❪18❫ Lazos rotos
La mañana no había empezado exactamente como esperaba que empezara. Era mi primer día en el templo Jedi, y mis expectativas habían estado relativamente altas. Había madrugado, leído durante media hora y luego me había dirigido hacia el comedor del templo, pensando en la idea de tener amigos. Sin embargo no había salido como esperaba.
Al llegar al comedor, había tratado de sentarme en distintas mesas, pero todos los demás Padawans me decían que los asientos estaban ocupados. Me miraban con rareza, suponía que por mis curiosos rasgos, pero en algunos había podido detectar envidia o simplemente ira. A l final tuve que optar por coger una simple manzana y, fingiendo que no tenía hambre, me había ido a mi cuarto a comérmela tranquilamente. Vivir la mayor parte de mi vida en soledad me había ayudado a no sentirme tan mal en el momento en el que los demás me rechazaron.
Era raro, pero ya estaba echando de menos a Anakin y solo iba a estar un día fuera. Al menos él no me juzgaba por cómo era por fuera, a pesar de su actitud, era agradable.
Alguien tocó a mi puerta y confundida me acerqué a abrirle.
—Hola, te has ido muy rápido del comedor he pensado que tal vez querrías un poco —un hombre con barba y ojos azules me extendió un plato de sopa. Le miré detenidamente, dándome cuenta de que conocía al hombre frente a mí.
—Obi-Wan Kenobi... —susurré al recordar—. Madre mía, ha pasado mucho tiempo.
La sonrisa en mis labios no se hizo esperar; estaba emocionada de volver a verlo.
—Vaya, pensé que no me recordarías, eras muy pequeña en ese entonces —Obi-Wan me dio una sonrisa y revolvió mi pelo.
—Oh, por favor pasa. Gracias por la sopa, la verdad es que sí tengo hambre —agarré el cuenco y me aparté para dejarle pasar.
El de ojos azules entró y miró la habitación con curiosidad para luego posar en mi su mirada. Había cariño en sus ojos mientras me veía sentarme en la gran cama que había en el centro de la habitación.
—Siéntate, creo que tienes que ponerme al corriente —señalé el hueco a mi lado y él aceptó, sentándose.
—Tú también —rió y volvió a revolverme el cabello—. Así que... la Padawan de Anakin Skywalker, ¿eh?
Recordé esos ojos azules que me habían observado el día anterior antes de salir de la sala del consejo y entonces me di cuenta de que esa persona que me había saludado antes de irnos había sido Obi-Wan.
Eso significaba...
—Ay dios, ¡eres un miembro del consejo! —me tapé la boca con las manos, avergonzada de haberlo tratado de forma tan informal—. Lo lamento mucho, Maestro Kenobi.
—Eh, eh, eh. Tranquila, Kaia, que sea un miembro del consejo no significa que no podamos tener nuestras informalidades en secreto —quitó mis manos de la boca y me sonrió para tranquilizarme.
—¿Conoces bien a Anakin? Quiero decir, al Maestro Skywalker.
Obi-Wan rió por mi nerviosismo y asintió con la cabeza, perdido en sus pensamientos.
—Anakin era mi Padawan, yo lo entrené.
Le miré asombrada ¿Cómo no sabía eso? En realidad comenzaba a darme cuenta de que sabía muy pocas cosas sobre mi nuevo maestro, no conocía nada de su historia ni de lo que había sido su vida. Tal vez toda esa oscuridad en su mente tenía algo que ver con el hecho de que había vivido más cosas de las que imaginaba.
—Wow... No lo sabía.
—Estarás bien bajo su protección. Anakin se negará a verlo, pero estoy seguro de que será un gran maestro. Es la persona más leal que he conocido, y con el tiempo, tú también te ganarás su lealtad —aprovechó y señaló él cuando de sopa en mis manos, el cual ya estaba enfriándose.
Después de tomar una cucharada, suspiré con tristeza.
—Él ya tiene la mía... Pero no quiere que sea su Padawan, puedo verlo.
—Tiene miedo, Kaia. Es muy joven e imprudente, sabe que ya le es difícil de por sí cuidarse a sí mismo como para cuidar de otra persona. Cree que no está preparado para mantenerte a salvo.
—No quiero su protección, sé cuidar de mí misma. Quiero a alguien que me tome enserio y que me quiera a su lado. Quiero tener un equipo...
Obi-Wan no dijo nada más y mientras tanto yo terminaba mi sopa.
—Dale tiempo —suspiró y se levantó, acercándose a la puerta—. Te veré mañana en la sala de entrenamiento.
Y sin más se fue. De nuevo la soledad me rodeaba, el silencio era espeso. Iba a tener que pasar el día completo sola, Anakin no estaría hasta mañana, y claramente los Padawans no daban saltos de alegría por mi compañía.
Si Anakin no se sentía preparado para protegerme, y tampoco me veía capaz para hacerlo yo misma, tendría que demostrarle que estaba equivocado. Él veía a una niña cada vez que posaba en mí su mirada, pero yo no quería ser una. Ni mucho menos quería parecerlo.
Si quería ganarme la aceptación de Anakin como si Padawan, tendría que ganármelo. Todo por lo que tanto había soñado desde niña estaba ante mis ojos, esperando a que me esforzara para llegar a él. Tendría que esforzarme al máximo y estar a la altura de El Elegido, tendría que ser la mejor Padawan de todo el templo Jedi; y para ello, tendría que empezar a trabajarme lo de verdad.
Me vestí con ropa cómoda y salí corriendo de la habitación. Tenía 24 horas para aprender lo necesario para mañana, si quería impresionar a mi maestro.
Llegué a la sala de los entrenamientos donde ya había Padawans entrenando con sus maestros. Las espadas láser emitían un fuerte sonido cuando impactaban las uñas contra las otras. Los Jedi las movían con ligereza y sin esfuerzo, cada uno tenía distintas formas de atacar y defenderse. Debía haber distintos estilos de lucha, tendría que aprenderlos todos.
Una chica morena llamó mi atención, sus pasos eran ligeros y hábiles, demasiado rápidos incluso para seguirlos, su espada desviaba los disparos en las direcciones que ella quería, dando así en los blancos que estaban marcados. Reconocía ese estilo de lucha, lo había visto más de una vez en persona. Lo llaman Ataru; el combate gira en torno a la velocidad extrema y los golpes de poder. A los practicantes se les enseña a estar constantemente en ofensiva y alimentar sus cuerpos con la Fuerza. De esta manera los usuarios pueden superar limitaciones como el tamaño del cuerpo o la edad. El Maestro Yoda era un excelente Jedi que usaba ese estilo de lucha. Tal vez esa chica no era tan rápida como él gran maestro, pero era bastante buena en lo que hacía.
Agradecía mucho el haber leído tanto sobre los Jedi, me vendría muy bien en los entrenamientos.
Cuando la chica acabó, todos los blancos estaban dados justo en el medio y ella estaba sin ningún rasguño.
Impresionante...
Pero al parecer fui la única que opinó eso.
—¡Mal! No eres lo suficientemente rápida. Si de verdad quieres dominar el Ataru tendrás que ser mucho más rápida y letal. ¡Otra vez!
El Maestro Windu se paseaba alrededor de la que debía ser su Padawan, señalando cada uno de sus errores. La morena parecía bastante cansada, su cuerpo ya comenzaba a temblar por el esfuerzo, pero Windu no parecía tener intención de finalizar su entrenamiento.
—Vaya, vaya, parece que tenemos público. ¡Tú! Entra en la sala, ahora.
Tragué con esfuerzo al darme cuenta de que me hablaba a mí y salí de mi escondite, detrás de la puerta. Me acerqué a ellos, bajo la mirada sorprendida De la Morena y la fulminante de su maestro.
—Mi Padawan lleva tiempo sin medir su fuerza con alguien a su altura. Tú eres la Padawan del gran Anakin Skywalker, El Elegido —su tono de voz estaba cargado de burla y era arisco. No me gustaba el rumbo que estaba tomado la conversación—. ¿Por qué no demuestras su grandeza? A no ser... que el supuesto Elegido no sea tan poderoso como todos dicen. Puede que ni él sea el verdadero Elegido.
Mis músculos se tensaron ante sus palabras. Podía meterse conmigo, pero Anakin no le había hecho nada, y él no era nadie para decir que Anakin no era El Elegido solo por la Fuerza de su Padawan. Sabía que me arrepentiría más tarde de eso, pero no podía dejar que ridiculizaran a mi maestro, ahora éramos un equipo y yo también lo protegería a él.
—El Maestro Skywalker ha demostrado en muchísimas ocasiones su grandeza, no necesita que nadie más le haga justicia a su nombre —gruñí con actitud—. Pero no dejaré que nadie ensucie su reputación por envidia, por lo que si quiere que combata lo haré. No porque necesite demostrarle nada, sino para que se lo piense mejor la próxima vez que intente rebajar a alguien.
A lo lejos se escuchó una risilla y los tres nos giramos buscando al propietario. En la entrada de la sala se encontraba el Maestro Yoda, sonriendo en mi dirección.
—Si a luchar vas, joven Padawan, un sable láser necesitarás —el pequeño maestro sacó un sable láser—. O dos.
Sacó dos sables láser y me los extendió. Me acerqué a él y me agaché observándolos.
—Recordar esto debes, joven Kaia, el estilo de lucha que desarrollar quieras una parte de ti definirá. Sabiamente escoger debes, un error letal puede ser.
Inspiré con fuerza y observé de nuevo ambos sables.
Respira, Kaia... Concéntrate.
Recordé las veces que había bailado por los pasillos del palacio de Naboo, los distintos bailes que había aprendido. Recordé la primera vez que Yoda me dejó usar una espada láser y como me estuvo enseñando lo básico para entretenerme. Recordé como nunca tuve el control de mi espada, no lograba mantenerme en equilibrio y Yoda siempre dijo que lo hacía mal. En ese momento entendí varias cosas a lo largo de mi vida, distintas frases...
—Eres sensible, Kaia, algún día tendrás a alguien para sostenerte.
—Dos son más fuertes que uno.
—Naciste para ser parte de un equipo. Para que alguien te complementara.
Cerré los ojos y tras un suspiro agarré ambos sables. El Maestro Yoda me miró inexpresivo y con uno de sus dedos señaló detrás mío, indicándome que comenzara el combate. Me giré hacia la chica morena y ambas nos posicionamos. La Padawan encendió su sable láser, revelando uno de color azul, como era de esperarse. Imitándola, encendí ambos sables cada uno en una mano y observé sus colores, uno verde y el otro azul. Me sentía halagada, el Maestro Yoda me había prestado su sable láser para la ocasión, aunque no era la primera vez que lo hacía.
—¿Dos? El Jar'Kai es un estilo complejo, ella jamás podría dominarlo.
El Maestro Windu se dirigió a Yoda pero no recibió respuesta. Yoda mantenía su vista fija en ambas.
La morena me miraba con cautela, como si no estuviera segura de que debiera atacarme; al fin de al cabo era nueva, y estaba en desventaja.
—Comenzad.
Ambas empezamos a andar en círculo, sin apartar la mirada de la otra, y ella se puso en una posición defensiva, mientras yo giraba mis sables a mis lados de forma más agresiva. Al ver el movimiento circular que hacían mis sables rozando el suelo, intercambió su pose a una de ataque. Al contrario que ella, yo estudiaba cada uno de sus movimientos esperando el movimiento irregular que me alertara de que se lanzaría a atacarme.
Después de unos segundos de tensión, la morena saltó en el aire posicionándose más cerca mío y comenzó a mover su espada de forma agresiva tratando de asestarme un golpe. Moví ambos sables láser como si fueran uno y bloqueé sus ataques, los cuales no cesaban y buscaban el momento en el que yo perdiera fuerzas y pudiera recibir un golpe.
Nunca había luchado con dos sables láser, se sentía muy extraño pero a la vez natural. Estaba completamente segura de que ese sería mi nuevo estilo de combate, sentía el equilibrio que me proporcionaban ambos sables y sentía la fuerza con la que bloqueaban juntos cada ataque. Pude darme cuenta de que la morena no era buena en el uso de La Fuerza, su maestro la había hecho concentrarse tanto en los combates que la joven se sentía más alejada de La Fuerza de lo que debería; usaría eso a mi favor. Solo una vez en mi vida me sentí realmente conectada a La Fuerza, esperaba que esta vez nos conectáramos de nuevo. Afiné mis sentidos y dejé a un lado las emociones y corazonadas, concentrándome en la ayuda que La Fuerza me proporcionaba.
Cansada de bloquear ataques, pasé a la ofensiva y mis sables comenzaron a dar vueltas con violencia a cada lado de mi cuerpo, los movía a una velocidad impresionante, me sentía cargada de energía; poderosa. La morena comenzó a tener dificultades para bloquear tantos ataques y movimientos por mi parte. Daba vueltas, saltos, me tiraba al suelo... Todo sin dejar de mover mis sables hacia ella. Mis ataque eran tan imprevisibles que uno de ellos dio en el blanco y rasgó parte de la tela de su brazo junto con la piel de este. La chica chilló de dolor y cayó al suelo. Sin darme cuenta, mis ojos cambiaron a un verde neón y mi cuerpo se movió solo, listo para asestarle un golpe mortal; pero alguien lo paró a tiempo. Me giré furiosa, aún con los ojos verdes, buscando al responsable.
Yoda se encontraba en el mismo lugar que cuando comenzó el combate, pero esta vez tenía una mano extendida en mi dirección; había parado mis sables con La Fuerza.
La furia y la adrenalina desaparecieron y me sentí agotada de repente. Mis dos sables se apagaron y cayeron al suelo a la vez que mi cuerpo también se derrumbaba. La morena también estaba en el suelo, sujetando su brazo y respirando con dificultad. Todo a mi alrededor daba vueltas mientras veía a el Maestro Windu acercarse a su Padawan para recogerla del suelo y depositarla en sus brazos.
Las puertas se abrieron y dejaron ver a mi Maestro sonriente. Sin embargo, esa sonrisa se apagó lentamente cuando vio a la Padawan del Maestro Windu siendo cargada por este mismo, mientras se dirigían a la salida. Probablemente a la enfermería. Una vez que Maestro y Padawan abandonaron la sala, me derrumbé en el suelo por completo, quedando tumbada.
No pasaron ni cinco segundos para que mi Maestro se posicionará de cuclillas a mi lado, revisando mi pulso con preocupación.
—¿Qué ha pasado? —Su voz sonaba angustiada. Definitivamente esa no era la imagen que esperaba ver a su regreso.
El Maestro Yoda le ignoró y se acercó también a mi lado. Tras agacharse como mi maestro, tocó mi frente con delicadeza y frunció el ceño.
—Imaginé que poderosa eras, más predecir algo como esto yo no podía —suspiró y negó con la cabeza, apartando su mano de mi frente—. Poderosa la luz en ti es, más algo de ella te consume. Equilibrio no posees, preparada para dos sables no estás.
Yoda recogió su sable verde y dejó el azul a mi lado.
—Por el momento ese usarás. Cuando preparada estés, a por tu propio cristal Kyber podrás ir. Para ello, en paz deberás conseguir estar no solo contigo misma, sino también con tu Maestro —Yoda nos miró a ambos y tras asentir, convencido de sus palabras, se dirigió a la salida.
La puerta se cerró tras él y Anakin dirigió su atención a mí.
—Dije que te tomaras hoy como descanso y que visitaras el templo, no que te lanzaras a luchar contra otra Padawan como si nada —me regañó Anakin. Su mirada era fulminante y no estaba contento con mis acciones.
—No era mi intención luchar, yo- —protesté, pero me vi interrumpida.
—No me interesan las excusas. Te daré un consejo, madura si quieres seguir siendo mi Padawan. No toleraré más actos impulsivos y de niña consentida.
Tras un dura mirada se levantó y se dirigió a la salida, sin siquiera ayudarme.
No podía creérmelo cuando abandonó la sala. Fulminé el lugar por el que se había ido y grité con frustración.
¿Qué es lo que se había creído? ¿Infantil? ¡Lo había hecho por él! ¡Trataba de que se sintiera orgulloso!
Empezaba a tener la corazonada de que mi amistad con Anakin había muerto completamente, y que conseguir su aprobación o compasión iba a ser prácticamente imposible.
Él no me quería a su lado, no me quería allí. Iba a tratar de encontrar la situación perfecta para devolverme a Naboo de una patada, estaba segura. Pero no le daría el gusto. Oh, por supuesto que no.
¿Quería madurez? Bien.
Prepárate, Anakin Skywalker. Pienso entrenar y convertirme en la mejor Jedi que haya pisado este templo. Haré que te sientas orgulloso.
Seré la maldita Padawan de Anakin Skywalker. Ya no soy una niña, y es hora de que el mundo se entere.
Nadie olvidará mi nombre...
¡Empezamos fuerte la Segunda Parte!
La amistad de Kaia y Anakin ha muerto oficialmente. Él la quiere lejos, pero ella es demasiado cabezota para aceptarlo.
Las cosas van a cambiar, no tendrán nada que ver con la primera parte de esta historia. Kaia está claramente mosqueada, y no va a dejar que nadie la rebaje; ni siquiera Anakin. Pero si quiere que su Maestro la tolere va a tener que madurar y volverse más seria.
No tengo dudas en que muchos, me incluyo, vamos a sentir verdadera frustración hacia Anakin Skywalker y su actitud. Pero que le vamos a hacer, no sería Anakin si no fuera frustrante a veces.
¡PREGUNTA!
¿Queréis un apartado de personajes de esta Segunda parte? Habrá uno en la Cuarta parte, ¿queréis que haya en todas las partes? Ya que irán apareciendo nuevos personajes.
¡Seguid comentando y dejando teorías!
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
—Venus
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro