53
Dylan se despidió de sus padres y de sus tíos con una sonrisa genuina. Estuvo un rato mirando hacia el avión a través del enorme cristal que daba hacia la pista de aterrizaje y se aburrió pronto. Aferró su equipaje en la mano y caminó en dirección a la salida.
Sacó su teléfono y se dio cuenta que la señal era casi baja. Caminó un poco más hasta llegar a la acera de la calle y consiguió una buena cobertura.
Miró a todos lados como las personas paraban los taxis rápidamente y alzó las cejas. Estiró la mano pero los taxis pasaban de largo, ignorandolo y subiendo a otras personas. Guardó su teléfono y estiró ambos brazos y los sacudió con violencia. Pero ninguno se detuvo.
-Yo puedo llevarte a tu destino si quieres-dijo alguien detrás de él.
Dylan pensó que probablemente no era a él a quien le hablaban y continuó moviendo los brazos.
De pronto, unas fuertes manos se posaron en sus hombros, sobresaltandolo. Se giró de inmediato y encaró a la persona que lo había tocado.
Los ojos celestes de Dylan mostraron molestia al ver al hombre rubio de ojos muy grises que lo miraba unos cuántos centímetros más arriba que él. Era muy atractivo.
-¿Qué le pasa?-le preguntó tajante.
-Te he visto pedir muchos taxis pero ninguno ha querido llevarte y me preguntaba si quizás necesitarías un aventón.
-Tal vez no vamos en la misma dirección, pero gracias por su invitación-Dylan forzó una sonrisa y le dio la espalda, agarrando con fuerza su equipaje.
Sin embargo, el sujeto volvió a tocarle los hombros y Dylan se enfadó.
-¿Quién le ha dado el derecho de tocarme?-le espetó, molesto y lo empujó.
El hombre rubio sonrió ligeramente, se encogió de hombros y metió las manos en sus bolsillos.
-Me llamo Kevin Maslow-se presentó el sujeto de cabello muy rubio y ojos grises. Parecía más amistoso que momentos atrás-y solo quería ser buena persona al llevarte en mi auto. Mi padrino se cansó de esperarme y se fue a casa.
Dylan se quedó un tanto perplejo. ¿Qué quería de él?
-¿Y por qué me lo dice?
-Porque te vi muy ansioso por irte. Solo es simple cortesía, chico. No busco nada más-se disculpó-hasta luego.
Se despidió con la mano y comenzó a caminar rumbo al estacionamiento trasero del aeropuerto.
Dylan rodó los ojos y trató inútilmente de parar un taxi. Era como si de pronto se hubiese hecho invisible.
Abrumado, respiró hondo y sujetó con más fuerza su equipaje.
-Dios, por favor, ayúdame. No quiero que ese tipo sea un violador de adolescentes-susurró para sí, corriendo detrás de aquel hombre rubio.
No necesitó correr muy rápido para darle alcance porque él iba andando con toda la calma del mundo, mirando a todas partes.
-¡Disculpe, señor Kevin!-gritó Dylan con la respiración agitada.
El sujeto se detuvo y volteó a verlo. Se había colocado unos lentes de sol que lo hacían lucir más atractivo, a pesar de que no era de día.
-Ah, eres tú, chico.
-¿Aun sigue en pie su aventón?-le preguntó, ruborizado. Le dio mucha vergüenza tener que necesitar de un extraño, pero parecía amigable.
-Por supuesto-Kevin "Maslow" esbozó una sonrisa y le hizo señas para que lo siguiera.
Caminaron por la acera, levantando miradas a su paso. Pero Dylan estaba seguro que las mujeres miraban a ese sujeto, no a él y se sintió intrigado.
Caminó detrás de él con pasos lentos y distantes.
-¿Cuál es tu auto?-le preguntó al verle sacar unas llaves.
-Ahora mismo lo verás.
Presionó un botón de las llaves y las luces de un Audi negro o azul se encendieron. No pudo saber de que color era porque estaba oscuro pero quedó impresionado.
-De lujo. Es genial.
-¿A dónde te diriges?-le preguntó, abriendo la cajuela-dame tu equipaje.
Dylan se lo entregó y miró los detalles del auto: Muy elegante.
Le dio la dirección y Kevin asintió.
-Vaya, lo tengo de paso-le informó el sujeto con una sonrisa-sube.
Dylan se deslizó dentro del asiento del copiloto y Kevin tras el volante.
La comodidad de aquel auto era sumamente exquisita. Había de todo ahí: Televisión, GPS, porta vasos, y libros Best sellers para leer.
Agarró uno con confianza en lo que Kevin ponía marcha el auto y leyó el título "Beautiful Disaster de Jamie Mcguire"
Y frunció el ceño.
-¿Te gusta leer?
-Es mi pasatiempo favorito-le informó el rubio, cambiando de velocidades e internandose a las calles de Nueva York.
-Eres un tipo raro-dijo Dylan, colocando el libro en su lugar.
-Todos tenemos secretos que nos hacen ver raros ante los demás-se encogió de hombros y continuó conduciendo.
Dylan sacó su teléfono y se dio cuenta que le quedaba 30% de batería y como ya había señal, activó sus datos.
El aparato se trabó de tantos Whatsap de parte de Ashley.
Sulfurado, los abrió. Eran 100 mensajes.
Dándole flojera leerlos todos, solamente le escribió: Ya estoy en Nueva York. Te hablo después.
Y de repente, ella lo llamó. Y sintió la mirada del sujeto sobre él.
Atendió la llamada con la mirada fija al frente y la mandíbula apretada.
-Ashley, ¿Qué te pasa? Acabo de llegar y me enviaste cien mensajes-le dijo.
-Te necesito a mi lado, osito. En serio-su voz se escuchaba ahogada, señal de estar llorando en silencio-te extraño mucho.
-Ya estás en Escocia y ni tú ni yo podemos vernos ahora y lo sabes-trató de no sonar tan frío pero fue un fracaso.
Comprobó que su acompañante lo miraba de vez en cuando con mucha atención e interés.
-Lo sé. Pero no entiendo por qué te comportas así conmigo, ¿por qué cambiaste de la noche a la mañana?
-Ashley-murmuró Dylan, frotándose el puente de la nariz con incomodidad-ya hemos discutido eso. Te hablo después.
-Está bien, te amo, osito.
-Cuídate.
Y le colgó.
-¿Problemas de noviazgo?-le preguntó Kevin como quién no quiere la cosa. Destilaba indiferencia pero Dylan sabía que tenía curiosidad en saber, lo cual le pareció extraño.
-Algo así-no entró en detalles-ya sabe, las mujeres son complicadas.
-Muchísimo-estuvo de acuerdo con él- dicen algo que nosotros interpretamos de diferente manera a lo que ellas quieren dar entender.
Dylan asintió, riéndose. Le agradaba ese tipo.
-Ashley es demasiado celosa y eso no me gusta para nada-se atrevió a contarle.
-Quizás es porque no quiere perderte. -O está obsesionada conmigo.
-O te ama.
-O está loca.
-O solo te desea.
Y ambos se partieron de la risa como si fueran de la misma edad.
Kevin aceleró un poco más y Dylan se puso el cinturón de seguridad.
-¿Qué edad tiene?-le preguntó Dylan después de haberse reído.
-Treinta y cinco. En unos meses cumplo treinta y seis-se encogió de hombros-¿y tú?
-Diecinueve. Recién cumplidos.
-Oh, ya veo.
Dylan asintió e hizo una mueca de fastidio y resopló.
-¿Pasa algo?-le preguntó Kevin sin apartar la mirada de enfrente.
-Mi teléfono ya no tiene batería gracias a la llamada de Ashley.
-Uhm, conozco un truco que traerá de vuelta a tu teléfono.
-¿En serio? ¿cuál?
-A ver, me estacionaré y te lo mostraré.
Se orilló poco a poco en la esquina de la acera y encendió la luz, iluminando la guantera y sus cabezas.
-Dame tu teléfono-le extendió la mano y Dylan se lo entregó.
Kevin colocó el aparato en sus piernas y abrió un compartimento de la guantera donde sacó unas pinzas pequeñas. Abrió el teléfono y comenzó a maniobrar con aquellas pinzas en la batería del móvil. Unos ruidos extraños salieron a través de la batería y él sonrió.
-Listo-compuso el teléfono y lo encendió.
La pantalla se encendió y Dylan se acercó a ver la vida de su batería: 100%.
-¡Wow!-exclamó, emocionado-¿cómo le hizo?
Cogió su teléfono y encendió de nuevo sus datos.
Kevin se incorporó de nuevo a las calles y suspiró.
-Cuando era adolescente, más pequeño que tú, era todo un genio con las computadoras. Creaba antivirus, virus, podía hackear y rastrear personas pero perdí el toque. Ahora simplemente se cargar de nuevo la batería con algunos trucos. Pero solo funciona una vez cada mes.
-¿En serio?-la emoción de Dylan era más que notoria-es usted súper. Si hubiera seguido de hacker, ahorita fuera... un momento, ¿es usted millonario? Este auto cuesta una fortuna.
-Soy millonario-reconoció con una sonrisa, impresionado a Dylan-pero no por ser un genio en las computadoras.
-¿A qué se dedicas entonces?
La curiosidad de Dylan dejó un poco livido a Kevin, quien de inmediato encendió la radio para aligerar la tensión. No podía decirle que era narcotraficante y que solamente estaba siendo amable con él porque anhelaba saber donde vivía Egon Peitz en ese momento.
-No tiene importancia. Tengo acciones y así-contestó con vaguedad y cambió la estación de la radio donde la canción "War Of Heart de Ruelle" sonaba. Estaba comenzando y le subió el volumen.
-Vaya, esa canción es perfecta-eludió Dylan y se relajó.
"No puedo evitar quererte"
"No puedo evitar amarte"
Kevin miraba fijamente al frente, apretando con fuerza el volante, sus nudillos estaban blancos ante el desasosiego y le echó un vistazo al chico que estaba a su derecha por el rabillo del ojo.
Por un momento se sintió culpable de estar siguiendo las órdenes de su padrino. Había sido un poco idiota de informarle sobre Egon y ahora estaba pagando la consecuencia. El muchacho, que debía ser el hijo adoptivo de Austin y Thomas, era alguien que no tenía por qué estar involucrado en asuntos del pasado pero era el anzuelo.
A pesar de que su padrino Steve le había ordenado matar al muchacho al momento de llevarlo a la casa de Egon, se negó rotundamente a hacerlo.
-No puedo matarlo. Él no tiene nada que ver, padrino-le había dicho en la limusina, antes de bajar a hablar con Dylan.
-Es una orden, carajo-le espetó y le lanzó las llaves del Audi a la cara.
-No voy a matarlo.
-Está bien, no lo hagas. Luego lo matarás pero no hoy. Ahora ve a hablarle y no lo asustes.
Y tiempo después se hallaba conduciendo hacia la casa de Egon Peitz con aquel chico.
Con la canción llena de sentimientos y emociones encontradas, lo hizo titubear. La letra le llegó al alma y abrió la ventanilla para que el aire lo tranquilizara. Pero como todavía tenía los lentes de sol puestos, el chico no se dio cuenta.
Llegaron a Central Park y Dylan abrió también la ventanilla de su lado y admiró la ciudad con emoción.
Y Kevin agradeció que la canción había terminado y en su lugar comenzó a sonar "Adventure of a lifetime de Coldplay".
Poco después, Kevin aparcó frente a una casa muy agradable y miró al chico.
-Es aquí. Muchas gracias-lo vio bajar y abrió la cajuela para que sacara sus pertenencias.
Se debatió entre bajar o no pero Dylan se había asomado a su ventanilla con una grata sonrisa.
-¿Por qué no baja? Al menos merece un café o algo por haberme traído.
-¿Tú mamá estará de acuerdo?-trató de negarse con esa excusa.
-Es mi tía Caroline. No creo que se niegue, anda, baje.
Kevin; al escuchar ese nombre se estremeció.
-Me daría más gusto que me hablaras de tú-le dijo, quitándose los lentes y bajando del Audi con elegancia.
Vio al muchacho alejarse corriendo con su equipaje en la mano hacia la puerta y él aprovechó a pasarse una mano por el pelo que había cortado hacia unos pocos días y que ni si quiera había crecido. Pero estaba muy nervioso de volver a ver a Caroline, la chica que se había portado muy bien con él cuando su familia entera murió.
Retuvo el aliento cuando la vio salir de la casa con un niño en brazos con una sonrisa radiante en los labios.
-Yo hubiera ido por ti al aeropuerto-le oyó decir al chico y este sonrió-Allen decidió quedarse despierto a esperarte.
-Tía, mira, quiero presentarte a alguien. Un sujeto súper genial que me trajo hasta aquí.
Kevin retrocedió unos pasos y sonrió ligeramente cuando ella volteó a verlo.
-Tengo mucha prisa, Dylan. Será para después-dijo Kevin, muriéndose de nervios y abrió la puerta del auto-gusto en conocerla.
Se despidió lo más rápido que pudo y pisó mecánicamente el acelerador pero en vez de ponerlo en marcha, el motor se apagó de nuevo, quedando como un patético idiota.
Se precipitó y por el nerviosismo no arrancó el auto.
Cuando se vino a dar cuenta, Caroline ya se hallaba en su ventana, mirándolo con una sonrisa. Y a su lado estaba un niño pequeño con los ojos más azules jamás vistos y tragó saliva.
-¿Se siente bien, señor?-le preguntó ella con amabilidad.
Dylan estaba detrás de ella sonriendo.
-Sí, muchas gracias-se disculpó y se hundió en el asiento.
Caroline estaba más bella que nunca y sintió nostalgia. Pero recuperó la compostura de inmediato. No podía comportarse como un niñato.
-¿Por qué no baja a tomar café con nosotros? Ha sido muy amable en traer a mi sobrino a casa desde el aeropuerto. Es lo menos que puedo hacer por usted en este momento.
La idea era tentadora. Pero no podía arriesgarse a que ella lo descubriera.
-Voy retrasado-se excusó, mirando su muñeca en donde debía ir un reloj pero solo había una pulsera de oro y se sintió idiota cuando ella río.
-Yo insisto. Solo será unos minutos.
-Está bien-respiró hondo y se obligó a bajar nuevamente del Audi con expresión ceñuda.
Miró al niño y este le devolvió la mirada con la misma intesidad. Tenía los ojos de Gabriel McCall y se sorprendió ante la idea de que ellos hubiesen procreado un hijo.
Le puso alarma al Audi y siguió a Caroline y a Dylan hasta el interior de la casa.
Escrutó todo a su alrededor con disimulo y se sentó en el sofá junto con Dylan y el pequeño clon de McCall.
-Enseguida regreso con el café-se disculpó ella y abandonó la sala con el niño pisandole los talones-no, cariño, quédate con tu primo Dylan.
-No lo conozco-balbuceó el pequeño.
-Pues conocelo ahora, cariño-le dijo Caroline y miró a Dylan-deberías presentarte con Allen, recuerda que la última vez que viniste él aun no nacía. -De acuerdo, tía. Ven Allen-lo llamó pero el pequeño no se movió-tengo juegos en mi teléfono, ¿quieres ver?
-¡Sí!-y corrió hasta él. Entonces Dylan lo sentó en su regazo y le dio su teléfono.
Mientras tanto, Kevin apenas y respiraba.
No sabía que decir o hacer, por lo que se quedó quieto en el sofá.
-Tiene años que no venía a Nueva York-le oyó decir a Dylan.
-¿No eres de aquí?-juntó las cejas, con curiosidad.
-Soy de Londres, allá vivimos con mi familia pero hemos venido de visita.
-Oh, excelente.
-Quería ver a mis primos pero ellos están en Alemania y mis padres y tíos fueron por ellos. Supongo que los veré pronto-se encogió de hombros y jugó con Allen unos minutos.
-Yo creo que debo irme, colega-le dijo-no quiero estar molestando a tu tía.
-Oh, claro que no. Ahora eres mi amigo y me agradas.
Kevin se sintió un poco en familia al oírle decir eso. A pesar de que se había negado rotundamente a matarlo esa noche, se propuso a no matar nunca a ese chico y a defenderlo siempre. Le recordaba a él de pequeño. Feliz, agradable y simpático.
-¡Dylan; dame una mano en la cocina!
Oyeron gritar a Caroline a lo lejos.
El chico se levantó de inmediato pero Kevin lo agarró del brazo.
-Yo le ayudaré, quédate con el pequeño-se ofreció.
-De acuerdo-lo miró extrañado y volvió a sentarse-la cocina creo que está pasando el comedor a la derecha.
Asintiendo, se acomodó la camisa y se encaminó al comedor. Miró de soslayo las fotos que habían en las paredes y tragó saliva. Divisó la cocina y la esbelta espalda de Caroline.
Apresurado, entró a la cocina y le tocó el hombro.
-Oh, cariño toma esto...
Ella se sorprendió de no ver a su sobrino y en su lugar verlo a él.
-Oh disculpe-dijo, ruborizada-pensé que era Dylan.
-Él está con el pequeño. Yo la ayudaré-le quitó la bandeja de las manos y ella lo miró fijamente.
Kevin se incomodó y guardó una distancia.
-Se me hace conocido-sentenció ella, observandolo con detenimiento-sus ojos, el color de su cabello e incluso en la manera de expresarse.
-¿Yo? En lo absoluto.
-¿Cómo se llama?
-Kevin Maslow.
-¿Maslow?-se quedó pensativa.
-Si-titubeó y le temblaron las manos y con ellas la bandeja también.
Los ojos castaños de ella se estrecharon y caminó alrededor de él como si fuera su presa.
-¿Está usted seguro que su apellido no es Black?
Kevin dio un respingo. Y se dio por vencido.
Suspirando, dejó la bandeja en la mesita de madera que era para los platos y se volvió hacia ella.
Sus miradas se encontraron y hubo un reconocimiento entre ambos.
Ella se cubrió la boca y se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Hola, Caroline. Tanto tiempo sin vernos-le dijo.
Y ella ahogó un grito de emoción. Le echó los brazos encima y se fundieron en un abrazo.
-¡Kevin Black! ¡Mi pequeño Kevin!-comenzó a llorar en su firme pecho de aquel hombre hecho y derecho que tenía al frente.
-Nunca pensé en que te volvería a encontrar-le susurró él sobre su pelo.
-¡Tienes que contarme todo de ti! ¡Y como fue que encontraste a mi sobrino!
-Fue una hermosa coincidencia haberlo encontrado en el lugar menos esperado, créeme, Caroline. Y estoy muy feliz de eso.
Sintiéndose la peor persona; se obligó a sonreír sin dejar de abrazarla.
No podía decirle que había vuelto solo para matarlos a todos, incluyendola a ella; pero dejando a un lado a los hijos de estos. Quizás su cometido era matar a todos sin excepción pero conoció a Dylan y a Keren; y eso le dio a entender que a pesar de ser hijos de todos ellos, no tenían la culpa.
100 votos y sigo :)
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