❪22❫ Pasado
Maratón 2/2
Acaricié la piel de mis brazos sintiéndola erizada completamente, recordando los sucesos de la batalla anterior. Durante la huida, Lía y Alekai habían sufrido heridas por lo que decidieron que debían volver a Coruscant para poder tratarlos de la mejor forma. Al ser la pareja restante, ya que el Maestro Windu debía regresar sí o sí a Coruscant, este nos encomendó una misión a mi maestro y a mí, entre que ellos regresaban a Coruscant.
Llevábamos ya unas horas en la nave desde que nos habíamos separado del grupo para dirigirnos a nuestra misión. Las cosas con Anakin parecían haber mejorado, liberando esa agobiante e incómoda tensión de irritación que él poseía antes hacia mí. Sabía que llevaría un tiempo que todo volviera a la normalidad entre nosotros, o al menos esperaba que algún día pudiéramos volver a tener una buena relación de amistad como antes. No le guardaba rencor, pues sabía que él también había sufrido y que su mente se encontraba colapsada de problemas como para añadir el de ahora tener que hacerse cargo de una Padawan inexperta de avanzada edad. Sin embargo, no había presentado una queja ante el consejo y había aceptado entrenarme, por lo que siempre le estaría en deuda por ello y totalmente agradecida.
—¿Tienes frío?
Giré la cabeza en dirección a mi maestro, el cual se encontraba a mi lado en el asiento del piloto. Su mirada seguía puesta en el frente, pero sabía que estaba atento a mi respuesta. No me había dado cuenta de que llevaba ya un buen rato frotando mis brazos con las manos, tal vez por eso pensó que tendría frío.
—No, Maestro, solo pensaba.
Volví la vista al frente esperando alguna respuesta por su parte o algún atisbo de que fuera a comenzar una conversación.
—Pronto llegaremos a nuestro destino —Anakin pulsó unos cuantos botones y vi como se encendía el piloto automático a la vez que él se recolocaba en una postura más cómoda.
—¿A dónde vamos?
Mi maestro evitó mi mirada curiosa y se removió incómodo en su asiento. Traté de hacer mi mayor esfuerzo para tratar de saber lo que pensaba, sin embargo, esto no me resultaba tan fácil como a él.
—A Tatooine. Nuestro destino está cerca del planeta y quiero revisar una cosa.
Le miré con suavidad tratando de descifrar sus emociones, pero su rostro solo mostraba inexpresividad. Tragué en seco cuando pensé en las razones por las que Anakin querría volver a visitar su planeta y, aunque había muchas opciones, ninguna llegaba a convencerme del todo. Fuera cual fuera la razón, presentía que no iba a ser una experiencia feliz, sabía lo doloroso que era para él visitar ese lugar.
Por un momento pensé en Naboo y en la posibilidad de regresar también. No estaba segura de si lo añoraba o los recuerdos amargos me provocaban náuseas, pero no tenía claro que estuviera preparada para volver ahí aún. Sentía que si volvía a pisar el lugar, tal vez nunca podría volver a salir de él.
—¿Lo añoras? —La voz de Anakin me sacó de mis pensamientos y me giré en su dirección, encontrándome que él ya estaba mirándome con curiosidad—. Naboo.
Esperaba que lo hubiera intuido y no hubiera leído mis pensamientos, definitivamente no era algo que estuviera preparada para explicarle aún.
—No estoy segura. Naboo tiene un sabor agridulce para mí; hay recuerdos buenos que me hacen añorarlo, pero luego recuerdo que no fue Naboo quien me otorgó esos buenos recuerdos, sino las personas con las que los viví. Si volviera ahora, sin ellos, no tendría sentido.
En mi mente apareció el recuerdo de Anakin y yo en el lago. No se lo admitiría, ni se lo mencionaría, pero los días a su lado en Naboo habían sido de los mejores de toda mi vida. Pero ya no éramos los dos adolescentes inocentes que jugaban a los sentimientos, ahora éramos Padawan y Maestro; ese era nuestro lugar, y ese debía de serlo siempre. La diferencia entre ambos es que Anakin era fiel a la república, pero yo solo sentía fidelidad hacia los Jedi, pero sobretodo hacia mi Maestro. Todo lo aprendería de él así que siempre mantendría mi fidelidad en Anakin Skywalker; sabía que él nunca decepcionaba a las personas, así que estaba segura de que yo no sería una excepción.
—Si alguna vez necesitas o quieres volver solo tienes que decírmelo y convenceré al consejo, ¿te parece?
Anakin me dedicó una mirada suave y le sonreí levemente asintiendo, agradecida. Me re acomodé en el asiento y miré al exterior con una nueva expectativa, aún mejor, la esperanza.
Me desperté al sentir que alguien me agitaba levemente y abrí mis ojos, encontrándome a Anakin agachado frente a mí.
—Ye hemos llegado, Kaia.
Asentí y él se separó para que pudiera incorporarme.
Una vez más despierta, le seguí hasta la salida de la nave y ambos bajamos hasta la arena bajo nuestros pies. Un recuerdo me inundó la mente y me giré automáticamente hacia Anakin, el cual observaba el lugar con seriedad.
Su mirada dió con la mía y se suavizó.
—Vamos —me dedicó una leve sonrisa y comenzó a caminar, a la vez que yo le seguía de cerca.
Caminamos un largo rato en silencio hasta que por fin divisamos Mos Eisley a lo lejos.
De repente Anakin se pegó a mí y me tensé por completo, alerta por si esa acción significaba peligro.
—No te separes de mí —me susurró en el oído.
Sentí su mano agarrar la mía con delicadeza y tragué abrumada, tratando de ignorar los escalofríos que me recorrían por la sensación del contacto. Bloqueé todo lo que pude mis pensamientos y traté de concentrar mi atención en el lugar frente a nosotros; parecía un sitio realmente pobre y peligroso.
Anakin se acercó a un vendedor y comenzó a hablarle en una lengua desconocida para mí. Mi rostro reflejó confusión cuando Anakin le entregó unos créditos a la criatura y esta se alejó más adentro de su tienda.
Mi Maestro sintió mi mirada y me dedicó una sonrisa de tranquilidad, para hacerme entender que todo estaba bien. Mi cuerpo se relajó y destensé la mano que aún aferraba la de Anakin.
Al cabo de unos segundos, el vendedor apareció de nuevo acompañado de un Eopie. La criatura emitió un sonido y sonreí ampliamente en su dirección. Me maravillaba la fauna, sobretodo descubrirla más allá de un libro. Un Eopie era principalmente vendido como medio de transporte para forastero, y eran buenos aguantando largas distancias.
Anakin agradeció al vendedor y agarró al Eopie a la vez que soltaba mi mano, luego de preparar al animal se giró hacia mí. Se acercó con normalidad y se paró unos segundos a observarme a una corta distancia. Volví a tragar con nerviosismo mientras trataba de aguantar su mirada azulada, la cual era terriblemente intensa.
—No te asustes —me sonrió con diversión ante mi mirada confundida y solté un pequeño y poco sonoro grito cuando me agarró de la cintura impulsándome hacia arriba. Me sujeté de sus hombros antes de acabar sentada sobre el Eopie, donde me recoloqué en una buena posición.
Mi maestro me miraba divertido desde abajo y le sonreí algo avergonzada porque haberme asustado. Con un grácil y sencillo impulso, Anakin se colocó sobre el Eopie delante mía, agarrando las cuerdas de este para poder manejarlo mejor.
—Agárrate, estas criaturas suelen moverse con facilidad y rapidez si se lo indicas.
Asentí, a pesar de que no podía verme, y deslicé mis brazos por su torso con nerviosismo. Anakin noto que no estaba haciendo presión y prácticamente ni le rozaba, por lo que agarró estos con suavidad e hizo que mis brazos se afianzaran bien a su abdomen para poder sostenerme. Volvió a coger las riendas y puso al Eopie en marcha.
«Tranquila, Kaia, no muerdo»
Sonreí avergonzada al escuchar su voz en mi cabeza y suspiré a la vez que me echaba un poco hacia delante para apoyar ligeramente la barbilla en su hombro. Me concentré en Anakin y me di cuenta de que se encontraba tenso y nervioso por el lugar al que nos dirigíamos. Usé todas mis fuerzas y traté de canalizar mi energía cargada de tranquilidad y transmitírsela. Pareció funcionar ya que él se destensó levemente y suspiró, relajando su postura.
«Gracias...»
Su voz sonó como un susurro y asentí levemente mientras observaba a mi alrededor. Tatooine era un planeta tan triste en comparación a Naboo. Parecía una tortura el tener que vivir en un lugar como ese, y no quería imaginarme como habría tenido que ser la infancia de Anakin en ese lugar tan trágico y peligroso; no era el lugar para un niño, ni mucho menos el tener que convertirse en un esclavo.
—No era tan horrible, ¿sabes? —Anakin habló, devolviéndome a la realidad, y me maldije a mí misma al ver que había escuchado mis pensamientos—. Tenía a mi madre. Ella era... la persona más amable y cariñosa de la galaxia. Siempre lo dio todo por mí.
Observaba su rostro por encima de su hombro, el cual reflejaba nostalgia y una sonrisa de tristeza. Por un momento, su mirada se ensombreció, asustándome.
—Y yo se lo pagué abandonándola. Nunca pude devolvérselo.
Abrí la boca para contestar pero me detuve al ver que nos habíamos parado. Anakin bajó de la criatura y extendió sus brazos en mi dirección. Iba a aceptar su ayuda cuando me detuve al observar su brazo metálico; era aún demasiado impactante para mí y me recordaba que realmente no conocía al hombre frente a mí, ni siquiera sabía nada de todo por lo que había pasado desde que se unió a los Jedi y se convirtió en Padawan. Conocí a un niño, pero ese niño ya no era la persona que ahora se encontraba frente a mí, él había madurado, crecido y aprendido; fue ahí cuando entendí que era hora de que yo también lo hiciera.
Apoyé mis manos en sus hombros y él acercó sus brazos a mi cintura. Su brazo metálico rozó una parte de mi piel expuesta y sentí un escalofrío. Afianzó su agarre y me bajó, situándome frente a él. Era algo más baja que él, por lo que subí la mirada y el rostro para observar sus ojos. Estos parecían encontrarse tranquilos y neutros, pero veía un brillo de duda en su mirada.
Bajó la mirada y suspiró antes de girar la cabeza hacia su izquierda con tristeza. Seguí su mirada y mi respiración se atascó al ver una tumba unos pocos metros más allá de nosotros. Regresé la vista a él sorprendida y con compasión; él bajó la mirada al instante. Entendí lo duro que estaba siendo para él, así que esa vez tomé yo la iniciativa y agarré sus manos con lentitud. Él levantó la cabeza para mirarme con confusión y le dediqué una sonrisa comprensiva, antes de mirar hacia la tumba y luego a él. Solté una de sus manos, agarrando solo la de metal, y le guié hasta la tumba con suavidad.
Una vez allí, me agaché frente a ella, de rodillas, y Anakin me imitó.
—¿Cómo era? —Miré a Anakin quien suavizó su mirada al ver mi interés en saber cómo era su madre. Siempre estaría atenta con respecto a Anakin, si eso aseguraba su bienestar.
Anakin bajó la cabeza con una sonrisa nostálgica.
—Era muy buena, amable y cariñosa. Solía dejarme participar en carreras de vainas porque veía lo mucho que me encantaban; aunque a ella le aterraban —Mi maestro rió y sonreí contagiada—. Era una gran persona, a la que le tocó un mala vida.
Respiré hondo y miré como su sonrisa decaía. Miré su mano de metal y la agarré cuidadosamente, atrayendo la atención de Anakin.
—Dudo que ella sintiera que tenía una vida desdichada —le miré con cariño y él me observó sorprendido—. Tuvo la suerte de tenerte a ti como su hijo. Estoy segura de que siempre fuiste lo más importante para ella, y que si ahora pudiera verte se sentiría tan orgullosa de ti. No la abandonaste, Ani, ella quiso que fueras feliz, y sabiendo eso ella también lo fue, estoy segura.
Anakin me sonrió y una lágrima cayó de su ojo sin siquiera pestañear. Me miró con agradecimiento y movió su mano metálica entre la mía hasta entrelazar nuestros dedos. La sensación de su fría mano robótica era extraña, pero a la vez agradable ya que era suya; no me importaban esos mínimos detalles, solo la persona que los poseía.
—Me recuerdas a ella, tienes su espíritu bondadoso y amable. Le habría encantado conocerte...
Le sonreí conmovida y regresé la vista a la tumba frente a nosotros.
A mí también me habría encantado conocerte, Shmi Skywalker.
—Tengo miedo, Kaia...
Regresé mi vista a él, confundida, y vi como observaba la tumba con una profunda tristeza que me desgarró por dentro.
—Me aterra pensar que te pueda pasar lo mismo a ti. No pude protegerla a ella, y me odiaría el resto de mi vida si no pudiera salvarte a ti.
—Anakin...
Su mirada golpeó la mía y no supe que decir ante sus intensos ojos azules.
—La fuerza me ha dado una segunda oportunidad, la oportunidad de conocer a alguien tan puro como ella. Si te perdiera ya no quedaría nada en mi vida por lo que mereciera la pena luchar.
—Si que lo tendrías —rebatí al instante, sorprendiéndole—. Tú, Anakin, eres por quien merece la pena luchar. Si no luchas por ti mismo, si no crees en quien eres, nunca podrás cuidar de aquellos a los que tanto temes perder.
Él bajó la cabeza al suelo y continué:
—No vas a perderme, Anakin Skywalker. Siempre serás mi maestro, y yo siempre lucharé a tu lado, pase lo que pase.
Mi mirada y la de mi maestro se conectaron y pude sentir esa conexión electrificada recorrerme con tan solo mirarnos. Era una sensación que solo me pasaba con Anakin. Él me sonrió y acarició el dorso de mi mano unida a la suya metálica y me estremecí, a la vez que sentía algo nuevo.
Le devolví la sonrisa y entonces pude notar lo que sentía.
Era mi corazón el que se agitaba como loco en mi pecho, siempre me imaginé que estaría vacío ya que nunca se alteraba y nada podía ponerme eufórica, pero en ese momento... mirando a Anakin Skywalker a sus hermosos ojos azul cielo, pude darme cuenta de que estaba cambiando algo en mi interior. Mi corazón se encontraba eufórico, cuando jamás lo había estado; nunca había sentido esa sensación y de ahogarme por la presión en mi pecho de agitación. Tenía ganas de llorar y gritar de alegría porque por fin estaba sintiendo algo en mi interior, un sentimiento.
¿Estaba enamorada de Anakin Skywalker? ¿Mi maestro Jedi?
Suspiré y miré al cielo, tratando de calmar mis sentimientos, los cuales acababan de desatarse.
Oh, Fuerza, ¿qué voy a hacer ahora?
¡Importante!
Quiero explicar los dos gifs de arriba, por si alguien no ha entendido el significado (puede ser un poco enrevesado ya que al final son dos escenas muy distintas):
Anakin aparece llorando y Kaia sale arriba riendo alegre como una representación de a qué se refiere Anakin con que le recuerda a su madre. Lo he querido poner así como referencia a que ella le recuerda a la alegría y cariño con la que su madre lo trataba de niño, y como eso lo tortura lentamente al recordar que no pudo salvarla.
Este capítulo tiene bastante importancia en la historia ;)
Espero que os haya gustado 🫶
P.D. ¿Alguien quiere dedicatoria en el siguiente?
¡Os leo!
—Venus
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