❪9❫ Por la felicidad se paga un precio
—¿Puedo abrirlos ya?
—Nop.
—¿Y ahora?
—Anakin Skywalker, te avisaré cuando puedas abrir los ojos, ¿de acuerdo?
El castaño resopló pero no volvió a hablar mientras le llevaba a través del bosque.
Tras pasar la tarde bañandonos en el lago, habíamos decidido ir a ducharnos para reencontrarnos después. Había pensado en darle una sorpresa, una especie de detalle por haber pasado todo el día conmigo, porque sí, me había enterado de que Naboo ya lo conocía de sobra. Todo lo que habíamos hecho lo había hecho para animarme, y no le podría estar más agradecida, pues lo había logrado. En su presencia me resultaba imposible no sonreír, era como una acción instintiva, pero me gustaba.
Avanzamos un poco más en el bosque hasta que llegamos al fin. Estaba nerviosa sobre lo que pensaría, no quería que se decepcionara con la sorpresa, ya que lo había llevado kilómetros por el bosque con los ojos vendados.
Inspiré con fuerza para relajarme y giré la cabeza hacia él a la vez que soltaba su brazo, el cual había agarrado para evitar que se chocara con alguna rama.
—De acuerdo... Ya puedes quitártela.
Mordí mi labio con nerviosismo mientras veía como se iba quitando poco a poco la venda; la incertidumbre me carcomía.
Narra Anakin
Me quité la venda lentamente y abrí los ojos, encontrándome con lo último que me habría imaginado ver. Estábamos en un parte profunda del bosque, pero esta estaba iluminada por miles de luciérnagas brillantes que volaban sobre y entre nosotros. Alumbraban las flores y todo a su alrededor, aportando un paisaje de ensueño.
Desvié mi vista hacia la chica a mi lado y observé como se mordía el labio, nerviosa, mientras miraba a su alrededor.
«¿Le habrá gustado?»
Oí su voz en mi cabeza y la miré con ternura al notar que estaba nerviosa por mi reacción a su sorpresa. Se la veía tan vulnerable mirando todos lo rincones del bosque, como si quisiera asegurarse de que todo estaba bien.
Sonreí y me acerqué hacia una luciérnagas apoyadas en las flores.
—Es increíble... Nunca había visto nada parecido —murmuré. Toqué las flores viendo como algunas de las luciérnagas se apoyaban con tranquilidad en mi mano.
—Supuse que siendo un Jedi ya lo habrías visto todo.
Me giré hacia ella y negué.
—Te sorprenderías de la cantidad de cosas que no conocemos —dije con amargura.
Por supuesto esto tenía que ver con las impotentes reglas de los Jedi, como querían que no fuéramos humanos, que no sintiéramos.
—Cuando era niño, siempre soñaba con poder convertirme en un Jedi algún día —empecé, mientras dejaba que algunas luciérnagas repasarán en la palma de mi mano—. Pero nunca habría esperado la cantidad de sufrimiento y dolor que eso me causaría. No es un regalo, es una condena que se nos impone a aquellos que somos sensibles en La Fuerza, no nos dan elección.
—A ti te la dieron —su voz sonó confundida pero noté que trató de que esta se oyera suave.
Reí con amargura y dejé volar a las luciérnagas en mi mano.
—Solo era un crío de 9 años, que decisión esperabas que tomara —mi voz se endureció al igual que mi mirada que destelleaba de furia. Vi cómo agachó la mirada y me sentí culpable, la ira no era contra ella—. A veces me pregunto como se siente amar a alguien. Amar de verdad.
La miré y su mirada se ensombreció.
—Yo también me lo pregunto a menudo —exclamó con una risa irónica. Parecía triste de repente.
—El día que lo descubras, ¿me lo contaras? ¿Me dirás lo que se siente? —Hablé esperanzado.
Kaia comenzó a agacharse hasta ponerse de cuclillas en el suelo, abrazando su cuerpo con los brazos; parecía como si su mente estuviera en un conflicto.
—No sé lo que es amar, Anakin, y francamente es algo que no creo que vaya a llegar descubrir. Siento no ser la persona que sacie tu curiosidad.
Observé a la peli-blanca con empatía y le extendí una mano. Ella observó la mano pero terminó aceptandola. Nada más levantarse, las luciérnagas volaron hacia ella, rodeandola. Cada una se apoyaba en una parte de su cuerpo, incluso una se apoyo en la punta de su nariz, provocando que ella sonriera. Era una imagen digna de ver, y por un momento pensé si significaba algo.
Pero en ese momento no importaba si era una señal o no, lo importante era que estaba con ella; no estaba solo...
Narra Kaia
El silencio hinundaba la sala, cómodo y a la vez imperturbable. Solo estábamos Anakin y yo en la cómoda sala, nadie más. Él estaba dormido, su cabeza sobre mis piernas, y respiraba de forma tranquila. Después de lo de las luciérnagas habíamos preferido cenar en una vieja sala que pocos conocían y habíamos estado hablando todo el tiempo hasta que Anakin de algún modo había acabado con la cabeza en mis piernas y dormido profundamente mientras acariciaba su pelo. Su expresión era serena, imperturbable.
Suspiré y admiré sus rasgos, esos ojos azules como el mar, ese pelo largo ondulado y rubio que tanto le caracterizaba, y esa gran cicatriz que adornaba su ojo derecho. Había cierta belleza en la cicatriz, pues caracterizaba mucho sus definidos rasgos y le daba un aire aún más interesante.
Ni en un millón de años me habría esperado reencontrarme con cierto chico rubio, y mucho menos acabar de esta forma. Seguramente ahora se nos podría considerar buenos amigos, pues nos llevábamos muy bien y sabíamos entendernos a pesar del poco tiempo que habíamos pasado juntos. Pero una parte de mí me advertía, me advertía de algo en él que gritaba «Peligro».
Todo era demasiado confuso, pues desde mi punto de vista, el peligro provenía directamente de mí, no de un Jedi. Ellos servían al bien, yo sin embargo no tenía un propósito, no sabía cual era mi lugar en la galaxia.
¿De verdad había un motivo para mi existencia? ¿El destino me ha deparado algo para el futuro, algo importante?
No tenía respuestas a mis preguntas, y dudaba que estas aparecieran pronto, quizás nunca lo harían.
Miraba al chico dormido sobre mí y me preguntaba si me lo merecía, si en verdad merecía a un amigo como él.
Bajé la mirada al suelo mientras la luz del fuego de la chimenea iluminaba mi rostro. Entonces recordé mi aspecto, tan extraño y antinatural.
Anakin había mencionado que quería que yo le contará que se sentía amar, pero yo ni siquiera podía.
¿Qué clase de lunático podría llegar a querer a alguien como yo?
En el fondo, para los demás niños de mi edad, siempre fui la rara, la extraña, el bicho raro...
No todo se arregla con una sonrisa sincera, ni tampoco con dulzura... A menudo hay cosas que no tienen solución, que no pueden cambiar por mucho que ansíes y desees lo contrario.
Devolví mi atención al de ojos azules y un fuerte impulso de rozar su cicatriz se hizo presente en mi mente. Algo dentro de mí se retorcía y gritaba que la tocara, que la sintiera. Y aunque no era una buena idea hacerlo, lo hice...
Todo el aire se atascó en mi garganta y de pronto todo se volvió oscuro.
Me incorporé respirando de forma entrecortada y observé que me encontraba sentada en una especie de agua muy oscura pero nada profunda, casi como un charco que lo cubría todo.
Me levanté lentamente y comencé a caminar buscando algo a mi alrededor. Todo estaba oscuro y lo único que se podía oír era el sonido de gotas cayendo en el agua y mis pasos lentos. La oscuridad sombría y el silencio eran definitivamente de lo más inquietantes.
Busqué desesperadamente una luz o una salida, pero no las encontré. Todo era un vacío infinito, sin fin.
De pronto pude escuchar un eco lejano, como si fueran voces, como si fueran gritos... No fue hasta que se acercó lo suficiente que pude entender lo que decían.
—¡No! ¡Tú no deberías estar aquí! ¡Dime, Kaia, ¿por qué?!
La voz me resultaba familiar, pero entre tanto eco no podía distinguirla. Retrocedí asustada y choqué contra algo, pero al darme la vuelta no había nada. Pero si una nueva voz.
—¿Cómo puedes decir eso? Ella no tiene la culpa, se merece algo mejor —la voz de una mujer hizo eco por todo el lugar.
—Sabes que pasará, hija mía, es solo cuestión de tiempo. Este es el único modo de que ella permanezca a salvo, yo mismo me aseguraré de ello —la voz de un hombre apareció tras la de la mujer, provocando varios pinchazos dolorosos en mi cabeza.
—No puedes cambiar el futuro, Padre. Pasará, sé que lo sabes. Hay cosas que ni siquiera tú puedes cambiar.
De nuevo las voces se alejaron y las reemplazaron unas nuevas.
—El único monstruo aquí eres tú.
Me di la vuelta y se me cayó el alma a los pies al ver la Anakin, cubierto con una túnica y la capucha de la misma, mirándome con un odio infinito.
—¿Anakin? —Me acerqué temerosa.
—Yo soy lo que tú creaste, eres la única responsable.
—Anakin, ¿de qué estás hablando? ¿Qué-?
—¡No mientas!
Su grito me hizo retroceder, muy asustada. Nunca podría haber imaginado el verlo de esa forma tan... espeluznante. Sus ojos azules habían desaparecido por completo, solo quedaba el amarillo, eran tan fríos y oscuros...
—Sé que nunca me quisiste, esto lo demuestra... Pero no permitiré que tus mentiras interfieran en mis planes. Tenías razón, no te mereces que te quieran...
Una lágrima rodó por mejilla y tras cerrar los ojos sentí como caía al vacío.
¡¡¡Al fin el capítulo!!! Más corto que el anterior, eso sí. El futuro está empezando a frecuentar en los sueños de Kaia UwU
¿Qué creéis que significa la visión de Kaia? ¿Por qué creéis que ha ocurrido justo cuando ha tocado su cicatriz?
El libro comienza a coger forma ;)
¡¡Votad y comentad que os va pareciendo!!
¿Os gustaría que DS tuviera un Booktrailer? Así con sus pistas ^^
Y, ¿os gustaría que para ciertas escenas hiciera vídeos?, como saliendo una canción y escenas de lo que va pasando en la escena, como en las películas. En vez de poner textos, por ejemplo, imaginaos la escena de la pradera sin diálogos pero si con música y con la imagen de ellos dos haciendo diversas cosas, ¿qué os parece?
¡Os leo!
—Venus
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro