PREFACIO
Siendo todavía una niña, le pregunté a mi padre:
—Si pudieras pedir algo, lo que sea, y esto te fuera concedido, ¿qué pedirías?
Él ni siquiera pensó su respuesta.
—Tiempo.
La enorme sala se vio iluminada por el reflejo de un rayo antes de que una diminuta cabeza negra se dejara ver entre el pequeño nido que teníamos enfrente.
No lo entendí. Existían millones de cosas con las que pudo contestar; joyas, dinero, influencia. Sin embargo, ese fue su único deseo.
Tiempo.
—¿Ven a esta ave? —preguntó involucrando a Gabriel, mi hermano mayor, en la conversación.
Ambos asentimos, así que él siguió:
—De no haber tenido el tiempo suficiente dentro del cascarón, ella habría muerto.
Con lentitud, el húmedo cuerpecito de aquel animal terminó de mostrarse para recibir tres miradas. La de Gabriel expresaba indiferencia, la mía curiosidad y la de papá una admiración mezclada con un temor incomprensible.
—De eso se trata. De tener tiempo para continuar sobreviviendo.
Acabó de hablar y las espesas gotas de lo que sería una tormenta empezaron a impactar contra el cristal de las ventanas, marcando el inicio de la madrugada de aquel diez de agosto.
—Señor —se anunció una de las mujeres que había ayudado en el parto de mi madre durante todo ese día—, es un niño.
Los párpados de mi padre se cerraron, a todas luces, la noticia de que su nuevo hijo era varón fue como un trago amargo que se vio en la necesidad de disimular.
—Papá... —me atreví a detenerlo apenas dio un paso para ir con mamá y mi nuevo hermano.
—¿Sí, Melanie?
—¿Qué ave es esta? —señalé el nido que los tres habíamos cuidado.
Y en su lugar, fue Gabriel quien me respondió:
—Un cuervo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro