❪28❫ Endor
Mi pierna se movía nerviosa sobre el suelo de la nave a medida que miraba continuamente a mi alrededor; la espera se hacía más eterna con cada golpe de mi pie contra el suelo y, aunque fuera muy leve, no podía evitar preocuparme a su vez porque el leve sonido despertara a mi acompañante. Era muy hiperactiva por naturaleza, pero cuando se trataba de nervios era un incontrolable huracán de emociones. No era la primera vez que estaba en el espacio, pero había algo en esa misión, en nuestro destino, que me alteraba de forma inconsciente. Tenía un presentimiento, y no uno precisamente bueno. No pude evitarlo y mi mirada se desvió hacia la figura de Anakin, quien dormía plácidamente en su asiento de copiloto. Sorprendentemente no había puesto ninguna queja ante la idea de no ser él quien llevaría la nave, simplemente había optado por descansar en el viaje, confiándoselo a ella como había prometido.
Suspiré rendida y sentí mi pulso acelerarse con un cosquilleo de emoción, presentía peligro y sentía la necesidad de proteger al rubio de él. No podía evitar ser consciente de que tal vez ese peligro fuera a causa de posibles respuestas que pudiéramos hallar sobre los Sith, algo que el consejo necesitaba desesperadamente como ventaja en la guerra. El consejo sospechaba que los Sith estaban detrás de todo el caos en la Republica, al fin de al cabo aún no se habían enfrentado al Maestro Sith. Solo de pensar en el lado oscuro me entraban escalofríos, era consciente de que jamás podría posicionarme de ese lado, no con su crueldad, no con sus acciones egoístas.
—Te noto alterada, Padawan.
Di un respingo ante la repentina voz de mi acompañante y le miré con sorpresa, descubriendo que él ya se encontraba mirándome con una expresión relajada.
—¿Cuánto llevas...?
—¿Observándote? Escasos minutos. ¿Despierto? Un buen rato.
Parpadeé descolocada ante sus respuestas y apreté mis labios con fuerza, siendo consciente de que no tenía palabras con las que responderle. Tampoco estaba segura de que él esperara alguna respuesta, ya que técnicamente no me había hecho ninguna pregunta.
—No me has respondido. —Fruncí el ceño ante su acusación e incliné ligeramente la cabeza hacia un lado para mostrarle mi desconcierto. —¿Qué es lo que te preocupa? Es evidente que algo lo hace por la cantidad de tiempo que llevas golpeando el suelo incesablemente con el pie.
Le dediqué una leve sonrisa y bajé la cabeza, relajada por el tono de broma que él estaba usando para tocar el tema. Anakin podía llegar a ser tan sutil en ciertos temas como impulsivo en otros, tenía una personalidad que a veces podía parecer algo contradictoria. Aunque siendo realista, no era algo que me disgustara.
—Esta misión... siento que es importante. —Anakin hizo el amago de replicar, pero lo interrumpí antes. —Más importante de lo que ya es. Hay algo en este tema de los Sith que me pone los pelos de punta.
—Bueno, el lado oscuro puede ser intimidante al principio, pero no es imposible de erradicar —Anakin subió el rostro con superioridad y me miró de forma desafiante. A veces no podía evitar pensar que Anakin realmente se creía invencible.
Fruncí el ceño y negué con la cabeza ante su actitud arrogante y confiada. —Creo que los subestimas, Anakin.
—¿Por su poder? —El rubio se incorporó del asiento y caminó a pasos lentos por la nave, mirando hacia el exterior, donde solo se encontraba el vacío del espacio—. No son rivales para los Jedi.
Me incorporé también y le miré con más intensidad, tratando de que mis palabras calaran en él. —Por su forma de manipular a las personas. No son sólo peligrosos en el terreno de combate.
—Tranquila, Kaia, no te pasará nada, te protegeré —miraba al ventanal mientras pronunciaba esas palabras y no pude evitar que me recorriera un escalofrío ante la dureza de su tono.
En cualquier otro momento habría sentido mariposas ante esas palabras, sin embargo, en esa ocasión no pude evitar sentir náuseas ante el brillo extraño que cubría sus ojos. Jamás había visto esa mirada antes y no pude evitar pensar cuánto tiempo había estado separada de él como para verlo tan cambiado.
—¿Y quién te protege a ti? —Rebatí.
—No necesito protección —Su mirada se endureció al mirarme y capté un destello fugaz de enfado y frustración—. Su poder no puede compararse con el mío.
Retrocedí, abrumada por sus palabras, pero antes de que pudiera expresar lo que pensaba la nave comenzó a detenerse.
Habíamos llegado a Endor.
Anakin dirigió su atención a la luna de Endor frente a nosotros y se encaminó hacia los mandos.
—Ahí está la luna de Endor. No te preocupes, me encargaré del aterrizaje.
No logre emitir ningún sonido ante sus palabras, aún descolocada por nuestra conversación anterior. El Maestro Yoda me había dicho innumerables veces que el exceso de confianza podía ser la peor de nuestras debilidades. Sabía que con el retorno de los Sith su miedo a que algún Jedi pudiera sentirse tentado hacia el lado oscuro había crecido, y aunque jamás depositó su preocupación en mí, había visto la forma en la que miraba a veces a Anakin. Su título de «Elegido» le había dado demasiada arrogancia, algo que el Maestro Yoda no aprobaba y, por consecuente, yo tampoco. Jamás podría imaginarme a Anakin en el lado oscuro, era bueno y considerado, él jamás sería un Sith.
O al menos eso quería creer.
Logré salir del trance en el que me encontraba y miré el imponente bosque verdoso que se cernía sobre nosotros. Por fin estábamos en Endor, y era aún más increíble de lo que había podido ver en mis libros. Siempre había querido ir y me embargó la emoción de poder explorarlo libremente como tantas veces había soñado con hacer. Sin embargo, no podía olvidar mis prioridades, estaba allí por una misión de vital importancia, debía recabar tanta información sobre los Sith como pudiera.
Sonreí ampliamente y me giré rápidamente para correr hacia la salida de la nave, la emoción desprendiéndose por todo mi cuerpo en forma de felicidad.
—¡Kaia, espera!
Demasiado emocionada para escuchar las palabras del rubio, pulsé el botón para que se abriera la parte trasera de la nave y bajé rápidamente la rampa hasta llegar al suelo verde. Mi sonrisa se amplió aún más y respiré con fuerza, absorbiendo la esencia de ese lugar que tantas veces me había imaginado. Era en ese momento en el que era consciente de cuánto había cambiado mi vida desde que era una niña atrapada en Naboo. Amaba mi planeta con todo mi corazón, pero había nacido para ver mucho más allá de él; la galaxia era muy grande, y ella demasiado curiosa.
Los pasos de Anakin al bajar por la rampa de la nave hicieron eco en mis oídos y me giré para mirarle con emoción.
—¿No es precioso?
El rubio examinó mi expresión con cautela y luego miró a su alrededor, tensándose ligeramente ante el espacio abierto en el que nos encontrábamos.
—Yo lo definiría más bien como «peligroso».
Fruncí el ceño y rodeé los ojos, divertida por su actitud defensiva. Sabía que estaba nervioso por no saber nada del planeta, por no hablar de lo expuestos que nos encontrábamos en ese momento. Estar a campo abierto parecía ponerlo demasiado alerta ante cualquier sonido o movimiento.
—Vamos, pongámonos en marcha. —Le saqué de su trance paranoico y me miró con el ceño ligeramente fruncido—. Llevaremos provisiones y acamparemos por el camino al anochecer.
La mirada de Anakin brilló con pánico y me miró de arriba a abajo como si estuviera loca. —¿Qué quieres decir con que acamparemos? —Entrecerró los ojos y observó a su alrededor con recelo—. Puede que no sepa mucho sobre este planeta, pero viajar a un planeta desconocido y acampar no suelen ir de la mano. Es una mala idea, Kaia, estaríamos muy expuestos.
—Este lugar es grande, jamás lograremos abarcar todo el terreno si tenemos que estar volviendo continuamente a la nave. Por no mencionar que no disponemos de demasiado tiempo. El Consejo necesita toda la información que podamos encontrar. Además pronto empezarán a preguntarse dónde estás, ¿no crees?
No esperé a que respondiera y me dirigí hacia la nave a por mi mochila de provisiones. Hice mi mejor esfuerzo por reprimir una sonrisa al notar que Anakin me seguía y se disponía a preparar su propia mochila. Una vez la tuvo lista me miró, listo para seguirme, y le di una cálida sonrisa de agradecimiento que él me devolvió levemente.
Nos pusimos en marcha, dejando a nuestras espaldas la nave y solté un largo suspiro. Si esa misión fracasaba yo sería la única responsable. Estaba algo nerviosa por el peso de responsabilidad y expectativas que habían depositado sobre mí, pero no había tiempo para dudas; el viaje estaba hecho, y ya sólo cabía esperar que saliera bien.
[...]
La noche había caído y no pude evitar notar que el paisaje era incluso más bonito de noche. El cielo estaba tan despejado que se podían ver con claridad las estrellas y dos planetas o lunas a lo lejos.
El calor de la hoguera frente a mí era realmente agradable y le daba un toque a la noche mucho más acogedor de lo que nunca había experimentado. Mis ojos se movieron involuntariamente hacia Anakin y observé cómo miraba su alrededor cada pocos segundos, alerta ante los sonidos del bosque, como si temiera que algo nos atacaría si bajaba demasiado la guardia. No pude evitar sentirme mal ante la escena, podía notar incluso a distancia unas ligeras ojeras bajo los ojos del rubio y a pesar de haberse podido quedar descansando en Coruscant había decidido venir hasta aquí sólo para asegurarse de que a mí no me faltara de nada.
—Deberías descansar. Yo haré guardia, no te preocupes. —Le miré con suavidad y dulzura, logrando que sus ojos centraran su atención en los míos. Parecía descolocado, como si acabara de salir del trance defensivo en el que se encontraba y acabara de recordar que me encontraba justo frente a él, ambos separados por la hoguera que él había logrado hacer con facilidad.
Parpadeó, obligándose a volver a la realidad y capté como tragaba con fuerza, tal vez tratando de disimular lo cansado que se encontraba. —Estoy bien. —Por mucha fuerza que intentó ponerle a sus palabras, su voz reflejaba que estaba agotado, física y mentalmente.
—Anakin —le reproché, suplicándole con la mirada.
—No quiero dormir. No puedo... —El rubio interrumpió su frase y bajó la mirada, soltando un suspiro.
—Echo de menos al Anakin curioso y amable, el que vivía despreocupado y sin tanta presión sobre sus hombros. —Exhalé cuando los ojos azules de Anakin me miraron con tristeza. Había tanto daño en su mirada, después de haber vivido tantas cosas era como si las responsabilidades lo estuvieran hundiendo lentamente.
Había usado las mismas palabras que usé cuando volvimos a reencontrarnos en Naboo, cuando él me dijo que extrañaba cuando sonreía por todo.
—Las cosas han cambiado, Ángel. —Mi corazón se detuvo ante el afecto con el que pronunció ese antiguo apodo—. Ya no somos unos críos.
Sonreí con melancolía y miré a mi alrededor. Era un lugar demasiado bonito como para no disfrutarlo como debía. Quería un resultado satisfactorio de esa misión, por supuesto, pero también un último recuerdo feliz junto al rubio por el que había suspirado durante años. Quería que mi corazón latiera con esa calidez indescriptible que sentía siempre que le veía, una última vez al menos.
—Tal vez en Coruscant, pero ¿ahora? No estamos allí, no estamos bajo las miradas del Consejo. Estamos en Endor, solos tú y yo —nuestras miradas parecían imanes tratando de expresarse tantos sentimientos entre ellas—. Sé que no tengo derecho a pedirte esto, solo soy una padawan, pero podemos ser nosotros mismos aquí, una última vez antes de volver a nuestras vidas caóticas. Solo Anakin y Kaia una última vez...
Anakin sonrió levemente y noté en su mirada como cedía ante mi proposición.
—De acuerdo, Ángel. Una última vez...
Nuestros ojos se quedaron unidos como imanes y sentí como parte la conexión que habíamos perdido volvía a aparecer lentamente.
El crujido de una rama interrumpió el momento y ambos nos levantamos alertados, a la vez que otros crujidos se oían a nuestro alrededor. En menos de un segundo Anakin ya se encontraba frente a mí, cubriéndome con su cuerpo de forma protectora. Su mano buscó la mía a sus espaldas y la agarré inmediatamente, ambos apretando nuestro agarre con fuerza como si temiéramos que algo nos separara.
—¿Quién está ahí? —Con su mano libre sacó su sable láser y lo encendió, provocando que su rostro se iluminara con la luz azul de su sable.
Anakin miraba en todas direcciones, a la defensiva, pero mi mirada se centró en la escena frente a mí. Varios ojos marrones observaban con asombro el sable láser del rubio, como hipnotizados por el objeto. En un momento que Anakin giró su sable láser los rostros de las criaturas se iluminaron brevemente y descubrí quienes eran.
—Ani —tiré ligeramente del rubio con nuestras manos unidas y él se giró, levemente sorprendido. Tal vez por el apodo, o por el cariño con el que lo había pronunciado—. Tranquilo, son Ewoks, son inofensivos.
Solté nuestras manos para pasar delante de él, sin apartar mi mirada tranquilizadora de la suya, y me dirigí hacia los pequeños Ewoks, sacando mi sable láser para encenderlo frente a ellos.
Dieron un respingo, asustados por el sonido y la potente luz, pero me agaché frente a ellos, con una mirada enternecida.
—Tranquilos... No voy a haceros daño —les di una sonrisa tranquilizadora y uno de ellos dio un pequeño paso en mi dirección, con una mirada curiosa—. Ven, pequeño.
El joven Ewok se acercó más a mí y miró mi sable con asombro. Al verlo acercarse para tocarlo, lo apagué para evitar que pudiera hacerse daño al no ser consciente de la gravedad de un arma así. Cuando vio que la luz del sable ya no estaba su atención se dirigió a mí, también con curiosidad.
El pequeño empezó a hablarme en su idioma y parpadeé confundida. Al ver que no le entendía agarró mi brazo e intentó arrastrarme hacia el bosque.
Anakin hizo un movimiento brusco al acercarse y el pequeño retrocedió asustado. Me giré hacia el rubio y le sonreí con tranquilidad.
—No te preocupes, son muy familiares, y tal vez puedan ayudarnos a encontrar información sobre los Sith.
Anakin frunció el ceño ante la idea de ir con ellos pero no dijo nada al respecto. En su lugar, se agachó a mi lado y le extendió la mano al pequeño Ewok de forma amistosa. El peludo miró su mano y se acercó para agarrarla, observándole con curiosidad.
—Hola, pequeño, soy Anakin Skywalker.
El Ewok le habló en su idioma con energía y Anakin le sonrió en respuesta. No podía evitar sentir que mi corazón latía frenético ante la escena frente a mí. Por fin volvía a ver al Anakin que tanto había añorado, y fue en ese momento que fui consciente de que ese recuerdo quedaría grabado en mi memoria como uno de los más felices de mi vida.
Aunque todos mis recuerdos más felices tenían algo en común:
Anakin siempre se encontraba en ellos.
Seré sincera, ¡adoro este capítulo!
Creo que todos necesitábamos un poco del Anakin bueno y dulce ;)
Se vienen capítulos que creo que os van a gustar bastante, espero que os siga gustando hasta ahora y gracias a esas personas que han estado comentando en los capítulos, me hace mucha ilusión cada vez que los leo ✨
Seguid dejándome vuestra opinión y, si queréis, algunas teorías 💚
¡Os leo!
—Venus
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