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103

Adam, que le había dado un sorbo a su café, casi se atragantó ante la inesperada revelación.
Keren le palmeó la espalda sin poder procesar la nueva información.
-¿Una hermana gemela? ¿Qué demonios está pasando?-gruñó Roch, haciendo las mismas preguntas que los gemelos anhelaban formular, pero pese a la noticia, apenas podían respirar.

El abogado les otorgó más fotografías de aquella mujer que decía ser la hermana gemela de Shelby y la contemplaron enmudecidos.
-La existencia de esta mujer era incógnita, desde luego-añadió el licenciado Ritter con suspicacia-así lo decidió el señor Tyler toda su vida. Aunque cabe recalcar que no sé bien el motivo por el que tomó esa decisión pero lo que sí sé es todo lo que ocurrió.
-Por favor, cuéntenos todo lo que sepa-le urgió Adam, recuperando el aliento. Le ardía la garganta de tanto toser y sentía que todo le daba vueltas.
Roch se inclinó hacia adelante, en espera de que el licenciado se dejase de rodeos y hablara.
Para él era muy importante saberlo, puesto que se trataba de su hermana. Su otra hermana.
-Voy a leerles esta carta. Fue la última voluntad del señor Tyler-el hombre se aclaró la garganta y los vio asentir. El bullicio de las personas de la cafetería pareció esfumarse cuando él comenzó a recitar en voz alta lo que había escrito.

"Para mis nietos, Adam y Keren Peitz Cash/Tyler.
Cuando estén leyendo esto, probablemente habrá pasado mucho tiempo desde que me fui. Tal vez tendrán veinte años maravillosos de edad y yo habría dado todo por conocerlos. Pero el motivo de esta carta no es ponerlos sentimentales, sino darles la noticia de algo que jamás le dije a su madre y a su abuela. Algo que, lógicamente, me llevé a la tumba. Pero he de expresarles por este medio que Shelby tuvo una hermana gemela, a quién decidí alejarla de nosotros por el bien común. Su nombre es Sonya y es preciosa.
Y como están leyendo esto, les suplico que la busquen. Busquenla, ella merece saber todo. A Sonya le dejaré lo último de mi fortuna, que es inferior a la herencia de ustedes. Pero por favor, busquenla. Lo último que supe de ella es que está felizmente viviendo con una familia en Roma.
Y ahora debe estar casada y con hijos, no lo sé. Sin embargo, es necesario que le informen acerca de sus raíces. Diganle que su apellido es Tyler Cash y que ustedes son su familia. Es fundamental que estén juntos.

Y sin más que añadir, me despido de ustedes. Los quiero y querré por siempre, su abuelo Dorian Tyler. "

[Nota: Tixie Cash decidió ponele como primer apellido a Shelby el suyo, "Cash" pero oficialmente Shelby se apellida Tyler primero. Así que sería así >Shelby Tyler Cash <]

-Hice algunas llamadas a Roma, en busca de Sonya Tyler y hubo buenas noticias-añadió el licenciado, sin darse cuenta que tanto Roch y los gemelos estaban atónitos tras saber el contenido de la carta-esta es la dirección de ella-sacó del portafolio un papel y anotó rápidamente una dirección y teléfono-solo que ella se hace llamar Sonya Di Lorenzo.
-Aun no puedo asimilar esto-dijo Keren, presa del pánico.
-¿Quiere que vayamos a buscar a una completa desconocida?-bramó Adam-¿por qué no viene ella a buscarnos a nosotros?
-Ella desconoce de ustedes-repuso el licenciado-pero pueden hacerle una llamada y citarla para que venga; aunque no es fácil...
-Pare de hablar un segundo-masculló Roch, abrumado-denos un maldito momento para digerir todo esto, por favor.
El abogado guardó silencio y se ocupó de revisar algunos papeles, disimulando su incomodidad.
-De ninguna manera vamos a llamarla-afirmó Adam-podrá ser la hermana gemela de mi madre y ser idéntica a ella pero no es importante. El abogado claramente lo dijo: Se llama Sonya Di Lorenzo y tal vez está felizmente viviendo con una familia. ¿Por qué molestarla y meterla en este lío en el que estamos?
-Sin contar que papá se volvería loco totalmente si se entera. Él sería capaz de ir a buscarla con tal de ver el rostro de mamá aunque sea una vez-murmuró Keren con tristeza.
-La última voluntad de su abuelo es contactarla-interrumpió el licenciado con determinación-y si ustedes no quieren llamarla, lo haré yo y le haré llegar los papeles que tiene que firmar para recibir la parte de su herencia.
-Haga lo que quiera, licenciado-dijo Roch-pero no la traiga. No queremos problemas.

El licenciado asintió, no muy contento.
-¿Y nosotros no tenemos que firmar algo para recibir nuestra herencia?-inquirió Adam.
-Desde luego que sí. Solo tienen que decirme cuando y yo les traeré los papeles-contestó el licenciado, volviendo a sonreír.
-Ahora mismo-ordenó Keren, estrechando minuciosamente los ojos en su dirección-traiga esos papeles.

Los ojos del sujeto se abrieron completamente y se mostró insatisfecho. Se revolvió en el asiento y cerró el portafolio.
-No lo he traído conmigo-le contestó.
-Puede traerlo. Aquí lo esperaremos-agregó Adam con una leve sonrisa.
Roch estuvo de acuerdo y asintió, colocando sus manos en posición de oración sobre la mesa.
-¿Por qué no nos vemos mañana?-propuso el licenciado.
-De acuerdo. Pero esta vez nuestro padre estará presente-accedió Keren.
-Mi cuñado es un hombre muy temperamental y agresivo. De seguro le encantará, licenciado Ritter-dijo Roch con toda la intención.
-Creo... creo que aquí metí unos papeles hace unos días. Déjenme checarlos, quizás sean los suyos-titubeó y comenzó a ver lo que tenía en su portafolio.

Keren, Adam y Roch intercambiaron miradas cómplices y esperaron.
La tensión fue incrementando a medida que el sujeto buscaba y buscaba entre sus papeles y como música de fondo el bullicioso sonido de las voces mezcladas de las personas.
-¡Lo tengo!-exclamó el hombre, victorioso-solo firmen donde dice sus nombres y les enviaré una copia por correo, ¿de acuerdo.

Asintiendo, ambos chicos cogieron un bolígrafo y comenzaron a leer el papel; y al no notar nada extraño o palabras entre líneas, firmaron.
-Ahora ya pueden acceder a su cuenta bancaria-les informó el licenciado-y... aquí tienen todo lo que poseen.

Les entregó dos sobres color manila con una sonrisa conciliadora.
-Leanla con calma, ¿vale? Y si surgen dudas, llamenme.
-¿Y qué hay sobre Sonya Di Lorenzo?-preguntó Roch, con una ceja levantada. Y a juzgar por su tono de voz, deseaba que el hombre le dijera que lo olvidara.
-Le llamaré. Pero no enseguida, quiero que piensen bien las cosas; puede que se decidan a llamarla y así solucionar todo este embrollo.
-No creo que eso suceda, pero gracias por el aviso-replicó Roch, enviandole una mirada a sus sobrinos.

Se despidieron del abogado y lo vieron alejarse en su coche por toda la calle hasta que se perdió de vista.
El sol ya se había ocultado por completo y comenzaba a correr aire fresco. Eran las ocho de la noche y se sentían fatal, como si hubiesen corrido un maratón.
-¿Se lo vamos a contar a papá?-preguntó Keren con incertidumbre.
-No-contestó rápidamente su hermano-de ninguna manera.
-¿Crees que es muy mala idea?-Keren se mordió el labio; preocupada.
-Egon hará lo posible por conocerla, de eso estoy seguro-intervenido Roch, riéndose.
-Entonces esto no nos sirve de nada-masculló Adam, sacando del bolsillo aquel papel donde estaba la información de Sonya Di Lorenzo e hizo el ademán de romperla.
-No lo hagas. Tal vez nos sea de alguna utilidad en un futuro-le dijo Roch, quitándole el papel-yo lo guardaré.

Lo vieron guardar el trozo de hoja en alguna parte de su pantalón y volteó a verlos.
-¿Regresamos?-les preguntó.

Estuvieron en el hospital a las ocho en punto y fueron víctimas del escrutinio de los demás, quiénes aguardaban incómodos en los mismos asientos de la sala de espera desde hacía días.
Keren se aproximó a Set y él la hizo sentarse sobre sus piernas, así que ella recargó su cabeza en el hueco de su cuello, con cansancio.
-Creo que nosotros nos iremos pasado mañana-anunció Austin cuando todos estuvieron sentados.
-¿A Londres?-preguntó Keren.
-Sí, cariño-corroboró Thomas-ya es hora de volver.
-¿Dylan también se va?- se atrevió a preguntar Adam, mirando a su primo, quién miraba con atención sus tenis.
-Sí. Tengo algunos pendientes que hacer en mi escuela-respondió Dylan sin despegar los ojos de sus tenis-es complicado. Pero estaremos en contactos con ustedes-alzó la mirada y se vio obligado a sonreír-además mi novia regresó por un asunto familiar de su viaje y muere por verme. Y yo también deseo verla.

Adam asintió y se quedó en silencio. Entonces Trenton Rex se levantó de su asiento, con una mochila oscura sobre un hombro.
-Solo estaba esperándolos para despedirme de todos ustedes-dijo.
Keren frunció el ceño, notando como Set se tensaba y apretaba las mandíbulas.
-¿A dónde se irá o qué?-le preguntó ella a Trenton.
-Regreso a Berlín.
Su respuesta la aturdió y se levantó del regazo de Set.
-¿También te irás tú?-le espetó con horror.
Set apretó los labios y cerró los ojos unos segundos. Y para cuando los abrió, sus pupilas, que habían estado contraídas, se dilataron velozmente.
-Sí. Iré con él.

La manera en la que ella reaccionó fue impredecible. Arrugó la nariz y profundizó el ceño fruncido, mirándolo como si él le hubiese dicho que había decidido casarse con cadáver y tener hijos zombies.
-¡Dijiste que no te irías!-le gritoneó, enfurecida-¡Ayer me lo prometiste en el hotel!

Los presentes entornaron los ojos y tanto Adam y Henry fulminaron con la mirada a Set desde sus asientos. Dylan fue el único que se ruborizó de vergüenza, porque los otros adultos apenas eran conscientes de lo que acababa de pasar.
-No te prometí nada-replicó Set con calma.
-Pero me dijiste que...
-Te dije que si aceptabas venir conmigo, nos iríamos lejos. Pero no aceptaste; así que me iré a Berlín-la interrumpió.
-¡Set Luther White Calvin!-graznó ella, encolerizada-ven conmigo afuera-le ladró y salió al estacionamiento a grandes zancadas.

Él la siguió cabizbajo, sintiendo la mirada de los demás; en especial la de Trenton pero continuó andando detrás de ella.
Internamente odió a su padrastro por haber abierto la boca tan repentinamente y no  medir sus palabras. Ahora Keren estaba enfadada con él.
-Antes que nada, quiero que me escuches primero-interpuso él, ganándole la palabra. Ella se dio la vuelta y le echó una mirada expectante con los brazos cruzados al pecho.
-Pues habla.

Ellos no estaban solos en el estacionamiento, habían más personas caminando de un lado a otro y coches estacionandose o yéndose. El ruido que los rodeaba era palpable y los nervios de él estaban a flor de piel.
-Me iré a Berlín con Rex-comenzó a decir pero antes de que ella lo interrumpiera, tal y como estaba a punto de suceder, la abrazó-pero voy a volver, tonta. No puedo dejarte aquí sola con toda tu familia. Necesito cuidarte, ¿no lo entiendes? Si no vienes conmigo, me quedo contigo, ¿okey? Si tú te vas, me voy contigo sin dudarlo. Y si acaso lo dudaste, déjame decirte que estás demente. Yo te amo, Keren.

A ella comenzó a temblarle el labio inferior mientras inhalaba profundamente el aroma del cuello de Set. Se quedó mirándole un mechón de  cabello dorado que sobresalía en la base de su cuello y luego sintió la nariz de él posarse sobre su mandíbula, y unos segundos después, deslizó sus labios húmedos, dándole un tierno beso por debajo de su barbilla.
Al término de su pequeño beso, pegó su mejilla con la suya. La calidez de ambos provocó que se estremecieran.
Ella perdió las fuerzas para discutir con él y se quedó entre sus brazos.
-¿Vas a dejar de actuar por instinto?-preguntó Set, sin tener el menor indicio de soltarla-eres la primera que dice que debo controlarme y...
-Cállate ya-siseó ella, apretandose más a él.
-¿Vas a dejarme hablar la próxima vez, antes de que te enfades?
-Perdóname.
-También yo me hubiese puesto como un desquiciado si tú me dijeras algo así. Ya no te preocupes, cariño.
-¿Entonces vas a volver? ¿ya no quieres irte y estar alejado de mí y de mí familia?
-Ya no-afirmó-creo que me tomé las cosas a pecho. No puedo irme, y honestamente ni aunque quisiera porque si no vienes conmigo, no tendría caso.

Una sonrisa enorme se plasmó en los labios de ella y le besó deliberadamente el cuello, haciendo que él riera.
-¡Hey!-dijo Adam detrás de ellos.
Aun abrazados, se dieron la vuelta para verlo.
-Espero hayan arreglado su problema-añadió su gemelo y ella asintió, ruborizada-bien, pues nuestros tíos y Dylan ya se van. Y al parecer también el señor Rex.

Set hizo una mueca.
-No. Trenton dijo que nos iríamos mañana, no hoy-repuso.
-Pues ya se está yendo. Solo pasó a despedirse de mi papá-le informó.
-Ay, ¡Siempre tiene que ser tan terco!-refunfuñó el rubio, apartandose rápidamente de Keren. La miró con perspicacia y suspiró-voy a hablar con él.
-Te estaré esperando justo aquí. No tardes-le dijo ella.

Keren se quedó acompañada de su hermano mientras el rubio entraba de vuelta a la sala de urgencias con aire furioso. Pero a pesar de todo, ella se sentía tranquila.
-¿Podrías explicarme qué fue eso que pasó hace unos minutos?-Adam le acomodó el cabello detrás de las orejas y la obligó a mirarlo a los ojos.
-No hay nada que explicar-ella le aseguró.
-Antes me molestaba bastante que estuvieras con ese tipo y ahora que ya me hice la idea que no van a separarse, me gustaría que me tuvieras la misma confianza que me tenías antes para contarme lo que te preocupa.

La mirada oscura de su hermana se fijó en los suyos y él sintió una inmensa ternura por ella. ¿Desde hacía cuánto tiempo habían dejado de ser los hermanos gemelos inseparables?
Pero como ella no contestó, alargó su mano a su rostro y le acarició con las yemas de sus dedos el contorno de su barbilla.
-Aun recuerdo cuando me decías que les partiera la cara a todos esos chicos que te molestaban-le dijo. Keren sonrió-los destrozaba solo para que tú estuvieras tranquila y feliz.
-A ti nunca te gustó verme triste.
-Haría lo que fuera para que mi hermanita no sufriera, pero ahora no me dejas partirle la cara a Set-replicó él, divertido. Ella le golpeó juguetonamente el hombro-porque si lo hago, me odiarías, y me pondría mal si eso pasase.
-¿A qué vienen esos recuerdos?
-Vienen a que quiero que me tengas de nuevo confianza-repitió.
-Te tengo mucha confianza.
-¿Si dices que me tienes confianza, por qué no me cuentas que está pasando entre ustedes?

Ella no contestó al instante, sino que se quedó mirando fijamente al piso con aire dubitativo.
-Set quería que yo me fuera lejos con él, que me olvidara de ustedes y vivir en paz-la voz de ella era trémula y le hizo el ademán de callarse cuando vio a su hermano abrir la boca para replicar-sin embargo, le hice cambiar de parecer ayer en la noche.

Adam estrechó sus ojos mieles hasta llegar al grado de casi cerrarlos completamente y la miró con desdén.
-Salta esos detalles y continua en lo demás-le exigió.
-Set irá a Berlín con el señor Trenton pero volverá-dijo por fin, sonriendo.
-¿A qué se van?
-Quieren llevar las cenizas de Beatrice para que estén junto a las de su madre-contestó, con tranquilidad para que su hermano no sintiera tristeza.
-¿Qué?-exclamó Adam con los ojos desorbitados.
-Sí. Quieren que ella esté en el sitio donde nació-apretó los labios.
-¡No pueden llevársela! ¡Ella tiene que quedarse aquí, conmigo!-espetó, con rabia mezclada con angustia.
-Tranquilizate, por favor.
-¿Cómo quieres que me tranquilice, si van a llevarse a Beth sin ni si quiera consultarme?-la mirada de su hermano se tornó asesina y ardiente.
-Son sus cenizas, ella ya no está, Adam-susurró en un hilo de voz.
-¡Todavía la amo!-le gritó enfurecido-y esto no va a quedarse así. Beatrice se queda aquí conmigo.

Adam se dio la vuelta y comenzó a caminar por donde Set se había ido, y Keren corrió hasta él y lo detuvo del brazo con fuerza.
-Necesitas calmarte.
-¡Sueltame!-forcejeó con ella pero la mano de su hermana parecía adherida con pegamento en su brazo.
-Dijiste que confiara en ti y que te contara todo. Lo hice y mira como te has puesto, Adam-le ladró, molesta-¿qué tienes en mente? ¿pelear hasta la muerte por las cenizas de Beth? Ellos son su verdadera  familia y saben que hacer con las urnas.
-No, pero...-balbuceó, sin saber que decir al respecto porque ella tenía razón.
-Adam, mirame.
Él se negó a hacerlo. Su respiración ahora estaba agitada y sus hombros subían y bajaban con precipitación. Se había alterado.
-¡Mirame!-le ordenó y su hermano la miró con incertidumbre-comprendo tu dolor. Yo también la quería mucho.
-Beatrice tiene que estar conmigo-la voz de él se fue apagando poco a poco hasta reducirse a nada.
-Imagina que yo muero...
-¡No digas eso!-la reprendió.
-¡Solo imaginalo!-le espetó, agarrandole las mejillas-si yo muero, ¿acaso dejarías que Set se hiciera cargo de mi cuerpo? ¿no te gustaría que quiénes decidiera donde dejarme fuesen papá y tú?
-¡Eso es diferente! Jamás dejaría que alguien desconocido te pusiera las manos encima.
-No. No es diferente. Beatrice es hermana de Set e hija del señor Trenton, y por ende, ellos están en su derecho de sepultarla en donde crean conveniente.
-¡De todas maneras tengo que hablar con ellos!-exclamó, efusivo, e ignorando que ella trató de detenerlo otra vez, se echo a correr hacia el interior del hospital.
Corrió tras él sin importale que el resto de su familia los mirase más sorprendidos que antes.
Y cuando por fin lo alcanzó, vio a Adam detenerse bruscamente enfrente de Set y de Trenton Rex, quiénes discutían en siseos y miradas furtivas.
-¡Es la última vez que te lo digo!-la voz de Trenton sonó como un chillido, al tratar de no levantar la voz-o te vas ahora conmigo o te dejo. Tú decides. Beatrice no es ningún juguete para tenerla en un sitio como este, y tampoco a tu amigo.

El semblante de Set era duro. Pétreo. Distante. Irascible.
Movió los ojos a un lado y apretó los puños al percatarse de la presencia de ambos hermanos.
-¿Qué hacen ustedes aquí?-preguntó con irritación.
-Vengo a hablar con ustedes-contestó Adam.
-Y yo vine a impedir que lo haga-repuso Keren.

El rubio y su padrastro alzaron las cejas.
-Habla entonces para que podamos continuar hablando-le instó Trenton con indiferencia.
-No puedo permitir que se lleven a Beatrice a Berlín. Ella tiene que estar conmigo-dijo Adam, sin ninguna pizca de diversión o suavidad en su voz. Sus ojos mieles ardieron ante la expresión de ambos hombres, cuyas bocas se contrajeron en una desagradable mueca de fastidio.
-Estás demente-le espetó Set pero Trenton le envió una mirada severa para que se calmara.
-¿Por qué piensas que vamos a hacerte el gusto? Es mi hija, por todos los cielos-exclamó Trenton-la hiciste feliz en vida y estoy muy agradecido, pero Beth te siguió hasta el final y ahora es tiempo que me ocupe de ella como Dios manda y va a estar junto a su madre.
-Podrás ser el chico que mi hermana amó y el hermano de la chica que yo amo, pero tu argumento no es válido. Al menos yo no dejaré que manipules las cenizas de Beth a tu antojo. La familia decide que hacer con ella, no el novio-dijo Set con incertidumbre. Y notó que Keren esbozaba una leve sonrisa a las espaldas de Adam.
-Yo... no quiero separarme de ella-confesó Adam con voz temblorosa y ronca. Había estado controlandose y no podía más-la extraño tanto y lo único que me mantenía fuerte era que Beatrice estaba conmigo al menos dentro de esa urna. Pero ahora piensan llevársela lejos de mí y no saben que en vez de llevarla solo a ella, me están llevando también. Se están robando mi vida.

Tras sus duras y tristes palabras, Set y Trenton se quedaron sin ningún tipo de argumento. Adam estaba destrozado, luchaba por no echarse a llorar y continuar mirando a aquella familia que se negaba a sucumbir a sus súplicas.
De pronto, Adam sintió la mano pequeña y familiar de su hermana entrelazarse con la suya. Y luego el beso que Keren le dio en su mejilla con una caricia delicada en la espalda.
-Todo está bien-le aseguró ella.
Pero él no contestó. Siguió mirando a Set y a su padrastro con los ojos llorosos.
-Aunque quisiéramos, es imposible dejar a Beatrice aquí. Su lugar es en Berlín, lo lamento-se disculpó Trenton y se alejó por el pasillo.
Set se quedó inmóvil en su sitio, debatiendose entre seguir a su padrastro o quedarse a hablar con Adam.
-Lo siento-murmuró a los hermanos y corrió a alcanzar a Trenton.
Las bombillas del techo se volvieron nebulosas para Adam y el pasillo pareció oscurecer ante sus ojos
Se sintió mareado y débil.
-Me duele-se quejó con voz seca.
-¿Qué te duele, hermanito-le preguntó Keren, alarmada. Lo escaneó de arriba abajo y percibió que él no estaba nada bien y que parecía estar al borde del colapso.
-Quiero irme a casa-dijo entre balbuceos-y quiero dormir.

Y comenzó a caminar en dirección contraria a la que Set y Trenton se habían ido. Iba arrastrando los pies, gesto que inquietó a su hermana y lo siguió muy de cerca.
Llegaron a donde estaban los demás y miró a sus tíos y primo que se encaminaban al estacionamiento con Roch a su lado.
Adam se acercó a ellos y frunció el ceño.
-¿A dónde vas, tío Roch?

Keren se sorprendió cuando lo llamó tío pero no dijo nada.
Roch se volvió a él y le sonrió serenamente.
-Voy a escoltarlos al aeropuerto pero antes van a acompañarme a mi casa.
-¿Por qué?-quiso saber el chico.
-Si quieres ven con nosotros y allá te explico.

Adam asintió.
-Iré con ustedes-contestó, aferrado a la idea de marcharse de ahí-necesito salir de este lugar color blanco.

Se apresuró a alcanzar a Roch y este miró a Keren; pero ella negó con la cabeza, y al ver su respuesta, se encogió de hombros.
-Adiós, sobrina-se despidió Austin con la mano. Y Thomas continuó caminando sin despedirse de ella.
-Adiós, prima. Nos veremos pronto-exclamó Dylan, sonriendo.
Ella le sonrió y los observó salir del hospital.
Henry, que había estado en un extremo del pasillo con Allen, se acercó a su hermana con sigilo.
-¿Qué pasa?-preguntó.
-Nada-ella meneó la cabeza y se llevó una mano a la frente-hay demasiados problemas.
-¿Por qué no vas a hablar con papá? Quizá hablando con él te calmes-le aseguró.
-O mejor pregunta sobre mi papá-terció Allen, con las pupilas dilatadas.
-Creo que eso voy a hacer-dijo, pensativa. No tenía caso preocuparse más por su hermano, él estaba bien con Roch.
-Pregunté por tu tío Gabriel ese rato-le comunicó Henry entre dientes-parece que puede despertar en cualquier momento pero creo que necesita motivación.
-¿Motivación?
-Sí. Supongo que si le hablas y le animas, te oiga y despierte. O al menos eso sucede en las películas.
-Ay hermano-gruñó ella, rodando los ojos-de todos modos iré primero a ver a papá y luego a tío Gabbe-miró a Allen y se inclinó para besarle la frente-traeré de vuelta a tu papá, lo prometo. Él va a regresar, te doy mi palabra.

Acarició la cabeza del pequeño y se dirigió a la habitación de su padre sin importarle que la mujer mezquina de la recepción la mirase con cara de pocos amigos.
Casi estuvo a punto de asestarle un puñetazo a esa mujer para que cambiara un poco su expresión de idiota.
Abrió la puerta de la habitación de su padre y entró.
Lo halló dormido con la cabeza ligeramente ladeada a un costado y con la boca entreabierta.
Se deslizó dentro y saltó del susto al ver al doctor Strom en un extremo de la estancia, leyendo una revista Cosmopolitan. Y cuando se percató de su presencia, cerró la revista y sonrió. Sus lentes amarillos habían sido sustituidos por otros de color llamativo: naranja.

-¡Keren Peitz!-chilló el doctor, con alegría. Su cabello negro estaba húmedo y ligeramente peinado hacia atrás.
-¿Cómo sigue mi padre?-le preguntó, recuperando la postura luego del susto. Cerró la puerta y se cruzó de brazos, mirando a su padre dormir tranquilamente.
-Le administré una pequeña dosis de morfina-le informó, poniéndose serio y acercándose a él.
-¿Por qué?-Keren volteó a ver al doctor con violencia y alarma.
-Le dolía el hombro porque había intentado levantarse y lo hizo. Se levantó de la camilla, caminó a la puerta y en ese momento entré. Le dije que se calmara porque hacer mucho esfuerzo no es bueno-le explicó. Keren lo escuchaba con atención y el doctor suspiró-la cuestión es que se enfadó y trató de empujarme; pero por desgracia hizo un movimiento en falso y provocó que se le abriera la herida-apretó los labios y ella palideció-así que tuvimos que sedarlo, suturarle de nuevo la herida y cambiarle de ropa. -¿El resto de mi familia sabe que ocurrió todo esto?
-No. Opté por esperar a que alguno se dignara a venir-replicó.
-¿No se da cuenta que lo que le pasa a mi padre es importante para mí y los demás?-le espetó, fulminandolo con dureza.

El doctor titubeó y bajó la mirada un momento, tratando, al parecer, de ordenar sus ideas o inventar algún tipo de excusa.
Keren se mantuvo con el rostro pétreo y los ojos fijos en aquel hombre ridículo.
-Yo solo hago mi trabajo, jovencita-dijo el doctor por fin, mirándola descaradamente a los ojos.
-Es muy extraño que usted haya sido asignado a mi padre, sabiendo que este hospital es público, no particular. Y ahora dice que ocurrió un accidente con él y no fue capaz de avisarnos-siseó y estrechó los ojos, evaluandolo de pies a cabeza-y honestamente, no parece un doctor, sino un farsante.
-¿Cómo se atreve a levantarme falsos, señorita?-musitó el doctor con molestia-¡Soy un médico y doctor profesional! Su padre vio mi cédula y mi teléfono. Además, de ser un farsante, yo no estaría en este hospital dando mis servicios.
-Yo he conocido distintas maneras de engañar a las personas-repuso ella, curvando las comisuras de sus labios hacia arriba-usted no sabe con qué familia se está metiendo, doctor Strom. Y mucho menos sabe quién es ese hombre que yace sedado en la cama.
-Relativamente no lo sé y no me interesa. Yo solo cumplo con mi trabajo-añadió el hombre con desdén. Se acomodó los lentes sobre la nariz y frunció el ceño-lamento mucho que piense eso de mí.
-¿Por qué creyó que era buena idea no avisarnos del problema? Pudimos haber calmarlo y así evitar que se lastimara-ella continuó aguijoneando al doctor con saña.
-Porque todo pasó muy rápido, pero pudimos controlar la situación.
-Voy a denunciarlo en cuanto pueda, imbécil-le escupió con asco y le mostró el dedo medio antes de largarse de la habitación.
Estaba hecha una fiera. Y estaba casi segura que de no ser una humana común y corriente, hubiese echado fuego por los ojos.
Salió a grandes zancadas de ahí y se precipitó hacia la estúpida recepcionista, que le envió una mirada furtiva.
-Voy a entrar a la habitación de Gabriel McCall y si te opones, te juro que te golpearé con esta grapadora y me suplicarás que te mate, vieja idiota-le ladró con rabia mientras sostenía la grapadora en alto.

Y unos minutos después, se hallaba a unos pasos de distancia de la cama especial de su tío Gabriel.
La mujer, horrorizada, había accedido a dejarla pasar pero con la condición de dejar la grapadora en su escritorio y enseñarle las manos vacías. La condujo a un pequeño cubículo donde le ordenó ponerse una bata azul, un gorro y una mascarilla de tela del mismo tono.

Se acercó lentamente a él; examinando todos los tubos que salían de su cuerpo y el aparato que monitoreaba los latidos débiles de su corazón.
Tenía una mascarilla transparente sobre la boca y nariz,  y tubos deslizándose de ella hasta perderse del otro lado de la cama donde se unía a un tanque de oxígeno.
Varias agujas  lo conectaban a diferentes sueros ajustados a un tubo metálico junto a la cabecera.
Los ojos de su tío estaban cerrados y su boca abierta, empañando la mascarilla con su respiración cansada.
Ella no pensó que le doleria tanto ver a su tío en ese estado. Parecía estar dormido y sufriendo.
Parpadeó, alejando las lágrimas y se sentó de inmediato en la silla que había junto a él.
Desplazó sus manos a la de él; la cual estaba tibia y la acarició con suavidad.
-Hola, tío Gabbe-lo saludó con voz temblorosa-he estado deseando venir a verte pero no me dejaban. Tuve que amenazar a una antipática mujer para lograr entrar y ya estoy aquí. No tienes nada de que preocuparte-le informó, con una sonrisa triste-Allen y los demás están al tanto de lo que está pasando. Yo también estuve hospitalizada por tres días por tanto estrés-se enjuagó una lágrima, sorprendida, ya que ni si quiera se dio cuenta que había comenzado a llorar-todos estamos esperando a que despiertes. Que abras esos ojos hermosos color azul eléctrico que tienes, tío. Allen te necesita. Yo te necesito.
Hizo una pausa para tragar saliva y le besó la mano.
-Nuestra vida ha cambiado mucho, ¿sabes?-se limpió el sudor de la frente y se mordió los labios, insegura-Papá también sigue hospitalizado por la bala que recibió en el hombro y hace un rato forcejeó con un doctor extraño y tuvieron que cerrarle la herida de nuevo, ¿espantoso, no? Pues eso no es lo peor-suspiró agobiada y se quitó la mascarilla de tela porque le resultaba incómodo hablar con ella puesta-¿puedes creer que mi mamá tiene una hermana gemela? Se llama Sonya Di Lorenzo y vive en Roma. Esa ha sido la peor noticia que he recibido en tanto tiempo. Es como si de la nada el destino quisiera compensarnos de tanto dolor y al mismo tiempo asestarnos un golpe bajo-volvió a tragar saliva y decidió no aguantar más el llanto-tío Gabbe, ¡Te necesitamos! Por favor, despierta. No toleraría perderte a ti también. Tía Caroline nos abandonó a la fuerza pero tú tienes que continuar a nuestro lado-le apretó la mano-la familia Peitz McCall no puede seguir sin ti.

Y perdiendo el control de sus emociones, se inclinó a su tío y rompió a llorar como niña pequeña, recordando los momentos en el que él la abrazaba hacía años cuando lloraba por tonterías.
-No llores, princesa-le decía su tío en aquellos tiempos, mientras le acariciaba la cabeza con ternura-esos niños solamente quieren molestarte porque en sus casas nadie les presta atención suficiente y gozan de molestar a los demás para llenar el vacío que tienen.

Y ahora, ella sentía un vacío enorme al ver a su tío en coma frente a sus ojos.
Quería escuchar su voz, oírle bromear o simplemente verlo alegre y sonriendo.
-Por favor, vuelve a nosotros-suplicó una vez más sin soltarle la mano.
Y entonces, recibió un apretón de mano por parte de él.

Sonrosada por las lágrimas, alzó la cabeza para mirarlo y percibió movimiento en sus párpados y labios.
-¡Tío Gabbe!-chilló y se le fue encima para abrazarlo-¡Abre los ojos, sé que puedes hacerlo!

Sin embargo, no sucedió nada. Él no volvió a moverse más y ella continuó hablándole.
-Tú eres Gabriel McCall, un hombre fuerte, que nada nunca lo ha detenido y esto solo es una prueba, un obstáculo para ver de que estás hecho. Pero todos sabemos que estás hecho de fortaleza y que podrás avanzar. Yo confío en ti. Creo en ti.

Estuvo hablándole por más de media hora, dándole ánimos, contándole algunas anécdotas o chiste malos que a él le gustaba escuchar a la hora de la cena o uno que otro secretillo.
Pero Gabriel no volvió a apretarle la mano ni a mover sus ojos debajo de los párpados.
Y de pronto la puerta se abrió.

-No puedo permitirle seguir más tiempo aquí. Un trato es un trato, ahora retirese-dijo la mujer con dureza pero un poco alerta. Se había asomado por la puerta y Keren resopló.
-Deme un minuto para despedirme de mi tío-le pidió.
-Un minuto-repitió la mujer y volvió a darles privacidad.
-Ya me tengo que ir, tío Gabbe. Se me acabó el tiempo pero volveré mañana sin falta, ¿sí? Mientras tú sigue luchando por despertar-se levantó del asiento y le besó la frente-sé qué puedes.

Y concluida su despedida, salió de la habitación para encontrarse con la mujer.
La acompañó al mismo cubículo y se quitó la bata, gorro y mascarilla.

No le dio las gracias y se encaminó al pasillo de urgencias, donde Henry, Allen y... Set la esperaban.
Se frotó el rostro y se obligó a sonreír serenamente a los demás.
Allen y Henry le devolvieron la misma sonrisa, menos Set. Él la observaba desde la silla con total incertidumbre.
El apretón de mano y el movimiento que había ejercido su tío con los ojos fue un gran avance. Pero decidió guardarlo como un secreto para no levantarle falsas esperanzas a Allen, pero iba a comentarlo después con Adam y Henry cuando estuvieran a solas.

-¿Estuviste llorando?-le preguntó Set, poniéndose de pie en un segundo. Se situó frente a ella y la agarró de los hombros-responde, Keren, ¿estuviste llorando?
-Desde luego que no-evitó mirarlo-solo bostecé.
-Mirame-le alzó la cara, sujetandole la barbilla-¿qué pasó? ¿fue por lo de ese rato con Adam?
Keren negó con la cabeza y susurró un débil "no" como respuesta.
-¿Cuándo te irás a Berlín?-le cambió drásticamente de tema.
-No me cambies el tema-sentenció el rubio, sin soltarla-dime primero que pasa.
-No la agarres de esa manera-espetó Henry a sus espaldas-ella no es ningún objeto. Sueltala.
-No la estoy lastimando-gruñó Set, con disgusto-además, es una conversación privada con mi novia.
-Henry, por favor-le rogó ella-no discutan, por favor. Ven, Set, vamos allá afuera a hablar.

El rubio asintió y la tomó de la mano para salir, pero no sin antes intercambiar miradas furtivas con Henry.
Ni bien habían salido al estacionamiento, cuando ella le arrojó los brazos al cuello y comenzó a llorar desconsolada en su pecho. Él la hizo caminar hacia atrás para estar alejados de escasas personas que habían por ahí, abrazandola con todas sus fuerzas.
-Tranquila-la consoló, acariciando de arriba abajo su esbelta espalda por encima de su blusa-desahogate y después me cuentas; preciosa.
-Vayamos al Jeep-sollozó-aquí no puedo contarte nada.

Sumbiendo a su súplica, Set la cargó como si fuese un Koala. Ella le abrazó la cintura con sus piernas y hundió su rostro en el hueco de su cuello en lo que llegaban al Jeep.
Su novia apenas pesaba y le agradaba muchísimo sentirla cerca. La tenía que cuidar y ver por su seguridad. No podía hacerse la idea de no tenerla consigo por el resto de su vida.
Abrió la puerta del coche, aun con ella en sus brazos, y la depositó en el asiento del copiloto para después deslizarse detrás del volante; y como si se tratara de una película deprimente, comenzó a llover.
Fuertes relámpagos iluminaron el cielo y los estruendosos rayos azotaron el aire.
Encendió la calefacción y se giró a ella, esperando a que hablara.
No obstante, la chica no articuló ni una sola palabra, simplemente se quedó con la mirada fija en el parabrisas.
-Abrazame-pidió a Set en un murmuro.
Él, obediente a su orden, se acercó a ella y la atrajo a su cuerpo.
-Tómate el tiempo que quieras para contarme lo que pasa, ¿okey? No tengo prisa.
-¿Pero, qué hay de tu viaje a Berlín?
-Le dije a Trenton que me iré pasado mañana-se encogió de hombros-además, si él quiere irse mañana u hoy mismo, es su problema. Ya tomé dicho una decisión.
-Me alegra saber que te quedarás unos días más-besó su cuello y para después besarlo en los labios con el mismo frenesí de siempre.
A Set le volvían locos aquellos besos precipitados exactamente en esa área tan delicada. Y se acordó de la noche anterior en la que proclamó a Keren como suya hasta el amanecer.
Le mordió su delicado labio y la oyó jadear.
-Supongo que ya te sientes mejor-murmuró, presa de los labios de su novia.
-Mucho mejor-afirmó ella, dejando de besarlo de repente.
-¿Por qué has parado?-quiso saber él, con ganas de más.
-Porque voy a contarte todo-repuso.

*****

Las gotas furiosas cayeron de lleno sobre la cabeza de Adam cuando este salió al porche de la casa de Roch a respirar. Dejó que el agua le lavara la cara y el alma.
-Entra, hijo. Vas a pescar un resfriado-le dijo Roch desde adentro.
-No pienso estar bajo el mismo techo que mis tíos.

Roch mandó al carajo la seguridad de su salud y salió al porche donde las furiosas gotas lo empaparon en un segundo.
-¿Por qué no?
-Me odian por lo que le hice a Dylan.
-Mira, me ofrecí a ayudarlos solo por el simple hecho de que son amigos de su familia; pero si te sientes incómodo, ahora mismo les diré que se marchen de mi casa y que no les daré nada de dinero ni comodidad en mi avión privado que los llevará a su hogar-siseó Roch, iracundo.

Estremecido por sus palabras, Adam se negó rotundamente a ello.
-No. Estoy bien-dijo-es solo que prefiero estar aquí afuera.
-¿Estás seguro?
-Sí.
-Bien. En quince minutos se van a ir y yo necesito hacer una llamada para confirmar el vuelo de estos individuos; y me harías muy feliz si te quedas en el umbral de la puerta, lejos de la lluvia.
Por consiguiente, Austin, Thomas y Dylan se marcharon en un taxi pagado por Roch hacia el aeropuerto, donde les esperaba un avión privado con destino a Londres.
La pareja intercambió un "adiós" y un "hasta pronto" con Adam antes de subir al taxi y Dylan fue el único que se dignó a abrazar a su primo antes de partir.
-No te guardo ningún rencor, creo que de igual manera ya me hacía falta recibir mi primera paliza en toda mi vida-bromeó y le dijo adiós con la mano.

Roch y Adam se quedaron en la puerta viendo como se iban. La lluvia se intensificó y tuvieron que meterse.
Por un largo rato se quedaron de pie, mirando como las gotas caían en sobre el piso y el ruido de los rayos.
-¿Quieres un poco de café?-le ofreció Roch.
-¿No sería mejor volver al hospital?-contestó Adam con otra pregunta.
-Claro que sí, pero primero tomemos un café cargado y eso servirá para que deje de llover.

Tomaron un delicioso café cargado y exportado de algún país primer mundista y contemplaron sus manos sobre el mantel de la mesa, oyendo la lluvia y los rayos que azotaban el cielo a lo lejos.
Adam jugó con su taza vacía, tratando de encontrar un tema de conversación pero no halló ninguno.
-¿Quieres ver una fotografía de Horst?-le oyó decir a Roch sorpresivamente.
Adam alzó la cabeza y lo miró con los ojos como platos, asintiendo.
-Sigueme.

Ambos se levantaron de las sillas y se acercaron a una puerta escondida detrás de un mueble. Roch la empujó con el hombro y la puerta del mismo tono de la pared se abrió, dejando a la vista una habitación oscura.
Roch entró primero y encendió la luz.
Adam se quedó boquiabierto al presenciar aquel lugar que estaba repleto de fotografías de un chico no mayor que él que sonreía en cada una de ellas.
Dio unos pasos más adentro y observó con detenimiento una fotografía en particular donde estaba aquel chico acompañado de Roch y de una mujer muy bella.
Horst tendría unos quince años y sostenía un balón de basketball en los brazos mientras Roch abrazaba a la mujer detrás de su hijo. Los tres muy felices.
La mujer era rubia, alta y de mirada dulce, cuyos ojos verdes transmitían paz.
Roch comenzaba a tener canas pero tenía ya la mayor parte de sus tatuajes y se miraba muy jovial.
Horst era muy alto, casi de la altura de su padre, su cabello era rebelde y castaño, tenía unos ojos pecularmente mieles, expresivos y alegres. Constaba de un lunar exactamente en la punta de su nariz y parecía que su sonrisa partiría su rostro por la mitad.
Adam sonrió no siendo consciente de la mirada de Roch desde el umbral de la puerta.
-Ahí fue cuando cumplió dieciséis años. Pidió ir a un juego de basketball cuenta de su cumpleaños-le informó Roch con nostalgia-pero aquí hay una última fotografía que le tomé antes de ser asesinado.

Roch se abrió paso entre las estanterías de retratos y rebuscó en un cajón lleno de polvo durante unos segundos.
Adam esperó pacientemente, escrutando algunas fotos.
-Aquí está-le dijo y le mostró una fotografía colorida.
El chico lo tomó en sus manos y miró el retrato.
Horst ya era todo un joven de quizá veinte años que abrazaba calurosamente a sus padres con orgullo. Su cabello seguía siendo el mismo: rebelde y castaño. Sus ojos mieles parecían haber crecido al igual que sus cejas, las cuales estaban muy pobladas, dándole un toque muy masculino, sin decir de su barba que comenzaba a crecerle.
Era más alto que Roch y tenía el cuerpo bien ejercitado. Sonreía con mucho entusiasmo y sus ojos brillaban de emoción.
Y detrás de él y sus padres se alcanzaban a notar maletas. Adam se fijó rápidamente en el rostro de la madre y percibió tristeza.
-¿Horst se iba a alguna parte?-preguntó.
-Sí. Fue aceptado en Harvard y ese fue el día en que se fue-respondió Roch, sonriendo débilmente.

Adam le devolvió el retrato y se revolvió incómodo en su sitio.
-Sé qué quieres que te cuente más-afirmó Roch, colocando la fotografía en un estante-y no solo eso, sino todo lo que ocurrió con su asesinato, ¿no?
-Sí. Pero no es necesario que me lo digas, entiendo que es doloroso.
-Vamos, salgamos de aquí.
Obedeciendole a su tío, salieron de ahí y se sentaron los sillones con la vista perdida, cada uno sumidos en sus propios pensamientos.
Afuera, la lluvia no cesaba y parecía ser una tormenta brutal.
-Horst se fue a la Universidad cuando cumplió diecinueve años, puesto que no fue aceptado al primer intento-comenzó a decir Roch con voz mecánica-mi esposa y yo estábamos muy orgullosos de él porque había logrado acceder a una escuela excelente, pero no queríamos que se marchara, porque ya sabes...-volteó a verlo y se mostró avergonzado pero Adam sonrió-era nuestro bebé. Nuestro único hijo y dejarlo ir tan pronto era doloroso.
>Así que le dijimos que dejaríamos que se fuera con la condición de que nos llamaría cada sábado para contarnos sobre sus estudios y amigos. Y así fue durante los primeros seis meses. Eleonor y yo éramos los padres más felices del mundo y contábamos a nuestras amistades sobre Horst y su carrera en Harvard.
Pero todo dio un cambio radical cuando dejó de llamarnos los sábados a las 5pm, como solía hacerlo. Y comenzó a llamarnos cada mes, sin ánimos y a veces sin ganas. Yo decidí que ya era hora de quitar aquella absurda condición de llamarnos porque ya era lo suficiente maduro para apañarselas por si solo y no supimos nada de él durante casi un año. Al menos a mí no me preocupaba, pero mi esposa solía no dormir por tanta preocupación.
Y al cabo de un año exactamente, y justo el día de su cumpleaños número veinte, le llamamos a la Universidad; pero nos informaron que Horst había dejado de asistir a clases desde hacía meses y que no se había reportado. Ahí fue donde mi preocupación se abrió paso y llamé a servicios escolares para darme más información pero me explicaron que mi hijo solo asistió a los primeros ocho meses de clases y luego se esfumó sin decir nada; que incluso fueron a buscarlo a su departamento y no hallaron nada recientemente de él. El hombre que le alquilaba el departamento aseguró que él jamás había visto a Horst luego de los primeros meses que llegó. Registraron el interior del departamento y encontraron todo en su lugar, excepto la tv; la cual estaba encendida y en el suelo había restos de comida chatarra podrida. La ventana que daba a la calle estaba abierta y había cristales esparcidos por el suelo.
-Entraron a atacarlo-puntualizó Adam, horrorizado. Roch suspiró.
-Tanto Eleonor y yo, no esperamos más tiempo y viajamos en busca de nuestro hijo-continuó Roch-registramos el departamento entero a pesar de que el dueño del departamento nos aseguró haberlo revisado y encontramos su teléfono descargado debajo de la cama y señas de rasguños en el piso de madera, como si mi hijo se hubiese aferrado hasta el final. Mi esposa se desmayó, pensando en lo peor y yo mantuve la cabeza fría. Tenía que encontrar a mí hijo; así que moví mis influencias y contraté a los mejores detectives e informé a la policía sobre la desaparición de Horst.

Roch hizo una pausa y meneó la cabeza.
-¿Te duele?-le preguntó Adam; alarmado.
-No, estoy bien.

El hombre de tatuajes se recargó en el respaldo del sofá y continuó su relato.

-Estuve semanas y semanas buscándolo por toda la ciudad. Los tres detectives rastrearon e interrogaron a cada amigo de mi hijo de la Universidad y viajaron a todos los sitios en los que él había estado pero siempre volvían al punto muerto de la partida: Nada. Parecía como si a Horst se lo hubiera tragado la tierra y yo comencé a temer lo peor.
>Eleonor me pidió volver a casa porque no resistía tanta agonía y la dejé regresar con un guardaespaldas. Yo me quedé en el departamento de mi hijo, mirando por la ventana rota hacia la calle con la ilusión de verlo andar por las aceras pero nunca lo vi.
Me di por vencido cinco meses después al no obtener respuestas. Compré licor y me embriagué hasta el cabello una noche. Lloré como un niño y me dejé llevar por la deriva de la inconsciencia. Pero cuando desperté, me fijé que no me hallaba en el departamento de mi hijo, sino en un sitio nauseabundo y fétido.
La borrachera se esfumó de mi cuerpo y me incorporé a la defensiva, buscando a mi opresor, el cual lo hallé a escasos pasos de mí. Quise golpearlo pero noté que habían más de veinte hombres armados apuntando a mí cabeza, así que me calmé.
-¿Era Steve Blake?-interrogó Adam con furia.
-Así es. Era Steve Blake. Ese bastardo rubio. Me miraba de una manera repugnante y se acercó a mí con una sonrisa-dijo, haciendo una mueca de asco-me dijo "lamento tanto lo que estoy a punto de decirte" y lo quedé mirando como si fuese idiota, ya que no tenía idea a lo que se refería, así que opté por seguirle el juego y le repliqué "¿Qué es lo que lamentas? Yo no te conozco en lo absoluto y exijo que me liberes". Blake dejó de sonreír y suspiró, como si estuviera arrepentido. Luego se alejó de mí y chasqueó los dedos. Le oí decir "traigan al mugroso chico , su papi estará gustoso de reconocerlo" y en ese instante se me heló la sangre. Seguí con la mirada como un par de hombres venían arrastrando algo hasta donde estábamos y lo lanzaron a mis pies en un movimiento brusco. Era una bolsa negra enorme que rodó hasta mí y me aparté de inmediato. Entonces Steve me dijo "adelante, abrelo. Es un regalo para ti". Al principio no le obedecí, porque algo dentro de mí me decía que lo que había ahí me iba a desarmar por completo. La bolsa negra desprendía un olor espantoso y tragué saliva.

-Por Dios...-susurró Adam, pálido.
-Era mi hijo el que estaba dentro de esa asquerosa bolsa de basura en un estado de descomposición avanzado-repuso Roch, con los ojos llorosos y la voz ronca-mi único hijo al que cuidé con toda mi alma durante veinte años-se tomó un momento para continuar y cuando lo hizo, su voz sonó trémula-Y mientras abría la maldita bolsa, su rostro saltó a la vista y ahogué un grito. Su hermosa cara estaba hinchada, verdosa y grisácea, con numerosos golpes y heridas. Lo torturaron muchísimo hasta que lo mataron de la manera más vil posible: Le abrieron las venas verticalmente, desde la muñeca a los antebrazos. Lo dejaron desangrando como si de un perro se tratase y lo acuné entre mis brazos como un bebé. "Tengo un último vídeo de tu hijo, y está a punto de ser proyectado justo allá" me dijo y señaló con el dedo un espacio oscuro de pared, que se iluminó rápidamente, mostrando a Horst hecho un ovillo en una celda llena de porquería, él lloraba y temblaba en el piso. Decía mi nombre en susurros y a mí se me formó un nudo enorme en la garganta, sintiéndome impotente. "¡Papá, ayúdame! ¡Papá, mamá, los amo! ¡Ayudenme!" Cerré los ojos cuando me pidió ayuda y creí que iba a morir ahí mismo y que aquel vídeo terminaría, pero no fue así. Apareció otra toma donde lo habían sentado a la fuerza en una silla con los brazos extendidos y amarrados. Mi hijo lloraba aterrado mientras un imbécil se acercaba a él con unas tijeras...
-Por favor, no me digas que viste como le abrían los brazos...-Adam cerró los ojos y una lágrima escapó de su mejilla. -Sí. Vi como le abrían lentamente las venas a mi hijo y escuché sus últimos gritos pidiéndome ayuda y diciendo que me amaba.

Y a ese punto, tanto Roch y Adam, habían comenzado a llorar en silencio bajo el ruido de la lluvia y el frío que había traído consigo.
-"Lamento informarte que tu hijo no era el chico que buscábamos. Nos equivocamos y te pedimos una disculpa" eso me dijo al muy maldito cuando vomité al término del vídeo.
-¿¡Te pidió una maldita disculpa después de haber asesinado a Horst!? -Sí, y no sabes cuán desdichado me sentí.
-¿Y qué pasó después?
-Me asestaron un puñetazo que me dejó inconciente de nuevo y cuando volví en sí, yo estaba en el departamento de mi hijo con los restos de él conmigo. Llamé a la policía y luego a Eleonor para informarle acerca de Horst y fue un caos total. Nos deprimimos los dos en su funeral. Y en el entierro asistieron sus amigos de la Universidad y de su antigua escuela, con varios profesores. Nos dieron el pésame. Y luego de unos meses, di mi declaración a la policía, dándole las características de Steve, pero sin embargo, ese idiota había usado maquillaje porque no usó su verdadera identidad, sino una falsa. Se hizo pasar por un hombre pelirrojo, de barba y de ojos negros.
-¿Y cómo fue que te contactó de nuevo?
-A eso voy-le dijo con tranquilidad-cuando la policía me aseguro que tomarían cartas en el asunto, volví a casa con mi esposa y pasaron tres años en la que ambos nos sumimos en una depresión extrema. Eleonor añoraba mi cariño y mi compañía pero yo no tenía cabeza para ello. Así que me abandonó, se fue a la casa de sus padres y pronto encontró una pareja con quién estar, pero a mí no me importaba, ya que yo quería justicia con Horst. Por lo tanto, una noche mientras investigaba acerca de los asesinos seriales, alguien llamó a mi puerta. Era el licenciado Ritter, el abogado de mi padre, quién me informó acerca de todo; sobre el testamento, la exitencia de una hermana menor fallecida quién tenía hijos y que por derecho también les correspondía parte de la herencia-dijo y miró el reloj de la cocina que marcaba las diez de la noche-los investigué, los rastree y los encontré. Supe todo de ustedes, su fecha de nacimiento, ciudad, el nombre de su padre y familiares. Traté de enfocarme en ustedes pero eran realmente pequeños como para molestarlos. Y continué dejarlos aparte en lo que yo solucionaba el asunto de mi hijo.
-¿Y Blake?-preguntó con ansiedad su sobrino. Roch asintió.
-Steve apareció en mi casa semanas después con su verdadera identidad. Me amenazó con matarme cuando le di un puñetazo en la cara al momento de reconocerlo. Prácticamente me ordenó escucharlo y a oírle sus planes y disculpas por haberse equivocado de chico. Le dije "Vete al infierno, infeliz" y me contestó "De ahí vengo, amigo". Fue perturbador. Me contó tantas cosas y como estaba tan increíblemente deprimido, acepté ayudarle a cazar a tu padre, pero con la condición de que no los lastimara a ustedes, o sea a tu hermana y a ti.
-¿Le diste la información que quería?
-No. Dos años lo tuve ansioso por el paradero de ustedes hasta que por casualidad, hace poco me hizo una visita y descubrió que le ocultaba información; por lo que optó por ir en su búsqueda.
-Es un desgraciado.
-Sí que lo es. Y bueno, esa es mi historia y yo quería evitar que ustedes no corrieran con la misma suerte que mi hijo, quién de no haber sido asesinado, ahora mismo tuviera veinticinco años recién cumplidos.

Adam, en ese instante, se quedó sin nada que decir. Lo que su tío le había confesado era realmente aterrador y espeluznante. Revivió el recuerdo de aquella masacre solo para que él supiera todo y se sentía muy mal.

-Y quiero que sepas que los apoyaré en la decisión que tomen para con Steve. Egon quiere matarlo y yo también-sentenció Roch con aspereza. El odio en su voz era tan palpable como el brillo de sus ojos oscuros.
-Yo también quiero verlo muerto-siseó él, apretando los puños-asesinó a mi novia.
-Al igual que a mí ama de llaves-replicó Roch.
-Todo va a terminar como queramos, siempre y cuando le demos caza a ese idiota.






Perdón por no haber subido capítulo. Aquí les dejo uno largo ^^ disfrutenlo.
Y les dejo una foto de Adam♡

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