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112

Había anhelo y añoranza en su mirada. Él, por dentro, le suplicaba a Dios, sí, a Dios, para que ella lo aceptara.
La tentación de ponerse de rodillas rondaba en su cabeza pero de pronto, la vio mover la cabeza de arriba abajo y llenarsele los ojos de lágrimas mientras se acercaba a él con el ramo de rosas, dispuesta a abrazarlo.
-¿Y cuál es la respuesta?
-Sí, pedazo de...
Y le atrapó los labios con los suyos antes de que ella le gritara.
-El anillo-le dijo y le tomó la mano izquierda para ponérselo.
Deslizó el anillo color oro en su delgado y delicado dedo y la sintió estremecerse.
El anillo lo había elegido él solo y a escondidas de su padre, puesto que no estaba seguro de su reacción. Aquella sortija tenía una letra en medio, una "K".
-Eres ahora mi prometida.
-¿De verdad quieres casarte conmigo, Set?-ella apenas podía respirar de la emoción.
-¿Recuerdas que cuando nos conocimos me preguntaste de que si pensaba casarme y tener familia?-ella asintió-pues solo estaba esperando a la mujer perfecta para mí. Y ya la he encontrado. Eres tú.
-Tuviste novias, y muchas chicas-dijo ella-pero me elegiste a mí. Y yo no te escogí entre tantos, puesto que has sido el único en mi vida y estoy feliz por ello.

Keren volvió a besarlo y él la atrajo más a su cuerpo. Ella sintió sus fuertes brazos alrededor de su cintura y deseó estar con él más íntimamente.
-Casemonos ya mismo-sentenció Set de repente.
-¿Qué?-ella rio.
-Sí. En Las Vegas nos podemos casar.
-Si que estás loco.
-Hablo muy en serio. Mis papeles están en el coche que traje, solo faltan los tuyos.

Keren entornó los ojos, estupefacta.
-Podemos volver a la casa de Roch a hurtadillas, sacar mis papeles, dinero, ir a Nueva York por los tuyos y largarnos a Las Vegas. Luego regresar siendo esposos, ¿Qué dices?
-Suena excitante, me encanta.
-¿Vamos entonces?-inquirió él, elevando las cejas.
Ella asintió.
Set le dio un beso rápido antes de apartarse para ponerse la playera con cuidado de lastimarse el brazo.
Keren se subió al coche con el ramo de flores rojas, sintiéndose como en las nubes.
-Haberte tatuado mi rostro en tu brazo es algo que jamás esperé.

El chico rubio sonrió.
-Para mi fue un placer. Vale la pena que mi piel haya sufrido por amor.

Volvieron a la casa de Roch tratando de no hacer ruido y dejaron el coche detrás del de Set.
Bajaron sigilosamente y Keren se situó detrás de él con el ramo en sus brazos. Él rebuscó en sus bolsillos y maldijo entre dientes.
-¿Qué sucede?-preguntó Keren.
-Las llaves. Olvidé que se las quedó mi papá.
Mordiendose los labios, ella miró con desdén la majestuosidad de la casa de su tío y carraspeó.
-Entra por ella-le dijo a Set-y diles que se te olvidó algo.
-Lógicamente van a preguntarme por ti, ¿Qué les digo?
-Que estoy aquí esperándote.
-Vendrán a verte, de eso no hay duda, amor.
-¿Y qué si lo hacen?-se encogió de hombros y abrazó su ramo.
-Volveré enseguida-le aseguró con una sonrisa y probó suerte al girar la manija de la puerta, la cual cedió milagrosamente.

Ella esperó pacientemente afuera, sonriendo como una boba e inhalando el aroma de las rosas. Contempló su anillo con mucha emoción y se propuso ser muy feliz a pesar de la situación en la que se encontraban.
Diez minutos más tarde, Set salió corriendo de la puerta con una sonrisa maliciosa.
-¡Corre al coche!-le ordenó y ella, precipitada, hizo lo que él decía.
Él le quitó la alarma a su coche y se deslizaron al interior al tiempo que Adam, Henry, Trenton y Roch salían al porche.
Set echó reversa y luego se incorporó al sentido de la calle. Aceleró a fondo y frenaron de golpe justo cuando se toparon con Egon Peitz y Sonya Di Lorenzo.
-¡Adiós, papá!-les gritó Keren con euforia al pasar junto a ellos-¡Adiós, tía Sonya!
Egon se quedó perplejo al ver a su hija alejarse en un coche muy elegante en compañía de alguien rubio.
-¿Ella es tu tía, la gemela de tu mamá?-interrogó Set al dar la vuelta a la esquina.
Keren asintió y se dio a la tarea de sonreír mientras olfateaba sus rosas.
-Es muy guapa.
-Si que lo es. Pero mi madre era más guapa y hermosa.
No había pasado ni si quiera cinco minutos, cuando el teléfono de Keren comenzó a sonar.
Rebuscó entre sus bolsillos, cuidando que el ramo se marchitara y vio la pantalla del teléfono.
Era su padre, Egon.
Miró de soslayo a Set y este se encogió de hombros sin detenerse.
Nerviosa, atendió la llamada.
-¿Diga?
-¿Cómo qué "diga"? ¿a dónde vas, Keren?-gruñó su padre.
-Voy a estar con Set unos días-le explicó-necesito un respiro, así como te lo has dado con tía Sonya.
-¿Acaso no entiendes que en estos momentos no es para andar feliz por la vida con tu novio? Necesitas estar aquí. Set se puede quedar en la casa. Pueden estar dándose un respiro aquí mismo, no allá afuera, donde posiblemente corran peligro.

Ella rodó los ojos con exasperación.
-Escucha, papá. Ambos somos personas mayores de edad y sabemos lo que es bueno y lo que es malo. Además, Set sabe defenderse a la perfección y yo también. No le veo ningún problema.
-¡Si algo te pasa, me muero! Por favor, regresa-insistió su padre.

Keren miró por el rabillo del ojo a su novio cuando él hizo una mueca y le extendió la mano, con la intención de que le diera su teléfono para hablar con su padre.
Ella vaciló unos instantes y al final de cuentas, le entregó el aparato.
Set se humedeció los labios y colocó el auricular en su oreja con una mano y con la otra continuó conduciendo de manera satisfactoria.
-Señor Peitz, habla Set.
-Escuchame bien, chico-ladró Egon del otro lado de la línea-te estás llevando a mi hija a sabiendas que es riesgoso andar por ahí ustedes dos solos. Sé que se aman pero no pueden irse durante días.
-¿Duda de mi capacidad de protegerla?-inquirió el rubio con las mandíbulas tensas.
-Desde luego que no. Pero dudo de su seguridad de ambos.
-No se preocupe, señor Peitz. Le aseguro que tanto ella y yo, regresaremos sanos y salvos en unos días.

》Batería baja, conecte el cargador《

Frunciendo el ceño, Set miró la pantalla en negro y le regresó el teléfono a Keren. Se había descargado.
Ella no dijo nada y lo guardó.
-No tienes nada de que preocuparte, ¿de acuerdo? Te voy a proteger.
-No es eso lo que me preocupa, amor-dijo ella, pensativa-sino la idea de que Steve Blake venga antes que nosotros y los asesine.
-¿Trajiste el cargador del teléfono?
-No.
-Vamos a comprarle uno y así estarás comunicada con ellos. Pero no te preocupes. Vamos a casarnos, no lo olvides.

Y una sonrisa asomó a los labios de ella de inmediato.
-Casarnos-murmuró, risueña-tú y yo. Seré la esposa de Set Luther Rex Calvin.
-Y yo el esposo de Keren Nathalie Peitz Cash.
-Y nuestros hijos llevarán fusionados nuestros apellidos-añadió ella con mucha emoción.
Él río.
-Rex Peitz-dijo.
-Si te hubieras cambiado el apellido, serían White Peitz-observó Keren y él asintió, frunciendo el ceño.
-Agradezco no habermelo cambiado-confesó-ahora no quiero tener nada que me una a ese hombre que me dio la vida.

Viéndolo desde la perspectiva de Keren, Set estaba muy decidido a cambiar para no llegar a ser como Norman White y eso era fantástico. Sin embargo, notaba una suma tristeza cada que lo expresaba, como si le doliera.
No obstante, había sido lo mejor. Tenerle idolatría a un hombre que solo mataba para divertirse, era enfermizo.
-Olvidémonos de ese asunto y centrémonos en lo que estamos a punto de hacer.


******

Egon Peitz estaba hecho una fiera. Se había controlado al no estrellar su teléfono al suelo frente a Sonya, y lo único que pudo hacer fue recargarse en la pared de la calle.
-Tienes que irte ahora mismo, Sonya-le dijo.
-Pensé que querías que estuviera un rato más en casa de mi hermano-dijo ella, ofendida.

Egon meneó la cabeza en negación y la agarró de los hombros.
-Si te contara la situación en la que estamos viviendo, te resultaría espeluznante. Y prefiero que estés a salvo en el hotel en vez de estar con nosotros.
-¡Cuéntame qué pasa! No quiero perder a mi familia tan pronto-espetó, molesta y a él se le hizo demasiado familiar su expresión.
-Si te lo cuento, ¿prometes marcharte ahora mismo?-sentenció, abrumado, notando que detrás de ellos venían Roch, Adam, Trenton y Henry.
-Sí. Lo prometo-alardeó, deseosa por saber.
Egon la agarró de la mano y tiró de ella hacia adelante, con la intención de alejarla de los demás.
-Estamos huyendo de un hombre que quiere venganza, gracias a que yo asesiné a su familiar, pero que fue el mismo que asesinó a Shelby-comenzó a decirle. Sonya abrió los ojos como platos-así que quiere matarnos a todos por mi culpa. Y si te quedas también, irá tras de ti, ya que desconoce de tu existencia.

Egon intentó seguir corriendo pero ella opuso resistencia.
-¿Qué sucede? Dijiste que te marcharías si te contaba.
-Quiero ayudarlos.
-¿Estás loca?
-No-repuso con seriedad y se apartó de él-quiero ser útil.
-¡Serás útil si te vas ahora mismo!

Sorpresivamente, Sonya lo cogió de las solapas de la camisa y lo acercó a su rostro.
-Has estado coqueteando conmigo desde que nos conocimos, y déjame ser más valiente que mi hermana y ayudarte. Quiero terminar con lo que empezó ella.

Aquellas palabras lo dejaron desarmado y se quedó mirándola con los labios entreabiertos y reaccionó cuando sintió las manos de Roch en su hombro y la presencia de los demás.
Sonya se apartó un paso de todos y agachó la mirada.
-¿A dónde pensaban irse? ¿acaso no vieron a mi hermana largarse con Set?-espetó Adam.
-Claro que los vi. Ella nos dijo adiós-farfulló y miró a Sonya-debes irte ya.
-Me voy a quedar a ayudarlos-increpó con firmeza.
-¿De qué hablan?-intervino Roch con las cejas juntas.
-Le conté un poco del pasado sin entrar mucho en detalles-murmuró Egon-ya sabe que nos persigue un lunático.
-Fabuloso-masculló Trenton-ahora vas a inmiscuir a la hermana gemela de Shelby. ¿No te bastó que ella hubiera muerto, eh Peitz?

Egon se dio la vuelta con violencia y lo encaró. En sus ojos renació la antigua locura y le envió una mirada asqueada y llena de desprecio ante ese comentario fuera de lugar.
-No sé qué demonios estás haciendo aquí pero cierra la maldita boca o yo mismo te la cerraré-le escupió y apretó los puños-y recuerda que fuiste tú quién fue a ese encuentro al aeropuerto y la asesinaron sin miramientos. Pero ya pagaste también-siseó con veneno-puesto que asesinaron a Lola de la misma manera que Shelby.

Trenton aspiró hondo y soltó una risa careciente de humor antes de asestarle un puñetazo a Egon en la cara. El hombre de ojos negros trastabilló hacia atrás pero tanto Henry y Adam lo agarraron, mirando con furia a Trenton.
Egon se soltó bruscamente de ellos y le propició un golpe a Trenton en la nariz con el puño abierto.
Sonya chilló alarmada y como acto reflejo, se colocó en medio de ellos. Abrazó a Egon y lo empujó hacia atrás para que ya no continuara peleando, mientras que Roch detenía a Trenton de arremeter también.
-Por favor, vete de aquí-repitió Egon a Sonya con rudeza-no eres Shelby. No sabes pelear y no sabes nada de nuestras vidas.

Y acto seguido, barrió a todos con la mirada y se dio la vuelta de regreso a la casa de Roch, dejando a todos perplejos.
Mientras caminaba en dirección opuesta, una punzada de dolor en su hombro, o más bien en su herida, lo hizo vacilar.
Se frotó la cicatriz y entró a la casa sin miramientos.
Le revolvió el cabello a Allen, quién dejó de jugar con su teléfono al verlo entrar.
-Tío Egon-dijo el niño-¿estás bien?
-Muy bien, hijo. De maravilla-le contestó con sarcasmo y con una sonrisa fingida.
Y como era de esperarse, el chico no notó el sarcasmo y lo siguió con la mirada hasta perderlo de vista en las escaleras.
Egon subió al piso superior arrastrando los pies y sintiéndose con menor valor que un grano de arroz.
-¿Egon?
La voz de Gabriel desde su habitación lo hizo detenerse a medio pasillo.
-¿Necesitas algo, amigo?
-No, nada. ¿A dónde fuiste toda la mañana? ¿acaso hay problemas?-le preguntó, asomándose al umbral de la puerta. Andaba puesta su pijama a pesar de que ya eran casi las cinco de la tarde.
-Salí con mis hijos a dar un paseo pero por lo visto, Set y Trenton han vuelto-le informó, guardando el detalle de Sonya-y ese chico rubio se llevó a Keren hace un rato. Ese, querido amigo, es el problema.
-¿Están aquí? ¿Cuándo llegaron?-Gabriel se mostró sorprendido.
-No tengo la menor idea y realmente no le interesa tampoco. Así que si me disculpas, tomaré una ducha y me dormiré.

Ganriel asintió y lo observó entrar a su habitación y cerrar la puerta con pestillo.
Escuchó de manera inesperada varias voces en el piso de abajo y se asomó con perplejidad a las escaleras. Reconoció enseguida la voz tajante de Trenton y la de los demás.
-¿Cuál es tu problema?-Adam parecía realmente molesto.
-No quiero que ella también muera por estar metida en los asuntos de tu padre-siseó Trenton-ha hecho bien en irse. Era lo mejor.
-Mi tía se fue casi llorando. Es problema suyo si quería relacionarse con mi padre-le espetó Adam de vuelta.
-¿Quieres que ella también muera, eh?-gritó Trenton.
-Por lo que escuché, el culpable de la muerte de Shelby Cash no fue mi padre sino usted-intervino Henry con voz glaciar-así que le ordeno que deje de meterse en la vida de mi padre. Aun no le perdono que lo golpeara y no me haga borrarle esa sonrisita idiota de la cara a la fuerza.

Gabriel no aguantó más la incertidumbre de saber qué era lo que estaba pasando, así que se vio obligado a bajar compulsivamente y a grandes zancadas las escaleras.
-¿Por qué tanto alboroto?-quiso saber. Miró con recelo a Trenton y luego a Roch. Allen se acercó corriendo a él y le acarició la cabeza-ve arriba, hijo.
El niño obedeció y echó a correr por la escalera sin mirar atrás.
-Sucede que Egon quiere meter en nuestros problemas a Sonya-le explicó Trenton con sequedad.
-¿Quién demonios es Sonya?-interrogó sin comprender.
-La hermana gemela de Shelby-le soltó Trenton y al ver la cara de sorpresa de Gabriel, alzó las cejas-¿no estabas enterado?

Gabriel negó con la cabeza y notó que todos desviaban la mirada.
-Nadie me ha dicho nada-admitió con cierta decepción-ni si quiera Egon.
-Pues ya lo sabes. Shelby tiene una gemela de nombre Sonya, quién al parecer, también cayó redondita a los encantos de Peitz-añadió Trenton con desgana-y están molestos conmigo solo porque quiero que esa mujer no corra con la misma suerte que ella.
-¿Qué? La verdad es que no comprendo nada-balbuceó Gabriel-¿una gemela? ¿Cómo es eso posible?
-Mejor ven, vamos a platicar a la sala-dijo Roch-es una larga historia.

Gabriel lo siguió, sintiéndose un poco mareado. Adam y Henry omitieron la reunión y se dispersaron por la casa.
Dejaron a los adultos ponerse al día y se quedaron mirando un momento.
-¿Por qué no vamos a alguna parte?-propuso Adam.
Henry titubeó.
-¿A dónde?
-No sé. Quizás un lugar menos dramático que aquí.

Aquella tarde fue tan dura y bochornosa para todos, en especial para Egon y Gabriel. A pesar de que en la noche tuvieron una confrontación acerca de Sonya, acordaron ir a despedirse de ella al otro día.
Adam y Henry decidieron pasar una noche de hermanos en la habitación de películas de Roch.
-¿Me contarás algún día por qué Keren dijo que debes ir a ver a tu mamá?-le preguntó Adam como quién no quiere la cosa.

Henry mostró un ánimo taciturno y pensó en evadir aquella pregunta, pero a esas alturas, continuar ocultandole su vida a Adam, era inútil.
-Mi madre tiene problemas mentales-contestó, luego de unos minutos-y su estado de salud ha empeorado con rapidez.

Henry inspeccionaba la portada de una película sin notar el repentino silencio que había causado sus palabras. Y no fue hasta que sintió la presencia de Adam más cerca de él, cuando reaccionó.
Volteó a ver a su hermano y se sobresaltó.
-¡Por qué carajos no me lo habías contado a mí, idiota!-vociferó Adam. Henry alzó una ceja en su dirección.
-No es algo que me gusta andarle contado a todos-se encogió de hombros.
-¿Y cómo es que lo sabe Keren?
-Se lo conté cuando nos secuestró Roch. No teníamos ningún tema de conversación y tampoco nos conocíamos; así que decidí contarle lo que pasaba en mi vida para que me tuviera confianza.
-Pues como ahora lo sé, irás a verla lo antes posible. Ella necesita de ti.
Henry elevó los ojos al techo y dejó la portada de la película en su lugar. Mirando de soslayo a su hermano, meneó la cabeza de un lado a otro.
-Voy a ir a verla cuando todo esto termine.
-¿Y si nunca termina?-le contradijo Adam con incertidumbre-no sabemos cuando nos van a emboscar. Y tampoco si vamos a sobrevivir, y honestamente, me parece injusto y egoísta que no vayas a verla.
-Mi deber era venir hasta acá y conocerlos a ustedes. Además, no tengo dinero para volver-replicó el chico de ojos negros con frialdad.

Adam carraspeó y agarró a Henry de ambos hombros con mucha fuerza. Henry lo miró con cólera pero no lo apartó.
-Para eso estamos nosotros, tus hermanos-lo zarandeó con ansiedad-pagaremos lo necesario para que vayas y regreses lo antes posible.
-Como le dije a Keren-agarró sus manos y las alejó con suavidad-no vine para mendigarles dinero.

Adam estrechó los ojos hasta llegar al grado de parecer dos pequeñas rendijas color miel y lo fulminó con desprecio.
-Había conocido gente imbécil pero tú te llevas el premio mayor.
-¿Y qué quieres que haga? No estoy acostumbrado a recibir dinero u obsequios de los demás sin algo a cambio-protestó Henry con estupor.
-Tienes que acostumbrarte de ahora en adelante. La familia se apoya y eso implica recibir cosas a cambio de nada-le gritó a la cara y luego tomó asiento en el suelo. Cogió el control remoto y comenzó a ver la película de "The Matrix" con el afán de ignorarlo.

Y al darse cuenta que Adam no iba a dirigirle la palabra, Henry abandonó la habitación y fue a la suya para dormir.

Horas después, a las nueve de la mañana con exactitud, todos ya se habían levantado porque iban a ir a despedirse de Sonya que se marchaba a Roma.
Henry se ofreció voluntario para quedarse a cuidar a Allen para que los demás fueran sin ningún problema y tuvieran el espacio suficiente para ir en el coche de Roch.
Sin embargo, cuando llegaron al aeropuerto y la vieron, Gabriel se quedó de piedra en su sitio.
Sonya Di Lorenzo era la copia exacta de Shelby con unos años de más. Era hermosa.
Y su emoción flaqueó cuando a ella le brillaron los ojos al divisar a Egon.
Todo fue tan rápido que apenas y logró asimilar lo que miraban sus ojos: Sonya había corrido a recibir a Egon con mucha confianza y cariño, a pesar de aque se conocían desde el día anterior. Aquella añoraza de ella era idéntica a la de Shelby cuando se hallaba cerca de él, e inexplicablemente, se sintió enfermo.
-Has venido a verme por última vez, Egon-dijo ella con tristeza-ayer me corriste.
-Hiciste una promesa de marcharte si te contaba lo que estaba pasando-añadió él con suspicacia y ella asintió, decepcionada.
-De todos modos quiero continuar en contacto con todos ustedes-miró a todos y luego centró su mirada en Egon-y en especial contigo. Quiero que me llamen si algo sucede, por favor.

Los presentes asintieron con firmeza pero Gabriel fue la excepción. Él lo único que deseaba era que ella lo notara.
-Entonces tú eres Sonya, la hermana de Shelby-dijo con voz ronca y extendió su mano a ella-me llamo Gabriel McCall.

Los petulantes ojos azul eléctrico de Gabriel se encontraron con su amielada mitada y se le erizó la piel cuando esta le estrechó la mano con amabilidad.
-Mucho gusto, Sonya Di Lorenzo.

Él le apretó un poco más la mano y ella sonrió, un tanto perpleja, ya que tenía intenciones de soltarlo pero parecía que Gabriel pensaba lo contrario.
-Bueno, ¿a qué hora sale tu vuelo?-preguntó Roch para suavizar el ambiente y ella aprovechó a soltar a Gabriel para colocar su mano sobre el hombro de Egon.
Trenton bufó y anunció que iría a por una soda. Adam se unió a él y los dos se alejaron en busca de su cometido.
-En dos horas-contestó la fémina-pero tengo que esperar. Ya saben, el protocolo es llegar horas antes y no sufrir algún percance. Pero allá están los asientos para esperar. Mi equipaje está en ellos.
La sala de espera estaba repleta de gente dormida o hablando por teléfono. Nadie iba tan arreglado como ellos, incluso Sonya. Las personas llevaban el cabello desaliñado, lentes de sol y ropa arrugada por las siesta en el vuelo.
Sonya andaba con ropa deportiva pero muy presentable.
Se sentaron en los asientos y Egon optó por quedarse de pie para que ella se sentara.
-No. Siéntate tú. He estado sentada bastante tiempo, créeme-se negó.
-¿Segura?
-Sí-afirmó con una sonrisa.
Egon no pudo evitar decirle que no y se sentó, percibiendo la mirada iracunda de Gabriel a un costado suyo.
-¿Podrías dejar de mirarma de esa manera?-le preguntó entre dientes mientras que Sonya verificaba su móvil.
-¿Cómo quieres que te vea después de que me ocultaste la existencia de la hermana de Shelby?-siseó su amigo.
-A mí también me ocultaron todo de ella y lo descubrí por accidente-replicó Egon-pero no entiendo por qué estás tan molesto. Ella no es la gemela de Caroline.

Gabriel no contestó pero hizo una mueca desagradable. Se cruzó de brazos, anunciando así, zanjada la conversación.
La irritación de Egon fue calmada por Sonya, al hablarle de repente.
-¿Y dónde está Keren? Pensé que vendría con su novio.
-Se fue unos días con él-le recordó,resignado.
-Oh, lo olvidaba-sonrió-a juzgar por tu expresión, ese chico no te agrada.
-No, claro que me agrada. Pero ya sabes, la situación que nos rodea es lo que me preocupa. Mi hija no debió marcharse de "vacaciones"-hizo comillas con los dedos y se frotó el puente de la nariz con las yemas.
-Ya verás que van a regresar mañana a más tardar. ¿Qué podrían hacer por más de un día?

Egon comenzó a reír.
-Ay-dijo-no conoces a ese par de enamorados. Ellos harán lo que les de la gana en todo ese tiempo. Y no me sorprendería que cuando volviesen, me dieran la noticia de que están esperando un hijo.

Sonya se ruborizó y sonrió un poco avergonzada.

Pasaron los minutos y Trenton y Adam volvieron con sodas y golosinas para todos. Se sentaron algunos en el suelo en posición de loto y comieron tranquilamente a la vista de las demás personas del aeropuerto.
Esperaron hasta que por fin, el vuelo de Sonya fue anunciado por las bocinas.
-¡Mi equipaje!-chilló-olvidé por completo llevarlo a la zona de revisión.
-Pues vamos-increpó Egon, cogiendo dos de las enormes maletas sin esfuerzo, aunque sintió un poco de dolor en su hombro.
Trenton y Adam se apresuraron a ayudar y Gabriel solamente cargó una mochila para no ejercer más esfuerzo, por miedo a que la herida de su estómago se abriera.

Colocaron las maletas con los demás equipajes y las observaron alejarse por un pasillo eléctrico, típico de los aeropuertos.

"PASAJEROS DEL VUELO 17-B, FAVOR DE ABORDAR..."

-Ya es hora de irme. Fue un gusto conocerlos-dijo ella, sacando el boleto de su bolsillo-ojalá podramos reunirnos pronto.

Se abrazaron en un significativo abrazo y se contemplaron los unos a los otros con regocijo.
-Promete que vas a llamarme-le susurró a Egon.
-Lo prometo-sentenció él.

24 horas bastaron para que ella quedara totalmente hipnotizada por ese hombre sumamente atractivo de piel bronceada, cabello oscuro con algunas canas y aquella mirada oscura tan penetrante.
Percantandose que al igual que su gemela, ella tampoco pudo ser inmune a los encantos de Egon Peitz, lo agarró de las solapas de su camisa, se colocó de puntillas y lo besó en los labios.

-¡Los veo pronto! Recuerden que tienen una casa en Roma también-gritó ella, echándose a correr hacia el encargado de verificar los boletos.

No obstante, la sorpresa de todos era palpable. Enmudecidos, la esperaron a que abordara y luego a que despegara el avión.
-Es más que obvio que tía Sonya se enamoró de ti, papá-observó Adam-¿qué hicieron ayer por la tarde?
-¿Qué íbamos a hacer, más que platicar?-dijo su padre poniendo los ojos en blanco, sulfurado-a mi edad, mi vida ya no gira en torno al sexo, Adam. Eso ya es como un aperitivo.
-Llevas veinte años de abstinencia-se burló Trenton-dudo mucho que lo veas como postre.
-Intenta pasar ahí el tiempo que yo y veremos si vas a ver el sexo como una prioridad.

Trenton borró la sonrisa tonta de sus labios y resopló.
-Basta. ¿Por qué se empeñan en pelear entre sí? Se supone que somos una familia y tenemos que estar unidos-objetó Roch de mal humor.
-Este imbécil quiere verme molesto para que le cierre la maldita boca-ladró Egon.
-Te lo advierto, Peitz. Olvídate de esa mujer-espetó Trenton y Egon alzó la mirada para verlo-no merece morir como Shelby.
-Solo no te doy una paliza por respeto a las personas que están aquí-siseó Egon con rabia. Tenía los puños apretados y listos para golpearlo.

Adam se aproximó a Trenton y lo empujó cuando trató de acercarse a su padre.
-Señor Rex, no me obligue a detenerlo. Porque si se trata de apoyar a alguien, apoyaré a mi padre. Ya que tiene todo el derecho de hacer lo que él desee, como rehacer su vida.

Gabriel, a pesar de que estaba molesto con Egon, estuvo de acuerdo con Adam.
Egon sonrió de lado, victorioso.
Y Roch se sintió agobiado.
-Nos vemos después, estar aquí me enferma-alardeó Trenton Rex, derrotado.
-¿Cómo encontrarás mi casa?-le preguntó Roch.
-Anotame la dirección-sacó del pantalón un trozo de papel y un pequeño bolígrafo de bolsillo y se lo lanzó.
Roch anotó la dirección y se lo entregó de vuelta.

Trenton Rex los dejó en el aeropuerto y se marchó a grandes zancadas de ahí de muy mal humor.

Adam resopló y se volvió hacia su padre, quién iba detrás de Trenton a paso desgarbado y aburrido. Él también tenía ganas de perderse un rato luego del mal sabor de boca.
Corrió tras él pero alguien lo detuvo del brazo. Roch Tyler.
-Déjalo.

Los días pasaron. Tres, para ser exactos.
Y en esos días, el doctor Strom hizo acto de presencia para supervisar el estado de salud de Egon y de Gabriel.
Y quedó un poco asombrado ante tanta recuperación.
-Me parece que están en perfecto estado de salud-observó e hizo algunas anotaciones en su bitácora. Ya no llevaba puesto sus ridículos lentes y parecía tener más seriedad-volveré dentro de unos días, ¿okey?

Egon asintió a regañadientes y se colocó nuevamente la playera al igual que Gabriel.
-¿Es tan necesario tener sus visitas tan repentinas?-preguntó Henry al otro extremo de la habitación.
-Es mi trabajo poder ayudar a mis pacientes-giró en redondo y centró su atención en Roch Tyler-¿podrían darme los números telefónicos de todos? Es decir, los personales.
-¿Todos?-inquirió Adam con confusión.
-Sí. Es para alguna emergencia y yo también les daré el mío.

Las miradas llenas de desconcierto que se enviaron los tres Peitz fue más que notoria.
Egon enseñó los dientes y después cogió su teléfono para dictarle el número.
-Le daré únicamente el mío-le informó-así que guardelo.

Cuando el doctor Strom se fue, el aire del ambiente se relajó.
Aunque Trenton, Gabriel y Egon no se dirigían la palabra, estaban en paz, ya que, cuyo propósito era aguardar al regreso de Keren y Set y arreglar lo necesario para trasladarse a otra de las casas de Roch, muy lejos de ahí.

Y así como pasaron tres días, el tiempo se encargó de correr y hacer que la ausencia de Keren y Set se alargara a tres semanas enteras.
Pero en ese lapso, Egon llenó el vacío hablando con Sonya por medio de mensajes de texto, pero Adam se apiadó de él y le compró un teléfono más actualizado con todas las redes sociales. Y así su padre continuara en comunicación con Sonya.
Y una noche, escuchó descaradamente la conversación de su padre y de su tía, la cuál era a través de Skype.
Egon estaba tumbado en la cama con el teléfono sobre una almohada y se hallaba sin playera, sólo con la parte del pantalón de la piyama, puesto que acababa de ducharse.
Y por lo poco que Adam lograba mirar, ella también andaba en pijama y recostada en su cama.
-Tres semanas desde que nos conocimos-dijo ella con resignación-ven a Roma, Egon. Lo digo muy en serio. Deja todo y ven conmigo. Trae a todos. Aquí estarán a salvo de quién sea. Cambiense de identidad.
-Oh, pero eso ya lo he hecho. Mi credencial dice que soy Allen Landon, aunque esos son mis nombres realmente. Mi segundo nombre y segundo apellido-repuso él, con voz maliciosa.

Sonya resopló y cambió de posición.
-¿Cuándo podremos vernos?
-Nos estamos viendo, ¿lo sabías?-bromeó y Adam rodó los ojos desde la puerta al igual que ella.
-Que gracioso-replicó Sonya-ya sabes a qué me refiero.
-Lo siento-Egon retomó la seriedad y optó por cambiar a una posición más cómoda-es que honestamente, no sé cuando nos veremos en persona otra vez. Estamos en una cuerda floja.
-¿Por qué no hablamos de lo que dejamos pendiente anoche?

Adam hizo una mueca de asco y decidió largarse antes de presenciar cosas desagradables entre su padre y su tía. Se alejó lentamente de la puerta y volvió a su habitación.

Todo estaba tranquilo, aparentemente. No había ocurrido discusiones desde el día que se despidieron de Sonya y Steve Blake tampoco había dado señales de vida.
A decir verdad, ni si quiera Austin, Thomas, Dylan y Kevin llamaban, mucho menos Carla. Y eso era lo mejor en todos los aspectos.
Pensando en todo, se lanzó a la cama y contempló un momento la urna de Beatrice que descansaba sobre el buró, justo a lado de su cabeza. Le deseó buenas noches y apagó la lámpara para dormir.


****

-En cualquier momento puede ejecutar su cometido, señor Blake. Todo está como usted lo pidió.
-Sin duda alguna, les he dado demasiado tiempo a esos imbéciles para prepararse, pero por lo que me dices, veo que están esperando mi movimiento para pelear-respondió Steve Blake por teléfono-fue bueno usar tu don de actuación. Y también lograste conseguir el número de Egon. Sin embargo, aun no podemos sorprenderlos.
-¿Por qué no espera a que vuelva la hija de Peitz con su novio? Los dos se fueron de vacaciones y en algún momento tendrán que volver-sugirió el sujeto del otro lado de la línea con voz cantarina y divertida.
-Tienes mucha razón, querido amigo, mucha razón-rio Blake al tiempo que colgaba el teléfono.

Giró en redondo y se sentó en un sofá, frente al televisor.
Corrió a sus empleados para estar solo y murmuró el número telefónico de Egon de memoria mientras examinaba el hueco donde debía ir su mano.

*****

La vida no se mide por lapsos, sino de momentos inolvidables.
Y Keren se sentía realmente plena con respecto al momento asombroso que estaba compartiendo con su, ahora, esposo, Set Rex.
Luego de casarse repentinamente en Las Vegas, se asentaron en un hotel de ahí mismo con todas las comodidades y lujos que se permitieron tener.
Hicieron el amor tantas veces como aguantaron, sin importar que fuese de mañana, tarde o noche. A la hora que se les antojaba lo hacían. Sin protección y sin cuidado. Al natural, para ser exactos.
Tres semanas de amor puro. Tres semanas de recibir el néctar de la vida a lado del chico que amaba y viceversa. No deseaban volver, pero tenían que hacerlo.
Habían disfrutado agradablemente tres semanas y ha era momento de encarar a la realidad.
-Mañana nos iremos-le dijo Set, llevándose una uva a los labios-señora Rex.
Ella rio tontamente.
Ambos se encontraban desnudos en la cama del hotel, mirando televisión.
-Aunque te diré que, no quiero regresar aún-comentó él-es probable que comiencen los problemas y nos asesinen.
-No si antes mi padre lo hace al enterarse de nuestro matrimonio-le mostró el anillo y él negó con la cabeza, sonriendo.
-¿Qué puede pasar? Lo hecho, hecho está. Estamos unidos ante la ley y nada ni nadie nos puede separar, solo la muerte.
-No digas esas cosas-se deslizó hasta el borde de la cama y lo abrazó por detrás. Él sintió sus delicadas curvas en la espalda y mandó al demonio las uvas y la televisión.
-A este paso que vamos, seremos padres en poco tiempo-murmuró, antes de empujarla a la cama y colococarse sobre ella.
-Me agrada la idea-corroboró Keren, deseosa de compartir la intimidad con él una vez más.
Horas después, Keren se había mantenido despierta el mayor tiempo posible para contemplar a su esposo dormir. Le encantaba observarlo, sus facciones eran suaves cuando dormía y sus labios muy delicados, al igual que todo su rostro.
Alargó su mano y le pasó el dedo índice sobre sus cejas rubias, que se juntaron ligeramente a su tacto, y luego dibujó el contorno de su rostro con suavidad.
-¿No deberías estar dormida?-le preguntó él, de repente. Ella rio.
-¿No deberías estar dormido-le preguntó lo mismo, añadiendole algo más-para que yo pueda admirar tu bella?
-Aquí la belleza eres tú, amor.

En eso, Keren sintió un olor muy peculiar.
Leche y a bebé.
Era demasiado extraño sentir esa clase de aroma en un lugar como ese, donde había muchas personas, pero no bebés ni mucho menos leche.
-¿Hueles eso?-preguntó a Set.
El chico frunció el ceño e inhaló profundo.
-¿Qué cosa?
-Huele a bebé y a leche-dijo ella y el olor en su nariz se intensificó-oh Dios, ¿no lo sientes?

Se levantó de la cama, arrastrando las cobijas consigo y volteó a verlo.
El rubio parecía desconcertado.
-No huelo nada. Solo a sexo salvaje y mucho amor-bromeó.
-Es en serio, Set. Huele a bebé y a leche-protestó, yendo a la ventana que daba a la calle donde muchísimos anuncios coloridos mostraban diferentes maneras de malgastar dinero. Se asomó y no percibió el olor en ese lugar, pero cuando regresó a la cama, volvió a sentirlo-¿no tomaste leche de casualidad?

Set le regaló una mirada llena de picardía.
-Yo no, amor. Pero es probable de que tanto que recibiste estos días, sientas su esencia en el aire.
-¡Set!-lo golpeó con la almohada al darse cuenta de su doble sentido.
-Lo siento-se disculpó y la llamó a sus brazos-no le des importancia a esos aromas. Quizás allá afuera haya alguna mujer con su hijo y tu nariz sea muy fina para percibirlo. Mi nariz ya está atrofiada de tantas veces que me la han roto y ese es el problema.

Keren se mordió los labios y asintió, acurrucandose en sus fuertes brazos, cuidando de no pasarle a traer el tatuaje que aún seguía fresco.
-¿Y si he quedado embarazada justo ahora?-susurró y sintió la tensión de Set.
-Bueno, ya somos esposos y eso sería lo más normal, ¿no?-dijo y la besó en la sien. Ella asintió.
-¿Tú querrías un bebé?
-Sí. ¿Por qué no?-contestó amablemente pero continuó estando tenso.
-Dices sí pero la reacción de tu cuerpo me da otra respuesta.
-Cariño, ni si quiera lo estás para que pensemos en ello-trató de suavizar la situación pero fue inútil. Ella ya estaba molesta y se apartó de él con agresividad hasta quedar al otro extremo de la cama, dándole la espalda.
Él rodó sobre el espacio que los dividía y volvió a abrazarla. Ella sintió su cálido aliento en el cuello.
-Si quieres que tengamos un bebé, lo tendremos. Sería lo único maravilloso en medio de este caos infernal.
-¿Lo dices en serio?-preguntó ella, volteandose brevemente para mirarlo a los ojos.
-Muy en serio-le aseguró y la besó en los labios-y hay que darnos prisa, un bebé no se crea solo.


Alertas, ahora en dos o tres capítulos, concluye la historia. No olviden votar mucho y comentar.

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