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113

Días después, Keren y Set ya se hallaban entrando a Los Ángeles con la mejor vibra y satisfacción. El amanecer estaba cercano y el aire era relajante.
Pero de los dos, el que portaba un brillo singular en los ojos al mirarla era él.
Sabía que había hecho lo correcto al casarse con ella, ya que le garantizaba la seguridad y protección para con Keren en todos los ámbitos.
Ya tenía más derechos y obligaciones para cuidar de ella, y le emocionaba esa idea.
-No compramos el cargador para llamarle a mi papá-la oyó resoplar.
Él apartó la mirada de enfrente para prestarle atención.
-Pero ya estamos llegando. No te preocupes.
-Sí, aunque espero que mi padre no me regañe por haberle desobedecido.
-Va a olvidarse de ese minúsculo detalle cuando sepa que nos hemos casado-vaciló y ella entornó los ojos.
-¡Es verdad!-gimoteó alarmada-¡Mejor larguemonos a Shangai!

Set alargó su mano y ella situó la suya encima.
-Te protegeré de todos, incluso de él.

Albergada por su calidez, esbozó una sonrisa y postró su oscura mirada al frente, esperando ansiosa el momento en el que tendría que plantarle cara a su padre y hermanos.

Se ubicaron a la perfección usando el GPS del coche y además de pasar a comprar un café mañanero, decidieron desayunar antes de llegar a la casa de Roch para tener energía.
Keren se la pasó todo el rato observando fijamente a unos niños que eran gemelos, niño y niña, que jugaban en el área de juegos mientras sus padres charlaban seriamente con un hombre de traje, que parecía ser abogado.
-¿Será que esa pareja va a divorciarse?-le preguntó a Set, señalandolos con la barbilla.
Set siguió con la mirada hacia donde le había indicado y ladeó la cabeza.
-¿Qué te hace pensar eso?-replicó, juntando las cejas-tal vez estén hablando de alguna herencia o problemas legales, diferentes al divorcio.
-Mirales la cara-murmuró-están estresados y tensos.
-Quizá es una pelea de bienes-dijo él, encogiendose de hombros e hincandole el diente a su panquecito.
-Debe ser terrible estar en esa situación.

Terminaron de desayunar y abordaron el coche nuevamente. Ella continuaba con la mirada perdida y con aire pensativo en todo el camino hacia la casa de Roch, pero Set no quiso cuestionarla.
Y para cuando él giró en la esquina de la calle donde estaba ubicada la casa de Roch, frenó bruscamente y palideció.
Keren volteó a verlo con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa? ¿por qué...?
-¡Tenemos que irnos!-le cortó él y cambió a reversa, pisando el acelerador hasta el fondo. Salieron disparados hacia atrás y ella tuvo que agarrarse del tablero para no golpearse.
-¡Qué ocurre!-chilló, asustada.
-¡La casa de Roch está destrozada!-le contestó, maniobrando con el coche y echandolo andar hacia la dirección opuesta.
Keren miró horrorizada la casa a lo lejos y sí, Set tenía razón.
Por lo que ella alcanzó a ver, la puerta principal estaba partida por la mitad y tirada en medio de la calle. Había huellas de neumáticos que derraparon en el asfalto al escapar y el olor a plástico quemado aún se podía percibir.
-¡Para el coche!-gritó ella-¡Para el coche!
-¿Estás loca? Van a matarnos-masculló él, incorporándose a toda velocidad a las calles transitadas.
-¡He dicho que pares el coche y regresemos!-vociferó con voz estridente. Sus ojos oscuros irradiaron cólera y él titubeó un segundo-¡Ahora, Set!

Su ahora esposo apretó los labios y se detuvo.
Aferró el volante con fuerza y dio vuelta en U, para volver, sin embargo, no avanzó. Se quedó quieto con el coche encendido.
-¿Quieres que nos maten?-siseó el rubio con voz monótona. Ni si quiera la miraba. Sus ojos aqua, los cuales habían adoptado un color grisáceo, ardían de incertidumbre.
-Mi familia puede estar herida y yo no voy a abandonarlos-sentenció con enfado-ahora haz el favor de acercarte o yo misma caminaré hasta allá.

A regañadientes, Set obedeció. Avanzó lentamente hacia la calle de la casa y se estremeció al ver otra vez las señales de forcejeo y lucha.
Y ni bien había aparcado, Keren abrió la puerta y bajó corriendo hacia la casa.
Él se apresuró a alcanzarla y tropezó al bajar. Sabía que en algún momento iba a necesitar lo que había guardado en la cajuela del coche y de inmediato cogió la pistola que yacía envuelta en un pañuelo. Le dio alcance con rapidez y la agarró del brazo.
-Quédate detrás de mí-le indicó, quitándole el seguro al arma y notó la tranquilidad en el rostro de ella al ver que no iban desarmados-camina donde yo camine, ¿okey? Y no te separes de mí.
-¿Qué crees que habrá pasado?-susurró, aferrando su mano al brazo de él.

Se deslizaron lentamente al interior de la casa, quebrando los numerosos trozos de cristales esparcidos por el suelo. Ambos se quedaron lividos al ver todo el caos: Literalmente la casa estaba deshecha. Todo estaba roto, y los muebles tirados unos encima de otros. Había señales y huellas de una pelea a mano armada.
Set dejó de caminar y ella notó que estaba mirando un punto en particular, más allá de su campo visual y siguió su mirada.
Había un gigantesco charco de sangre a la altura del inicio de la escalera y luego un camino de la misma materia que ascendía hasta el piso superior, como si hubiesen arrastrado a la persona herida por los escalones.
Horrorizada, se soltó de él y corrió hacia ahí.
Set intentó detenerla pero ella ya había comenzado a subir escandalosamente la escalera. Así que la siguió, lamentándose por no poder sujetarla y mantenerla a su lado como él quería.
Mantuvo el arma en alto, apuntando a todos lados y alerta de cualquier movimiento en falso.
Keren echó a correr por el pasillo, siguiendo el rastro de sangre y Set la siguió.
-¡No! ¡Dios, no!-la oyó gritar aterrada y desesperada.
Al momento de entrar a verla, ya que ella había entrado a una de las habitaciones, unas manos surgieron de alguna parte y lo inmovilizaron, quitándole el arma de un manotazo. Gruñó y forcejearon violentamente.
Vio la dirección por la que su arma había caído y con una patada con todas sus fuerzas, se liberó de su opresor y se lanzó por la pistola.
Cayó al suelo y empuñó el arma al tiempo que el sujeto se le venía encima y jaló el gatillo.
Le disparó a su agresor justo en el centro del pecho y con el pie lo golpeó para derribarlo. El hombre se derrumbó de espaldas y Set se levantó de un salto con el corazón desembocado.
Abrió los ojos como platos al darse cuenta de quién se trataba: El Doctor Burke Strom.
A pesar de haberle disparado, no derramó ni una gota de sangre y pensó en rematarlo.
-¿Pero qué demonios?-masculló y de pronto escuchó sollozos por parte de Keren, casi la había olvidado y entró corriendo a verla.
Ella estaba arrodillada frente a la persona que había dejado el rastro de sangre por toda la casa pero no lograba ver de quién se trataba.
-Cariño-dijo él, con voz temblorosa, puesto que a medida que se acercaba, iba viendo la totalida del cuerpo de la persona y la respiración comenzó a acelerarsele; más cuando ella volteó a verlo con los ojos llorosos.
-Lo siento mucho, Set. En verdad, lo lamento.

Negando a lo que miraban sus ojos, él sacudió la cabeza y tiró el arma al suelo para postrarse ante Trenton, quién tenía el rostro magullado, casi irreconocible y todo el cuerpo lleno de cortadas y moretones. Aún seguía vivo, pero estaba muriéndose poco a poco.
-¿Quién te hizo esto, papá?-le preguntó Set, ahogandose en su llanto silencioso-dime quién te hizo esto para que lo haga pedazos.
-Set-murmuró Keren, limpiandose las lágrimas y acercándose a él con cautela-no puede hablar, solo abrazalo.

Pero él estaba en estado de shock, como cuando vio a su madre y hermana morir. Parecía fuera de sí.
Trenton trató de hablar pero burbujas de sangre lo ahogaron, haciéndolo toser.
Entonces Set se inclinó a abrazarlo con fuerza, sin ponerse a pensar en que su padre se desangraba más en aquella posición.
-Blake-susurró su padre-Blake se llevó a todos...
-Mejor no hables-le rogó su hijo. Le tembló el labio inferior y sorbió por la nariz-vas a estar bien. Vamos a llamar a la ambulancia, ¿está bien?
Sin embargo, al momento que Trenton se disponía a contestar, emitió un gorjeo y escupió borbotones de sangre antes de ablandar su cuerpo en brazos de Set. Su cabeza colgó hacia un lado y la sangre le escurrió por la mejilla hasta deslizarse al suelo.
Su pecho dejó de moverse y su respiración se cortó.
Trenton Rex había muerto.
Set había quedado huérfano completamente.
-Ya fue suficiente-dijo Set con voz mecánica y se obligó a limpiarse las lágrimas. Depositó a su padre con cuidado en el suelo y se incorporó-pásame el arma-le ordenó a Keren.
Ella, abrumada por la situación, obedeció y se la pasó.
-Set, amor...
-No me hables como si fuese un niño. Sé bien que he perdido a mi padre, no tienes que tenerme lástima-le espetó duramente.
Keren asintió y en silencio, se retiró de la habitación para dejarlo a solas. Ella tenía que pensar, en lo que él asimilaba su perdida, el paradero de su familia entera.
Y se quedó de piedra al ver al doctor Strom tumbado boca arriba con los ojos cerrados a mitad del pasillo.
-¿Doctor Strom?-se acercó a él para tomarle el pulso. Estaba vivo pero no contestó.
El hombre apretó los párpados y abrió los ojos bruscamente. Sus lentes de aumento no los tenía puesto y se miraba totalmente diferente.
-Keren Peitz-dijo, sentándose de golpe y agarrándose el pecho. Se puso de pie y caminó hasta la habitación donde se hallaba Set, y sin más preámbulos, cerró la puerta con pestillo.
-¿Qué hace aquí y dónde está mi familia?-le exigió.
Entonces la mirada del doctor cambió. Se ensombreció totalmente y una sonrisa demencial cruzó su rostro. Ella retrocedió un paso, alarmada y a la defensiva.
-El idiota de tu novio debió matarme de verdad-dijo él, quitándose la camisa y mostrando un fabuloso chaleco anti balas-porque voy a secuestrarte y lo mataré.
-¿Qué?-ella apenas podía respirar-pero usted es el doctor que cuidó a mi padre y a mi tío.
-No. Fingí ser un doctor. Maté al verdadero Doctor Burke Strom. Mi verdadero nombre es Stein, trabajo para el señor Blake y me contrató para esto porque soy actor.
-¡Lo sabía! ¡Usted no podía ser un doctor normal!-vociferó y antes de que él desfundara su pistola, ella se lanzó al suelo y rodó hasta la habitación próxima pero Stein logró someterla, jalandola del pie y arrastrandola por el pasillo-¡Set, ayúdame! ¡Set!
-No va a ayudarte. Está lo suficientemente devastado como para importarle lo que ocurre ahora-le informó Stein y se inclinó a ella.

Keren estaba acorralada. No tenía ningún medio para defenderse, solo sus puños. Pero se sentía sin fuerzas para pelear.
-No hagas ningún escándalo-dijo ella-solo llévame con mi familia. Y no toques a Set.

Y sin previo aviso, la puerta de la habitación en la que estaba Set, comenzó a escucharse fuertes azotes y maldiciones.
-Te quedarás ahí, rubio-le gritó Stein con malicia-yo me llevaré a tu querida novia.

Los golpes cesaron y Keren supo que se debía a que Set estaba preparándose para derribar la puerta por completo.
-Vamos-le instó el hombre a ella y la cogió del brazo, apuntandole con la pistola.

Se oyó un crujido proveniente de la puerta y al segundo que Stein empujaba a Keren a las escaleras, el puño de Set salió disparado de la puerta como si su mano fuese de metal o granito.
-¡Baja ya!-le gritó Stein a Keren y ella obedeció.
Ambos bajaron a toda prisa los escalones, escuchando claramente como Set salía al pasillo hecho una fiera.

Ciertamente, a pesar de que ella sabía que Set era capaz de todo, nunca imaginó que él saltaría del segundo piso y caería sin ningún rasguño frente a ellos.
En su mirada había un tipo de locura descomunal y excesiva.
-Sueltala-le ladró.
-¿O si no, qué?-replicó Stein y dejó de apuntarle a ella para apuntarle a él.
-O te reviento los sesos-contestó Set, alzando también su pistola.

El hombre titubeó un poco pero en vez de asustarse, sonrió.
-Disparame y eso será lo último que harás en tu vida. Mejor piénsalo antes de hacerlo, chico-le aconsejó y miró hacia la puerta con satisfacción.
Set, sin dejar de apuntarle, volteó hacia la puerta con fiereza y se encontró con la mirada de aproximadamente diez hombres de rostros pétreos y todo tipo de armas.
-Necesitas refuerzos para sentirte valiente-graznó Set con ironía.
-Lo que necesito es apartarte del camino, sea por las buenas o por las malas. Tú decides, niño bonito-repuso Stein.
-¿Fuiste tú quién mató a mi padre?-le preguntó Set con suavidad y Keren se mordió los labios.

En vez de responder, Stein cogió a Keren del brazo y la empujó al suelo con violencia, provocando que un músculo palpitara en la mejilla de Set al verla estrellarse contra el frío suelo.
Apretó las manos entorno a la culata de su arma y estrechó los ojos.
-¿Tiene alguna importancia que lo haya matado yo o mis hombres?-contestó desdeñosamente.
-Él no tenía nada que ver con la venganza de tu maldito jefe-gritó, con cólera y comenzó a temblarle las manos que sostenían el arma.
-Todo aquel que tenga amistad con Egon Peitz va a ser asesinado. Así que tampoco tú te salvas, ni si quiera porque eres el sobrino del señor Blake, ya que decidiste quedarte de parte de su enemigo-le informó burlonamente-así que... ¡Agarrenlo y atenlo!

Los hombres dieron un paso adelante y Set gruñó.
-Dejaré que vivan todos ustedes, con la condición de que dejen en libertad a mi esposa-masculló.
-Diez hombres armados contra uno que apenas sabe sostener un arma-rio Stein-ya veremos como acaba esto.
-¿De dónde demonios sacan a tantos hombres para someternos? Cada que nos emboscan, traen a un sinfín de hombres armados-dijo Keren, molesta-solo somos jóvenes. No le hacemos daño a nadie y podemos ir con ustedes con nuestro propio pie.

Set frunció el ceño, mirándola y ella le guiñó el ojo.
-Son voluntarios para morir en honor al señor Blake-contestó Stein-pero no es importante.

Stein movió la rodilla hacia atrás y sin miramientos, pateó a Keren en la espalda, tirandola nuevamente al suelo.
Y ciertamente, todo fue tan fugaz, que ella apenas logró darse cuenta de lo que había pasado a continuación.
En algún momento, Set había terminado encima del sujeto, golpeando su rostro una y otra vez y su arma cerca de los pies de ella. Los diez hombres trataron de acercarse, pero Keren cogió la pistola y les apuntó.
-¡No la maten!-profirió un grito desde lo más profundo de la garganta de Stein mientras que Set se esforzaba por hacerle pagar la patada de Keren.
Los hombres titubearon pero uno de ellos aventuró a quitarle el arma a Keren pero ella ni si quiera dudó un segundo y le disparó de lleno en medio de las cejas.
-El que se acerque, juro que lo mataré. Tengo buena puntería-amenazó, empuñando con fuerza el arma.
Sin embargo, la pistola de Stein emitió el típico sonido de un disparo y todos se quedaron lividos.
Keren volteó el rostro, horrorizada.
Vio lentamente como Set caía sobre un costado al suelo, cerca de Stein con sangre escurriendo de su sien hasta la oreja.

Una sensación de pánico y desesperación la inundó.
-¡Set, no!-gritó y tiró la pistola al suelo. Corrió hasta el rubio sin poder creer lo que veía sus ojos-¡Por favor! ¡No!
No obstante, sintió las manos de Stein sobre su espalda y trató de apartarse, ya que ella deseaba abrazar a Set y ver si estaba bien.
-Lo maté. Ahora vámonos-le dijo el hombre con frivolidad.

Keren volteó a ver su rostro golpeado y deseó matarlo. Se sorprendió ver que no estaba llorando por Set, pero tampoco  sabía de donde había surgido aquella calma y rabia que la estaba envolviendo poco a poco.
Se incorporó suavemente y cuadró los hombros.
-Se han empeñado de fastidiarnos la vida desde hace mucho tiempo, ¿por qué no nos dejan en paz?-preguntó, temblando de cólera. Tenía apretado los puños y Stein parpadeó. Sus hombres se quedaron perplejos ante la intensidad del momento y de los ojos de ella, que ardían.
-Esto a mí no me concierne. Te debo llevar con el señor Steve y ahí podrás confrontarlo-graznó.

Se acercó a ella y la cogió del hombro sin dejar de apuntarle con el arma.
Pensando que la chica tenía algún tipo de conmoción, optó por entregarle la pistola a uno de los hombres y después la empujó hacia los demás. Ella no opuso resistencia y Stein se dedicó a acuclillarse sobre el cuerpo de Set.
-Ni si quiera llegaste a ser lo suficientemente fuerte para salvar a tu pareja. Que lástima-le espetó y le escupió. La saliva salpicó la herida del chico y parte de su mandíbula.
Dio media vuelta y se dirigió a la puerta, donde Keren, con la mirada perdida, y los hombres en cuestión aguardaban.
-Leonard, quema la maldita casa y alcanzanos allá-le ordenó al líder del pelotón de idiotas y el hombre más fornido asintió.

Stein se acomodó el cabello y de su bolsillo sacó unos grilletes. Agarró a Keren bruscamente y la inmovilizó de las manos.
Y sin más que esperar, los escoltaron hasta la calle donde había una camioneta blanca esperándolos.
Keren entró enseguida a la parte trasera en compañía de Stein y de los hombres restantes.
-Dirígete al hotel Prince Lab-le dijo al conductor-hoy será un gran día.

La camioneta se puso en marcha y se alejaron de la casa de Roch.
-Y que alguien me dé un analgésico.

Mientras se dirigían a ese sitio, Keren apenas podía pensar con claridad. Todo tenía que ser una broma. Set no podía estar muerto. Él era fuerte y astuto. Aquello debía ser un truco. Él era invencible.
Y ella no iba a quedarse con las manos, literalmente, atadas, viendo como su familia se derrumbaba por un estúpido.
Sus ojos barrieron disimuladamente todo a su alrededor, en busca de algo pequeño con el cual liberarse de los grilletes y se mordió los labios, ansiosa. Pero cuando pensaba que no habría alguna salida, divisó un alfiler cerca de sus zapatos.
Soltó un bostezo y fingió cabecear. Se inclinó hacia adelante y como pudo, lo levantó y lo ocultó entre sus manos.
Stein estaba demasiado ocupando buscando una pastilla como para verla y los demás hombres hablaban entre sí, sin verla si quiera.
Con los pelos de punta, colocó el alfiler justo donde es el agujero de la llave y comenzó a maniobrar. Aquella técnica de abrir cerraduras con esa clase de objetos la había aprendido gracias a Adam.
Se oyó un ligero clic, y se mantuvo serena. Tiró el alfiler y sostuvo los grilletes en su sitio, esperando el momento preciso.
De pronto, vio algo que le iluminó la cara, justo en el asiento delantero.

-Quiero agua-pidió en voz alta.
-Tendrás que esperarte-contestó Stein, luego de beberse el último trago de agua de la botella por la pastilla analgesica.
-Quiero agua-repitió, y repentinamente dejó de ver sus manos para mirarlo a él-se obediente y consigueme agua, imbécil.
-¿Quién te crees que eres para hablarme de esa manera?-gruñó el hombre.
-Soy hija de Egon Peitz, el asesino serial más buscado del mundo-respondió, orgullosa y tanto Stein, y los demás hombres, alzaron las cejas-y pienso seguirle los pasos.

Viéndose como en una típica película de acción, se despojó de los grilletes y jaló la culata del arma que estaba metida en un compartimento del asiento delantero. Le quitó seguro rápidamente y tiró del gatillo, pero no tenía balas.
-Buen intento, pequeña idiota-se burló Stein.
-Esto solo era una distracción-le informó y abrió la puerta de la camioneta. Le enseñó el dedo medio y se lanzó hacia la calle.
El impacto contra el asfalto no fue lo peor, sino el haber rodado violentamente hasta incrustrarse dentro una alcantarilla abierta y mojarse de pies a cabeza de agua apestosa.
Pero aquello era mejor que irse con ellos.
Se sumergió más en el agua y caminó por debajo de la calle, en el desagüe para que no la buscaran. Le dolían los brazos y la espalda.
Llegó hasta otra alcantarilla luego de diez minutos y salió a mitad de una calle transitada, donde las personas hicieron una mueca de sorpresa y asco al verla salir de ahí.
Miró todo a su alrededor y se ubicó con vaguedad para volver a casa de Roch antes de que la quemaran, así que echó a correr, recordando las pocas calles. Luego de quince minutos de correr y llegar a la casa de Roch, se quedó petrificada al ver las enormes llamas hambrientas que la consumían.
Era imposible intentar apagar el fuego y cayó de rodillas al suelo, comenzando a llorar incontrolablemente.
Set, su esposo, su vida, su amor. Él estaba ahí dentro.
Se agarró la cabeza y la sacudió, incapaz de controlarse. Gritó, blasfemó y le dio puñetazos al asfalto, provocándole heridas en sus nudillos, pero prefería eso a sentir aquel dolor agonizante dentro del pecho.
-Es una pesadilla. Esto es una pesadilla-murmuró, absorta en su demencial pensamiento.

La poca fuerza y cordura que aún le quedaba, la hizo ponerse de pie y acercarse a la casa, sintiéndose vacía.
El calor que despedía el fuego era abrumador pero no le importó.
Si morir carbonizada era su destino y el precio para estar con Set, lo haría. Estaba dispuesta a seguirlo hasta el final.
Se acercó al borde del pórtico, donde fuertes y grandes lengüetazos le quemaron la piel levemente y cerró los ojos.
Dio un paso hacia las llamas y la piel le ardió intensamente.
Entonces...

-¡Si das un paso más, te vuelo la tapa de los sesos!

Sulfurada, se detuvo y abrió los ojos. ¿Quién demonios se había atrevido a impedir su suicidio?
Giró sobre su propio eje y encaró al responsable de su intento fallido de morir. Era un joven alto y con el rostro cubierto con un pañuelo. Sostenía un arma y un teléfono. Cada artefacto en una mano diferente.
-¿Quién demonios eres tú?-le espetó, encolerizada.
-Te lo diré si te alejas de la casa, que en poco tiempo se vendrá abajo-le propuso.
-Realmente no me interesa. Solo aléjate.

En eso, el sujeto se llevó el teléfono a la oreja y guardó el arma en su bolsillo.
-La tengo frente a mí. No pensé que tendrías razón al pensar que volvería. Por cierto, he evitado su suicidio, ¿Ahora puedes dejarme ir? Hicimos un trato.

Ella ladeó la cabeza y se apartó un poco de la casa, puesto que había comenzado a sudar por el fuego.
-Bien-bufó el joven y rodó los ojos-pero apresurate-y colgó.
-Si eres miembro de uno de los idiotas de Steve Blake, más te vale sacar tu trasero de aquí o te haré pedazos-lo amenazó, con la mirada furtiva.
-Lo era-confesó él y suspiró-pero alguien me obligó a la fuerza a dejar de trabajar para Blake y creo que fue lo mejor. Ahora me siento libre.
-¿Con quién hablabas por teléfono? Te mataré si no me respondes con la verdad.
-Solo espera unos minutos y verás. Me lo agradecerás por salvarte el pellejo-le aseguró y ella parpadeó, perpleja.

Keren no sabía si matar al sujeto o lanzarse de lleno al fuego y mandar todo al carajo de una vez.
Y minutos después de tanto meditarlo, se decidió por la segunda opción.
-La persona que amo yace dentro de esta maldita casa. Así que no me importa quién seas y quién vendrá. Mi objetivo es reunirme con Set-le dijo, volviéndose a acercar al pórtico, el cual comenzaba a flaquear como el resto de la estructura.

Una ráfaga de fuego se extendió hacia donde ella estaba y titubeó. Su cordura le gritaba "aléjate" pero su corazón roto le susurraba "continua".
-¡No seas tonta!-le gritó el joven pero ella lo ignoró.

Cerró los ojos con fuerza y ordenó a sus piernas moverse hacia adelante.
El calor se hizo más intenso y pensó que todo terminaría pero unos fuertes brazos se situaron alrededor de su cintura y tiraron de ella lejos de la casa ardiendo. Reconoció ese aroma tan familiar pero no abrió los ojos. Dejó que esa persona la arrastrara fuera del peligro o quizás ya había muerto.
Tan fácil.
Sin dolor.
-¡Keren!-sintió que le daban palmadas en las mejillas-¡Por todos los cielos, cariño!

Su voz.
Oía su voz. Ya estaba con él.
-Despierta, por favor.
-¿Set?-murmuró, aún con los ojos cerrados.
-Sí, soy yo, cariño. Estoy bien, no me pasó nada. Abre los ojos, mirame, por favor-ella sintió como él agarraba una de sus manos y la colocaba sobre su mejilla. La textura de su piel, suave y rasposa a la vez, a causa de la barba de algunos días, la hizo estremecerse-¡abre los ojos y mirame!

Keren los abrió y se encontró con unos llorosos y rojos ojos color aqua mirándola con desesperación. Le recorrió el rostro, estupefacta. La sangre de la sien estaba seca y parecía que él fuese real. Muy real.
-¿Querías matarte y dejarme solo, eh?-le gritó, con los nervios de punta e incapaz de soltarla mientras ella entrecerraba los ojos, mareada.

El humo y calor que despedía aquella casa al carbonizarse era nauseabundo. Y tenían que largarse de ahí antes de que colapsara.
-¿Puedes dejarme libre? Te salvé la maldita vida, Set.

El rubio volteó a ver al sujeto y le regaló una gélida mirada. El joven le estaba apuntando con el arma.
-¿Sabías que esa maldita pistola no tiene balas?
El chico entornó los ojos e intentó dispararle a Set pero esta no cedió.
-¡Maldito!-le gritó.
-Jamás voy a dejarte libre, Wade. Fuiste de gran ayuda pero eres muy traicionero, y por eso voy a matarte-le informó. Situó a Keren suavemente en el suelo y sacó con rapidez la pistola que yacia dentro de su camisa. Le apuntó a Wade y este hizo el intento de huir, pero Set tenía una magnífica puntería, por lo que la primera bala le atravesó la espalda y la segunda el cuello.
Guardó nuevamente la pistola y se centró en Keren.
Ella no daba indicios de volver en sí, así que la cargó en sus brazos y comenzó a caminar hacia su coche, el cual, milagrosamente lo habían dejado intacto.
La recostó en los asientos traseros y se alejó de ahí, en el instante exacto que la casa estallaba en mil pedazos.
Los grandes fragmentos volaron por los aires, y por gracia divina logró esquivarlos.
Condujo durante veinte minutos, dio vueltas y vueltas, esperando que Keren volviera en sí. Estaba muy preocupado y a la vez tranquilo.
El roce de bala en la sien le había dolido muchísimo, se desmayó por la impresión, más no por el dolor. Pensó que ahí había terminado su vida, a manos de un don nadie.
Y cuando despertó, vio que no había rastro de Keren ni del doctor farsante por ningún lado, solo estaba uno de sus hombres rociando gasolina por toda la casa.
Fue fácil para Set taclearlo y someterlo. Sacarle la información que necesitaba y luego deshacerse de él como si se tratase de una cucaracha. Después se refrescó en el lavabo de una de las habitaciones y guardó su arma en el bolsillo. Buscó una nueva playera de, quizás de Adam, y se la puso antes de coger el teléfono que había tenido aferrado en las manos su padre antes de morir. Lo revisó y notó que Trenton había estado hablando con alguien cuando le dispararon y ese alguien era Kevin Black. Incluso un nuevo mensaje por parte suya había en la pantalla y lo leyó.

"Por favor, conteste. Ayer me dejaron muy preocupado y justo ahora se cortó la llamada. ¿Qué pasa? Dígame lo que está pasando. Conteste mi llamada. Voy viajando para allá"

Estuvo tentado de borrar el mensaje pero se contuvo, llegando a la conclusión de que todos ya sospechaban acerca del acercamiento de Blake y le comentaron a ese rubio idiota para que llegara a ayudarlos.
Se cercioró de que la batería estaba llena y marcó un número.
Wade se negó rotundamente a ayudarlo pero aceptó a regañadientes con la ilusión de que Set lo dejara en paz. Y viéndolo desde otro ángulo, había sido un tonto. Terminó muerto por idiota. Pero le ayudó a no permitir la muerte de Keren mientras él terminaba de rociar más gasolina en la parte trasera de la casa.

-¡No!

Volvió de sus recuerdos cuando Keren gritó desde atrás. Él rápidamente sintió su mirada a través del espejo retrovisor y alcanzó a distinguir dentro de ellos una pizca de incredulidad.
Se quitó el cinturón y se movió entre los asientos hasta llegar a ella.
-Soy yo-le dijo con tristeza. Keren estaba, aparentemente, en shock.
-No. Set murió. Déjame ir con él.

La situación era crítica y delicada. En ese momento no podía permitir que ella estuviera aún metida en ese estado, por lo que optó por hacer algo que le dolería más a él que a ella.
Alzó la mano y con el dorso, la abofeteó con fuerza.
El rostro de Keren se precipitó hacia un lado y parpadeó, confusa.
Enfocó la mirada a él y abrió los ojos como platos.
-¡Set!-chilló, y le echó los brazos encima-te vi herido. Pensé que habías muerto...
-Fue un roce de bala, estoy bien, amor.
-¿Qué pasó? No logro pensar bien-dijo ella, dispuesta a continuar abrazandolo. Él no se apartó.
-Te contaré todo con detalles mientras llegamos al Hotel Prince Lab, ahí está tu familia-le dijo, deshaciendo el abrazado y saltando al asiento de adelante.
-¿Cómo sabes eso?-se talló los ojos con brusquedad y se deslizó al otro asiento delantero.
-Le saqué información al sujeto que trató de quemar la casa conmigo dentro y luego lo maté.
-¿El que tenía el rostro oculto?
-No. Él es Wade, el imbécil que trató de secuestrarnos, a mí padre y a mí-dijo y al mencionar a su padre, parpadeó y puso en marcha el coche-pero lo he matado. Así ya no dará problemas.

Por un segundo, ella se quedó mirando fijamente las calles y el recuerdo de los acontecimientos anteriores la golpeó dolorosamente.
-¡El señor Trenton!-ahogó una exclamación y miró a su esposo-lo siento tanto, en verdad, mi amor.
Set esbozó una leve sonrisa y le palmeó la pierna con tranquilidad.
-Pagarán por lo que le hicieron, no te preocupes-le aseguró y metió una mano en su bolsillo del pantalón, sacó el teléfono de su padre y se lo entregó a ella-llama a Kevin Black.

La expresión de Keren cambió totalmente. Miró de soslayo a Set y con incertidumbre el teléfono.
-¿Qué?
-Mi padre se había estando contactando con él desde ayer, creo y supongo que cuando le dispararon, estaba hablando con Black.
Ella agarró el aparato sin dejar de mirarlo a él.
-Kevin Black viene para acá pero tienes que llamarle-continuó diciendo el rubio-dile que tiene que ir a un hotel llamado Prince Lab y que no venga desarmado.

Y sin pensarlo dos veces, Keren buscó el número de su amigo y le llamó.

Dos capítulos más y Darker Beauty llega a su fin. Ya no votan como antes y eso me deprime. Espero que este capítulo rebase los 200 votos y comentarios.
Porque en serio, dos más y fin. Y el epílogo. Ya tengo el final, así que... prepárense.

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