[HEMOS REBASADO LAS 11k LEÍDAS *-* GRACIAS CHIC@S]
》Tres meses atrás 《
Luego de marcharse con inseguridad de la casa de su vieja amiga, Kevin condujo durante más de dos horas por toda la ciudad, sacudiendose el mar sabor de boca que le había proporcionado visitarla y contrariarla.
Y más que no quería ser castigado por su padrino por haberle colgado de una manera tan abrupta.
No se sentía nada bien. Quería lanzarse al océano, fingir su maldita muerte y vivir en una selva lejos de la civilización. Y posteriormente regresar cuando ya todos se hubiesen olvidado de él, en especial Caroline.
Luego de verla, cualquier índole de venganza se esfumó por completo.
Era demasiado débil. Demasiado iluso. Demasiado incompetente e incapaz para no sucumbir a sus sentimientos encontrados.
Apretó el volante con fuerza y se limpió las mejillas, donde dos lágrimas rodaron sin detenerse.
Bien hubiera tirado del gatillo cuando le apuntó con la revólver, pero no lo hizo.
Bien pudo haber asesinado al muchacho cuando se subió a su coche y dejar su cuerpo en algún lugar desértico. Pero no lo hizo.
Definitivamente ir a ver a Caroline provocó que sus intenciones vacilaran y flaquearan. Ahora lo que quería era marcharse de nuevo a Madrid y estar con Paloma.
Mientras conducía, un poco más tranquilo, sin lágrimas en los ojos pero con muchos pensamientos negativos, una limusina lo interceptó con dos camionetas oscuras más. Y detrás de él, había una camioneta también, acechandolo.
Lo tenían acorralado.
Ahogó un suspiro y se dispuso a bajar lentamente para no ser acribillado por su padrino.
Apretó la mandíbula cuando sintió unas manos cernirse en torno a sus hombros, que lo obligó a arrodillarse a regañadientes.
-Vaya, vaya-escuchó la voz de su padrino a unos pasos de distancia. No se atrevió a alzar la cabeza y mirarlo, pero supo que había descendido de la limusina-me colgaste el teléfono hace un rato, Black, ¿por qué?
Kevin se debatió en decirle la verdad o mentir tal y como había aprendido.
Optó por la segunda opción.
-Lo hice porque iban a sospechar-repuso sin levantar la cabeza.
-¿De qué?-Steve comenzó a dar vueltas alrededor de él. Las manos que lo habían sujetado se apartaron de sus hombros para darle paso a su padrino y rodearlo como un animal en pleno callejón oscuro y deshabitado.
-De mi cometido. Se supone que debo matar a todos.
-¿Y lo hiciste?
-¿El qué, padrino?
-Matarlos.
-No-contestó con voz temblorosa-no pude hacerlo pero le prometo que lo haré tan pronto tenga oportunidad.
Y sintió momentáneamente algo frío y sólido rozar su cuello.
Cerró los ojos con desasosiego y se obligó a mantenerse tranquilo a pesar de tener un arma pegada en la base de su cabeza.
-¿Va a matarme, después de todos estos años?
-Solo es una advertencia, Peter-le susurró en la oreja al tiempo que apartaba el arma de su cuello.
A Kevin se le erizó la piel al escucharle pronunciar su primer nombre con malicia.
Y de nuevo aquellas manos lo levantaron a la fuerza del asfalto y lo empujaron en dirección a la limusina.
-¿Qué hay del Audi?-preguntó a Steve.
-Chad se hará cargo de él. Ahora sube-le ordenó-ya que Dimitri fue asesinado, ya no tienes a alguien que te respalde y tendremos que conseguirte a alguien más.
Transcurrieron las semanas e incluso dos meses enteros. Y Kevin se rehusaba a visitar a Caroline, con la excusa de averiguar primero quién o quiénes les había robado la mercancía y como eso era una incógnita importante, Steve no lo presionó.
Kevin indagó por muchos días en compañía de una chica de veintidós años que recién se había "graduado" en ser buena en artes marciales y en engaños fáciles para sacarle dinero a los hombres sin esfuerzo. Steve se la encomendó como mano derecha a Kevin para que lo protegiera y le ayudase a sacar información. Aquello perturbó al joven rubio porque era una niña la que le salvaría el trasero si en caso todo se le iba de las manos.
Y era muy guapa, pero de un humor muy histérico.
Su cabello era lacio, brilloso y muy negro. Sus ojos eran color marrón y su piel era de caramelo.
Una latina muy hermosa a decir verdad pero era solo una niña y se preguntó que hacia metida en eso.
-¡Pon atención a la misión!-le gritó a la cara cuando Kevin se detuvo a comprar un refresco a causa del calor infernal del verano.
-Calmate, Charlie-le graznó él en respuesta.
-Mi nombre es Carla-masculló ella con su acento mexicano-odio con el alma que me llamen "Charlie". No soy norteamericana.
Pero Kevin la ignoró y continuó bebiendo su refresco.
-Hemos investigado en cada rincón de esta apestosa ciudad y no hay indicios de nada. Le llamaré al señor Steve para comunicarle lo que estás haciendo-siseó y trató de sacar su teléfono de la bolsa pero Kevin se lo arrebató de las manos-¡Devuelveme mi móvil...!
Pero la chica cerró la boca al ver como él la miraba: Sus ojos grises amenazaban con matarla si no se callaba y dejaba de decir estupideces.
-El que encabeza esta orden soy yo, Carla. Así que calmate y no me obligues a cerrarte la boca de una bofetada.
-Atrévete a tocarme-lo retó-me asignaron a ti para cuidarte, no lo olvides.
-Podrás ser buena golpeando pero aquí el que tiene experiencia y puede matarte sin remordimiento alguno soy yo. Y puedo desaparecer tu cuerpo en un santiamén.
-Que ridículo se oyó eso.
Y dicho así, la cogió del cuello y la acercó a su cara.
-¡He dicho que te calles!-le gritó y le apretó la yugular con los dedos.
Ella entornó los ojos y asintió con desesperación.
En cuanto Kevin la soltó, se apartó de él con temor y se agarró el cuello con frustración.
Lo fulminó con sus petulantes ojos marrones y masculló una serie de groserías en español.
-Sé hablar español, así que de nada te sirve tratar de insultarme porque te entiendo perfectamente-espetó Kevin y le tiró la botella vacía de CocaCola a la cara.
-¿Cursos rápidos?-se burló.
-No. Viví en España mucho tiempo-repuso, sin darle mucha importancia.
Y Carla, al ver su indiferencia, se dispuso a ver por la ventana.
Ella estaba molesta porque le habían asignado a un idiota. A pesar de su cortad edad; era muy hábil. El señor Steve se había hecho cargo de ella desde el fallecimiento de sus padres, quiénes durante mucho tiempo trataron de entrar en el mundo del narcotráfico pero no lo lograron; hasta que los mataron por equivocación y ella quedó sola a los diecisiete años y Steve la recogió.
Y era el maldito colmo que su primer trabajo fuese al lado de un incompetente rubio malditamente atractivo.
Hizo una mueca al sentir una punzada dolorosa en el cuello a causa del agarre de él y bufó. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de tratos pero no iba a ser tolerandolo.
-¿A dónde vamos ahora?-le escuchó preguntar y volteó a verlo con incertidumbre.
-No tengo idea. Fuiste tú quién tomó la iniciativa de desviarse del camino.
-Dime a donde vamos-exigió, sin miramientos. En su voz destilaba cólera.
-Nos falta buscar en...-sacó un mapa marcado con círculos rojo y sacó la lengua, rozando sus dientes superiores, pensativa-pues ya hemos recorrido todos los lugares más importantes y concurridos y aun no hemos encontrado nada.
-Esa mercancía ya se perdió pero tenemos que encontrar a los culpables.
-Ni si quiera hay rastros de ellos. -Quizás...
Kevin meditó por unos segundos antes de continuar hablando.
-Quizás deberíamos tomarnos un respiro, Carla.
Ella frunció el ceño en su dirección y lo miró con petulancia.
-¿Bromeas? No hemos avanzado nada en estos dos meses.
-Si tú no quieres descansar, de todos modos lo haré yo-masculló y se quitó el cinturón de seguridad, dispuesto a bajar.
Pero ella instintivamente lo sujetó del brazo y él volteó a verla con cara de póquer.
-¿Qué?
-¿Olvidas que tenemos órdenes?
-¿Olvidas que somos seres humanos y tenemos derecho a distraernos?
-No en el horario de trabajo.
-No tenemos horario de entrada y de salida-apartó su mano con desdén y buscó en la guantera sus lentes de sol. Se los puso y abrió la puerta. Se deslizó al exterior y su cabello rubio brilló bajo el sol.
Carla puso los ojos en blanco y se puso sus lentes también. No tenía otra opción más que seguirlo y vigilarlo.
El Audi quedó aparcado debajo de uno de los robustos árboles de los alrededores de Central Park. Kevin se dedicó a mirar con fascinación todo a su alrededor. Le trajo muchos bellos recuerdos y sentimientos encontrados. Era maravilloso volver a estar en casa.
Y no pudo evitar sonreír al recordar el día que puso un pie dentro de Central Park con su familia y ese día él se perdió pero ni si quiera se dio cuenta porque estuvo absorto admirando la fauna como para tomarle importancia a lo que pasaba a su alrededor.
-Puag. Huele horrible. No entiendo como es que comen esas porquerías.
La voz de Carla lo llevó de vuelta al presente y resopló.
Volteó a verla y la halló arrugando la nariz enfrente de un niño que comía Hot dogs sin parar.
-No me tienes que acompañar-se siseó, indirectamente.
-Si se entera el señor Steve, me mataría. No puedo dejarte solo.
-Tengo casi treinta y seis años y sé cuidarme solo, niña.
-Pues yo tengo veintidós y sé defenderte. Y es por eso que me asignaron a ti.
-Por favor, sigueme la corriente. No hables a menos que sea necesario-le oyó decir a Kevin con los dientes apretados.
Aburrida, se acercó a él y lo vio sonreír forzosamente hacia al frente. Los pliegues de sus labios se contrajeron en una mueca poco a poco y fingió sorpresa al saludar a una bella mujer con un niño y un muchacho muy atractivo de ojos celestes como el cielo.
-¡Kevin!-exclamó la mujer con mucha alegría y se acercó casi corriendo a donde estaban.
Tanto ella y Kevin se abrazaron fuertemente por unos segundos. Y luego el niño lo abrazó tiernamente y al último el chico.
-Es una sorprenda verlos aquí-dijo Kevin, ocultando el desasosiego en sus manos, las cuales las retorcía detrás de la espalda.
-Nunca volviste a visitarnos. Han pasado dos meses-le reclamó ella.
-Es que no quería ser inoportuno, con eso de que quizás ellos ya regresaron... -Claro que no. Ellos volverán hasta dentro de un mes más o menos. Aun siguen allá-le informó, risueña.
-He querido verte de nuevo-interpuso el chico con una gran sonrisa-pero no sabía donde localizarte.
-Lo lamento.
-¿Y dónde has estado? Es decir, viviendo-preguntó la mujer, retomando la conversación.
-Por ahí-respondió Kevin y miró de reojo a Carla-traje a mi sobrina a conocer Nueva York.
Y entonces la mirada de la mujer, el niño y del chico repararon en ella.
Carla no estaba acostumbrada a tanta atención; por lo que se ruborizó y bajó la mirada.
-¿Sobrina?-la mujer se sorprendió y la miró con detenimiento.
-Perdón por no presentarlos como es debido-exclamó él y agarró a Carla del brazo, haciendo que ella forzara una sonrisa radiante-Carla, ellos son Caroline, Allen y Dylan. Viejos amigos míos-dijo-amigos míos, ella es Carla, mi sobrina.
-Hola, querida-la saludó Caroline con cortesía.
-Hola-susurró Carla con temor. Aquello la estaba inquietando.
-Hola, encantado de conocerte-dijo el chico de ojos hermosos-mi nombre es Dylan. Y este es mi primo Allen.
Allen se negó a saludarla y se aferró más a la pierna de su madre con aire contrariado.
-¿Por qué no nos acompañan? Justo ahora vamos por un helado-planteó Dylan, sin dejar de mirar a Carla. Esta miró a Kevin y él miró a Caroline a su vez.
-Eh...
-Anda, tío. Vamos, después de todo querías descansar, ¿no?-aguijoneó Carla con toda la intención. Y Kevin apretó los puños detrás de su espalda.
-Por supuesto que sí. Estamos encantados de ir con ustedes-dijo Kevin por fin y Dylan lo agarró rápidamente del brazo.
-Entonces dime, ¿Qué sabor te gusta?-le preguntó ansioso.
Carla se quedó inmóvil en su sitio mientras los miraba comenzar a caminar por la acera.
-Vamos, hija. No te quedes atrás.
Caroline la agarró del hombro con simpatía y le instó a caminar. Carla miró de soslayo al niño de ojos azules que la miraba fijamente, como si supiera todos sus pecados y apartó la vista de inmediato.
Mientras caminaban en fila india a través de la acera, Carla se preguntó qué era lo que estaba haciendo. No quería mezclarse con esa gente o quizás sí. No estaba segura. Todo era tan confuso.
No pensó que Kevin Black tuviera una familia, una familia de verdad a quien acudir si en caso estaba mal. Aunque dijo que eran sus amigos, algo le decía que formaban parte de su núcleo familiar y se puso furiosa.
¿Por qué teniendo a esas personas, aun seguía metido en aquel mundo oscuro de la delincuencia? Si ella estuviera en su lugar en ese momento, se cambiaría de nombre, se teñiria el cabello y se mudaría con ellos a otro país.
-Así que eres sobrina de Kevin-le oyó decir a la mujer de ojos castaños y volteó a verla y la miró a través de sus lentes de sol-no te pareces mucho a él.
-Es mi tío político-se apresuró a decir-mis padres eran amigos suyos y técnicamente se está haciendo cargo de mi por unas semanas.
-¿Dónde están tus padres, cariño?
-Muertos-contestó de sopetón, sorprendiendo a Caroline, quien entornó los ojos. Y Carla soltó una ligera risa-pero eso pasó hace mucho tiempo. Estoy bien, no se preocupe.
-Perdóname. A veces soy demasiado curiosa-se disculpó, avergonzada-lo que sucede es que conozco a Kevin de toda la vida y me asombra saber que aun tiene familia.
-No somos del todo familia-le recordó con amabilidad.
-Tonterías. Si estás con él, eres su familia y también, si quieres claro, puedes formar parte de nosotros.
-¿En serio?-preguntó sorprendida y sacudió la cabeza para tranquilizarse-es decir, ¿es broma?
-Desde luego que no.
-Gracias-dijo, sin saber si aquella respuesta era la correcta.
Carla Mondragón quizás estaba por deslizarse dentro de una familia con antecedentes profundos en la delincuencia.
110 votos y continuo :)
Ha entrado una chica nueva a la historia y eso quiere decir que la historia no va ni si quiera a la mitad:) o quizás sí. Todo puede pasar 😏
Les dejo al bombón de Adam (Chad)♡
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