51
Keren despertó poco después de haber amencido. Le dolía el cuerpo y el hombro derecho en particular, el cual estaba vendado.
A pesar del insoportable dolor que le provocó moverse entre la camilla del hospital, porque era obvio que estaba en un hospital, se sentó con dificultad. Miró todo a su alrededor y juntó las cejas.
¿Dónde estaba su hermano?
Y entornó los ojos.
¿Dónde estaba Set?
¿Cómo había podido atacarla de esa manera? Le había perforado el hombro con un cuchillo sin importarle si en vez de clavarselo ahí, hubiese sido en la cara o en el pecho.
Estaba furiosa.
Se quitó los sueros de sus brazos y trató de levantarse pero el dolor de su hombro la hizo gritar. Se volvió a sentar y a regañadientes se vio obligada a tranquilizarse. Enseguida una alarma comenzó a sonar cerca de su cabeza y a toda prisa se metió debajo de la sábana blanca y cerró los ojos como quien no quiere la cosa.
Al minuto la puerta de su habitación se abrió y entró una enfermera.
-Ay Dios, de nuevo una hemorragia-dijo y volvió a salir corriendo.
Keren abrió los ojos de golpe y se dio cuenta que la venda de su hombro estaba empapada de sangre y se mordió la lengua.
Maldijo entre dientes y suspiró.
Momentos después, escuchó la perilla de la puerta girar lentamente y miró al techo, en espera de la misma enfermera.
Sin embargo, no era ella. Volteó el rostro hacia la puerta y se precipitó en la camilla. Se levantó de un salto y se situó en el rincón de la habitación con una de las agujas del suero en sus manos, usandola como posible arma.
-¡Lárgate de aquí, te lo advierto!-le espetó a Set, quién la miraba con desdén.
Él cerró la puerta al entrar y la aseguró con llave.
Su rostro estaba rojo y tenía la nariz morada con una bandita encima. Sus labios estaban partidos y tenía muy mal aspecto.
Su cabello rubio estaba tan desordenado que bien podría hacerse pasar por un vago y cojeaba de una pierna.
Arqueó una de sus cejas rubias y la miró con sus ojos aqua con expresión burlona pero después dejó de verla de esa manera y miró a sus pies.
Cuando alzó la mirada, su expresión había cambiado totalmente: Había arrepentimiento en sus ojos.
Ella flaqueó por un segundo pero retomó la compostura y estrechó los ojos en su dirección.
-No quería lastimarte, Keren. En lo absoluto.
-¿Qué?-preguntó ella con ironía-me trataste de partir el cuello y después me lanzaste un maldito cuchillo. Si eso no es querer matarme, entonces dime que significa.
Y se tocó el cuello para hacer énfasis en su queja, que por cierto le dolió como mil demonios y alzó la aguja con recelo.
-Trenton me dijo que somos primos y que tu padre asesinó al mío. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué te abrazara y no hiciera algo al respecto?-hizo una mueca y se sentó en la camilla.
-O sea que hacerme daño era fundamental para desquitarte-masculló con repugnancia-me das asco, Set. Yo no tengo la culpa de lo que pasó hace años y tampoco tú.
-Actúo de acuerdo a lo que siento al momento.
-Pues me vale mierda. Mi vida estuvo e peligro por tu maldita culpa y eso no lo voy a tolerar.
-Tu hermano me golpeó todo lo que quiso-siseó.
-¡Porque me defendió, pedazo de imbécil!
-No me grites y tampoco me insultes-le advirtió. Un músculo palpitó dentro de su mejilla y respiró hondo.
-Ni si quiera me has pedido una disculpa.
-No lo haré. No te hagas ilusiones-se levantó de la camilla y se aproximó a ella.
-Si das un paso más, te sacaré los ojos-lo amenazó con la aguja lista para atacar.
Pero Set continuó caminando lentamente hacia ella. Cojeaba un poco y eso ocasionó que Keren bajara la guardia.
En cuanto él estuvo a su lado, Keren soltó la aguja y le echó los brazos encima.
Set le besó el cuello y le acarició la espalda con calidez.
Una de sus manos viajó hacia sus hombros y ella aulló de dolor y se estremeció entre sus brazos.
-Iré por una enfemera. Te vas a desangrar-le susurró al oído. Lo vio salir por la puerta y ella se sentó en la camilla con aguja en sus manos.
¿Por qué había flaqueado? ¿Por qué no lo golpeó con todas sus fuerzas y le sacó los ojos?
Le resultaría muy difícil lograr hacerle daño a ese chico rubio y de ojos aqua que tanto la volvía loca. A pesar de que él ya la había lastimado, ella no podía lastimarlo. No podía.
Ella no podía pero su hermano y su padre sí, y no solo lastimarlo, sino matarlo.
Una sensación escalofriante le recorrió el cuerpo ante la idea. Si su hermano le había llamado a su padre, era muy probable que vendría a matar directamente a Set.
A los pocos minutos, la misma enfermera entró corriendo con un doctor.
El doctor y la enfemera comenzaron a hablar en alemán demasiado rápido como para que ella pudiera entenderlos.
-Dame eso, cariño-le dijo el doctor, tratando de hablarle en inglés.
-Puedo entenderlo perfectamente en alemán-le explicó Keren.
-Es un buen presagio entonces-suspiró el doctor en su lengua natal-ahora, dame esa aguja y relájate.
Keren asintió y le entregó la aguja a la enfermera.
-Ese hombro necesita otra sutura-le informó con el ceño fruncido.
-No es necesario-se negó, contrariada.
Pero doctor no le hizo caso y comenzó a quitarle la venda teñida de rojo. Se la dio a la enfermera y esta la tiró a un cubo de basura rápidamente.
Keren alcanzó a ver un carrito metálico con pinzas, aguja especial de sutura, hilo, vendas, alcohol, algodón y pastillas.
-¿Puedes resistir o quieres que te anestesiemos el brazo?
-Puedo resistir-apretó los dientes cuando el doctor le quitó los puntos mal puestos y le limpió la herida con alcohol y algodón.
Mientras tanto, del otro lado de la puerta, Set escuchó los gritos de dolor de Keren al ser suturada sin anestesia y apretó los labios y cerró los ojos.
Golpeó la pared con el puño y su respiración se precipitó.
Le dolía verla sufrir.
Le dolía verla llorar.
Pero, ¿por qué la había lastimado y después se sentía tan miserable?
¿Acaso se estaba volviendo de verdad demente?
Gruñó y se negó rotundamente a continuar escuchando los alaridos de Keren.
Regresó cojeando a su habitación y se recostó en la camilla un rato más.
Era curioso que nadie del hospital se diera cuenta de su ausencia y optó por descansar un momento antes de largarse de ahí.
Tenía un asesinato pendiente.
Y para llevarlo acabo, tenía que recuperar fuerzas.
Matar a Adam Peitz.
Sería la primera muerte a sangre fría que ejecutaría. Y se sintió bien por ello.
Tiempo después, viendo el reloj del techo, se quitó el camisón de hospital y buscó su ropa. Obviamente no la encontró por ninguna parte y decidió salir completamente desnudo al pasillo, donde muchos doctores, pacientes y familiares de los pacientes andaban por ahí.
Muchas señoras ancianas gritaron, y los señores se rieron pero las mujeres de edad madura (no tan grandes) se deleitaron al verlo pasar casualmente por los pasillos. A pesar de estar golpeado y cojear de una pierna, Set provocó admiración en todos los presentes y desasosiego en los doctores y enfermeras.
Se alejó un poco más, hasta el área de limpieza donde no había nadie a la vista y fue interceptado por alguien.
-Señor Rex, usted no puede andar desnudo por todo el hospital. Vuelva a su habitación-le dijo una enfermera con aire petulante.
Él la miró a los ojos y esbozó una sonrisa.
-Lo siento, pero ya debo ir a casa y si no quieres que haya una masacre, dame ropa de mi talla y me iré sin provocar ningún daño.
La expresión de la enfermera vaciló y se cruzó de brazos.
-Hijo, no digas tonterías y vuelve a tu habitación asignada o si no llamaré a los de seguridad. Tú no debes estar caminando sin ropa en los pasillos, esto es un hospital...-la mujer se quedó a media frase tras sentir un dolor agudo en el estómago. Horrorizada, bajó la mirada y vio que en su ombligo estaba clavado un palo de madera y que se iba incrustando poco a poco más al fondo. Alzó la mirada y se encontró con Set, sonriendole fríamente y sujetando el otro extremo del palo de madera.
Enseguida él corrió hacia ella y la estampó a la pared con fuerza, provocando que la pobre mujer apenas y gritara del horror.
La sangre de la enfermera manchó su pulcra ropa blanca y cayó de rodillas al suelo, sujetando el palo.
Pero él continuaba empuñando el otro extremo con aire demencial.
-No te... te saldrás con la tuya... -balbuceó ella, vomitando sangre y tosiendo.
Set había actuado tan rápido que se sorprendió en la manera en que maniobró aquel palo de escoba que encontró en la pared. Había pensado lanzarle la botella de cloro o ácido a la cara pero no tenía todo el tiempo, pero al parecer, su nueva idea fue más impresionante.
-No quiero problemas-le dijo y colocó uno de sus pies sobre el pecho de la mujer para hacer palanca y sacarle el palo del estómago.
La mujer abrió los ojos como platos al momento en el que él sacó el palo de sus entrañas y cayó al suelo de bruces, muerta.
Set, por su parte, cogió a la enfermera de los brazos y la arrastró hasta el interior del cuarto de limpieza. Encendió la luz luego de dejarla sobre los aromatizantes y divisó ropa vieja y gastada en una silla.
Se acercó y la olfateó. Estaba limpia y le pertenecía al que hacia la limpieza en todo el lugar.
Sin pensarlo dos veces, se puso la ropa y cerró la puerta con seguro.
A pesar de que la sangre de la mujer quedó en el suelo, se fue corriendo por una entrada trasera del hospital que a lo mejor daba con la salida y fue demasiado cuidadoso al no llamar la atención.
Bajaba la mirada cada que se cruzaba con doctores o enfemeras y miraba sus pies al caminar como si fuera la persona más inocente y tímida del mundo.
Cuando se cercioró de que no había nadie a la vista, echó a correr por un extenso pasillo con luz tenue, en la que casi no podía ver.
-¡Hey!
Se detuvo en seco cuando alguien lo llamó a sus espaldas.
Controló su respiración y volteó lentamente hacia esa persona.
-Tú debes ser el nuevo conserje, ¿no?-era un sujeto de edad avanzada que casi no tenía cabello pero si mucha barba blanca. Sonreía genuinamente y tenía la misma vestimenta que Set solo que más grande-Jasper me contó que iba a entrar un nuevo pero no pensé que tan pronto. Que bueno que llegaste, hay mucho por hacer.
Set trató de devolverle la sonrisa pero no pudo. Sus labios formaron una extraña mueca y asintió.
-Soy Cam-se presentó, usando un nombre falso-me mandaron a llamar a la salida. Un niño vomitó y tengo que ir a limpiarlo, a menos que quieras hacerlo por mí.
Aquello sonó demasiado grosero, pero al anciano pareció encontrarle mucho humor porque empezó a reír.
-Muchacho, la salida está por aquí-le indicó el anciano con el dedo la dirección contraria.
-Habermelo dicho antes, gracias-se obligó a sonreír y pasó junto a él con rapidez.
Atravesó de nuevo aquel pasillo fúnebre y encontró una puerta corrediza. Dudó un poco antes de abrirla y suspiró.
Le dolía la pierna y el cuerpo entero.
Se recargó un instante en la puerta y entró.
Apareció justo en el área de espera y relajó los hombros al caminar cojeando por el pasillo, rumbo a la salida.
Y enseguida recordó a Keren que se hallaba en su habitación. Aunque no podía llevársela, tenía que hablar con ella y decirle que se iría y regresaría después a traerla.
Evitó a toda costa ser visto por las personas a la cara y llegó casi jadeando a donde Keren se hallaba.
No tocó, sino entró a la fuerza sin importarle nada.
Asomó la cabeza primero, no había nadie, solo ella, así que cerró la puerta tras de sí y la aseguró.
Ella dormía. Su hombro tenía un vendaje nuevo y tenía de nuevo el suero en los brazos.
-Despierta-susurró, inclinando su rostro a ella-necesito hablarte.
-Bésame-murmuró entre sueños.
Él se quedó pasmado unos segundos.
No tenía tiempo que perder en ridiculeces; por lo que se alejó de ella y resopló.
-No tengo humor para besarte.
-Yo sí-dijo, en un siseo. Sus ojos estaban cerrados y sus labios ligeramente abiertos.
-¿Si te beso, vas a levantarte?
Ella asintió.
-Algo me dice que no estás dormida y estás haciéndolo para que te bese-estrechó los ojos y se acercó de nuevo a ella. Sin embargo, Keren no se movió y tampoco habló-bueno, no importa. Te besaré de todas formas y no es porque me lo pides, sino porque yo tengo deseos de hacerlo.
La ventana que había en la habitación dejó entrar un aire fresco que despeinó a ambos.
Set se relamió los labios y se inclinó hacia adelante para besarla.
Presionó sus labios sobre los de ella con los ojos cerrados. Cuando el beso se intensificó, se animó a abrir un ojo y se dio cuenta que ella lo estaba mirando fijamente mientras lo besaba. Le había puesto los brazos alrededor del cuello con fuerza.
Keren despegó un poco sus labios y se los mordió con rudeza. Entonces Set gruñó y se echó para atrás pero los brazos de ella lo detuvieron.
-Mi turno de hacerte daño, cariño-le dijo ella y él no supo a que se refería cuando sintió un dolor espantoso en el cuello.
Keren le había clavado la aguja de anestesia debajo de la mandíbula y lo empujó de una patada.
Él trastabilló hacia atrás, sujetandose el cuello. Tiró la aguja al suelo y comenzó a mirar borroso.
-¡Qué me has hecho!-le gritó, furioso.
-Agradece que es anestesia y lo que te haré a continuación no te dolerá. Bueno, solo hasta que despiertes.
La visión de Set se volvió nula y nebulosa. Retrocedió alarmado por primera vez en su vida y trató de llegar a la puerta. No obstante, la anestesia estaba surgiendo efecto en su cuerpo demasiado rápido.
Con lo poco que aun alcanzaba a ver, notó que Keren se acercaba a él sigilosamente.
-Espera, ¿Qué pretendes hacer conmigo?-preguntó, arrastrando las palabras. Sus párpados le pesaban al igual que su boca.
-Lo averiguarás cuando despiertes-le contestó ella con voz cantarina.
Una vez que Set perdió el conocimiento, Keren a regañadientes lo arrastró hasta la camilla y le quitó la playera extraña que llevaba puesta y lo colocó boca abajo.
El dolor que le provocó en el hombro al arrastrarlo tuvo que aguantarlo, puesto que quería venganza.
Recogió la aguja del suelo y se sentó a horcadas en él, sobre su espalda baja y suspiró.
Jugó con la aguja en lo que pensaba que hacer. Le haría un tatuaje casero. Uno que él jamás olvidaría pero no sabía que ponerle.
¿Un dibujo? ¿Una frase? ¿Una grosería?
¿Y si mejor un dibujo, una frase y una grosería al mismo tiempo?
Sonrió complacida y se inclinó sobre su perfecta espalda blanca como la porcelana y llena de pecas y lunares que subía y bajaba lentamente.
Recorrió su piel con la punta de la aguja y se detuvo justo debajo del omoplato izquierdo.
Comenzó a escribir en su espalda, repintando con fuerza a cada letra. Y a cada línea, salía sangre de la piel a borbotones.
La carne comenzó a tornarse rosa y después roja, acompañada de sangre. Keren se dijo a sí misma que eso que estaba haciendo no era nada comparado con lo que él le había hecho. Por consiguiente, continuó escribiendo en su espalda como si se tratara de una hoja en blanco.
Quince minutos después, Set yacía en el mismo sitio escurriendo sangre de su espalda y anestesiado.
En su espalda decía: "Soy un hijo de perra, el más imbécil del mundo y amo hacerle daño a los demás. Pero muy en el fondo soy un chico bueno y bobo." Y debajo de aquel escrito, ella dibujó un corazón flechado con una flecha.
Y en la parte baja, en letras casi inteligibles, puso: "Soy propiedad de Keren P."
Esbozó una sonrisa llena de gozo y tiró la aguja al cubo de basura. Una fuerte punzada de dolor la hizo quedarse quieta un rato antes de levantarse e ir a quitarle el seguro a la puerta.
Agarró la botella de alcohol que había en la mesita y se recostó en la camilla otra vez.
Esperaría a que la anestesia concluyera para echarle el alcohol en la espalda de Set para que sientiera en fabuloso infierno del dolor.
Era fantástico que en toda una hora ningún doctor o enfermera se hubiese atrevido a echarle un vistazo. Solo esperaba que a su hermano no se le ocurriera llegar en el momento más inoportuno.
A pesar de que le dolía el hombro y las clavículas, tenía la fuerza suficiente para defenderse.
Miró a Set una vez más y no pudo evitar soltar una carcajada.
-Te dolerá hasta querer estar muerto, mi amor-le dijo al rubio con frialdad-a mí nadie me pone la mano encima sin tener un castigo de vuelta.
La cabeza de Set estaba estampada al suelo y su cabello rubio desordenado. Sus largas pestañas claras descansaban en sus mejillas sonrojadas y su respiración era tranquila.
Keren casi saboreaba el delicioso momento en el que él abriera los ojos y ella le echara encima la botella de alcohol.
Tiempo después, alguien llamó a la puerta y alcanzó a percibir un gruñido por parte de Set.
Nerviosa, se aclaró la garganta y preguntó quién era.
Y la puerta se abrió sin previo aviso, apareciendo a través de ella el rostro preocupado de su hermano gemelo; quién entornó los ojos al ver a Set en el suelo.
-¡Tranquilo!-siseó ella y le instó a pasar rápidamente-cierra con seguro.
-¿Qué demonios hace este imbécil aquí...? Oh por Dios... ¿Qué le pasó en la espalda?-hizo una mueca de asco y lo rodeó para abrazarla-¿Cómo estás tú, preciosa?
-Yo estoy bien. No te preocupes-le aseguró y él la besó en la frente-solo quiero que estés presente para el espectáculo.
-¿Qué planeas hacer? ¿y qué le hiciste?
-Lo anestesié y con una aguja le escribí algunas cosas en la espalda pero no puedes verlas por la sangre. Solo estoy esperando a que despierte para que el show de inicio-le mostró la botella de alcohol y Adam curvó una de sus comisuras de la boca hacia arriba, un gesto de complicidad-creo que ya va a despertar.
Set gruñó una vez más y tosió.
-Lo haré yo-le dijo su hermano, quitándole la botella-apartate.
La ayudó a levantarse y la situó cerca de la puerta si en caso Set se ponía violento.
En cuanto Adam dio un paso a Set, el rubio abrió los ojos y trató de incorporarse. Le dolía la cabeza y todo le daba vueltas. Se alzó con ayuda de sus brazos y vomitó crudamente en el suelo. La anestesia estaba saliendo de su cuerpo y cuando intentó curvar la espalda un ardor insoportable lo hizo caer sobre su vómito.
-Que empiece la fiesta-le oyó decir a Adam, el maldito hermano de Keren; quién lo miraba desde arriba.
Set frunció el ceño y balbuceó.
-¡Alejate de mí!
-No se va a poder-dijo y sonriendole, abrió la botella de alcohol y se la roció encima de la espalda, donde su carne estaba al rojo vivo.
Set se quedó livido un segundo y después se retorció en el suelo. Dio de puñetazos hasta que sus nudillos se tornaron rojos y vociferó un sinfín de groserías alemanas. Pero Adam le terminó de echar el alcohol y abrazó a su hermana, protegiendola con su cuerpo.
Set apenas y lograba respirar.
-¡Qué me han hecho!-bramó, con la respiración entre cortada.
Y se llevó una mano a la espalda y dio un respingo de dolor. Su mano se manchó de sangre y entornó los ojos. Miró a los gemelos y juntó las cejas.
-¡Qué me hicieron, pedazos de...!
Y Adam le cerró la boca de una patada.
El escándalo provocó que varios doctores y enfermeras entraran de imprevisto a la habitación y se quedaran horrorizados ante la escena.
-¡Él entró a atacarme y yo me defendí!-se quejó Keren, abrazando a su hermano.
-Y yo tuve que someterlo-explicó Adam, mostrándose sereno.
-Las cámaras captaron al asesino de Violet-dijo en un hilo de voz una de las enfermeras en inglés-¡Es él! Hay que llamar a la policía.
-¿Asesino?-preguntaron los hermanos con sorpresa.
-Sí. Las cámaras captaron que un sujeto desnudo atacó a una enfermera y dejó su cuerpo en el cuarto de limpieza. Luego se hizo pasar por el nuevo conserje y ya lo hemos localizado-dijo el doctor con los pelos de punta y titubeando, puesto que le costaba hablar inglés.
-¡Traigan a los de seguridad! ¡Hay que llamar a la policía!-exclamó la misma enfermera, haciendo un alboroto afuera.
-Necesita ayuda médica-argumentó el doctor-¿Qué le hicieron?
Keren se mordió los labios y suspiró.
-Pasa que él entró sin permiso a mi habitación mientras yo dormía y pues cuando noté que había alguien conmigo y que no tenía buenas intenciones, le clavé la aguja que suministraba la anestesia por lo de mi cirugía y cayó desmayado-comenzó a decir lo más serena posible-y como quería hacerlo sufrir, me escribí con la aguja algunas cosas en la espalda para que cuando despertara, le doliera al contacto con el alcohol. Pero llegó mi hermano a prote...
-¡Con eso basta! Ahora el sujeto será atendido en urgencias y después será enviado a prisión-argumentó el doctor.
Boquiabiertos, asintieron y vieron como los de seguridad y doctores sacaban a Set aullando de dolor y casi convulsionado.
Por una milésima de segundo, a Keren le rompió el corazón verlo así pero seguida recordó lo que él le había hecho y se tranquilizó.
-¡Dejenlo! ¿Qué hacen? ¡Es mi hermano!-chilló Beatrice afuera de la habitación mientras sacaban a Set.
-Calmate-le sugirió Adam con aspereza.
-¿Qué le pasó?-se ruborizo al momento de verlo a los ojos.
Y él también. Hubo cierto rubor en sus mejillas al mirarse a la cara.
-Intentó atacar de nuevo a mi hermana-explicó Adam.
-¿Qué?
-Y por el bien de él, será mejor que se muera-interpuso Adam con seriedad. Sus labios eran una fina línea recta.
-¿Por qué no mejor se marchan ustedes a su país y nos dejan en paz?-inquirió Beth con veneno.
-¿Y si no queremos irnos, qué? ¿nos golpearás?
Keren frunció el ceño al verlos pelear de esa manera.
-¿Qué pasa entre ustedes dos?-quiso saber.
Ambos cerraron la boca y negaron con la cabeza.
-Adam está molesto porque no quise casarme con él.
-¿Qué?-Keren entornó los ojos y miró a su hermano.
Él se encogió de hombros.
-No lo decía en serio, idiota-le espetó a Beatrice-además yo no te quiero. Me niego a quererte después de enterarme de que tu maldito padre fue el culpable de la muerte de mi madre.
100 votos y sigo:)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro