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❪31❫ Debilidad

Narra Kaia

Un mes. Ya había pasado un mes desde que el consejo había enviado a Anakin a una misión. Desde entonces, mis días habían sido monótonos y habían estado cubiertos por un manto negro de soledad. Mis amigos decían que era debido a lo cercana que había estado a la muerte tras el derrumbamiento, pero yo sabía que no tenía nada que ver con eso. Me había aislado de prácticamente todos por un único motivo que había rondado mi cabeza desde que Anakin se había marchado: iba a dejar el templo Jedi.

En el mes que había pasado mis logros habían sido numerosos, tanto que mi maestro me había permitido avanzar y trabajar en el estilo de combate «Jar'Kai» que me permitía luchar con dos sables láser. Incluso, había podido construirlos yo misma tras conseguir dos cristales Kyber en Illum. Cualquiera se habría sentido motivado a seguir con el adiestramiento Jedi con tan buenos resultados, pero no podía evitar preguntarme si el camino que seguía era el que quería o simplemente era el más fácil. Siempre había deseado ser una Jedi, pero jamás pensé que una de sus reglas arruinaría el futuro que siempre había añorado. No podía ser una Jedi porque jamás podría vivir junto a Anakin sabiendo que realmente estaríamos separados, sería una tortura pensar que mi vida se volvería una agonía por el amor que le procesaba al rubio. Puede que no fuera correspondido, pero no podía torturarme a mí misma de esa manera, no podía ser una Jedi. Había tardado demasiado en darme cuenta, pero a veces el amor puede con todo y lo derriba todo. Anakin sería el Jedi más poderoso de todos, tendría un futuro de gloria en el templo, si me quedaba tal vez arruinaría su futuro.

Me acerqué a mi cama y agarré los dos sables láser sobre ella, acariciándolos con cariño. Ya había decidido a donde iría tras abandonar el templo y estaba decidida a seguir mi propio camino. El único que sabía de mi decisión era mi maestro, el cual se había sentido realmente apenado de perder a su padawan. Ese sería mi último día allí, aunque primero tendría que ir a anunciarlo ante el consejo; sabía que no lo aprobarían, pero era mi decisión y debían respetarla, tal como mi maestro lo había hecho, deseándome suerte en mi propio camino.

Alisé mi vestido con las manos y me miré en el espejo. La persona frente a mí se parecía mucho a la joven Kaia de Naboo, sin embargo, ahora había crecido y era una persona con una mirada completamente diferente. Se notaba que había crecido, bastante a decir verdad, y no pude evitar desear que mi madre pudiera sentirse orgullosa.

Di un último vistazo a mi habitación y suspiré viéndolo todo ya casi guardado en bolsas para irme. Le sonreí una última vez a mi reflejo y cogí la preciosa gargantilla de diamantes que había dejado sobre la cama; uno de los últimos regalos de mi madre antes de morir. Tras ponérmela, salí por la puerta y me dirigí a la sala del consejo.

Miré inconscientemente en todas direcciones, esperando encontrarme con algún Jedi por los pasillos. Esperaba que si lo hacía me miraran con sorpresa o incluso desagrado, al fin de al cabo les estaba abandonando.

La puerta de la sala del consejo apareció frente a mí por lo que hice una pausa, cogiendo tantas bocanadas de aire como pude para enfrentar la situación, antes de dar unos pasos más para entrar en el lugar. Los distintos pares de ojos de los maestros se posaron en mí y me detuve en seco, casi atragantándome con mi propia respiración, cuando me encontré con una figura parada en medio de la sala que no tardó en reparar en mi presencia, sus ojos azul cielo abriéndose con sorpresa por mi aspecto; aunque no era el único sorprendido.

—Kaia, ¿qué significa esto? —El Maestro Windu me dedicó su atención, enderezándose en su asiento para observarme.

Anakin me dejó espacio en el centro de la sala y se situó a un lado. Los maestros estaban tan concentrados en mi aspecto que no pareció importarles su presencia. Nerviosa, dirigí la mirada a mi maestro y me dio un asentimiento, con una mirada cargada de su característica sabiduría.

—He venido a hacer pública mi renuncia, Maestro. Me temo que no puedo seguir con mi adiestramiento.

Los murmullos estallaron y capté por el rabillo del ojo como Anakin se tensaba con mis palabras. No tenía planeado ser yo quien le diera la noticia de mi marcha, de hecho había querido irme lo antes posible para evitar enfrentarlo. Sus ojos azules me quemaban la mejilla, pero no me giré, no podía mirarle a los ojos y sentir que le había defraudado.

—¿Puedo saber el motivo? Tu adiestramiento iba muy bien, tus avances eran bastante notorios, podrías hacer las pruebas pronto si lo reconsideraras.

—Me temo que eso no es posible, Maestro, no puedo convertirme en una Jedi. Siempre me enseñasteis que ser un Jedi requería un gran sacrificio —mi vista se dirigió hacia Anakin y le mantuve la mirada—. Pero es un sacrificio que no estoy dispuesta a pagar.

El Maestro Windu miró a Yoda y este asintió en respuesta, haciéndole saber que él mismo había aceptado mi decisión.

—Que así sea entonces. Desde ahora, quedas expulsada de la Orden Jedi.

Contuve la respiración y asentí, tratando de mentalizarme con sus palabras de que había renunciado a mi sueño de la infancia.

—Espero, joven Kaia, que en el exterior encuentres aquello que tanto buscas y que felicidad tu nuevo futuro te otorgue.

—Gracias, Maestro.

Miré una última vez a los miembros del consejo y agaché la cabeza para rehuir la mirada de Anakin, antes de salir por la puerta por última vez.

Caminé por los pasillos tan rápido como pude, sin embargo, no pude llegar a mi habitación antes de que una voz a mis espaldas me detuviera.

—No puedes irte.

Contuve la respiración a la vez que mis pasos se detenían y cerré los ojos, conteniendo la tristeza que sentía de tener que enfrentar al Jedi a mis espaldas.

—No puedes impedírmelo —murmuré, lo suficientemente alto como para que me oyera.

Sentía la rabia que salía del rubio y su sola presencia hizo que me tensara, incapaz de predecir sus próximas palabras.

—Eres una cobarde.

Mi corazón se encogió y me di la vuelta, furiosa, para encararlo. Ya no era una Jedi, podía dejar que mis emociones aparecieran.

—No te atrevas a llamarme cobarde ¡tú! Que lo único que has hecho desde que te conozco ha sido huir y abandonarlo todo y a todos.

Su mandíbula se tensó y sus ojos chispearon. No era ni de lejos la despedida que me habría imaginado, aunque supongo que había algo de lógica en que hiciéramos lo que más hacíamos últimamente: discutir. No obstante, esa sería la última vez. Una vez abandonara el templo nuestras vidas se separarían y jamás volvería a verlo, así que una parte de mí se quebraba con cada palabra hiriente sabiendo que lo que más deseaba realmente era abrazarlo y suplicarle que me dijera que sentía lo mismo por mí que yo por él.

—¿Me hablas a mí de abandono? No eres más que una cría insensible que salta de charco en charco dejando cadáveres a sus pies. —Retrocedí por sus palabras—. Abandonaste tu planeta y a tu gente por algo que ahora también abandonas. No te importa nadie de los que dejas atrás, solo les destrozas la vida y te marchas.

Una lágrima resbaló por mi mejilla y le miré con amargura.

—Todo lo que hago es proteger a los demás, ¡proteger sus vidas!

—¿Abandonándolas? ¿Esa es tu maldita solución?

El rubio dio un paso en mi dirección y yo retrocedí con una mirada llena de confusión y cansancio.

—¿Qué más te da a ti, Anakin? Desde que llegamos a este templo solo me has demostrado que no me quieres cerca. Nadie me ha impedido irme, ni siquiera mis amigos, pero tú estás aquí plantado echándomelo en cara cuando te hago un maldito favor.

Su rostro se volvió inexpresivo pero no dijo nada, eso solo aumentó mi frustración y retrocedí de nuevo, bufando. Negué con la cabeza y me pasé las manos por el pelo dejando escapar un sollozo de mis labios. Por una milésima de segundo vi un leve destello de sufrimiento en sus ojos.

—Vete, Anakin.

—No.

Su respuesta fue inmediata y fruncí el ceño, sintiendo que cada vez estaba más agotada.

—Lo digo enserio, vete.

—No.

Las lágrimas rodaron por mis mejillas y sentí que me derrumbaba frente a él, con los sollozos interrumpiendo el silencio del pasillo.

—Tienes que dejarme ir, porque lo único que haces es hacerme más daño. —Su mirada vaciló y el tormento se reflejó en sus ojos—. Por favor, Anakin, vete.

—No puedo —negó con la cabeza y se pasó las manos por el rostro, antes de enfrentarme de nuevo y dar un paso en mi dirección. Su mirada parecía suplicarme algo que yo no lograba descifrar—. Créeme ojalá pudiera dejarte ir, pero no puedo.

—¿Por qué? No lo entiendo...

Dio otro paso y gruñó, casi como si estuviera torturándolo.

—¡Porque eres mi puta debilidad, joder!

Enmudecí y mis ojos se abrieron como platos, sin poder creerme que realmente había escuchado bien sus palabras.

—Eres lo más malditamente preciado que tengo, y aún así no puedo evitar odiarte a ti y a los Jedi desde que te convertiste en una —soltó, con los ojos aguados, y yo bajé la cabeza dolida por sus palabras.

Jamás me había imaginado que él quisiera odiarme, era un pensamiento que me habría hecho demasiado daño como para siquiera tenerlo en cuenta, pero ahí estaba; era una realidad.

Levanté la cabeza con tristeza y no pude evitar que la pregunta se escapara antes de que pudiera detenerla—. ¿Tanto asco me tienes?

Su mirada se volvió desesperada y se acercó mucho más a mí, sus ojos moviéndose frenéticos por mi rostro.

—¿Asco, Kaia? —Dio unos pasos más y extinguió el espacio que quedaba entre nosotros, para obligarme a mirarlo de cerca—. Mírame a los ojos, mírame...

Sus manos ahuecaron mi rostro y sus pulgares acariciaron mis mejillas con dulzura. Sus ojos mostraban desesperación y tortura.

—¿Te parece esta una mirada de asco?

No contesté, solo dejé que más lágrimas resbalaran mientras mis ojos se perdían entre los suyos.

—Estás en mis sueños, en mis pesadillas y en cada pensamiento a cada hora del día. El recuerdo de nuestro distanciamiento me tortura, pero no tanto como los recuerdos en los que éramos un equipo. Odié a los Jedi por reclutarte y te odié a ti por convertirte en una porque renunciaste a todo para serlo, renunciaste a mí...

Mi mirada se llenó de confusión por sus palabras y mis ojos evaluaron frenéticos su rostro, casi como si no pudiera creerme que sus palabras fueran reales.

—¿Qué...?

—Yo te amaba... Me planteé tantas veces huir de la Orden, me imaginé tantas veces un futuro a tu lado que cuando vi que aceptabas el código, que aceptabas no amar, me odié por tener que ser tu maestro, por tener que amarte en la oscuridad sabiendo que nunca me corresponderías.

Cerré por un momento los ojos, sintiendo el alivio invadirme por sus palabras.

Todo mi cuerpo lo había añorado cada segundo de mi vida, había extrañado desde nuestras conversaciones absurdas hasta nuestras discusiones. Era un verdadero arrogante, lo sabía, pero era mi arrogante.

Sentí su mano desplazarse desde mi mejilla para posarse en mi mandíbula suavemente y abrí los ojos, encontrándome con su preciosa mirada azul. Sin embargo, aún había cosas que no entendía.

—Tú... te alejaste antes de saber que me uniría a la Orden.

La mirada de Anakin cambió y me miró con una profunda tristeza. Odiaba verlo así, después de haber creído que él se sentía indiferente por nuestra distancia me estaba demostrando que había sufrido cada día tanto como yo.

—Te metiste en mis pesadillas, Kaia, y al despertarnos me mirabas con tanto miedo que no pude soportar la idea de que tú llegaras a temerme, no podía ver esa mirada, no podía...

—Tenía miedo, sí —agarré su rostro con suavidad y le di una sonrisa triste—. Pero no de ti... Tenía tanto miedo de perderte, tanto miedo de que me odiaras, de que te alejaras.

—Y yo lo hice... —Sus ojos se cerraron con dolor y apoyó su frente sobre la mía. Sabía que estaba sufriendo.

—Escúchame, Ani, nada de eso importa ya. —Sus ojos se abrieron y me miraron con agotamiento—. He dejado la Orden, no porque quiera huir sino porque no puedo cumplir una de sus reglas. —Su mirada se llenó de esperanza y le sonreí con dulzura, acariciando su rostro con suavidad—. No puedo mentirme a mí misma y fingir que cumplo el Código Jedi cuando lo único que realmente quiero es estar contigo... Quiero una vida contigo, sea cual sea —susurré, mirándole con intensidad—. Pero no puedo permitir que eches a perder tu sueño y tu destino por mí, por eso tienes que dejarme ir.

—No —ahora fue su turno de volver a agarrar mi rostro y me miró con seriedad, pero sin perder su destello dulce al mirarme—. Tú eres mi sueño. Lo único por lo que vivo, por lo que esta vida merece la pena es porque tú estás en ella. Si te vas nada tendrá sentido...

—No puedes dejarlos, Anakin, te necesitan. Tú eres El Elegido, el que traerá el equilibrio a La Fuerza.

—No me importa el equilibrio. —Su mirada se oscureció por un momento y no pude evitar tensarme—. Ni siquiera sé si algo de esto valdría la pena sin ti. Traeré el equilibrio y los Sith desaparecerán, solo así me aseguraré de mantenerte a salvo.

Sus ojos me miraron con intensidad y cogí una bocanada de aire, abrumada y feliz por sus palabras. Anakin deseaba cumplir la profecía por mí, para extinguir el peligro y mantenerme a salvo.

—Todo lo que siento, cada respiración, cada latido... todo es por ti, yo vivo por ti. Eres la luz que ilumina mis días y la que me alumbra en la oscuridad de la noche. Solo tu presencia me calma y me hace sentir seguro, contigo siento que soy libre, que nada importa más que tenerte a mi lado. Sé que incumplo el Código Jedi pero te amo, mi ángel, y no hay nada en la galaxia que pueda cambiar eso. —Acunó mi rostro y me miró con la sonrisa más bonita y sincera que jamás había visto—. Vivo por ti, e iré allá a donde vayas si me dejas. Si me amas tanto como yo a ti déjame quedarme a tu lado y te prometo que nadie jamás te hará daño mientras yo viva.

—¿Hasta que deje de respirar?

—Incluso en la muerte.

Sus palabras flotaron en el aire y nuestros labios se unieron, mostrando todo el amor que habíamos reprimido hacia el otro; sintiendo cada vez que nuestros labios se unían una ola de promesas.

Nuestra conexión comenzó a restaurarse y cuando pude sentirlo por completo me di cuenta de que acabábamos de entrelazar nuestros destinos.

Ahora compartiríamos futuro, y fuera lo que fuera que deparase sabía que nuestro amor arrasaría con todo...

Y con todos.














¿Qué puedo decir? ¡Me encantaaa! Me ha gustado muchísimo el resultado y espero que a vosotros os pase los mismo.

Comentad plis y dejarme vuestras opiniones, me encantaría poder leer comentarios sobre este capítulo

Nos acercamos al cambio de temporada <3

Espero que os haya gustado 💚

¡Os leo!

Atte. Venus

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