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❪15❫ Sentimientos

—¿Cómo de elegante? Del uno al diez.

—Diez, sin duda.

—¡Exagerado! Ni que fuera una princesa —bufé mientras aguantaba la risa.

Nos encontrábamos en los antiguos aposentos de mi madre, donde aún guardaban sus cosas como muestra de respeto hacia ella. Anakin decía que el baile sería muy elegante, así que tuve que colarme en la habitación de mi difunta madre para ver si ella tenía vestidos más elegantes que los que yo poseía. El rubio estaba sentado en la cama mientras que yo estaba encerrada en la habitación-armario del cuarto, buscando algo adecuado para ponerme por la noche. Ni si quiera pude ayudar a decorar el gran salón, todo lo hizo Anakin y era sorpresa para mí; eso me ponía más nerviosa.

—Es lo que eres, y lo que deseo que seas esta noche, mi princesa —habló al otro lado.

Mi corazón comenzó a latir más rápido cuando aguanté la respiración, pensando en lo que había dicho. Tenía suerte de que no pudiera verme, me encontraba como un auténtico tomate.

Me aclaré la garganta, sin encontrar las palabras adecuadas con las que responder. Iba a hablar cuando vi una caja grande y blanca al fondo del armario que llamó mi atención. La saqué cuidadosamente y la deposité en el suelo; tenía un precioso lazo blanco, como si fuera un regalo.

—Iré a prepararme para el baile, nos vemos a las nueve —la voz de Anakin se alejó y luego oí la puerta de la habitación cerrarse.

Devolví mi atención a la caja. La curiosidad pudo conmigo y la abrí. Dentro había una tarjeta. Me sorprendí al ver mi nombre en ella y la abrí:

Queridísima Kaia,

No hay palabras para describir el amor y el aprecio que te tengo; eres lo mejor que me pudo pasar en la vida...

Escribo esto, pues acabo de enterarme de que estoy muy enferma. No quiero que te preocupes ni que temas por mí, el destino es inevitable e impredecible, es por eso que no puedo estar segura de si llegaré a verte crecer.

Tenía este regalo preparado desde el día que llegaste a mi vida, para tu décimo octavo cumpleaños; el diseño es perfecto para ti, yo misma lo hice. Pero si lo encuentras antes, llevada por tu curiosidad, dale uso.

Lamento tanto abandonarte, mi niña preciosa... Ojalá hubiera podido darte la familia que tanto merecías. Lo eres todo para mí, Kaia, todo... No olvides nunca lo importante que eres; vales más de lo que te puedes imaginar.

No te preocupes por mí, sonrío desde el cielo viendo a mi hermosa hija de cabello blanco. Siempre que me añores solo debes mirar al cielo, a las estrellas, tal vez sea una de ellas.

Sigue tu propio camino, cielo, no dejes que otros lo marquen por ti. Estoy muy orgullosa... Que sepas que el día que te deje, serás mi último pensamiento, no tengo dudas.

Con cariño,

Mamá.

Me tapé la boca, tratando de ahogar los sollozos a la vez que las lágrimas caían sin control. Mi madre se había acordado de mí antes de morir, había dejado todo el amor que sentía por mí plasmado en las palabras de su carta. Ya no tenía ninguna duda de que sí fui querida; ella siempre me quiso, aún sin ser su hija biológica me amaba, era mi madre...

Aparté los plásticos que cubrían el interior de la caja y comencé a sacar del interior su contenido; dos cajas medianas y una bastante grande; cada una tenía una nota pegada. Cogí la caja grande, la cual tenía un lazo recubierto de diamantes transparentes y preciosos; abrí la nota:

Algo hermoso para una persona hermosa.

Te quiere,

Mamá.

Abrí la caja grande y me llevé las manos a la boca para ahogar un gritito. En su interior había un precioso vestido dorado brillante. Lo saqué y observé que eran dos partes, un top arriba y una falda larga hasta el suelo con una raja en una pierna; ese si era un vestido digno de una princesa. Sonreí y lloré de la emoción; era hermoso.

Agarré la caja mediana que tenía el mismo tipo de lazo y abrí la nota que poseía:

Todo hermoso vestido requiere unos accesorios que lo ayuden a destacar. Lúcelos.

Mamá.

Dentro había accesorios dorados a juego y de muchos estilos; suficiente variedad como para escoger e ir cambiando en diferentes ocasiones.

Solo quedaba una caja mediana que tenía un lazo blanco sin diamantes, también con una nota:

Mandé que los hicieran el día de tu primer cumpleaños. Con ellos podrás decorar a tu gusto tus vestidos, con su toque a lo Kaia.

Mamá.

Dentro había diamantes increíbles y piedras preciosas, la mayoría transparentes; parecía una fantasía. Me sorprendió ver una Tiara al final y la cogí, descubriendo que estaba unida a un velo. La hermosa y sencilla corona también tenía piedras preciosas incrustadas; era una preciosidad. El velo tenía otra nota dentro:

Si algún día encuentras a tu alma gemela, no la dejes escapar. El amor... puede ser el sentimiento más fuerte de nuestro universo, nunca lo olvides, si lo tienes eres poderosa; él puede con todo, incluso con el odio.

No temas, cuando amas... todo lo demás no tiene sentido; no temas sentir. Sé valiente Kaia, te esperan muchas dificultades y mucho dolor, pero nunca olvides lo que quiere tu corazón.

PD: Dáselo el día que descubras que él tiene tu corazón, nadie más que él.

Te ama con todo su corazón,

Mamá.

Sonreí enternecida. Era todo lo que necesitaba; sus palabras, su afecto, sentir que la tenía cerca. Ella quería verme feliz más que cualquier otra cosa en el mundo, a su hija... Ahora me sentía completa, sentía que ella estaba conmigo y que me miraba orgullosa desde el cielo.

Recordé el baile con Anakin y me levanté corriendo. Guardé la caja del lazo blanco y saqué del armario el vestido y sus accesorios. Esa sería una noche grandiosa. Anakin quería una princesa, así que la tendría. Agarré el vestido y entré al baño junto con el maquillaje.

Solté el aíre nerviosa mientras removía mis dedos. Frente a mí se encontraba un espejo, en el cual me observaba detenidamente. Nunca me había visto de esa forma; tan mayor y hermosa. Estaba orgullosa de mi aspecto, fácilmente podría hacerme pasar por una princesa de esas de cuento; incluso el maquillaje era impresionante.

Asentí ante mi reflejo y me giré para salir.

Al llegar a lo alto de las escaleras del salón, comenzó a sonar la música que tocaban los músicos. Al parecer Anakin se había esmerado mucho en eso del baile. Comencé a bajar las escaleras con una bonita canción de fondo. El rubio ya estaba abajo y su cara se distorsionó en sorpresa cuando me vio bajar. Sus ojos estaban hipnotizados y reí por eso.

Antes de llegar al último escalón, Anakin reaccionó y me extendió su mano; la cual acepté gustosa. Incluso se había quitado los guantes, dejando a la vista también su mano mecánica.

Se percató de que la observaba y se tensó. Por primera vez, fui yo la que escuchó sus pensamientos:

«Debe de sentirse asqueada...»

Fruncí el ceño y agarré sus dos manos, situándome frente a él.

—Iba a decir que me parece impresionante. Nunca podría sentir asco hacia ti, eres perfecto —le sonreí, un poco sonrojada.

Él me miró con sorpresa pero luego sonrió en grande y se agachó para besar el dorso de mi mano.

—¿Me concedería un baile, hermosa princesa? —Sonrió con ilusión y sentí como me derretía en ese instante.

—Su hermosa princesa —corregí—. Por supuesto.

El rostro de Anakin se iluminó aún más y lentamente agarró con suavidad mi cintura a la vez que situaba mi antebrazo sobre su hombro. Deposité mi otra mano sobre su hombro y respiré aceleradamente; nerviosa.

—Yo... n-no sé bailar —dije con dificultad para después tragar con fuerza.

Anakin me dedicó una sonrisa suave y apoyó su frente sobre la mía, rozando nuestras narices.

—Déjate llevar, Kaia... —Me miró a los ojos con dulzura y acarició mi cintura con sus manos.

Sentí su aliento fresco sobre mis labios y no pude evitar bajar mi mirada hasta ellos. Me sentía en calma, como si todo fuera a cámara lenta y solo estuviéramos los dos en el mundo, a pesar de que mi corazón iba a una velocidad increíble. Subí mi vista de nuevo a sus ojos y descubrí que él miraba mis labios. Estaba sintiendo algo completamente nuevo para mí, una especie de atracción.

Mordí mi labio por inercia, siempre lo hacía cuando estaba nerviosa o expectante, y él se humedeció los suyos con la lengua. Cuando subió la vista de nuevo a mis ojos tragué debido a la intensidad de su mirada.

Sin decir una palabra, se movió hacia atrás llevándome con él y comenzamos a bailar con la música. Nuestros rostros y cuerpos seguían igual de pegados, como dos imánese incapaz de separarse, y nuestros ojos estaban conectados magnéticamente.

Reí cuando me dio una vuelta y comenzamos a movernos más rápido por la sala, de forma natural. Nuestras sonrisas permanecían en nuestros rostros y reíamos de vez en cuando. En un momento, Anakin me puso a su lado y con su brazo alrededor de mi cintura me elevó en el aire. Después la música acabó y ambos hicimos una reverencia.

Mis ojos recorrían expectantes todo su rostro. No necesitaba verlos para saber que estos brillaban mientras le miraba, y probablemente Anakin podría notarlo. Sonreí enormemente a la vez que recuperaba el aliento, sin dejar de observarlo con el mismo brillo en mis ojos.

—Disculpe, Señor, ya es tarde, tal vez deberían acostarse ya —dijo uno de los guardias.

Anakin carraspeó mirándome de reojo.

—Sí, por supuesto, es tarde —me miró una última vez e hizo un amago de hablar pero luego se arrepintió y se alejó saliendo del salón.

Oh...

Estaba en shock, sin querer creer que se había ido así sin más. Suspiré con tristeza y me dirigí a mi habitación tras despedirme de los músicos y del guardia.

Una vez en ella me senté en la cama y me quité los tacones con tristeza. Creía que mi noche acabaría de una forma muy distinta a eso.

Recordé la forma en la que nos habíamos mirado, el cómo los latidos de nuestros corazones iban al mismo ritmo y el sentimiento que me había invadido con la cercanía de nuestros rostros. Recordé las palabras de mi madre y entonces se encendió una bombilla en mi mente.

¿Es posible que... me guste Anakin?

Abrí mucho los ojos y me levanté mientras salía corriendo de mi habitación. Agarré como pude la falda del hermoso conjunto-vestido y corrí por los pasillos.

Antes de que pudiera darme cuenta, alguien agarró mi cintura y cuando levanté la cabeza para ver al responsable, estampó sus labios contra los míos.

Mis ojos se abrieron mucho de nuevo, pero me relajé al darme cuenta de que era Anakin y le devolví el beso cerrando los ojos y rodeando su cuello con mis brazos a la vez que él rodeaba mi cintura con los suyos y juntaba completamente nuestros cuerpos. Solté un suspiro nasal en medio del beso y una lágrima se deslizó por mi mejilla.

Había estado tan despistada corriendo que al girar una esquina no había visto a Anakin corriendo hacia mí de frente y nos habíamos chocado, acabando así. Al parecer a ambos se nos había ocurrido la misma idea de salir corriendo de nuestras habitaciones.

Cuando nos separamos sonreímos y Anakin limpió mi lágrima con dulzura.

—Curioso el mundo, ¿eh? —Suspiró, recobrando el aliento.

—Muy curioso —sonreí y ambos volvimos a juntar nuestros labios con una sonrisa.

Gracias, Mamá...


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