❪10❫ El caos que el miedo provoca
—No quiero sonar cortante, ni tampoco interrumpir lo que sea que estemos haciendo, pero ¿puedo saber exactamente qué se supone que hacemos?
Miré a Padmé entre confundida y sorprendida. Estaba tan tensa y nerviosa que había olvidado que ella se encontraba conmigo.
Os estaréis preguntando que estoy haciendo.
Huir.
Ya habían pasado tres días desde el incidente con la visión de Anakin. Las cosas se habían complicado desde ese día.
La visión... esos recuerdos tan siniestros atormentaban mi mente todas las noches, voces que me susurraban para que no lo olvidara.
Desde eso no había vuelto a tener ninguna clase de visión o sueño, lo cual por una vez habría agradecido, pero no.
Padmé y yo nos encontrábamos en una gran biblioteca. La había arrastrado hasta aquí sabiendo que Anakin no conocía su ubicación y tampoco se lo plantearía.
No podía mirarle a los ojos, no después de lo que vi. Sé que la culpa no es suya, que él no era el de mi sueño, pero parecían tan reales las emociones de odio en su mirada; no me veía capaz.
Por una vez en mi vida tenía miedo, mucho miedo. Todos estos sucesos extraños habían aparecido de la nada, como si el volver a juntarme con otras personas los hubiera activado. Me sentía confusa.
—Leer, por supuesto. Mi libro es muy interesante, ¿y el tuyo? —Pregunté con falso interés.
—Kaia, tu libro está al revés —puntualizó con una mirada escéptica.
Desvié mi mirada hacia el libro dándome cuenta de que tenía razón, estaba al revés; las letras boca abajo.
Padmé suspiró y dejó su libro en la mesilla para mirarme.
—¿Qué ocurre? Llevas días rara, y ya ni siquiera comes con nosotros en el comedor. Hasta el Maestro Yoda está preocupado —Padmé frunció el ceño y puso sus manos sobre su regazo, analizándome.
—No quería preocupar a nadie. Solo necesitaba algo de tiempo sola, ¿sabes? —Sonreí de forma demasiado forzada y Padmé puso una mueca.
—No me lo creo. Oye, sabes que puedes confiar en mí, ¿no? Nos conocemos desde que éramos muy jóvenes.
Bajé la mirada, recordando aquellos tiempos en los que mi vida era mucho más fácil.
No tiene nada que ver con mi vida ahora.
Me limité a no responder, pues no sabía que contestarle; no a ella.
La oí suspirar y vi por el rabillo del ojo como se levantaba.
—No sé lo que te pasa, la verdad. Solo espero que me lo cuentes cuando estés preparada —se giró para irse, pero se detuvo antes de abrir la puerta—. Siempre puedes leer algún libro de aquí, tienen mucha historia. Todo lo que ha pasado a lo largo del tiempo está en estos libros, yo solía leerlos de niña me encant-
Todo lo que ha pasado a lo largo del tiempo está en estos libros.
Sus palabras se repitieron en bucle dentro de mí cabeza y de pronto vi la perfecta solución a mis problemas.
Padmé seguía hablando de los libros, pero yo ya no la estaba escuchando. Mi cabeza era como un conjunto de engranajes trabajando para descubrir la mejor solución. Pensé en cada pasillo de la biblioteca y en donde podría encontrar el libro que buscaba.
—Padmé —la interrumpí y me levanté para acercarme a ella—. ¿Sabes en que sección podría encontrar sucesos extraños o algo relacionado con La Fuerza?
—¿Para qué quieres-?
—Por favor, son mis favoritos.
La castaña suspiró y rodó los ojos.
Recorría los pasillos prácticamente corriendo, buscando el que me había dicho la castaña.
Pasé por cuatro pasillos más antes de llegar al que estaba buscando. Este estaba más lleno de polvo que la mayoría, como si no se hubieran leído en mucho tiempo.
Pasé la yema de mis dedos por los distintos libros y me frustré al darme cuenta de que tardaría horas en buscar lo que necesitaba.
Entonces una idea vino a mi mente como un rayo de luz. Me senté en el suelo cruzando las piernas y comencé a inspirar y expirar profundamente. Indague en mi mente por cada suceso que había vivido; cada vision, cada recuerdo, cada pesadilla...
Las imágenes pasaban de forma increíblemente rápida por mi cabeza hasta que un fuerte golpe me sacó de mis pensamientos.
Abrí los ojos y vi un libro pesado en el suelo frente a mí. Este se acercó solo, como flotando, y se abrió frente a mí hasta parar en una página concreta. Acerqué mis manos hacia el libro y lo cogí lentamente para dejarlo en mis muslos.
«No sé qué día es hoy, ni tampoco sé en qué tiempo me encuentro.
Hace dos días que mi nave va a la deriva, sin rumbo, sin esperanza. Antes había más personas conmigo, pero lamentablemente murieron; ahora solo quedo yo.
Veo las estrellas a mi alrededor y me pregunto si alumbran mi futuro o si solo rememoran mi pasado; ya no estoy seguro de nada.
Las noches son frías y sombrías, las pesadillas son recurrentes, solo que ahora son distintas. Hace poco descubrí que no eran simples sueños, sino visiones. Visiones de Pasado, Presente y Futuro.
Sé que suena como una locura, pero lo sé, y ahora también sé lo que me deparará el futuro.
Estas visiones me advirtieron una vez, pero no logré escucharlas. Mi mujer... está muerta por que no fui capaz de salvarla. Ya lo había visto, había visto su muerte antes de que ocurriera, pero no le di importancia. Ahora está muerta... Yo la maté.
Jamás habría imaginado la cantidad de poder que hay en mí, pero así es. Poseo unos... poderes. Pero no son una bendición, son una condena. Se aprovechan de mis emociones y arrasan todo y a todos a mi alrededor. Me la arrebataron a ella, y no puedo soportarlo...
Creí que el amor me hacía fuerte, pero no... me destrozó, y la destrozó a ella. Jamás podré perdonarmelo.
Ella me amaba, me lo decía cada día, sabía que era capaz de dar su vida por la mía, pero yo también, solo que nunca pude decírselo. Me daba tanto miedo amar y que me amaran, que no supe valorar lo que tenía hasta ahora, cuando ella ya no está.
Hubo otro... Tuvimos un bebé, pero yo no lo quería. Se parecía tanto a él... No pude soportarlo, ni tampoco soportar que hubiera heredado mis habilidades, que fuera tan peligroso como yo, o como él... Así que lo maté. Acabé con su vida antes de que él llevara la destrucción a la galaxia, antes de que lo arruinara todo, todo por lo que tanto habíamos luchado.
Su madre no soportó el dolor y tampoco a mí, no podía creer que se pusiera en mi contra, y entonces, cegado por la ira y el dolor, la maté... Nunca quise hacerlo, pero ella estaba ahí, y yo ya no tenía el control.
Ahora no tengo nada por lo que luchar, así que me aseguraré de que esta maldición muera conmigo. Siempre supe que algún día tendría que morir, y aunque sé que hoy no debería ser el día, no soy capaz de aguardar el futuro que me espera.
Sé quién está leyendo esto. Sé porqué estás aquí. Si de verdad quieres mantener a quienes amas a salvo, sé valiente, como yo lo voy a ser ahora. Quítate la vida, como yo voy a hacer, y cierra este ciclo sombrío de muertes.
Sabes tan bien como yo que no mereces vivir, no a ese precio.
Pero si vives, te aseguro que conocerás el verdadero dolor y la verdadera soledad.
Aquí te dejo un presente, para que no olvides que no eres la única que ha tenido que sacrificarse.
Todos estamos contigo, y cuando lo hagas, todos pasaremos a estar unidos a ti...
Sabes que es lo correcto, Kaia...
Tapé mi boca para ahogar un grito de espanto cuando de la siguiente página saqué una daga pulida. Esta tenía algunos grabados en ella pero los ignoré y la dejé caer al suelo, dejando que las lágrimas se resbalaran por mi rostro.
Trataba de ahogar mis sollozos con la mano pero estos se volvían muy fuertes.
Ni en un millón de años habría esperado leer algo como eso. Ese hombre sabía mi nombre... Era igual que yo, tenía el mismo problema. Pero no entendía ese poder del que había hablado. Creí que lo único extraño que había en mí eran esas visiones sombrías, pero no, al parecer había un poder mucho más grande que se expandía en mi interior.
Todo mi cuerpo comenzó a temblar y apoyé mis dos manos en el suelo, aún sentada en él. Dejé escapar los sollozos mientras sentía mi cuerpo agitarse con cada fuerte temblor.
Me armé de valor y miré la daga tirada en el suelo frente a mí, rozándola con la yema de los dedos delicadamente.
Mi mente se quedó en blanco por un segundo, pero de repente oí un estruendoso grito.
Giré mi cabeza rápidamente y me levanté para asomarme a la ventana. De nuevo tapé mi boca con la mano al ver el panorama frente a mí.
Naboo se encontraba en llamas, las personas corrían desesperadas de un lado a otro. Algunas incluso corrían calle abajo a mucha velocidad y entonces lo vi.
Tres bestias acababan de llegar a los límites de Naboo y se estaban separando para correr cada una en dirección a una calle. Parecían hambrientas, incluso habían comenzado a matar a algunos habitantes. Una de las bestias avanzaba hacia el edificio de la biblioteca, donde varias familias estaban agrupadas tratando de protegerse.
Agarré la daga y la guardé en un extremo de mi pantalón corto, para comenzar a correr hacia la salida.
Corrí lo más rápido que pude escaleras abajo y alcancé la salida justo cuando la bestia llegó a la entrada, corriendo hacia las familias refugiadas.
Sin pensármelo dos veces saqué el cuchillo que había encontrado en el libro y lo arrojé hacia el ojo de la Criatura. Este dio justo en el blanco y la bestia gritó de dolor mientras retrocedía agitándose.
Le observé con atención identificándolo como un Nexus, por sus múltiples ojos y sus afilados dientes.
No... no tiene sentido, tú no deberías estar aquí.
Había estudiado mucho sobre las diferentes criaturas de la galaxia, por lo que sí había leído lo suficiente sobre los Nexus como para saber que eran muy peligrosos.
Tras quitarse el cuchillo del ojo con una zarpa me miró de forma penetrante y comenzó a agazaparse.
Bueno, parece que lo del ojo no le ha hecho mucha gracia.
Agazapado, comenzó a acercarse hacia mí mientras yo retrocedía.
—Gatito bonito... —Murmuré, aterrada.
El Nexus saltó en mi dirección y me tapé con los brazos esperando el dolor de su ataque, pero este nunca llegó.
Aparté los brazos y vi al Almirante, uno de los que me conocían desde que era un bebé, reteniendo al Nexus como podía, manteniendo una lanza impidiendo que cerrara la boca.
Antes de que pudiera salir de mi estado de shock, el Nexus rompió la lanza y se abalanzó hacia el Almirante, arañando y mordiendo su cuerpo.
Un grito de dolor salió de su garganta y eso me bastó para reaccionar.
—¡No! —Extendí mi mano hacia el Nexus de forma instintiva, y de esta salió una especie de humo verde que impactó en el Nexus y lo lanzó lejos. Tras el impacto el felino se alejó en otra dirección.
Me acerqué corriendo al cuerpo del Almirante y puse su cabeza en mis muslos, sintiendo las lágrimas deslizarse por mis mejillas y mis sollozos haciéndose presentes.
—No... Por favor, tú no... —Negué con la cabeza mientras le veía mirando hacia el cielo y respirando entrecortadamente.
Con dificultad, el Almirante giró su cabeza y me miró a los ojos a la vez que una lágrima caía de ellos. Un suspiro salió de sus labios y formó una leve sonrisa.
—Kaia... —Murmuró con felicidad en sus ojos, a la vez que acercaba su mano para depositarla en mi mejilla.
—Estoy aquí. Estoy aquí... —Apoyé mi mejilla contra su mano y me forcé a devolverle la sonrisa como pude. Las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos.
—Temí... que te matara.
—Estoy bien... Gracias a ti —mi voz salió entrecortada por los sollozos y él limpió mis lágrimas con el pulgar.
—Siempre... has sido... una hija para mí. Tu madre lo sabía. A veces me recuerdas... a ella.
—La hecho de menos... —Sollocé.
—Lo sé, mi niña... Ahora debo... dejarte. Pero no estás... sola, Kaia. Hay gente que te quiere... Lo he visto —otra lágrima se deslizó por su ojo y desvío la vista hacia el cielo—. Siempre supimos... que serías hermosa.
Su respiración comenzó a volverse más lenta y por impulso agarré su mano.
Error.
Una descarga de dolor atravesó mi cuerpo, un dolor insoportable.
Sin poder aguantarlo grité con todas mis fuerzas; con agonía. Lo último que sentí fue como alguien me rodeaba con sus brazos, después todo se volvió negro.
Siento no haber podido actualizar ayer, no tuve tiempo :(
¡Pero aquí está! si todo sale bien hoy vuelvo a publicar otro capitulo, en plan maratón.
Van a empezar a pasar cositas UwU como habéis visto, hay algo malo en Kaia, y se lo ha advertido el hombre del diario.
¿Qué os va pareciendo? Espero estar haciéndolo bien...
Por favor, no dejéis de comentar, vuestros comentarios me animan y me alegran muchísimo.
—Venus
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