40
-Solo tienes que abrir la puerta, Set-le explicó Keren-no es complicado.
-Aun no sé si es buena idea haber vuelto a mi casa-susurró Set con los pelos de punta.
-No tengas miedo-entonces ella lo agarró de la mano-estoy contigo, lo sabes y además necesitas hablar con el señor Rex sobre... ya sabes.
Set cerró los ojos por un instante y suspiró, debatiendose en abrir la puerta de una vez por todas o salir corriendo. Todo el interior de la casa se hallaba desierto, no había ruido y supuso que quizás Trenton no estaba ahí.
-Tienes razón. Jamás he sido un cobarde y no será la primera vez-aseguró con firmeza y le apretó la mano-entremos ya.
Giró la perrilla sin titubear y él entró primero a la casa muy alerta. Keren entró a los pocos segundos
No parecía haber nadie, tal y como lo pensó Set.
El desasosiego que había sentido se disipó y logró respirar con normalidad.
-No hay nadie...
De pronto, unas pisadas cansadas se escucharon en el segundo piso y a Keren se le erizó la piel y vio a Set, este la miró a su vez y tirando de su mano, la jaló hacia la cocina, poniéndose un dedo en los labios para que no hiciera ruido.
Los pasos cesaron solo un momento para después continuar por las escaleras, acompañados de un sollozo.
-¡Contesta!-alcanzaron a oír la voz de Trenton, quebrada y congestionada de lo que parecía ser un llanto silencioso.
Set retuvo el aliento mientras agudizaba sus oídos. Trenton se detuvo en la sala y se oyó el sonido del sofá cuando él se dejó caer encima.
-¡Set, contesta!-masculló irritado.
Y el rubio se sobresaltó. Keren le apretó la mano pero él negó con la cabeza.
-¡No estoy preparado para esto!-gimoteó Trenton con agonía-Beatrice, Set, ¡Dios! E incluso la chica de intercambio, Keren. ¿Qué hago ahora?
Al parecer, Trenton Rex estaba hablando solo con su consciencia, acción que perturbó a ambos chicos que estaban de cotillos en la cocina.
-Tienes que hablar con él-insistió Keren en voz muy baja.
Set apretó la mandíbula y la soltó para asomarse a la sala.
Vio a Trenton recostado sobre el sofá con el teléfono sobre el pecho. Su cara estaba roja y sudorosa. Jamás lo había visto así y se estremeció.
Nunca pensó que algún día ese hombre le provocaría tristeza y ganas de abrazarlo después de saber que él no era su padre; pero ahí estaba: Quería abrazarlo.
Precipitado por la tensión y la incertidumbre, Set se armó de valor y se levantó de su escondite para plantarle cara al hombre que lo había visto crecer. Keren entornó los ojos y a la vez sintió alivio de ver que él estaba haciendo lo correcto y optó por quedarse ahí mientras lo miraba actuar.
Set se encaminó hacia Trenton con decisión. En el fondo tenía la sensación de que sus piernas flaquearian y echaría a correr lejos.
Sin embargo, no lo hizo. Concilió llegar hasta él y se cruzó de brazos. Trenton tenía los ojos cerrados y sollozaba.
No sabía como hablarle ni qué hacer.
Así que le tocó el hombro y lo movió levemente. Trenton abrió los ojos y se le dilataron las pupilas al verlo.
Y sin pensarlo dos veces, se puso de pie y envolvió a Set en un fuerte abrazo.
-¡Hijo!-gimió, acariciandole la espalda-estás aquí, ¡he estado buscandote desde ayer!
-Ya estoy aquí, ¿Qué pasa?-se hizo el desentendido y tragó saliva.
-Ha pasado una desgracia y sé que es difícil asimilarlo-dijo Trenton, apartandose de él-ven, siéntate.
Le hizo espacio en el sofá y Set se sentó junto a él.
-¿Qué desgracia?-frunció el ceño, para parecer más creíble su ignorancia.
-Tu madre, ella... -le tembló el labio inferior a Trenton y Set sintió que estaba a punto de derrumbarse al igual que él -está muerta.
-¿Muerta?-Set sintió náuseas.
-Sí...
Y Trenton se quebró. Sus ojos se llenaron de lágrimas y se cubrió la cara con frustración.
Y en ese momento, Set volvió a sentir ese dolor dentro del pecho que jamás pensó experimentar. Se enjuagó las lágrimas que amenazaban con salir y respiró hondo.
-¿Cómo?-preguntó Set, pero obviamente sabía la respuesta.
-Los policías vinieron ayer a decirme que encontraron nuestro coche donde está el edificio en honor al muro y que atrás de este fue hallado el cuerpo de tu madre con una bala en la frente junto con dos cuerpos más y una cabeza-balbuceó y Set apretó los puños-¿Dónde estabas? ¿Dónde estuviste ayer? ¡DÍMELO! ni si quiera Keren está aquí y tengo que saber donde está porque si está muerta también, no me lo perdonaría...
-¡Tranquilizate, papá!-le gritó Set y lo agarró de los hombros con fuerza-Keren estaba conmigo todo este tiempo, calmate.
Pero Trenton parecía no escucharle, sino que miraba al vacío y sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez.
-¿Y cómo le vamos a decir a tu hermana? ¿cómo?
-Yo hablaré con ella ahora-le dijo Set-no te preocupes.
-Dios... ¿por qué pasa todo esto?
-Sé que duele pero tienes que ser fuerte-le aconsejó-quien quiera que haya sido la persona que le quitó la vida a mi madre, me las pagará caro pero ahora debes tranquilizarte.
Trenton asintió como niño pequeño y se sentó en el sofá.
-Keren, ven por favor-argumentó Set en voz alta y ella se acercó temerosa-quédate con mi padre, voy a hablar con mi hermana.
Ella asintió y se quedó junto a Trenton, y Set agarró el teléfono de su padre con la intención de hablarle a su hermana.
Por otra parte, Beatrice se debatía en quedarse en casa a cuidar a Allen o ir con toda la familia Peitz-McCall a un evento deportivo en el que Egon había sido invitado luego de conseguir el empleo en la hamburguesería.
Era de noche y ella no tenía ganas de salir a ninguna parte. De hecho, lo que menos quería era interactuar con Adam. No deseaba hablar con él. Ni verlo ni nada.
-Beatrice, ¿irás?-le preguntó Caroline horas antes de irse.
-No, señora McCall-le respondió con una sonrisa conciliadora-me quedaré a cuidar a Allen, no se preocupe.
-Bien, entonces nos vamos a más tardar a las ocho de la noche y volveremos pasada la media noche-le dijo y Beatrice asintió.
Y ya eran diez minutos para esa hora y ella se hallaba recostada en la cama de Keren, mirando el techo.
Estaba a punto de quedarse dormida cuando alguien llamó a la puerta.
-Beth, ¿puedo pasar?
Era Adam.
Beatrice rodó los ojos.
-Está abierto.
Y la puerta se abrió.
Adam estaba bien vestido como si fuera a asistir a una pasarela en vez de un evento deportivo.
Trató de no mirarlo mientras él hacía acto de presencia ahí.
-¿Ya se van?-quiso saber ella con indiferencia.
-Sí. ¿Segura que no quieres venir?
-Necesito vacaciones de ti, Adam.
-Pues con mi primo vas a tener vacaciones porque mi tío le dio chocolates ese rato y va a tener tantas energía como para un mes-bromeó él y ella resopló.
-Ya puedes marcharte.
-¿Vas a seguir molesta conmigo? Ya te dije que después de esto me saldré del grupo, Beth-expresó, mirando sus manos. Sus largas pestañas al parpadear acariciaban sus mejillas sonrojadas por el frío y ella no pudo evitar mirarlo con fascinación-lo siento.
Y dicho eso, abandonó la habitación, dejándola a solas otra vez.
Al cabo de unos minutos, escuchó el coche arrancar y tuvo que salir a supervisar a Allen, quién corría por toda la casa con los ojos bien abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.
-Allen, vamos-le dijo, atrapandolo a mitad del pasillo y lo cargó en sus brazos-tienes que bañarte, estás muy sucio.
Y sí, el pequeño tenía chocolate incluso hasta en las pestañas. Y Gabriel le brindó las golosinas para que Allen no llorara porque no iría al evento y al parecer, quedó maravillado con los dulces.
-Me encanta estar sucio-dijo Allen-es mi fuerza, ¡muere!-y le embarró chocolate a Beatrice en la cara.
-Muy gracioso-se rio-de todas maneras te voy a bañar.
Ella tuvo que meterse a la bañera también con el pequeño. No tenía previsto mojar su ropa pero Allen no parecía tener la menor intención de cooperar, por lo que tuvo que obligarse a meterse solo para bañarlo.
-¿Ya ves? No es difícil bañarse-rio.
-¡Mi fuerza se desvanece!-chilló Allen entre risas.
-Algún día tendrás más fuerza que esta-le echó encima shampoo y el pequeño echó a reír.
-Espero algún día crecer y tener una novia como tú.
-¿Por qué como yo?-interrogó, lavandole la cabeza.
-Eres muy bonita y sé que Adam te quiere mucho-luchó contra sus juguetes mientras hablaba.
-¿Qué te hace pensar que Adam me quiere? No llevo aquí ni dos meses-sonrió.
-Mi primo es un chico muy extraño y casi nunca sonríe. Solo con Keren o conmigo, pero con mis papás siempre tenía problemas, incluso fue lo mismo contigo y conseguiste hacerlo sonreír.
Para ser un niño de cinco años, Allen era demasiado inteligente.
Lo miró confundida y lo bañó con rapidez.
Lo envolvió en una toalla y lo cargó hacia la habitación de Adam, donde lo vistió con su pijama y le deseó buenas noches.
-Hasta mañana, Beatrice-le dijo el niño con una dulce sonrisa.
-Descansa, pequeño-le besó la frente-si necesitas algo solo grita o ve a mi habitación.
Ya adentro de su habitación, se quitó la ropa mojada y se puso otra pijama. Después se asomó a la ventana a contemplar la noche oscura. No tenía clases al día siguiente y decidió poner películas en la sala y a esperar a la familia Peitz-McCall.
Bajó sigilosamente y se sentó frente al televisor.
Buscó en Netflix la película que tanto le gustaba: Pompeii (pompeya)
Una excelente película de romance y tragedia.
Se acomodó y comenzó a verla.
Ni si quiera se dio cuenta en que momento fue que se quedó dormida pero la canción de llamada de su teléfono la hizo abrir los ojos.
Se levantó precipitadamente y subió corriendo las escaleras en su búsqueda.
Lo había dejado cargando y lo desconectó para atender la llamada.
Era de su padre.
Frunció el ceño con preocupación y contestó.
-¿Papá?
-No, soy Set.
Su hermano. ¿Qué demonios estaba pasando?
-¿Qué pasa?-preguntó.
-No sé como decirte esto, Beatrice, ya sabes que jamás hemos tenido demasiada comunicación entre nosotros-dijo su hermano sin llegar a nada importante-pero lo que te diré es algo muy delicado.
-Déjate de rodeos y dime que pasa, idiota-le exigió.
Entonces escuchó que la puerta principal se abría y unos pasos se dirigían a las escaleras. Reconoció por la manera de las pisadas que quizás se trataría de Adam pero le restó importancia.
-En las películas las personas para dar una mala noticia dicen una serie de palabras que ponen nerviosa a las demás y es más o menos para que se preparen-continuó diciendo Set, exasperando a su hermana-pero lo diré de todas maneras, para que suene como normalmente debe sonar, ¿no?
Beatrice notó que su hermano estaba más raro de lo normal y sintió vértigo.
Las pisadas acercándose a su habitación y el silencio fúnebre por parte de su hermano la desesperó.
-Bien; ahí voy-dijo su hermano-tienes que ser fuerte, Beatrice, ha pasado una desgracia aquí en la casa.
-¿Qué? ¿de qué hablas?
-Mamá está muerta...
Beatrice alcanzó a escuchar la sangre fluyendo en sus oídos un segundo después.
¿Su madre, muerta?
-¿Qué estás diciendo?-le tembló los labios y la mano con la que sostenía su móvil.
-La han asesinado.
Todo pareció perder color ante los ojos de ella.
Una sensación espeluznante la abrazó y sintió que no podía respirar.
Le ardió la garganta y los ojos.
Su campo visual se fue poniendo borroso a causa de las lágrimas.
-¡Di que es una broma!
-No lo es. Mamá murió.
-¿Cómo es posible que me lo digas sin ningún tipo de tristeza y dolor?-balbuceó.
-Tengo que ser fuerte para ti y para papá-carraspeó.
-¿Cómo fue?-preguntó entre lágrimas.
-Alguien le disparó en la cabeza-le informó con un nudo en la garganta-papá está destrozado. No sabíamos como decírtelo, hermana.
-¡Necesito volver! ¡Quiero ver a mamá por última vez!-chilló y colgó.
Su mente no estaba bien en ese momento. No sabía qué estaba haciendo, solo caminó en estado de shock y sacó sus valijas. Comenzó a meter su ropa dentro, no siendo consciente de nada. Solo pensaba en su madre. En su sonrisa. En sus besos. En sus abrazos.
Se limpió la cara de las lágrimas y se cambió de ropa. Unos jeans, tenis y su cazadora beige.
Al diablo la familia que habitaba ahí, se largaria a su país.
Se cercioró de no dejar nada y salió al pasillo.
Se disponía a bajar con esfuerzo por las escaleras cuando Adam apareció detrás de ella y la detuvo del antebrazo.
-¿A dónde vas?-le preguntó, sorprendido. Ella no se animaba a verle la cara-¿Beth, qué pasa?
-Me voy a casa. Ya no tengo nada que hacer aquí.
-¿De qué hablas?-la obligó a darse la vuelta y le vio el rostro curtido de lágrimas-Dios, ¿Qué pasó?
La abrazó sin saber y ella se sintió protegida. El llanto silencioso se convirtió en un sinfín de sollozos incontrolables. Y él se limitó a acariciarle la espalda y a besarle el cuello con ternura.
-Tranquila, cariño. Dime qué pasa.
-Mi mamá está muerta. La asesinaron y... y... debo volver a casa ahora-gimoteó en su pecho-no me va a detener nadie.
A Adam le cayó por sorpresa aquella noticia y se le secó la boca. -Cuanto lo siento en verdad, Beth, en serio. Lo siento tanto-y la apretujó más a su cuerpo. Pero ella se negó a continuar abrazandolo.
-Debo irme, Adam. Gracias por todo-consiguió agarrar sus maletas pero él volvió a detenerla-no vas a detenerme.
-No lo haré-le aseguró.
-Entonces déjame ir.
-Iré contigo.
100 votos y subo el siguiente:)
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