106
Paulatinamente, había pasado varias horas desde que sus hijos decidieron salir y no habían vuelto. Aquello tenía a Egon con los nervios a flor de piel, e incluso Allen le preguntó si odiaba su taza de café porque se había quedado mirándola fijamente con odio.
-No, pequeño. No es nada-le aseguró y optó por beberse todo el café.
-¿Por qué estás tan preocupado? Mis hermanos saben cuidarse solos, papá-Henry trató de calmarlo-¿o tienes demasiada hambre?
-El hambre se me fue en el momento que ellos cruzaron la puerta y se fueron-replicó su padre con la vista fija en el vacío.
-Me duele mucho la cabeza gracias al resfriado-le comentó, azorado-voy a recostarme nuevamente y me avisan si en caso regresan mis hermanos.
Henry se retiró de la mesa y a paso torpe se alejó de ellos. Allen saltó de la silla y corrió hacia él.
-Llévame contigo-balbuceó. El niño estaba muy rojo de las mejillas y con ojos llorosos.
Roch fue el único que se quedó en la mesa con Egon, tratando de no echarse a dormir por el cansancio.
-¡Debí haber ido con ellos!-se lamentó el padre de los gemelos.
-¿Pero qué hubieras podido hacer tú? Si estás herido.
-No lo sé. Morir para que ellos escaparan.
-Eres muy dramático. Solo fueron al supermercado y a ver a tu amigo Gabriel. Probablemente quisieron quedarse más tiempo con él.
-Si tan solo tuviéramos como comunicarnos.
-Voy a comprar teléfonos para todos, a ver si estás tranquilo-refunfuñó Roch-pero será más tarde. Me duele el cuerpo.
-¿Sabes qué necesito, Roch?-lo miró con desdén. El hombre tatuado alzó las cejas-tener 25 años de nuevo y tener la misma energía y audacia que antes.
-¿Por qué no aceptas que la juventud se te ha ido de la mano?
-La juventud no me importa, sino mi condición-bufó-ahora soy lo más cercano a un anciano que se lastima facilmente. Y así no puedo proteger a mis hijos ni a ustedes.
-¡Hey! Relájate. No es tu obligación cuidar de todos. Somos un equipo...
-¡Claro que es mi obligación!-espetó.
-¿Por qué?
-Porque son mi familia, Roch. Todos ustedes son parte de mí y le di mi palabra a Shelby que jamás los dejaría solos.
Aquella revelación dejó mudo a Roch.
Egon le regaló una sonrisa torcida y meneó la cabeza de un lado a otro.
-No te lo esperabas, ¿verdad?
-Honestamente no-admitió Roch-no pensé que fueras sentimental.
-Shelby sacó mi lado sentimental pero mis hijos hacen que mi instinto de protección haya aumentado.
-Te prometo que vamos a matar a ese bastardo, Egon.
-Lo único que quiero que me prometas es, que cuidaras a mis hijos si algo llegase a pasarme.
-No digas estupideces. No te va a pasar nada.
-¡Prometelo!
-Si así estás tranquilo, entonces lo prometo.
Egon asintió complacido y apretó la taza con una sola mano hasta partirla en dos.
-Me debes 10 dólares por la taza-bromeó Roch y Egon alzó una ceja.
Más tarde, como los gemelos aun no volvían, Egon, bajo el permiso de Roch, llamó a Burger King para pedir hamburguesas. Eran las cuatro y media de la tarde y a pesar de haberse devorado varias deliciosas hamburguesas-que eran sus favoritas-no las disfrutó.
En su mente solo estaba el rostro de sus dos hijos.
De pronto, escuchó el sonido de un motor y se levantó precipitadamente del sofá para recibirlos. Su corazón había retomado el ritmo normal de siempre y abrió la puerta.
Y ni bien habían bajado sus hijos, cuando él los abrazó con fuerza, sin importarle el esfuerzo de su hombro herido.
-Estás muy afectuoso, papá-vaciló Adam, aún abrazandolo.
-¡Dónde demonios se habían metido! ¡Dijeron que no tardarían mucho!-gruñó Egon, dejando perplejo a los gemelos.
Keren frunció el ceño mientras le ponía la alarma al coche y dejó algunas bolsas de plástico en el suelo. Adam llevaba como media docena de bolsas pero no las bajó.
-Fuimos al supermercado y al hospital-contestó ella.
-¡Tardaron mucho!-protestó su padre, con desesperación.
Y sin más, volvió a abrazarlos con más fervor.
-Por favor, no vuelvan a hacerlo. No saben cuán preocupado estaba por ustedes. Pensé que Steve los había secuestrado o matado...
Keren le echó un vistazo a su hermano y este le devolvió la mirada a su vez.
Ella se acercó a su padre y lo agarró de los hombros, acercando su rostro al suyo. Egon tenía los ojos llorosos como si estuviera a punto de llorar y Keren se mordió los labios. Ver tan indefenso a su padre le partía el corazón.
-Escucha, papá. Tardamos más de lo previsto porque ha pasado un milagro-le explicó con dulzura. Él ladeó la cabeza sin comprender.
-¿Qué clase de milagro podría suceder en estas circunstancias?
-Tío Gabriel ha despertado.
Egon entornó los ojos estupefacto. Parpadeó y miró de soslayo a los gemelos sin poder salir del asombro.
-¿Gabriel ha despertado?-los dos hermanos asintieron con una sonrisa-¿en serio?
-Sí, papá. Él despertó y está ansioso de vernos-añadió Adam.
Egon tragó saliva, incapaz de reaccionar lo más heterosexual posible pero no lo logró. Ahogó una exclamación y abrazó a su hija y luego a su hijo.
-Tengo que ir a verlo ahora mismo-se alejó de ellos y se acercó al coche de Roch pero Adam lo detuvo.
-¿Qué crees que haces?
-Ir a verlo, por supuesto.
-Claro que no. Vas a meterte a la casa y vas a descansar. Tío Gabbe está bien y pronto saldrá del hospital.
-Ustedes no entienden. Tengo que ir a verlo ahora-espetó, molesto-y ustedes no van a detenerme. Soy su padre y deben obedecerme, no viceversa.
Los apartó de un manotazo y se dirigió al coche con determinación. Adam hizo una mueca de fastidio, dejó las bolsas en el suelo y lo siguió.
-Al menos esperate al anochecer. Ya no es hora de visita.
-¿Crees que unas simples reglas van a detenerme?-replicó su padre-porque si es así, aun no me conoces, hijo.
-Ya veo que tienes tantas ganas de volver a pisar el hospital.
-Tonterías. Gabriel me necesita.
-Hagamos un trato, ¿okey?
-No-alcanzó la manija de la puerta pero esta estaba cerrada con la alarma-Keren, quitale el seguro.
-De ninguna manera. Primero deja de actuar como un niño y vamos adentro-lo amenazó y Egon gruñó.
Egon suspiró. Observó sus pies y se dio por vencido.
-Váyanse a la mierda los dos-dijo y se abrió paso entre los gemelos para entrar a la casa-ahora mis hijos me hablan como si fuesen mis padres. ¡Vaya tontería!
Keren trató de agarrar a su padre pero Adam le indicó que no lo molestara.
-No puedo tolerar que papá se sienta desdichado por nuestra culpa.
-Ninguno de los dos tuvo nada que ver con lo que ha pasado. No podíamos dejar que él anduviera por ahí como si no estuviera herido.
Recogieron las bolsas y entraron a la casa, hablando en murmuros.
Hallaron a su padre sentado en el sofá con su perfecta máscara de piedra en vez de cara. Tenía los ojos estrechados y miraba la tv sin prestarle atención. Sus mandíbulas estaban tensas y sus puños cerrados.
Un mal augurio.
La pareja de hermanos pasaron frente a él con cautela y dejaron las cosas en la cocina.
-¿Por qué no hablas con él?
-¿Y por qué yo y no tú?-le siseó ella.
-Papá es más dulce contigo.
-Papá está encolerizado y nos puede matar a ambos por lo que pasó hace unos minutos-susurró Keren con impaciencia.
La puerta de la cocina se abrió pero Adam y Keren estaban tan ocupados que no se dieron cuenta.
-¿Por qué están murmurando?-la voz de Henry surgió de repente. Se escuchaba muy congestionada.
Los gemelos voltearon a verlo y lo jalaron a su lado.
-Ve a hablar con papá-le sugirió Adam.
-¿Qué pasó?-quiso saber.
Le contaron todo lo ocurrido con lujo de detalles y Henry alzó las cejas.
Ni si quiera se inmutó y asintió.
-Bien, hablaré con él. Pero conste que si continua molesto con ustedes, no será mi culpa-les advirtió, mientras tomaba un pañuelo y se limpiaba la nariz-deseenme suerte, hermanos.
Keren, por su parte, dejó a cargo a su gemelo para que supervisara la charla de Herny mientras que ella preparaba algo de comer. Vio que habían pedido hamburguesas para comer y rodó los ojos pero a la vez se sintió aliviada de que todos ya habían comido.
Se amarró el cabello en una coleta, se puso el delantal y se lavó las manos para preparar espagueti con queso y salsa italiana.
No obstante, en el momento que lavaba los utensilios necesarios para cocinar, la puerta de la cocina se abrió con sigilo y percibió la presencia de una personita.
Y también sintió la mirada de un par de ojos azul eléctricos mirándola.
Se dio la vuelta y encontró a su primo Allen recargado en la isla de la cocina con las mejillas rojas por el resfriado.
-¿Qué haces afuera de la cama?-le preguntó con una sonrisa.
Allen se encogió de hombros y se acercó a ella con los brazos extendidos.
-Abrazame y arrullame.
-¿Te sientes mal, Allen?
-Solo quiero que me abraces como solía hacerlo mamá cuando estaba enfermo.
¿Cómo podía ese pequeño niño lograr desarmarla con las palabras correctas?
Ella no podía ignorarlo, así que se secó las manos con una toalla y se quitó el delantal.
-Ven aquí, cariño.
Lo cargó en sus brazos y sintió que su primo ardía en fiebre.
-Estás ardiendo-exclamó, preocupada-voy a llevarte a la cama y me esperas. Vas a darte un baño en agua fría, ¿okey?
El pequeño asintió, pegando su mejilla izquierda en el hombro de ella.
Con una sola mano volvió a colocar los utensilios en su lugar y llevó a Allen a la habitación.
Lo recostò cuidadosamente y salió corriendo para arreglar la bañera.
-¿Te vas a dar un baño?-le preguntó Roch, sorbiendo por la nariz en el umbral de la puerta.
-No. Es para Allen. Tiene mucha fiebre-le contestó sin mirarlo, ya que su atención estaba en la bañera.
-Te ayudo-se ofreció.
-Tío, mejor trae a Allen y luego busca un termómetro-le ordenó, alarmada-mi primo parece estar hirviendo.
Roch no lo oyó dos veces y salió en busca del chico.
Nada podía salir mal. Su primo iba a estar bien,muy bien.
Keren estaba demasiado preocupada porque Allen se ponía muy mal cuando se resfriaba, incluso tenían que llevarlo al hospital porque era muy débil y tía Caroline se hacía cargo, pero ella ya no estaba con ellos.
-¡Abre paso!-avisó Roch a unos pasos de distancia.
Keren cerró el grifo y extendió los brazos para recibir a Allen.
El niño tiritaba de frío al estar sin ropa pero en cuanto ella y Roch lo sumergieron en el agua, el chiquillo entornó los ojos al sentir el contacto de la fría bañera.
-¡Está fría!-chilló.
-¿Te acuerdas que tu mamá te metía a la bañera cuando estabas enfermo?
-Sí...
-Pues te hará bien. Siempre te recuperabas, cariño-lo tranquilizó y miró a Roch-¿y el termómetro?
-Está en la cama.
-Quédate con él. Voy a traerlo.
Cruzó el pasillo y entró a la habitación contrariada. Ni si quiera le importaba la conversación de Henry con su padre. En su cabeza solo estaba Allen.
Encontró el termómetro y regresó al baño, donde Roch acariciaba la cabeza del pequeño.
Allen tiritaba de frío y se aferraba a los brazos tatuados de Roch.
-El agua está tibia-le informó a ella.
-Es porque la fiebre se está yendo-explicó Keren y se arrodilló frente al niño. Limpió la boquilla del termómetro y se lo metió a la boca.
Y al cabo de un largo rato, revisó el termómetro.
-Está bajando la fiebre-dijo-tío, ayúdame a sacarlo de la bañera.
Roch se encargó de arroparlo con una toalla y lo llevó de vuelta a la habitación.
Keren se quedó a limpiar la bañera con la mirada perdida.
Había guardado el termómetro en su pantalón y se secó las manos para estar con su primo.
En el camino, se cruzó con Adam, quién frunció el ceño.
-¿Por qué traes esa cara?-le preguntó a su gemela.
-Allen tenía mucha fiebre.
El rostro de su hermano se ensombreció.
-¿Pero ya está bien?
-Eso parece. Hice lo que tía Caroline hacía: lo metía a la bañera con agua fría y tal parece que le bajó la fiebre, pero tenemos que cuidarlo esta noche.
-¿Te encargas tú o yo? Henry aún sigue hablando con papá.
-Me encargo yo. Tú quédate esperándolo. Y prepara espagueti con salsa, dejé todo ordenado en la cocina.
-No sé cocinar pero lo intentaré.
Keren se lo agradeció y se dedicó de lleno a su primo.
****
Volver a Berlín era todo un reto, pero más sofocante era haber regresado con urnas de personas que él amaba.
Set no pudo pegar el ojo en todo el viaje, ya que odiaba los aviones y estaba muy tenso y nervioso; pues Trenton no le dirigía la palabra en lo absoluto, solo lo indispensable, como "Agarra bien la urna de tu amigo" o "Beber tanto café es malo".
Set se daba cuenta que él hacía lo posible para no molestarlo pero solo lo empeoraba. El rubio deseaba estar con Keren, abrazarla y escuchar su voz diciéndole que todo iba a estar bien.
No obstante, tenía que despedirse de su hermana, amigo y madre antes de regresar con ella.
-No me digas que has estado despierto toda la noche-le oyó decir a Trenton a un asiento continuo.
-Jamás me ha gustado dormir en sitios como este-alardeó Set, sintiendo la boca seca.
-¿Dormir con Keren es mejor que con tu padre, no?-increpó Trenton, dejándolo boquiabierto.
-En primer lugar...
-Ya sé, no soy tu padre biológico.
-No iba a decir eso pero estás en lo cierto.
-Todavía faltan unas cuantas horas más para llegar, así que te sugiero que duermas un poco.
-Gracias-fue todo lo que pudo decir.
Set abrazó a su amigo, es decir, la urna y cerró los ojos, sintiéndose más miserable que otras veces.
Habría querido tener a su hermana en sus brazos pero Trenton casi le arranca la mano cuando intentó sostenerla, por lo que dejó que su padre la cuidara.
Hizo lo posible para conciliar el sueño pero no tuvo éxito, así que se desabrochó el cinturón y caminó a grandes zancadas hasta la pequeña nevera que había y sacó una soda y unas frituras.
Abrió la cortina de la ventanilla y observó el amanecer.
Lo único que pudo pensar fue en Keren y su fabulosa sonrisa.
Él sonrió, imaginandola tranquilamente en la casa de aquel sujeto tatuado llamado Roch, que resultó ser un buen tipo.
-Señor White, ¿se le ofrece algo?-la muchacha que se encargaba de servirles en el avión se acercó a él con cautela.
-Ya tengo lo que necesito-le informó, mostrándole la soda y la bolsa de papas-muchas gracias.
-Si quiere puede ir al otro compartimento y no molestar a su padre.
-¿Qué hay ahí?
-Puede escuchar música, ver películas y darse un baño en el jacuzzi-sonrió. Ella no debía ser tan mayor que él. Set alzó sus rubias cejas.
-Enseñame-dijo y se levantó del asiento, dejando la urna de su amigo con las golosinas.
El avión apenas se movía, así que llegaron con tranquilidad al siguiente compartimiento.
Set quedó maravillado ante tanta elegancia. Había una Tv enorme plasma insertada en la pared, bocinas, un jacuzzi, una barra con bebidas y comida. También unos sillones de piel negros.
-¿Tengo permitido estar aquí?-cuestionó el rubio.
-El señor Tyler nos dio órdenes de tratarlos como invitados. Así que mientras dure el viaje, puede hacer lo que desee aquí.
-¿Cómo te llamas?
-Elina.
-Bien, Elina. ¿Podrías servirme una copa de vodka?
-A sus órdenes, señor White.
Horas después, Set se caía de ebrio y no paraba de reír con la chica Elina. Los dos habían bebido hasta caer rendidos sobre el sofá de piel negro.
Trenton estaba que echaba fuego por los ojos y humo de las orejas.
-¡Levántate, Set!-le gritó, pero el chico balbuceó y continuó durmiendo, haciendo muecas y riéndose entre sueños.
Elina se había levantado aturdida y pidió disculpas antes de marcharse tambaleante por el avión.
-Sigues siendo el mismo chico imbécil de siempre-le espetó-pensé que Keren te había cambiado aunque sea un poco. No tienes ni una pizca de moral, y no sé por qué sigo queriendote a pesar de que no somos nada.
Trenton optó por dejarlo en paz y bajó del avión con las dos urnas en sus brazos.
-Set White sigue arriba. Envienlo en un taxi a esta dirección cuando despierte, por favor-le dijo al piloto, que lo esperaba en el hangar.
Transcurrió una hora y media exactamente cuando Set despertó. Su cabeza le daba vueltas y un intenso dolor abrumador lo enloqueció.
Enfocó la vista y se dio cuenta que continuaba en el avión; pero estaba solo.
Se puso en pie torpemente y salió del compartimento, donde se halló cara a cara con varias personas.
Intentó buscar el rostro de Elina pero no lo encontró.
-Al fin despierta-gruñó un sujeto que llevaba puesto lentes oscuros-su padre nos ha dado órdenes de enviarlo en taxi a su casa, así que haga el favor de acompañarnos al hangar.
-¿Él ya se fue?-preguntó, asqueado. Le ardían los ojos a causa del brillo del sol y tenía náuseas.
-Desde hace una hora y media más o menos.
-Bien. Entonces vamos.
Set no tenía ganas de discutir con nadie, a pesar de que sentía que su cabeza iba a estallar, su estómago salir de su garganta y sus ojos a proyectarse fuera de las cuencas.
Siguió al piloto y a los demás empleados hasta el hangar, donde le esperaba un taxi. El conductor de este tenía cara de pocos amigos y parecía estar esperándolo siglos.
-Hemos anotado su placa, así que llevelo a su destino sano y salvo-le advirtieron al sujeto, quién rodó los ojos con exasperación. Pero habían hablado en inglés y el taxista les entendió.
Set tomó una aspirina con agua. Uno de los encargados hizo favor de dárselo al verlo tan demacrado.
Le dio las gracias y abordó el taxi con la cabeza zumbandole.
Ahogó un bostezo y dejó que lo trasladaran.
Miró por la ventana, reconociendo su ciudad de nacimiento y las personas, blancas como leche. Tal y como Keren le había dicho. Y sonrió de solo pensar en ella.
Se llevó una mano a la frente y notó que sudaba. Estaba seguro que vomitaría en cualquier segundo si el taxi no se detenía.
-¿Podría ir un poco más despacio?-le preguntó al conductor en alemán.
-Voy a una velocidad mínima, muchacho-le contestó, echándole un vistazo a través del espejo retrovisor.
Set gruñó y se quedó en silencio, evitando que su estómago expulsara todo el alcohol almacenado. Y a pesar de que tenía resaca, sus sentidos de alarma estaban activados.
La manera en la que el taxista lo miraba de vez en cuando era sospechosa. Y se obligó a mostrarse sereno.
Hacerle plática. Eso no fallaba.
-¿Usted es de aquí, Berlín?-lo interrogó como quién no quiere la cosa.
El hombre frunció el ceño y carraspeó.
-No. Soy Austríaco.
-¿Y qué hace aquí?
-Trabajo.
La conversación estaba en decadencia. Así que Set se dio cuenta que era hora de sacar su verdadero yo.
-Obviamente. Pero no entiendo, ¿cómo domina a la perfección el inglés?
-¿Dominar el inglés?-se hizo el desentendido.
-Uno de los hombres del avión le dio indicaciones en inglés. Y usted entendió.
-Claro que no. Fue en alemán.
-Yo domino el inglés y sé que usted también.
-¿Piensas que voy a secuestrarte?
-He visto tantas cosas en mi corta vida que todo puede resultar sospechoso.
-Pues eres muy inteligente-afirmó el sujeto e hizo girar el taxi hacia la derecha con violencia. Tomó el radio y habló:-Lo traigo conmigo, señor. ¿A dónde me dirijo con él?
Entonces una voz distorsionada surgió del otro lado.
-A mi casa. Ya sabes como llegar.
Set, que había rebotado en la ventana con fuerza, se enfureció. Aquel golpe en la frente fue como la gota que derramó el vaso de su paciencia.
-Te doy tres para que detengas el coche y me dejes bajar-sentenció el rubio.
-Recibo órdenes.
-¿Tiene experiencia con criminales?
-¿De qué demonios estás hablando?-graznó el conductor, sin detenerse.
Set le sonrió mezquinamente y su reflejo en el espejo perturbó al sujeto.
-Porque soy un criminal-le informó y acto seguido, se abalanzó a él. Le rodeó el cuello con los brazos, el hombre se contorsionó con los ojos entornados y de un fácil movimiento, la tráquea del pobre hombre crujió. Su cuerpo se suavizó y el coche perdió rumbo. Se estrelló en un poste y Set salió tambaleandose del taxi.
Maldijo entre dientes y sacó con asco al hombre del asiento. Se sacudió las manos y ocupó su lugar.
Echó reversa a toda velocidad; y se incorporó a la calle con brusquedad.
Con toda la adrenalina en sus venas, se olvidó del dolor de cabeza y la resaca. Se sentía renovado.
De pronto, la misma voz distorsionada surgió de la radio y Set apretó la mandíbula.
-¿Dónde estás?
El rubio carraspeó.
-¿Podrías darme la dirección de nuevo? No logro ubicarme-camufló su voz y le salió parecida al del sujeto que había asesinado.
La voz le indicó la dirección y Set frenó de golpe.
Él conocía ese lugar y apretó la mandíbula.
Apagó la radio y se apresuró a llegar. Pero en el camino, le quitó la gorra negra a un chico que pasaba en la acera y se la puso. A pesar de que su cabello rubio era imposible de ocultar, la gorra lo hacía parecer misterioso y amenazante al momento de actuar.
Si estaba en lo correcto y si el imbécil que mandó a secuestrarlo era quién creía, lo mataría sin miramientos.
Condujo a una velocidad extrema y se detuvo dramáticamente en la acera de la casa que el hombre le había indicado. Rebuscó en las cosas del taxista y halló cigarrillos y un encendedor.
Y como todo criminal, encendió uno y bajó del coche con aire salvaje. Él llevaba la muerte.
Para su sorpresa, la casa estaba desértica. No había nadie a su alrededor. Solo un coche viejo que parecía ser más chatarra.
Le dio una calada a su cigarrillo y subió al porche con la mirada alerta.
Tocó el timbre y recargó el brazo izquierdo en el umbral, y con la mano libre, tiró las cenizas del cigarrillo al suelo antes de darle otra calada. Sus ojos aqua estaban encedidos de cólera y fijos en la puerta.
Nadie abrió.
Se desesperó pero aguardó.
Wade ya sabía que era él.
En vez de tocar el timbre, aporreó la puerta a patadas.
-Abre, sé que eres tú, Wade. Tu intento de secuestro no funcionó-le dio una última calada a su cigarillo, lo tiró al suelo y lo aplastó con el zapato.
Y al no recibir respuesta, apretó los puños y comenzó a golpear la puerta sin miramientos. Poco a poco esta fue agrietandose y con tres patadas, se quebró en dos.
Y lo que vio Set a continuación lo dejó helado: Su padre, Trenton Rex, estaba arrodillado en el suelo con un pañuelo en la boca y amordazado con grilletes de las muñecas. En sus ojos azules danzaba la desesperación y al cruzar la mirada con su hijo, trató de liberarse. Set leyó en sus ojos que se fuera y se salvara. Pero estaba claro que no se iría sin él.
Después de tanto tiempo al fin pude subir:3 y de pilón les dejo estas hermosas fotos de Set *-*
[👆☝Lean las letras del letrero *-* están en español♡]
Y deleitense las pupilas con esto (es de un vídeo que subió [Alex] el modelo que encarna a Set)
Y les dejo el nombre del modelo (Set) para que lo sigan en instagram♡ está en la imagen 👇
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