Sembradores.
Tenían que planear una estrategia que los sacara inmediatamente, tanto a la niña como el bebe que esta protegía con recelo, los soldados, aunque eran menores en numero y claramente en desventaja por aparecer en territorio enemigo sin alguna táctica estaban en puntos negativos para salir victoriosos, sin embargo, sus agresivas presencias y cosmos ardiendo en fuego eran una clara advertencia que el numero no importaba en lo mas mínimo.
Los soldados se miraron entre si, cuatro en total contra seis caballeros, por lo tanto uno de ellos que había quedado en la calma total se lanzo de inmediato, dos hojas filosas que danzaban y cortaban el viento, directamente a la pequeña niña de mechas rebeldes, todo pasaba en cámara lenta, mientras los caballeros intentaron detener el ataque, el ambiente de batalla fue perfumado con el olor de la sangre.
Su brazo izquierdo fue rasgado por la hoz del enemigo, temerosa de como la sangre que salía fuera a caer en la piel del bebe.
Odeth cayo al piso con el bebe bien sujetado con el brazo derecho, alejándolo lo mas posible de su brazo izquierdo y la sangre contaminada, el niño empezó a llorar descontrolado, agitado de un lado a otro, Aioros indignado de ver como aquello intrusos habían cometido semejante acto tan cobarde volvió a disparar flechas sagradas, Shura, quien tampoco quedo impune ante tal acto de cobardía lanzo su poderosa Excalibur a los dos que respaldaban al enemigo.
La sangre parecía no ser tan abundante como para ser fatal, mas el peligro de contaminar no era el menor, no tenia tiempo para cubrirlo, podía correr hasta Escorpio y esconderse con el niño entre los muros. Odeth sabia que con su pie lastimado igualmente podría correr, pero seria empeorarlo y no poder seguir, no estaba en las circunstancias para hacerse la fuerte e indestructible mujer, tenia un niño ne brazos, algo que la diosa de la cosecha quería y necesitaba como recipiente para una bestia que podía desatar el caos en la tierra.
O en el peor de los casos, comida para la bestia, un sacrificio. Deméter era retratada como la madre naturaleza, siempre cariñosa y amorosa con sus hijos, cuan equivocados estaban, si, no lo negaba, era una buena mujer y tal vez la única cuerda de todo el Olimpo, pero era tan vengativa y venenosa como la propia Hera, habían llevado a su hija de nuevo a ese infierno, a verlo el, después de la humillante situación que la hicieron pasar con Mente, después de que su hija sufrió por eso, que Athena se la hubiese llevado sin permiso y alejarla de su hogar.
Deméter estaba cansada de que todos quisieran tomar a su preciosa hija e hicieran lo que quisieran con ella, quería darle un castigo digno a Athena y a cada habitante de la tierra, Athena era considerada casi la madre de aquellos a quienes protegía, ella protegía la tierra, Deméter la iba hacer pagar con la vida de sus preciados humanos.
Así funcionaba su "lógica", y como deidad, ¿quien iba a corregirla?.
── Hermes. -Escupió y arrastro el nombre de ese semi-dios a como pudo mientras lo veía esconderse entre las ruinas, observando todo el desastre presente.
Hermes sabia que debía sacarlos de ahí cuanto antes, pero el, sinceramente trato de mantenerse en un perfil bajo para no causar mas problemas. Sin embargo al punto dela historia y de como se desencadenaría esta las acciones sorpresas no eran bienvenidas por su alto nivel de riesgo.
Caballeros de Athena, entregenos inmediatamente al recipiente en nombre de nuestra ama y señora Deméter o sufrirán las consecuencias de su desobediencia.
El ambiente por ambas partes, no era mas que el indicador de batallas contra los Sembradores de Deméter.
De manera estrepitosa, el suelo reboto y se sacudió ante los violentos ataques de dichos sembradores, Odeth viéndose casi en medio de una batalla, salto con sus fuerzas mas arriba de los escalones usando su pie bueno y cayendo de rodillas contra los escalones, un golpe ligero, pero los llantos del niño eran terribles e irritantes en una situación de alta tensión.
Empezó a correr, necesitaba llegar con Athena y dejárselo al cuidado de Shion. Saori no seria de utilidad si se lo daba, al menos eso ella creía.
── El Santuario ya no es seguro, debemos ir a un sitio donde esa mujer no se le ocurra buscar.
Hace mas de una hora que partió, y de nuevo, esa extraña vibra de que algo malo va a a pasar seguía renuente en su cabeza, pero todo inicio hace unos pocos minutos, todo estaba en calma, y repentinamente ya nada era igual. Camus pensaba que era de nuevo ese bicho de su cerebro renuente a seguir con su vida, pero no, era algo mas allá de una simple y molesta cosa golpeándolo en la cabeza.
Leónidas se percato rápidamente del cambio de ambiente de su maestro, claramente se miraba preocupado, ¿la razón?. Era una rama muy larga por la cual empezar. Camus podía estar pensando en el pasado, presente y adivinando su futuro, era predecible, sin necesidad que su cara delatara sus pensamientos, el joven espectro era muy bueno leyendo todo aquel que tuviera en frente con solo mirarlo a los ojos sin esfuerzo.
Pero conociendo a su maestro, no le diría nada.
Observando fijamente por el rabillo de su ojo, fuera de la ventana del carruaje, estaban por debajo de Atenas, y el Santuario de dicha diosa, Leónidas supuso que tal vez la energía divina de Athena le había afectado, pero ya mirando mas de cerca y sintiendo las claras señales de una pelea puso mas atención de lo que debía.
Allá abajo se desencadeno una batalla, la energía transmitida era violenta y podía percibir las señales que los acompañaban, como espectro, sus sentidos son mas sensibles a los primeros indicios de muerte y caos, no por ser, necesariamente de mal augurio, mas bien era su naturaliza seguir y presenciar dichas peleas.
Camus también podía presentirlo, jamas desconocería el cosmos de sus compañeros, que mas que eso, eran sus hermanos, y la familia que conoció desde muy joven. Por eso, le agobiaba no poder hacer nada, ni siquiera saber que estaba ocurriendo, él ya sabia que ese ya no era su asunto, iba a cumplir con su promesa. Pero, no podía hacerlo tan fácil, no con semejante obstáculo en medio de ellos.
Entonces, miro como su joven aprendiz se levantaba de su asiento, abría la puerta dejando entrar una ventisca potente de aire, Camus le miro fijamente sin decir ninguna palabra.
Leónidas sonrió a medias para después lanzarse en picada, alzando sus alas en dirección al territorio de la pelea. Mientras caía, los ojos de Camus le transmitieron un agradecimiento, y en cuanto a él, eso era mas que suficiente para sacrificarse.
Pero arrogante, sabia que ellos no tenían una oportunidad contra él, egolatría y narcisista, Leónidas acelero su vuelo, Camus oyendo las quejas de las Sacerdotisas ordeno que se detuviera el viaje y ahí mismo se quedarían hasta que Leónidas regresara.
── Pero Joven Amo, ¿que pretender hacer?. Estamos en territorio sagrado Ateniense, es peligroso para nosotros estar aquí. -Dijo una de ellas, tranquila y sin rodeos. Observando a Camus sentarse sin inmutarse en lo mas mínimo de lo que había dicho.
── Esperar, eso es todo. -Camus se cruzo de piernas, cerro los ojos para captar a través de la energía brinda por su cosmos que pasaba allá abajo. Las monjas oscuras cruzaron miradas, y dijeron al unisono.
──¿Quiere que nosotras también vayamos allá abajo?.
Pero Camus hizo un gesto de manos indicando, de manera muy educada, que aquello no era necesario.
Era la primera vez en toda su vida que era testigo de algo tan místico como lo que sus ojos presenciaban en ese momento, Leónidas por historias de su padre había escuchado de los guerreros de Athena, generalmente de sus caballeros mas fuertes, los caballeros dorados, hombres entrenados violentamente desde pequeños para cargar con el peso de armaduras que presenciaron y honorificaron cientos y cientos de muertes, eran tal y como decía su difunto progenitor, brillantes como el sol.
El desconoció por completo al enemigo, pero al juzgar por el escenario, eran claras las intensiones de cada uno. Lo primero que hizo fue volar un poco mas alto de la pelea, observar un punto medio, habían dos caballero peleando contra un solo oponente, por lo que era mas fácil atacarlo con las llamas negras heredadas de la armadura, solo fue necesario un segundo para dejar un circulo de llamas negras alrededor del soldado invasor, para después rodear y consumirlo, los caballeros de Cáncer y Capricornio quedaron estupefactos ante inesperado acontecimiento, observando a los alrededores y al cielo quien ocasiono semejante ataque.
Pero quedaron mas fríos cuando cayeron en la cuenta, que mientras la mujer soldado era calcinada no emitió ningún sonido, ni un chillido, tampoco suplicas. Y lo único que quedo de ella fueron residuos de barro y piedras.
── Shura, ¿Viste lo mismo que yo o me estoy volviendo loco?. -Replico DeathMask con la mayor expresión de sorpresa. Shura compartió el sentimiento con su compañero, mirando y moviendo con su pie los residuos, barro común.
── Ni siquiera son humanos de carne y hueso, ¿cómo es que son tan rápido?. -Shura rápidamente levanto la viste al fijarse en el suelo una enorme sombra negra traspasarlos, y el singular cosmos que dejo en medio del fuego.- ──¿Qué era esa cosa?. Parecía un pájaro enorme.
── También lo vi pero solo por unos cuantos segundos. Shura, ¿crees que sea uno mas?.
── Lo dudo bastante, los invasores que nos atacaron miden exactamente igual.
── No te estoy hablando de ellos, yo digo que, cabe la posibilidad que no sea uno de ellos, y mucho menos un caballero del Santuario.
Mientras ellos observaban la escena, Leónidas fue en dirección donde estaban Piscis y Sagitario peleando uno a uno con dos de ellos, el espectro no pensó intervenir en toda la pelea, solo darle un alivio a su maestro, mas sus ojos clavaron en una escena de lo mas cobarde. Gracias a los escandalosos gritos desgarradores de un niño y los quejidos de una niña.
──¡Milo! ¡Milo! ¡Milo!. -Esos gritos no eran de nadie mas que Odeth, con su pequeña voz trato de hacer notar mientras se aferraba con todas sus fuerzas al niño, protegiéndolo de cada golpe y patada que recibía de los salvajes guerreros de la diosa de la cosecha, que parecían no compadecerse por el hecho de verse pequeña, sus golpes eran significativos, pero a Odeth solo la irritaban y la llenaban de ira.
Pero una vez mas, ella no podía transformarse delante de tantas personas, por lo que era prudente seguir jugando a la victima. Por muy fastidioso que fuese.
──¡Déjenla en paz malditos cobardes!. -Fue Seiya de Pegaso que de una patada al aire mando a volar a uno de ellos, pero rápidamente se recupero y corrió en dirección a Seiya empuñando en sus manos una lanza, Seiya esquivaba veloz cada punteada con el pico del arma que el guerrero trataba de darle.
La situación se miraba critica, pues por mas que Seiya intentaba distraerlos con su presencia, ellos no cedían a seguir atacando esa indefensa niña, eso lo llenaba de tal rabia que no dudo mas en acabar con la vida de esos bastardos, usando su Pegasus Ryūsei Ken para mandarlo tan lejos como fuese posible e ir al rescate.
Sin embargo, Seiya fue demasiado lento, cuando de nuevo una sombra oscura descendía del cielo en picada y se llevaba a la niña y al bebe del campo de la batalla, Seiya abrió los ojos de par en par boquiabierto, reconociendo la esencia espectral de esa armadura, y su inconfundible cosmos, el mismo sujeto que se los había llevado también dejo caer el mismo ataque de las llamas negras, igual que a la mujer soldado de hace unos instantes, fueron calcinados hasta quedar el mismo barro y piedras.
Seiya comenzó a correr los escalones de Sagitario llamado a la pequeña niña que se le había escapado, mientras tanto, mas abajo, apurado ante los llamados que presencio su cosmos, Milo de Escorpión esperaba no llegar tarde a la escena antes de que algo le pasara a sus amigos y conocidos.
En cuanto Odeth debido a los golpes que la dejaron aturdida y a los llantos incesantes de la cría, no había tomado en cuenta que hora se encontraba en el cielo, asombrada, miro a quien podía considerar como "su salvador", y lo único que salio de sus labios y su expresión llena de desconcertó, fue un solo nombre.
──¿K-Kagaho?...
No, Kagaho de Bennu también debió haber muerto junto al Aldebaran de Tauro de aquella época, mas una vez que el sol golpeo sus ojos, observo con claridad que era una persona distinta a quien se imagino, pero lo que no cabía en su cabeza es que estuviera portando una armadura como la de Bennu, La Estrella de la Ira.
Pero lo que le era mas extraño, era el hecho que la sacara de ahí y que haya usado la técnica de Kagaho Crucify Ankh, ¿y que hacia un espectro por los alrededores?.
── Bennu, déjame en el templo de Athena. Necesito ir con ella antes que esos soldados. -No estaba segura que le fuese a contestar, pero esperaba que no se hiciera el sordo.
── No voy ha acercarme mas de lo debido a su templo, te dejare a medio camino. Tu veras como te las arreglas para subir. Ya me he expuesto lo suficiente.
── Ésta bien, eso me sirve. Por cierto, necesito un ultimo favor. -Leónidas la miro incrédulo, por un momento pensó en simplemente dejarla ahí, pero el agarre de esa niña le dejaba las cosas en claro; NO lo iba a dejar ir tranquilo.
Ademas, también era un "fiel" seguidor de Hades.
Su silencio fue una respuesta positiva para Odeth, el dialecto de los espectros no era el mas comunicativo.
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