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❪11❫ Guerra de miradas

Me desperté sobresaltada tratando de inhalar oxígeno en el proceso. Sentía mi frente sudada y mi pelo pegándose en ella debido a él sudor.

Comencé a temblar cuando me llegó una ola de frío, pero no duró mucho cuando unos brazos rodearon mi cuerpo con gentileza y me atrajeron hacia su cuerpo.

Levanté la cabeza y me encontré con la última persona a la que habría esperado ver.

Con lágrimas en los ojos debido a la felicidad, me abalancé sobre él para abrazarle.

-Ethan... -Suspiré, aliviada de volver a tenerlo a mi lado.

-¿Me has echado de menos a mí también, renacuaja?

Una voz sonó a mi espalda y me encontré con otra persona que me llenó de alegría.

Tiré de su mano y le atraje hacia mí para abrazarlos a ambos.

-Claro que sí, Aiden.

Ethan y Aiden. Gemelos. Mis hermanos.

No eran mis hermanos de sangre, pero siempre se había sentido como si lo fueran.

Mi madre adoptiva, la difunta reina, los adoptó al igual que a mí, solo que a una edad mucho más avanzada. Le pareció buena idea cuando vió lo bien que nos llevábamos los tres, y al saber que ellos no tenían ni familia ni hogar decidió adoptarlos.

Para mi desgracia, tras la muerte de nuestra madre poco tiempo después, ellos se fueron de Naboo a vivir su propia vida. La decisión había sido muy dura para ellos, teniendo en cuenta que significaba dejar a su, aún muy pequeña, hermana sola. Pero fue mejor así, pues yo pude centrarme en mis habilidades y ellos en las suyas.

Ahora, después de tanto tiempo, nos volvíamos a reunir, y eso me llenaba de felicidad.

-No me creo que estéis aquí de verdad -Negué con la cabeza y la agaché, sin creerme que fuera real.

-Pues lo estamos, hermanita -Ethan me sonrió y revolvió mi pelo con una sonrisa.

-Creo que hay muchas cosas que vas a tener que explicarnos -la voz de Aiden llamó mi atención y suspiré.

-De acuerdo...


[...]



Tras contarles a mis hermanos los acontecimientos que habían tenido lugar en Naboo nos reunimos con Padmé y Anakin, decidiendo que era una buena idea compartir opiniones entre todos.

No lo fue del todo.

-No quiero ser el que diga esto pero, ¿vamos a ignorar el hecho de que ha roto absolutamente todos los cristales con su grito?

Cada uno estaba sentado en un lugar de la sala, excepto Aiden que se encontraba dando vueltas por la habitación, y Ethan que estaba sentado junto a mí, rodeándome de forma protectora con un brazo.

Todos devolvimos nuestra atención a Aiden, y los recuerdos de las ventanas rompiéndose con mi grito se colaron en mi mente.

Me removí incómoda en mi sitio, sintiéndome repentinamente observada por los presentes en la sala.

-Tal vez solo tenga una voz potente -Ethan se encogió de hombros y su gemelo le fulminó con la mirada.

-Tal vez Aiden tenga razón, no ha sido algo normal, las ha roto como si nada.

Padmé apoyó a mi hermano, y fruncí ligeramente el ceño ante su intervención.

-Sabeis que está aquí, ¿no? -Anakin interrumpió su leve discusión y me señaló, lanzándoles una mirada escéptica.

Cuando nuestros ojos se encontraron le agradecí con la mirada.

Entonces un detalle importante cruzó mi mente y me sobresalté.

-El pueblo... Las bestias... -Les miré esperando una respuesta pero nadie parecía tener la intención de hablar. Todos habían empezado a removerse con nerviosismo.

Al ver que nadie contestaba, Padmé fue la que habló:

-Los soldados se están encargando, nos dan tiempo para escapar -Padmé me miró fugazmente, posando su mirada en Aiden.

-¿Escapar? -dije incrédula.

-No empieces, Kaia.

Ignoré la advertencia de mi hermano, Aiden, y me levanté para enfrentarle cara a cara.

-No podemos escapar, el pueblo nos necesita -puntualicé, fulminándolo con la mirada.

-Necesitaban a su reina, y ella ya ha escapado. No pondré en peligro tu seguridad de nuevo -habló, con los dientes apretados.

-Eres un cobarde, Aiden -escupí las palabras, con un resentimiento acumulado por los años en su ausencia-. Hace años te fuiste de aquí, me abandonaste, para convertirte en un guerrero que un día protegería a nuestro pueblo. ¿Donde está ese guerrero ahora?

-No podemos contra ellos, hermana. La valerosidad de un guerrero también se mide en cuando sabe que una guerra está perdida y se concentra en salvar al mayor número de personas.

-Solo intentas salvarte el culo.

-Te estoy salvando a ti, por si no te habías dado cuenta -se acercó a mí, amenazante.

-Aiden -Ethan se levantó del sofá y advirtió a su hermano con la mirada. Sabía que este tenía tendencias a perder el control.

-No me iré a ningún lado -le reté con la mirada y capté la furia en sus ojos.

-Tú te vienes conmigo, te guste o no.

Aiden me agarró fuerte del brazo, provocando que me retorciera por el dolor que me estaba causando. Iba a gritarle que me soltara cuando alguien se me adelantó:

-¡Suéltala!

Ambos nos giramos hacia la procedencia de la voz, encontrándonos a Anakin de pie, acercándose a paso lento y amenazador.

-Disculpa pero, ¿tú eres?

-El tío que te cortará la mano como no la sueltes -amenazó. Se puso frente a él y le miró con una clara amenaza en su mirada.

Aiden se rió de forma burlona y entonces Anakin encendió su sable láser, haciendo que mi hermano se tensara y se pusiera serio.

-No te lo repetiré de nuevo. Suéltala.

Su voz se oyó demandante y Aiden, indeciso al no saber si él sería capaz enserio de cortarle la mano, soltó mi muñeca.

Me aparté de él y sujeté mi muñeca adolorida.

Anakin se colocó frente a mí y fulminó a mi hermano con la mirada.

Sin duda tendré que agradecerle esto después.

«No tienes porqué»

Me sobresalté al oír su voz en mi cabeza pero me relajé al recordar que no era la primera vez que lo hacía. Tendría que ser cuidadosa con mis pensamientos, teniendo en cuenta que él podría oírlos.

-Ella estaba bajo la custodia del Almirante, el único que podía mandar sobre ella -comenzó. Aiden abrió la boca para replicar, pero Anakin no le dejó-. Tras su desafortunada muerte, ella había perdido a su «tutor legal», y por lo que pone en los informes, su custodia y protección pasan inmediatamente a su protector asignado, es decir, por lo que pone aquí, a Anakin Skywalker -le estampó un papel en el pecho que Aiden leyó inmediatamente. Una sonrisilla apareció en mi rostro al ver la cara descompuesta de Aiden, al quedarse sin argumentos en su contra-. Y ese soy yo; el tío que te partirá en pedazos como vuelvas a ponerle una mano encima.

La sala se quedó en silencio, pero no uno incómodo, sino un silencio de cuando se acaba de presenciar algo que te deja con la boca abierta.

Apreté mis labios, ocultando una sonrisa, mientras miraba a Anakin aún frente a mí de forma protectora.

-Ahora si nos disculpas, vamos a ir a hacer tu maldito trabajo ya que claramente no tienes los huevos suficientes para hacerlo tú mismo.

Aiden se quedó en shock y Anakin se giró hacia mí, suavizando su mirada al instante. Me extendió su mano con lentitud y me miró con dulzura.

Miré la palma de su mano extendida hacia mí y deposité mi propia mano sobre la suya. Él acarició la parte superior de mi mano con delicadeza y luego entrelazó nuestros dedos, cuidando de no hacerme daño, pues era la muñeca que aún me dolía por el fuerte agarre de mi hermano.

«Avísame si te sigue doliendo y le partiré la cara»

Una risilla se escapó de mis labios y él sonrió ante esto. Una vez entrelazados nuestros dedos, bajó nuestras manos y comenzamos a caminar hacia la salida, bajo la atenta y sorprendida mirada de los presentes.

Cuando por fin abandonamos la sala giré mi cabeza hacia él con una sonrisa.

-Tiene gracia que justo leyeras ese papel, te habrías quedado sin argumentos -me burlé.

Le había visto por la mañana cotilleando entre los papeles del Almirante con aburrimiento y había sido lo suficientemente observadora como para ver que se trataba del informe de mi custodia. Mi verdadero «protector» era el Maestro Yoda, el cual aparecía en el informe principal, a diferencia del que Anakin le había mostrado a mi hermano, el cual era el secundario. En caso de que el Maestro Yoda no estuviera por alguna razón se pasaba al informe secundario, es decir, el de Anakin. Para su suerte, mi hermano no era lo suficientemente atento como para fijarse en ese mínimo detalle o como para buscarle la lógica a lo que Anakin había argumentado. Estaría demasiado cegado en la ira de que Anakin lo hubiera puesto en una situación tan humillante.

Mentiroso.

Canturreé en mi mente, para que lo escuchara.

-Shhh, no te cargues la magia de la mentira.

Solté una carcajada y Anakin aceleró el ritmo, casi corriendo, para alejarnos lo máximo posible de la sala en la que habíamos estado. Suponía que no le agradaría la idea de que Aiden se enterara de la pequeña mentira que había soltado.

Cuando llegamos a una sala solitaria, él se detuvo, pero no soltó mi mano, lo cual agradecí. Estaba intentando evitar la cálida sensación que se sentía al tener nuestras manos entrelazadas. Me sentía más protegida que nunca.

-De acuerdo, enana, ¿cuál es el plan?

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