115 Capítulo Final 2/2
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-N-No es posible.
A Keren le inundaron una serie de emociones encontradas al ver a las personas que tenía frente a ella, justo en la apertura de la puerta de aquel Hotel de porquería.
-No me jodas-balbuceó Dylan con los ojos desorbitados. Volteó a verla y ella le devolvió la misma mirada de regocijo.
Ambos primos descendieron a toda prisa del vehículo y corrieron hacia ellos. Hacia su familia.
-¡Papás!-chilló Dylan, echándole los brazos encima a Austin y a Thomas, quiénes lo besaron con desesperación y lo envolvieron en un fuerte abrazo.
-¡Tíos!-titubeó Keren y se unió al abrazo.
-¡Dios mío! ¿Qué ha pasado? Tom saludó cordialmente a Black hace unas semanas y habíamos estado comunicandonos hasta que ayer recibimos un mensaje por parte suya, diciéndonos que todos ustedes estaban en peligro-dijo Austin con desdén y tanto él y Thomas verificaron a Dylan y a Keren por si no se hallaban bien.
-Y hemos venido de inmediato. Buscamos la ubicación de Kevin y nos trajo hasta aquí-añadió Thomas con el ceño fruncido. Se acomodó los lentes y volvió a abrazar a su hijo.
-Steve Blake ha asesinado al señor Trenton y justo ahora, en el edificio-informó Keren con incertidumbre-de seguro está haciendo de la suyas con los demás. Y debo ir a ayudarlos.
Thomas y Austin se voltearon a ver con rigidez.
-Tenemos que llamar a la policía-objetaron al unísono-y largarnos de aquí.
La pareja decidió que era buena idea sujetar a Keren y llevársela de ahí junto con su hijo, sin embargo, ella les regaló la peor de las miradas, como si su padre, Egon Peitz se hubiera materializado en su persona.
-Sólo llevense a Allen con mi tío Gabbe. Él está en el hospital-gruñó la chica, dispuesta a entrar nuevamente al hotel-Dylan los llevará-miró a Henry y le hizo un ademán para que se acercara-vamos.
Palpó el arma en su bolsillo y su hermano la agarró de la mano.
Ambos avanzaron hacia la entrada con el rostro ensombrecido, siendo conscientes del gran peligro al que estaban yendo.
-Tú no irás con ellos, Dylan-sentenció Thomas, histérico-hemos venido para llevarte a casa. Esto no nos concierne.
Dylan puso los ojos en blanco y con firmeza, sacó la pistola que tenía guardada en el interior de su pantalón.
-No voy a abandonarlos y más les vale no detenerme-inquirió, apuntandole a sus padres con el arma. Sus ojos celestes ardían de cólera.
-Baja eso. No sabes utilizarla-balbuceó Austin con las manos alzadas.
De pronto, varios disparos y gritos se hicieron audibles desde el interior. Y Dylan, aprovechando la distracción, aprovechó para entrar corriendo al edificio.
****
Keren apenas podía mantener la cordura, escuchando pasos a lo lejos y susurros macabros en cada rincón. Y si no hubiese estado acompañada de Henry, lo más probable era que hubiera perdido la cabeza.
Sus pisadas crujían sobre los fragmentos destrozados del techo del hotel y el olor fétido de agua de las tuberías de drenaje les provocaba náuseas.
-¿A dónde se habrán ido?-preguntó Henry en un murmuro-ya no se escuchan voces...
No obstante, numerosos disparos les congeló el alma y la sangre.
-¡Por aquí!-vociferó Keren, moviéndose en la oscuridad, guiándose por el eco de los disparos.
Corrieron a ciegas por los pasillos y de pronto, ella sintió un fuerte dolor agudo en la cara, la cual la hizo caer de espaldas al suelo, soltando el arma de sus manos.
Luego escuchó el gemido de Henry detrás de ella y sonidos de golpes y forcejeos.
Trató inútilmente de incorporarse para ayudarlo pero unas manos fuertes y rudas la empujaron otra vez al suelo.
-¡Imbécil!-gritó y se le fue encima sin saber en dónde estaba.
Comenzó a darle de golpes y patadas, pero su atacante se los regresó con mayor intensidad.
-¡Muévete!-le oyó gritar a Henry y acto seguido, un disparo cortó el aire, muy cerca de ella.
Keren sintió como el cuerpo de su opresor se derrumbaba a unos pasos de su espalda y jadeó.
-¿Keren, estás bien?-le preguntó él. Se acercó a su hermana y la agarró de los hombros-casi te disparo. ¿Por qué no te moviste?
-Pensé que no me hablabas a mí. ¿Cómo pudiste dispararle? No hay luz. Es imposible.
-Algo tenía que aprender de las peleas clandestinas-contestó. Y ella percibió su sonrisa a pesar de no poder verlo.
-¿Cómo mataste al otro sujeto?-comenzaron a caminar y él le entregó su arma-gracias.
-Huyó.
Ella se detuvo.
-¿Qué? ¿Por qué no lo mataste?
-Creo que no querían matarnos, sino apresarnos.
-¿Y eso qué?-increpó, molesta-¡Hubiera sido uno menos con quién pelear más adelante!
Henry hizo una mueca de fastidio y agradeció al cielo que ella no lo hubiese notado.
-Continuemos andando-ordenó ella, claramente irritada.
-¿No crees que ya hubiéramos encontrado algo o alguien, aparte de esos idiotas?
-¿Qué quieres decir?-inquirió y tropezó con una superficie blanda en el suelo-¿Qué demonios es esto?
-Tal vez se han ido a otra parte o... ¿Qué pasó?
-Un cuerpo-dijo Keren con voz temblorosa.
-¿Quién es?-repuso él, arrodillandose a ella.
Los dos extendieron sus manos y comenzaron a tocar el cadáver para ver si podían reconocerlo.
Y el corazón de ella se calmó al darse cuenta que no era nadie importante. Se trataba, quizás, de uno de los hombres de Blake.
-Negativo. Todo en orden-dijo ella con voz tranquila.
-¿En orden?-cuestionó una voz desconocida muy cerca de ellos y lo que ocurrió después fue totalmente deprimente.
Entre varios hombres, taclearon a los hermanos en la cabeza, haciéndoles perder el conocimiento.
Los arrastraron por el frío y sucio suelo hasta el interior de una habitación, que más parecía ser una fosa clandestina de muerte.
****
Egon y Set llegaron justamente en donde Steve Blake quería que cayeran.
En ducto de ventilación los llevó directamente al rubio lunático, quién los recibió con una demencial sonrisa, rodeado de cinco hombres apuntando en dirección a las cabezas de ellos.
-¡Bravo! ¡Excelente y exquisito!-gritó Blake, excitado. Tenía la ceja reventada y varios rasguños en el rostro-llegaron a tiempo para la fiesta.
-¿Dónde está Roch, Kevin y la chica?-bramó Egon con rabia. Levantó la pistola y la postró en línea recta a la frente de Steve-yo no vacilaré en dispararte. Tengo muy buena puntería.
-Ellos también-canturreó Blake, sonriendo-son francotiradores.
-Yo crecí con ese tipo de personas y sé perfectamente lo que hacen. Fui francotirador por un tiempo, para luego convertirme en un maldito asesino serial-escupió Egon con voz inflexible y dura.
-A mí me vale lo que haya sido de tu pasado. Debería importante el presente, querido.
-Mejor respondeme y evitemos más muertes-sugirió el hombre de ojos negros, que luchaba internamente en no saltar sobre el mezquino rubio de manera salvaje y arrancarle la cabeza.
-La chica está disfrutando gratamente con dos de mis hombres, en la habitación continúa-replicó Steve, señalando su oreja con el dedo índice-si pones atención, podrás escuchar como gritar de placer.
Egon entornó los ojos y miró a Set, quién parpadeó, pálido.
-Y si no haces lo que yo te diga, le sucederá lo mismo a tu querida hija.
-Ella no está aquí-espetó Set, iracundo. La sola idea de imaginar lo que esos malditos pensaban hacerle a su esposa le hirvió la sangre y Egon le colocó una mano en el pecho, deteniendolo.
-¿Y Roch? ¿Kevin?-siseó Egon.
-Ellos están moribundos-Blake se carcajeó-ha sido tan fácil. El escuadrón no pudo contra un tipo sin mano. Fabuloso.
Egon apretó la mandíbula y le quitó el seguro al arma.
-Si me disparas, mis hombres tienen órdenes exactas de matar inmediatamente a todos. Sin excepción; y si es necesario, destruir el edificio completamente.
-¿Con una bomba o qué?-preguntó Set con ironía y Egon deseó poder cerrarle la boca de un golpe, ya que de Blake se esperaba cualquier cosa.
-No. Con una bazuca-respondió Steve, con naturalidad.
Set se mordió los labios y bajó la cabeza.
Egon pensó que se sentía avergonzado y estuvo a punto de darle una palmada conciliadora, cuando lo vio levantar la cabeza y sonreír.
-Pues ese sueño quizá se haga realidad pero tú te irás al infierno con nosotros.
Set Rex disparó de lleno a dos de los cinco hombres y avanzó hacia Blake, cogiendolo del cuello.
Egon perforó la frente a los tres restantes y luego se situó frente a Blake. Le quedaba una sola bala, especialmente para él.
-No lo repetiré dos veces. ¿Dónde está Roch y Kevin?-ladró.
-En el mismo lugar donde recibiste una deliciosa tortura-rio el hombre rubio-y Roch está con alguien a quién ama pero le hará mucho daño.
Set le deslizó ambas manos al cuello de Steve y lo tiró al suelo.
Los dos tenían cierta similitud física pero algo los diferenciaba: El amor.
-¿Te encargas de él, chico?
-Sí, señor Peitz. Saque a los demás de aquí.
Egon miró de soslayo a Set y gruñó.
-Apartate de él. Quiero regalarle algo-dijo.
El chico soltó bruscamente a Steve y se quedó plantado a su lado, esperando a Egon.
Y sin más, Egon Peitz le disparó en el estómago al hijo de Marlon Blake y hermano de Norman White, e irónicamente, tío de Set Rex.
-Terminalo de matar por mí-le ordenó antes de marcharse por el pasillo, pero no sin antes arrebatarle el arma a uno de los hombres muertos de la habitación.
****
Click, click.
Las luces llenaron por completo el edificio.
Egon apuntó hacia todas partes para averiguar quién demonios había sido el que encendió dichas bombillas arriba de su cabeza. Pero al parecer todo estaba desértico.
No había rastro de ninguna persona. Y tampoco percibía ruido alguno.
Se acercó un poco a la habitación continúa, a la que Steve le había dicho acerca del paradero de la amiga de Kevin y abrió la puerta de una patada, esperando lo peor.
Sin embargo, ahí no había nada ni nadie.
Sus instintos se pusieron alertas tras escuchar el eco de una voz femenina pidiendo ayuda.
Le dolía el cuerpo como el infierno y sentía que poco a poco iba perdiendo fuerza.
Tenía 45 años y años atrás hubiera estado demasiado furioso para dejar vivir a alguien, pero en ese momento lo único que anhelaba era paz y un café americano caliente.
Por varios minutos, vagó por las instalaciones sin encontrar nada que pudiera ayudarle a encontrar a sus amigos.
Pensó en marcharse y pedir ayuda a la policía pero recordó que no son nada eficientes y declinó la idea.
Abrió todas las puertas a patadas, hallando polvo y porquería.
Giró sobre sus talones, en dirección a las escaleras cuando de repente, alguien lo cogió del hombro y cayó sobre él.
Al principio creyó que lo estaban atacando pero después se dio cuenta que era Kevin, gravemente herido.
-Tienes que ayudarme, no encuentro a Carla-balbuceó su amigo, escupiendo borbotones de sangre cerca de sus pies.
Tuvo que sostenerlo fuertemente para evitar que volviera a caer de bruces.
-¿Dónde fue la última vez que la viste?
-No lo recuerdo. Sólo sé que nos emboscaron luego de que te fuiste.
Kevin tosió y se inclinó hacia adelante a vomitar.
-Siéntate.
Kevin se dejó caer sobre una viga y jadeó.
Viéndolo bien, Egon notó los golpes que este tenía en la cara y que uno de sus brazos estaba ligeramente torcido en un ángulo extraño.
-Ya he casi asesinado a Blake. Set se quedó con él en una habitación-le informó Egon-solo falta deshacernos de los hombres que quedan.
Kevin asintió y cerró los ojos un momento ante el dolor punzante que lo estaba matando.
-Entonces no hay que perder tiempo. Vamos-increpó.
-¿Estás demente? Ni si quiera puedes mantenerte de pie. Te quedarás aquí y volveré enseguida.
-De ninguna manera. Carla está en peligro por mi culpa y no puedo dejar que algo peor le suceda-graznó, moribundo.
La mente de Egon estaba al mil por segundo. No podía permitirse llevar a Kevin consigo pero tampoco dejarlo ahí.
Si iba a rescatar a sus amigos, rescataría a todos sin ninguna excepción.
-Apoyate en mi hombro y sigueme-dijo a Kevin y este obedeció.
A pesar de que le dolió terriblemente el hombro, se mordió la lengua y comenzó a avanzar sin rumbo en particular, sostiendo el arma en alto y con los sentidos agudizados.
-¿Quieres mucho a Carla?-le interrogó, mientras inspeccionaba el lugar y tratando de deducir si decirle o no acerca de la chica.
-Es como mi sobrina de verdad. La quiero muchísimo-confesó Kevin, dando pequeños aspiraciones desesperadas.
Egon sacudió la cabeza y se quedó en silencio.
¿Qué sentido tenía que le comentara sobre Carla? Era más que obvio que sufriría por ella.
-¿Por qué te quedaste callado? ¿sabes dónde está ella?-inquirió su amigo.
Pero Egon continuó en absoluto silencio.
-¡Respondeme, maldita sea, Egon!-masculló Kevin, agarrandolo con más fuerza del hombro, el cual tenía herido.
Soltando un gruñido, Egon le apartó la mano de sopetón y se acercó a él con la mirada desquiciada.
-Lo único que sé, es que ella está con unos hombres en alguna parte de aquí y no están tomando el té-siseó.
Los ojos grises de Kevin se abrieron como platos y el color de su rostro pasó de ser de porcelana a rojo escarlata.
-¿A qué demonios te refieres?-le ladró.
-Steve dijo que ella fue llevada a una habitación con unos hombres. Lo más probable es que hayan abusado de Carla-le soltó, de la manera más frívola.
-No, no pueden hacerle un daño así, no...-se dobló sobre sus rodillas para respirar y luego se llevó las manos al rostro-por favor, Egon-alzó la mirada a él-encuentrala. Yo no puedo pelear en estas condiciones para salvarla, pero tú sí.
-No puedo prometer nada, Kev. A mí también se me dificulta andar porque recibí una maldita paliza hace unas horas pero haré lo posible para encontrarla.
****
Dolía. Verle el rostro pétreo y rígido y lleno de odio, dolía.
Su cara había cambiado por completo, era como si se tratase de otra persona ocupando su cuerpo.
Él ni si quiera intentaba defenderse ante los maltratos, de hecho, se había resignado a morir en sus manos.
Defenderse implicaba hacerle daño y lo que menos quería era eso: Lastimarlo.
Roch lo creía muerto. Y había estado completamente seguro de que así era horas atrás hasta que lo vio entrar por aquella puerta, arrastrando un bate de béisbol lleno de sangre con los ojos en llamas y la cara desfigurada, apenas se alcanzaba a notar el lunar que tenía justamente en el centro de la nariz.
-¿Acaso no vas a defenderte, viejo estúpido?-le gritoneó en la cara y acto seguido, le golpeó violentamente el estómago con el puño, dejándolo sin aire.
-No voy a pelear contigo-respondió Roch entre jadeos.
-¡Oh, vamos!-rio con amargura y le propició un puñetazo en la cara-no me digas que después de cinco años sigues arrepentido por no haberme salvado.
-Horst, hijo, escuchame...
-¡No me llames hijo!-masculló el sujeto con ira-dejé de serlo en el momento que el señor Blake me recogió.
-Horst, ¿Qué estás diciendo?
-Tampoco me llames Horst. Ese chico ha muerto. Ahora me llamo Demon-espetó con crueldad, dándole una patada a Roch en el pecho, haciendo que cayera al suelo. Como pudo, Roch Tyler se incorporó nuevamente y se recargó en la silla vieja con dificultad-y mira-dijo, alzando las mangas de la sudadera y mostrandole sus antebrazos-¿ves esto? ¿lo ves?-Roch asintió, estremecido, observando con dolor las dos cicatrices que tenía el sujeto. Eran las heridas de tijeras, cuando le abrieron los brazos en canal para asesinarlo-fue un milagro que sobreviviera. Me abrieron las venas y grité tu nombre. Pero nunca llegaste.
-Te busqué durante meses. Incluso tu madre se deprimió más cuando se dio cuenta que yo no pararía hasta encontrarte.
-Te diste por vencido muy rápido-carraspeó, arrastrando el bate en el suelo y caminando alrededor de él.
Roch percibió la mirada amielada de su hijo y cerró los ojos.
Horst continuaba teniendo los mismos ojos mieles de siempre, solo que en vez de trasmitir alegría y amor, destilaban muerte, odio y locura.
-Vi tu cuerpo-se atrevió a decirle-es por eso que dejé de buscarte.
Horst se acercó meticulosamente a él y situó el rostro sobre su hombro, sobresaltandolo.
-¿Acaso importa?
-¿Qué vas a hacerme, Horst? ¿Vas a matar a tu propio padre, el que siempre te amó y cuidó?-le preguntó con tristeza.
-Estos cinco años me enseñaron a la fuerza a suprimir los sentimientos, Roch-musitó con voz queda-y créeme que a pesar de que alguna vez te amé, en este momento no siento ni una miseria de cariño por ti. Ni si quiera lástima.
-Te han lavado el cerebro-sollozó su padre-pero si te sientes bien al lastimarme, te doy mi permiso para matarme y así no tengas cargo de conciencia más adelante.
-Haberlo dicho con anterioridad, viejo-dijo y le atisbó un golpe crudo en la espalda con el bate.
Roch sintió como crujía sus vértebras al caer de cara al sucio suelo y apretó los puños.
Horst comenzó a golpearlo en diferentes ángulos: brazos, piernas, espalda, costados, procurando guardar la zona de su cráneo para el final.
Cada golpe que recibía, Roch recordaba a su hijo de pequeño. Como cuando solían salir a jugar al jardín o al momento que le había comentado que le gustaba una niña, a la cual temía hablarle. Sonrió ante el recuerdo pero su sonrisa se borró al instante que las manos de Horst se cernieron sobre su cabeza y lo arrastraron del cabello unos cuantos metros.
Dejó que su hijo lo arrastrara a su antojo por casi toda la habitación, hasta colocarlo otra vez sobre la silla. La cabeza le daba vueltas y la tenía inclinada hacia adelante.
Horst acercó su rostro al suyo y le escupió de lleno a la cara.
-Siempre te odié. Comencé a detestarte cuando entré a la preparatoria. Nunca estuviste conmigo en esos momentos más difíciles, solo la tonta de mi madre y verdaderamente agradezco al señor Blake que me haya hecho fuerte y me diera el placer de matarte.
Pero, en el microsegundo que Horst levantó el bate por encima de su cabeza, con la intención de darle el golpe final a su padre, alguien abrió la puerta de la habitación de golpe y él desistió a su labor.
-¿Qué demonios haces aquí? Se supone que me otorgaron la tarea de asesinar a este hombre-le gritó al visitante con veneno.
-Lo siento, Demon-se disculpó el hombre-pero creo que el señor Blake ha muerto. Mata al bicho y larguemonos. Eustace escuchó a hurtadillas hablar a una pareja de homosexuales en la calle qur llamarían a la policía. Así que apresurate.
-Eso malditos asquerosos-le oyó Roch gruñir-de acuerdo. Termino de matarlo y nos iremos.
-Estaré en la camioneta-le informó el hombre y se fue corriendo.
Sin embargo, se escuchó un disparo y tanto Roch y su hijo se quedaron muy quietos.
-Si tienes pensado dar un vistazo, ten por seguro que morirás-le advirtió su padre con voz trémula-yo no podré defenderte de mi amigo.
Roch estaba completamente seguro que se trataba de Egon.
-Cierra la maldita boca, viejo-dijo tajante.
Cogió con fuerza el bate y se acercó a la puerta, que eataba abierta. Y un silencio sepulcral absorbió el ambiente.
Horst asomó la cabeza en el umbral y divisó el cuerpo inerte de Eustace a solo unos pasos de distancia.
-¡Me lleva el infierno...!-exclamó pero sus palabras quedaron suspendidas en el aire por un fuerte puñetazo por parte de Egon Peitz con la culata de su arma.
El chico cayó al suelo con la nariz sangrandole a borbotones.
-Quizá yo no tenga el valor de matarte, pero él sí-dijo Roch con tristeza.
Egon alzó las cejas.
-Matalo, Egon. Y terminemos con esto de una buena vez-le sugirió, dando una bocanada de aire con angustia.
-¿Lo conoces?-quiso saber su amigo con sorpresa.
-Fue mi hijo. Pero ahora no es más que un imbécil-contestó.
Entonces Egon postró su atención en el sujeto que se estaba incorporando con rudeza y no vaciló al dispararle directamente en el pecho.
Los ojos del muchacho se desorbitaron y volteó a ver a su padre en la silla.
-Después de todo, yo tenía razón, siempre fuiste el peor padre de la historia-murmuró antes de desplomarse al suelo, golpeandose la cabeza con el bate.
Roch agachó la cabeza y comenzó a llorar en silencio.
-Amigo, lamento tanto esto-añadió Egon de hito en hito-pero hablaremos de esto más adelante. Ahora tengo que sacarte de aquí.
A regañadientes, el hombre que acababa de perder a su hijo una vez más, se vio obligado a caminar fuera de la habitación, con Egon ayudándole.
-Creyéndose el peor hombre, mi propio hijo intentó matarme, irónico, ¿no?-masculló Roch, con una risa careciente de humor.
Egon frunció el ceño hacia él y meneó la cabeza en negación ante su comentario fuera de lugar.
-Te llevaré con Kevin, ¿está bien?
-Haz lo que se te dé la gana conmigo-bufó, abatido-de todas maneras no tengo motivos para continuar por mi cuenta.
-No digas tonterías y camina-espetó Egon, agarrandolo de la espalda-aquí nadie más va a morir.
Por consiguiente, atravesaron un largo pasillo a cuestas. Roch pesaba más de lo que aparentaba y Egon apenas podía con él.
En el camino, se detuvieron de golpe tras percibir la presencia de una tercera persona aparte de ellos. Egon empuñó con fuerza el arma con una sola mano y afianzó su brazo en torno a la espalda de Roch para sostenerlo.
Había comenzado a sudar por todos lados, incluso en sus palmas.
Con el rabillo de ojo, notó un movimiento rápido en la esquina del pasillo y sin pensarlo dos veces, disparó.
Escuchó un gemido, seguido de una maldición.
Egon y Roch se acercaron tambaleantes a la persona y se quedaron horrorizados al ver de quién se trataba.
-¡Qué demonios estás haciendo aquí, Dylan!-vociferó Egon con desesperación.
Sus ojos escanearon el cuerpo del chico y enseguida fijó su atención en la mancha oscura que iba agrandandose en su muslo.
-Vine a ayudarlos-gimoteó, presa del pánico-Keren y Henry entraron pero no los encuentro.
-¿Qué? ¿Keren está aquí?-le preguntó Egon con suspicacia. El chico asintió y tragó saliva.
-No debiste entrar a este lugar, chico-agregó Roch con los ojos estrechados-de aquí solo saldremos muertos o gravemente heridos.
-Mis padres están allá afuera y llamarán a la policía-informó Dylan, haciendo una mueca de dolor.
-Esa es una buena noticia-repuso Peitz, escrutando a su alrededor con sus penetrantes ojos negros-te llevaré afuera y llamarán a la ambulancia. Los quiero lejos de aquí. Kevin está por allá-señaló el pasillo en dirección contraria.
Dylan asintió y se incorporó con dificultad, pero su pierna herida flaqueó y volvió a caer al suelo.
-Imposible. No podré llevar a ambos-dijo Egon sulfurado-no hay más peligro, así que quédate aquí, ¿okey? Voy a salir a hablar con tus padres para que te ayuden a salir.
-Sí. No se preocupe.
-¿Tienes un arma?
-Aquí está-le mostró la pistola con una débil sonrisa. Debajo de él se estaba formando un charco gigante de sangre.
-Aguanta-le ordenó y sujetó con fuerza a Roch para continuar caminando, ahora en dirección contraria.
En el trayecto a la salida, donde Kevin lo esperaba, chocó con una persona. Pero como Egon había empleado toda su fuerza en sostener a Roch, no se desequilibró.
La persona con la que había colisionado era Set. El chico rubio trastabilló hacia un lado y se agarró de la pared.
-Bendito sea el cielo-dijo al ver a Egon-los estaba buscando.
Set se agarró el costado con fuerza y miró a Roch y a Egon con una sonrisa.
-Ve por Dylan. Está a unos minutos de aquí. Está herido-le informó Egon.
La sonrisa del rubio se esfumó y asintió.
-¿Estás bien?-quiso saber su suegro con preocupación, puesto que Set aferraba su costado con desdén.
-Sí. Muy bien-dejó de sujetarse en esa área y cuadró los hombros-¿dónde dijo que estaba?
-Sigue derecho todo el pasillo y luego giras a la izquierda.
-Y date prisa, chico, porque Keren ha ingresado también a este lugar-interrumpió Roch.
-¿Que ella qué?-titubeó, pálido como una hoja.
De pronto, su mirada aqua se tornó completamente oscura y fría. Era como si algo dentro de él se hubiese encendido.
-Voy a sacar a Dylan de aquí y volveré por ella-sentenció con voz dura. Egon no le contradijo.
Con desasosiego, lo observaron marcharse con pasos rápidos, no corriendo. Y a pesar de que solo le miraron la espalda, Egon se percató que algo le ocurría en el costado derecho, ya que al irse, volvió a sujetarselo.
Pensando que probablemente se trataba de un golpe cualquiera, Egon continuó andando con Roch hacia la salida.
Cuando por fin llegó a su destino, halló a Austin y a Thomas hablando por teléfono y a un pequeño Allen tratando de salir de un coche desconocido. Y al momento de verlo aparecer, la pareja emitió un grito y corrieron a auxiliarlo.
-Dios mío-exclamó Thomas.
-¿Qué demonios hacen ustedes aquí?-les preguntó pero después negó con la cabeza porque no le importaba la respuesta-no es importante-dijo con desasosiego. Austin levantó a Roch y lo cargó en la espalda con mucha facilidad. Egon se dejó caer en el suelo y resopló-escuchen, en uno minutos más vendrá Set con Kevin y Dylan. Quiero que los lleven...
-¿Qué le pasó a Dylan?-inquirió Thomas con los ojos desorbitados.
Los labios de Egon se estiraron, formando una perfecta y detestable línea recta.
-Está herido. Así que en cuanto aparezcan por esa puerta, los llevarán al hospital donde se encuentra Gabriel-sentenció. La pareja, ya reunida, se le cayó el alma a los pies y se pusieron histéricos.
-¡Herido!-mascullaron al mismo tiempo-¡No es posible!
-¿Llamaron a la ambulancia y a la policía?-carraspeó Egon, incorporándose del suelo, acogiendo aire taciturno.
-Ya vienen en cambio-repuso Austin, sin despegar su verde mirada por donde Egon había salido.
-Perfecto-dijo el hombre de ojos negros y volteó a la misma dirección de Austin.
Los tres alcanzaron a percibir movimiento. Poco a poco, observaron el cabello rubio de Set salir de la oscuridad. Venía caminando con Kevin y Dylan. Kevin podía caminar por sus propios pies pero se apoyaba en su hombro. Mientras Dylan, él se hallaba en la espalda del rubio.
La cara de Set estaba roja como un tomate, ya que había empleado toda su fuerza para sacarlos de ahí.
Arribaron a ayudarlo de inmediato, ya que parecía que en cualquier momento también Set se derrumbaría.
Egon se dedicó a auxiliar a Set y este le sonrió en agradecimiento.
-No estás bien. Dime, ¿Qué te pasó?-y sin darle tiempo de protestar, le colocó la mano en el costado.
*****
[NARRATIVA DESDE LA PERSPECTIVA DE KEREN PEITZ]
El dolor extenuante que se arremolinaba en torno a mi cuello era tan insoportable que me hizo abrir los ojos de manera brusca.
Lo primero que se me vino a la mente era que estaba muerta y aquel sitio era el infierno, pero no había llamas devorandome ni tampoco olía a azufre, sino a sucio y polvo.
Extendí mis manos hacia adelante y me puse de pie poco a poco.
Traté de dar un paso pero patee algo blando en el suelo, el cual gruñó.
Me incliné ligeramente y pasé las palmas de mis manos sobre esa persona. Era Henry.
Mordiendome los labios, aclaré mi garganta para levantarlo pero un gemido me cortó la inspiración, poniéndome alerta. No era solo mi hermano el que estaba ahí, sino alguien más.
Por un segundo sentí miedo, pero luego recordé que nada que ocurriera en ese momento me asustaria, así que reuní el poco valor que me quedaba y me acerqué a ciegas a la persona.
-¿Quién está ahí?
Detuve en seco mis pasos y quedé asombrada al reconocer aquella voz.
-¿Carla, eres tú?-pregunté.
Enseguida ella soltó un sollozo y yo continué avanzando hacia donde se hallaba.
-Keren, me alegra que estés bien-dijo, en algún lugar del recinto.
-¿Dónde estás?
-Aquí-hizo ruido en la pared y la ubiqué.
-¿Estás bien?-me situé frente a ella y coloqué mis manos en lo que supuse eran sus hombros, y sí que lo eran, pero no traía ropa puesta. Tragué saliva.
-¿Quién más está aquí con nosotras?-preguntó, evadiendo mi pregunta.
-Mi hermano Henry.
Entonces Carla sorbió por la nariz y me agarró las manos.
-Matame-suplicó con voz queda-por favor, matame. Antes de que ellos lo hagan.
-No pienso hacer algo así-dije, apartandome de ella.
Sin embargo, Carla me sujetó de la muñeca con bastante fuerza.
-Abusaron de mí, Keren-me informó en un hilo de voz-todos ellos. Perdí la conciencia cuando el quinto me golpeó. Así que te ordeno que me mates.
Fruncí el ceño. Quizá si yo me encontrara en su lugar, hubiese pedido la muerte; pero yo no era capaz de asesinarla, además, ni si quiera tenía un arma; por lo que me digné a apartarle la mano de un tirón y me puse de pie.
-Lamento mucho lo que te ha pasado-murmuré, sintiendo lástima por ella-pero esa no es la solución. Saldremos de aquí y vas a matar a esos imbéciles, ¿okey?
-Es imposible. La mejor opción es matarme-insistió, volviendo a llorar.
-Prometo matarte yo si dejas de llorar y balbucear-gruñó Henry a unos pasos de ellas. Su voz era fría y amenazante-primero vamos a salir de aquí y luego veré como te asesino.
Sentí el estremecimiento de Carla y sonreí, a pesar de que ninguno de los dos podía verme.
-¿Estás bien, Keren?-quiso saber mi hermano. Asentí y pensé en darme un golpe ante mi estupidez, ya que él no me miraba para saber si asentí o no.
-Sí-pronuncié-¿puedes quitarte la playera?
-¿Por qué?-inquirió, avanzando a mí.
-Carla la necesita.
-Entiendo.
Escuché el rasgueo de la ropa contra piel y después sentí la playera de Henry rozar mi mano. La cogí y se la entregué a Carla.
-Pontela. No puedes andar por ahí desnuda-ordené con dureza.
Sin embargo, a los pocos minutos, escuchamos nuevamente disparos y la histeria se apoderó de mi una vez más.
-Tenemos que salir de aquí-escuché decir a Henry y rodé los ojos.
-Oh por Dios, ¡Que grandiosa idea!-sisé-no lo había pensando. Eres todo un genio, Henry.
-No era necesario tanto sarcasmo, gracias-espetó él-pero en serio, debemos salir de aquí.
Abrumada, y sin importame lo que había en el suelo, caminé hacia la luz que salía por debajo de la puerta y comencé a patearla, intentando inútilmente abrirla.
-Para eso necesitas fuerza y coraje, hermanita-Henry se burló de mi al tiempo que le daba una patada a la puerta y esta crujió, pero no se rompió-y varias patadas más.
Mientras que él pateaba la puerta, giré sobre mis talones y me acerqué a donde estaba Carla.
-Vamos, no vas a quedarte aquí sola-objeté y le toqué el hombro, el cual ya tenía puesto la playera. Ella cogió mi mano y la ayudé a incorporarse.
Una patada más y la luz llenó por completo la habitación.
Estreché los ojos ante la extremada luz deslumbrante y tiré de la mano de Carla.
Ella se debatió en bajarse la playera de Henry por debajo de los muslos para evitar ser vista en su completa desnudez.
-¡Mi arma!-gritó Henry, victorioso y la recogió.
Se asomó al umbral y me hizo señas de que me acercara, ya que no había peligro.
Obligué a los pies y a la chica temblorosa que mantenía aferrada su mano a la mía a caminar.
-Perímetro despejado. Pero hay mucha sangre-me informó Henry con una mueca.
Salimos al pasillo y comprobé que tenía razón. Había demasiada sangre y el mal olor que despedía era nauseabundo.
Tuve que soltar la mano de Carla para cubrirme la nariz y boca, pero eso no fue suficiente, ya que el vómito me hizo doblarme sobre mis rodillas y devolver la poca comida que había ingerido, revuelta con bilis.
No obstante, no podía parar de vomitar y Henry tuvo que acariciarme la espalda y sujetarme el cabello hasta que me calmé.
-Esto es de locos. Sugiero que nos larguemos de aquí. Yo regresaré a buscar a los demás.
-Tonterías-balbucee-vine a salvar a...
Y volví a devolver.
Poco después de mi espantoso momento, reanudamos la marcha. Henry me agarró de la mano y con la otra iba a apuntando a cada rincón de los pasillos y habitaciones. Carla apenas se animaba a caminar y entre mi hermano y yo la jalabamos, instandola a continuar.
Llegamos, se puede decir, al término de los pasillos y nos percatamos que estábamos perdidos, así que volvimos por el mismo camino y apresuramos los pasos.
El ambiente comenzaba a tornarse más siniestro y yo deseaba que todos estuvieran bien, en especial mi padre y mi esposo.
-Ayudenme, por favor.
Paramos en seco. A los tres se nos erizó el vello del cuerpo y Carla comenzó a temblar.
-Esa voz-le oí decir, aterrada-es de unos de mis atacantes.
-Es bueno saberlo. Le haremos una visita-replicó Henry, con rabia y sin miramientos, abrió la puerta de una patada.
La habitación estaba semi iluminada. Había una silla raida y vieja tirada en medio de la estancia, y un poco a la derecha alcanzamos a ver un hombre tumbado boca abajo sobre un bate de béisbol. Había mucha sangre pero no era suya.
Henry entró antes de que nosotras y se encargó de cogerlo de cabello y alzarle la cara.
-Tu nombre-le siseó.
-¿Acaso... importa?-contestó el sujeto, que no parecía tan mayor que nosotros.
-Sí, importa. Necesito saberlo antes de meterte una bala en la cabeza por ser un hijo de puta.
El sujero se echó a reír y embistió a Henry sorpresivamente. Él quedó sobre mi hermano y le arrebató el arma.
-Me llamo Demon-respondió tajante y yo palidecí. Tanto Carla y yo retrocedimos alarmadas a la puerta pero él volteó a vernos. Sus ojos mieles irradiaban demencia y hostilidad. Se me hicieron familiares y tragué saliva. A pesar de que no conocía su rostro, me resultaba conocido-y voy a matarlos.
Colocó la boquilla del arma en la frente de mi hermano y chillé.
-¡No! Te lo ruego, no lo hagas. Haré lo que quieras, pero no le dispares-supliqué y Carla me soltó de la mano para echarse a correr por el pasillo.
Y en un microsegundo, Demon le disparó de lleno en la espalda. Horrorizada, vi caer a Carla al suelo, inmóvil. Un charco rojo se fue haciendo enorme debajo de ella y titubee.
A continuación, el sonido de sirenas y voces a través de megafonos nos sobresaltó. Era la policía y quizás ambulancias.
-No me conviene matarlos, no aún-dijo el sujeto y saltó lejos de Henry para agarrarlo del cuello y levantarlo con facilidad-ven acá. Serán mis rehenes para que yo pueda largarme de aquí con facilidad.
Miré con tristeza a Carla y no pude evitar llorar, pensando en Set y mi padre, y también en Kevin y los demás.
¿Y si este imbécil los había matado? ¿Qué podía perder yo si también me asesinaban?
-Camina, guapura-me empujó con el arma y le apuntó otra vez a Henry cuando este trató de golpearlo-si se mantienen tranquilos, los dejaré vivir.
-¿Por qué haces esto?-increpé, molesta y comenzando a caminar, con él apuntandome en la espalda-¿qué sentido tiene trabajar para Steve Blake, a sabiendas que no le importas en lo absoluto?
Demon no me contestó, sino que me empujó a que caminara más rápido.
Anduvimos por pasillos que desconocía, mientras que el idiota echaba leves vistazos a cada paso.
-Te me haces familiar-dije.
-¿Sueles hablar mucho, no? ¿Qué te parece si te rompo la boca y continuas hablando?-añadió con veneno.
-Inténtalo y te mataré-ladró Henry, forcejando con él.
-¡Eh! Tranquilo o te reviento los sesos-amenazó el sujeto y Henry se quedó quieto-así es. Sigamos.
A medida que avanzabamos a alguna parte, iba sintiendo rabia y cólera expandiendose por todo mi cuerpo sin convicción, era como si de pronto fuera invencible. Y planeaba esperar el momento exacto para actuar.
-La salida es por el lado contrario-vociferó Henry detrás de mí.
-¿Quién dijo que voy hacia la salida?-repuso Demon con ironía-no soy tan imbécil como para entregarme a la policía.
Apreté los puños, sin detenerme.
Poco a poco divisamos una puerta al final del pasillo, la cual estaba entre abierta y dejaba entrar más polvo y aire del exterior.
-¿Qué vas a hacer con nosotros cuando salgamos de aquí?-musité.
Sin responderme, me empujó a la puerta y caí sobre el sucio asfalto de la calle, tragando porquería y media.
-¡No!-gritó Henry y yo alcé la cara hacia al frente y mis ojos se encontraron con la boquilla de una escopeta, situada sobre mi frente.
Miré al dueño del arma, el cual no era nada más y nada menos que uno de los tantos escoltas de Steve. Detrás de él estaba Blake, sentado y herido dentro de una camioneta negra.
-Bien hecho, Demon-siseó el maldito al verme flaquear frente a él.
-Señor Steve, no pensé que estuviera vivo. Me dijo Eustace que lo habían asesinado.
Contemplé la manera de hablar de ese chico y me di cuenta que le tenía mucho respeto a Blake.
-Fue de mucha ayuda el novio de esta chica-replicó Steve y yo voltee a verlo con horror-me dejó vivir a cambio de que me marchara y olvidara el asunto.
-¿Qué?-murmuré.
-Tuvo la oportunidad de matarme pero fue tan idiota como para pensar que me rendiría, así que en cuanto se descuidó, le dispararó mi escolta. El hombre que tienes frente a ti, cariño. Y hará lo mismo contigo ahora.
Cerré los ojos, tratando de asimilar aquella maldita noticia. Tenía ganas de llorar como una desquiciada, pero en vez de eso, abrí los ojos y demostré una calma sorprendente.
La mirada de mi opresor se mostró confusa y miró a Demon y después a Blake.
-¿La mato, señor?-preguntó.
-Mata primero al chico y luego a ella-ordenó-y subete, Horst. Todo acabó.
Procurando no perder más tiempo, dejé que el dolor de haber perdido al amor de mi vida fluyera a través de mis manos y piernas.
Esbocé una sonrisa carecienre de cordura y le asesté una patada al escolta justo en el estómago, haciendo que este cayera de espaldas y soltara la escopeta. Salté sobre él al tiempo que intentaba levantarse y comencé a llenarlo de puñetazos la cara y de arañazos. Tenía el anillo que Set me había dado y lo utilicé para destrozarle la nariz. El hombre gritó y gruñó. Me agarró de los brazos y me empujó lejos de él, pero tomé impulso y volví a acercarme, pateandole la mandíbula con mi tenis. Pero fue más rápido y me cogió del pie.
-Muchas gracias por la ayuda-le dije, excitada y lo usé como trampolín, me tiré al suelo y cogí la escopeta-pierderte, imbécil.
Y le hice pedazos la cara.
Giré el rostro hacia Demon y este me miró con horror.
-¿Quién diablos eres?-dijo y echó a correr a Blake.
Henry se acercó a mí, impresionado.
-¡Ha sido fabuloso!-me elogió y yo apunté a la camioneta donde estaba Steve.
Mis ojos estaban llorosos y lo único que quería era matar.
-Esto aún no ha terminado-le grité y disparé hecha una fiera hasta que no me quedaron más balas.
Sin embargo, para mi mala suerte, la camioneta era blindada.
Steve se asomó con una sonrisa lobuna y chasqueó los dedos.
-A ellos.
Tiré el arma al suelo y cogí a Henry de la mano, corriendo hacia un extremo, con el fin de alejarnos y rodear el hotel para que la policía se encargara de ellos, ya que me dolia el pecho de tanta agonía.
Tropecé y me llevé consigo a Henry.
Ambos rodamos en el suelo y él me abrazó al tiempo que nos echábamos a correr de nuevo.
Una lluvia de disparos se abrió paso a nuestras esposas y decidimos correr de un lado a otro.
Voltee a ver por encima de mi hombro y conté alrededor de cinco hombres perseguirnos.
-Ya casi llegamos-me aseguró Henry, hablando entre cortadamente.
Obligué a mis piernas a ir más rápido y las náuseas volvieron. El dilema era: detenerme a vomitar o continuar corriendo mientras vomitaba.
Entonces, Henry ahogó un grito pero no me soltó.
Le habían dado en el otro brazo y yo temí que nos asesinaran.
Y de repente, dos patrullas nos taparon el paso y paramos en seco.
-¡Escondanse y dejennos esto a nosotros!-nos gritó un policía y agradecida, y aliviada, nos disponíamos a avanzar cuando la camioneta negra de Steve se incrustó en las patrullas.
Comenzó un tiroteo terrible entre policías y los hombres de Steve.
Rodeamos los coches y nos quedamos de piedra al ver como mi padre corría hacia nosotros con los brazos abiertos y una sonrisa en los labios.
-¡No!-le gritamos histéricos-¡Regresa!
Las balas caían detrás nuestro, rozando nuestros pies, casi dándonos.
Pero nuestro padre nos ignoró y se acercó los suficiente a nosotros.
-¡Hasta aquí llegaste, maldito!-escuchamos la voz lunática de Steve y volteamos a verlo.
Él estaba tumbado en el suelo con un arma en las manos.
Tenía los ojos ensombrecidos.
Mi padre se detuvo al tiempo que Steve jalaba del gatillo en su dirección.
La mirada de mi padre se tornó blanca y lo vi caer de rodillas, y un segundo más tarde, caer en un ruido sordo al suelo.
Grité y corrí a él, sin importame nada.
Escuché todos los disparos muy lejanos y me arrodillé frente a él.
Con manos temblorosas, le di la vuelta y lo encontré mirándome con una débil sonrisa.
-Papá-murmuré, sollozando. Le pasé una mano por las mejilla y él se estremeció.
-Estoy bien, cariño-dijo. Tuve que acercar mi oreja a sus labios para escucharlo-no te preocupes por mí.
-No hables, ya viene la ayuda-titubee y miré a todos lados-¡Ayudenme! ¡Una ambulancia, por favor!
_¡Morirás al igual que él!-me gritó Steve pero lo ignoré.
Y acto seguido dos disparos, casi al mismo tiempo, cortaron el aire, al instante que sentí a una persona abrazarme.
Olfatee el aroma masculino y varonil que tanto conocía y observé a Set junto a mí.
[ESCUCHEN ESTA CANCIÓN CON AUDÍFONOS: 》Srarset - Dark On Me《
-Set-balbucee y me dejé abrazar por él.
Pero enseguida me di cuenta de algo.
Él se tambaleó y sin dejar de sonreirme, se desplomó junto a mi padre y yo entorné los ojos.
Al igual que mi padre, Set también estaba herido. Tenía una enorme mancha roja en el costado y otra en el pecho, justo a la altura del corazón.
-¡No! ¡Set!-gritó, enloquecida.
No sabía a quién abrazar, si a mi padre o al amor de mi vida.
-¡No, por favor!
Un ardor punzante me devoró al instante dentro de mi pecho.
Abracé a los dos con desesperación, viendo como se les escapaba la vida frente a mí. La impotencia me hizo rabiar y llorar incontrolablemente.
Dos personas se situaron a mi lado y se encargaron de abrazar a mi padre con agonía.
En medio de la nebulosa de mi llanto, alcancé a ver a Henry y a Adam llorando y abrazando a mi padre.
Mientras que yo...
Yo solo quería morirme.
Voltee a ver a Set y noté que me miraba con ojos dulces y cuando trató de sonreirme, un hilillo de sangre escurrió de sus labios y lo besé con suavidad. Él agarró una de mis manos y la colocó sobre su mejilla.
-Esta es la manera en la que quería morir-murmuró y se me formó un nudo en la garganta-viendo tus hermosos ojos.
-No...no hables. Tú te vas a poner bien-le ordené.
-Salvarte la vida ha sido lo mejor que pude hacer en mi asqueosa vida de-tosió y me incliné para abrazarlo-quédate conmigo, por favor.
Asentí y me quedé abrazandolo fuertemente.
-Lo haré-prometí.
-Te amo-susurró.
-Yo también te amo-murmuré sobre sus labios. Mis lágrimas se mezclaron con las suyas mientras nos besabamos.
No me di cuenta en qué momento fue que Set dejó de respirar y dejé de sentirlo vivo, pero unas manos me apartaron de él pero pelee con uñas y dientes, para evitar que me separaran de mi esposo.
-¡No!-di de patadas en el aire para soltarme-¡Ellos ne necesitan! ¡Mi papá me necesita, Set me necesita!
-Ya no hay nada que hacer, se han ido-dijo Adam, llorando cerca de mi cuello, ya que él me había sujetado. Y no pude evitar sentir odio por él.
-¡No me toques!-lo aparté de un golpe y lo miré con rabia-¡No estuviste aquí para ayudarnos! ¡Fuiste un maldito cobarde! ¡Ahora ellos están muertos!¡Te odio! ¡Te odio! ¡Ojalá te murieras!
Comencé a golpearlo con los puños con todas mis fuerzas hasta que le cansé. Adam dejó que desatara mi impotencia con él y después me abrazó y yo lloré en sus brazos varios minutos. Henry se unió a nosotros y lloramos como jamás lo habíamos hecho.
Nuestro padre se había ido. Egon Peitz había muerto de la manera más vil y triste del mundo. Y ninguno de sus tres hijos pudo evitarlo.
Set Rex también había muerto, pero como un héroe. Por mí. Dio su vida por la mía y eso jamás me lo iba a perdonar.
-Con cuidado-le dije a los paramédicos que se encargaron de subir a mi papá y a Set a la ambulancia.
Mis ojos estaban rojos y llorosos. El vacío que sentía era inmenso.
El sol mañanero comenzaba a salir y yo solo quería estar con Set y mi padre.
Henry fue llevado en otra ambulancia al igual que los demás.
Sin embargo, en el transcurso del trayecto, perdí la noción y comencé a sentirme débil.
De pronto, todo se volvió negro y me perdí en la inconsciencia.
******
~Dos días después~
[NARRATIVA POR MÍ, MILO]
La mañana era fría, seca y mezquina.
Y las cuatro paredes que la mantenían cautiva no la ayudaban a mejorar su ánimo.
Keren había despertado minutos atrás y tenía el corazón deshecho. Los ojos inyectados en sangre y con ganas de vomitar.
Detestó muchísimo abrir los ojos y encontrarse con el rostro pálido de su hermano Adam sentado en una silla.
Sabía de antemano que tanto Set y su papá ya no estaban, y se mordió los labios para no llorar. Era inútil llorar cuando ya no podía traerlos de vuelta.
Odió los malditos globos y peluches con frases de recuperación y ánimos, puesto que nadie más que ella entendía el maldito dolor que tenía dentro del pecho.
-Quita estos malditos globos de mi vista-masculló con repugnancia a Adam.
-Ya era hora que despertaras-dijo él, aliviado.
-Quita estos malditos globos de mi vista-repitió con veneno.
-Cálmate.
Keren soltó una risa irónica y luego lo fulminó con los ojos.
-Eres un maldito imbécil. Y quiero que también te largues. No quiero ver tu estúpida cara nunca más.
Vio como los ojos de su gemelo se llenaban de lágrimas y el coraje que tenía se incrementó.
-Tus lágrimas son demasiado falsas. Así que vete...
-¿Estás loca o qué te pasa?-explotó Adam con cólera-¡Yo no tengo la culpa de que papá y Set hayan muerto! Lo único que yo deseaba era vivir alejado de este tipo de dolor.
-Si tú me hubieras acompañado, nada de esto estuviera pasando.
-¿Qué?-siseó su hermano con los ojos encendidos. Se subió a la cama y la agarró de los hombros-¡Aunque yo hubiese ido contigo, esto de todos modos hubiera ocurrido! ¿Qué no entiendes? Blake los asesinó a sangre fría. Nadie lo pudo evitar.
Su hermana, con el ceño fruncido, suavizó su semblante y él la vio como se desmoronaba en sus brazos, presa del vacío en su interior.
-Lo siento, lo siento, lo siento-murmuró él sobre su frente-estoy hecho pedazos como tú y sé también el tipo de dolor que sientes con respecto a Set. Beatrice no ha parado tampoco de llorar por su hermano y su padre.
Ella sollozó, ahogando un grito en su pecho y abrazandolo con fuerza.
Estuvieron así un buen rato, apoyándose moralmente sin ninguna interrupción.
-Si algo te hubiera pasado a ti, créeme que me hubiera muerto también-le oyó decir a él-papá quizá decidió sacrificar su vida por ti al igual que Set. Ellos te amaban demasiado. No iban a permitir que algo malo te pasara.
-Yo... yo me casé con Set en Las Vegas. Éramos esposos y planeaba compartir mi vida entera con él-balbuceó.
A pesar de la sorpresa, Adam se estremeció y se quedó en silencio, compartiendo el dolor.
Minutos después, él ya se había acomodado junto a su hermana en la cama y la arrulló hasta dejarla dormida. Se permitió llorar amargamente cuando Keren se durmió y la acarició como solía hacerlo cuando eran niños.
La puerta de la habitación se abrió y entró Beatrice con el rostro hinchado y rojo.
-¿Puedo pasar?
-Sí, cariño-dijo Adam, sorbiendo por la nariz y extendiendo una mano para que se acercara.
-¿Cómo está?-preguntó Beth, sentándose al borde de la cama y sujetando su mano.
-Se levantó hace un rato y se puso histérica. Pero logré calmarla-sonrió con tristeza y le besó la frente a su hermana con cariño.
La pelirroja asintió y suspiró.
-Los demás quieren entrar, pero les dije que no es conveniente-le informó y después se mordió los labios, debatiendose en decir algo o más o callarse.
-¿Me dirás algo más?
-Es que...-tomó aire y lo miró a los ojos-el señor Egon, mi hermano y mi padre están listos para ser sepultados en el momento que decidamos.
Adam cerró los ojos y respiró hondo.
-Mi padre será sepultado junto a mi madre-repuso.
-Set y mi padre creo que serán cremados. Pienso llevarlos con mi madre.
Adam asintió, estando de acuerdo.
-Iré contigo a Berlín, ¿de acuerdo?
-Sí.
El estremecimiento y el luto en la familia Peitz McCall Rex era más que delirante.
Gabriel se echó a llorar amargamente al enterarse de la triste noticia y tuvo que ser sedado para no levantarse e ir a ver a su amigo al último piso donde estaba su cuerpo.
Roch deseó morirse cuando supo que su hijo había ayudado en que eso sucediera y tenía miedo y pena de contarle la verdad a sus sobrinos.
Y con lo que refería a Austin y a Thomas, derramaron lágrimas de arrepentimiento por no haber ayudado al chico, y ahora hombre, que alguna vez los ayudó en el pasado y le dieron permiso a Dylan de ser novio de Carla, aunque esta estaba en urgencias por haber recibido un disparo en la espalda.
Allen se quedó al lado de Kevin, mientras este aún se recuperaba en una habitación menos delicada para un niño y tenía tantas ganas de consolar a Keren.
Por otra parte, Henry permaneció en una habitación aislado, llorando en silencio y odiandose a muerte.
Todos, sin excepción, lloraban las perdidas, en especial la de Egon Allen Peitz Landon, el hombre más fuerte jamás visto, que murió a manos del amor de padre.
Egon Peitz murió por segunda vez y para siempre.
La primera vez que murió, fue su alma, cuando perdió a Shelby Cash, la chica que le dio sentido a su vida.
Y la segunda fue su cuerpo, al recibir el disparo que iba dirigido a su hija; dónde, luego de veinte años, supo que había hecho la mejor elección.
Morir en el lugar de alguien a quién amas con desesperación.
Sin embargo, el destino de Egon no fue para ser feliz.
Él no nació para ser feliz, sino para sufrir, pero murió inevitablemente feliz, al haber conocido y recibido amor.
El último pensamiento que él tuvo antes de morir, mientras miraba los ojos llorosos de sus hijos, fue: Toda mi vida fui tropezando, aferrado a la idea de que algún día sería feliz haciendo lo que más me gustaba. Matar. Cuando perdí a Shelby, comencé a darme cuenta que mi vida no había tenido sentido hasta que la conocí. Y ahora, que mi vida se escapa de mis manos, siento que vine a este mundo para ser la protección de mis hijos, aunque sea fugazmente. El dolor que siento no es tan fuerte como pensé que sería, de hecho es satisfactorio. Y le veo el lado bueno... veré a mi amada Shelby una vez más. Y estoy seguro, que desde alguna parte, entre los dos cuidaremos a nuestros hijos. La muerte no es más que un solo paso en este mundo. Estoy dando ese paso... lo estoy dando...
Shelby...
Adam...
Keren...
Henry...
Amada mía, hijos míos... estoy dando ese paso.
No lo olviden que los amo.
Ha sido un néctar compartir este momento...
.
.
.
.
¿Shelby? ¿eres tú?
FIN.
Y hasta aquí concluye esta histori:')
Espero de todo corazón que les haya gustado. Lloré un poco al escribirlo porque parte de mi corazón quedó con Egon y Shelby.
Voten y comenten.
En unos días subiré el epílogo.
Gracias por compartir este grandioso tiempo conmigo y enamorandose de mis personajes.
Nos estaremos leyendo pronto^-^
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