❪17❫ Antes de la tormenta
Me acerqué al lugar del copiloto, el cual estaba vacío, y me senté junto a Anakin para observar el hermoso paisaje frente a mí.
—Esto es una pasada... —Murmuré.
Vi que Anakin me miraba de reojo pero no dijo nada. Coruscant era una auténtica preciosidad, llena de edificios y de toda clase de especies. Era un ambiente tan distinto al que había en Naboo, que me cuestionaba si podría adaptarme bien. Había toda clase de naves en el aire, y el aire estaba bastante limpio sorprendentemente. Estaba segura de que por la noche sería un sitio aún más bonito de lo que ya lo era por el día.
A lo lejos se comenzó a ver el templo Jedi. Si creía que la ciudad era bonita, sin duda ese templo era una maravilla. Debía tener muchos años de antigüedad, y aún así se mantenía con todo su esplendor, dándole un detalle perfecto a la ciudad.
—¿Qué es lo primero que haremos al llegar, Maestro? —Me giré hacia Anakin y le miré expectante con una sonrisa emocionada.
Él parecía descolocado con que yo lo llamara Maestro, suponía que tendría que acostumbrarse a tener una Padawan. A mí, por el contrario, no se me hacía nada raro. Me fascinaba poder llamarle Maestro, y en mi interior no paraba de dar saltos de alegría, pues empezando a verle el lado bueno a todo eso, aprender del mejor sería la mayor experiencia de todas. La gente comenzaría a tomarme enserio por ser la Padawan del elegido, y me acabarían respetando.
Tenía tantas ganas de llegar que se me pasaba por la cabeza pedirle a Anakin que acelerase.
—Te presentaré ante el consejo como mi Padawan y después te mostraré las instalaciones —su rostro se mantuvo serio e inexpresivo. Traté de acceder a algún pensamiento suyo o a alguna emoción, pero él parecía haber sellado nuestro vínculo para que no pudiera hacerlo.
Apreté los labios con fuerza por las ganas y asentí.
—Suena genial, Maestro.
Me giré hacia el frente y observé cómo aterrizábamos en el hangar del templo.
Al fin...
Salí corriendo a por mis cosas y cogí también las de Anakin. Él se acercó y al verme con sus maletas frunció el ceño.
—No se preocupe, Maestro, yo las llevaré —y tras mis palabras salí disparada de la nave.
Narra la escritora
Anakin se quedó en shock tras ver a su Padawan salir corriendo con todas sus cosas, impresionado de que hubiera podido cargar con tantas cosas.
El Maestro Yoda se posicionó a su lado mientras ambos veían a la joven y emocionada Padawan ayudando a los clones a bajar las cosas de la nave. Se la veía tan despreocupada y feliz que Anakin sintió un gran vértigo de repente. No se sentía capaz de tener un Padawan, y mucho menos a ella. Se preguntaba con temor que pasaría si en una misión no lograba salvarla, si la herían, o si la mataban. Nunca creyó estar a la altura de ella, pero las cosas estaban aún más complicadas.
Kaia tenía unas habilidades de las que ni ella misma era consciente, pero Anakin sabía del inmenso poder que albergaba la exótica adolescente. Había podido sentirlo, pues cuando esa noche ella se coló en su mente, él estaba despierto. Sintió todo lo que ella sintió, y le aterró sentirla como si fueran uno solo, como si sus mentes estuvieran unidas. Lo que ella hizo le aterró. Pero aún más le asustó el miedo que ella sentía estando en la mente de él. Sintió como temblaba estando en su mente, viendo los recuerdos y sintiendo la oscuridad que había en él. Le aterró el hecho de que ella le temiera, pero lo que él no sabía es que ese miedo que Kaia había sentido no era por él, sino por ella. Ambos tenían miedo de sí mismos y les aterraba que el otro lo descubriera y le temiera también.
Anakin creía que la mejor forma de mantenerla a salvo de él, era manteniéndola alejada de su mente y de su corazón. Quería que ella le odiara, que no quisiera volver a acercarse a él jamás. Porque sabía que no soportaría el hecho de ver sus ojos cargados de miedo por su culpa. Mantendría una relación de Maestro y Padawan distante, ella le respetaría y él la entrenaría tal y como ella deseaba. Pero cuando ella alcanzase la gloria, el futuro que ella de verdad deseaba, entonces él se alejaría, y se convertiría en un vago recuerdo de su vida. Solo recordaría a su Maestro, El Elegido, no a Anakin Skywalker. Pero él no olvidaría, siempre se acordaría de su amiga de la infancia.
—Curiosa tu Padawan es, sensible también, pero su fuerza límites no tiene. Subestimarla no debes, a la altura ella estará. Un gran Maestro serás, joven Skywalker. Adorarte ella lo hace.
Las palabras de el Maestro Yoda cavaron un profundo agujero en su interior. Adorarle estaba lejos de lo que él quería que ella sintiese hacia él. Incluso tratándola mal, ella transformaba su cariño en respeto y viceversa. No sabía cómo la mantendría alejada sin herirla. Ella era tan dulce, y él tan serio.
Desde lo de su madre, la oscuridad había cubierto su interior. Pero ella parecía una luz, una luz que iluminaba parte de él y lo guiaba en la oscuridad. Sus ojos volvían a brillar con ella delante. No había conocido jamás un ser tan puro, noble y bueno como lo era ella. Y lo que más le sorprendía es que teniendo a tantos a su alrededor, sus ojos lo buscaban siempre a él. Como imanes. Le hacía sentirse especial, y querido de nuevo. No sabía que era lo que ella veía en él, porque sabía que no era una simple atracción física, no tenía nada que ver con eso; era algo mucho más profundo. Lo sabía por la forma en la que lo miraba, era diferente.
Su madre la habría adorado si hubiera podido conocerla, se habrían llevado muy bien. Pero él no podía comprender qué había hecho para merecer algo tan bueno como ella. Qué le había podido dar a la galaxia para que ella pudiera quererlo solo a él. Se sentía como si hubieran nacido para encajar.
Ella creía que él era luz, alumbrando su oscuridad; pero él creía que ella era la luz que alumbraba la oscuridad en él.
A los ojos del otro eran perfectos. Pero en su interior, ellos mismos se temían. Lástima que ninguno de ellos supiera lo que sentía el otro, ni como realmente se veían a sí mismos.
Anakin suspiró y bajó de la nave, buscando a su nueva Padawan con la mirada. La encontró frente a la entrada del templo, cargada con sus cosas y las de él, mirando embobada el templo. Le dolió verla esforzándose tanto para agradarle, como si no se conocieran en absoluto. Ella buscaba ganarse su respeto y quizá algo de aprecio por parte de su Maestro. Él, por el contrario, trataba de alejarse lo máximo posible de ella, tratando de ganarse su desprecio. Pero ninguno daría su brazo a torcer fácilmente, lo tenían muy claro.
—Deberíamos entrar ya —habló él, después de carraspear para llamar la atención de su Padawan.
—Le sigo, Maestro.
Su repentino respeto hacia él le descolocaba más de lo que le gustaría admitir. Empezaba a odiar su estrategia de apartarla, odiaba que ella le tratara como a alguien superior; no se sentía superior a ella, ni superior a nadie; bueno, tal vez a algunos así.
—Disculpe, Señorita, yo llevaré sus cosas adentro —uno de los clones se dirigió a Kaia y le ofreció retirar las cosas que ella comenzaba a cargar con dificultad.
—Oh, muchas gracias —la joven le entregó sus cosas y siguió corriendo hacia Anakin, el cual ya había entrado y caminaba a paso rápido.
Él aparentaba no importarle si ella le seguía o no, pero en realidad estaba más que atento a los pasos de la joven, y a asegurarse de que no se perdiera. Disimuladamente, disminuía el ritmo al ver que ella se quedaba atrás y luego aceleraba cuando ella ya estaba cerca.
Se dirigieron a la sala del consejo, y cuando estuvieron en la puerta Anakin se detuvo mientras la joven recuperaba el aliento.
—Lamento mi lentitud, Maestro, tengo que mejorar mi forma.
Su maestro no dijo nada y tras respirar profundamente abrió las puertas de la sala. Los Maestros se encontraban ya en sus respectivos sillones, esperándoles. Kaia entró detrás de Anakin y de pronto se sintió aterrada al notar como todas las miradas recaían en ella. Miró a su Maestro buscando algún tipo de consuelo, pero este solo miraba al frente con seriedad, posando su mirada en el Maestro Yoda, quien también estaba sentado. La joven lo miró también y Yoda le hizo un asentimiento de cabeza para que ella diera un paso al frente.
Kaia dio un paso al frente con torpeza y nerviosismo, pero Anakin la hizo retroceder, avanzando él un paso.
—Miembros del consejo, ella es Kaia, mi nueva Padawan —la presentó.
La peli blanca se sintió agradecida de que él notase sus nervios y la ayudara, a pesar de notar como no hubo ninguna emoción en la forma en la que su Maestro la presentó ante el consejo. De nuevo las miradas se posaron en ella y la evaluaron.
—Es algo mayor, ¿no cree, Skywalker? No me parece apropiado —uno de los maestros, de piel oscura y ojos grandes, señaló con el dedo a la joven y negó con la cabeza. Kaia se encogió en su lugar ante la mirada de desaprobación del hombre.
Anakin no dijo nada en su defensa y Kaia se sintió desanimada. No era como si esperase que la salvara, pero pensó que al menos lucharía por mantenerla como su Padawan.
Se equivocaba.
—Maestro, he estado aprendiendo desde que era una-
—No se le ha concedido permiso para hablar —el mismo Maestro que había hablado antes, la interrumpió. Tras mirarla de arriba abajo hizo una mueca, al pararse en sus ojos—. ¿Qué le pasa en los ojos? ¿Es ciega de un ojo o algo?
Había algo de burla en su voz y tras sus palabras los maestros se centraron en los ojos de la Padawan. Kaia no pensaba quedarse callada ante esa burla, pero alguien se le adelantó.
—No creo que sus ojos sean un impedimento para aceptarla, Maestro Windu. Ella nació con un ojo de cada color pero ve estupendamente bien, y si no ha notado eso entonces me pregunto si el que está ciego es usted —Anakin le replicó con actitud y lo fulminó con la mirada. La mandíbula del Maestro Windu se contrajo de rabia tras la actitud insultante de Skywalker.
—Joven Skywalker, tu palabra definitiva es. Si como tu Padawan la aceptas, entrenada ella será; si la rechazas, enviada de inmediato a Naboo será.
Kaia se entristeció ante eso. Se sentía fuera de lugar si nadie la quería allí, todo dependía de Anakin, pero él la odiaba.
Tendría que regresar a Naboo.
—La acepto.
La peli blanca levantó la cabeza de inmediato, sorprendida, y miró a Anakin, quien había aceptado entrenarla.
—Buena tu decisión es. Un gran futuro en esta pareja yo veo, un vínculo inquebrantable seguro estoy de que formaréis —finalizó Yoda, y les hizo un asentimiento, dando por concluida la reunión.
Anakin le señaló la puerta a su Padawan y ambos avanzaron hacia ella. Antes de salir, Kaia giró la cabeza de nuevo hacia la sala y se topó con una mirada de color azul que la observaba con diversión. Él le dio una sonrisa y un asentimiento respetuoso que la joven devolvió con gusto antes de salir completamente de la sala.
Ya fuera la esperaba Anakin, quien aún parecía molesto por su interacción con el Maestro Windu.
—Gracias por defenderme antes, en verdad-
—Solo he defendido una injusticia. Que no se te suba a la cabeza, Padawan —Anakin la interrumpió y de nuevo caminó sin esperarla, frustrando a la chica.
Comenzaba a desesperarse con la actitud de su Maestro, no entendía porque tenían que llevarse de repente de ese modo. Yoda les había dicho que formarían un gran vínculo inquebrantable, que tenían mucho futuro como equipo Jedi, pero era como si Anakin se negara a querer algo como eso. Solo ponía más y más obstáculos en su relación, la cual comenzaba a volverse agria y distante.
Llegaron a lo que parecían ser las habitaciones y se detuvieron. Como todo Maestro, Anakin debía tener a su Padawan cerca, por lo que su habitación estaba en frente de la de ella.
—Aprovecha y duerme, Padawan. Mañana saldré a una corta misión, tendrás tiempo de conocer a los demás e integrarte, pasado mañana comenzaremos a entrenar pronto. Sé puntual y no te metas en problemas en mi ausencia.
Anakin abrió la puerta de su habitación, e iba a entrar cuando la voz de su Padawan le detuvo:
—No le decepcionaré, Maestro. Haré que se sienta orgulloso y que ya no sienta más vergüenza. Lo lamento.
Y sin esperar respuesta, la joven se metió en su habitación con rapidez, dejando a su Maestro en shock y sintiéndose realmente culpable.
Ella creía que él se avergonzaba de ella, y Anakin se sentía realmente culpable por ello. No se avergonzaba para nada de ella, es más, estaba muy seguro de que Kaia rebasaría a los demás Padawans en cuestión de semanas. Era poderosa en la Fuerza, al igual que él, y por eso sabía que se convertiría en una de las mejores Jedi de la historia. No tenía dudas, y sabía cuán orgulloso se sentiría con sus progresos y aprendizajes, lástima que no pudiera hacérselo saber a la joven. En el fondo se alegraba de haber sido escogido para ser su Maestro, sabía que nunca habría obtenido una Padawan mejor que ella, ni tampoco una a la que apreciara tanto. Pero debía ser cuidadoso, solo por ser su Padawan ya estaba en el punto de mira de muchos, tendría que ser menos imprudente de lo que era si quería mantenerla ilesa y a su lado. No sería fácil, pero sabía que ella le seguiría a cualquier parte que él le dijera.
Yoda tenía razón, iban a ser un gran equipo en el futuro.
¡Seguimos con la maratón!
Os aviso que a partir del siguiente capítulo comienza la segunda parte de esta historia. En la primera pudisteis ver como se conocieron y la relación bonita que podían tener si querían. En esta parte podréis presenciar el verdadero desarrollo de Kaia, no solo en su relación con Anakin, sino también en su propia personalidad. La primera parte era muy Happy y Soft, aquí empieza realmente Dark Side, el lado oscuro de nuestros protagonistas. Ahora las cosas tomarán más seriedad, y los secretos serán más oscuros. Ya habéis visto la oscuridad que hay en Anakin, y como crece por el odio y la soledad, pero aún os queda descubrir cuál es la verdadera oscuridad en nuestra protagonista. Porque ella no es solo rosas y arcoíris, su pasado esconde secretos, y hay muchas cosas ocultas detrás de esa sonrisa encantadora.
¿Qué esconden realmente esos ojos de distinto color? ¿Qué hay realmente en el interior de Kaia? ¿Cuál es su historia?
La evolución de Kaia es realmente impresionante, aún es muy joven tenéis que entender eso, pero cuando crezca se revelará como es realmente. Van a cambiar muchas cosas y muchos personajes. Veréis los cambios más claros cuando entremos en la tercera parte de esta historia.
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