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74

Black no paraba de darle vueltas al asunto. Hacía dos semanas que había asesinado a la mayoría de ladrones de la mercancía y que encontró los paquetes en la casa de uno de ellos. Le llamó a su padrino Steve, y este voló hasta Nueva York en menos de dos horas. Saquearon la casa completamente sin dejar nada en su lugar. Provocaron un alboroto total.
A pesar de que faltaba parte de la mercancía, Steve se mostró muy tranquilo y contento por haber recuperado la mayor parte.
-Bien hecho, hijo-le palmeó el hombro con fuerza, sin preocuparle que en ese mismo brazo había recibido el impacto de bala días atrás-ahora lo único que te queda es asesinar a esa familia de mierda que te hizo sufrir.
-Dame más tiempo. ¿Ves que lentamente logré encontrar a los ladrones?-repuso Black con seriedad-si me das más tiempo, eliminaré uno a uno sin armar un escándalo.
-De acuerdo-espetó Steve, mirándole la venda que cubría su herida-solo porque saliste lastimado, te haré el tiempo que necesites, total, lo más importante ya lo tengo-le señaló el vehículo llenó de los paquetes con la barbilla-y deshazte de esa mocosa mexicana. Ya no la necesitas.

Black asintió, solo para darle gusto, ya que de ninguna manera iba a asesinar a su sobrina de mentira.
Steve tiró el cigarrillo al suelo que había estado fumando y lo pisó con la suela de su zapato, imaginando que se trataba de la cabeza de Egon. El cigarillo se hizo polvo en el suelo.
-Me largo a Madrid. Estamos en contacto y cuida ese brazo porque solo tienes ese y te necesito conmigo-le advirtió antes de marcharse en compañía de más personas.

Volvió al sanatorio particular en taxi, puesto que el Camaro rojo tuvo que venderlo a un hombre obeso y calvo a un precio miserable; pero tenía tanta prisa de deshacerse de él que hubiese vendido el auto incluso por una barra de chocolate o chicles.
Él fue al que le dieron de alta antes que a Carla.
Kevin estuvo internado una semana entera porque fue sometido a cirugía al igual que Carla.
Y la diferencia era que él podía andar con sus propios pies, en cambio ella no. Su muslo estaba casi destrozado y tuvieron que operarla dos veces.

A Black le preocupaba no haberse comunicado con Keren, ya que ella le había enviado tantos mensajes preguntándole donde estaba y por qué se había ido repentinamente a atender sus negocios.
E incluso le mandó un texto advirtiendole que no volviera a caer en tentación de regresar a trabajar con la mafia y le causó ternura.

-Sonríes mirando el teléfono. De seguro es un mensaje de ella, ¿no es así?-adivinó Carla, sulfurada en su cama del sanatorio. Tenía la pierna elevada como pasaba en las películas y con muchas vendas.
-Sí. Pero de nada sirve si no puedo contestarle-guardó el aparato en su bolsillo y se sentó en el sofá de piel reclinable frente a ella.
-¿Cuándo vamos a regresar con ellos? Muero de ganas de ver a Dylan, a los señores McCall y a Adam.
-Lo mejor será es que en cuanto te recuperes, vuelvas a México. Ya no es necesario que estés aquí, Carla.

La expresión que adoptó la morena fue totalmente desconcertante. Sus pobladas cejas oscuras se juntaron entre sí como si de un beso se tratase, y sus labios rosa pálidos se apretaron y soltó un gruñido.
-¿Por qué piensas que voy a obedecerte ante tan descabellada idea?-le increpó.
-Mi padrino quiere que me deshaga de ti-murmuró, mirando fijamente la pierna de Carla que estaba sostenida al techo por una máquina-sin embargo, no lo haré-admitió y la miró a los ojos-por eso tienes que irte lejos. Yo no podría hacerte daño porque ya formas parte de mi frío y gélido corazón, así que obedeceme.
Carla continuó con la misma expresión y sacudió la cabeza en negación.
-¿Y a dónde voy a ir? No tengo nada, solo a ti, Kevin-la voz de ella se le fue quebrando a medida que hablaba y él sintió angustia-pensé que al momento de aceptar este trabajo, por fin iba a estar en un lugar fijo con alguien.
-Ten en cuenta que en este trabajo del narcotráfico no debe existir el cariño, la compañía y mucho menos el amor hacia alguien-argumentó Kevin con total calma y tranquilidad.
-Entonces mátame, Kevin. Hazlo-le ladró con voz ahogada-no tengo nada ni a nadie que me espere en alguna parte. Y dudo mucho que alguien llegase a llorar por mí si me muero.
-Yo sí lloraría si algo te pasara-le espetó Kevin, molesto-y por eso mismo quiero que te vayas lejos y estés a salvo.
-Somos un equipo-le recordó ella, haciendo lo posible para que Kevin recuperara la cordura.
-No me gusta el sentimentalismo-añadió él, mostrándose arisco-ya está decidido. No te vas a quedar conmigo más tiempo.

Y diciendo esas palabras, se levantó del sofá con aire fúnebre.
-¿Vas a irte?
-Solo iré a darme un baño.
-Pues de una vez te digo que no me importa morir. Mi hogar es contigo. Ya somos familia-insistió ella, mordiendose la lengua para no llorar y sonreír.
Kevin le dirigió una mirada herida a Carla y abandonó la habitación con un poco de molestia en su brazo.
Al salir, varias personas y médicos que iban pasando por ahí lo saludaron con la mano, puesto que ya lo conocían por el tiempo que yacía en ese sitio.
Les devolvió el saludo a todos y se encaminó a la calle.
Como no había tenido tiempo de comprar otro auto, detuvo un taxi y se dirigió al departamento. No tenía ganas de nada, más de descansar.
Él no podía matar a toda la familia de Egon Peitz. Se negaba a hacerlo. Había tenido varias peleas internas pensando en ese tema y ya tenía una decisión: No ejecutar las órdenes de su padrino.
-¿Puedo fumar aquí?-le preguntó al chofer.
-No, señor. No puede.
-Le doy 50 dólares más si me deja hacerlo-le mostró el billete a través del espejo del retrovisor y el chofer arqueó las cejas.
-Abriré los cristales para su comodidad, señor-le dijo y agarró el dinero extra con ímpetu.
Kevin sacó la cajetilla y el encendedor. Pero antes de agarrar un cigarrillo, miró por la ventana en dirección al cielo mientras el taxi se detenía frente a un semáforo. Meneó la cabeza y colocó el cigarrillo entre sus labios, lo encendió y le dio una larga calada, deleitandose. Cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos, dejó que el humo se deslizara por sus fosas nasales.
De pronto, sus ojos grises se situaron en una silueta de alguien que estaba de pie en el otro extremo de la calle y que lo miraba fijamente. Cruzó mirada con unos ojos muy negros que destilaban confusión y cólera.
Dejó caer el cigarrillo sobre su pantalón y ahogó un grito al momento de despegarlo de su pierna, ya que había quemado la tela y lo tiró a la calle.
No obstante, la persona, cuya mirada era imposible de ignorar, ya se hallaba junto a la ventana, mirándolo con rabia.
-Keren-dijo él, sin poder creer que se tratara de ella.
-Has estado evitandome-le graznó con los dientes apretados. Iba vestida muy preciosa: Un short de mezclilla, unas sandalias y una blusa color melón. Y su cabello suelto.
-Lo lamento-se disculpó.
El semáforo cambió a verde. Y sin previo aviso, Keren abrió la puerta donde él iba y se deslizó al interior, sentándose en sus piernas. Cerró de un portazo y acercó su rostro al suyo.
-Te eché de menos-lo abrazó con fuerza, acomodandose en su pecho.
El taxi se puso en marcha mientras que Kevin apenas y podía respirar por su cercanía.
Pero cuando ella vio su brazo vendado, gritó alterada y se apartó de él. Se colocó a su lado y le tocó el brazo.
-¿Qué te pasó?-su voz sonaba preocupada.
-Me dispararon por accidente-contestó, guardando la cajetilla en su pantalón-al igual que Carla.
-¡¿Qué?!
-No te alarmes. Estamos bien-trató de tranquilizarla pero era algo inútil, ya que tratar de tranquilizar a Keren Peitz Cash, era como intentar apagar un volcán en erupción con un balde de agua.
-Claro que no están bien-farfulló-¿dónde está ella? ¿cuándo fue? ¿por qué no me dijiste! ¡Kevin Black!
-Baja la voz. Esta conversación es solo nuestra, el taxista no debe saber lo que estamos hablando-susurró con el ceño fruncido.
-Lo siento-murmuró ella-pero tienes que decirme que pasó.
-Mira-interpuso el rubio-ahora mismo me dirijo a mi departamento, si quieres allá te cuento todo lo que quieras saber. Pero guarda la calma, ¿okey, pequeña?

Frustrada, Keren asintió y se relajó en el asiento sin dejar de mirarlo.
Escrutó absolutamente todo el rostro de Kevin con atención y notó varios cambios: Le había crecido ligeramente la barba, tenía ojeras y parecía haber perdido varios kilos de peso.
En resumen, se miraba demacrado.
-Te ves muy diferente-observó ella.
-Perdí mucha sangre, eso pasa-replicó él.
-No. Siento que estás distante y muy apagado, y no tiene nada que ver con que hayas perdido sangre gracias al accidente-le señaló el brazo con la barbilla-¿sucede algo?
-En el departamento te contaré-le recordó, echándole un vistazo por medio del espejo retrovisor al chofer, quién desvió la mirada rápidamente hacia el frente.

No tardaron mucho en llegar. El taxi se detuvo justo en la entrada del garaje del departamento y bajaron dando traspiés.
Keren se encargó de ayudarle a bajar y cerró la puerta del auto con el fin de que Kevin no hiciera ningún tipo de esfuerzo.
-Puedo yo solo, pequeña-le dijo él, tratando de sacar la llave de su bolsillo pero ella se adelantó y deslizó su mano en el interior de su pantalón.
-¿Qué te cuesta pedirme ayuda?-ella lo miró con los ojos estrechados y metió la llave en la cerradura, luego empujó la puerta y lo tomó de la mano-cuidado, hay muchos escalones por aquí.

Y realmente solo habían dos para bajar y tres para llegar al ascensor.
Kevin se sintió cohibido ante sus tratos y tuvo que calmarse.
Keren era dulce por naturaleza y su manera de ser tan buena y amable provenía de su carácter que le fue heredado por su madre.
Al momento que por fin estuvieron en el departamento, Kevin se dejó caer frente a la TV y comenzó a quitarse la camisa porque estaba muy sudado sin importarle que Keren estuviera junto a él.
-Déjame ayudarte-se ofreció ella al tiempo que lo agarraba de los hombros.
Kevin no dijo nada y dejó que ella le quitara la camisa cuidadosamente de no lastimarle el brazo.
Y hasta en ese momento Keren Peitz se dio cuenta cuan perfecto era ese hombre. Tanto por dentro que por fuera.
-Tienes un tatuaje en el cuello-afirmó ella, absorta en su piel-una flor marchita casi sin pétalos y a punto de morir a manos de... ¿la oscuridad?
-No-vaciló él, sonriendo-está muriendo a manos de una 》belleza más oscura《.
-Nunca había visto un tatuaje así, es hermoso-se atrevió a pasarle las yemas de sus dedos sobre el tatuaje-¿cuándo te lo hiciste?
-Hace un mes, creo. Carla me sedujo a hacerme uno-se encogió de hombros y recargó la cabeza en el respaldo del sofá-ella también tiene un tatuaje. En la base de la espalda, se tatuó las Reliquias de la Muerte de Harry Potter.
-Excelente-le brillaron los ojos y respiró hondo, sentándose muy cerca de él-yo quiero hacerme uno.
-Egon te mataría sin lugar a dudas.
-Lo que haga mi padre me importa bien poco-graznó.
-Eres muy joven para saber de los problemas que conlleva no obedecer a los padres-le acarició la mejilla y dándose cuenta de lo que hacía, Kevin apartó la mano rápidamente y se levantó del sofá.

Ella lo miró con el ceño fruncido ante su actitud.
-¿A dónde vas? Siéntate conmigo.
-Voy a preparar algo de comer, ya son las... -volteó a ver hacia el reloj-... seis y media de la tarde.
-No tengo hambre.
-Yo sí-giró sobre sus talones y se encaminó a la cocina integral que casi no usaba.
Sin embargo, ella lo siguió.
Se plantó frente a él con una sonrisa rebosante de dulzura y de juventud.
-¿Me vas a contar que pasó en el accidente? Ya no hay ningún taxista cotillo que pueda escucharnos-comenzó a decir ella-solo estamos nosotros dos, las paredes y la nevera-colocó sus brazos detrás de la espalda y caminó de puntillas hasta donde él estaba-habla, te escucho.

Black abandonó todos los intentos inútiles de alejarse de ella y cedió ante sus encantos. Dejó a un lado su parte tímida y le mostró su verdadero yo: Coqueto, amable, risueño y seductor.
-Cariño, ayúdame primero a preparar algo de comer y después de cuento lo que quieras saber-añadió, enviandole un guiño.
Ella se mordió el interior de las mejillas y asintió, complacida.
A Keren se le ocurrió una fantástica y demencial idea de preparar pizza casera con todos los ingredientes que él tenía almacenado en la cocina.
-Hay todo menos peperoni-objetó él, riéndose.
-Pero hay esto-le mostró ella una bolsa congelada de carne de res.
-¿Pizza de carne de res?-preguntó el rubio, perplejo y a la vez riéndose-¡Una nueva receta por Keren Peitz!
-Y también hay... -se asomó de nuevo a la nevera y sacó un empaque de tocino-¡Tocino!
-Deberías ser chef-bromeó Kevin, moviéndose al otro extremo del horno.
Ya tenían la masa lista y estaban embarrados de harina hasta las pestañas. Solo faltaba agregarle los condimentos y encender el horno a la temperatura exacta.

Tiempo después, los dos se hallaban en el comedor devorandose la pizza casera, que a decir verdad les había quedado mejor que las típicas de las pizzerías.

-Cuéntame del accidente-insistió Keren al darle un mordisco a su trozo.
Al darse cuenta que la chica no iba a olvidar el tema, Kevin tuvo que buscar un buen relato para que no supiera la verdad.
-Sucede que Carla y yo decidimos despejarnos pero ella no quería ir en auto, así que optamos por salir caminando-comenzó a mentir con voz neutral y con toda la atención puesta en su pizza-pasamos por casualidad por el Empire State y nos dimos cuenta demasiado tarde cuando vimos a unos tipos dispararse entre sí. Uno de ellos nos vio y comenzó a perseguirnos, y acto seguido, me disparó en el brazo-se revolvió incómodo en la silla-Carla regresó a socorrerme ya que había logrado escapar y eso causó que el mismo idiota le disparara en la pierna-carraspeó-y no tuve más opción que defenderme.
-¿Los mataste?-inquirió ella con los ojos abiertos como platos y Kevin quiso reírse ante la ironía. Ella se había preocupado más por la vida de esos cretinos que la de él.
-No lo creo. Solo disparé a lo tonto y cogí a mi sobrina en mis brazos y eché a correr con dificultad.
-No me imagino que tormentoso debió ser ese día para ustedes-se encogió en la silla y soltó un suspiro.
-Mi viaje de negocios lo tuve que cancelar-añadió, para darle más credibilidad al asunto.
-Y yo pensé que habías vuelto a las andadas de antes-arrugó la nariz.

Kevin se frotó el puente de la nariz con nerviosismo y estornudó gracias a la harina.
-Eso ya quedó en el pasado, pequeña-y dicho eso, levantó su plato y se retiró del comedor con intención de regresar a la cocina y dar por concluida la conversación.
-¿Ya no piensas volver a visitarnos, Kevin?-le preguntó ella a sus espaldas. Él se hallaba frente al fregadero lavando el plato y se recargó los antebrazos sobre él y se sintió asfixiado. Mentir mucho no era su fuerte y menos a una adolescente.
-¿Qué te hace pensar eso?

Y de pronto sintió los brazos de Keren en su cintura y su respiración tibia en su espalda.
Se quedó inmóvil en su sitio sin saber que hacer.
-Me agradas más de lo que deberías agradarme-confesó ella-y no entiendo por qué.
-Yo ya sé por qué-dijo Kevin con suspicacia y ella parpadeó. Sus largas pestañas le acariciaron la espalda a Black y se acojonó.
-¿Por qué?
-Porque me encuentras parecido a tu novio-sentenció Kevin con franqueza-me parezco a Set y eso hace que te sientas atraída hacia a mí.
Entonces los brazos de Keren se desplazaron fuera de su cuerpo y él giró para verla.
Ella se había abrazado a sí misma y miraba a sus pies con aire ausente.
-No. No te pareces a Set-le contradijo-él es distinto a ti. Tú no eres como él, ni él es como tú.
-No quise incomodarte con mi sinceridad.
-¿No lo entiendes? Eres mi amigo y a pesar de haber pasado un mal momento en Berlín, me caes bien y no tiene nada que ver con Set-espetó, verdaderamente molesta. Sus ojos negros ardían de coraje.
-Lo único que quiero es que no te confundas. Lo amas a él, no a mí.
-¿Y eso qué tiene que ver? ¡Por Dios, Kevin!-exclamó exasperada.
-Me confundes a mí-le soltó de pronto, elevando demasiado la voz-me estás creando falsas ilusiones. Me estás haciendo ver espejismos que nunca pasarán y te exijo que pares.
Ella ladeó la cabeza con perplejidad y parpadeó.
-¿Espejismos? ¿De qué hablas?
-Olvidalo-reiteró él con arrogancia y se limpió las manos con una servilleta-iré a cambiarme y después te llevaré a casa.

La dejó en la cocina y se metió a su habitación con molestia.
Estaba irritado y encolerizado con ella. Carla había tenido razón, Keren ni si quiera se daba cuenta de sus acciones porque simplemente lo miraba como un sustituto de su novio.
Se metió rápidamente a bañar para eliminar la harina de su cuerpo, cuidando su brazo vendado y salió a vestirse de inmediato.
Necesitaba ayuda para subirse el pantalón y la playera pero no estaba Carla para ello, así que batalló inútilmente y cayó de costado sobre la cama, sintiéndose un idiota.
La puerta se abrió de improviso y Kevin se quedó estático sobre la cama, con la mitad del pantalón arriba y el cabello escurriendo de agua. Al menos había podido colocarse el boxer.
-No necesito de tu ayuda, Keren-le espetó con frialdad y ella se detuvo a mitad de la habitación.
-Estás medio vestido y no puedes hacerlo por ti solo-agregó con renuencia.
-¡He dicho que no! Sal de mi habitación, ahora mismo-siseó y el rostro se le enrojeció.
Keren arqueó una ceja en su dirección y rodeó la cama, posicionandose detrás de él.
Le depositó las manos en la cintura y tiró de su pantalón hacia arriba.
Él gruñó y trató de apartarse pero en ese momento ella tenía más fuerza.
Lo agarró nuevamente pero esta vez de los hombros y le acomodó cuidadosamente la camisa.
Se colocó frente a él y comenzó a abrocharle los botones sin atreverse a mirarlo a la cara.
-Por favor, para-le rogó Kevin, sujetandole las muñecas con su mano libre.
-¿Qué es lo que te pasa?

Le soltó las manos y resopló con indignación.
Y como si de un milagro divino, el teléfono de Kevin comenzó a sonar.
-¿Podrías pasarme...?
Keren no le dejó terminar la frase y se apresuró a ir por el teléfono que estaba en la sala.
Regresó de inmediato y Kevin contestó sin mirar quien llamaba.
-¿Diga?
-Sobrino, se me olvidó decirte algo-replicó Steve del otro lado de la línea.
Kevin miró con nerviosismo a la chica y guardó la calma.
-¿Qué cosa?
-Mata primero a la hija de Egon Peitz.

Una sensación espeluznante le recorrió el cuerpo a Kevin y tragó saliva.
-¿Qué?
-Sé qué está contigo en el departamento. Matala. Quiero que la mates ahora mismo o enviaré a alguien más a que lo haga por ti.





Perdón porque no he podido subir capítulo pero he estado ocupada y también no había tenido inspiración :/ les aviso que este lunes comienzan mis exámenes semestrales :( y no podré subir. Pero este fin de semanas les dejaré varios caps para que disfruten ^^

170 votos y continuo.

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