon, señalando con la barbilla a Austin, Thomas y Gabriel, quién se había asomado a la sala con recelo y que miró con odio a Kevin-estuvo despierto cuando hizo acto de presencia Steve Blake.
-¿Quién demonios es Steve Blake?-masculló Austin, soltando a Kevin, quién cayó sobre su pierna herida y se mordió la lengua por el dolor.
-Es, al parecer, un hijo perdido de Marlon Blake, el hombre al que yo le prestaba mis servicios-dijo. Y sus amigos abrieron la boca con sorpresa y Kevin se mordió los labios-ese maldito soquete usó a Kevin todos estos años solo con el fin de matarme.
-Matarlos-le corrigió el rubio con desdén y Gabriel lo miró con el mismo desprecio de minutos atrás.
-Lo que sea-Egon puso los ojos en blanco-y ese tipo trató de matarnos a todos con sus hombres armados. Al final de cuentas también quiso matar a Kevin pero Henry le cortó la mano de una manera tan extraordinaria cuando todos pensábamos que era el fin.
-Pensé que se había marchado-observó Thomas confundido.
-Pues no. Creo que entró por el patio trasero porque salió por la cocina lanzando un cuchillo-suspiró con satisfacción mientras que sus amigos no daban créditos a sus palabras.
-¿Y dónde está la parte en la que se llevaron a mi hijo?-masculló Gabriel con impaciencia. Sus ojos estaban inyectados en sangre y de las comisuras de sus labios resbalaba saliva.
Egon se tensó y miró a Kevin.
-Se los han llevado a la fuerza, ya se los he dicho-dijo el rubio con calma e hizo una mueca de dolor-necesito hablar con Carla. Quizás ella tenga algún tipo de información antes de que Steve sepa que sigue viva.
-¿Carla?-preguntó Dylan con preocupación-¿Qué tiene que ver ella contigo?
-Ella no es nada mío. Ni si quiera es mi sobrina política. Carla simplemente trabajaba para mí y me cuidaba las espaldas-se levantó un poco con debilidad y se arrastró hasta el sofá pero Egon le acercó el teléfono y comenzó a marcar.
Dylan se quedó inmóvil y negó con la cabeza. Beth se encargó de consolarlo con un abrazo y se quedaron abrazados mirando lo que Kevin hacia.
Gabriel, por su parte, regresó a donde estaba Caroline y continuó hablando con ella en susurros. Parecía no importarle mucho el paradero de su hijo y eso preocupó a Egon.
-¿Carla?-exclamó Kevin con entusiasmo-sí, soy yo, Kevin. Escucha, ha pasado al gravísimo. Luego te contaré, pero quiero que por ningún motivo salgas del sanatorio y que si ves a Steve, corre por tu vida. No. No. Tranquila, estoy bien. Pero quiero que me digas si sabes algo sobre Steve. ¿Cómo que cómo qué cosa? Sí, sobre algún viaje que haría recientemente. Ya sé que dejamos de hablar con él desde hace días pero necesito saber...-Kevin hizo una pausa para frotarse los ojos con cansancio-bien, pues es necesario que me ayudes porque si no lo haces, jamás volverás a ver a Adam Peitz.
Beth volteó a ver al rubio tras escuchar el nombre de su novio y frunció el ceño. ¿Por qué le decía eso a esa tal Carla?
Estrechó los ojos y no le despegó la mirada de encima en todo el rato.
Egon comenzó a pasearse con impaciencia por todo el pasillo con las manos detrás del cuello.
-¿Los Ángeles, California?-preguntó el rubio con ironía-vaya, ¿por qué tan lejos? Bueno, está bien. Gracias, te veré pronto.
Y colgó.
-¿Y bien?-quiso saber Thomas.
-Dice que en los planes de Steve estaba viajar a Los Ángeles en estos días. Supongo que lo hará con Adam y los demás-se dejó caer en el sofá lleno de sangre e hizo una mueca de alivio.
-No puedo creer que esto esté pasando-farfulló Dylan con la mirada perdida.
-¿Qué vamos a hacer, Egon?-le preguntó Austin, sabiendo ya la respuesta.
Egon despegó sus labios resecos para hablar pero alguien se asomó a la puerta con precipitación y cayó de bruces al interior.
Todos saltaron aterrados y Egon entornó los ojos al ver que se trataba de Adam.
Corrió a auxiliarlo con ayuda de Austin y Thomas.
Le dieron la vuelta y a Egon casi se le saltan las lágrimas al verlo tan lastimado.
Lo colocaron en el sofá restante y limpio. Beatrice chilló al verlo y se sentó rápidamente en el suelo para agarrar su mano.
Él apenas respiraba y se notaba que había pasado un mal rato luchando por su vida.
-Traeré ropa para él-dijo Dylan y subió corriendo.
Egon le quitó la ropa y apartó la mirada ante las semejantes heridas y rasguños.
-¡Hijo!-lo movió violentamente de los hombros-¡Por favor!
Adam gruñó con dolor y se lamió los labios. Pero no abrió los ojos.
Aquellos simples gestos tranquilizaron a Egon, porque eso quería decir que solo estaba desmayado y que seguía con vida.
-Traeré alcohol-se ofreció Thomas.
-Y yo llamaré a una ambulancia-sentenció Austin con vehemencia.
-Eso debimos haber hecho desde un principio-siseó Kevin con incertidumbre.
Quince minutos después, dos ambulancias yacían afuera y varios paramédicos desfilaban con las camillas donde Adam, Caroline, y Kevin iban tendidos.
Y la única diferencia entre ellos fue que Caroline fue la única que iba con el rostro oculto con una sábana.
-¿Ya dieron aviso a las autoridades?-preguntó el paramédico con expresión confusa-ha habido un asesinato y es necesario dar aviso.
-En el patio están algunos cadáveres de los atacantes-le informó Egon-eran como cincuenta tipos que eran liderados por un mequetrefe ridículo. Matamos a algunos, en defensa propia-aclaró.
-Mire señor...
-Allen Landon-dijo Egon. No le gustaba dar su segundo nombre y su segundo apellido pero así estaba en su tarjeta de identificación falsa y tragó saliva.
-Mire señor Landon-el sujeto le agarró un hombro y lo llevó caminando hacia la puerta. Los demás paramédicos habían curado a los demás de sus pequeñas heridas al igual que Egon; quién tenía la cabeza vendada en ese momento y una bandita en la nariz-si usted no reporta lo que pasó, el FBI puede voltear todo en contra de ustedes. Siempre sucede que terminan encarcelados por asesinato, aunque hubiese sido en defensa propia. Así que le sugiero que lo haga ya. Nosotros daremos aviso justo ahora.
Egon asintió y se despidió el paramédico, y viendo como se iban las ambulancias, regresó a la sala.
Él había sido el único que se había ofrecido a quedarse en la casa para cuidarla; puesto que los demás estaban muy mal tanto física, como mentalmente.
Se dispuso a echar un vistazo al patio donde olía a los mil demonios y cerró con candado.
Subió al piso superior y aseguró todas las puertas. Sacó dinero del cajón de ropa de Gabriel y suspiró al mirar una fotografía de Caroline.
Ahora las hermanas Cash estaban muertas y felizmente juntas, pensó.
Sonrió ligeramente al imaginar que Shelby estaría muy feliz de estar de nuevo con su hermana y viceversa.
Bajó corriendo y se sintió mareado pero enseguida se le pasó el mareo.
Apagó todas las luces, excepto la de la sala. Miró de soslayo el agujero donde la puerta había estado y buscó una opción para no dejar la casa expuesta.
Y se le ocurrió desmantelar la puerta flexible de la cocina.
Buscó en las gavetas de la cocina y encontró con extrañeza un destornillador. Se dedicó a desmantelar la puerta del marco y la situó en el umbral de la calle.
Era como un guante.
Así que con la misma paciencia, atornilló los tornillos a la pared y al poco tiempo, quedó perfecto. Solo que tuvo que usar un truco para que no se abriera con facilidad.
Y sin pensar más, tomó un taxi al hospital con el teléfono de Gabriel en las manos.
Al tiempo que se acercaba al hospital, llamó al 911.
****
Beatrice miraba con agonía a Adam mientras una máquina mezquina emitía ruiditos, anunciando sus latidos.
Lo habían desnudado y limpiado completamente las heridas. Le colaron vendas y gasas por doquier.
Pero lo que más le dolió a ella fue los tubos de oxígeno que salían de su nariz y aparte una mascarilla transparente que se empañaba con su respiración tranquila y paciente.
Ella lo miraba del otro lado de la habitación, a través de una enorme ventana de cristal. Las lágrimas no la dejaban verlo con claridad.
Dylan, que estaba junto a ella, la abrazó con calidez.
-Él se va a recuperar-le prometió-Adam es un tipo fuerte y esto no es nada. Él soporta todo.
-¿Qué pasará ahora, Dylan? La señora McCall ha muerto. Keren y Allen han sido secuestrados... ¿Qué sigue?-sollozó y sus hombros temblaron.
-No hay que ser pesimistas-eludió el chico-todo va a estar bien. Ya lo verás.
-¿No te preocupa el señor Gabriel?
-Pues sí. Perdió a su esposa y a su hijo se lo han llevado, pero tenemos que darle ánimos. Apoyarlo en estos momentos y para eso debes dejar de llorar porque Adam está bien. En unos días estará como nuevo-la miró con sus petulantes ojos celestes y le enjuagó las lágrimas con el pulgar-no llores más.
-Es todo muy difícil para mí, ¿sabes? Mi hermano es un chico de cuidado que trató de seguir los pasos de su padre, el ser asesino-le confesó y Dylan se mostró intimidado pero a la vez interesado-Set hizo las cosas mal y ahora está en prisión-mintió-la muerte de nuestra madre no le afectó en nada. Pero pareció que su muerte fue su impulso a la delincuencia.
-¿Murió tu mamá?-le preguntó con cautela.
Ella asintió.
-Fue hace tres meses más o menos-contestó, sorbiendo por la nariz-la asesinaron enfrente de mi hermano y de Keren.
-¿De Keren?-Dylan se quedó estupefacto.
-Sí. Ella se fue intercambio a Berlín y yo vine cuenta de ella.
-Ah sí-él recordó ese asunto y asintió-lo siento mucho, en serio.
-No pasa nada-se obligó a sonreirle-pero no puedo tolerar sufrir dos muertes seguidas.
Dylan se sintió abochornado y culpable. La lástima que esa chica le produjo fue demasiado para él. Quería ayudarla a que se sintiera mejor.
En otra área, Gabriel esperaba con impaciencia a que los médicos forenses salieran a darle información sobre Caroline. Pero había pasado cerca de media hora y nadie había salido a hablar con él.
Se estaba volviendo loco.
Y no sabía que era lo que quería escuchar de esos médicos; puesto que estaba consciente de que Caroline estaba muerta y que jamás, jamás volvería a verla.
Jamás volvería a besarla.
Jamás volvería a tocarla.
Jamás volvería a hacerle el amor.
Jamás volvería a escuchar su risa contagiosa.
Jamás volvería a verle sus hermosos ojos castaños en medio de la noche luego de ir a ver a su hijo...
Y de pronto, como si de un latigazo se tratase, se acordó de su hijo y se le llenaron los ojos de lágrimas una vez más. Había logrado no llorar desde hacia cinco minutos.
Se derrumbó en el frío suelo de mosaicos del hospital y se abrazó las rodillas, ocultando su rostro en ellas como un niño.
-¡Por Dios!-exclamó Thomas. Austin y él echaron a correr en dirección de Gabriel con aire fúnebre.
-¿Amigo, te encuentras bien?-Austin lo agarró del hombro y se inclinó a él.
Pero Gabriel no contestó. Solo se alcanzaba a oír un débil sollozo y su respiración agitada.
-La autopsia tardará más-le informó Austin al ver que él no respondía-vamos a que comas algo, por favor.
-No-interpuso y opuso resistencia cuando Austin trató de levantarlo-me quedaré aquí el tiempo necesario para saber algo de mi esposa.
-Pero amigo, Caroline está...
-... muerta. Ya lo sé-masculló con resentimiento-solo déjenme en paz, ¿okey? Me estoy controlando para no ir a matar a Black.
Sus amigos se desplazaron a sus costados y le hicieron compañía.
Thomas miró a su amado y este le devolvió la mirada con una sonrisa triste en los labios.
-Me aseguraré que tenga un funeral digno de ella-dijo Thomas a Gabriel y este sollozó-¿Sabes que flores le gustaban?
-Los girasoles-respondió con voz quebrada-y los tulipanes amarillos.
-¿A qué era adicta ella?-terció Austin con cautela.
-Al chocolate y a las series de televisión de los años 2005-2016-contestó sin levantar la cabeza. Su voz sonaba apagada debajo de sus brazos. Pero lo bueno de todo es que ya había parado de llorar.
-Sé que es duro para ti tener que afrontar esta perdida-argumentó Thomas con un nudo en la garganta-pero déjame decirte que no estás solo. Nos tienes a nosotros y te aseguro que también vamos a encontrar a Allen.
Y Gabriel volvió a desmoronarse frente a sus amigos, quiénes lo abrazaron a su vez, dándole ánimo.
*****
Olía a podrido. El ambiente era rancio y ostentoso. Se respiraba dióxido de carbono en su máxima concentración y Keren no paraba de darle vueltas la cabeza. Estaba mareada y tenía náuseas.
Había abierto los ojos pero estos no podían enfocar bien las imágenes porque estaban a oscuras. Solo sabía que había alguien más con ella porque oía sus respiraciones muy cerca.
Se pegó las rodillas al pecho y se abrazó a sí misma, susurando palabras de aliento.
Entonces alguien la pateó en la espalda y gruñó, alterada. Y de pronto el llanto producido por la misma persona que lo había golpeado se escuchó en medio de la oscuridad y del silencio.
Y ella reconoció inmediatamente los sollozos e hipidos.
-¿A-Allen?-preguntó en un hilo de voz.
El llanto cesó.
-¿Keren? ¡Keren!-exclamó el niño y torpemente estiró sus manitas hasta situarse sobre los omoplatos de su prima y esta lo abrazó a tientas con alegría.
Lo llenó de besos y con dificultad lo situó cerca de su pecho. Allen la abrazó, enrollando sus bracitos en le cuello de ella.
-¿Dónde estamos, Keren?-preguntó el niño en voz baja, muy cerca del oído de ella.
-No lo sé, pequeño. No lo sé, pero yo te voy a cuidar, ¿okey? Si estás conmigo nada te pasará.
Y cerca de ellos alguien se movió y Keren abrazó más a su primo, pegándose a una superficie fría, que parecía ser una pared.
-¿Podrían cerrar la boca? Estoy tratando de escuchar de que hablan allá afuera.
Era una voz masculina que dejó congelados a Allen y a Keren.
-¿Quién eres?-exigió saber ella.
-Henry-graznó su hermano con voz tosca-¿acaso tienes memoria a corto plazo?
-Disculpa, pero aun no estoy familiarizada con tu voz-masculló irritada pero muy en el fondo se puso feliz de tenerlo consigo. Él los iba a cuidar o iba ayudarlos a escapar. Él era su hermano mayor y tenía ese deber.
-¿Quién es él?-preguntó Allen en un susurro.
-Es mi hermano mayor-le informó-Henry. Él es un sujeto muy buena onda que nos va a ayudar, ¿sí? Pero ahora hay que callarnos.
Henry tenía presionada la oreja contra la puerta de la camioneta y de pronto se deslizó junto a ellos a toda prisa.
-Háganse los dormidos o muertos-instó entre dientes-van a abrir la puerta.
-¿Qué?
-¡Háganlo!-siseó entre dientes.
-Cierra los ojos, Allen y no te muevas-le ordenó a su primo y este asintió sin que ella pudiera verlo.
Y de repente se oyó un chirriante sonido en el que después se movió todo el lugar donde estaban en una fuerte sacudida y una gran puerta se abrió junto a ellos, dejando pasar un gran destello de luz.
-Saquenlos de ahí y trasladenlos a la otra camioneta más amplia-ordenó una voz masculina a lo lejos-el señor Steve los quiere en Los Ángeles lo antes posible.
A Keren le dio un vuelco el corazón y sintió la respiración agitada de su primo en su garganta.
Sintió unas pesadas manos cernirse en sus tobillos y acto seguido, tiraron de ella hacia atrás con fuerza al igual que Henry.
-Están dormidos-anunció otra voz.
-Lo que faltaba-añadió con asco la otra voz del principio-acerquen la camioneta para que sea más fácil meterlos y no cargarlos mucho.
Se oyó el sonido de motor situarse cerca de ellos y un segundo después, fueron transportados de una camioneta a otra como si fueran costales de comida. Keren se hizo la adormilada para pararse con sus propios pies y Allen fingió estar profundamente dormido en sus brazos.
En cambio Henry, él decidió abrir completamente bien los ojos y fulminar con la mirada a los sujetos.
-¿Por qué no nos dejan ir?-les preguntó con expresión ruda.
-Porque así lo decidió el señor Blake. Solo él sabe que quiere de ustedes, nosotros solo seguimos órdenes.
Y lo empujaron al interior de la otra camioneta con brusquedad.
Cuando estuvieron reunidos, se cerró la compuerta y quedaron de nuevo a oscuras. Y a decir verdad, el sitio era más grande y acogedor. Incluso había sábanas y almohadas para recostarse.
-¿Qué clase de imbécil hace todo esto?-blasfemó Henry con desprecio, sin atreverse a recostarse.
-Te sugiero que te relajes-le aconsejó Keren-no ganas nada lamentandote.
-¿Acaso no quieres salir de aquí, Keren?-era la primera vez que pronunciaba su nombre para hablarle y se sintió extraño.
-Desde luego que sí. Pero mi primo es un niño y no merece tener más miedo del que ya tiene.
Allen estaba sentado cerca de ella, examinando el sitio con sus manitas en la oscuridad y presionó por accidente un botón.
-¿Qué hiciste, Allen?-le preguntó ella sobresaltada.
-Había un botón ahí y lo presioné-balbuceó el niño con disgusto.
Y un ligero "crac" se escuchó y después una leve luz los bañó por completo.
Vio el rostro de Henry que miraba la bombilla del techo con arrogancia y luego a su primo que se chupaba el dedo sin apartar la vista de la luz.
-Oh, fabuloso. También hay comida chatarra y algunos refrescos metidos en esta nevera portátil-agregó Henry echándole un vistazo a su alrededor.
-Tal parece que no van a matarnos-dijo Keren con tranquilidad.
-Al menos de momento-corroboró Henry y Keren le envió una mirada ácida.
Al cabo de unos minutos de resistencia, y al notar que la camioneta se ponía en marcha, Henry abandonó los intentos de continuar indignado y se recostó de espaldas a ellos.
-¿Y tu mochila?-le preguntó ella con curiosidad.
-Al parecer me la robaron al arrastrarme aquí-él se giró y quedó frente a su hermana con el niño en medio de ambos.
Allen miraba a Henry a la defensiva con sus ojos azul eléctrico como los de su padre.
Henry no podía ignorar por más tiempo su mirada, así que le devolvió la misma mirada y el chiquillo se mostró intimidado. Le dio la espalda y se pegó a Keren como un Koala.
Las leves sacudidas que la camioneta ejercía, adormecía al niño, hasta que este se quedó completamente dormido en los brazos de su prima.
-¿Ya podemos hablar sin que el niño escuche?-quiso saber Henry con rigidez.
Keren le dio un ligero golpe con el puño y él volteó a verla.
Ella sonreía.
Perplejo ante su cambio de humor, se animó a sonreirle con timidez.
Se acomodó un poco más para tener una mejor visión de su rostro y se le formó un nudo en el estómago. Cerró los ojos un momento y negó con la cabeza.
-¿Por qué niegas con la cabeza?
-Es que... -volvió a mover la cabeza y se mordió los labios-eres muy bonita, hermana.
Aquel comentario la tomó por sorpresa y no supo que decir al respecto.
-Sí, lo sé. Soy un tonto pero fuiste tú quién quiso saber por qué estaba así, además, me entró curiosidad por saber como era tu mamá. Probablemente era muy bella.
A Keren le resultó extraño que Henry fuera tan parlanchín luego de ser de pocas palabras y muy misterioso.
-Déjame ver si tengo mi cartera conmigo-le dijo y soltó a Allen para hurgar en su short. Se desanimó un poco pero recordó haber metido una cartera ligera antes de salir donde también tenía guardada una foto de su madre y buscó en el otro bolsillo, dando en el blanco. La sacó y buscó entre las tarjetas la foto de su madre-es ella.
Se la mostró a Henry y este arqueó las cejas.
-Oye, era muy hermosa-reconoció con asombro-no por nada nuestro padre se volvió loco por ella. Tenía los ojos del color de la miel vista a través del sol. Y una sonrisa contagiosa.
Le regresó la fotografía a su hermana y esta la guardó con el ceño fruncido.
Nadie nunca había dicho palabras tan exactas y lindas acerca de su madre.
Y cuando se vino a dar cuenta, Henry le había extendido una fotografía arrugada a la cara y ella tuvo que agarrarla para verla.
En ella había una mujer muy guapa que sonreía. Pero su sonrisa destilaba tristeza al igual que sus ojos. Era muy guapa pero no se miraba feliz.
-¿Tu madre?
-Mi madre-afirmó y le quitó la foto de las manos-ahí tenía cerca de veinte años. Yo acababa de nacer.
-Oh-dijo ella sin saber que más añadir. Era la conversación más rara que había tenido en el mundo, teniendo en cuenta que estaban secuestrados.
Henry se acostó boca abajo pero con la cara hacia ella.
Keren notó que tenía los ojos muy negros como los de su padre y se estremeció.
Ese chico había salido de la nada diciendo que era su hermano pero se sintió perpleja al darse cuenta que si lo hubiera conocido por casualidad en la calle, le hubiese atraído por ser tan atractivo.
"HERMANO. ES TU HERMANO" le gritó una vocecilla. "NO TE VUELVAS LOCA NI ZORRA".
Suspiró contrariada y dejó de mirarlo para centrarse en su primo.
Se estiró un poco y apagó la luz para poder dormir.
No pasaron quizás dos horas cuando unas fuertes sacudidas despertó a los tres con agonía y desesperación.
Allen rompió a llorar y no hubo poder humano que lo callara durante quince minutos.
-¿Quieres unos panques?-le ofreció Henry con dolor de cabeza-también hay jugo de manzana, pequeño.
Allen sollozó y alargó su manita al panque que Henry le acababa de destapar y se lo entregó con un jugo.
El niño se hizo bolita detrás de Keren y devoró todo de un bocado.
Los dos hermanos tomaron un refresco y barritas de granola que encontraron ahí. Con la mirada decidieron no comer nada más en todo el día para que el niño tuviera comida para después.
Pasaron las horas y la camioneta se detuvo. Y Keren adivinó la razón.
Esperaron unos minutos más y la compuerta se abrió de tajo, cegandolos la luz del sol.
-A ver, es hora de que vayan a hacer sus necesidades porque pronto entraremos a autopista libre y no habrá sanitarios hasta cuatro horas después-les informó el mismo sujeto que había ordenado todo horas atrás-bajen cuidadosamente y no llamen la atención. Si alguien les pregunta a donde van, diganles que irán de excursión a donde el aire los lleve y no se tarden más de la cuenta porque entraremos a buscarlos.
Y a regañadientes bajaron tropezando. Keren cargó a Allen en sus brazos mientras caminaban torpemente hacia los sanitarios de la gasolinera con Henry a sus espaldas.
Él tenía la mandíbula apretada y los puños cerrados a sus costados.
-Gritas si ocurre algo-le advirtió-estaré ahí enseguida.
Y se metió al sanitario de hombres, mientras que ella se deslizó con Allen al de mujeres.
El pequeño corrió a uno y cerró la puerta sin seguro.
Ella esperó pacientemente a que terminara pero al parecer el niño no solamente tenía ganas de vaciar su vejiga y esperó unos minutos más.
Entró a limpiarlo y le lavó las manos.
-No salgas de aquí por ningún motivo, ¿vale? Entraré yo-y como aun dudaba de la obediencia de su pequeño primo, le echó seguro a la puerta principal del baño y entró rápidamente al mismo que había entrado su primo.
Cinco minutos después, ambos estaban afuera del baño esperando a Henry.
A unos metros de distancia estaban las camionetas esperándolos.
Comenzó a impacientarse cuando se dio cuenta que ya habían pasado diez minutos y él no salía del baño.
Vio como uno de esos hombres bajaba de la camioneta con aire sulfurada y se acercaba lentamente a ellos.
Keren estuvo a punto de entrar al baño de hombres de tanta desesperación pero Henry salió en ese momento con el rostro húmedo y el cabello desordenado.
-¿Qué pasa?-juntó las cejas al ver al sujeto detenerse a medio camino.
-No salías rápido del baño, eso pasa-le espetó, molesta y agarrando con fuerza a su primo, se aventuró a caminar de vuelta a la camioneta con la barbilla en alto.
La siguió con sigilo mientras se colocaba bien el pantalón y pasaron junto al sujeto que los escoltó hacia la compuerta.
-Debería dejarnos ir-le aconsejó Henry-este no es asunto suyo. Se puede arrepentir más adelante.
-A mí no me amenaces, jovencito, mejor cierra la maldita boca y entren a la camioneta.
Keren cargó a su primo en sus brazos y fue la primera en abordar la camioneta con aire irritado. Minutos después su hermano se deslizó junto a ella y ninguno dijo nada. Ni si quiera Allen.
Cuando ya estaban en movimiento, Keren se acostó con su primo y comenzaron a platicar en susurros sobre la escuela y los juguetes.
Sin embargo, Allen le cortó la plática, preguntándole:
-¿Cuándo vamos a regresar? Mamá me necesita.
Keren se mordió el interior de las mejillas y cerró los ojos un momento. Alejó mentalmente las lágrimas y abrió los ojos, sonriendo.
-Muy pronto, Allen, muy pronto.
-Conmigo no tienes que ser sutil, ¿sí? Vi a mamá muerta en la casa. Ya sé que ella no va a volver pero me necesita. También papá me necesita. ¡Tengo que apoyarlo!
Henry, quién permaneció en silencio, miraba con asombro al chiquillo. Sus palabras eran duras, inflexibles y muy exactas, como si un adulto estuviera ayudándole a hablar por él.
-Mira, mi amor-comenzó a decir ella, acomodandole el cabello hacia atrás porque el sudor se lo había pegado a la frente-eres un niño muy inteligente y eso es muy bueno, y tienes razón con apoyar al tío Gabbe. Pero dadas las circunstancias, no sé bien exactamente cuando vamos a volver. Nos han secuestrado y no estoy segura si regresaremos.
-Temes morir, ¿verdad?-le preguntó con los ojos muy abiertos. Allen parecía un búho diminuto con unos ojos muy enormes, mirándola con atención.
-Todos le tememos a la muerte.
-Yo no-replicó el niño con firmeza-la verdad es que sí muero, veré de nuevo a mami y eso no me asusta. De hecho, me alegra.
-No digas eso, ¿vale? Tienes mucho por vivir y te prometo que me encargué de que salgas sano y salvo de esta-se acercó a su cabecita y le plantó un beso en la frente.
****
-¿Puedo pasar a verlo, doctor?-Beatrice hizo lo posible para interceptar al doctor que acababa de salir de la habitación de su novio y el sujeto la miró con las cejas alzadas cuando ella lo arrinconó en la pared con desesperación.
-¿Es su familiar?
-Soy su... esposa-se limitó a decir, porque sabía que si decía "novia" no le daría permiso de verlo.
A pesar de que el doctor no le creyó, se pasó una mano por el cansado rostro y asintió.
-Pero que sea breve. Necesita descansar-le advirtió.
-¡Muchas gracias!-exclamó y no lo pensó dos veces. Entró precipitadamente a la habitación y cerró la puerta.
Se acomodó el cabello detrás de las orejas y se mordió los labios para no llorar.
Deslizó sus manos por la cama y cogió la de él entre la suyas.
Sus fuertes manos estaban tibias y heridas con agujas.
-Adam-susurró su nombre con agonía.
El pecho de Adam subía y bajaba lentamente. Y sus pobladas cejas se juntaban entre sí como si quisiera despertar pero algo se lo impedía.
La mascarilla transparente estaba muy empañada.
Beatrice le acarició el rostro con ternura y suspiró.
De pronto la mano de Adam se cernió sobre la suya con fuerza y abrió los ojos.
-Tranquilo, soy yo-lo tranquilizó ella con voz dulce.
Y él la soltó. Recorrió la habitación con la mirada y su respiración se agitó al darse cuenta de donde estaba.
-Estás en el hospital. Calmate.
Entonces Adam se quitó la mascarilla con rudeza y abrió la boca.
-¡Mi hermana!-ahogó un grito-¡Dónde está mi hermana!
Beatrice no contestó, sino que bajó la mirada.
-¡Dónde está!-insistió él con los ojos en llamas.
-La han secuestrado junto con Allen y el chico ese, Henry.
Adam cerró los ojos y ella alcanzó a ver dos lágrimas filtrarse por sus párpados y recorrer sus mejillas.
Le partió el corazón verlo así y se acercó meticulosamente a él y le besó la frente.
-Pensé que había sido un sueño-dijo él con voz ronca-tengo que recuperarlos. Tengo que...
Trató de levantarse pero el dolor se lo impidió y las manos femeninas de su novia lo volvieron a recostar.
-Estás muy herido. No te muevas, por favor.
-¿No entiendes?-le espetó-se llevaron a mi hermana lejos de mí y yo no puedo quedarme aquí sin hacer nada.
-Mientras no te recuperes, no podrás salir de aquí.
-Yo puedo sobrevivir con estos golpes. He salido de situaciones peores que estas-gruñó y volvió a intentar levantarse pero Beatrice se le fue encima. Saltó sobre él y se acomodó sobre su cintura con las piernas a cada lado.
Desplazó sus brazos hasta su cuello y se inclinó a besarlo sobre los tubos de oxígeno que salían de su nariz.
-Descansa un día más-murmuró sobre sus labios-y te doy mi palabra que te ayudaré a salir de aquí y buscaremos a los chicos.
-¿De qué hablas?
-Él tenía que enterarse que Keren está en peligro. No tenía opción-se apretujó a su pecho, haciendo lo posible para no mirarlo-no me odies, por favor.
-No entiendo a qué te refieres-Adam la agarró de los hombros y la apartó de su cuerpo para mirarla. Sus ojos mieles la miraron con desdén-explícame.
-He llamado a Set. Le conté a mi hermano que Keren había sido secuestrada y ya viene en camino.
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