13
Keren desempacó sus cosas e intentó no mover nada de las cosas de Beatrice que seguían ahí. No quería problemas, por lo que solamente colocó su perfume y su maquillaje sobre el tocador.
Giró en círculos, escrutando a su alrededor y se sentó al borde de la cama con sumo cuidado de no estropear nada.
Como la puerta de la habitación la había cerrado cuando Set salió, se animó a salir al pasillo en su búsqueda. Y era cierto que no había nadie más en casa; solo ella y ese chico rubio de ojos extraños.
Asomó la cabeza por encima del barandal de las escaleras y ahogó un pequeño grito a ver a Set en el piso inferior mirándola lobunamente.
Sopesando la idea de sonreírle y regresar a su nueva habitación o bajar a charlar con él, decidió optar por la segunda opción.
-No sé cocinar-dijo él en cuanto ella llegó hasta donde estaba.
-Ya somos dos.
-Mandé a pedir pizza, si no te importa.
Keren negó con la cabeza y se quedó mirando las fotografías que habían en toda la casa. En cada una de ellas salía una pareja, probablemente los padres de Set, abrazándose entre sí con un niño extremadamente rubio mirando a la cámara con aspecto huraño y una carriola, donde no se alcanzaba a ver el interior.
-Lamento que veas eso-Set se disculpó-cuando era pequeño no me gustaban las fotografías.
-¿Y ahora si te gustan?
-Tampoco, pero trato de parecer amigable-le señaló una foto en particular que estaba sobre la mesa del centro de la sala-esta fue de hace aproximadamente seis meses y como podrás ver, estoy sonriendo.
-Y Beatrice está... llorando-parpadeó, confusa. Y él ahogó una risita.
-Bueno, pues ese día a mi hermana no le fue bien en un examen y rompió a llorar cuando se lo recordé justamente al tomarnos la foto. Fue muy divertido.
La actitud de Set la desconcertó y le hizo recordar la vez que reprobó un examen y llegó llorando a casa. Ni sus tíos pudieron animarla hasta que Adam fue a buscarla a su habitación y charlaron durante dos largas horas sobre el tema. Le prometió que todo estaría bien y le creyó. Y al siguiente día vio que su profesor tenía un ojo morado y la nariz rota. Sonrió ante el recuerdo. Su hermano había golpeado al profesor por haberla reprobado. Y en cambio este chico, Set, se había burlado de su hermana en vez de darle ánimos y frunció el ceño.
-Oh, no creas que lo hice por ser mala persona-continuó diciendo él-ella me había quemado mi camisa favorita con la plancha a propósito y yo no me iba a dejar.
-¿Por qué no se tratan con amor?
-¿Con amor?-Set frunció el ceño-aquí hay de todo menos amor, linda.
-Pero son hermanos.
-Y eso no quiere decir que nos queramos. ¿Acaso tienes hermanos?
-Sí. Tengo un hermano, mi gemelo.
Los ojos aqua de Set se agradaron.
-¿Un gemelo? ¿es idéntico a ti?
-No del todo, pero somos gemelos y nos queremos mucho.
-Quizás a eso se deba el amor entre ustedes, son gemelos. Son sangre pura entre ustedes.
-No comprendo nada-negó ella con la cabeza.
-Entonces no lo hagas-sonrió forzosamente y se sentó en el sofá de una manera aburrida. Sacó su teléfono del bolsillo y ella recordó que el suyo no tenía nada de batería.
-Voy a cargar mi teléfono-dijo.
Él ni si quiera la miró.
Keren, haciendo una mueca, volvió a subir las escaleras y puso a cargar su aparato rápidamente. Ansiaba hablar con su hermano y contarle todo, aunque no era mucho que contar; pero necesitaba oírlo.
Esperó unos minutos para que la pantalla de este encendiera y cuando eso ocurrió, no dudó en llamarle, a sabiendas que los horarios era diferentes.
Pero Adam no contestó. Su teléfono estaba apagado. Lo cual era extraño, ya que nunca lo mantenía así a menos que algo sumamente malo le hubiese pasado.
Comenzó a impacientarse.
-¡Contesta!-le gritó a la pantalla y lanzó el teléfono a la cama.
Volvió a intentarlo varias veces más pero no tuvo éxito.
Miró de soslayo a su teléfono y se dio por vencida. Prefirió dejarlo para después y mejor ponerse al corriente con los preparativos de su nueva escuela. Encendió la luz y sacó su libreta donde tenía todo apuntado: Escuela, nombre del director, nombre de sus posibles profesores y muchas cosas más. Sin embargo, no tenía ningún tipo de ánimo para repasar esa lista. Ella solamente quería dormir y olvidarse de todo. Luego del largo viaje, ansiaba poder descansar. Pero había un detalle: Estaba sola en aquella casa con el chico más extraño jamás visto. Extraño y guapo, para rematar.
Angustiada, volvió a guardar su libreta y se recostó brevemente sobre la cama. No bien había cerrado los ojos cuando alguien abrió la puerta sin preguntar. Se levantó de un salto y se encontró con Set. Él llevaba en sus manos dos cajas de pizza y sodas.
-¿No quieres cenar antes de dormir?-le preguntó, sonriendo delicadamente.
-Sí. Gracias, solo quise acostarme un ratito.
Set se sentó a su lado y abrió una de las cajas. El olor exquisito de la pizza llegó a las fosas nasales de Keren y su estómago estuvo a punto de proyectársele por la garganta, ansioso por probar bocado.
Cogió una rebanada de pizza y le dio un mordisco bajo el escrutinio de Set. Le sonrió amablemente y continuó devorando su trozo de pizza.
-A Beatrice no le gusta.
-¿Cuál?-quiso saber ella, con la boca llena.
Él rio.
-La pizza.
A Keren casi se le salen los ojos de las órbitas.
-¿Hablas en serio?
-Muy en serio. Ella piensa que es dinero desperdiciado.
-Vaya-Keren alzó las cejas y se limpió las comisuras de sus labios con una servilleta-entonces ella no ha comido la pizza correcta.
-¿Sabes cuál es su comida favorita?-dijo, masticando lentamente su bocado y Keren arqueó una ceja-la lasaña pero a mamá no le gusta hacerla porque es muy tedioso. Siempre que la hace es por gusto de Beatrice. A mí no me gusta.
-La lasaña es muy rica-reconoció-pero cada quién tiene sus gustos.
-¿Cuál es tu comida favorita?
-No tengo comida favorita en especial. Me gusta todo lo que prepara mi tía.
-¿Tú tía?-juntó sus rubias cejas y su piercing se contrajo-¿dónde está tu mamá?
Keren bajó la mirada unos segundos y luego le alzó la barbilla para mirarlo a los ojos.
-Murió poco después de que mi hermano y yo naciéramos.
-Oh-dijo, sus mejillas se tornaron rojas y asintió-lo lamento. Soy muy idiota a veces al preguntar cosas íntimas. Discúlpame.
-No fue tan grave. No te preocupes-le dio otro mordisco a su pizza y suspiró.
Estuvieron un largo rato en silencio, contemplando las cajas de pizza y la habitación en sí. En ningún momento cruzaron miradas y tampoco hablaron. Era el primer silencio-aparte del que compartía con Adam-que no le pareció incómodo.
-Eh, bueno. Ahora te dejo descansar-se apresuró a decir Set, levantándose de la cama como un resorte. Ella lo imitó.
-¿Cuándo dijiste que vendrían tus padres?-sacudió sus manos que tenían migajas de pan y le plantó cara al rubio.
-Dos días más o menos.
-¿A dónde fueron?
-Ni idea-se encogió de hombros y se encaminó a la puerta-si en dado caso regresan más tarde, diles que fui a casa de Miles.
-¿Miles?
-Mi novio.
Keren entornó los ojos, y se sintió decepcionada. ¡Era bastante bueno para ser verdad! Set era gay. ¡Gay!
-De acuerdo...
Entonces él se partió de la risa y ella lo miró perpleja.
-Es broma. No es mi novio, es mi amigo-explicó-a mí me gustan las chicas, no te preocupes.
-¿Por qué habría de preocuparme? Tienes derecho a ser libre-dijo, con cara de pocos amigos. A Keren nunca le había gustado que bromearan en ese tipo de cosas. Ella era muy crédula y al parecer, Set era muy bromista.
-¿Te enfadaste?-interrogó, poniéndose serio.
-No.
-A mí me parece que sí.
-Entonces les diré que fuiste a la casa de Miles, entiendo-repuso, cruzada de brazos y fingiendo una adorable sonrisa.
-Llevamos conviviendo apenas cerca de una hora y ya te hice enfadar, que idiota soy-masculló entre dientes-lo siento; mi forma de ser es así y nadie puede hacerme cambiar de parecer. Buenas noches, Keren Peitz.
-Buenas noches, Set White.
La noche fue un total fracaso para ella. No logró concebir el sueño y se sentía frustrada. Dio muchas vueltas en la suave cama de Beatrice y no pegó el ojo en toda la noche; incluso creyó escuchar muchas voces masculinas a altas horas de la madrugada pero se dijo a sí misma que estaba siendo paranoica y de tanto pensar, se quedó profundamente dormida a las 5 am.
Al día siguiente, despertó a las 8 en punto. No podía darse el lujo de levantarse tarde en una casa ajena. Por lo que se preparó para afrontar el día.
Salió de la habitación con cautela y no vio a nadie. Todo estaba tan silencio, tan tranquilo que pensó que estaba soñando.
-¿Set?-preguntó con voz queda. No hubo respuesta por lo que bajó las escaleras con algo de pena-¿Set?
Y se detuvo abruptamente al ver alrededor de seis chicos con el mismo estilo que Set dormidos en el suelo de la sala, cerca de la puerta y entre ellos se hallaba él. Su tatuaje de dragón era inigualable.
Se las arregló para pasar en medio de aquel grupito de chicos para llegar a Set. Se inclinó hacia él y le tocó el hombro para despertarlo.
-¿Set?-susurró.
Y de repente, sintió un par de manos sujetarla por la cintura desde atrás y tiró de ella hasta tirarla al suelo. Keren giró el rostro para encarar al culpable y era uno de esos chicos, quizás el más desagradable de todos.
-¡Suéltame!-masculló, irritada.
-Hola, cariño. Eres más guapa de lo que pensaba-le respondió, esbozando una sonrisa lobuna.
Y ella se dio cuenta que estaba en problemas.
Se precipitó hacia adelante, tratando de salir de su escape pero otro chico la inmovilizó y cayó de bruces al suelo.
-¡Set!-gritó.
Pero Set seguía en su coma de sueño.
Y ya los demás se habían levantado y la tenían rodeada.
En ese momento deseó tener a su hermano consigo para que la protegiera.
-¿Ya terminaron de asustarla, bola de imbéciles?-graznó Set detrás de ellos.
Keren aprovechó para levantarse y correr hasta donde él estaba, refugiándose detrás de su espalda.
-Solo estábamos jugando, además, queríamos conocerla-añadió el primer bastardo en asustarla. Su voz era ronca y siniestra.
-Entonces debieron esperar un poco más-gruñó, molesto y se volvió hacia ella-¿te encuentras bien?
Keren asintió con los labios apretados.
-Ahora sube a la alcoba de mi hermana, dúchate y después baja, ¿sí?
Ella volvió a asentir y corrió rumbo a las escaleras.
Set se cercioró de que la chica hubiese desaparecido para romper a reír con sus amigos.
-¡No podíamos creer lo que estabas haciendo! O sea, eres un actor profesional, Set.
-Parte de mi actuación se lo debo a ustedes-rio.
-¿Y por qué decidiste actuar de diferente manera?-le preguntó Miles, alzando las cejas varias veces.
-En primer lugar, no pensé que fuera tan guapa. En segundo lugar, se me hizo buena idea enamorarla y así llevármela a la cama sin problemas porque les apuesto que esa chiquilla aun es virgen-susurró Set entre dientes-y tercero, quiero que sea mía.
-Lo de ser tuya ya lo dejaste claro en "llevármela a la cama".
-No. Quiero que sea mía para siempre, es decir, mi mujer para estar. No solo para un rato. Si yo la moldeo a mi manera, puede llegar a ser perfecta para mí.
-Te has enamorado-se burlaron.
-No, simplemente he encontrado a alguien que puede comprenderme.
-¿Y no se supone que solo estará por un año?
-Haré que ella desee quedarse para siempre-repuso con firmeza.
-Eso lo veremos-canturrearon sus amigos al unísono.
Set rodó los ojos y los echó de su casa casi a patadas.
Había sido buena idea manipular a sus padres para que fueran en busca de un medicamento para los nervios que supuestamente un doctor le había recetado a él y ellos aceptaron ir por esos fármacos sin pensarlo. Pero Set se las arregló para vaciar la mitad del tanque de combustible y sacar todo el dinero de sus padres para que así tardaran más en regresar y pasar tiempo a solas con la chica de intercambio.
El teléfono de la casa comenzó a sonar, sacándole de sus pensamientos y contestó a regañadientes.
-¿Diga?
-¿Familia Rex?
-¿Quién habla y con quién desea hablar?
-Soy Adam Peitz y quiero hablar con Keren, mi hermana-siseó. A Set le pareció más como una orden que como un favor.
-¿Cómo demonios tienes nuestro número?
-¿Quién eres?
-Set White-masculló-hermano de Beatrice.
-Pásame a mi hermana-sentenció.
-¿Y si no quiero? Puedo colgar ahora y mandarte al carajo.
-Lo haces y te partiré la cara en cuanto te vea.
-O sea nunca, imbécil-y cortó la llamada de tajo.
Y a muchas millas de distancia, Adam rechinaba los dientes de furia.
Como su tía había ido al doctor con Allen y era probable que viajarían a la casa de un conocido de ella, la única con la que estaba era con Beatrice.
Luego de despedir a su hermana en el aeropuerto, se llevó a la chica consigo en el coche hasta la casa y se encerró en su habitación sin comer.
En el momento que a él le pareció apropiado, llamó a Beatrice para que le ayudara a llamarle a su hermana ya que su teléfono se le había perdido quizás en el aeropuerto. A pesar de que era muy noche, ella aceptó.
-¿Qué pasó?-le preguntó Beatrice.
-Pasa que tu maldito hermano me colgó.
-Oh, Set es así. Te dije que permitieras que yo hablara con él.
-¿Y de qué sirve? ¿Acaso me iba a pasar a Keren?
-Sí. Él hará lo que le ordenes si lo sobornas.
A Adam le pareció patética la idea.
-¿Cómo infiernos voy a sobornarlo si está muy lejos de aquí?
-Yo puedo hacerlo, claro, si me dejas-lo miró con sus ojos verdes encendidos y él no pudo negarse. Le pasó el teléfono y ella volvió a marcar.
Repitió la marcación varias veces hasta que se dignó a contestar.
-Sí de nuevo eres tú, Adam-me-vale-una-mierda, voy a colgarte.
-Soy Beatrice-masculló, molesta y Adam alzó la cejas. La panterita después de todo tenía carácter.
-Pequeña basura, ¿Qué quieres?
-Pásame a Keren-ambos comenzaron a hablar en alemán y Adam frunció el ceño.
-¿Y si no quiero?
-Entonces pásame a papá o a mamá.
-Ellos no están.
-¿A dónde fueron?
-No lo sé. Volverán algún día, supongo.
-¡Qué les hiciste, Set!-se precipitó y Adam se sobresaltó.
-Nada. Solamente les quité su dinero y vacié en tanque de combustible.
-Eres un ser despreciable.
-Gracias.
-No me digas que fuiste por Keren al aeropuerto y están los dos solos en casa...
-Eres buena adivinando, hermanita.
-¡Pásame a Keren!-insistió-su hermano quiere hablar con ella.
-La verdad es que no tengo tiempo. Hasta dentro de un año, pequeña basura. Y no vuelvas a llamar.
Y la línea quedó muda.
Muy en el fondo, Beatrice sabía que su hermano no era tan malo como aparentaba. Y no podía hacerle daño a Keren.
Además, Keren no era tonta. Ella no se dejaría por nadie y no estaba sola. Tenía a un súper hermano que iría corriendo a protegerla.
-¿Qué pasó?-le instó Adam, con los ojos en llamas.
-Me colgó.
-¿Pero qué dijo o que se dijeron?
-Nada. Que ella está bien pero que aun no ha despertado.
-¿Es tu hermano?
-Por desgracia sí.
-Es muy mala leche. ¿Cómo has podido soportarlo?
-Él es como una cicatriz dolorosa, no se puede quitar de la piel pero se aprende a vivir con ella.
-¿Él te trata mal?
-No tengo por qué decirte mis intimidades, Adam-desvió su verde mirada a otra parte y le entregó el teléfono.
-Quiero saberlo-le sujetó le rostro a través del mentón y la obligó a verlo a los ojos-porque si ese loco te trata mal, es más que seguro que va a violentar a mi hermana también.
-Set jamás tocaría a Keren. Mis padres nunca se lo permitirán.
-Entonces si te trataba mal.
-No.
-Mientes.
-No miento.
Beatrice se levantó de la silla y se dirigió a las escaleras.
-Y no creas que solo te lo pregunté para salvar a mi hermana.
-¿Si no fue solo por eso, entonces por qué?
-A mí no me gusta que imbéciles toquen a las chicas. A ninguna y si tu propio hermano te ha tocado, lo añadiré a mi lista negra de primeros en golpear.
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