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❪8❫ Una verdad amarga

—No, no y no, ¡no pienso aceptarlo! —Por la frustración lancé un jarrón a la pared y este impactó a la vez que se rompía.

Os preguntaréis como hemos llegado a esto.

Ni si quiera yo lo sé, francamente. Solo sé que estoy en una sala con Padmé y el Maestro Yoda descubriendo un gran complot en mi contra.

—La decisión tuya no es, decidido esto está. 

—Será en tres años, Kaia, aún tienes mucho tiempo hasta que eso pase.

—¿Cuando vas a dejar de meterte en mi vida, Senadora? Intento no odiarte, de verdad que lo intento —murmuré con los dientes apretados.

No entendía esa continua obsesión con tratarme como si solo fuera una niña. 

¿Cuándo podré tomar mis propias decisiones? 

El Maestro Yoda me miraba impasible, como retándome a que volviera a discutírselo. Le fulminé con la mirada y me di la vuelta para añadir:

—Algún día tendré mi propia vida y nada ni nadie podrá impedírmelo

Y tras mis palabras, abandoné la sala. 

Parecía como si me saliera humo de las orejas, no podía controlarme y por ello necesitaba aire fresco. Para mi desgracia alguien se interpuso a esa idea, literalmente. Mi cuerpo chocó con tanta fuerza que caí al suelo de espaldas mientras maldecía internamente por no haber mirado al frente.

Una mano se extendió ante mí y la acepté. Observé con los ojos entrecerrados a la persona frente a mí quien tenía una mueca cargada de burla.

—Eres aún más despistada cuando estás enfadada, eh —bromeó. Le fulminé con la mirada y él puso los ojos en blanco. Sin duda mi humor no era el adecuado en ese momento, y dudaba que mejorara a lo largo del día.

Traté de sortearlo y evitarle pero él agarró mi muñeca, sin hacerme daño, y me arrastró hacia atrás para volver a estar frente a él. Le miré con una mueca frustrada y esperé a oír lo que fuera que tuviera que decirme.

—Sabes que era una broma, enana. Anda, ven, ¿por qué no me enseñas un poco Naboo? Al fin de al cabo para algo te podría servir el haber estado encerrada durante años —Anakin pasó uno de sus brazos por mis hombros y me obligó a caminar por los pasillos junto a él. Le miré entrecerrando los ojos, sin entender como se atrevía a bromear después de verme a punto de matar a alguien por la frustración—. Cualquier cosa para que dejes de echar humo por las orejas.

Resentida, decidí aceptar y rezar porque el graciosillo de Anakin Skywalker siguiera vivo para cuando terminaran su «ruta». 

Comenzamos la pequeña ruta por el palacio, le enseñé las salas y cada rincón de forma educada y monótona, no era la primera vez que tenía que darle una visita guiada a alguien por el palacio. Sabía que no era exactamente lo que Anakin se había imaginado, podía sentirlo, pero era todo lo que sabía darle. No me habían enseñado a hacer una ruta de otra forma por lo que no entendía la decepción de Skywalker.

¿Qué se supone que espera que haga en una ruta guiada, contar chistes?

«Algo así, sí»

Di un pequeño salto de la sorpresa cuando recibí una respuesta.

¿Acaso lo he dicho en voz alta?

Miré a Anakin, quien ahora estaba riéndose. Le miré con una clara confusión en mis ojos mientras esperaba a que se le pasara ese extraño ataque de risa.

—¿Qué es tan gracioso?

—Tu cara, tu salto, tu reacción... No sé cómo esperas que no me ría ante eso —el Castaño se limpió una supuesta "lágrima" e inspiró. Dramático—. Por desgracia para ti, también he oído eso. Así que en respuesta a tu pregunta, no, no lo has dicho en voz alta. Es un pequeño truquito que estoy descubriendo.

Mis ojos se abrieron más de lo normal e hice mi mayor esfuerzo por no abrir la boca de la sorpresa. 

¿Acaso podemos leernos las mentes?

«Eso parece. Aunque yo lo llamaría más telepatía, enana»

Le lancé una mirada furtiva y bloqueé mis pensamientos, con miedo a que pudiera oírlos.

—No hagas eso.

—¿Hacer qué?

—Meterte en mi cabeza como si fuera la cosa más normal del mundo —bufé.

Él resopló y puso los ojos en blanco antes de observarme de nuevo con aburrimiento.

—En realidad lo es, al menos entre los Jedi, o eso he oido. 

—Eso ya lo sé, pero yo no soy una Jedi. 

Por alguna razón, mi voz sonó más triste de lo que pretendía. Supongo que una parte de mí soñaba con convertirme en Jedi. Era una vida que había admirado tanto que su cultura estaba grabada a fuego en mi memoria.

La Fuerza...

Un elemento tan esencial que compone a todos los seres de la galaxia y los une de muchas formas distintas. Si Anakin y yo compartíamos un vínculo era porque La Fuerza así lo había querido.

—Quiero que me muestres las praderas.

La profunda voz de Anakin interrumpió mis pensamientos y devolví mi atención hacia él, con sorpresa.

—¿Las praderas? La gente no suele querer ir allí, a pesar de su belleza, creo que temen ensuciarse los zapatos o algo así.

—Pues yo no tengo ese temor, quiero ir; quiero ir contigo.

Algo dentro de mí se removió en ese instante, aunque no sabía el qué, era una sensación cálida y nueva. Reaccioné y asentí en su dirección para comenzar a andar hombro con hombro junto a él.

«No sabía que admiraras tanto a los Jedi»

Sospechaba que lo habrías oído.

Por el rabillo del ojo vi cómo sonreía genuinamente ante mi respuesta.

—Vale, vale, pero ahora enserio, ¿de verdad le dijiste eso al Maestro Yoda? ¿El mismo Maestro verde y mayor que conozco?

Asentí rápidamente mientras tapaba mi cara completamente roja. Anakin rió ante mi acción y arrancó unas plantas para lanzarmelas.

—Estás loca, completamente loca —aclaró. Le miré con falsa sorpresa y él rió de nuevo.

Me quedé durante unos segundos embobada con su risa, como en una especie de trance. Era tan increíble como sonreía tan abiertamente cuando se reía, se veía tan relajado; tan natural.

Salí de mi trance justo a tiempo para que no se diera cuenta y agarré un diente de león distraídamente. Le di vueltas en mi mano mientras lo observaba como si fuera la cosa más interesante que hubiera visto.

—¿Has oído eso de que si soplas un diente de león entero y pides un deseo, este se cumple?

Devolví mi atención al chico sentado a mi lado y le miré con curiosidad.

—No. ¿En que consiste?

Anakin me miró de repente con una sonrisa y yo algo cohibida y confusa se la devolví, mientras esperaba su respuesta.

—Solo sopla, Kaia —el de ojos azules me señaló el diente de león y luego me miró expectante.

Algo nerviosa por la forma en la que el prestaba atención, pasé un mechón de pelo detrás de mi oreja y soplé lo más fuerte que pude. Para mi desgracia, no llegó a volarse entero.

Bajé la cabeza y luego le miré con una sonrisa irónica.

—Supongo que el destino no quería que mi deseo se cumpliera. De todos modos no era como si fuera a hacerse realidad o algo... —suspiré.

Miré por el rabillo del ojo a Anakin, quien se estaba estirando para agarrar algo y luego me mostró otro diente de león. Sin más lo sopló y cada parte de este voló hacia mi cara, dejándome encantada.

—Parece que la suerte si está de tu lado, ¿qué has pedido? —Le sonreí divertida tratando de averiguar qué podría haber pedido el gran Anakin Skywalker.

Este agachó la cabeza y giró el tallo del diente de león entre sus dedos.

—No sé que deseo has podido pedir, pero el mio es que el tuyo se cumpla —murmuró y bajó la cabeza. El rubio comenzó a tocar las flores a su alrededor, tratando de evitar el contacto visual.

Mis ojos reflejaban una absoluta sorpresa. No podía creerme que hubiera malgastado su deseo para cumplir el mío. Seguramente las personas que lo vieran desde fuera pensarían que no es más que una chorrada, pero para alguien como yo, que no recibe muchas muestras de afecto, eso había sido algo para apreciar.

Me quedé observándolo durante unos instantes más y después le sonreí al notar que me miraba por el rabillo del ojo.

Es un detalle muy bonito. Gracias, Ani.

Él no contestó, pero sabía que me había escuchado por la extensa sonrisa que ahora había en su rostro. Supuse que parte de esa sonrisa tendría que ver con el hecho de como le había llamado.

—Vamos a bañarnos —dije y rápidamente me levanté.

Anakin se incorporó con torpeza y me miró entre confuso y sorprendido.

—Espera, ¿qué?

—¡Vamos! —Sin esperarle comencé a correr por las praderas hacia el lago, mientras agarraba mi vestido como podía.

—¡Estás de coña, ¿no?!

A pesar de su incredulidad, él también comenzó a correr, tratando de alcanzarme. Me motive más ante la idea de una carrera y aceleré riendo por la cara de molestia de Ani.

Corrimos unos metros más hasta que por fin llegamos al lago. Caminé hacia el agua con tranquilidad, girándome de vez en cuando para ver si Anakin me seguiría.

El castaño se encontraba en shock y se detuvo algo lejos de la orilla, mientras me veía sumergirme poco a poco en el agua.

«Es una pena, me gustaba el vestido»

Reí ante su comentario pero no me detuve hasta que me sumergí completamente. Mantenerse a flote era más difícil de lo que parecía con un vestido así, pero en ese momento no me importaba. Me sentía tan libre como los pájaros de las praderas, era una sensación única. Eché la cabeza para atrás y dejé que mi pelo volviera a mojarse a la vez que suspiraba.

Por el rabillo del ojo vi a Anakin parado sin más y se me ocurrió la mejor forma de convencerlo para que él también se metiera en el agua.

Narra Anakin

Me encontraba demasiado confuso en ese momento, no sabía exactamente qué hacer. Veía como ella disfrutaba del relajante lago y aunque una parte de mí quería disfrutar del agua refrescante, la otra sabía que no era adecuado.

Francamente, me sentía muy confundido desde que habíamos llegado a Naboo. No sabia a que veníamos hasta que la vi a ella, y fue un gran impacto. Había algo en ella que era como si me devolviera la vida. Llevaba ya unos años sintiéndome muy vacío, como si no me quedara nada por lo que vivir, sobretodo desde lo de mi madre. Pero ahora el destino me ha devuelto a la chica sonriente de mis sueños, y ya no sé si de verdad no hay nada en mi vida. Ella parece haber estado sintiéndose de la misma forma, y eso me provocaba algo de consuelo ya que no era el único, por muy egoísta que fuera.

De repente oí un grito que me alertó y cuando miré en dirección al lago para buscar a Kaia ella ya no estaba. El lugar estaba en completo silencio y no había nadie más que yo.

Todos mis sentidos de pusieron alerta y comencé a correr hacia la orilla del lago.

—¡Kaia! —Sin pensármelo dos veces me lancé al agua y en cuanto la visualice bajo el agua la agarré y elevé su cuerpo para que respirara—. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?

Agarré sus mejillas y comencé a revisar su cara y su cuello en busca de alguna herida grave. Mis ojos se movían con desesperación buscando algo de lo que preocuparse, a pesar de que ya me había asegurado de que estuviera bien, y por La Fuerza sentía que ella estaba bien.

Ella colocó sus manos sobre las mías, aún en su rostro, y me miró con los ojos iluminados.

—Estoy bien, Ani... —Me sonrió y trató de relajarme. Tras unos segundos logré tranquilizarme y solté su rostro a la vez que suspiraba, agotado—. Es probable que vayas a matarme ahora mismo pero lo he hecho aposta, yo... Solo quería que te metieras, no quería asustarte de esa forma. Lo siento...

Me sorprendió el saber que ella lo había planeado para conseguir que entrara al agua, pero no me molestó en absoluto, es más, me hizo gracia.

Sonreí abiertamente y ella me miró con extrañeza, creyendo que me molestaría.

—Kaia, Kaia, Kaia... ¿No habría sido más fácil habérmelo pedido?

—Tal vez. ¿Habrías aceptado?

—Tal vez.

Kaia me sonrió divertida y le devolví la sonrisa. Estar con ella era una sensación de familiaridad tan extraña como agradable. La miré con una sonrisa maliciosa y ella lo notó comenzando a ponerse nerviosa.

—Sea lo que sea que estés pensando, olvídalo, Skywalker.

Antes de que si quiera pudiera seguir con su discurso de reproche agarré su cintura y la lancé al agua, en una especie de ahogadilla.

Cuando al final sacó de nuevo la cabeza no pude evitar comenzar a reírme estruendosamente al ver como todo su pelo se le había pegado a la cara. Sin embargo, no pude reírme por mucho tiempo antes de que alguien me sumergiera de repente.

Al salir estaba a punto de reprocharle, pues al tener el pelo largo odiaba que se me mojara, pero no pude hacerlo cuando lo primero que vi al sacar la cabeza del agua fue una increíble sonrisa por su parte y una risa que nunca le había oído. Estaba hipnotizado, nunca la había visto tan feliz, y pensar que yo era el motivo de su felicidad me hacía sentirme el ser más afortunado del mundo.

—Ven —agarré su mano y la llevé fuera para subirnos a unas grandes rocas. Ella se dió cuenta de mis intenciones y sonrió emocionada mientras apretaba más el agarre de nuestras manos.

—¿A la de tres? —Preguntó, con un brillo de ilusión en sus ojos. No podría haberle dicho que no ni aunque hubiera querido.

—Una...

—Dos...

—¡Tres!

Juntos saltamos al agua con un grito de emoción. Cuando nos sumergimos aproveché para agarrarla de la cintura y levantarla por encima del agua para que respirara.

Estuvimos el resto de la tarde salpicandonos y jugando en el agua, a la vez que contábamos anécdotas divertidas que nos habían pasado durante todos estos años.

Su sonrisa me hizo la persona más feliz de toda la galaxia.









Holaaa, como habréis visto este capítulo ha sido muchísimo más largo que lo demás y, en mi opinión, uno de los más bonitos. Este capítulo ha servido mucho para apreciar la conexión de ambos y la cantidad de cosas que tienen en común, creo que no he dejado de sonreír en todo el tiempo que he estado escribiéndolo.

Voy a avisar de que la relación de ambos va a ir variando muchísimo a medida que pasen cosas y habrá muchos tipos de romance entre ellos en esta historia. Cuanto más pasa el tiempo ellos también irán cambiando y por lo tanto también su relación y actitudes por lo que para los que les guste otra clase de romance como «enemies to lovers», por ejemplo, no os preocupéis que esto va a dar muchos giros y habrá de todo jajaja

Por favor, dejadme en comentarios lo que os está pareciendo, si os gusta, si no, etc.

¡Gracias a los que estáis leyendo!

PD: No me deja hacer dedicaciones con el móvil, cuando llegue a casa se lo dedico a Aion0202 ¡Gracias por tus comentarios!

—Venus

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