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66

El aeropuerto consistía en un sinfín de personas yendo y viniendo con mucha prisa. En sus rostros solo se podía apreciar desesperación o irritación. No había ninguna sonrisa, ni una muestra de felicidad; simplemente desesperación por llegar a su destino. Y Keren formaba parte de esas personas; por lo que su hermano gemelo pudo observar.
Su hermana de por si era una chica reservada, soñadora y muy callada, pero había notado que en los últimos meses su forma de ser se había incrementado. Ya no eran pocas las veces en las que se quedaba pensativa con la mirada perdida, ahora era como una costumbre y se preguntó cuál era su problema.
Sospechaba que probablemente se tratase de Set, ya que ella estaba locamente enamorada de él, sin embargo, desde la última vez que se vieron fue hacía tres meses y contando.
Prefirió no confrontarla hasta que estuvieran alojados en los asientos del avión.
Ayudó a su padre y tíos a enviar las maletas al aérea de equipaje. Y le sonrió a Beatrice, quien se despedía con fervor de su padre.
Hubo una serie de abrazos y palabras "dulces" entre los cinco hombres adultos, prometiendo volverse a encontrar y salir de parranda. A lo que Adam soltó una risilla al igual que Beth.
Sin embargo, Keren miraba al vacío en dirección opuesta a la puerta de abordaje. Sus ojos oscuros estaban totalmente abiertos como platos y tenía entre sus labios el dedo pulgar.
-¿Qué te parece si te toca viajar con mi padre, cariño?-susurró Adam a Beth cuando comenzaron a caminar rumbo a la aeromoza que estaba recibiendo los boletos-necesito hablar a solas con mi hermana. Quiero sentarme con ella en todo el viaje.
-Oh, claro. Seguro que sí-accedió, con una leve sonrisa e intercambiaron los boletos.

Y dicho eso, Adam, Egon, Gabriel, Austin, Thomas, Beth y Keren, entregaron sus boletos a la encargada y le dijeron adiós a Trenton.
Una vez que abordaron, Adam se adelantó a hablarle a su padre al oído.
-Beatrice se sentará contigo en todo el vuelo-le informó-necesito hablar con mi hermana.
-De acuerdo, hijo-dijo Egon, frunciendo el ceño y estirando el cuello en busca de Beth-Beatrice, ven conmigo.
Adam besó fugazmente a la chica antes de dejarla ir con su padre.
Y entonces se dirigió al asiento desocupado donde se hallaba su hermana y se sentó con naturalidad; pero ella no lo notó. Continuaba con la mirada perdida y llena de desesperanza.

Ocurrió lo típico en un vuelo. Las recomendaciones y seguidas de más palabras del piloto y mucho bullicio por parte de los pasajeros. Niños gritando y riendo. Bebés llorando.
Y un sinfín de voces distorsionadas.
No obstante; cuando el avión despegó, se hizo el silencio y abrochandose el cinturón, aprovechó a mirar a su hermana en modo casual.
Ella ni si quiera se había puesto el suyo y se molestó.
-Ponte el cinturón-le ordenó, con cólera.
-¿Qué haces sentado aquí? Papá debería estar conmigo, no tú-inquirió ella cuando se dio cuenta de su presencia y se abrochó de mala gana el cinturón.
-Cambiamos los lugares-contestó.
-¿Por qué? ¿te peleaste con Beth?-alzó las cejas.
-No.
-¿Entonces?
-Quiero hablar contigo a solas, hermanita.

Keren desvió la mirada a otra parte y tragó saliva.
-¿Sobre qué?-preguntó, con indiferencia fingida.
-Te he notado rara últimamente y quiero saber que pasa.
-Siempre he sido así.
-Lo sé, pero estás actuando más rara de lo normal y no me gusta. Algo tienes y tengo derecho a saberlo.
-No es nada, Adam. En serio.
-¿Es por Set?-interrogó con los dientes apretados.
Ella dio un respingo al escuchar su nombre a través de los labios de su hermano.
¿A quién quería engañar? Adam era su gemelo. Su otra mitad y era lógico que se diera cuenta de su cambio repentino. Pero no podía confesarle todo, solo parte del problema.
-Sí. Es por él.
-Ese idiota está en prisión por intentar matarte-hizo énfasis en la última palabra solo para recordarselo.
-Lo extraño mucho.
-¿Extrañas sus malos tratos?
-No. Extraño todo de él, excepto su mal carácter.
-Su carácter viene incluido en el mismo paquete. Así como en los teléfonos vienen incluidas las tarjetas Micro SD.
-¿A qué rumbo quieres llevar esta conversación?
-Solo quiero saber el motivo de tu desasosiego. No es normal que parezcas zombie mirando a la nada a cada minuto del día.
-Pensar no es un crimen. Me gusta pensar.
-Te gusta pensar en él, ¿no?
-Pues sí. ¿En quién más?
-Escucha, Keren-repuso-sabes que te amo más que a mi vida, pero quiero que entiendas que ese sujeto no es tu verdadero amor. Él no te ama.
-Si me ama-contraatactó, a la defensiva.
-Si te amara, no te hubiera puesto las manos encima.
-Perdió el control-lo defendió.
-No volvamos a lo mismo-añadió, frotándose los ojos con desgana-yo solo quiero que estés bien. Quiero que vuelva mi hermana. Necesito a mi gemela.
-Ya tienes a tu alma gemela. Es Beatrice. Yo solo soy tu hermana, nada más. Ella es tu complemento-siseó con veneno, dejando desarmado a Adam. Keren jamás le había dicho algo como eso en toda su vida. Sus palabras estaban cargadas de veneno absoluto y su mirada destilaba odio y frustración.
-Ya no sé quién eres realmente-negó él con la cabeza-me aterra saber que cambiaste demasiado por culpa de ese imbécil.
-¿Yo? ¿cambiado?-rio con sorna-yo no he cambiado, simplemente me enamoré de un chico.

Adam gruñó y se quedó en silencio, porque sabía que si contraatacaba, ella armaría un escándalo y él no tenía deseos de confrontarla. Jamás había peleado con su hermana y no quería que en ese momento fuera la primera vez.
Se cruzó de brazos con indignación y miró hacia atrás por encima del hombro a Beatrice. Ella le dedicó una sonrisa genuina y llena de dulzura.
Él le mandó un beso y luego reclinó el asiento hacia atrás y se acomodó para intentar dormir.
Más tarde, cuando el sueño estaba venciendolo, se escuchó un ruido estruendoso, proveniente de afuera. Abrió los ojos y observó a través de la ventanilla que llovía fuertemente en el exterior. Había relámpagos y rayos sonando con brutalidad. Y el avión se sacudía rudamente. Las indicaciones fueron repetidas sobre el cinturón y las turbulencias.
Echó un vistazo a su hermana y esta miraba horrorizada la lluvia.
Luego miró a su novia y la vio dormida. Su padre le levantó el pulgar, dándole a entender que no se preocupara por ella.
En eso, un fuerte rayo hizo acto de presencia y eso ocasionó que Keren se quitara el cinturón de seguridad y saltara de su asiento y se situara en las piernas de su hermano como niña pequeña.
Y entonces recordó que ella tenía fobia hacia la lluvia, rayos y relámpagos. Y que cuando era niña, se escabullia a su habitación y compartían la cama hasta que la lluvia cesaba.
Pero eso dejó de ocurrirle a la edad de quince años y le pareció extraño que a estas alturas de su vida la fobia hubiese regresado.
No obstante, la abrazó y sintió que temblaba. La acunó como un bebé, dejando que ella recargara la cabeza en su pecho y lo abrazara.
-Disculpe, la señorita no puede ir así. Tiene que estar con el cinturon de seguridad-dijo una aeromoza de edad madura con el ceño fruncido.
Adam le envió una mirada furtiva y gruñó.
-Mi hermana le teme a las tormentas y solo así puede estar tranquila.
-Pues tu hermana no será la excepción. Normas son normas; así que dígale que tome su asiento.

De pronto, alguien se situó detrás de la mujer y Adam sonrió.
-¿Tiene algún problema con mis hijos?-espetó Egon con los ojos estrechados. Su presencia provocaba intimidación y autoridad.
La mujer, que no lo había visto, se volvió para enfrentarlo y se quedó pasmada en su sitio.
Adam notó algún tipo de reconocimiento en los ojos de aquella mujer y miró de soslayo a su padre.
-La chica no puede ir así-titubeó.
-Si ella quiere ir con su hermano de esa manera, ¿Qué le importa a usted? Pagamos nuestros asientos y no es ningún delito tenerle miedo a las tormentas. ¿Acaso quiere que entre en crisis y arme un desastre?
-No, pero... -balbuceó, perpleja.
-Deje a mis hijos en paz-sentenció con amargura y todos los pasajeros observaban la escena con vehemencia-o me veré obligado a darle una queja al piloto y aeropuerto.
Sin embargo, la mujer no dejaba de observarlo con la boca abierta.
-Yo lo conozco-se atrevió a decirle ella con timidez.
Egon arqueó sus oscuras cejas y miró a sus hijos con incertidumbre.
Él también la conocía, solo que no quería hablar con ella frente a ellos, por lo que le sonrió y le dijo que lo acompañara.
Adam se quedó perplejo pero continuó arrullando a su hermana en toda la tormenta, mientras que Egon se situaba en el pequeño lugar de aeromozas para hablar con esa mujer a solas. Fue víctima de miradas, incluidas las de Beatrice y sus amigos Austin y Thomas pero no le importó.
La mujer recorrió una cortina y se sentó frente a él con las manos en el regazo. Ella había envejecido notablemente y Egon se mordió el interior de las mejillas, evitando mirarla a los ojos.
-Al parecer me reconociste, después de tantos años-murmuró él-no pensé verte nunca más.
-¿Cómo no voy a reconocer al hombre que me quitó la virginidad en mi propio trabajo, solo para conseguir información acerca de una chica que se hospedaba en el hotel?-susurró la mujer con recelo.
Egon apretó los labios y asintió.
-Ya han pasado casi 21 años de eso y ni si quiera sabemos nuestros nombres. Lo mejor será olvidarlo, ¿okey? Y discúlpame por incomodarte ese día.
-Me llamo Juliette Wilde.
-Lo siento, Juliette. No puedo decirte el mío porque no viene al caso-comenzó a levantarse de la silla pero ella lo agarró de la mano.
-Tuve un hijo tuyo-carraspeó con los ojos llorosos-después de ese momento juntos, me dejaste embarazada. Traté de buscarte pero jamás te encontré.

Los ojos negros de Egon se abrieron como platos y volvió a sentarse.
-¿Qué? ¿un hijo?
-Sí.
-No te creo-repuso.
-Si no me crees, mira-la mujer palpó sus bolsillo de la falda y sacó una cartera. La abrió y extrajo dos fotos. Una muy vieja y deteriorada y otra muy reciente.
Egon se las quitó de la mano y las escrutó.
La fotografía vieja mostraba a la mujer en el tiempo que él la conoció: joven y guapa. En sus brazos cargaba a un bebé de dos años muy lindo.
Y la fotografía reciente estaba la mujer ya con los años de ahora abrazando a un chico de piel un poco bronceada, cabello castaño y ojos muy negros.
La sonrisa del muchacho era idéntica a la suya. Incluso el brillo malicioso en los ojos y Egon tragó saliva.
-Egon Peitz.
-¿Qué?-preguntó la mujer.
-Me llamo Egon Peitz.

Hubo una fuerte turbulencia y ella se precipitó hacia atrás, pero él logró sujetarla antes de que cayera al suelo.
-¿Tienes dónde anotar?-le preguntó él.
-Sí.
Y se apresuró a sacar su teléfono.
-Este es el número de la casa donde vivo. Llámame en dos días a eso de las 7 de la mañana.
-Bien. ¿Resides en Nueva York?
-Sí.
Entonces Egon le dictó el número de la casa de Gabriel y se sintió cohibido.
Él tenía otro hijo aparte de sus gemelos. Y se sintió miserable.
-Llámame para que podamos hablar tranquilamente, ¿okey?
-No pretendo que le des tu apellido o algo parecido. Pero anhelo que él te conozca.

Por un momento, Egon no añadió nada. Se quedó mirándola fijamente y pensando en lo que haría a continuación.
Era una noticia impactante.
-¿Cómo se llama?-quiso saber.
-Henry Wilde.
-Henry Wilde-repitió, abrumado.
Y se levantó con decisión.
-Entonces espero tu llamada y sé muy discreta-le aconsejó-mi familia no debe enterarse. No todavía. Porque estamos pasando muchos problemas.
-Está bien. Y gracias.

Él asintió y recorrió la cortina para sentarse de nuevo en su asiento.
Juliette esbozó una sonrisa tranquila y continuó hablando con los pasajeros acerca de la tormenta y ya no molestó más a los gemelos.
Por su parte, Egon no dejó de darle vueltas al asunto.
Se había enredado con esa mujer solo con el fin de hallar a Shelby en aquel hotel de Austria y nunca pensó que después de 21 años esa chica aparecería justamente en el clímax de su vida, diciéndole que había tenido un hijo suyo.
Y lo que era peor: Ese chico era idéntico a él. Incluso parecía ser el mismo de joven. Tenía más similitud que Adam y Keren.
-¿Ya casi llegamos?-le preguntó Beatrice, adormilada.
-Aun no-le respondió, dándole una palmada en el hombro.

La tormenta retrasó el vuelo y llegaron muchísimo después de lo previsto.
Eran las 4 pm cuando aterrizaron en Nueva York.
Y Adam advirtió que tanto su padre y su hermana parecían zombies arrastrando los pies. Ambos tenían ojeras y parecían simplemente caminar porque estaban vivos, no por querer hacerlo.
-Dylan ya no debe tardar con Caroline y Allen-dijo Gabriel, mirando el reloj de su muñeca.
Todos se hallaban en la sala de espera haciendo tiempo.
-Los que deberían habernos esperado eran ellos, no nosotros-siseó Keren de mal humor.
-Bueno, ni ellos ni nosotros sabíamos la hora exacta en la que aterrizariamos-replicó Austin con las cejas juntas.
-¡Papás!-oyeron gritar a alguien a lo lejos.
La pareja de enamorados volteó el rostro hacia la entrada y saltaron de emoción. Era Dylan Williams, corriendo como un demente hacia ellos y detrás de él la tía Caroline con Allen.
Adam agarró rápidamente a Beatrice de la mano y la colocó detrás de él.
Dylan saltó a los brazos de Austin y Thomas con alegría. La pareja lo bañó de abrazos y besos durante unos minutos.
La tía Caroline le echó los brazos encima a Gabriel junto con su hijo.
Egon, Adam, Keren y Beatrice esperaron pacientemente a que las muestras de cariño cesaran.
-¡Primos!-aulló Dylan al verlos.
Abrazó a Keren y a Adam al mismo tiempo.
-¡Tanto tiempo sin verlos!
-Sí. Mucho tiempo-añadió Adam con la nariz arrugada sin soltar a Beth.
-Tú debes ser la chica de intercambio, ¿no?-miró a Beatrice y esta asintió intimidada por su presencia.
-Y mi novia-carraspeó Adam.

Dylan asintió sin dejar de sonreír y le extendió la mano a Beth.
-Mucho gusto, prima. Soy Dylan.
-Encantada de conocerte, Dylan. Me llamo Beatrice-le estrechó la mano rápidamente y luego volvió a aferrarse a la mano de Adam y este le guiñó un ojo.

El regreso a casa fue un caos total.
El auto de Gabriel no era lo suficientemente grande como para que todos entraran y Adam se dispuso a irse en un taxi con Beth.
-Bien. Pero directo a la casa-le advirtió Egon.
-Claro papá.
Keren se mordió de nuevo el pulgar y resopló.
-Váyanse a la casa. Tengo unas cosas que hacer antes de llegar-interpuso.
-¿A dónde vas?-preguntaron Egon y Adam al unisiono.
-No he visto a mi mejor amiga en meses. Quiero visitarla.
-Te acompañamos si quieres-se ofreció Beatrice y Adam estuvo de acuerdo.
-No. Llevense mis maletas-dijo y comenzó a andar hacia la salida con una pequeña mariconera en su cintura.
-Entonces...-agregó Gabriel para aligerar el ambiente-vámonos ya. El equipaje puede ir en el auto y ya nos acomodamos. Vamos.

Egon se despidió de Adam y de Beatrice y se incorporó con los demás.
Mientras ellos se alejaban, Dylan volteó a ver a la novia de su primo, la cual era completamente hermosa.
Beatrice y Carla eran hermosas pero cada una tenía una belleza en particular que le llamó mucho la atención.

Adam detuvo un taxi con mucha confianza y se deslizaron al interior.
-A Central Park, por favor-le ordenó al chofer.
-¿Qué quieres hacer en el parque?-le preguntó Beatrice, besandole la mandíbula cariñosamente. Adam arqueó una ceja y la besó deliberadamente en los labios, haciéndola jadear.
-Técnicamente quiero pasar tiempo a solas contigo antes de llegar a la casa. Porque una vez llegando, no tendremos paz.
-Soy tuya, Adam. No es necesario que huyamos para amarnos.
-Bueno, sí. Pero no puedo amarte como quiero frente a todos. Y tampoco aquí en el taxi.
Ella se ruborizó y le dio un golpe juguetonamente en su fuerte brazo.
-Ya habrá tiempo para eso.
-Este tiempo es perfecto.

Por otro lado, Keren no podía pensar con claridad. En su mente solo estaba la respuesta que Set le había dado acerca de la manera en la que logró salir de prisión y estaba furiosa.
Él había regresado con su antigua novia y todavía tuvo el descaro de ir a buscarla y decirle que la amaba mientras compartió la cama con esa chica.
Era el colmo que todo le saliera mal.
Keren no tenía muchos amigos, así que no tenía a quién recurrir. La mentira le funcionó perfectamente; así que tomó un taxi y se dirigió a su antigua escuela.
Ahí era el único lugar donde estaría a salvo por unas horas antes de volver.
A pesar de que le dolía la cabeza y tenía hambre, optó por estar lejos de su casa.
En todo el camino miró directamente a la nada, tal y como Adam le había dicho y cerró los ojos.
¡Cómo echaba de menos esos días en los que era feliz!
A raíz de que conoció a Set White, su vida se descontroló al máximo.
Llegó a su destino y le pagó al chofer. Tan solo le quedaba menos de veinte dólares y resopló.
Cruzó el estacionamiento y se alejó en el viejo campus que tanto le gustaba.
Lo que le gustaba de aquel Instituto era que podía entrar a los terrenos con facilidad.
Se sentó en el césped, debajo de un árbol con sombra. Y con las rodillas pegadas al pecho, rompió a llorar.
Se permitió llorar en medio de la soledad absoluta.
No le gustaba llorar porque se sentía débil y vulnerable, pero en ese momento sintió que iba a explotar si no dejaba fluir esas lágrimas amargas.
Pasó alrededor de treinta minutos y el sol comenzó a bajar un poco. Ya había parado de llorar pero no tenía ganas de volver; así que se tumbó con la cara al cielo y suspiró.
Cerró los ojos, pensando en los buenos momentos que compartió con Set y se le formó un nudo en la garganta.
¿Por qué se enamoró de él y no de alguien más?
Aquel era el dilema de su vida. Y se dio cuenta que su historia de amor era parecida a la de su madre.
Ella también se había enamorado de un chico criminal y con problemas de temperamento. Y eso la condujo a morir. Keren amaba a su padre pero estaba consciente que él había sido la perdición de su mamá.
Y ella no quería repetir la misma historia trágica.
Se limpió las lágrimas que habían comenzado a rodar por sus mejillas y se sentó de golpe. Se mareó un poco y enfocó la vista.
Divisó la presencia de alguien a pocos metros de distancia de donde estaba y sintió vértigo.
Su apariencia elegante y siniestra le heló la sangre y tragó saliva.
Tenía el cabello rubio más largo desde la primera vez que lo vio hacia unos meses en Berlín. Llevaba puesto gafas de sol más oscuras, pantalones de mezclilla azul marino, tenis deportivos y una playera casual. Se miraba muy atractivo y más con la barba de algunos días que se miraba color dorada por debajo del sol.
Keren retrocedió como cangrejo sin atreverse a levantarse del todo del césped y cuando tomó la iniciativa de incorporarse y echarse a correr, tropezó y sintió repentinamente las manos del sujeto en su cintura.
-No voy a hacerte daño, Keren-le dijo Kevin Black con honestidad.
-¡Déjame ir!-gimoteó-¡Me has seguido! Pero te advierto que no te saldrás con la tuya-le propició una patada pero solamente pateó el aire, puesto que él ya la había rodeado y estaba frente a ella.
Pero Keren se levantó y trató de empujarlo, pero lo único que consiguió fue que Kevin la empujara de vuelta al césped y la sometiera debajo de su cuerpo. Le inmovilizó las manos con una sola mano y se inclinó a su rostro.
Con la mano libre que le quedaba, se quitó las gafas y las lanzó lejos.
Sus ojos grises se encontraron con los negros de ella y se quedaron mirando fijamente.
-Soy amigo de tu familia y lo que menos quiero es hacerte daño, Keren. Yo era amigo de tu madre también y te cargué en mis brazos cuando naciste-y le recorrió el rostro con las yemas de sus dedos-eres muy hermosa. Mucho más que Shelby.

Y Keren no supo por qué, pero aquel comentario la ruborizó.
-¿Cómo supiste dónde estaba?-le espetó.
-Te seguí desde el aeropuerto.

Los ojos de aquel hombre eran tan expresivos y tristes que por un momento se olvidó que él había matado a la madre de Set.



150 votos y sigo:)

Y para las que quieren saber el nombre del modelo que encarna a Set, se los dejo aquí abajo...

Se llama Alex Kuzjomkin.
Y pueden buscarlo en instagram:)

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