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Hotel Prince Lab.
La mezquindad con la que Steve Blake miraba a los integrantes de la familia de Egon era más que notoria. Sin embargo, el sentimiento era mutuo.
El rubio se paseaba de un lado a otro, cojeando de una pierna y frotando su muñeca, donde debería estar su mano derecha.
-Pronto estarán todos reunidos ante mí y jugaremos un juego-les repitió por milésima vez.
-Me tienes a mí. No hay necesidad de que ellos estén metidos en esto-bramó Egon, haciendo el esfuerzo de liberarse de los grilletes que lo mantenían suspendido en el aire sobre unas barras de metal. Tenía el rostro curtido de sudor, sangre y un golpes.
Los demás se hallaban apiñados entre sí en otra barra de metal, pero no tan masacrados como él.
Gabriel estaba desmayando y su cabeza se balanceada de un lado a otro gracias a los movimientos del resto.
Adam y Henry yacían detrás de su padre con el rostro magullado y ensombrecido de rabia. Tenían las muñecas rojas por la posición.
Roch era el único que estaba atado a la barra de metal con cadenas y parecía estar moribundo, ya que apenas respiraba.
No obstante, el pequeño Allen no estaba ahí. Desde que los colocaron en aquel lugar, no habían vuelto a ver al niño y eso a Gabriel le preocupaba más que su propia vida.
-Supongo que tienes razón pero me encanta exterminar masa de personas para no dejar cabos sueltos-replicó Steve-hace un rato me informaron que tu hija y su novio volvieron de sus vacaciones y ya vienen en camino para acompañarnos a la fiesta.
-¡Maldito imbécil!-Adam se inclinó hacia adelante con cólera y ahogó una exclamación cuando la piel de sus muñecas se lastimaron por la fricción.
-A ella no la vas a tocar-vociferó Egon.
-Primero tendrás que matarme a mí para hacerle daño a mi hermana-masculló Henry.
Steve se detuvo. Centró su atención en el chico y luego suspiró.
-No eres más que un estorbo en mis planes-le dijo-pudiste haber quedado absuelto de todo esto pero optaste por pelear en una batalla que no es tuya.
-Es mi padre. Y yo pelearía por él sin pensarlo-espetó Henry, rojo de enfado. Las venas de su cuello estaban tensan al igual que las de sus brazos.
-Entonces te mataré sin pensarlo-repuso Blake-pero ahora no lo haré, sino hasta que estén todos juntos. Mientras serán torturados en lo que yo voy por una hamburguesa con el pequeño Allen.
-¡No te atrevas a acercarte a él!-ladró Gabriel con voz temblorosa, al parecer, no estaba inconsciente, solo había estado resguardando las pocas fuerzas que le quedaban y al escuchar aquellas palabras referente a su hijo, abrió los ojos y gritó, pero solo salió un leve graznido patético de su garganta y un fuerte dolor en la columna y estómago lo estremeció.
-Puede que lo adopte como mi hijo.
Entonces Gabriel soltó una risotada.
-Primero muerto antes de que le hagas algo a mi hijo.
Steve hizo una mueca de fastidio e hizo un ademán con su única mano hacia el quinteto de hombres que aguardaban en la puerta con instrumentos de tortura en sus manos.
-Haganles mucho daño, en especial a Egon Peitz-señaló a Egon-pero no los maten. De eso me encargaré yo.
Blake salió pavoreandose de aquella habitación y se dirigió a un pasillo en busca del niño, que había dejado en un cubículo con hojas blancas y crayones.
Pero de pronto, uno de sus hombres se plantó frente a él con un teléfono móvil en sus manos.
-Llamada de Stein para usted, señor.
Sulfurado, cogió el teléfono y atendió la llamada, poniendo los ojos en blanco. Detestaba con todo el alma que le importunaran en momentos importantes.
-¿Qué quieres? Más te vale estar aquí en veinte minutos o...
-Señor Blake, Keren Peitz ha escapado. Se lanzó de la camioneta y la perdimos de vista-le informó con voz cautelosa.
Steve cerró los ojos un segundo y cuando los abrió, estos quemaban de ira.
-¡Fue una tarea fácil la que te pedí, maldito inútil! Monitorear las carreteras y esperar el momento para atraparla, a ella y a su novio.
-Su novio está muerto. Lo maté yo mismo.
-¿Mataste a mi sobrino?-le preguntó, sorprendido.
-Sí. No fue tan listo como pensé pero estamos en la búsqueda de la chica, señor. No debe estar lejos.
-Pobre chico-dijo con tristeza fingida-pudo haber hecho grandes riquezas conmigo pero murió siendo un idiota.
Hubo un lapso de silencio y carraspeó.
-Busca a Keren Peitz y traemela. No me importa lo que tengas que hacer. La quiero aquí antes de que termine el día o te mataré.
Colgó bruscamente y le lanzó el teléfono a la cara del hombre.
-Supervisa si han bañado y vestido a la chica-le ordenó-ella tiene que estar presentable para la ocasión-humedeció sus labios y se pasó la mano por su rubio cabello-ahora, si me disculpas, voy a comer una hamburguesa con ese niño. Y no quiero ser molestado por nadie, a menos si son noticias de Stein.
El hombre asintió y desapareció en una esquina del hotel abandonado.
Blake caminó por varios pasillos hasta llegar al pequeño cubículo donde se hallaba resguardado el niño. Entró con desasosiego, pensando que el chiquillo lo atacaría desde el techo o de un extremo de la estancia, pero se tranquilizó al verlo sentado en el asiento frente a la mesa que le habían colocado para dibujar.
La mayoría de hojas y crayones estaban intactos. Excepto la hoja y crayón que sostenía en la mano.
El niño miraba fijamente su dibujo o palabras con mucha atención. Y ni si quiera se inmutó ante la presencia de Steve.
-Allen McCall-dijo Blake. El niño se encogió de hombros, aún sin mirarlo-¿qué haces?
-Escribo-contestó fríamente Allen.
-¿Qué escribes?-se acercó un poco más a él.
-Palabras-replicó con fastidio y alzó la cabeza para mirarlo. A pesar de tener casi seis años, Allen tenía la virtud de desconcertar a cualquiera con su penetrante mirada, heredada de su padre.
Steve titubeó y sacudió la cabeza. Arrastró otra silla y se sentó junto al chiquillo.
-Quiero llevar la fiesta en paz, chico. Contigo no es el problema, ni con tu padre-comenzó a decir-sin embargo, no podía dejarte a un lado, es por eso que te he traído hasta aquí.
Allen, cuyos ojos azul eléctrico chispeaban de molestia, se vio obligado a mantener la calma a regañadientes.
-Debería dejarnos en paz.
-No puedo, pequeño.
-¿Por qué no? Sólo ordenele a esos gorilas que liberen a mi familia.
-Aún no estás en edad de entender todo esto-dijo el rubio con sequedad.
-Tengo casi seis años y créame, he sufrido demasiado, incluso más que usted.
-Ay, pequeño-se inclinó a él y le revolvió el cabello-¿quieres una hamburguesa?
-Quiero ir a casa-bufó Allen con determinación.
-Qué lástima. Yo quería hamburguesas.
Y de pronto, unos gruñidos por parte del estómago de Allen los sorprendió a ambos.
-¿Lo ves? Tienes hambre. Comamos unas hamburguesas, amiguito.
-¿Si hago lo que me pide, dejará en paz a mi familia?-lo cuestionó, meditando su oferta.
-No puedo prometerte nada, pero te doy mi palabra que estarán bien en lo que regresamos-alzó la palma de su única mano y Allen alzó las cejas.
-Sólo porque tengo hambre y mi papá no está conmigo para alimentarme, iré usted.
El niño retiró la silla de la mesa y se puso en pie, agarrando la hoja blanca con firmeza.
-Para usted, con todo mi cariño-le dijo a Blake y le entregó el papel.
Confuso, le echó un vistazo a la hoja y entornó los ojos.
En letras descomunales y casi inteligibles, decía:
"LA VIDA ES COMO UN RESTAURANT, NADIE SE VA SIN PAGAR"
-Vaya, muchas gracias. Lo tendré en cuenta, Allen-y dobló la hoja para meterla en su bolsillo.
Escoltó al niño hasta la puerta y luego lo dirigió hacia la salida del hotel, donde una camioneta los esperaba.
Allen, por su parte, vaciló unos instantes antes de voltear a ver a Steve.
-¿No vamos a comer aquí?-le preguntó.
-No. Las hamburguesas me gustan si son recién hechas.
-Preferiría que las trajeran acá. No quiero abandonar a mi papá.
-Él está bien. Te di mi palabra, ¿no?-añadió Blake, perdiendo la paciencia.
-Vamos. Confío en tu palabra, así que más te vale decir la verdad-dijo el niño, sorprendiendo una vez más a Steve por su madurez a pesar de estar pequeño.
Abordaron la camioneta y se fueron a comer hamburguesas, mientras que en el interior del hotel, Egon, Gabriel, Roch, Adam y Henry estaban siendo azotados y torturados duramente. Ese era el fin.
No obstante, a varias calles y quizás muchos kilómetros de distancia, Keren hablaba atropelladamente con Kevin, dirigiéndose al hotel Prince Lab.
-Maldita sea. Y justamente ayer me comentó tu padre de las sospechas que tenía de ese estúpido doctor y al final de cuentas tenía razón.
-No sabemos qué hacer, Kevin. Iremos a ese hotel pero realmente no tenemos un plan. No quiero que mi familia sufra o peor aún, muera-se lamentó ella.
-Tranquilizate, preciosa-la voz de Kevin fue como un estimulante para ella y consiguió guardar un poco la calma-llegaré en un par de horas a Los Ángeles y para que yo logre localizarlos, deben de tener el teléfono que estás usando encendido. Los voy a rastrear, ¿está bien?
-¿Traerás refuerzos contigo?-sorbió por la nariz, esperanzada.
-Carla viene conmigo.
-¿Por qué?-quiso saber.
-Desea ayudar.
-Ella no tiene nada que ver con nosotros.
-Carla tiene demasiada experiencia. Sabe pelear y disparar.
-Me da igual. Mientras no trate de hacer algo opuesto a sus buenas intenciones que dices, que venga y nos ayude.
-Viene alguien más con nosotros-le informó, un tanto preocupado.
-¿Quién?
-Dylan, tu primo.
A Keren se le heló la sangre y el llanto silencioso se esfumó. Ahora estaba demasiado preocupada por Dylan. Él no estaba acostumbrado a las peleas, ni mucho menos a manejar con cuidado un arma y salir ileso de un enfrentamiento.
-Mandalo de regreso. No lo quiero aquí-dijo ella y Set volteó a verla con el ceño fruncido.
-Voy a pasartelo-le avisó Kevin y se oyó una serie de roces y susurros.
Al cabo de unos segundos, ella escuchó la respiración de Dylan.
-Keren, hola-la saludó con timidez.
-Vas a volver a Londres con tus padres, Dylan-carraspeó, indignada.
-Desde luego que no. Voy para ayudarlos-replicó, molesto.
-¡Esto no te incumbe!
-Claro que sí. Son mi familia y la familia se apoya, ¿no?
-¿Quién te dijo de todo esto?-inquirió, abrumada.
-Vivo en Madrid con Carla y estaba con ella cuando Kevin le comentó acerca de lo que pasó con ustedes.
Keren no sabía qué preguntar primero: ¿Qué demonios hacía viviendo con Carla? ¿y por qué Kevin se lo contó a ella?
Así que decidió preguntarlo todo de golpe.
-¿Por qué rayos estás viviendo con Carla en España y por qué Kevin le contó todo a esa chica?
Dylan dejó escapar un suspiro.
-Carla es mi novia desde hace semanas y Kevin simplemente se lo confió porque no quería dejar sola a Paloma, su ex novia. Pero al final de cuentas, la chica terminó con él porque no quería vivir así, ya que Kevin suele ausentarse por temporadas, según ella.
-¿Su... novia?-murmuró, sorprendida y un poco dolida.
-Ex novia-recalcó su primo.
Aturdida y víctima del escrutinio de Set, cambió de tema.
-Como sea. No vengas, no te quiero aquí, Dylan.
-No te estoy pidiendo permiso.
Hubo un lapso de silencio estresante del otro lado de la línea y ella pensó en colgar.
-Ya veo que ese chico no se reservó algunos detalles-surgió la voz de Kevin nuevamente.
-Sí.
-Bueno, entonces estamos en contacto. No apaguen el teléfono por ningún motivo-alardeó, cortante.
-¿Vienes en avión?
-Obviamente.
-¿Y cómo es que estás hablando por teléfono? ¿acaso eso no causa interferencias?
-Parece que has olvidado que soy un genio en la informática y puedo hacer cualquier cosa, como alterar los comandos del teléfono y del avión desde una computadora.
-¿Qué?
-Oh, perdona-se rió, divertido-por un momento pensé que hablaba con Shelby. Lo siento tanto.
Keren arqueó las cejas y resopló.
-En fin. No peleen sin mí. Estaremos ahí lo antes posible.
Y se cortó la comunicación.
-Tal parece que entablaste una muy buena charla con Black-observó Set, disminuyendo la velocidad.
-Él no viene solo, Carla y mi primo Dylan lo acompañan.
-¿Ese chico vendrá?-preguntó, incrédulo. Ella asintió-espero sepa pelear porque esto es de vida o muerte.
-Tendrás que someterlo, Set. Dejarlo dentro del coche hasta que todo termine.
Set asintió, deteniendo el coche en su totalidad, ya que habían llegado a la esquina del susodicho hotel, el cual estaba abandonado y sucio.
Ambos se preguntaron si aquel era el lugar correcto.
-¿Qué hacemos ahora? ¿bajar?-preguntó Keren, con desesperación.
-Si vamos ahora, hay demasiadas posibilidades que nos agarren y nos maten. Pero si esperamos un poco, tendremos al menos una oportunidad de inmiscuirnos en el interior.
-¿Tienes un plan?
-Sí. Nunca ejecuto mi labor sin tener un plan.
La entrada del hotel abandonado estaba desierta, aparentemente no había nadie custiodiandola, lo cual la hacía más sospechoso, por lo que esperaron.
En lo que aguardaban, a ambos les dio hambre, pero era tanto los nervios, que decidieron estar aún más alertas.
Una hora después, cuando ya se hallaban cabeceando de sueño, una camioneta aparcó justo en la entrada. Set abrió los ojos de golpe y movió a Keren para despertarla. Ella pegó un salto y entornó los ojos.
Observaron como de la camioneta bajaba Allen, acompañado de Steve Blake.
Ella agudizó la vista en busca de alguna señal de violencia o golpes en su pequeño primo pero no notó nada extraño en él.
Incluso Allen sonrió levemente a Steve al momento de entrar al edificio, escoltado por dos hombres armados.
-¿Viste lo mismo que yo?-musitó ella.
-Sí. Y eso hace que me intrigue más lo que esté ocurriendo ahí dentro.
-¿A qué hora me acerco?
-Cuando veamos llegar al doctor farsante.
-Le diré que tomé un taxi hasta aquí porque fue el único lugar que se me ocurrió-recitó, tal y como él le había dicho. Set asintió-si me pregunta como es que supe llegar, le diré que él mencionó el hotel en la camioneta cuando trató de secuestrarme.
-Excelente. Muy bien. Yo estaré cuidandote desde aquí, amor. No tienes nada de qué preocuparte.
-Ya no soporto más-dijo ella, al borde del colapso. Tenía el rostro hinchado por las lágrimas y el corazón destrozado-quiero que todo esto termine.
Set no dijo nada, sino que extendió los brazos y la abrazó fuertemente, arrullandola en su pecho y tratando de calmarla.
-Nadie va a morir. Todo se va a solucionar, me encargaré de que eso suceda.
-Me aterra mucho pensar que la misma historia de hace veinte años se repita. Mi madre fue asesinada por el padre de Steve y ahora su hijo quiere hacernos lo mismo por venganza.
-Bueno, en ese entonces todo era distinto. Ahora podemos darle en su punto débil.
-¿Cuál punto débil?
-La soledad en la que se encuentra. ¿Acaso no es obvio? Steve Blake quiere matarnos porque le quitamos a su padre, a la única familia que tenía. Quedó muy solo y quiere hacernos pagar.
Keren recargó la frente en su hombro y suspiró. No quería soltarlo jamás.
Horas más tarde, Set se las había arreglado para escabullirse él solo y comprar algo de comer para los dos; y para cuando volvió, divisó una camioneta blanca estacionarse frente a la entrada del hotel.
Se asomó a su coche y entró con sigilo. Halló a Keren mirando a la camioneta con sumo odio.
-Es hora de que me acerque-le oyó decir.
-Primero come algo. Si vamos a pelear, que sea con el estómago lleno.
Ambos se comieron apresuradamente los tacos y bebieron sus sodas casi sin respirar, ya que no querían perder aquella oportunidad tan valiosa.
Steve había salido a recibir a Stein y por el rostro del rubio, estaba furioso. Sin embargo, Stein no se marchó cuando Blake entró nuevamente y a ella le dio tiempo de guardar la calma y bajar, pero no sin antes despedirse de Set.
-Ve. Yo cuidaré tus movimientos desde aquí, amor-le dijo él, mostrándole el arma.
-Mándale un mensaje a Kevin con la dirección exacta del hotel, por si en caso no podemos mantener el teléfono encendido.
-Descuida, lo haré. Ahora sigue el plan al pie de la letra.
Lo miró por última vez por encima del hombro y acercándose a sus contrincantes, deseó poder ayudar a su familia entera a salir de aquella situación. No estaba del todo segura si todo saldría bien o que cambiaría algo con su presencia pero su objetivo era asesinar a Steve Blake.
A medida que se acercaba, comenzaron a temblarle las rodillas y su corazón a acelerarse.
La agonía de su pecho la estaba matando de nerviosismo e histeria, pero se obligó a tranquilizarse, ya que no ganaba nada alterandose antes de tiempo.
-Tú puedes. Eres fuerte-se dio ánimos en un murmuro antes de situarse frente a la camioneta.
Sus pasos torpes la colocaron justo en la ventana del conductor y un segundo después, bajaron los hombres de Stein para someterla. Ella alzó las manos y se arrodilló en la acera con la cabeza inclinada hacia adelante.
-Keren Peitz-oyó su nombre salir de los labios de Stein tan pronto como el sonido del "tic tac" del reloj.
Se negó a alzar la cabeza y mirarlo. Simplemente se quedó ahí postrada, y tragó saliva.
-¿Cómo demonios has logrado llegar hasta aquí? Te he buscado todo el día, muchacha idiota-le ladró y sintió sus sucias manos sobre sus hombros.
-Escuché cuando mencionaste el hotel Prince Lab y no tenía opción. Estaba sola y opté por rendirme ante ustedes-dijo en un sollozo, tratando de escucharse lo más triste y convincente posible.
-Buena chica-la felicitó y la levantó de la acera a la fuerza- ahora entremos. El señor Blake estará feliz de verte.
-¿Te puedo pedir un favor?-inquirió ella en un siseo.
Stein guardó silencio y alzó las cejas al momento que ella miró directamente a sus ojos.
-No quiero que me agarres. Puedo caminar perfectamente bien con mis pies, si no es mucho pedir.
El hombre rodó los ojos y apartó las manos de sus hombros instintivamente.
-Bien, como quieras. Pero al señor Blake le vas a obedecer-le advirtió-ahora camina.
Keren obedeció y se adentró al interior del edificio con Stein a su lado y los demás hombres a sus espaldas.
En el camino tropezó un par de veces pero mantuvo el paso. Sus ojos miraban por doquier, muy alertas a pesar de que apenas lograba ver su camino por la falta de luz. Solo una que otra lámpara alumbraba el pasillo y el olor a polvo y viejo le causaba escozor en la nariz.
Stein se detuvo y ella lo imitó. Estaban frente a una puerta de madera con dos hombres armados escoltandola.
-Traigo a Keren Peitz para el señor Blake-les informó.
Los sujetos asintieron y le abrieron el paso para entrar.
-Lo siento, pero esta vez tendré que agarrarte para que no escapes-le avisó y rápidamente la cogió del antebrazo.
La puerta se abrió y por consiguiente, entraron.
Todo estaba a oscuras, y olía a sangre y a sudor. Un olor fétido y nauseabundo. Ella tuvo que cubrirse nariz y boca con el cuello de su playera para no tener arcadas.
-Keren Peitz, señor Blake-anunció Stein con excitación.
Y a continuación se oyó un alarido de dolor en alguna parte de la habitación, helandole la piel a Keren.
De pronto, la mano de Stein se retiró de su brazo y escuchó la puerta cerrarse. El bastardo la había dejado ahí sola.
-Vaya, vaya-oyó decir a Blake, acercándose a ella en la penumbra-has venido sola, ¿no? Porque ya no te queda nadie. Tu familia está aquí conmigo y tu noviecito está muerto.
Y sin miramientos, se encendieron las luces, dejándola aturdida por unos segundos. Logró enforcar la vista rápidamente y ahogó un grito al ver en donde se hallaba.
Nunca imaginó presenciar una escena tan siniestra, desgarradora y humillante como aquella.
Su padre, hermanos y tíos estaban hechos papilla. Casi no se les reconocía el rostro por los golpes y la sangre.
Estaban colgados como animales y la sangre goteaba de sus cuerpos hasta el suelo, formando un gran charco.
-¡Eres un maldito desgraciado!-le gritó al rubio, provocando que él estallara en carcajadas.
-Eso te espera a ti y a tu querido primo Allen si no cooperas.
-A él no lo vas a tocar, infeliz-graznó, encolerizada.
Steve, en un movimiento rápido, chasqueó los dedos. La sonrisa lobuna que tenía dibujada en el rostro era enfermiza y Keren deseó poder quitarsela de un golpe.
Al cabo de un instante, la puerta se abrió y entró un hombre fornido, cargando a Allen en sus brazos. Su primo yacía con los ojos cerrados, aparentemente durmiendo sin saber qué estaba pasando.
-¡Qué le has hecho!-espetó, corriendo a él pero Steve la agarró del cabello y la tiró al suelo con su única mano.
Ella apretó los puños y se levantó con indignación.
Se dio cuenta tardíamente que tanto sus palmas y rodillas habían quedado manchadas de sangre.
-El niño simplemente duerme. Ambos fuimos a comer y quedó exhausto. Me agrada el chico, así que no hagas que lo mate de la manera más cruel-Steve le señaló al hombre con la barbilla el sitio donde tenía que colocar al niño y luego se centró en Keren-¿Quieres saber lo qué haremos justo ahora?-le preguntó, humedeciendo sus labios.
Ella negó con la cabeza, reprimiendo las ganas de llorar.
-Haré lo que me pidas pero déjame ver si mi familia está bien-le rogó, con voz suplicante y temblorosa.
Steve rodó los ojos e hizo una mueca.
-Le quitas la gracia a todo. Pero está bien, dejaré que les eches un vistazo, aunque de todos modos morirán todos juntos-bufó.
Keren no lo pensó dos veces y se acercó primero a su padre.
Egon movió los ojos por debajo de sus párpados al sentir el contacto de su hija. Ella le tomó el pulso y sintió un gran alivio al ver que seguía vivo, aunque muy débil. Pero se quedó sorprendida al darse cuenta que los grilletes de su padre estaban rotos y que él se sostenía con su fuerza.
-Estoy bien-murmuró él, apenas moviendo los labios y sin abrir los ojos.
Ella casi lloró de felicidad y se mantuvo serena.
Luego fue con sus dos hermanos, quiénes gruñeros, señal de estar bien. Después sus tíos. Roch gimió y soltó una palabrota entre la inconsciencia. Pero el que no emitió ningún ruido fue Gabriel. A pesar de que tenía pulso, parecía estar muriéndose.
Ella se volvió a Steve con desesperación.
-¿Podrías bajarlos? Se están muriendo-suplicó.
-Van a morir-dijo él, como si aquella noticia fuese maravillosa.
-Eres una persona tan despreciable-le escupió-ni si quiera dejaste que se defendieran.
-De hecho, estoy pensando en cortarle la mano al imbécil que me quitó la mía-ladró Steve, perdiendo la paciencia-y luego matarlo. Apenas les dieron una paliza, no he empezado a torturarlos de verdad.
-¿Por qué nos odias tanto?-no pudo evitar gritarle. Sentía rabia e ira. Y no podía sacarse de la cabeza la idea de como su madre había pasado por algo similar.
-Ya se lo dije hace tiempo-masculló él-Egon Peitz y su familia me quitó a mi padre y por eso les haré el mismo daño que me hicieron a mí.
-¿Acaso estás demente? Tu maldito padre era un asesino y quería matarlos. Ellos simplemente se defendieron. Además, tu padre tenía problemas con mi abuelo y eso influyó en su demencia.
-Tú no sabes nada.
-No. Y tampoco tú. No tienes por qué seguir sus pasos y morir como un gusano.
-He sido muy considerado con ustedes-añadió el rubio, ignorando las palabras de ella y se sentó sobre una butaca de madera-les di tiempo para prepararse pero al parecer, pensaron que me había olvidado y al momento de sorprenderlos, no pelearon como pensé y fue fácil someterlos.
Mientras él hablaba, ella se dio a la tarea de examinar la habitación entera con disimulo. Se mordió el labio en lo que pensaba qué hacer a continuación para tener más tiempo para Kevin en llegar.
Entonces se sentó en posición de flor de loto sobre la sangre de sus parientes y recargó su barbilla sobre su puño.
-Sé que te sientes solo, pero hay solución-le dijo-si necesitas alguien con quién hablar, podrías llamarme y con gusto seré tu amiga. Pero déjanos ir.
Sin embargo, aquellas palabras eran mentira. Ella tenía que pensar bien en como emplear sus palabras y tardar más tiempo hablando con él para que todo saliera a la perfección.
-Si que estás loca-rio él-yo jamás necesitaría terapia de una lunática como tú.
-Le dices lunática a una chica que tienes prisionera solo por un estúpido capricho.
-Bueno, ya fue suficiente-eludió Steve y se levantó de la butaca. Ella lo imitó y se puso a la defensiva cuando lo vio meter la mano en su saco-no pienso perder más tiempo. Voy a matarte a ti primero.
En eso, Keren se lanzó al suelo justo al tiempo que Blake disparaba en su dirección.
La bala rebotó en algún lugar de la habitación y ella se arrastró hasta Allen para protegerlo si en caso Steve le disparaba.
-Tienes suerte de que tenga solo una mano, pequeña zorra-vociferó y enseguida se abrió la puerta. Él volteó hacia los recién llegados y los fulminó con la mirada-larguense. Yo mismo mataré a estos malditos puercos.
La puerta se cerró de nuevo y se limpió el sudor, moviendo el arma hacia todas partes.
-Nadie te va a salvar de esta, Keren. Tu padre yace moribundo a varios centímetros del suelo al igual que tus hermanos, así que se buena chica y arrodillate ante mí para que pueda matarte-dijo y se fue acercando a ella, rodeando a Egon y a los demás.
Pero cuando se disponía a continuar caminando, Egon echó la rodilla hacia atrás y le pateó de lleno en la cara, haciendo que Steve pusiera los ojos en blanco y su cabeza y cuerpo se precipitaran al suelo en un sonido estruendoso. El arma salió volando al rincón y el rubio quedó inconsciente por un momento. Keren corrió a la puerta y la aseguró por dentro antes de que llegaran refuerzos.
Egon se soltó de los grilletes y de un salto cayó al suelo.
Se limpió rudamente la sangre del rostro y se frotó las muñecas. Avanzó a Blake, lo tomó del cuello y de otro golpe lo hizo despertar.
Los ojos de Steve se desorbitaron al encontrarse con los negros de Egon que estaban encendidos en llamas.
-Si mi hijo te quitó una mano, yo te quitaré lo que te caracteriza como hombre-le informó, esbozando su inigualable sonrisa sádica antes de lanzarlo al suelo-a Norman le hice algo parecido y clamó clemencia entre lágrimas. Aunque no lo escuché gritar porque le cubrí la boca.
-¡Ya bajé a todos!-le dijo Keren. Egon volteó a verla y asintió. Y se oyeron gemidos y alaridos por parte de ellos.
-Me voy a encargar de este gusano, no veas, cariño.
A Keren le dio igual lo que hiciera su padre, ya que esperaba que matara de la manera más cruel a Steve, así que se dio a la tarea de hacer despertar a los demás, dejando hasta el final a Allen.
Adam volvió en sí casi al instante.
-¡Keren!-exclamó y la abrazó.
Tenía la nariz quebrada y la boca reventada. Fuera de todo estaba bien.
-Tienes que levantarte. Nos vamos de aquí-le dijo ella, contenta de verlo a salvo-despierta a Henry y a tío Roch y Gabriel. Yo me encargo de Allen.
-¿Y papá?-preguntó, abrumado. Hizo una mueca de dolor al pararse. Todo le dio vueltas pero logró equilibrarse.
-Va a matar a Steve-canturreó ella, señalando a su padre.
Egon, por su parte, en vez de matarlo, simplemente se limitó a golpearlo a pesar de que no tenía todas sus fuerzas.
-¡Acabalo de una vez!-le gritó Adam, agarrándose la cabeza por el dolor y se arrodilló frente a Henry, que apenas estaba logrando volver en sí.
Sin embargo, al momento que Keren hizo despertar a Allen, se oyeron fuertes golpes provenientes de la puerta y palideció.
-Mantén los ojos cerrados, pase lo que pase-le susurró a Allen y el niño asintió, volviendo a cerrar los ojos y a recostarse.
-Maldito hijo de...-Roch gruñó y cerró la boca de golpe al tiempo que la puerta se quebraba en dos.
Keren giró el rostro hacia su padre, quién todavía mantenía con vida a Steve y chasqueó la lengua. Sus hermanos continuaban demasiados aturdidos y Roch y Gabriel apenas habían vuelto en sí. Estaba en ella toda la responsabilidad de salir con vida de aquel desastre.
-Si mueven un músculo más, les reventaremos los sesos-amenazó Stein con demencia. Le temblaba la mano con la que sostenía la pistola y los hombres que lo escoltaban estaban muy alertas.
Egon soltó a Steve bruscamente y el hombre cayó de cara al suelo. Levantó las manos en alto y le regaló una mirada fulminante, y afilada.
-No te conviene inmiscuirse en nuestros asuntos familiares, doctor Strom-dijo Egon suavemente.
-Mi nombre es Stein-ladró el hombre.
-Lo que sea-replicó él, escupiendo cerca de la cara de Blake-te estás metiendo con el hombre y la familia equivocada.
-Déjanos encargarnos de esta basura y te dejaremos vivir. Olvidaremos quién eres y para quién trabajaste-terció Roch.
-Nadie más tiene por qué salir herido ahora-musitó Gabriel en un hilo de voz. Apenas podía mantenerse de pie con ayuda de Roch.
Hubo un lapso de absoluto y mezquino silencio en el ambiente. Se sentía la tensión y el desasosiego de ambas partes. Pero la que más temía era Keren. No quería que Kevin y Set llegasen en el momento menos oportuno y terminaran muertos por su culpa.
Y todos perdieron la cabeza en el microsegundo que Steve Blake se puso de pie y echó a correr hacia Stein.
Egon se acercó rápidamente a sus hijos más cercano y los tiró al suelo manchado de sangre para evitar que una bala de Stein les impactara en la cabeza. Roch echó a un lado a Gabriel y cogió a Keren del brazo para protegerla con su cuerpo. Allen emitió un gritito y todos se horrorizaron al ver como uno de los hombres lo sometía, con el fin de llevárselo.
-Si no puedo matarlos, me quedaré con el niño para adiestralo-balbuceó Steve con ira-y en un futuro, enviarlo a matarlos.
-¡No!-gritó Gabriel, apoyándose en Roch con debilidad-matame si quieres, pero no te lleves a mi hijo.
-¡Papá!-gimoteó el niño entre las manos grotescas de su opresor.
-¡Allen!-Gabriel cayó al suelo de rodillas, sintiéndose inútil a causa de los golpes.
-Le dispararé al mocoso si no te callas-graznó Blake, quitándole el arma al hombre y apuntandole a Allen en la oreja.
El niño apretó los párpados y los puños.
Y antes de si quiera ejecutar alguna acción, el ruido de disparos en alguna parte del hotel los desconcertó. Steve miró, pálido, a Stein y este le devolvió la misma mirada de miedo.
-¿Qué fue eso?-preguntaron al unísono.
No obstante, Steve les indicó a sus guardias a ir a investigar.
-Tal parece que no solo nosotros somos tus enemigos-masculló Keren. En su voz había un dejo de victoria y anhelo. Pues esperaba que fuese la policía o Kevin y Set.
Los ojos mezquinos de Steve se postraron en ella con odio. Carraspeó y le frotó la boquilla del arma contra la sien de Allen.
-Si es un truco suyo, este niño la pagará caro-advirtió.
Nuevamente se escucharon disparos, cada vez más cerca y gritos de dolor.
Adam tenía la frente perlada de sudor y sangre, y su respiración era cansada.
Henry percibía los latidos de su corazón palpitar en su oídos ante tanta adrenalina y dolor físico.
Roch y Egon tenían la mirada fija en el arma de Steve, tratando de que a ese imbécil no se le fuera un tiro.
Pero Gabriel, Gabriel era el que menos se miraba bien de ellos. Tenía los ojos desorbitados y clamaba en silencio hacia Steve Blake para que le devolviera a su hijo.
De improvisto, unas fuertes pisadas avanzando hacia la habitación les hizo retener la respiración en sus pulmones.
-¡Hay unos sujetos, señor Blake!-informó el guardia, saliendo de la penumbra y calmando al resto, pero inquietando a Steve-están armados y cuentan con una excelente puntería. Han matado a todos, señor. Y vienen hacia acá.
Y dicho eso, el sujeto se desvaneció en el suelo. Nadie se había dado cuenta que tenía un herida en el pecho hasta que cayó.
Drásticamente aquella fue la gota que derramó la calma de los presentes.
Enseguida todos actuaron por instinto.
El hombre que sostenía a Allen salió corriendo al pasillo con Steve, quedándose Stein para asesinar a la familia Peitz McCall.
Entonces Henry se acercó a él de una manera amenazante y el hombre titubeó con el arma temblandole.
-Dispararé justo a tu frente si no retrocedes-bramó.
-¡Mira, una cucaracha!-exclamó Henry y Stein saltó del susto.
Ahí fue donde Henry Wilde aprovechó para darle una patada en el estómago y un puñetazo en la cara, seguido de un golpe crudo en la garganta que lo hizo trastabillar hacia atrás, pero sin soltar el arma.
-¡Esto es mío!-rugió Roch y arremetió contra él, quitándole la pistola. Y sin miramientos, le disparó cuatro veces en la cara.
Henry y Roch intercambiaron sonrisas excitadas y salieron corriendo detrás de Egon. Keren y Adam ayudaron a Gabriel a sostenerse y los siguieron en la penumbra.
-No deben de ir lejos-dijo Egon, tocando la pared para orientarse.
-Me preocupa mucho los disparos de ese rato-susurró Adam.
Keren deseó poderles decir sus sospechas pero se aguantó. A lo mejor se trataba de otro enemigo mortal de Blake que los mataría solo por placer y ella no quería darles esperanzas.
Gabriel tosió deliberadamente y se le doblaron las rodillas. No podía continuar. Estaba exhausto. Si Adam no hubiese estado igualmente golpeado, hubiera evitado su caída. Pero fue todo lo contrario. Keren y Adam se vinieron abajo con su tío encima.
-Por favor, resiste. Vamos a encontrar a Allen y a largarnos de aquí-le rogó ella entre lágrimas.
-Es inútil. Yo ya no doy más. Estoy molido-se quejó Gabriel-déjenme aquí, hijos. Salven a Allen.
Abrumados, los gemelos se inclinaron a su tío y lo sentaron cuidadosamente en el sucio suelo. Lo único que lograban ver era el destello de los ojos de Gabriel que estaban llorosos.
-Realmente no creo salir de esta, chicos. Si sobrevivo, será por pura suerte. Me siento realmente mal-confesó.
-¿Te hirió una bala?-le preguntó Adam, preocupado.
-No. No es un dolor físico, sino emocional-explicó Gabriel-si matan a Allen, yo ya no tendré motivos para seguir en este mundo.
-Si te quedas ahí sentado como imbécil, perderás a tu hijo. Más te vale mover el trasero o yo mismo te mataré-ladró Egon en la oscuridad. Se abrió paso entre sus hijos y cogió a tientas a Gabriel-no voy a dejar que te mueras en este lugar. Tú vas a morir de viejo, ¿me oyes? Y vas a recordar este momento.
Diciendo eso, lo levantó sin esfuerzo alguno, pasando el brazo de él sobre su cuello y con toda la determinación del mundo, lo hizo andar.
-Es por aquí-dijo Roch al final del pasillo donde se lograba ver un halo de luz salir por debajo de una puerta.
Se apiñaron detrás de él con sigilo y Roch aventuró a abrir la puerta. Apuntó el arma en cuanto la puerta se abrió y no había nada ni nadie dentro.
Roch era el único que iba armado, así que depositaron su confianza en él.
El silencio espantoso llegó a su fin cuando de repente oyeron la voz de Set maldecir y luego a Steve reír.
Keren, aterrada, chilló y estuvo a punto de ir en su búsqueda a ciega si su hermano gemelo no la hubiese detenido del brazo.
-¡Tengo que ayudarlo!-forcejeó con Adam.
-Stein dijo que Set había muerto-dijo su hermano.
-¡Mintió! Set sigue vivo. Ambos vinimos aquí con un plan pero se ha arruinado y debo ayudarlo-gimoteó, alterada.
-Deberíamos ir a echar un vistazo-sugirió Roch-después de todo ese chico sabe pelear y si está en problemas, no nos será de mucha ayuda.
-Sigamos la voz de Set-ordenó Egon y todos obedecieron.
Set parecía estar furioso y a la vez horrorizado. Keren no escuchaba la voz de Kevin ni tampoco de Carla o Dylan.
-Silencio-exigió Roch y se estampó a la pared con el arma en alto.
La fuente del tumulto estaba a escasos pasos de ellos, a la vuelta de la esquina de aquel pasillo.
Había luz, dando un pequeño halo entre los que estaban confrontadose.
Roch se asomó brevemente y alcanzó a ver la cabeza rubia de Steve, que estaba a espaldas de él con el sujeto que sostenía al niño. Set se hallaba frente a él con el rostro curtido en sudor. No tenía ninguna arma en las manos y se sostenía de pie de una manera extraña.
Keren tomó el lugar de Roch y se mordió la lengua para no gemir al ver a su esposo golpeado.
-El niño debería estar con su padre-dijo Set-pelea conmigo a mano limpia.
-Nadie me da órdenes a mí-siseó Blake y cogió a Allen del cuello, el niño se mantenía en silencio e inmóvil-pero sabes, quiero hacer un trato contigo-continuó diciendo-tener tantos rehenes no estaba en mis planes. Así que haremos esto-colocó el brazo donde le faltaba la mano sobre el hombro de Allen y con la otra que sostenía la pistola le indicó a su escolta que se dirigiera a una habitación en particular-vas a decidir muy sabiamente, ¿okey? El niño o la persona que traerá mi guardia.
El hombre obedeció y abrió una puerta en la oscuridad. Encendió la luz y hubo una serie de pasos y forcejeos en el interior.
-¿Quién podría interesarme aparte del chico? A él voy a elegir-repuso Set, seguro de sí mismo y Gabriel quiso correr a abrazarlo por ser tan generoso.
-¿Estás seguro?-replicó Blake con astucia y desvío su mirada hacia la habitación, donde el guardia ya venía de regreso.
La oscuridad era densa, y la poca luz no favorecía en nada a ninguno, solo a Steve.
Mientras el hombre salía a la vista de Set, la persona que lo acompañaba se retorcía y emitía sonidos enmudecidos.
-¿A quién eliges, sobrino?-lo cuestionó con malicia-¿al hijo de Gabriel McCall o...
Entonces el guardia empujó bruscamente a la persona y esta cayó al suelo precipitadamente. Era una chica
Set se quedó de piedra al percibir cabellos rizados color rojizos y una nariz perfilada que tanto conocía. La chica alzó la cara poco a poco y sus ojos verdes se encontraron con los suyos.
-...Beatrice Rex? Tu hermana.
Los ojos aqua de Set se abrieron como platos al contemplar a su hermana tumbada en el sucio suelo, contemplandolo con el rostro magullado. Sus ricos estaban húmedos y su ropa limpia, pero los golpes de su piel estaban expuestos. Incluso tenía el labio inferior recién reventado.
-Set-gimió ella y algo dentro de él se encendió.
Un capítulo más y el epílogo. 150 votos y subo.
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