45
En todo el resto del día, Keren se la pasó encerrada en su habitación, maldiciendo y detestando a Set con todas sus fuerzas.
¿Qué culpa tenía ella de los errores de su padre?
No podía concebir que su padre y el padre de Set fueran familiares. Eran familia, ¡familia!
Y ella se había involucrado con su primo.
De solo pensarlo sintió que iba a desmayarse.
Quizá aquello del parentesco de sangre no le hubiese importado, porque a decir verdad, cuando se pobló la tierra; hubo mucho incesto y no fue importante. Pero lo que si la tenía estresada era la manera en la que Set la había mirado, hablado y amenazado. Él siempre era así, pero con ella no. La trataba muy lindo, incluso en el momento íntimo. Pero ahora parecía odiarla de verdad. Aborrecerla y desaparecerla para siempre.
Se acostó en la cama y abrazó un peluche que le pertenecía a Beatrice y suspiró, obligándose a no llorar.
Minutos después, decidió mandarle un mensaje a su hermano:
"Te extraño. Háblame."
Y dejó su teléfono junto a la almohada para estar al pendiente de la contestación. Pero jamás llegó. Esperó por más de una hora y su teléfono no sonó ni vibró. Era como si Adam la hubiese ignorado y se sintió más sola que nunca.
Reenvió el mensaje varias veces y continuó esperando el mensaje de respuesta y no ocurrió.
Abrumada, optó por llamarlo pero no entraba la llamada. Estaba fuera de servicio o quizás lo tenía apagado.
Al cabo de quince minutos, su estómago rugió hambriento y se dio cuenta que estaba oscureciendo. No tenía ánimos de salir a buscar comida, lo que ella quería era volver a casa. Ya no deseaba estar ahí.
La puerta de la habitación se abrió de repente y se puso alerta, se levantó de la cama de un salto y se puso en posición de defensa por si en caso era Set, quién le había informado que la mataría o le haría pagar la patada en la entrepierna y el puñetazo.
-Supongo que ya no quieres estar aquí, ¿no es así?-era Trenton Rex. Su actitud estaba estable y aparentemente se hallaba en sus cinco sentidos-Keren, hija, lamento tanto que te enteraras de la verdad de esta manera. Yo perdí el control y provoqué que Set se enfadara contigo. Voy a tratar de hablar con él al respecto...
-No. No lo haga señor Rex-interrumpió ella-voy a llamar a mi familia y me iré lo antes posible de aquí.
Trenton asintió y avanzó dentro de la habitación con cautela.
-Quisiera hablar contigo sobre tu padre-se revolvió incómodo frente a ella. No sabía donde poner las manos y donde mirar. Estaba incómodo y ansioso.
Keren apretó los labios y cerró la puerta para hablar en privado. -¿Qué quiere saber de él?-interrogó, a la defensiva.
-¿Cuándo salió del centro de rehabilitación? Tenía entendido que jamás saldría-argumentó.
Keren no sabía que responderle. No estaba segura si confiar en él y decirle que su hermano lo había ayudado a salir ilegalmente de ahí.
-Puedes confiar en mí, pequeña. Egon y yo fuimos buenos amigos hace muchos años y lo aprecio.
-Eh, pues-titubeó-mi hermano hizo un... papeleo... -mintió-y logró sacarlo de ahí hace unas semanas. Él está libre ahora y vive con nosotros, en la casa de mi tío Gabriel y tía Caroline.
-Oh, Gabriel y Caroline se casaron-un brillo de alegría cruzó sus ojos-que felicidad.
-Sí. Y tuvieron a Allen, el bebé de mis ojos-sonrió, recordando el rostro de su primo cuando reía y lo echó de menos.
-Allen-repitió Trenton-lo llamaron como el segundo nombre de Egon-suspiró, complacido.
-En efecto.
-¿Y cómo están? ¿Viven bien?-se mostró muy interesado y feliz de saber de ellos.
-Últimamente habían estado teniendo conflictos Adam y tío Gabbe, ya que mi hermano estaba yéndose a malos pasos-le explicó-pero con la llegada de papá, creo que todo está cambiando o al menos eso deseo que suceda.
-Tu hermano mellizo-replicó él, mirando al vacío-yo los abracé una sola vez a ambos. Eran pequeñitos.
-Somos gemelos-le corrigió, sonriendo-pero no entiendo por qué jamás nos hablaron de ti. De haberte al menos conocido en fotos o conocer tu nombre, me habría acordado de ti y esta platica la hubiésemos tenido desde antes.
-Probablemente pensaron que no volveríamos a encontrarnos-contestó y suspiró.
-¿Es cierto eso de que mi padre y el padre de Set fueron familia?
-Sí. Es cierto-dijo con pesar-y tu madre y mi esposa fueron mejores amigas en el Instituto.
-¿En serio?-se sorprendió.
-Y yo también-esbozó una sonrisa-primero yo estaba enamorado de Shelby pero apareció Egon y me enamoré de Lola.
-No entiendo por qué hasta ahora me dice todo esto-dijo ella, molesta.
-Desconocía tu apellido-explicó.
-Peitz Cash-argumentó Keren.
-¿Te das cuenta que Set y tú son primos?
Aquella pregunta era la que ella había estado esperando y asintió con tranquilidad.
-Él me dijo que han estado íntimamente juntos, hija.
-Eh... -Keren rápidamente enrojeció de toda la cara y sintió mucha vergüenza.
-Tranquila. No te sulfures, es algo normal. Pero como he dicho, ambos son familia y no creo que sea buena idea que sigan frecuentandose de esa manera-le advirtió Trenton con seriedad-puesto que si Egon se entera, querrá matar a Set y conociendo a mi hijo, es probable que también responda de la misma manera salvaje que tu padre.
-Mi papá no es un mal hombre. Su pasado quedó atrás-lo defendió-Set debe entender que lo que pasó hace tiempo ya no tiene caso recordarlo. Mi padre asesinó al suyo por alguna razón. Ambos eran asesinos y para que algo así sucediera, tuvo que haber una causa-se cruzó de brazos.
-Norman White quería matarnos a todos. Él mató a mi padre solo porque nos ayudó a huir y no por eso odié a su hijo, incluso lo crié como mío-sonrió débilmente-Set es la copia exacta de Norman.
-Pues Set es un estúpido y mal gradecido. Yo estuviera muy agradecida con usted si hubiera hecho lo mismo conmigo-farfulló, muy enojada.
-Tal vez no reaccionarías de la misma manera si supieras que Trenton solo hace las cosas a su conveniencia-interrumpió Set en la puerta. Ninguno de los dos lo escuchó entrar y se sobresaltaron.
-Estoy hablando con el señor Rex, lárgate de aquí-le ordenó ella con la mirada oscurecida de rabia-¡Vete, maldita sea!
-¿Me estás dando órdenes?-se plantó frente a ella. Pero Keren se levantó de donde estaba y lo enfrentó con la barbilla en alto.
-Sí. Te ordeno que saques tu trasero de aquí-gruñó y señaló con su dedo la puerta-fuera.
Set estrechó los ojos y miró a Trenton para después mirarla a ella.
Avanzó un paso adelante, tratando de intimidarla pero Keren ni si quiera se movió de su lugar y Trenton se levantó enseguida muy alarmado.
La nariz de Set rozó con la de ella y después su frente con la suya.
-Eres muy valiente, Peitz. Pero esta es la última vez que tratas de humillarme-le dio un empujoncito con el dedo anular en el hombro. Ella retrocedió un poco sin perder el equilibrio.
Y dicho eso, el rubio giró sobre su eje y abandonó la habitación, cerrando la puerta con mucha fuerza.
Keren se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y se centró de nuevo en el señor Rex, quién la miraba con la boca abierta y los ojos entornados.
-¿Cómo has podido hacer eso?-le preguntó él.
-¿Qué cosa?-frunció el ceño y ladeó la cabeza.
-Hablarle de esa manera sin que te golpeara.
-¿Eh?
-Set tiene un carácter pésimo, como el de su padre y tanto Lola y yo nunca pudimos contra él. Y ahora tú, una chiquilla que vino desde lejos ha logrado domarlo un poco-alzó las cejas-oye, quizá se deba a tu ascendencia.
-¿A mis padres?-él asintió emocionado.
-Por supuesto. Tu mamá tenía el "poder" de calmar a Egon cuando se le metía la locura, le costó mucho hacerlo pero lo logró. Sin embargo, tu lograste hacerlo sin ningún esfuerzo.
-Lo que Set necesita con urgencia es que alguien le pare el alto. Yo no estoy acostumbrada a que me traten con la punta del pie. Mi hermano me enseñó que valgo mucho como para dejarme pisotear por los demás-parpadeó muchas veces, alejando las lágrimas ante el recuerdo de Adam-él y mi tío Gabbe me enseñaron a respetarme a mi misma y a darme a respetar.
-Y sumándose a la cuenta que Shelby era muy temperamental...
-Mi madre fue una mujer excepcional.
Continuaron charlando diez minutos más acerca de lo extraordinaria que era Shelby; hasta que Trenton dio por concluido el tema al invitarla a comer algo.
-Te invito a cenar fuera de aquí, hija-le dijo-sé que tienes hambre.
-¿Qué hay de Set?
-Set no está.
-¿Cómo sabe?
-Escucha-se quedó en silencio-en la casa se siente paz y tranquilidad. Esa es la señal de que él ha salido.
-¿Y no vendrá la policía a entregar el cuerpo de la señora Rex?-preguntó y enseguida se arrepintió.
-No creo. Además los he llamado y les di instrucciones de que la enviaran a una funeraria donde la tienen que cremar-respondió, lo más tranquilo posible-así que no hay ningún problema en salir ahora. Mañana la traerán, no te preocupes.
-Está bien-aceptó-me pondré un suéter.
-Voy a estar allá abajo.
Vio al señor Rex marcharse y suspiró hondo.
Buscó un suéter entre sus cosas y se lo puso. Recordó su teléfono y lo cogió, ilusionada de haber recibido un mensaje por parte de Adam pero como pensó, no había respuesta. Así que dejó su teléfono dentro de su mochila y salió al pasillo.
Se arregló con los dedos la maraña de cabello y bajó las escaleras titubeante.
Sin embargo, la escena que presenció a continuación la dejó petrificada y horrorizada.
Set tenía estampado a Trenton en la puerta principal, con sus dedos manos alrededor de su cuello con toda la intención de matarlo. Rex intentaba sin éxito empujarlo y gritar pero las manos de Set le impedían hacerlo. Keren le vio el rostro rojo a Set y sus ojos aqua casi negros mirando fijamente a su víctima. Gruñía como un animal y si ella no intervenía, Trenton Rex moriría.
-¡Déjalo en paz!-gritó, encolerizada y corrió con rapidez hacia ellos-¡Sueltalo, vas a matarlo!-agarró a Set de la espalda, y usando todas sus fuerzas, tiró de él hacia atrás y logró que una de sus manos se soltara del cuello de su padre.
-¡No te metas!-le vociferó en respuesta y la empujó con la mano hacia atrás, tirandola al suelo.
Ella logró escuchar como se iban quebrando los huesos de la tráquea del señor Rex y de pronto sintió una sensación extraña en su cuerpo, que la obligó a levantarse del suelo y embestir a Set por la espalda, dándole un golpe crudo en la columna con su puño y después una patada en su cadera.
Set no gritó, pero hizo una mueca de dolor y soltó a su padre para encargarse de ella.
-¡No debiste hacerlo!-y dicho eso, se le fue encima. Keren rodó por el suelo y gateó hacia la cocina pero Set fue más rápido y la agarró de las piernas, jalandola hacia él.
-Cumplo mis promesas-le advirtió ella, iracunda.
-Suerte que yo también, cariño-y sus fuertes manos se desplazaron hacia su femenino cuello-ahora ocuparas el lugar de esa asquerosa cucaracha que trató de criarme como un hijo.
La ventaja que ella tenía era que sus uñas estaban largas y aprovechó a rasguñarlo y a pellizcarlo con todas sus fuerzas mientras que él luchaba con romperle el cuello. -¡Es una niña, Set!-gritó Trenton pero no se atrevió a intervenir.
Keren continuaba luchando para que las manos de Set no se cernieran en torno a su cuello pero al cabo de unos segundos de forcejeo, sintió la obstrucción de oxígeno.
Set ignoró a Trenton y centró su atención en Keren, quién se resolvía bajo sus manos con desesperación.
-Te entregué mi cariño y ahora quieres matarme-logró decirle ella, intentando respirar-es... una lástima... que me mates de esta manera. Si eres un hombre... pelea. Pelea limpiamente.
-Es lo que hago, cariño mío, pelear limpiamente-le informó, al tiempo que apretaba más el débil cuello de la fémina.
Se oyó de pronto el sonido de algo quedándose y a continuación Set sintió un fuerte dolor de la cabeza insoportable. Una sustancia liquidada se deslizó por su cuello y cayó sobre la ropa de Keren.
Sangre.
Volvió el rostro hacia atrás y divisó a Trenton con un florero a la mitad en las manos. Su respiración era nula y estaba a punto de tener una rabieta.
-¡Te he dicho que la sueltes!-le espetó y le propició otro golpe con el mismo florero pero esta vez Set se incorporó, liberando a Keren y dándole tiempo para recuperarse.
Ella se alejó casi a rastras y tosió. Le dolía todo el cuello y le ardía la garganta al respirar desesperadamente.
Mientras que el rubio, escurriendo de sangre, acorralaba de nuevo a Rex en la puerta y esta vez lo masacró a golpes.
Trenton también le devolvía los puñetazos pero no con la misma intensidad que el rubio.
Esa noche era un caos total.
Y a Keren no le gustó en lo absoluto.
-¡Matame si tanto deseas hacerlo! Pero no toques a la chica, ella no tiene la culpa de tu locura-le oyó decir a Trenton entre balbuceos.
-¡Norman White! Si no sueltas a ese hombre llamaré a la policía-gritó Keren con todas sus fuerzas y cogió el teléfono que estaba junto al sofá.
Set se quedó quieto por un instante.
-Definitivamente quieren morir los dos esta noche-replicó con voz áspera.
Trenton, lleno de sangre, se desplomó al suelo completamente desmayado.
-No llamaré a nadie, solo si prometes tranquilizarte-masculló ella.
-No prometeré nada-gruñó, golpeando la pared con el puño.
Fuertes temblores sacudieron su cuerpo y negó con la cabeza.
-Tu madre ha muerto, Set, ¿no lo entiendes? Casi matas al señor Rex y también a mí. ¿Acaso es esta vida la que quieres?
-Tu padre mató al mío-siseó.
-Tal vez. Pero yo no tengo la culpa, ni si quiera había nacido cuando eso sucedió y tú tampoco.
Set asintió y retrocedió unos pasos de donde se hallaba desmayado Rex y se dejó caer al sofá. Tenía sangre seca en su cabeza y cuello. Al igual que en sus nudillos.
Keren se debatió entre acercarse o quedarse de pie lejos de él con el teléfono aferrado a sus manos.
-El problema no es contigo-dijo al cabo de un momento-el problema es con tu padre.
-¿Qué?
-Sí. Voy a matar a tu padre, Keren. Le haré pagar muy caro la muerte del mío.
***
Las fuertes turbulencias debido al mal tiempo, provocó que Beatrice se acurrucara más a Adam en todo el viaje y que otra vez todos los pasajeros postraran su atención a ellos.
-Abrochen sus cinturones por favor, estamos en medio de turbulencias y a pocos minutos de aterrizar en Berlín-dijo una voz por medio de las bocinas-abrochen sus cinturones por favor, estamos en medio de turbulencias y a pocos minutos de aterrizar en Berlín.
Adam se las arregló para colocar a Beatrice en su asiento y ponerle el cinturón. Ella se revolvió incómoda y volvió a echarle los brazos encima.
-Necesito ponerme el cinturón, panterita-le dijo en un susurro pero ciertamente ella estaba profundamente dormida que no lo escuchó y él forcejeó divertido con su cinturón para poder abrazarla de nuevo, aunque sea por encima de los hombros.
Por ella había soportado volar en un avión hasta el otro lado del mundo. Gastar lo que quedaba de sus ahorros solo para cuidarla y ayudarla a no caer en el abismo negro de la depresión.
Adam tampoco tenía una mamá. Desde muy pequeño tuvo una crianza distinta a los demás niños, junto con su hermana y creció feliz con sus tíos.
No sintió tanto la pérdida de su madre puesto que no la conoció y por obvias razones no tenía ningún recuerdo de ella.
Pero Beatrice sí. Creció con su madre y no era justo que alguien más se la hubiese arrebatado a la fuerza en la etapa en la que más una persona necesita del apoyo de un vínculo materno.
Nada más de verle el rostro ruborizado y algo inflamado, se le oprimia el corazón. Beatrice estaba vulnerable en ese momento.
Demasiado vulnerable.
Luego de las abrumadoras turbulencias, el avión por fin se estabilizó y comenzaron a descender lentamente.
-¿Beth, linda? Ya hemos llegado-le susurró en el oído pero ella negó con la cabeza.
-No-balbuceó y él rio.
-Vamos, despierta. O no querrás quedarte en el avión toda la vida.
-Me quedaría en en avión toda la vida si tú estás conmigo.
-De acuerdo-le acarició la mejilla y ella suspiró sin abrir los ojos-continúa durmiendo, yo me haré cargo de ti.
Poco después, cuando por fin aterrizaron, Adam esperó a que todas las personas bajaran del avión para poder echarse a Beatrice en sus brazos y bajar con ella cuidadosamente.
-Joven, ya puede bajar-le dijo en inglés una aeromoza muy guapa en tono muy casual para la ocasión.
-Gracias pero me temo que esperaré un poco más.
-¿Por qué?-interrogó la guapa mujer.
-Mi novia está dormida y no quiero despertarla.
-¿Va a esperar a que despierte para bajarla? Hay otro vuelo programado para este avión, joven-increpó la mujer un poco enojada.
-No. Estoy esperando que no haya nadie para poder cargarla en mis brazos.
-Oh-dijo la mujer, ruborizada-perdone.
Y se alejó titubeando por el pasillo hasta una compuerta.
Adam al darse cuenta que no había nadie más ahí, se tomó el tiempo necesario para quitarle el cinturón a Beth y después poco a poco cargarla en sus brazos con suavidad.
Por lo tanto, ella le pasó los brazos por el cuello y él la estabilizó en sus brazos con ternura. Beth no pesaba nada. Y era muy suave. Y olía muy delicioso a lavanda.
Se las arregló para deslizarse entre los asientos y el largo pasillo que conectaba con la puerta de salida.
Sentía la respiración de ella acariciarle el cuello y sus delgadas y femeninas manos rozandole la parte trasera de su cabeza.
Bajó con lentitud las escaleras del avión y caminó directamente al aeropuerto.
El aire acondicionado de este les despeinó el cabello y optó por recorrer gran parte del lugar hasta las sillas donde se sentó con ella en sus piernas.
-Estamos en aeropuerto-le informó-¿Qué hacemos ahora?
Beatrice abrió los ojos y bostezó, ocultando su rostro en el cuello de Adam.
-¿Dónde estamos?-preguntó con voz ronca.
-En Berlín, tu casa.
-¿Ya estamos aquí?-todo el sueño que traía encima abandonó su cuerpo por completo y entornó los ojos. Adam le sonrió con calidez al notarla despierta.
-Claro que sí. Es solo que no despertabas.
-Necesito llegar a casa cuanto antes, ¿Qué hora es?
-Según el reloj de la pared dice que son pasada la media noche.
-Entonces vámonos ya.
Beatrice se puso de pie por si sola y se mareó.
-Oye, tranquila, bella durmiente-la sostuvo de la mano y ella parpadeó, avergonzada-iremos justo ahora, pero no te apresures.
-Ya es tarde, y quiero ver a mi papá-agregó con tristeza-vámonos ya, Adam.
-Está bien. Iremos a recoger tus maletas y después pediremos un taxi.
Beatrice asintió y se acomodó el cabello antes de agarrarle la mano a Adam.
Recogieron las maletas y se dirigieron a la salidad, donde muchísimas personas aun seguían entrando y saliendo como si fuese medio día. A Adam le perturbó ver tantas personas blancas al extremo y con ojos sumamente claros.
-¿Qué pasa?-le preguntó ella.
-Nada. Es solo que veo mucha gente pálida.
-En Norteamérica hay también personas pálidas.
-Sí, pero tal parece que aquí hay más-bromeó.
-Yo no lo soy-sonrió ella y él no pudo evitar acariciarle la cara.
-Eres mucho mejor. Eres pelirroja y de piel de porcelana, toda una muñeca-la elogió-y bueno, diría que eres mía pero eso no lo tengo bien claro, ya que tú no quieres aceptarme.
-Oh, Adam. Ya hablamos sobre esto...
Pero él ya estaba aburrido de no poder besarla cada segundo del día, así que volvió a robarle un beso, callandola.
-¿Quién lo diría? Adam Peitz tratando de que una chica alemana acepte ser su novia, ¡qué locura!-la abrazó y le besó la frente.
-Yo misma voy a pedirte que seas mi novio cuando esté segura-suspiró en su pecho y anheló no soltarlo nunca.
La respuesta le agradó a Adam, por lo que esbozó una radiante y genuina sonrisa, de esas que solo hacía una vez al año o en ocasiones especiales. Desde la llegada de Beth, comenzó a sonreír de esa manera a menudo.
-Siguiente parada: Casa de Beatrice Rex-repuso Adam, haciéndole la parada a un taxi.
Sin embargo, en el trayecto a la casa de Beth, Adam sintió una opresión extraña dentro del pecho y un desasosiego espeluznante. Algo le decía que su hermana no estaba bien.
-¿Podrías decirle al chofer que vaya un poco más rápido?-le pidió a Beth y esta asintió.
Le habló hermosamente en alemán y el conductor asintió y aceleró el coche. Pero aquella velocidad no bastaba para él, Adam quería llegar lo antes posible a abrazar a su hermana.
Beatrice notó su preocupación y la apretó la mano para reconfortarlo.
-¿Estás bien?
-Sí, claro que sí-contestó, sonriendo apenas.
-Te veo deprimido-frunció sus rojizas cejas.
-No, Beth. Estoy bien, es solo que estaba pensando tonterías, nada importante-la tranquilizó con un abrazo y una caricia en el hombro-yo soy el que debería estar consolandote.
-Ya lo has hecho y por eso me siento bien.
-¿Me prometes que vas a ser fuerte?
-Lo prometo.
Asintiendo, Adam respiró hondo y miró por la ventana el resto del viaje. El sentimiento de desasosiego no lo dejó en paz hasta que llegaron a la casa de Beatrice.
Era muy similar a la de su tío Gabbe pero menos hogareña. Tenía un matiz fúnebre y nada cálido.
Beth le pagó al chofer y Adam se tomó la molestia de agarrar las maletas.
Ella comenzó a temblar y él le dio un tierno beso en los labios antes de agarrarla de la mano.
-Agarrada de mi mano nada te pasará, te lo aseguro-le guiñó el ojo-ahora abre la puerta.
De pronto, el grito de Keren resonó en el interior de la casa, justo del otro lado de la puerta.
Adam se quedó rígido en su sitio y Beatrice entornó los ojos.
-¡Jamás lograrás ponerle una mano encima a mi papá!-gritó Keren con furia. Adam jamás pensó escucharla gritar de esa manera. Pero, ¿a quién le gritaba?
-Siempre y cuando tú no interfieras en nada, cariño-le contestó la voz de un hombre. Y enseguida reconoció esa mezquina voz y algo dentro de Adam se encendió.
Soltó la mano de Beatrice junto con las maletas, empuñó ambas manos y apretó la mandíbula.
-Abre la puerta-le ordenó a Beth.
Pero esta se quedó pasmada, mirándolo.
-¡Abrela, he dicho!-siseó.
Y ella obedeció con desdén.
Y al momento que se abrió la puerta, Adam y Beth presenciaron una escena grotesca.
Vieron a Trenton tirado en la entrada con el rostro casi desfigurado y ensangrentado y a Keren con un cuchillo en la mano, arrinconada por un tipo alto, fornido y rubio.
En cuanto ambos hermanos gemelos cruzaron miradas, supieron que todo iba a estar bien. Estaban juntos y se protegerian como siempre lo habían hecho.
Adam ni si quiera le dio chance de que el tipo rubio se diera la vuelta para encararlo, sino que entró como una bestia y lo agarró de la parte trasera del cuello y lo lanzó varios metros por encima del suelo, tirandolo justamente sobre el inicio de las escaleras.
-¡Adam!-chilló su hermana y le echó los brazos encima. Adam la abrazó como nunca y le entraron ganas de despedazar a ese hijo de perra.
Beth soltó un grito cuando su hermano gruñó al incorporarse.
-¿Te lastimó? ¡¿ese hijo de puta te tocó?!-le exigió saber a su gemela pero ella estaba temblando.
-Set, ¿Qué has hecho?-le preguntó comenzando a llorar-¡Golpeaste a papá y casi matas a Keren!
-Cállate. Tú no sabes nada-la agarró del cabello y la tiró al suelo con odio.
Y Adam saltó un grito gutural antes de irsele encima a Set.
-He estado esperando esto por mucho tiempo-dijo Set al ver a Adam correr hacia él.
-¡No!-gritaron ambas chicas y corrieron a interponerse entre ambos.
Adam por instinto se detuvo al ver a Keren en medio pero Set continuó avanzando sin importarle que Beatrice estaba frente a él.
-Así que este es Adam Peitz-rio el rubio con diversión y apartó a su hermana con violencia para acercarse a él. Pero la que no se movió fue Keren, se negó a apartarse de los brazos de su hermano-buenos brazos, buena condición física, buena altura... uhmm.. y muy buena hermana tienes.
-Cierra tu asquerosa boca o no querrás que te la parta para que jamás vuelvas a usarla-le advirtió Adam-si le pusiste una mano encima a mi hermana, eres hombre muerto-masculló. Las venas de su cuello se tensaron al igual que las de sus músculos.
Keren tuvo que empujarlo hacia atrás para evitar una desgracia.
Set rompió a reír y se recargó en el sofá.
Entonces Beatrice se quedó horrorizada viéndole el cuello a su amiga.
-Tu cuello...
E inmediatamente Adam la tomó por los hombros y le sacó el cabello de encima y le vio el cuello: rojo sangre. Marcas rojizas y moradas entorno a su cuello.
Eran marcas de dedos.
Keren vio que los ojos de su gemelo querían desbordar lava hirviendo.
-Por favor, no-le susurró.
-Es. Hombre. Muerto-dijo, con los dientes y puños apretados. Volteó a ver al rubio estúpido y este le devolvió la mirada con frialdad.
Los ojos de Set aqua y los ojos de Adam color mieles hacían una extraña combinación explosiva y desastrosa.
Keren temió por la seguridad de los vecinos y Beatrice por la de Adam.
100 votos y subo lo que sigue :'D
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